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¡CELEBREMOS EL AMOR DE NUESTRO PRECIOSO SALVADOR!!!


En esta época que suele llamarse “Semana Santa”, los cristianos celebramos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, nuestro precioso Salvador.

Hace casi dos mil años, el Cordero inocente y perfecto de Dios, fue sacrificado para obtener nuestra eterna redención. El hombre por sí mismo, por sus propias obras, esfuerzos y meritos, es completamente incapaz de justificarse delante de Dios. La Biblia dice que fuimos COMPRADOS POR PRECIO (1 Co. 6:20).

Hebreos 9:12: y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención.
Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; 2 por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
5:6 Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. 7 Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

¡Hay un increíble amor de nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo involucrado en esta perfecta ofrenda por el pecado de la cual nosotros hemos sido beneficiados!!! Dios entregó a Su Unigénito Hijo, perfecto e inocente, para rescatarnos y recogernos en Sus brazos y llamarnos “hijos”. ¡Y nuestro Salvador, se ofrendó POR AMOR A SI MISMO para rescatarnos de LA MUERTE A LA VIDA!... ¡QUÉ AMOR TAN ASOMBROSO!!!!! ¡DE QUÉ FORMA HEMOS SIDO AMADOS!

Como seguidores de nuestro Señor Jesucristo y amantes de La Verdad, ¡CELEBREMOS EL AMOR! CELEBREMOS EL ACTO DE AMOR MAS SUBLIME Y MARAVILLOSO QUE HEMOS PRESENCIADO Y DEL CUÁL SOMOS TESTIGOS A ESTA TIERRA!

Presentamos a ustedes una hermosa carta de amor que nuestra muy amada hermanita Gracinha Bento escribió hace algún tiempo, y que habla de esta hermosa historia de amor entre nuestro Dios y Padre y nosotros.

¡Queremos en “Mira sólo a Dios”, celebrar la ABSOLUTA Y CONTUNDENTE VICTORIA DE NUESTRO SALVADOR SOBRE LA MUERTE Y EL PECADO AGRADECIENDO PROFUNDAMENTE A NUESTRO DIOS, EL MAS MARAVILLOSO Y SUBLIME REGALO DE AMOR QUE HEMOS RECIBIDO!

¡QUEREMOS ADORAR AL DIOS ALTÍSIMO, RENDIRLE HONOR, GLORIA Y ALABAZA ROSTRO EN TIERRA!!! ¡Y QUEREMOS DERRAMAR SOBRE NUESTRO PRECIOSO SALVADOR, EL MÁS PRECIADO PERFUME DE NUESTROS CORAZONES LLENOS DE GRATITUD Y AMOR POR ÉL!

¡BENDITO SEA NUESTRO DIOS Y PADRE Y SU REY de reyes y SEÑOR de señores que muy en breve regresará por nosotros!

¡ AL DIOS  TODOPODEROSO SEA LA GLORIA!!!



EL AMOR QUE EL MUNDO NO CONOCE.
Por Gracinha Bento
Lisboa, Portugal
CARTAS ENTRE CREYENTES

----- Mensaje enviado ----
De: Gracinha Bento 
Para: La Iglesia de Dios 
Enviado: miércoles, 13 de octubre, 2010 7:41:30
Asunto: El amor que el mundo no conoce.

         Amadísimos hermanos.
         Os amo entrañablemente con el amor de Cristo Jesús.
       
         Escuchaba un hermano decir que:”el mundo nos enseña que nuestro valor está fundado en nuestro desempeño.  Sin embargo, nuestro valor como hijos de Dios es determinado por el profundo afecto de un Padre amoroso. Eres digno porque Él te ama. Él te ha hecho digno y cuida de ti.”

         La parábola del hijo prodigo habla del amor incondicional de un Padre por un hijo y como, a pesar de su conducta,  el hijo nunca se vio destituido del amor de Su Padre. El amor y la misericordia por su hijo fue más importante que hacer justicia en la situación, cuando gastó su herencia en una vida disoluta. Dios desea restablecer esa íntima comunión cuando nos alejamos de Él, porque sabe que el pecado y la consciencia de no andar fielmente son sumamente destructivos.

        Nos exhorta la Palabra a recibir al que ha pecado para que no sea consumido por demasiada tristeza (II Cor.2:7). El pecado ya tiene en sí mismo su propio castigo, aun que nos parezca "atractivo" nos aleja de la intima comunión de un Padre que nunca deja de amarnos. Cuando nos perdemos y por mucho tiempo las algarrobas formaran parte de nuestra dieta, mientras los jornaleros del Padre no tienen falta de nada, no indica que el afecto y la compasión de un Padre perdonador hayan disminuido en nada.

      En el contexto anterior a la parábola, la pregunta es la siguiente: ¿Quién es el hombre que no deja en el desierto sus 99 ovejas, o sea todo el grupo, y no sale a buscar la  que se perdió? Es única a sus ojos y El celebra el íntimo gozo de volver a tenerla en sus Brazos. También El Padre necesita de esa comunión perdida, de disfrutar de esa intimidad y no sólo el hijo que se alimentaba de la comida de los cerdos y era contado como uno de ellos.

      Así sucede con nosotros,  Su Amor nunca está en tela de juicio, pero no nos beneficiamos de la dulzura y confort de vivir en Su Casa. Su amor no está bajo ninguna condición, pero lo que si se está perdiendo es el gozo de vivir ese amor cara a cara. Por eso se apresura en "matar el becerro gordo" para hacer fiesta por el hijo que estaba perdido y fue encontrado. Dejamos de tener la percepción de ese amor y  cercanía  que están siempre intactos. Lo que hace el pecado es alejarnos de esa consciencia de un amor incondicional.
       En las tormentas de la vida cuanto estamos dentro del agua a punto de hundirnos, es mejor no dejar de mirar a nuestro Salvador y que Él nos tome de la mano, que estar dentro de la barca sin Él, sin la consciencia de Su Presencia, en una ilusoria sensación de seguridad. Si Él no está (en nuestra percepción de Él) entonces, no nos beneficiamos del fruto de esa relación de intimidad. Nuestra prosperidad y abundancia no se mide por lo que tenemos en la vida, sino por vivir la vida que hay en El Padre. Vivimos en ese entorno sobrenatural en que  El Padre y nosotros: "Uno somos".

      No hay existencia fuera de esa verdadera vida que sólo en Él habita, por muy "atractivo" que sea el pecado, que tan de cerca nos rodea a todos,  a su tiempo nos esclaviza con sus falsas promesas de libertad. "Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres".
      El Padre en el vers. 20 de Lucas 15 “se echó sobre su cuello y le besó” para recibirlo con su misericordia, mucho más que con la justicia que la situación demandaba. Porque había sido suficientemente castigado por su pecado: ser privado de la relación de amor con su Padre y terminar por ser contado como un cerdo y desear comer sus algarrobas. Eso es suficientemente destructivo: pensar que no volveremos a ser amados. Aceptamos, en  nuestra aflicción, bajar de la noble condición de hijos, para ser simplemente  trabajadores, a quienes no les falta nada, pero no están en Su Casa.

      Es esa la paga del pecado: desear bajar de condición, en nuestra consciencia, aun sabiendo que no se puede perder la simiente que es incorruptible.  Pero, nuestra implacable vieja naturaleza de pecado nos acusa de tal forma que aceptamos vivir en  una condición inferior. Como los israelitas que desearon volver a la esclavitud de Egipto en donde no les faltaba comida, pero les esperaba una vida sin libertad o incluso la muerte. Dios estuvo siempre presente, pero su visión distorsionada les hizo desear la idea de volver a la esclavitud. La perspectiva del amor de un Dios misericordioso se perdió y el deseo de la libertad también y cuando eso sucede se pierde la vida.

        El otro día leía un e-mail de un creyente que decía: "En sociedad,  un juez no es una persona con quien tú quisieras tener una relación personal. Aunque él te perdone, no anhelas desarrollar una relación personal con él. Un juez es alguien que se supone que sea reverenciado y respetado, y para que así sea, hay que mantener alguna distancia. Todo lo contrario a un Padre que anhela estar íntimamente unido a sus hijos, que estaban lejos.  Es una analogía que casi nunca es utilizada. Muchas veces, cuando se presenta la historia del Padre movido a misericordia (Hijo prodigo) se pone el énfasis en los errores del hijo en vez de la compasión y misericordia de un Padre."

      Me acuerdo del juez injusto que no temía a Dios ni a los hombres (Luc.18:1-8) y que terminó por hacer justicia a la mujer para que no le molestara más. Su voluntad no fue ser movido a misericordia por la condición de la mujer, o por el amor hacia ella, sino que no deseaba ser importunado más: esa fue su motivación,  quizás aburrido con el asunto que le presentaba, como casi todos los jueces en este mundo.

      El pecado distorsiona  la dignidad que nos ha sido dada en Cristo. Nuestra inseguridad es un gran obstáculo para tener una relación intima con nuestro Abba, pero nuestras emociones no pueden deshacer el tremendo valor de la sangre de Jesucristo que nos ha limpiado de todo pecado.

    “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.  Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,  aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, (…) porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.”
Efesios2:13-15,18.

     Siempre es así, fuera de la conciencia de esa relación de amor no hay libertad, aun que jamás nos deje de amar, porque Él es amor y no puede negar su naturaleza.

     Aun en una provincia apartada y lejos, cuando comenzó a faltarle que comer y en su soledad, el hijo pudo darse cuenta de que solo Su Padre proveía a sus necesidades. Fue también un tiempo para aprender a no depender en ningún hombre. Es interesante notar que cuando “se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, (…) le envió a su hacienda para que apacentase cerdos”, es decir el trabajo más bajo que se podía hacer.

     Hemos aprendido que el amor era algo que uno merecía o no dependiendo de nuestra conducta, no es así con nuestro Padre. Su amor jamás cambia. Dios,  Nuestro Padre, movido a misericordia espera por nosotros “estando lejos.” Se lanza a nuestro cuello y nos besa y nos viste el mejor vestido y nos pone el anillo de autoridad y las sandalias de la comunión con Él. Mucho más que ser un justo Juez,  El Padre extiende su favor y su misericordia matando el becerro gordo para alegrarse por el hijo que recuperó.  Se goza también por recuperar esa relación perdida, se alegra por tenerlo de vuelta a Sus Brazos:”gozaos conmigo porque he encontrado mi oveja que se había perdido.”(Luc.15:6).

            “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y el conmigo”.    
                                                                                                Apoc.3:20 
“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.  Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.  Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
Y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”                                                                             Lucas 15:11-32

 
        Os amo entrañablemente.
        Adorando a Nuestro Rey y Señor juntos de la mano.
        Ven Señor Jesús.
         Gracinha

P.D. Lecturas:
        Biblia Reina Valera 1960
      “The Forgiving Father” Victor Paul Wierwille
       “The God Journey” “Enjoying Real Friendship”

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