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MATRIMONIO O NOVIAZGO - ¿CUÁL DE LOS DOS? - Por Bishop K.C. Pillai

Muy amados de Dios:

La incomparable y maravillosa Palabra de Dios es perfecta, precisa y exacta. Lo que no es exacto, ni preciso son las opiniones de los hombres aunque sean estudiosos de las Escrituras. Sé que puede haber algún punto o puntos de controversia en lo que dice Bishop Pillai en este artículo, pero doy gracias a Dios porque Él nos ha dado Su espíritu santo para poder discernir cada uno con Dios lo que es la Palabra respirada de Dios.

Al final del documento de Pillai, he añadido un segmento del libro “Mi Vecino Jesús” de George M. Lamsa, otro estudioso bíblico conocedor de los orientalismos con bastante exactitud, ya que él era asirio, un pueblo que aun en nuestros días conserva muchas de las costumbres de la época en la que vivió nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Aquí vemos como los estudiosos en su humanidad,  pueden tener ciertas divergencias de opinión, aun siendo ambos conocedores de las costumbres orientales. Mi objetivo de ninguna forma es confundirlos, ni contradecir o desacreditar a nadie, sino simplemente estoy absolutamente persuadida de que Dios es poderoso para enseñarnos por medio de Su espíritu a cada uno Su voluntad. Es muy interesante ver "el subsuelo" de las Escrituras, como llama Juan Luis Molina a los orientalismos. Nos da una visión mas amplia de la hermosura de la Palabra de Dios que no podemos apreciar sin conocer estas costumbres.

“Mi Vecino Jesús”  está disponible en el blog en la sección de libros.

¡Dios los bendiga!

Con el amor del Padre,

Claudia Juárez


Matrimonio o Noviazgo - ¿Cuál de los Dos?
De Bishop. K.C. Pillai

 Del Libro - Orientalismos de la Biblia (Vol. 1)
 Traducción Española - Juan Luis Molina


El nacimiento de Jesucristo fue así: estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. (Mateo 1:18-20)

Y DESPERTANDO José DEL SUEÑO hizo como el ángel del Señor le había mandado, y RECIBIÓ a su mujer.
Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús. (Mateo 1:24, 25)


Hay un cierto número de malentendidos concernientes a la relación que había entre María y José, fundamentados sobre estas escrituras junto con otras de Lucas capítulos uno y dos. Vamos a examinarlas.

En primer lugar, la mayor parte de los Occidentales piensa que María y José eran simplemente novios cuando ella concibió en su vientre del Espíritu Santo. Esto no es cierto. Las palabras "estando desposada" del versículo 18 significa casada. Ellos ya eran marido y mujer. Los versículos 19, veinte y veinticuatro confirman lo que decimos. La clave para entenderlo así se encuentra en el versículo dieciocho: antes que se juntasen.

Cuando una pareja se casa en el Oriente, no pasan inmediatamente a estar juntos como hombre y mujer en la relación sexual que consume el matrimonio. El tiempo para tener la relación marital la establece para ellos el sacerdote. Él es quien escoge un día en el que aparecerá en el cielo una cierta estrella. Se cree que si la concepción (fecundación en el vientre) se da en ese día, bajo el signo de esa estrella, el niño tendrá entonces un carácter firme y un éxito futuro asegurado. Hasta ese tiempo señalado, la novia es atendida por una mujer y un hombre cuida del novio. 

Durante el tiempo que transcurrió entre que María y José estaban casados, y el día señalado para que ellos se juntasen como hombre y mujer, María fue hallada embarazada. Ella se lo dijo inmediatamente a José. Después de todo, si ella había sido lo suficientemente honorable, como para haber sido escogida por Dios para traer en nacimiento al Hijo de Dios, nos parece más que razonable creer que no debía ser deshonesta con José, escondiéndole el hecho de que estaba embarazada antes de que tuviesen experimentado sexo alguno. Sin duda alguna, que el disgusto y las discusiones no debieron ser pocas sobre ello. María entonces abandonó la casa de ambos y se marchó a la casa en las montañas de su prima Elizabeth, y permaneció con ella tres meses, mientras José se debatía pensando en qué es lo que iba a hacer.

Ahora bien, la costumbre que había, era que cuando ellos se juntasen en la relación sexual, si el marido se diese cuenta de que su esposa no era virgen, él tenía todo el derecho de expulsarla y separarse de ella. Él podría acusarla públicamente si quisiese, exponiéndola abiertamente a vergüenza. También podría procesar judicialmente a sus padres exigiéndoles mucho dinero. 

Permíteme que me expanda lo suficiente para explicarte las bases de lo que sucede en tal caso.

En el Oriente, se tiene siempre un particular cuidado en la protección de las niñas de la familia. Ellas son del todo mantenidas en cobijo, y son siempre acompañadas adonde quiera que van,  vistiendo su velo sobre sus cabezas. No existen celebraciones ni fiestas como aquí las tenéis en el Occidente. Todo esto se hace con el propósito de salvaguardar a las niñas de ser molestadas sexualmente. Porque si una niña es violada, su vida queda completamente arruinada. Nadie querrá nunca casarse con ella.

Hay una magnífica figura literaria en el libro de Apocalipsis con respecto al hombre que es culpable de molestar sexualmente a una mujer soltera.

..........Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino el que lo recibe. (Apocalipsis 2:17)

Cuando un hombre es hallado culpable de un crimen de estos, primero que nada, le tiene que pagar una larga suma de dinero a los padres de la niña y, además, tiene que casarse con ella, porque esa joven ya nunca más podrá casarse con otro hombre. Nadie la querrá como esposa. A ese pago se le denominaba, "dinero de sangre."

Tenemos un pasaje que habla de esto en Deuteronomio 22:28, 29:

Cuando algún hombre hallare a una joven virgen que no fuere desposada, y la tomare y se acostare con ella, y fueren descubiertos;
Entonces el hombre que se acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer, por cuanto la humilló; no la podrá despedir en todos sus días.

Entonces, después de pagar su débito, se le daba una piedra blanca que tenía su nombre inscrito en ella. Esta piedra se tenía que mantener bien visible. Todos los que la veían sabían así que él había cometido este terrible hecho. Pero también llegaban a saber viendo la piedra blanca que ya había sido perdonado. La piedra blanca es tanto el testimonio de su pecado, como de su perdón.

¡Cuán maravilloso es que el Espíritu Santo haya empleado esta figura! Él está diciendo que el redimido poseerá una piedra blanca que es un símbolo de sus pecados y de su perdón. Sin embargo, el nuevo nombre inscrito en la piedra solo será conocido de quien reciba la piedra. Ninguno más, ni tan siquiera los ángeles estarán ya jamás capacitados para identificarlo con el pecado, porque el nombre en la piedra es secreto para todos menos para él. ¡Alabado sea el Señor por Su gracia y Su perdón!

Los padres vigilan de cerca todas las actividades de una hija para que cuando llegue el tiempo de su matrimonio, ellos puedan garantizar, bajo pena de ley, su virginidad.

Tú seguro que te acuerdas que la costumbre del Oriente acerca de los recién casados que te expliqué en otros Orientalismos, es que ellos se pasan el primer año de su matrimonio alternando entre la casa, primero de la novia, y después del novio. De una a otra, de una a otra, durante un año. El único cometido para el novio en esa luna de miel de un año es su esposa. Esta costumbre se encuentra respaldada por la escritura en Deuteronomio 24:5:

Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó.

Hay un especial motivo por el cual la pareja pasa primeramente tiempo en casa de los padres de la novia, y no del novio. Una vez que los padres tienen que garantizar la virginidad  de la novia, debe existir alguna protección y ser cauteloso, por si algún hombre sin escrúpulos quiera por algún motivo y decida que quiere desvincularse del matrimonio que ha contraído.

Hay solo una forma de poderse desvincular del matrimonio, y sobornar dinero de los padres, y es probando que su novia no es virgen. Esta es la única causa por la que se concede el divorcio.

Mucho se ha discutido acerca de la declaración de Jesús cuando dijo: Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. (Mateo 19:9)

La fornicación era la única justa causa para el divorcio, de acuerdo a Jesús. Cuando una mujer había tenido experiencia sexual antes de su matrimonio, y entonces poniéndose de acuerdo con sus padres, sabiéndolo ellos, a través de premeditación, engañasen a un hombre con respecto a su pureza, eso constituía entonces fornicación, y por tanto el matrimonio podía ser disuelto.

Jesús no dijo que el adulterio después del matrimonio es fundamento de divorcio. Este es uno de los pecados de la carne que más descuida la gente, sí, hasta la mejor gente, puede caer en él. Se supone que debemos perdonarnos los unos a los otros los pecados de la carne. Pero eso es muy diferente de un engaño planeado como el que hay envuelto en  la fornicación.

El divorcio es un mal y es la raíz de muchos de los problemas sociales que plagan América hoy en día. No hay fundamentos en las escrituras para el divorcio excepto la fornicación que acabo de plantear. Entonces, ¿Qué pasa con las personas que se han divorciado y han vuelto a casarse? ¿Están viviendo en adulterio? La respuesta es categóricamente ¡NO! El pecado está en el divorcio, no en volver a casarse. Lo que está hecho, está hecho. Uno solo puede pedir, y recibir, perdón por el pecado y después seguir adelante para construir una vida provechosa.

Ahora bien, la protección por parte de los padres de la novia contra reclamaciones de engaño reside en el hecho de que, una vez que los recién casados se han quedado primeramente en la casa de los padre de la novia, ellos poseen las ropas de cama, las sábanas que se usaron en la noche en que se juntaron como pareja en el acto del matrimonio. Y las sábanas servirán de suficiente evidencia de la virginidad de su hija, para que ninguna duda se levante a este respecto. Estas sábanas de cama son las "señales de la virginidad"   mencionadas en el libro de Deuteronomio:

Cuando alguno tomare mujer, y después de haberse llegado a ella la aborreciere, y le atribuyere faltas que den que hablar, y dijere: A esta mujer tomé, y me llegué a ella, y no la hallé virgen; entonces el padre de la joven y su madre tomarán y sacarán las señales de la virginidad de la doncella a los ancianos de la ciudad, en la puerta; y dirá el padre de la joven a los ancianos: Yo di mi hija a este hombre por mujer, y él la aborrece; y he aquí, él le atribuye faltas que dan que hablar, diciendo: No he hallado virgen a tu hija; pero ved aquí las señales de la virginidad de mi hija. Y extenderán la vestidura delante de los ancianos de la ciudad. (Deuteronomio 22:13-17)

José estaba bien consciente de las leyes y costumbres concernientes a este asunto. Después de que María viviese para su propia casa, José todavía estaba preocupado, meditando qué es lo que iba a hacer. Estaba por encima de su comprensión que María pudiese estar embarazada sin haber tenido relaciones sexuales con un hombre. Pero él era un hombre honesto y no tenía el deseo de hacer de María un público espectáculo, de lo cual estaba en su derecho. Estaba dispuesto a divorciarse de ella secretamente y se encontraba pensando en eso cuando un mensajero de Dios se le acercó.

José era un hombre justo como cualquiera de nosotros. También tenía sentimientos. Tenía orgullo. Le importaba la situación. El asunto le ocupaba sus pensamientos día y noche. Y cuando alguien concentra sus pensamientos totalmente en un asunto, se vuelve también hasta el objeto de sus sueños. Él estaba debatiéndose pensando en lo que haría aun mientras se iba a dormir. Y fue durante uno de estos sueños que el ángel del Señor se le apareció y le dijo:

José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Esto dejó el asunto arreglado para José. Le quitó de raíz sus dudas. Tan grande era su fe en Dios que todas las dudas concernientes a María se disiparon. El día en que habían de juntarse había llegado ya y ya se había pasado, y José no había tocado todavía a María. Pero por la palabra del visitador, él se levantó en medio de la noche, se dirigió al cuarto de María y recibió a su mujer. - Si en el versículo veinticinco está la declaración pero no la conoció hasta que dio a luz su hijo, entonces hermano mío, déjame aclararte que la palabra "conoció," se utiliza, como en todo el Antiguo Testamento, con referencia al acto sexual que resulta en la fecundación. Cuando José recibió a su mujer, en ese acto no pudo haber fecundación en el vientre, puesto que ya se encontraba en cinta. Eso es lo que el versículo veinticinco está diciendo. Pero también está diciendo (note la palabra "hasta") que después dio a luz a Jesús, después de este nacimiento, ellos si tuvieron otras relaciones sexuales que resultaron en concepción (fecundación en vientre).

Contender que ellos no tenían relaciones maritales debido a la santidad de María, es hablar despreciativamente del más sagrado plan que Dios ordenó para un hombre y una mujer. Que el lecho sea sin mácula, como dijo el apóstol Pablo, en la entrega del uno al otro. Así fue para José y para María. Igual que es cierto y sucede en nuestros días.

La lección que prevalece de la enseñanza que nos llega por comprender las costumbres del matrimonio, como se relatan en este pasaje de escritura, es que Dios es verdadero y Su Palabra intachable. Ahora podrás encontrar descabelladas las críticas de quienes ridiculizan la idea de que Jesucristo fue concebido por una virgen, y también sabes que José y María ya estaban casados y tenían vida marital.
Cualquier novia en el Oriente tenía que permanecer virgen, aun después de que se hubiese casado, hasta el tiempo señalado en que ella y su marido se juntasen. Eso no quiere decir que María era una más del montón, o que cualquier mujer Oriental virgen pudiese ser la Madre de Jesús. Obviamente, tenía que haber algo de extraordinario en María. Pero podemos entender los mecanismos, como eran y sucedían, con lo cual se reafirma nuestra fe en la exactitud y precisión de la Palabra de Dios.



 Fragmento del libro “Mi Vecino Jesús” De George M. Lamsa (Pags. 13 y 14):

El mal entendimiento contemporáneo de las Escrituras, ha llevado a muchos a pensar que Jesús fue más severo y fanático en su interpretación de la ley que los escribas que pensaban y razonaban literalmente, y que fueron condenados por él por hacerlo de esa forma. Por ejemplo, a los hombres les dijo que se cortasen el brazo derecho y se arrancasen su ojo derecho, si estos les hiciesen pecar. Pareciera que a los ricos les hizo casi imposible entrar en el Reino de los Cielos. Habló de que un poco de fe trasladaría montes. Sin embargo, ni Jesús, ni sus discípulos cambiaron de lugar ni una sola de las más pequeñas colinas de Judea. Él no permitió a nadie, ni tan siquiera a sus discípulos, que se arrancasen sus ojos. Tampoco Pedro se cortó el brazo cuando le ofendió en Getsemaní. Estas declaraciones le suenan extrañas y son ásperas a los oídos de un occidental, pero son muy claras para cualquiera que se encuentre familiarizado con la manera de hablar aramea. Los discípulos y los que estaban presentes cuando escucharon estas palabras no las cuestionaron, simplemente porque ellos entendían perfectamente su significado.
Consideremos de nuevo lo que dijo Jesús sobre el divorcio y Shvikta, es decir, sobre las mujeres que son expulsadas ​​arbitrariamente de sus casas por sus maridos. Les dijo a sus discípulos que los hombres no debían dejar a sus esposas, excepto en caso de adulterio. Ellos se sorprendieron y exclamaron: "Si hay tanta dificultad entre un hombre y su esposa, no vale la pena casarse," y Jesús les explicó: "Este dicho no se aplica sobre todo hombre, sino a quien sea necesario. Porque hay eunucos que nacieron así desde el vientre de sus madres, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que se han hecho eunucos a sí mismos por causa del Reino de los Cielos. Al que pueda comprender esto, esto le basta." Lo que quería realmente decir es que hay otras causas para el divorcio además del adulterio; que las mujeres también pueden divorciarse de sus maridos si estos son sexualmente impropios, que un hombre que se había vuelto eunuco y estaba casado, podía divorciarse de su esposa sin acusarla de adulterio, como ocurre a menudo en el Oriente; que un hombre que se case con una mujer que no esté divorciada, cuyo marido la obligó a salir de su casa, comete adulterio. De hecho, esta manera franca de defender y proteger la pureza personal y los derechos sociales de las mujeres, nunca se había manifestado así antes en toda la historia religiosa de Oriente. A eso se debe precisamente que a Jesús se le haya otorgado un tan fuerte poder sobre la condición de la mujer en el mundo, y que incluso las mujeres musulmanas hoy en día le amen y veneren.”

      

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