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GOTITAS DE ETERNIDAD - Juan Luis Molina

Muy amada Familia de Dios:
Es un verdadero privilegio, gozo y deleite hacerles llegar esta primera carta, y las subsecuentes, de varios testimonios del último viaje de Juan Luis Molina a los santos en Valencia España.
Esta hermosa familia en Valencia, es una iglesia fresca y floreciente en donde se vive “El Amor Primero” al Padre, es un hermosísimo testimonio de cómo la Palabra de Dios vive poderosamente en los corazones de aquellos que buscan a Dios con el corazón de niños. Ellos son también un testimonio vivo de lo sencillo que es tener una comunión rica y plena con el Padre y de la plenitud de gozo que hay en Su Presencia.
Dios los bendiga.
Con amor de Dios y adorando a nuestro Padre,
Claudia Juárez.



CARTAS ENTRE CREYENTES

----- Mensaje reenviado ----
De: Juan Molina
Para: La Iglesia de Dios
Enviado: viernes, 28 de enero, 2011 9:14:11
Asunto: Gotitas de Eternidad


Pues, lo que yo no hago nunca, dijo Nubia, es soltarme de la manita de nuestro Padre, Él me lleva así, agarradita a todas partes, y en cada día e instante me da siempre a ver Sus maravillas y señales.


El miércoles pasado, había salido por la mañana para pagar una factura del teléfono que expiraba en ese mismo día; lo hice a través del cajero automático, y, cuando salió el recibo justificando el pago de mi deuda, me di cuenta de que, en el saldo bancario, alguno de mis hermanos había depositado una cantidad de la cual yo estaba a espera como agua de mayo. Así que lo vi, entré en la agencia de viaje que estaba en la acera de enfrente y reservé con aquel dinero mi viaje hasta Valencia.

Nuestro Dios es muy imprevisible, Él sólo nos dice que lo miremos a Él sin ocuparnos del día de mañana. Pero, en mi corazón, desde que salí de Valencia en mi último viaje, llevaba yo quejándome a Dios, pidiéndole que me enviase cuanto antes, otra vez, para ver a mis hermanos y disfrutar con ellos de la dulce comunión que tienen con Él. Pero Él, nuestro Dios y Padre, siempre me repetía casi a diario lo mismo: "La unidad en el espíritu que Yo estoy entrelazando entre vosotros, es mucho más cercana y palpable que la física que podáis pedirme o imaginaros vosotros." Sin embargo, como a mí estas palabras sólo me consolaban a medias, no dejaba de jalarle el bordecito de Su manto a diario, diciéndole que sí, pero que me abriese las puertas para volver a verlos cuanto antes. Y, es cierto, ahora sentía que el tiempo se había pasado en un abrir y cerrar de ojos desde la última vez hasta que me vi de nuevo en Valencia.

Llegué a las siete de la tarde a la estación y allí estaba ya la hermosa Cecilia con sus dulces princesitas Allison y Andrea, y también su hermano; los cuatro nos abrazamos llenos de gozo dándole gracias al Padre por el maravilloso regalo de juntarnos otra vez con la ternura que solo Él sabe hacerlo. ¡Qué bendito Padre tenemos!!! - Poco después de llegar a la casa, sin dejar de amarnos y de gozarnos con todo lo que nos había preparado nuestro magnífico Abba, se presentó Lucecita, y las palabras, que se anudaban a la emoción que palpitaba en nuestros corazones, comenzaron a salir frescas, muy suaves y leves de nuestros labios, regocijándonos con todas las cosas que nuestro Dios quería edificarnos.

            Parecíamos y en verdad lo éramos, Sus niños, hijos del Padre deliciados en Sus tiernos brazos. Gracias a Sus coincidencias celestiales con las cuales nos iba regando, como al día siguiente era sábado, nos dieron las tres y media de la mañana sin preocupaciones de ningún tipo, y todavía estábamos magnificando y contando cuan grandes cosas estaba haciendo nuestro Dios en la vida de cada uno.

Cecilia, mi amadísima hermana, me había llamado el jueves por la noche sin saber que yo me presentaría al día siguiente en Valencia, y yo, cuando recibí su llamada, pensando que era consciente de mi viaje, después de saludarla y sabiendo que entre nosotros estaban los propósitos de nuestro Abba, comencé a darle los pormenores de mi llegada, y, OH, ¡qué bendita sorpresa fue para ella!!!!  Lo que sucedió fue que, el Padre, le había puesto en su corazón que me telefonease y pensando que sería tan sólo para saludarme y mandarme un abrazo, se quedó de una pieza con la buena nueva de que nos veríamos al día siguiente. Qué gran alegría sentimos los dos destapando Sus sorpresas, comprobando lo exacto y preciso que es nuestro Dios cuando le permitimos que tenga en Su mano todas las cosas.

Esta fue una de las miles de coincidencias que se sucederían después, una detrás de otra en este bendito viaje. Por poner un ejemplo, al hermano de Cecilia, a Nayi, sin saber de nada, también le surgió presentarse en Valencia en el mismo día que yo llegaba. Resulta que Dios le está abriendo las puertas con un magnífico trabajo para marcharse a Londres, y, desde Barcelona, donde vive ahora, tuvo que arreglar unos papeles aquí en la misma altura en que yo llegaba. Es que, en la visita anterior que me dio Dios a Valencia, el tiempo que pasamos juntos él y yo, sin tampoco programarlo, aunque fue bastante corto, el Padre entrelazó nuestros corazones y, ahora de nuevo, los dos nos teníamos la convicción de que Dios nos juntaba otra vez, para seguir compartiendo Sus maravillas y propósitos como sucedió.

Nada hay más hermoso que mirar a Dios esperando de Él todas las cosas. Es muy cálido el corazón de Nayi para nuestro Abba Padre. En mi Cristo, siempre vi que está muy consciente de que Dios le está preparando muchas cosas en su vida, y es una esponja recibiendo con gran mansedumbre todo lo que le está mostrando el Padre en su espíritu. Todo esto, y mucho más que no logro ordenar en mis palabras por la emoción nos ofreció el Padre en el mismísimo día que llegué.

Cecilia, aunque con muy pocas horas de sueño, se levantó a las ocho de la mañana para darle gracias al Padre, nos compartió después que, en su inmensa alegría y aunque lo intentó, después de despertarse, ya no lograba volver a dormirse y prefirió salir de la cama para alabar a nuestro Dios. Yo me levanté sólo a las once, pero ella ya tenía preparada y dispuesta toda su casa y la mesa donde se encontraba mí desayuno. Después de regalarnos Dios con aquellas iguarias que con tanto amor había preparado, y lleno de satisfacción pensando en todas las sorpresas que nos tendría reservadas para aquel día nuestro Dios, yo sólo tenía ganas de dejarla descansar y de agradecer al Padre por aquellos benditos momentos. Así que nuestro Dios me dio el privilegio de salir a la calle con Ally y Andrea, para deleitarme con ellas y tomar un café en el bar que se encuentra debajo de la casa de Cecilia.

Es tan grande el regocijo que Dios nos da en esta bendita unidad del espíritu, que nos hace ser verdaderamente niños y no podemos como ellos quedarnos quietos. Todo lo que rodea a  Cecilia, está bendecido por Dios, el amor que tiene por Su Padre hace que todo a su alrededor se impregne de la presencia del Padre. Siempre que voy a su casa, nuestro Abba me muestra como cuida de todo lo que está cerca de ella.

Después de volvernos para casa, nos pusimos a compartir las cosas del Padre y nos dieron las tres de la tarde sin dar por eso. Cuando vimos la hora, salimos de su casa y nos fuimos como el día anterior habíamos decidido a casa de Lucecita para comer con ella y así comenzó otro de los tiempos maravillosos que el Padre nos concedió con nuestros hermanos. Poco tiempo después, se fueron presentando sin haberlo programado Lucelly y Pedro, Dorita, Silvana, Mercedes Bastida y su hijo con Mayer su marido, Yaneth y la llenísima de gozo Pracedis, y después, también Nayi y su compañera de piso en Barcelona se sumaron también a la comunión que disfrutábamos juntos en casa de Lucecita.

Fue de aquellas reuniones sin principio ni fin agendado, en las que las horas pasaban sin darnos cuenta y en la que, conforme los hermanos iban llegando, se iban sumando e impregnando en el tremendo gozo que inundaba la sala.

        Pracedis no cabe en sí de contenta, nos contaba que, antes de saber el amor que el Padre tiende hacia ella, estuvo a punto de regresar para Colombia; pero que, a raíz de nuestra visita con Claudia y Gracinha y Joao y Fátima hace tan sólo seis meses atrás, su vida sufrió una dramática transformación, porque nuestro Dios le abrió su entendimiento acerca de los propósito que tenía con ella. Desde ese día, desde el momento que descubrió el verdadero "primer amor," Pracedis sólo tiene ojos para Su Abba Padre. Las manifestaciones de ternura y comunión que se devotan los dos mutuamente no tienen descanso en su día a día.

Pracedis habla con Dios como habla cualquiera con su amigo. Las tribulaciones que esta hermanita nuestra tiene en su vida son enormes, y sin embargo ninguna le afecta. Ha sido engañada por abogados y doctores mundanos que se han aprovechado de ella y de su familia y le cerraron el bar del cual dependían económicamente. Pero Pracedis, llena de denuedo y de confianza, después de haber visto tan palpable en su vida el gran poder de Su Dios, se ha puesto muy firme confesando Su nombre en medio de todos ellos, y, por fin, el bar se volvió a abrir el día anterior a mi llegada a Valencia.

En la última reunión que tuvo con éstos letrados personajes mundanos, cuando todos querían que ella desistiese de la idea de volver a abrir el bar, ella, con todo el denuedo de su espíritu y en medio de todos ellos, les confesó que sería el mismo Dios, a Quien ella amaba sobre todas las cosas, Quien le abriría las puertas. Así les tapó la boca a todos en la reunión y se volvieron a abrir las puertas del bar para asombro de todos.

Yo no tengo palabras para poner por escrito el gran orgullo que nuestro Dios me mostró tener por ella. En este viaje, nuestro Padre ya me había dicho que recibiría muchos convites para ser recibido en las casas de mis hermanos, pero que, sin lugar a dudas, donde no podría faltar e iría sin pensarlo por un momento, era al convite que nos extendió a todos Pracedis en su bar para el almuerzo del día siguiente: “A ese no faltarás”, me aseguró el Padre.

Aunque las circunstancias sean muy adversas, ella esta confiadísima en los brazos de Su Abba Padre y respira alegría por todos sus poros, porque sabe perfectamente que para nuestro Todopoderoso Abba Padre no hay nada imposible y reconoce cuanto amor derrama por su vida y la de los suyos. Todo en ella y todo lo que le sale por sus labios es verdadera alabanza y adoración al Padre, Quien la mima y la cuida como a Su especial princesa. Además, la espontaneidad y naturalidad del amor que nutre al Padre, es una fuente de inspiración para todos los que estamos cerca de ella.

Yo no he visto a persona alguna más feliz en toda mi vida en su relación con Dios. Su vida entera es un hermoso testimonio de lo que Dios quiere para todos los hombres. Está tan repleta de gozo, que hasta el canario que tiene en su casa se da cuenta y no para de cantar trinando todo el día de puro contentamiento cuando la ve. Pracedis es muy consciente de todo el amor del Padre hacia ella. Nunca ha tomado una sola clase ni tiene ningún tipo de entrenamiento en la interpretación de las escrituras. Sin embargo, cuando Dios le pone en su corazón abrir la Biblia, las palabras le saltan de sus páginas y le llegan directamente al corazón. No hay un sólo día en que estando con sus hermanos, con todo el entusiasmo de su espíritu, no les comparta lo que Dios le enseñó. En un momento de esta reunión, ella me pidió que fuera a 1ª Corintios y que leyese lo que el Padre le había revelado el día anterior, “es que, cuando se mira a Dios primero y se deleita uno en Su amor”, nos dijo a todos, “es simplemente imposible que surjan divisiones entre los hermanos.” Dios le enseñó muy claramente que no hay que poner la vista ni en "bernabés ni en pablos," sino que, asidos de la Cabeza únicamente, nuestro Dios y Padre es Quien nos sustenta en Su bendita unidad a todos los miembros del Cuerpo. Qué hermosa es la íntima comunión que tiene con nuestro Padre. Su tez morena y su pelo negro, su hermosísimo rostro de niña y todo en su cuerpo refleja la gloria de Su Padre. Cuando estamos cerca de ella, estamos muy próximos de lo que significa la ternura y el amor de un Padre por sus hijos.

Amadísimos hermanos, si yo tuviese que poner por palabras la lluvia de bendiciones que el Padre me concedió entre mi familia en Valencia, no cabrían en un sólo libro. Los momentos maravillosos que presencié, y todas las palabras que se derramaban por los labios de mis hermanos, se agolpan en mi cabeza y ya no sé por donde comenzar a exponerlos en esta carta. Este testimonio anterior, que magnifica la relación de Pracedis con el Padre, es una simple muestra de la comunión tan íntima y particular que disfrutan cada uno de ellos con nuestro Dios. De verdad que yo os invito a todos a que visitéis esta bendita iglesia, y que os dejéis envolver en el gran amor que nutren hacia Dios, y el que nuestro Abba Padre derrama entre ellos. No es que Él haga acepción de personas y que no sienta el mismo amor por cada uno de Sus hijos alrededor del mundo, pero es que en esta iglesia se cumple el requisito que nos pide Dios, de hacernos absolutamente dependientes de Él como niños de pecho en Su regazo (porque así es el Cristo que llevamos dentro nuestro) para contemplar todo Su poder y hermosura. Esta bendita iglesia no ha sido instruida ni en clases ni en seminarios, ni en entrenamientos ni disciplinas, sino en la simple sed y hambre de esperar de nuestro Padre todas las cosas. En mis cartas posteriores, seguiré poniendo por escrito más testimonios de este bendito viaje a esta maravillosa iglesia.

Con todo mi agradecimiento al Padre, dejándome ver estas gotitas de eternidad

Juan Luis Molina.          


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