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DESAFÍANDO A LO RIDÍCULO- De Bishop K.C Pillai

Del Libro “Orientalismos de la Biblia” (Vol. 1)
Traducción Española por Juan Luis Molina

Después subió de allí a Bet-el; y subiendo por el camino, salieron unos muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡Calvo, sube!
Y mirando atrás, los vio, y los maldijo en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos a cuarenta y dos muchachos.
(2a Reyes 2:23, 24)
Una vez más, aquí tenemos una escritura que ha sido blanco de críticas para expandir menosprecio sobre la Palabra de Dios. Ya les hemos repetido suficientes veces a esos críticos que los traductores han contribuido, sin mala intención estoy convencido, con cantidad de municiones a sus sucesivos asaltos contra las escrituras.
Quiero recordarte enfáticamente de nuevo que las escrituras no pertenecen ni al Oriente ni al Occidente. Son provenientes del cielo, nacidas del Espíritu Santo, traídas por santos hombres de Dios. Pero, acuérdate que esos hombres eran Orientales, y la única vía para entenderlos es poseer un entendimiento apropiado del uso de las figuras que hay en la lengua que ellos hablaban.
Habiendo expuesto una vez más este fundamento para edificación, vamos entonces a examinar el texto que tenemos presente.
Primero que nada, sabemos que Bet-el era el lugar de la adoración, y ese era el propósito para el cual Eliseo se dirigía hacia allí.
Los "muchachos" no son niños pequeños. Ni tan siquiera se refiere a jóvenes. El término se emplea para cualquier persona más joven que la que habla. Por ejemplo, nosotros sabemos que la referencia "hijos de Israel" que aparece en las escrituras no se está refiriendo a los hijos en el mismo sentido que tú tienes de hijo. Pues igual, somos conscientes de que cuando el apóstol Juan dice "hijitos míos" en 1a Juan 3:1, él no está hablándole a niños chicos. Había entre ellos creyentes totalmente crecidos en Cristo también. Algunos tal vez pudiesen ser menos crecidos, si, tal vez, y otros, sin duda, gente joven físicamente, pero el término es todo inclusivo de ambos: jóvenes y viejos.
Que estos "muchachos" en este texto son personas crecidas está muy claro para un Oriental, porque sabemos que a los muchachos no se les permitiría estar alejados de la vigilancia protectora de sus padres o guardianes. Y en el Oriente, tanto la rebelión a los padres, como las habituales desobediencias a sus instrucciones, llegan a considerarse  tan graves ofensas  -tal desgracia- que son puestos bajo sentencia de muerte por los ancianos de la ciudad, igual que está escrito en Deuteronomio 21:19-21:
Entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva;
Y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho.
Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal en medio de ti, y todo Israel oirá y temerá.
No es preciso decir, que lo normal era que los niños obedeciesen a sus padres. Y no solo eso, sino que a los más jóvenes se les enseña desde la infancia a respetar a sus adultos, especialmente al hombre de Dios. Y se da por hecho que una persona no solo puede, sino que además tiene el deber, de reprender a cualquier persona más joven que ella misma, tanto si es miembro, como no, de su familia. Así que si estos "muchachos" hubiesen sido niños, ni tan siquiera hubieran conocido el significado de la palabra "burlarse." No la conocían en su vocabulario. Es imposible que la "burla" provenga de los niños. Así que estas personas aquí eran adultas.
Entonces la escritura dice que Eliseo se volvió y los maldijo en el nombre de Jehová. Aunque la palabra puede traducirse "maldijo", sin embargo esa no es una traducción correcta. Así como ocurre en el español, las palabras hebreas tenían diferentes significados. Y el significado de la palabra es dado generalmente por el contexto en el que se utiliza. La palabra debía ser “desafió”. Eliseo desafió a estas personas en el nombre de Jehová.
Leemos también que dos osos......despedazaron de ellos a cuarenta y dos. Seguro que tú, sin duda, has oído decir que fueron cortados por la mitad por los osos. Y parece ser, por el recuento que se hace de las personas, que a Eliseo le debió dar un cierto gozo el castigo, una vez que se dio al trabajo de contar los despedazados.
Déjame aclararte y decirte que nada de esto es verdad. Yo vengo de una tierra de de tigres y de osos, y puedo asegurarte que los osos no se alimentan de carne humana ni beben sangre de hombres. Si matar a estas personas hubiese sido el propósito de Dios y de Eliseo, entonces lo más seguro es que no hubiesen sido aquí llamados para nada los osos.
La palabra "despedazaron" también es una mala traducción. Debería ser "aterrorizaron" a cuarenta y dos de ellos. Por supuesto, si se toma en cambio la connotación "despedazado" en este sentido y con esta definición, entonces estos muchachos ciertamente "clamaron hasta las lágrimas". Fueron obligados por el temor a dejar de burlarse.
Y finalmente, si su transgresión consistió en que habían llamado a Eliseo "Calvo." ¿Qué es lo que había tan terrible en este insulto de llamar a un hombre calvo? Nosotros oímos el término a todas horas y nadie se ofende. ¿Por qué entonces Eliseo se siente tan ofendido sobre ser calvo?
La respuesta reside una vez más en la diferencia del uso de las palabras. En el Oriente, cuando tú le llamas a alguien calvo, lo que le estás diciendo es que no tiene nada dentro de su cabeza, que es un estúpido. Es lo que equivale a llamarle idiota, y hasta Jesús mismo dijo...... que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego (Mateo 5:22). Así, pues, ellos no están diciendo que Eliseo no tenga pelo, sino que es un estúpido, un idiota sin ideas.
Pero aun así, ¿Por qué tanta indignación? Bueno, vamos a poner ahora todo el rompecabezas junto. Eliseo se dirigía en su camino a Bet-el para adorar a Dios. Ellos conocían adonde se dirigía y el propósito que perseguía. Se estaban burlando de él, diciéndole que era un estúpido por ir y dirigirse a adorar.
Además, Eliseo era un profeta de Dios. Por todas las escrituras nos encontramos que, el fuego de Dios se extenderá sobre aquellos que osen usurpar su autoridad estorbando al ungido de Dios. Aun estando Saúl fuera de comunión con Dios y que el Reino le había sido quitado de sus manos, David no quiso extender contra él su mano, viendo que era el ungido del Señor (1a Samuel 24:6). Dios dijo: ......no toquéis a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas (1a Crónicas 16:22). Zacarías dijo sobre los escogidos de Dios de Israel:......porque el que os toca, toca a la niña de mis ojos (Zacarías 2:8).
Eliseo no permitió que aquella ridiculización o burla pública de la adoración a Dios se quedase sin respuesta. Así que los desafió en el mismísimo nombre del Señor Jehová, de Quien ellos, verdaderamente, se estaban burlando. Eliseo era simplemente un representante suyo firme por Él. Y quiso demostrar el poder de Dios, no destruirlos, sino convencerlos de la necedad de sus actos. Y volviéndose hacia ellos y desafiándolos aparecieron los dos osos que los aterrorizaron y huyeron.
Gracias a Dios, Eliseo tenía ese tipo de relación con Él que no tenía miedo de desafiar a aquellos que se burlan de Su adoración. Cuantas veces, nosotros los cristianos nos dejamos robar nuestra paz cuando el nombre de Jesucristo es vituperado. Somos demasiado permisivos dándole lugar al diablo, en vez de desafiarlo y resistirlo.
Amigo mío, tú tienes el poder de resistir si has sido salvo. Puedes lanzar el desafío al cual ni tan siquiera Satán mismo podrá soportar si tu lo mandas así, como lo hizo Eliseo, en el nombre de nuestro Señor. Tú no puedes desafiar a Satán por ti mismo. Él es un poder espiritual, demasiado poderoso como para poder ser conquistado por carne y sangre, serás derrotado continuamente.
Hasta cuando el arcángel Miguel, contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. (Judas 9). Si Miguel no desafió a Satán por sí mismo, entonces ciertamente que tu tampoco lo vas a desafiar.
A ti se te ha dado el poder delegado de utilizar el nombre de Jesucristo. Y cuando eres confrontado por las fuerzas del maligno, en Su Nombre, tú puedes emplear el desafío y Satán tiene que marcharse. Él no puede resistir el poder de aquel nombre. Utilízalo para vivir victoriosamente.

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