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COSTUMBRES DEL MATRIMONIO - Por K.C. Pillai

La Biblia es un libro oriental que refleja las costumbres de los orientales que fueron inspirados por Dios para escribirla. Es muy interesante y apasionante asomarnos a “esa ventana oriental” y ver como vivían y pensaban los orientales, incluyendo a nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo. Esto nos enriquece mucho en la lectura de la maravillosa e incomparable Palabra de Dios.

Este orientalismo que publicamos hoy es interesantísimo; describe las costumbres del matrimonio, que son muy diferentes a las costumbres en nuestra cultura y tiempo, y aunque muchas de esas costumbres puedan parecernos bastante extrañas, me parece apasionante mirar esta descripción del Obispo Pillai a la luz  nuestra comunión con Cristo. La declaración y promesa que hace el marido a su esposa es tan hermosa, pero lo más hermoso es que nuestro glorioso señor Jesucristo dijo estas mismas palabras poco antes de ofrendar su preciosa vida por nosotros:

Juan 14: 1-4 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.  En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.

¡Que el Padre alumbre nuestro entendimiento para que así como la novia en el oriente se rinde al novio en su casamiento, nosotros nos rindamos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo y digamos: “Todo lo que tu digas, haré”, tal y como las orientales prometen a sus maridos en su casamiento!

Efesios 5:29-32 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,  porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.

GRANDE ES ESTE MISTERIO; MAS YO DIGO ESTO RESPECTO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA.

A nuestro Dios brindamos toda nuestra admiración, alabanza, honra y honor. Nuestra más rendida adoración al Dios eterno.

Dios los bendiga.

Claudia Juárez.

Costumbres del Matrimonio

Los americanos y los europeos se quedan muy sorprendidos cuando saben que en muchas partes del Oriente, los matrimonios son todavía concertados por los padres, tal y como lo han hecho durante siglos. Pero a pesar de la aparente falta de libertad de elección envuelta en el sistema, lo que ocurre es que hay una notable carencia de divorcios, y los niños resultantes de esas uniones no llegan a ser delincuentes juveniles. Examinemos algunas de estas costumbres como las revela el Espíritu Santo, porque la Biblia está llena de parábolas y figuras literarias relativas al tema.

En primer lugar, tenemos el asunto de la selección de la novia. Los padres cuidadosos dedican mucho tiempo en esto. Rechazan en la selección una joven como la que describe Isaías 3:16: Así mismo, dice Jehová: Por cuanto las hijas de Sion se ensoberbecen, y anda con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies.

El “andar con el cuello erguido” es un signo de orgullo y arrogancia que los padres procuran ver. Tú debes acordarte de que Pablo instruyó a las mujeres en la iglesia del primer siglo  a “que se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia” (1ª Timoteo 2:9). A mí no me gustan las palabras “con pudor y modestia” que el traductor de la Reina-Valera utiliza en este versículo. Una mejor palabra sería “humildad”; esa es la cualidad que los padres en una futura novia buscan para su hijo.

Cuando habla del “son con los pies” se refiere a las muchas joyas con que las mujeres orientales se adornan alrededor sus tobillos. Las jóvenes modestas andan siempre con cuidado para que estas joyas no suenen mucho al andar; pero las arrogantes hacen que suenen mientras andan y se oigan mucho.

Otro factor que tienen en consideración es ver si la futura novia tiene un ceño fruncido. Las mujeres orientales de la edad que sean deben sentir orgullo de su sosiego y tranquilidad, de su dominio propio, porque una apariencia de preocupación en el rostro denota una falta de confianza en Dios. Esto hace que se entienda mejor el registro de Pablo: “a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efesios 5:27). Es decir, tú fe debe ser tan grande, que por eso no tienes en ti arrugas en tu rostro, de ansiedad o falta de confianza en Dios. Job le dice a sus “miserables consoladores”: Tú me has llenado de arrugas; testigo es mi flacura, que se levanta contra mí para testificar en mi rostro” (Job 16:8).

Si los padres que están examinando a la novia notan señales de preocupación en el rostro de la joven, piensan para sí mismos: “Mira como se nota por su cara que está preocupada; ¡así lo que hará es preocupar a nuestro hijo hasta la muerte, si se casa con ella!” Y esta candidata entonces será despreciada.

Cuando la novia por fin ha sido escogida, las dos familias están listas para preparar la ceremonia de casamiento. Esta es una ocasión muy solemne. Las dos familias deben juntarse en una comida y después saldrán juntos al jardín. En muchas partes de Persia, Arabia, Siria y de India los jardines tienen plantas consideradas sagradas, y una de ellas es el árbol Kitchilika (Kit-chi-li-ka), una exótica y fragante especie de naranjo que produce un fruto parecido en su tamaño a la uva. Es un árbol precioso, y su dulce aroma puede ser detectado a una cierta distancia cuando su fruto se encuentra maduro. Se extiende una alfombra, y la madre de la joven la saca de la casa para que se siente en frente del  novio. Ella mantiene, por supuesto, su velo puesto sobre su rostro, una vez que se considera impropio que el novio vea la cara de la novia antes de que la ceremonia de casamiento haya concluido. Las personas orientales que guardan esta costumbre, creen que el velo es una señal de la protección que Dios le ofrece. Ni siquiera un ladrón se atreve a atacar a una mujer con un velo porque está convencido de que si lo hace, él está atacando a Dios mismo. Tú te debes acordar cuando Rebeca “alzó sus ojos y vio a Isaac, y descendió del camello; porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi señor. Ella entonces tomó el velo, y se cubrió.” (Génesis 24:64-65).

La joven pareja se encuentra ahora sentada y contemplándose el uno al otro sentados en la alfombra, y la futura novia hará un cuenco juntando sus manos, y se las extenderá al hombre joven, y éste a su vez deja caer en sus manos las diez piezas de plata. Estas monedas habían sido depositadas y guardadas  en la casa de familia del esposo para este propósito y ocasión. Por una de sus caras estas monedas tienen grabado el escudo de armas de la familia del joven; y en la otra cara se imprime el año en que fueron acuñadas. A estas jóvenes orientales se les enseñó que: “Aquel que coloque las diez piezas de plata en tus manos es quien te amará.”  Creen que el amor de Dios inunda el corazón de la joven en el momento que estas piezas de plata son depositadas en sus manos. Este momento, por tanto, es el principio del amor, bajo el sagrado árbol Kitchilika.

Lee conmigo ahora el quinto versículo del octavo capítulo del Cantar de los Cantares de Salomón: “¿Quién es ésta que sube del desierto. Recostada sobre su amado? Debajo del manzano te desperté. Allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz.” (Desafortunadamente, los traductores nunca vieron ni oyeron hablar de un árbol sagrado llamado Kitchilika, así que hicieron lo mejor que pudieron, y lo sustituyeron por la palabra “manzano.” Los manzanos son botánicamente posteriores en su aparición en la tierra y no existen sino desde hace tan solo unas pocas centenas de años).

Al recibir las diez piezas de plata, se considera que la novia puede ser comprada, en el mismo sentido que Cristo murió por nosotros sobre el madero y nos compró como la novia es comprada. “Porque por precio fuisteis comprados.” Cristo pagó el precio por nosotros.
La novia además recibe regalos de otras joyas en la ceremonia del casamiento, pero ninguna de las otras joyas poseerá el significado que las diez piezas de plata tienen para ella. Aunque su valor oficial, si fuesen fundidas y vendidas como metal, no pase de ser más de un cuarto de dólar cada una, aun así tienen en sí mismas un simbolismo tremendo y muy importante para ella. La novia se las pondrá enganchadas con pequeños ganchillos a su pelo durante la ceremonia del casamiento, y deberá conservarlas con ella toda su vida.

Recordarás la parábola que Jesús expuso acerca de la mujer que perdió una de sus diez piezas de plata (Lucas 15:8). ¡Es impresionante cómo esta parábola ha sido tan mal entendida por el mundo Occidental, que no aprecia la importancia de esta creencia Oriental! Ha habido estudiantes que han tratado de decir que esta mujer era pobre y precisaba del dinero y que por eso barrió su casa, y, encontrando la moneda, llamó a sus vecinos y se regocijó con ellos, por eso, porque necesitaba dinero.

De acuerdo a la manera de pensar oriental, si una mujer pierde una de sus diez piezas de plata, Dios entonces retira su favor de la casa de familia, y las bendiciones que anteriormente poseía se habrán perdido. Si ella no puede encontrar la moneda, será echada a la calle, como un paria; ¡la abandonarán para que muera! No es de extrañar que la pobre mujer se ponga desesperadamente a barrer la casa hasta que encuentra la moneda, y llame a los vecinos para que se regocijen con ella cundo la halla, porque significa que se ha librado del repudio. Y, Jesús dijo: el regocijo es igual que el que se produce en el cielo, cuando un pecador se arrepiente.

La ceremonia de casamiento se prolonga por diez días. Al ser considerado un sacramento, todo el vecindario participa en su ritual. Cualquier programa que haya, cualquier tiempo de oración y de ayuno que se esté realizando debe ser dejado de lado durante los diez días, ya que están convencidos de que la presencia de Dios se encuentra en la ceremonia del casamiento. (“Ayunar” puede significar estar sin comer; también puede significar hacer la voluntad de Dios.) Si algún hombre tiene una disputa con otro en ese momento, debe ir primero y pedirle perdón, para que pueda presentarse a cara descubierta delante del Señor. Esta situación es la que se describe en Mateo 9:15:

Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

Ese versículo se refiere, por tanto, a la costumbre de suspender la oración y el ayuno durante el periodo que dura la ceremonia de casamiento, pero cuando este acaba, ellos entonces pueden reanudar las oraciones y los ayunos que estaban haciendo.

En el capítulo veinticinco de Mateo, se describe otra interesante costumbre oriental; me estoy refiriendo a la parábola de las diez vírgenes:

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.
Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.
Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite;
Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
Y tardando el esposo, cabecearon todas y se durmieron
Y a la media noche se oyó un clamor: Aquí viene el esposo; ¡salid a recibirle!
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas
Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan.
Más las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.
Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

En muchas partes del Oriente hoy en día, la costumbre de las diez vírgenes (damas de honor) saliendo para encontrase con el novio todavía se practica. ¿Te das cuenta? Muchas de las ciudades se encuentran rodeadas por muros, y a la puerta de la ciudad, existe una entrada para los viajeros. En esta entrada existe también un sitio apartado especialmente para que las vírgenes utilicen mientras esperan en la puerta para reunirse con el esposo.

Las antorchas que ellas llevan (¡no lámparas!) son muy especiales, hechas muchos años antes especialmente para la ocasión y cuidadosamente pasadas de generación en generación en la familia.

Así que aquí tenemos a estas diez vírgenes esperando en la entrada de la puerta por el novio a que se dé la reunión. La tradición manda que lleguen allí a eso de la media noche, y eso es exactamente lo que se registra en la escritura. Uno de los hombres que acompañan al novio se adelanta un poco para anunciar su venida haciendo sonar un cuerno a las puertas de la ciudad. Las vírgenes insensatas se despiertan entonces y se dan cuenta de que no tienen aceite en sus antorchas. Ellas tienen que inventarse una buena disculpa para decirles a las otras vírgenes: “Nuestras antorchas están apagadas,” ¡aunque unos pocos versículos antes de este, dice que ellas no tomaron consigo nada de aceite!

Tenemos que darnos cuenta que Jesús está exponiendo una parábola donde dice que cinco de las vírgenes eran insensatas y no quisieron tomar el aceite necesario para sus antorchas. Yo me he criado en medio de una cultura que todavía practica esta tradición y nunca he oído hablar de ninguna joven que se haya olvidado de tomar aceite con ella para su antorcha. Sin embargo, Jesús cuenta la historia de esta manera para ilustrar que el aceite representa al espíritu y la luz que nosotros tenemos dentro nuestro cuando aceptamos a Cristo como Salvador personal de nuestras vidas; debemos tener ese espíritu dentro de nosotros si esperamos ser admitidos en la puerta del Maestro con el resto de los invitados a la fiesta de bodas. Si no hemos experimentado la salvación, entonces seremos como las vírgenes insensatas de la parábola, a quienes les fue dicho por el Señor: “De cierto os digo, que no os conozco.    

Además de las antorchas del casamiento existen también vestiduras especiales para el casamiento que se ponen a disposición de los convidados. Estas indumentarias también se conservan en la familia y son decoradas con ciertos lazos y adornos que denotan la casa y el linaje a que pertenecen. Una parábola donde aparecen estas vestimentas se encuentra en Mateo 22:11-13.

Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí un hombre que no estaba vestido de boda.
Y le dijo: Amigo, ¿Cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció
Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Los estudiantes occidentales se han pasado mucho tiempo cavilando intentando entender el completo significado de esta parábola. Un profesor del Seminario Teológico Drew me confrontó una vez acerca de esta escritura. Él dijo, “¿Qué clase de rey echaría fuera a este convidado por no tener un vestido? Tal vez no tuviese consigo ninguno. ¿No le podría haber prestado al convidado una indumentaria? O entonces, si se olvidó del vestido, y se lo dejó en casa, yo lo hubiera metido en mi coche y le habría llevado hasta su casa para que lo vistiese. ¿No sería esta una actitud más cristiana y de perdón al prójimo?”

Todas estas son buenas preguntas. Una vez más, la respuesta es muy sencilla, una vez que se entienda la costumbre Oriental. En la parábola (Mateo22:2) se nos dice que es la boda de un hijo del rey:

El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo.

En el caso de la boda de un hijo del rey, el casamiento no se realiza en la casa de la novia como es el caso de las personas comunes, sino que se realiza en el palacio. Además, cada uno de los convidados recibe una indumentaria especial de boda para vestirse para la ocasión; un vestido con el sello real estampado que se envía para la casa del convidado un día o dos antes del casamiento para que pueda asistir propiamente vestido. ¡Sería una grave e imperdonable falta de etiqueta aparecer, como en el caso de la parábola, sin ningún tipo de vestuario de bodas!
¿Cómo consiguió el convidado introducirse en la boda sin ponerse primero el vestido? Esta es una pregunta que me hacen algunas veces. Pues bien, cuando el convidado llega para la fiesta, entra primero en una especie de recibidor donde se encuentra una tinaja con agua y un criado atendiendo para que el convidado pueda lavarse sus pies después de haber andado por los caminos polvorientos. El convidado se descalza de sus sandalias y se las echará al criado esperando que este las recoja. Este criado tiene en su servicio en la casa una muy humilde y baja  posición. Una referencia con respecto al desprecio que contiene este servicio se expresa en Salmos 108:9: Moab, la vasija para lavarme; sobre Edom echaré mi calzado…” (Aquí debería leerse sandalias; no había calzado en aquella época).
  
El más bajo en rango de los criados, aquel que tiene a su cuidado las sandalias, por tanto, no tendría ninguna autoridad en la casa para confrontar a un convidado que haya llegado sin la vestimenta. Después de lavarse sus pies, el convidado pasaba a otra habitación de la casa en donde aguardaba otro criado. El cometido de este siervo es rociar aguar de rosas sobre la cabeza y el cuerpo de los convidados. Este criado, igual que el primero, no tiene ninguna autoridad para confrontar a un convidado que pueda no estar apropiadamente vestido. No sería antes de que el convidado pasase a una nueva sala para ser recibido por el dueño de la casa con un “beso santo”, que el convidado sin la indumentaria apropiada llegase a ser descubierto.

La escritura nos dice que el convidado se quedó callado, y bien hizo, una vez que se le había ofrecido la oportunidad de aparecer aceptablemente vestido para la ceremonia, pero él deliberadamente rehusó ponerse la indumentaria real. Él no era un extranjero; él conocía perfectamente la costumbre, por tanto el rey no le dio una segunda oportunidad y le expulsó del palacio. Dios, de la misma manera, ya nos ha enviado su Vestimenta de Justicia en Su Hijo. Si nosotros aceptamos este vestido; si nuestro corazón se reviste de esta indumentaria, entonces portamos con nosotros la indumentaria de la salvación. Debemos vestirnos de Cristo para aparecer sin mancha ni arruga delante de Dios. Hay muchas personas hoy en día a las que se les ha enviado el vestido de justicia pero se rehúsan a vestirlo. Están realmente atados de pies y manos, espiritualmente hablando, y serán echados a las tinieblas de afuera. Yo creo que las personas occidentales deambulan en más densas tinieblas que la gente en el Oriente. Existen muchas personas en el Oriente que nunca han oído hablar del evangelio de Jesucristo; pero seguramente tienen más tinieblas las personas del mundo a quienes Cristo ya les ha sido predicado, y lo han rechazado.

Como ya hemos dicho, las ceremonias del casamiento en algunos casos llegan a durar diez días, y cada una de las diez vírgenes tiene un cierto día en el cual realiza una especial función. La novia y el novio se acercan juntos durante una media hora para sentarse en un sillón especialmente decorado, para escuchar las instrucciones que el sacerdote les ofrece. Ellos ya han oído anteriormente estas instrucciones, pero ahora se les relata y recuerda a sus pensamientos una vez más ante esta sagrada y solemne ocasión. Finalmente, al décimo día, son repetidos estos votos de compromiso.

El novio promete amar y cuidar a su esposa toda la vida; la novia promete aceptar al marido en su vida en el lugar de Dios, a obedecerle y servirle como lo haría al Señor mismo. Cualquier cosa que haga o decida para sus vidas será la correcta, ¡tanto si está de acuerdo como si no lo está!

(Pablo hace referencia de esta costumbre en su primera carta a los Corintios (1ª Corintios 7:34):

Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.

Entonces se trae la sal y los novios toman cada uno un pedazo y la ponen en sus lenguas, diciendo: “En el nombre de la sal yo estoy de acuerdo en hacer todo lo que he prometido, ¡así Dios me ayude!”

No hay anillos de boda como en el mundo Occidental; en vez de eso, se coloca un cordón de plata alrededor del cuello de la joven.

El novio puede ya levantarle el velo y contemplar por primera vez a la esposa con quien se ha casado, y a quien nunca antes había visto su rostro. Él descubre cuidadosamente el velo –con temor y temblor, supongo yo– y se lo pone en su hombro. Esta acción simboliza que la protección que Dios le da a la mujer recae ahora sobre sus espaldas. Su cuidado y protección se encuentran ahora bajo su responsabilidad y es por eso que ocupa el lugar de Dios en su vida. Este es el significado de la frase que se emplea en Isaías 9:6: “…Y el principado sobre sus hombros.” Cristo nos compró por un precio, e igual que en nuestro casamiento, él ha tomado sobre sí mismo la responsabilidad nuestra y depositado sobre sus espaldas.

Una vez que los votos de compromiso han sido pronunciados, las personas entonces se dirigen para las celebraciones del casamiento. La joven pareja se dirige junta hacia el local donde la fiesta se ha dispuesto sobre una especial cobertura en su techo. Esta cobertura significa la protección de Dios que se extiende desde lo alto para ellos.

Fue en una celebración de bodas en Caná de Galilea que Jesús realizó su primer milagro, aquel en el cual transformó el agua en vino (Juan 2:1-10):

Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús.
Y fueron también invitados Jesús y sus discípulos.
Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aun no ha venido mi hora.

Este último versículo es una mala traducción; eso es por lo que no hace ningún sentido dentro de todo el contexto. Debería leerse: “Queridísima madre, ¿Qué podemos hacer aún nosotros?; todavía no ha llegado mi turno.”

Esta declaración se refiere a la sagrada costumbre de proporcionar el vino por orden de edades, la persona de más edad es quien debe proveerlo en primer lugar, y por último el más joven. Jesús, teniendo en esa altura 30 años de edad, se situaba más atrás en la línea y todavía no le había llegado su turno de proveer el vino para los convidados en honor a la novia y el novio.     
                                                                                       
De hecho, el vino fermentado nunca se emplea en los lugares orientales donde el matrimonio se considera un sacramento. Este “vino” era sin duda alguna zumo de uvas, porque en estos casamientos las personas nunca toman bebidas embriagantes. Cada uno debe juzgar de acuerdo a la ocasión descrita en la Biblia si está hablando de vino o de zumo de uvas.

Aparentemente Juan incluye este relato acerca del primer milagro de Jesús para dar más pruebas de que Jesús era el Hijo de Dios, y su autoridad transformando el agua en zumo de uvas. Como ya hemos dicho, el casamiento es un sacramento en algunas partes del Oriente y por tanto ninguna bebida embriagante puede ser empleada en sus celebraciones.

La fiesta de bodas ha terminado, la pareja ahora comienza su luna de miel. Contrariamente a lo que es habitual en Occidente con las parejas, la pareja oriental no se van a vivir juntos inmediatamente después como marido y mujer. Esperan por una cierta fecha que ha sido fijada por el sacerdote previamente, quien, después de consultar las estrellas, fija una fecha para que ellos se junten. Se cree que el niño que sea incubado en la unión tendrá las mismas características que posee esta estrella. Esto explica muy bien el relato que se encuentra en Mateo 1:18: “Estando desposada María su madre con José, antes de que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.” Los occidentales han tratado de decir que solo se encontraban comprometidos en este momento. No es cierto, ellos ya estaban casados entonces; todavía no se habían juntado. En Mateo 1:20 está escrito: no temas recibir a  María tu mujer…”

La luna de miel se prolongaba durante un año. La pareja vivía un mes primeramente con los padres de la novia y en el mes siguiente con los del novio. Ellos comían siempre juntos. En el Oriente, si a un hombre se le invita a cenar en el transcurso de un año desde el día de su casamiento, contestará diciendo: “Acabo de casarme, por tanto, no puedo aceptar la invitación.”  (Lucas 14:20). Los europeos y los americanos piensan, sin embargo, que esta es realmente una excusa muy infantil y endeble; sin embargo no es para nada una débil excusa; aceptar comer fuera del hogar y alejado de su esposa es impensable. Simplemente es algo que no hacen los orientales.

Al final del periodo de los doce meses, tiene lugar el inicio de una nueva ceremonia. La pareja se ha pasado el último mes en la casa de los padres de la novia. Tanto la familia como los amigos, así como muchas de las vírgenes que fueron damas de honor y que puedan ser localizadas, se juntan de nuevo para esta ocasión. El marido se aproxima a la esposa y le hace una solemne declaración en  presencia de toda la asamblea:

Y le dice: No se turbe tu corazón; crees en Dios, cree también en mí. En la casa de mi padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo te lo hubiera dicho. Y si me fuere y te preparare lugar, vendré otra vez, y te llevaré conmigo, para que donde yo estoy, tú también puedas estar. Y sabes a dónde voy, y sabes el camino.

Estoy seguro de que estas palabras te suenan muy familiares. Son las palabras que Jesús les refirió a sus discípulos en la última cena (Juan 14:1-4).

La pareja no establecerá entonces su residencia permanente en la casa del esposo. Él debe partir y preparar allí un lugar donde tengan su nido apropiado. Ellos podrán comer con el resto de la familia, pero este sitio será su nido privado. El novio está dándole garantías a su novia de que sale para preparar su nido, y que a su debido tiempo regresará a por ella para que también pueda vivir allí con él.

La novia escucha muy cuidadosamente esta solemne declaración, y después le da su respuesta.
Ella le dice: “Todo lo que tu digas haré”.

A mí me sorprende que muchos cristianos de hoy en día no sean capaces de creer la promesa que Cristo nos hizo y que no estén tan sosegados y gozosos como la esposa en el Oriente con respecto a su marido. Yo creo que eso se debe a que no conocemos a Cristo como la esposa conoce a su marido. Ellos habían pasado un año entero juntos; no habían aceptado ninguna invitación de fuera para pasar el tiempo necesario en conocerse.

Si nosotros los que confesamos a Cristo pasásemos un año entero creciendo en los asuntos y pensamientos del Espíritu, no tomando una sola comida sin orar primero, y siempre pensando en cómo agradar al Señor, podríamos perfectamente creer en las promesas que nos ha hecho.

Nosotros entonces también, podríamos responderle, “Todo lo que Tu digas, haré”.

DEL LIBRO "LUZ A TRAVÉS DE UNA VENTANA ORIENTAL"
Traducción española: Juan Luis Molina 
Con la colaboración de Claudia Juárez Garbalena


Comentarios

  1. DIOS LOS BENDIGA....GRACIAS POR SUS APORTACIONES LE DOY GRACIAS A DIOS POR QUE ME PUSO SU SITIO EN MI CAMINO ...HE APRENDIDO MUCHISIMO SOBRE LAS ESCRITURAS PERO LO MAS BELLO Y LO MAS HERMOSO ES COMO HE APRENDIDO A CONOCER Y AMAR MAS A JESUS...
    GRACIAS Y NUEVAMENTE MUCHAS BENDICIONES RECIBAN DE PARTE DE NUESTRO UNICO Y VERDADERO SEÑOR....AMEN.

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  2. Dios te bendiga amado hermano o hermana. De nada, es un bendito placer compartir el Pan de Vida con nuestra muy amada familia en Cristo! Es un gran gozo poder bendecirte!
    1 Juan 1:3: lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

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  3. Gracias por lo que nos han compartido a traves de este texto creo firmemente que es de bendición para mi y sin duda para todos aquellos que lo visitan por que sin duda el pueblo se pierde cuando le falta conocimiento y escrudriñar las escrituras debe ir mas alla de lo que leo y yo creo entender
    Dios bendiga grandemente el trabajo hermoso que realizan

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Muchísimas gracias! Es un gran gozo y deleite para nosotros servir el Pan de Vida para honra y gloria de nuestro Padre Celestial,y de nuestro Salvador viviente Jesucristo! Dios le bendiga abundantemente!

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