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GOTITAS DE ETERNIDAD - Juan Luis Molina


CARTAS ENTRE CREYENTES

Testimonios sobre la visita de Juan Luis Molina a la iglesia de Valencia, España en Enero de 2011.

----- Mensaje enviado ----
De: Juan Luis Molina
Para: La Iglesia de Dios
Enviado: sábado, 29 de enero, 2011 10:19:50
Asunto: Gotitas de Eternidad

...Y Lucecita, con aquellas miles de estrellitas que tiene en la niña de sus ojos brillando, abrió sus labios y dijo: ¡Ay corazón mío!! ¡Cómo me bendijo hoy el Padre con Daniel!!! Es que Daniel se arrodillaba tres veces al día, que yo sé muy bien que no es arrodillarse sino con las rodillas espirituales, quedándonos postraditos a los pies de nuestro Padre, y así se paraba Daniel para derramarle sus peticiones al Padre tres veces al día: Por la mañana, por la tarde y por la noche.
A Lucecita le escuché yo, con palabras como éstas, lo que significa ser como María en el Reino de nuestro Abba Padre (Lucas 10:38-42). Esta bendita iglesia en Valencia está repleta de Marías. Yo le oro mucho al Todopoderoso para que las voces de las Martas con sus quehaceres en la casa no les incomoden el sueño, ni las saquen del reposo que reside en "la mejor parte" que han escogido.

Nubia, que apareció en la casa de Cecilia el domingo a eso del medio día, no paraba de darme buenas nuevas acerca de su familia, de sus hijas y de la casa que cuida en Valencia. Todo lo que rodea a Nubia son bendiciones caiditas del cielo. Por donde pasa, siempre va dejando un perfume divino.  Como ese día domingo, iríamos al bar de Pracedis para comer allí todos juntos, salimos ella y yo con la dulce Allison a comprar algunos alimentos para llevar con nosotros y después de salir de la tienda donde los adquirimos, nos sentamos al sol en una terracita muy confortable, mientras hacíamos tiempo a que Cecilia acabase las tareas en casa y se reuniese con nosotros y, mientras Nubia me contaba cómo la mima y cuida nuestro Dios desde que llegó a Valencia, en mi espíritu pude contemplar la elegancia de su Cristo. Hasta los camareros y las personas que había en el local se daban cuenta. Todos nos trataban maravillosamente y el Padre me reveló que verdaderamente, ésta hermanita Nubia es el grato olor de Cristo por donde pasea y para todos lo que se le acercan.

En mi anterior viaje, los hermanos insistían mucho a Nubia, para que la dueña de la casa para la cual trabaja, le diese los papeles necesarios de su contrato de trabajo, para poder legalizar su situación de emigrante con residencia en España. Pero ella, lo que siempre les respondía era que ya llegaría el día: “El día que me abra la boca su espíritu para pedírselos a la señora, llegará”,  les decía Nubia, “pero mientras tanto, el Padre cuidará de todo y yo no me preocuparé con nada.” Ahora en este viaje, después de más o menos tres meses de mi anterior visita, cuando la he vuelto a ver, ya se están tramitando legalmente sus documentos. El día llegó, y su señora le dijo que "por supuesto."

No hay nada que le niegue nuestro Dios. Todo le llega a Nubia en Su día y en Su tiempo. Esta hermanita nuestra no paraba de contarnos cosas hermosas y espirituales. Es un testimonio vivo de lo que significa entregarle al Padre nuestras peticiones, esperando simplemente en Su tiempo, que no es el nuestro ni el de los hombres. Y, mientras Nubia placenteramente espera todas las cosas del Padre, lo que dice es que, lo que nunca ella hace, es soltarse de Su manita, de la manita de Dios, y siempre le llegan EN EL TIEMPO DESEABLE Sus maravillas y señales depositadas en sus lindas manos. Además, Nubia es de lo más generosa con sus hermanos, con los cuales comparte siempre de su abundancia, y Dios le ha concedido que comience a construir, en su linda Cali en Colombia, una bendita casa con un salón de belleza, donde trabaje con sus hermanas. Esta bendita Nubia es una inspiración que dice a voces lo que dice la escritura: que nuestro Cristo no mira sólo su propio bien, sino también el de los otros; por eso prospera en todo lo que emprende. Todo en su Cristo procura el bienestar de los que la rodean. Y por encima de todo, el don más maravilloso que le ha ofrecido el Creador, ha sido el de inundarla toda ella de una alegría contagiante, con un humor muy fino y delicioso. No se puede estar cerca de Nubia, y estar triste.

Cuando se nos juntaron Cecilia y Andrea, como éramos cinco y el taxi en Valencia sólo puede llevar a cuatro, Cecilia pretendía que fuésemos de autobús hasta el bar de Pracedis, pero Nubia, en un santiamén abrió su boca y dijo: “Ahora mismo voy yo a pedirle al Padre que, el primer taxi que pase, nos lleve a los cinco, que toque su corazón al taxista y que no ponga problemas.” Y, efectivamente, dos minutos después estábamos los cinco sentados en un bendito taxi, con su taxista escuchando gratitudes al Padre por su vida y la de los suyos. El taxista no paró de agradecernos a nosotros la bendición que había sido para él traernos. Así de acostumbrada está Nubia, viendo y palpando la fidelidad de nuestro Abba Padre. Así en los pequeños como en los grandes detalles.

Sin embargo, es curioso, ella dice que no sabe abrir su Biblia, que Dios lo que hace con ella, es que, cuando está con sus hermanos y hermanas en Cristo, los relatos que leen o repiten de la Palabra de Dios, le encajan en su corazón como anillo al dedo y como clavos en su memoria. “Yo no sé ni por donde abrir la Biblia, ni por donde comenzar a leerla”, dice ella y sin embargo conoce Aquel de Quien las Escrituras testifican mucho mejor que muchos teólogos y doctores de la iglesia. En Romanos nos escribe Dios que no escogió a los sabios y entendidos de éste mundo. Nubia puede que no sea muy entendida en las cosas mundanas, pero es muy sabia en las celestiales.

       
----- Mensaje enviado ----
De: Juan Luis Molina
Enviado: Lunes, 31 de enero, 2011 6:38:35
Asunto: Gotitas de Eternidad III

.....Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto del cual he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad....Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.


        Gotitas De Eternidad III


....Lucecita trabajó durante muchos años en una cámara de frío, cortando, embalando, y congelando carne que después se vendía en los mercados. Entraba a la medianoche a trabajar y salía a las ocho de la mañana. Después, cuando salía al sol del día recién comenzado, se dirigía cantando siempre al Padre de camino a su casa. Lucecita es el "cascabel de Dios." Cuando llegaba a casa, después de prepararle todito a su hijo en el desayuno, despidiéndolo a la escuela, ella salía para limpiar y barrer otras residencias, y después la suya; hasta que después se quedaba rendida en cualquier hora del día y se dormía con el Padre. En ese empleo, buscando el sustento de ella y de su hijo a diario, Lucecita nunca perdería su alegría ni su gozo, andando con Dios. Cuando Claudia y Gracinha, y Joao y Fátima y yo la conocimos en su casa, nada afectaba su alegría. Ninguno de nosotros veíamos estas cosas por las que pasaba Lucecita, lo que el Padre nos mostraba de ella era su gran CORAZÓN DE NIÑA. El Padre nos decía a voces que, Lucecita, era Su cascabel, Su niña más preciada en Valencia.

Cuando nos juntó Dios en aquel bendito viaje a nosotros, nuestro Dios y Padre nos regocijó el corazón en casa de Lucecita, y lo mismo sucedió en la visita que hicimos con Conchita y Charo. El Padre jamás nos reveló todos estos pasos que había dado atrás de Su Lucecita, pero nos derritió el corazón viendo y palpando la hermosa vida de este bendito cascabel de Dios. No hay nadie que vea a Lucecita, y que no se sienta sorprendido, con ondas de amor y ternura y de dulzura, que respira por todos sus poros. Y, el Padre, nos dice que ella, ni se da cuenta. Nos dice que la lleva prendada en Su seno y que sólo ahora se comienza a dar cuenta.

Lucecita es el "cascabel de Dios," en que no hay el menor engaño. Si la vieras, amigo lector, te quedarías boquiabierto.
                                                                                                                                                                          Por ponerte un ejemplo:
                
…Dos días antes de mi viaje, me dio Dios el privilegio de regocijarme con mis hermanitas Christine y Jacqueline en Portugal, en un almuerzo memorable. Poniendo los asuntos espirituales en orden y conociendo ellas que yo iba a Valencia, se pusieron las dos locas de contentas y Adriano, un amigo mío que también fue invitado a esta comida, se quedó fascinado, viendo y saboreando la alegría que les entró a las dos, a Jacqueline y a Christine. Cuando las dos se acordaron de Valencia, a las dos les vino a la memoria Luz Edith y le dijeron a Adriano que si él conociese a Lucecita, jamás querría otra cosa sino irse a vivir a Valencia. Así de bella es esta hermosísima hermanita nuestra para todos los que la que la conocemos. Para todos a los que Dios nos la ha mostrado como es: Su cascabel más amado.

               Se había puesto completa y totalmente en los brazos del Padre. Se despidió del trabajo que había estado haciendo durante muchos años y se quedó esperando para ver lo que le tendría reservado Dios para ella. Con su sola mirada puesta en el Padre, a Lucecita se le fueron consumiendo todas sus provisiones y se quedó sin nada en sus manos. Las facturas las iba pagando a cuentagotas, vendiendo algunas joyas que poseía; se presentó en todas partes buscando en servicios sociales la ayuda divina, redobló sus quejas al Altísimo y éste no le respondía. Su vida parecía que se iba a la deriva y clamó en su Cristo en medio de la tormenta mientras su espíritu estaba reposado, durmiendo dentro de ella. Su única esperanza era volverse a Colombia, pero ni dinero tenía para pagar sus pasajes. Así que se entregó a Su Dios en su lucha. Se quedó sentada, dormida y sin fuerza alguna de su parte para seguir adelante. Cuando se sentó y se quedó dormida en los brazos del Padre, comenzó a entender cómo reprender al viento y enmudecerlo. El Padre salió en respaldo suyo como poderoso Gigante y la consoló en todas sus lágrimas, cuando se quedó quietecita.

Lucecita había salido aquel día a llorarle y a quejarse al Padre, no sólo por su vida, sino también y sobre todo, por la vida de su hijo. Dios parecía no responderle a sus quejas, pero le hizo enfocar sus ojos sobre un edificio que tenía en frente. Lucecita miró llena de lágrimas la casa y le dijo al Padre que allí no iría, que Él podría darle socorro a ella de muchas maneras, así que no pondría un pie en el edificio. Pero la insistencia de Su Abba debió ser tanta y tan enorme el aviso que inundaba su corazón, que Lucecita, aunque seguía muy cabezonamente echando sus lamentos al Padre, y sin ninguna voluntad de obedecerle, se dirigió por fin a la casa.

Cuando se fue acercando al edificio, Lucecita recordó que aquella era la casa donde había trabajado por un corto periodo de tiempo, cuando llegó hace dieseis años a Valencia. Así que llegó al portal, se acordó del nombre de su patrón y le preguntó al portero qué tal estaba. Resulta que el hombre, habiendo sido de mucha estima para todos, había fallecido la semana anterior y el portero le contó a Lucecita que su esposa se encontraba totalmente desconsolada con la pérdida de su marido. A Lucecita, escuchando al portero, se le olvidaron completamente las quejas y sus lamentos hacia Dios. En ese momento, se le llenó su corazón de toda la compasión de su Cristo, y le pidió al portero si podría escribirle una notita a la señora. Un minuto después, apareció el portero con papel de carta y un bolígrafo en sus manos y le dijo: Haga el favor de sentarse aquí, en esta mesa y demorar escribiendo todo el tiempo que precise, señorita. Al acabar de escribir lo que le inspiró su espíritu, le entregó el sobre al portero y dándole las gracias, salió del edificio.
        
Lucecita ahora sentía una quietud muy grande en su corazón andando por las calles de Valencia y un inmenso amor por aquella familia que no veía desde hace dieciséis años inundó su corazón.

Cuando llegó a su casa, meditando sobre todas estas cosas con el Padre, sonó el teléfono y para asombro de Lucecita, era la señora a quien le había inspirado a escribir Dios. Había llegado de la calle poco tiempo después de la partida de Lucecita y el portero se había apresurado a entregarle la carta en mano. Cuando la señora leyó lo que estaba escrito, las palabras que Lucecita le había dejado en el papel consolaron y sanaron su corazón y le invadió en todo su ser un deseo enorme de volver a ver a Lucecita; así que ese era el motivo de su llamada: pedirle a Lucecita que por favor, no dejara de visitarla.
     
Ahora, en el bar de Pracedis, yo casi me pierdo este bendito testimonio de Luz Edith, porque en su espontaneidad y ternura, se lo estaba contando sólo a dos de sus hermanas que estaban más próximas,  mientras que yo estaba en el lado casi opuesto de la mesa, deleitándome mucho escuchando a Dorita y Yaneth. Pero con una carcajada enorme de las de Lucecita, se me abrieron los oídos espirituales y escuché decirle en medio de sus risas: ....”y yo, que cabezonamente no quería ir allí.......jajajajajaja....era allí que mi socorro se encontraba. Jajajajaja ¡El Padre sabe mucho mejor que nadie todas las cosas!!”  Cuando oí estas palabras, sentí una curiosidad muy grande por saber más, acerca de lo que estaba hablando. Así que le pedí que nos lo contase a todos y ella nos expuso entre muchas risas de gozo y gratitud al Padre, con aquellas mil estrellas que tiene en la niña de sus ojos, el testimonio que os acabo de escribir.

Resulta que, ahora, Lucecita es la dama de compañía de aquella dulce señora, con la cual tiene una relación maravillosa y con quien comparte las delicias del Padre. La señora está que no cabe en las nubes con ella. Dios le ha suplido la breve ausencia de su marido con un ángel caidito del cielo. Y le ha puesto a Luz Edith en sus manos, a su cargo a sus nietos y, dándose cuenta ella (¿Quien le habrá abierto su entendimiento?) del potencial que Lucecita tiene dentro, la señora ha inscrito a Lucecita en un curso de Geriatría, porque ha visto en su corazón que Lucecita tiene, dentro de sí, una inmensa compasión que no es de este mundo, sino genuina del Padre.

La visión de ésta mujer es que Lucecita va a consolar también a muchas personas en Valencia, como la consuela a ella. Esto es lo que le ha revelado a esta bendita señora. Y eso significa una tremenda prosperidad en la vida de Lucecita.

            Lucecita sabe ahora muy bien Quien es que sabe todaslascosas mejores para ella. Si cuando la visteis por última vez, OH Claudia, Gracinha y Charo, os pareció hermosa, imaginaros ahora. Esta fue sin duda una de las más grandes bendiciones que me dio a contemplar nuestro Abba Padre: ¡A Lucecita rendidita y gozosamente deleitada en los brazos de nuestro Abba!!  Ahora sabe perfectamente el sitio perfecto que le tenía reservado para ella Su Padre, desde antes de la fundación del mundo. Lucecita sabe ahora muy bien quedarse postradita en los pies del Padre, arropada en su Cristo, por la mañana, por la tarde y por la noche, como su Daniel le ha enseñado.

          
----- Mensaje enviado ----
De: Gracinha Bento
Para: Juan Luis Molina
Enviado: Martes, 1 de febrero 2011
Asunto: Re: Gotitas de eternidad

Amado Juan Luis:

Que hermosa la carta que escribiste “Gotitas de eternidad” parte III ahora con el testimonio personal de Lucecita, me recordó a Abrahán que “siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba”. Por fe partió “con la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Es una verdadera liberación este andar por fe, tomados de la mano de Nuestro Padre, abandonando nuestros planes, poniendo nuestra agenda de lado. Sólo confiando en la sabiduría superior de Nuestro TODASLASCOSAS, nuestro ABBA. Esta es la verdadera iglesia de Hechos en la que cada uno sigue la presencia personal de Cristo. Como los gansos  volando en una misma dirección y en que la cabeza de la “V” es Cristo.

Cuando nos entregamos en los brazos del Padre, como un bebé recién nacido esperando de Él alimento, cobijo y protección, ya no depende de nosotros el fin que deseamos para nuestras vidas, sino del Padre que tiene absolutamente lo mejor. Sus planes para nosotros son superiores a los nuestros en todo, si así se lo permitimos. ¿Cuántas veces oramos, hasta que nos quedamos exhaustos, por cosas que eran apenas nuestra perspectiva y pensamos que Dios “no nos responde”? ¿¡Cómo es posible tal cosa!? Pues ahora lo entendemos: El Padre tan amoroso y paciente que tenemos permite que nuestros sueños lleguen a no realizarse, porque tiene en mente algo absolutamente asombroso y superior para cada uno. El hermoso testimonio de Lucecita habla claramente de la “perfecta danza” que es seguir al Buen Pastor.”

Adorando al Padre,

Gracinha.

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