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EL CANTAR DE LOS CANTARES - EL MEJOR SUEÑO DE AMOR HECHO REALIDAD

FRAGMENTO DE “EL ARQUITECTO DE ZOE”
5a. REVISIÓN
Por Claudia Juárez Garbalena
Toda niña desde muy pequeña, sueña con un “príncipe azul”. Las niñas aman las historias de amor en donde un apuesto príncipe rescata, protege y ama a la princesa, quien normalmente está indefensa ante algún villano o bruja. Las mujeres cuando somos niñas, soñamos con ser protagonistas de la más bella historia de amor con el más galante y bien parecido príncipe.
Este sueño lo llevamos aun en la edad adulta. Pero constantemente somos defraudadas desde la juventud y en la edad adulta porque el que pensábamos era nuestro “príncipe azul” ideal, termina siendo un hombre lleno de errores, egoísmo, flaquezas y debilidades. Y esto no es porque sea un hombre, sino porque toda la humanidad, hombres y mujeres, nacemos con la naturaleza caída de Adán, llena de corrupción y muerte, tal y como la describe el libro a los Romanos. Así que la desilusión suele ser mutua: de los hombres hacia las mujeres y de mujeres hacia los hombres.
Hace años “me enamoré” del personaje del rey Arturo en la película “Lancelot” con Richard Gere. El personaje del rey lo interpretó Sean Connery, un muy apuesto actor inglés. En la trama, la princesa debe elegir entre el amor que le brinda protección a ella y a su villa en medio del caos de la Edad Media, y el amor apasionado de Lancelot. El rey le ofrece un amor quieto y honorable que le brinda seguridad y protección. Lancelot es un joven audaz, bien parecido, valiente, osado, apasionado. La princesa elige el amor del rey, pero al final de la trama, después que el rey Arturo ha muerto, se une finalmente a su amor apasionado: Lancelot.
¡A mí me embelesó esta película! ¡Parecía una de las mejores historias de amor que había escuchado! Ella había sido protegida, llena de honor y respeto, y a la vez amada apasionadamente. ¿Podría una princesa tener un mejor sueño hecho realidad? ¿Hay acaso un amor más hermoso que el que nace entre un hombre y una mujer, y que en el mejor de los casos perdura toda la vida?... Jamás imaginé, ni en mis mejores sueños ser  protagonista de la más hermosa y dulce historia de amor que nadie jamás ha escuchado: La historia de amor que nace del corazón de nuestro Padre.
Es hermoso El Cantar de los Cantares que narra el amor entre el rey Salomón y la sulamita. Este es un amor apasionado, lleno de ternura, admiración y amistad. Este libro en las Sagradas Escrituras describe la intimidad de dos que se aman a través de diversas circunstancias y de cómo su amor crece en cada encuentro. Para el Rey, la sulamita es su prenda más amada, la dulzura de su corazón, la más hermosa joya en la que se deleita contemplándola y amándola. Para la sulamita, su Rey lo es todo: su pasión, su alegría, su protección, su plena satisfacción. La sulamita ama con profunda pasión y admiración a su Rey. En resumen, este libro habla de una relación de intimidad llena de amor y pasión que brinda plena satisfacción a ambas partes. Ambos se desean. Ambos se embelesan el uno con el otro. Ambos se aman. Ambos se embriagan en el más dulce vino del amor y en encontrarse el uno en los brazos del otro.
Dice El Cantar de los Cantares:
¡Oh, si él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores que el vino. A más del olor de tus suaves ungüentos, Tu nombre es como ungüento derramado; Por eso las doncellas te aman. Atráeme; en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras; Nos gozaremos y alegraremos en ti; Nos acordaremos de tus amores más que del vino; Con razón te aman.
Un beso en la boca, es la manifestación del amor e intimidad que sólo pueden tener dos personas a la vez, en un tiempo íntimo, en una profunda cercanía y en un deleite único.
¡Que me bese con los besos de su boca!
 Tus amores son un vino exquisito, suave es el olor de tus perfumes, y tu nombre, ¡un bálsamo derramado!; por eso, se enamoran de ti las jovencitas. ¡Llévame! Corramos tras de ti. Llévame, oh Rey, a tu habitación para que nos alegremos y regocijemos, y celebremos, no el vino, sino tus caricias. ¿Cómo podrían no quererte?
¿! Cómo podrían no quererte!? Se pregunta la sulamita, ¡si tu amor oh Rey es el vino más exquisito! ¡Llévame a tu habitación, a la intimidad contigo, a la más profunda cercanía que dos pueden disfrutar, compartir y tener! ¡Y allí nos alegraremos en tu habitación, en la cámara más secreta del Rey!
El Cantar de los cantares de Salomón habla del amor de nuestro Dios y Rey hacia nosotros y de nosotros hacia Él. Nuestro Dios es Quien nos busca apasionadamente para derramarnos Su amor. Para Él somos Su prenda mas amada y única, él anhela a cada momento nuestra compañía y desea profundamente mostrarnos en Su Cámara más secreta Sus más íntimos pensamientos y Su apasionado amor con el que nos ha envuelto por medio de Cristo. Solo tú y él. Con la más estrecha cercanía en un amor que jamás has soñado.
Comparar el amor de Salomón y la sulamita, con el amor de nuestro Dios con cada hijo Suyo es una hermosa alegoría. Él anhela esa intimidad, esa cercanía con cada uno de sus amados hijos. Él tiene pasión por cada uno de Sus hijos, como si fuera el único sobre la tierra, se entrega para mostrarte Sus caminos y pensamientos cuando se lo solicitas, cuando aceptas la invitación de amor que Él te hace.
En los bazos de nuestro Rey podemos vivir la más hermosa y sublime historia de amor que jamás hombre o mujer a alguna vez soñado. Y este Amor va muchísimo más allá del el amor apasionado y bien correspondido entre un hombre y una mujer. Aunque podamos compararlo en esta alegoría, por mucho, el amor de Dios es infinitamente superior porque es un amor indescriptible envuelto en la ternura, compasión y libertad, sin el más mínimo egoísmo o sombra de oscuridad. El amor del Padre es transparente, puro, el más hermoso diamante jamás visto, la perla más preciada que nadie jamás ha encontrado, la melodía de amor más bellamente interpretada y el poema de amor más sublime que nadie jamás escrito. ¡Nada se puede comparar al deleite que hay en los brazos de amor de nuestro Padre, y con la plenitud de gozo que hay en Su Presencia!
Mientras el rey estaba en su reclinatorio, Mi nardo dio su olor. Mi amado es para mí un manojito de mirra, Que reposa entre mis pechos. Racimo de flores de alheña en las viñas de En-gadi Es para mí mi amado.
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas.  He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro lecho es de flores. Las vigas de nuestra casa son de cedro, Y de ciprés los artesonados.
¡Cuando nuestro Rey está con nosotros y nosotros con Él en Su Cámara mas secreta, todo tiene colores y deliciosos aromas de ensueño! Él nos inunda con el perfume delicado de Su Presencia y nos derrama Su amor.
Mi amado habló, y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne dieron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.
¡Cómo nos invita el Padre a Su Presencia! ¡Cómo nos llama a deleitarnos con el profundo, infinito e inconmensurable amor que nos derrama! ¡Y qué deleite hay en Sus brazos! ¡Qué amados y preciados somos a Sus ojos, para Él simplemente somos hermosos!
Todo amor apasionado tiene necesidad el uno del otro, y así lo describe Cantares:
Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios. Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, Vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo Sobre los montes de Beter. Como el manzano entre los árboles silvestres, Así es mi amado entre los jóvenes; Bajo la sombra del deseado me senté, Y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, Y su bandera sobre mí fue amor. Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; Porque estoy enferma de amor. Su izquierda esté debajo de mi cabeza, Y su derecha me abrace…
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras Que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus dientes como manadas de ovejas trasquiladas, Que suben del lavadero, Todas con crías gemelas, Y ninguna entre ellas estéril. Tus labios como hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus mejillas, como cachos de granada detrás de tu velo. Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; Mil escudos están colgados en ella, Todos escudos de valientes. Tus dos pechos, como gemelos de gacela, Que se apacientan entre lirios. Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Me iré al monte de la mirra, Y al collado del incienso. Toda tú eres hermosa, amiga mía, Y en ti no hay mancha. Ven conmigo desde el Líbano, oh esposa mía; Ven conmigo desde el Líbano. Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Hermón, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los leopardos. Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has apresado mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello. ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas! Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano. Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada. Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves, De flores de alheña y nardos; Nardo y azafrán, caña aromática y canela, Con todos los árboles de incienso; Mirra y áloes, con todas las principales especias aromáticas. Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del Líbano.
Quizá pueda sonarte extraña esta comparación, pero ¿puede acaso un simple hombre sentir tal amor por su amada, anhelar su compañía, deleitarse con su presencia y regocijarse en amarla y en buscar su amor, y nuestro Dios no tener un amor mucho más alto y sublime que este por cada uno de Sus hijos??? Ningún hombre o mujer puede desbordar un amor tan alto, ancho, alto, de tal longitud, tan altísimo y perfecto como el Amor que nos ha derramado nuestro Dios.
Al nosotros comenzar a disfrutar profundamente de este amor ¡anhelamos y buscamos la compañía de nuestro Dios! Cuando contemplamos al Dios vivo, nace de nuestro corazón no sólo un profundísimo amor y agradecimiento, sino una asombrosa admiración por Su hermosura:
Soplad en mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado a su huerto, Y coma de su dulce fruta. ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil. Su cabeza como oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados. Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros. Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros. Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalén.
Una vez que nos regocijamos en Su amor, cuando nos sentimos lejos de Él, pareciera que nos falta el aire, ya no podemos vivir en otro lado, ni refugiarnos en otros sitio que no sean Sus brazos. El amor mutuo, compartido y correspondido hace florecer una cálida “dependencia” llena de libertad.
Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; He recogido mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; bebed en abundancia, oh amados. Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche. Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar? Mi amado metió su mano por la ventanilla, Y mi corazón se conmovió dentro de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra, que corría Sobre la manecilla del cerrojo. Abrí yo a mi amado; Pero mi amado se había ido, había ya pasado; Y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; Lo llamé, y no me respondió. Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.  Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.
¡El amor de nuestro Dios y Su cobijo, llegan a ser una absoluta necesidad! Y el tiempo en Su Presencia el más preciado y delicado bien. Él llega a ser nuestro más maravilloso TESORO que no queremos dejar de contemplar jamás. Nos aferramos a Él con todas nuestras fuerzas por el deleite y la quietud que hay en Su Presencia.
En medio de este amor, siempre encontramos “guardas” que quieren impedirnos disfrutarlo. El enemigo se empeña en retenernos, en golpearnos y alejarnos de nuestro Amado. ¡Pero ninguna cosa creada puede separarnos de Su bendito amor!
Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían.
Para muchos será una absoluta locura que amemos apasionadamente a nuestro Dios y nos menospreciaran. Sin embargo, cada hijo Suyo tiene la bendita oportunidad y privilegio de vivir la más sublime y maravillosa historia de amor que jamás ha soñado al lado de su Abba Padre. Él anhela tu compañía y la mía, tu amor y el mío. Para Él, cada uno somos especiales, únicos, muy amados, hermosos y preciados. Él sale en busca de nosotros y nos invita a esa profunda relación intima y personal con Él, y cuando nosotros salimos a Su encuentro, ¡ya no queremos separarnos de Sus brazos jamás! Vivir en intimidad con el Dios eterno, no es una relación de amor condicionada, basada en “lo que tú me das, te doy”. El amor del Altísimo es un amor cálido, único e irrepetible porque nos lo brinda solo por Su infinita gracia y es absolutamente incondicional. ¡Nunca podrías ganarlo! ¡Así como nunca podrás perderlo! Dios te ama y te recibe en Sus brazos por la sangre derramada de Cristo en su redentor sacrificio.
No, no he escuchado ni visto jamás una historia de amor más sublime que la que el Padre tiene por nosotros y estoy absolutamente persuadida de que esta Historia de Amor es única e irrepetible. La historia de amor que soñé de niña, mi Dios la ha superado por mucho a lo que podría haber pedido, soñado o imaginado. Y esta es una Historia de amor que recién ha comenzado y que perdurará por toda la eternidad porque así le ha placido al Dios eterno deleitarnos y perfumarnos con Su Presencia.


DANZA CONMIGO
Danza conmigo
¡Oh Tu que amas mi alma!
Para disfrutar la canción de todas las canciones
Cuéntame la más bella historia
¡Oh Tú que amas mi alma!
Para  disfrutar la más hermosa canción de todas las canciones

He aquí  has venido
A través de las colinas
Sobre los montes
A mi has corrido
Mi amado
Has capturado mi corazón

Danza conmigo
¡Oh Tú que amas mi alma!
Para disfrutar la más hermosa canción de todas las canciones
Cuéntame la más bella historia
¡Oh Tú que amas mi alma!
Para  disfrutar la canción de todas las canciones

Contigo me iré
Tú eres mi amor
Eres mi pasión
El invierno es pasado
Y el tiempo de primavera ha llegado

Danza conmigo
¡Oh Tu que amas mi alma!
Para disfrutar la canción de todas las canciones
Cuéntame la más bella historia
¡Oh Tú que amas mi alma!
Para  disfrutar la más hermosa canción de todas las canciones

Contigo me iré
Tú eres mi amor
Eres mi pasión
El invierno es pasado
Toda la oscuridad ha pasado
Toda la enfermedad ha pasado
Todo el fracaso ha pasado
Ahora todo el miedo ha pasado
La muerte ha pasado
El invierno ha pasado
Y es tiempo de primavera

Danza conmigo
¡Oh Tu que amas mi alma!
Para disfrutar la canción de todas las canciones
Cuéntame la más bella historia
¡Oh Tú que amas mi alma!
Para  disfrutar la más hermosa canción de todas las canciones


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