Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

LA LIBERTAD EN CRISTO - Claudia Juárez

CARTAS ENTRE CREYENTES

De: mirasoloadios@live.com
Asunto: LA LIBERTAD EN CRISTO
Fecha: Mon, 14 Feb 2011 11:02:19 -0700


¡SOLO PARA NUESTRO DIOS Y PADRE TODA LA GLORIA, LA HONRA, LA ALABANZA, EL HONOR Y EL PODER! ¡BENDITO SEA ÉL ETERNAMENTE Y PARA SIEMPRE!
Tan amada familia de Dios:
¡Es tan maravilloso poder contemplar a un Dios de amor como jamás soñamos, ni imaginamos! Él se está revelando con toda Su gloria a través de todo el mundo y mostrando Su naturaleza: AMOR.
Nuestro Dios, al contrario del juez cruel en el que muchos creen y predican, es un Padre dulce, tierno, compasivo, muy amoroso y sumamente deseoso de mostrarse a cada uno de Sus hijos. El anhela tener una relación íntima y muy personal contigo que no dependa de nadie más, sólo él y tú. Él mismo anhela enseñarte todas las riquezas que hay en Cristo!
Es maravilloso que El se revele a nosotros personalmente, pues contemplamos Su hermosura, la ternura de Su corazón como jamás pensamos ver.
El profeta David, “el dulce cantor de Israel” dijo en el libro de los Salmos:
Salmos 27:4
Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.
David demandó algo que a Dios le plació otorgarle, contemplar LA HERMOSURA DE DIOS. Y, ¿Cómo es LA HERMOSURA DE DIOS? David llegó a estar tan plenamente persuadido de que Dios es sumamente amoroso, misericordioso, confiable y tan absolutamente fiel, que afirmó:
Salmos 27:10
Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.
Y:
Salmos 27:1-3
Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. AUNQUE UN EJÉRCITO ACAMPE CONTRA MÍ, NO TEMERÁ MI CORAZÓN; AUNQUE CONTRA MÍ SE LEVANTE GUERRA, YO ESTARÉ CONFIADO.
Es espeluznante pensar que una persona venga contra nosotros con la intención de dañarnos o quitarnos la vida, pero aquí David dijo que aunque UN EJERCITO viniera contra él, no temería su corazón porque confiaba en su Dios.  Esto parte de contemplar la hermosura del Todopoderoso.
David fue un hombre como nosotros, con pasiones y deseos. Él pecó como pecamos todos los hombres y mujeres conforme a lo que dice la Palabra (1 Juan 1:8-10). Tenía momentos hermosos que reflejaba en sus alabanzas en el libro de los Salmos y también tenía sus momentos de terrible frustración y agonía:
Salmos 38:4 Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; Como carga pesada se han agravado sobre mí. Estoy debilitado y molido en gran manera; Gimo a causa de la conmoción de mi corazón.
Salmos 40:12:
Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.
Pero también conoció muy bien la misericordia de su Dios:
Salmos 63:3, 4
Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.
Salmos 108:3, 4
Te alabaré, oh Jehová, entre los pueblos; A ti cantaré salmos entre las naciones. Porque más grande que los cielos es tu misericordia, Y hasta los cielos tu verdad.
David anhelaba como todos aquellos que sinceramente buscamos a nuestro Dios, no pecar contra Él, pero se encontraba una y otra vez fallando. El pudo gozar su vida y su comunión con Dios no porque llegó a ser perfecto, sino porque conoció la naturaleza del Dios vivo que es absolutamente amoroso y lleno una profundísima compasión y misericordia:
Salmos 40:1-3
Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová.
La prisión del pecado y la condenación es un arma letal del enemigo contra el creyente, ya que puede consumir literalmente nuestras vidas y robarnos el gozo y deleite que hay en nuestra comunión con Dios.
Partiendo del hecho de que hemos sido redimidos y justificados delante de nuestro Padre por la sangre preciosa de Cristo, no debemos permitir que el acusador, satanás, la viaja serpiente, nos robe el gozo que hay en estar dignamente delante de la Presencia de nuestro Padre sin culpa, mancha o pecado.
El apóstol Pablo describió en la epístola a los Romanos la terrible naturaleza con la que todos los hombres y mujeres nacemos, y el dolor que causa en nuestras vidas:
Romanos 7:15-24
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.  Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Cuando hemos entregado nuestra vida a nuestro Padre a través de nuestro salvador Jesucristo, ¡Amamos hacer Su voluntad! ¡Anhelamos cumplirla en nuestras vidas! Pero igual que David y Pablo nos encontramos fallando una y otra, y otra vez.
David dijo que Dios lo había hecho “sacar del pozo de la desesperación”, esta era una forma de sentenciar a muerte una persona por algún delito en los tiempos antiguos de las tierras bíblicas. Hundían al condenado a muerte en un pozo que era una cisterna vacía donde habían recogido agua de lluvia, este pozo vacio tenía un lodo cenagoso en el fondo, era desesperante ser sumergido con cuerdas en ese lugar profundo y esperar lentamente la muerte en ese lodo que se secaría eventualmente y asfixiaría poco a poco a este sentenciado a muerte.
Pablo dijo: “¿Quién me librara de este cuerpo de muerte?”  Habla de una costumbre de su época para sentenciar a un reo. Aquel que había cometido asesinato, le encadenaban cara a cara al cadáver de aquel a quien había dado muerte y lo lanzaban al desierto para que muriera por la descomposición de aquel cadáver.
Ambas sentencias de muerte eran espantosas. Y estos dos hombres las usan para describir el desespero y la agonía de su propio pecado.
La humanidad quedó sumergida en este estado pecaminoso desde la caída de Adán. El pecado original dio paso a la muerte y a la corrupción en este mundo. Con esa naturaleza de pecado nacemos cada hombre y mujer en esta tierra y cargamos con ese “cuerpo de muerte” que nos hace pecar una y otra vez. La esclavitud al pecado es la peor de todas las esclavitudes.
Pero es muy interesante lo que Pablo mismo respondió a su propia consideración.
Romanos: 7:25; 8:1-4
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús ME HA LIBRADO DE LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Miren como lo expresa la Biblia en lenguaje sencillo:
Romanos 7:21
Me doy cuenta entonces de que, aunque quiero hacer lo bueno, sólo puedo hacer lo malo.22 En lo más profundo de mi corazón amo la ley de Dios.23-25 Pero también me sucede otra cosa: Hay algo dentro de mí que lucha contra lo que creo que es bueno. Trato de obedecer la ley de Dios, pero me siento como en una cárcel, donde lo único que puedo hacer es pecar. Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me hace pecar y me separa de Dios? ¡LE DOY GRACIAS A DIOS, PORQUE SÉ QUE JESUCRISTO ME HA LIBRADO!
8:1 Por lo tanto, los que vivimos unidos a Jesucristo no seremos castigados.2 Ahora, por estar unidos a él, el Espíritu Santo nos controla [no me agrada esta palabra porque Dios no controla a nadie, en esta palabra no es precisa la traducción] y nos da vida, y nos ha librado del pecado y de la muerte.3 Dios ha hecho lo que la ley de Moisés no era capaz de hacer, ni podría haber hecho, porque nadie puede controlar sus deseos de hacer lo malo. Dios envió a su propio Hijo, y lo envió tan débil como nosotros, los pecadores. Lo envió para que muriera por nuestros pecados. Así, por medio de él, Dios destruyó al pecado.4 Lo hizo para que ya no vivamos de acuerdo con nuestros malos deseos, sino conforme a todos los justos mandamientos de la ley, con la ayuda del Espíritu Santo.
¡Era imposible que la vieja naturaleza de Adán venciera al pecado! ¡PERO CRISTO NOS HA LIBRADO DEL PODER DEL PECADO Y DE LA MUERTE!!!
¡En aquel madero donde Cristo murió por ti y por mí, clavó tus pecados y los míos para reconciliarte con Dios de una vez y para siempre! Has sido perdonado y limpio por la sangre de Cristo. Dios mismo te ha vestido de dignidad ante Su Presencia y te ha recibido en Sus brazos como Su hijo, Su niño muy amado. ¡Nada podías, ni puedes hacer para merecer este don de la gracia de Dios! Eres salvo porque Cristo ofrendó su preciosa por ti, el derramó su sangre para rescatarte del poder de las tinieblas y reconciliarte con Dios!
Romanos 3:10- 12, 19-26
Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto TODOS pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, SIENDO JUSTIFICADOS GRATUITAMENTE POR SU GRACIA, MEDIANTE LA REDENCIÓN QUE ES EN CRISTO JESÚS, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Tu y yo, al confesar Romanos 10:9,10, hemos sido limpiados y justificados GRATUITAMENTE por la sangre de Cristo. No podíamos ganar esta justificación que por amor hemos recibido, y tampoco la merecíamos, pero le plació al Dios Altísimo en Su infinita gracia y misericordia rescatarnos del “cuerpo de muerte”, del “pozo de la desesperación”. Él lo hizo POR AMOR, no espera que vengas a ser Su súbdito o Su siervo, cuando aceptas a Jesucristo como señor y salvador de tu vida, eres recibido en el Reino de Dios COMO SU HIJO MUY AMADO en quien tiene complacencia NO por lo que tú has hecho, sino por lo que Cristo ya hizo por ti.
Donde dice que Jesucristo fue puesto como “propiciación”, quiere decir que fue puesto  como “un trono de misericordia”, que significa el lugar donde fue plenamente satisfecha la demanda de Dios por justicia, y donde la misericordia de Dios fue ofrecida al hombre.
No tienes que hacer nada para ganar el favor y el perdón de Dios. Cristo ya lo hizo por ti.
Lucas 4: 4:16-21
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
La gracia de Dios ha sido derramada sobre los hombres NO para continuar siendo esclavos del pecado, sino para ser libres de semejante yugo que nos aprisiona de la forma más cruel y tormentosa. Nuestras propias fallas, faltas y errores se hacen sobre nosotros una carga pesada y muy difícil de sobrellevar, pero cuando aceptamos que Cristo murió por nosotros para hacernos libres de esta naturaleza de pecado y que ahora tenemos una naturaleza nueva (Cristo en ti) proveniente de Dios, eso nos hace disfrutar una vida nueva.
2 Corintios 5:14, 15,17-21:
Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De modo que si alguno está en Cristo, NUEVA CRIATURA ES; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto PROVIENE DE DIOS, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación..
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
El amor de Cristo “nos constriñe”, la Nueva Versión Internacional dice:
2 Corintios 5: 14 El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por consiguiente todos murieron.
¿”Nos obliga”, “nos constriñe” el amor de Cristo? ¿Qué es esto? Es tan inconmensurable, infinito y asombroso el amor con el que Dios nos ha amado y con el que Jesucristo ofrendó su vida por nosotros, que cuando Dios nos permite comenzar a verlo, no nos deja “otra opción” que caer rendidos ante este amor amando a nuestro Padre y a nuestro salvador con un profundo agradecimiento por Su rescate y la tremenda liberación que ha hecho en nuestras vidas.
¡Gloria al Dios eterno quien habiendo sido enemigos y extranjeros hemos sido reconciliados con Él por la sangre de Cristo!
“Y todo esto proviene de Dios”.
2 Corintios 3:18
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Cuando reconocemos la gracia del Padre y le hacemos a Jesucristo el señor de nuestras vidas, “somos transformados de gloria en gloria.
2 Corintios 4:16:
4:16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Todo hombre peca y pecará hasta que Cristo venga y seamos transformados en su misma gloria y recibamos nuestros cuerpos nuevos e incorruptibles. Así que esta “lucha” con “el cuerpo de muerte” es permanente. El bendito gozo que tenemos, es QUE YA NO SOMOS ESCLAVOS DEL PECADO, EL PECADO NO NOS DOMINA. Si permitimos que Cristo viva su vida a través de nosotros, naturalmente somos transformados en la semejanza de Cristo. Gálatas 2:20,21.
Dios conoce nuestra naturaleza, Él sabe de que somos polvo, Él sabe que tu y yo vamos a fallar constantemente en nuestro caminar.
1 Juan 1:5-10
Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
La naturaleza de Adán que aun llevamos en este “vaso de barro” nos hará fallar constantemente, no te condenes, sólo continua adelante permitiéndole al Padre que te transforme de gloria en gloria en la misma imagen de Cristo. Si tú buscas Su Rostro cada nuevo día, él se manifestará y revelará a ti, y Él personalmente te irá mostrando la gran liberación que tú ya has recibido por el sacrificio perfecto de Cristo.
Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.
¡Tu y yo ESTAMOS EN PAZ CON DIOS! ¡Nada le debemos! Todo fue plenamente pagado. La deuda por cada uno de los pecados que has cometido y aun por los que cometerás ha quedado completamente cubierta!
La gracia de Dios NO es una excusa para el pecado, es la puerta a la más maravillosa libertad que jamás habríamos soñado. ¡Somos libres del “cuerpo de muerte” que Adán nos heredó! Esa libertad la disfrutaremos plenamente cuando nuestros cuerpos sean  transformados en el retorno de Cristo, pero, si queremos, podemos disfrutar aquí y ahora cada día más de esa gloriosa libertad permitiéndole a nuestro Padre que nos guie paso a paso en nuestro caminar.
Romanos 6:7
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él.
Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive.
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Observemos como ha traducido el siguiente versículo en la Biblia en lenguaje sencillo:
Romanos 6:14
Así el pecado ya no tendrá poder sobre ustedes, porque ya no son esclavos de la ley. Ahora están al servicio del amor de Dios.
¡Eres libre! ¡Eres libre del dominio del pecado, de la muerte y de la enfermedad también! Cristo sufrió la muerte más cruel, humillante y tormentosa  para pagar un altísimo precio por tu rescate! ¡Disfruta de esa nueva vida! ¡Pídele al Padre que alumbre tu entendimiento para gozar de esta hermosa libertad a la que te ha llamado!
Romanos 8:32-39
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas SOMOS MÁS QUE VENCEDORES POR MEDIO DE AQUEL QUE NOS AMÓ [¿Por medio de nuestras obras y esfuerzos somos más que vencedores? ¡NO! Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó!]. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, NI NINGUNA OTRA COSA CREADA NOS PODRÁ SEPARAR DEL AMOR DE DIOS, QUE ES EN CRISTO JESÚS SEÑOR NUESTRO.
Ni el enemigo, ni ningún ser humanos sobre esta tierra, incluyéndote a ti mismo, tiene el derecho de acusarte. Eres muy digno y muy amado delante de tu Dios por la obra perfecta y finalizada de Cristo. Puedes leer el libro de Romanos, Efesios y Hebreos a la luz de todo esto y veras como ha sido pagada toda deuda por ti para que vivas libre por el poder de Dios y disfrutes la comunión más hermosa que jamás soñaste con el Dios Vivo y verdadero Quien es tu amante Padre. Él te espera cada día, cada hora, cada segundo para recibirte en Sus brazos, tu Abba Padre quiere sentarte en Su regazo y decirte lo tanto que te ama. ¡El te espera!
¡Dios te bendiga!
Con gran amor de Dios y adorando al Padre,
Claudia Juárez.


Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu dirección de e-mail contáctanos en: mirasoloadios@live.com  

Comentarios