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LAS TRES EXCUSAS -Por Bishop K.C. Pillai

Traducción Española Por Juan Luis Molina

Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.
Y  la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.
Y todos a un comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.
Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses
Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.
(Lucas 14:16-20)

      Estos tres hombres dieron cada uno, una excusa diferente de por qué no podían aceptar el convite para la cena. A los ojos de los Occidentales, estas excusan parecen estúpidas, débiles y pobres. Pero cuando llegamos a comprender todo lo que llevan envuelto sus excusas, desde el punto de vista Oriental, tendremos una nueva comprensión de la forma de pensar Oriental y de la importancia de esta parábola.

      El primero dijo, he comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. La mente Occidental se sorprende de que tenga que "ir a verla" justo en ese preciso momento. La hacienda seguro que va a estar en el mismo sitio mañana por la mañana. ¿No es ésta una excusa estúpida?

      Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. La sospecha se levanta pensando cómo es posible que haya comprado los bueyes, sin haberlos "probado" primero. ¡Vaya una excusa más tonta!

      El tercer hombre replicó: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Pues, ¿Por qué no se lleva a la mujer con él para la cena? ¿!Qué tipo de excusa es ésta!?

      En el Oriente, la religión y la cultura son una y la misma cosa. Su religión se encuentra integrada en su cultura. Nada en sus vidas se hace separado de su religión. Cuando un hombre compra una prenda de ropa, no la usa hasta que no la haya dedicado primero. Antes de que una mujer se ponga a costurar un vestido, ella reza. En otras palabras, las personas viven su religión cada día.

       La religión en el mundo Oriental, en la mayoría de los casos no tiene nada que ver con un simple estilo de vida, que se usa como uno se pone un abrigo, durante una hora o por una semana, y después se deja de lado rápidamente como aquí en el Occidente. Las excepciones, por supuesto, son aquellos creyentes renacidos que procuran el consejo del Todopoderoso en cada palabra y acto. Y yo he visto  muchos en el Occidente que oran por todas las cosas; pero, para la mayor parte, eso no es verdad, como sí lo es y ocurre en el Oriente.

     Veamos de cerca estas tres excusas a la luz de la cultura del Oriente.

     Primero tenemos a un hombre que quiere ir a ver la hacienda que ha comprado. Esto no significa que quiera solo a ir a contemplarla. Lo que él quiere es "dedicarla."

     La dedicación de un hacienda tiene lugar generalmente al fin de la tarde. El propietario se dirigirá a su nueva posesión y levantará allí un altar de ladrillo. Invocará a Dios, orando para que Él le bendiga la hacienda que va a trabajar. Normalmente, él se lleva consigo unos cuantos amigos que se juntan con él en esta oración. Así que en realidad se trata de una reunión de oración a la hora del sacrificio de la tarde para pedir la bendición de Dios sobre el campo.

       Esta no fue una excusa estúpida para nada. Fue muy genuina, y él fue muy sincero. Fue una excusa religiosa. Una vez que la dedicación, de acuerdo con su práctica religiosa, iría a tener lugar al final de la tarde, está claro que no podía aceptar la invitación para la cena.

       Si hubiese sido un hombre materialista, hubiese dejado para otro día el ejercicio religioso de la dedicación y hubiese asistido a la cena. O tal vez hubiese hecho lo que muchos cristianos harían: ir a la fiesta y mandar a su "espíritu" a la reunión de oración. ¡No! Algo así sería impensable para él. Su decisión fue enviar su "espíritu" para la cena. Pero llevaría a cabo su obligación como su religión le dictaba y dedicaría su hacienda. Él había sido enseñado que el Reino de Dios viene en primer lugar. Prefería ofender la hospitalidad de la cena antes que ofender a Dios.

     La siguiente excusa proviene de un hombre diciendo: he comprado cinco yuntas de bueyes, y voy  probarlos; te ruego que me excuses. Ahora bien, este hombre ya los había examinado antes de comprarlos. Ya los había probado antes de comprarlos y estaba satisfecho sabiendo que eran buenos. Cuando los pagó, él los trajo para su casa. Ahora que iba a comenzar a utilizar los bueyes en el trabajo, debe antes que nada dedicarlos. En la declaración que hace diciendo, tengo que ir a probarlos, "probarlos" no significa experimentarlos. Significa dedicarlos. Cumpliendo con sus obligaciones religiosas, se iba a llevar a los bueyes a la tierra donde iría a comenzar a trabajar con ellos. Allí levantaría un altar de ladrillo y, junto con aquellos que lo irían a acompañar, tendrán una reunión de oración. Allí orará para que Dios le bendiga los bueyes y los guarde de toda enfermedad, para que juntos puedan trabajar y glorificar a Dios.

     En ese mismo día y hora, había una cena a la cual había sido convidado. Él no acudió porque escogió antes ir al campo y procurar el Reino de Dios primeramente dedicando a los bueyes. Este hombre tiene los mismos antecedentes que el primero, y rehusó la invitación para la cena por las mismas razones.

     En el tercer caso, la excusa es: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. ¿Por qué no pudo llevarse a su esposa con él a la cena? Aquí, una vez más, uno debe estar familiarizado con la cultura Oriental en lo que respecta a un hombre y a su mujer.

     En el Oriente, lo que los Occidentales entienden como la "luna de miel," dura exactamente un año. Durante ese tiempo los recién casados no pueden aceptar ninguna otra invitación para una comida que no sea de sus familiares. Ellos comen juntos tanto en la casa de los parientes del novio como en la casa de la novia. Es contrario a su cultura y a su entrenamiento religioso aceptar la invitación de una comida en cualquier otra parte durante este primer año. Con estos antecedentes, nos damos rápidamente cuenta de que la invitación a la cena les fue ofrecida durante el primer año de su casamiento. Siendo un Oriental, hablándole a un Oriental, el motivo de su excusa era perfectamente comprensible. Igual que los dos primeros hombres, él también dejó de lado la cena. Todos los mismos motivos dados en los casos anteriores son aplicables en este también.

     Así que, ¿Te das cuenta?, ninguna de estas excusas era ridícula. Todas ellas provenían de sinceras, y religiosas personas.

     Pero, sin embargo, en el versículo veinticuatro de Lucas catorce, leemos:

Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.

      El significado de todo el acontecimiento se encuentra en su espiritual aplicación. En realidad, nada tiene que ver con comer ni con beber. Es Cristo hablando, y la invitación es para salvación. Es para comer el Pan del Cielo y beber del Agua de la Vida.

       Estos hombres presentaron excusas basadas en su cultura religiosa. Ellos eran religiosos, pero no Espirituales. Tenían una aparente piedad sin poder alguno. Ellos tenían ojos y oídos, pero ni podían ver ni tampoco oír. Esclavos en muerta Ortodoxia, ellos eran contenciosos acerca de la letra de la ley, pero extraños al Espíritu de la ley. No eran nacidos del Espíritu.

     Cristo quiere que veamos que un hombre no es salvo porque observe los principios religiosos. Él no es salvo por las formalidades y los ejercicios religiosos. Él es salvo por partir el pan, donde estaba, con el Salvador. La salvación viene de una persona: Cristo Jesús, el Señor.

     En consideración tenemos aquí tres hombres que estaban tan preocupados con la religión que no tenían tiempo para Jesucristo. Si hubiesen sido sabios, ellos se habrían olvidado de todo lo demás para tener comunión con Jesús en su cena.

     Cuan trágicamente verdadera es la reflexión de muchos en nuestros días a la luz de estos tres hombres. Me estoy refiriendo a las personas que son muy religiosas - cantan en los coros, enseñan en las escuelas el domingo, hacen visitas, dan el diezmo y hasta predican - pero jamás han tenido una relación especial e íntima con Jesucristo. Él quiere salvarlos y tener comunión con ellos, andar y hablar con ellos, ser tan próximo y cercano como un hermano, sin embargo ellos se encuentran demasiado ocupados siendo religiosos. Ellos no tienen tiempo para Jesús.

    ¿Eres tú de los que han sido convidados a la cena de Cristo y todavía no eres salvo? Si es así, no esperes por otro momento. Vuélvete a Jesús, y en las palabras de aquel querido viejo himno, di:

                          Así como soy, sin ninguna disculpa, pero aquella tu sangre fue derramada para mí; y me convidaste a venir a ti; OH Cordero de Dios, Yo voy a ti, yo voy a ti.


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Comentarios

  1. Me encantó la explicación. Mejor entendida para enseñarla. Gracias.

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