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DELEITATE EN DIOS (CAP. 11 Y 12) - Una Biografía de George Mueller

Amadísima familia del Padre:

¡Dios los bendiga!

Ciertamente la vida en este mundo está llena de circunstancias adversas, pero justamente en medio de esas circunstancias, tenemos la bendita oportunidad de ver la gloria y el poder de nuestro Dios manifestándose en nuestras vidas, cuando clavamos nuestros ojos esperando en nuestro amoroso Padre que es el Dios Altísimo.
Mientras más demandante sea la circunstancia, mayor es el gozo que tendremos al recibir la respuesta, liberación o salvación de nuestro Todopoderoso Dios.

La biografía de George Mueller hace resonar en mi corazón de una forma maravillosa esta escritura:

Romanos 1:17b… como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

!No andamos por vista! ¡Ni nos basarnos en nuestras emociones, sentimientos, ni circunstancias! Pensemos en Abraham, el padre de los creyentes, quien teniendo toda circunstancia en contra de él, creyó en esperanza contra esperanza para recibir lo que se le había prometido. El llegó a estar plenamente convencido de que DIOS ES PODEROSO PARA HACER TODO LO QUE HA PROMETIDO (Romanos 4:18-22). Si Abraham se hubiese basado en lo que los sentidos le decían, jamás habría visto la promesa de Dios cumplida en su vida. ¡Pero él creyó! ¡Él vivió por fe! Por fe en que Aquel que le había prometido que su descendencia seria como las estrellas del cielo en multitud, siendo él de casi cien años y con su mujer también de edad avanzada y estéril, él creyó en el Todopoderoso y vio la Palabra de Dios cumplida en su vida.

Por eso me apasiona el testimonio de la vida de George Mueller, porque nos corrobora LA GRANDEZA, MISERICORDIA Y FIDELIDAD DE NUESTRO DIOS.

El justo, no vive de sus capacidades, habilidades, cualidades y talentos VIVE POR FE, creyendo las benditas, gloriosas y maravillosas promesas de Dios.

A NUESTRO DIOS SEA DADA TODA LA GLORIA, LA HONRA, LA ALABANZA, EL HONOR Y EL PODER.  AMEN Y AMEN

¡Un abrazo amados de Dios!

Con el amor de Cristo,

Claudia Juárez Garbalena 



TRADUCCIÓN ESPAÑOLA – Juan Luis Molina

Con la colaboración de Claudia Juárez Garbalena


Por Roger Steer

11


Una Justa Reclamación


Mueller pasó seis meses en Stuttgart, con Mary, desde agosto de 1843 hasta febrero de 1844, intentando sofocar algunas disputas doctrinales que habían surgido en una pequeña iglesia Baptista. En todo ese periodo de tiempo, no hubo dificultades financieras en la Calle Wilson. Por ese tiempo llegó el primer niño a un cuarto Orfanato de la calle Wilson
A lo largo de todo el verano de 1844, tampoco hubo muchas dificultades, pero en cuanto acabó el verano y dio paso al otoño, los fondos estaban otra vez bajos.
En la mañana del miércoles 14 de septiembre, los fondos en la calle Wilson no tenían un penique; cerca de ciento cuarenta personas –niños y personal incluido– tenían que ser alimentados y sustentados. Pero cuando Mueller inició aquel día sus actividades, no estaba preocupado: él decía muchas veces: ´Nuestra necesidad es mi consuelo´. Ese día, al igual que en muchos otros, estaría deslumbrado al ver cómo Dios se las ingeniaría para enviarles Su ayuda. Un poco después de las nueve, recibió en la calle Paul un soberano proveniente de un dador anónimo. Entre las diez y las once, llegó una nota de la calle Wilson diciendo que serían necesarios 1 libra y 2 chelines para los gastos del día. En cuanto Mueller acabó de leer la nota, un coche de caballos se paró a la puerta de su casa y se presentó un caballero proveniente de Manchester.
´Yo soy un creyente en el Señor Jesús y me encuentro ahora en Bristol por causa de unos negocios´, le dijo a Mueller. ´He oído hablar acerca de sus orfanatos y me he quedado sorprendido sabiendo que sin tener usted ningún sistema de recolección de fondos, ni suscripciones personales de nadie, aun así usted recibe más de dos mil libras al año para su obra.´
Conversaron durante un cierto tiempo, y el hombre de negocios le entregó a Mueller dos libras. También le llegaron en esa misma mañana diez chelines procedentes de la venta de dos bolsos de señora, además de pequeñas sumas que aparecieron durante ese día, y una caja con artículos para vender.
A medida que se acercaba el invierno, Mueller comenzó asiduamente a orar acerca de las necesidades que serían precisas.
´Querido Dios, por favor súplenos los medios necesarios para comprar una gran cantidad de ropa nueva para los niños. El Orfanato de los niños precisa de ser pintado y el personal de algún dinero para sus gastos personales.´
En la primera tarde del mes de octubre, su oración fue respondida: recibió un cheque de setenta libras. El donador le había pedido a Mueller que le dejase saber ´si alguna cosa en particular sería precisa además del donativo´. Pero Mueller escribió en su diario ´aunque el donativo vino en un tiempo tan necesario, yo no podía escribirle nada al generoso donador, que le indujese a darnos más recursos, exponiéndole así nuestra situación, y que así indujera yo además, la mano de Dios a que no se manifestase en proveerme con los medios necesarios para la obra, como de otro modo lo haría´. El Orfanato de los niños fue, como siempre, debidamente pintado y el personal recibió su salario.
Todas las almas de la calle Wilson disfrutaron de una próspera navidad en 1844: Mueller la describe como un ´periodo de rica abundancia´. En un crudo y frio invierno, el apetito de los niños creció para combatir al frío. Siempre que era posible, el personal les ponía delante comida en grandes cantidades, por ejemplo, en un sábado de febrero se compraron cerca de cincuenta kilos de arroz y cuatrocientos litros de guisantes. El 12 de febrero fue el día más frío de todo el invierno: en su paseo diario para orar y meditar oró:
´Querido Padre amoroso, muchas gracias que estoy tan bien provisto con carbón, buena comida y ropas cálidas. Puede ser que alguno de tus niños en Bristol tenga necesidad. Por favor provéeme los medios necesarios que me capaciten para ayudar mejor a los que estén en necesidad.´
Tres horas más tarde, le dieron una ofrenda de diez libras para sus propias necesidades. No nos cabe duda de cómo utilizó el donativo, aunque su diario no dice nada al respecto. Es sabido que durante su larga vida ofreció más de 80.000 libras del dinero que le dieron para su uso personal. Además de esto, muchos donadores sabían y eran conscientes del cuidado y solicitud que Mueller tenía por los pobres en general, y algunas veces apartaban algo de sus donativos con esa finalidad.

Lydia tenía en esa altura doce años y había recibido lo que Mueller describe como “un buena educación´ en una escuela privada. Después de asistir a la escuela durante seis meses, Mueller le preguntó por los gastos a la directora del curso: ´Tengo mucho placer en educarla gratuitamente´. Él insistió en el asunto, y eventualmente llegaron a un acuerdo de una cierta cantidad que pagó. Sin embargo, la suma exacta le fue devuelta anónimamente por la directora (como vino a saber más tarde). Lydia permaneció en la escuela hasta los dieciocho años, pero a pesar de las varias tentativas, a Mueller nunca le fueron recibidos los pagos que pretendía hacer, procurando cubrir los gastos de la educación de su hija. ´Yo podía´ recordaría después, ´y era bien capaz de pagar por su educación, y tenía mucha voluntad de hacerlo: pero el Señor se la concedió gratuitamente; mostrándome así también, cuan dispuesto está en Su abundancia de ayudarme y de suplir mis necesidades.´

En la mañana del jueves 30 de octubre de 1845, Mueller recibió lo que describe como una ´delicada y amistosa´ carta de un residente de la calle Wilson. El autor decía que tanto él como sus vecinos, estaban ´de varias maneras descontentos por lo que estaba ocurriendo en los Orfanatos de la calle Wilson´. La carta dejaba en manos de Mueller una acción a emprender.

Hasta el lunes siguiente tuvo Mueller tiempo suficiente para orar por este nuevo problema. Habiéndole pedido a Dios que le guiase a una correcta decisión, escribió las razones por las que estaba en contra de mudar de sitio a los niños.
En primer lugar vio que la reclamación de los vecinos, ´ni estaba exenta de fundamento, ni era injusta´. Era verdad que –particularmente en las horas de recreo– los niños eran muy barullentos, aun pensando´, sostenía Mueller, ‘que el ruido que hacían era simplemente aquel tipo de ruido que nadie le puede encontrar falta alguna, cuando los queridos niños los producen jugando´. Él pensó, ´Puedo muy bien imaginarme lo que supondría para mis nervios vivir al lado de las casas de huérfanos… me veo por eso en la obligación de actuar con los demás, como desearía que lo hiciesen conmigo. En segundo lugar, en medio de las ciento cuarenta, o ciento cincuenta personas que están viviendo en las cuatro casas en la Calle Wilson, debe haber ocasiones en las que las cañerías no funcionen tan bien drenando, y que afecte las aguas canalizadas.
Había otras razones para mudarse. El único patio de recreo en la calle Wilson era sólo lo suficientemente amplio para los niños de una sola casa al mismo tiempo; Mueller siempre deseó que los niños tuviesen más espacio para jugar. Además, siempre quiso encontrar un sitio con una buena tierra para cultivar que pudiese ser jardineado y cultivado por los de más edad. Otra ventaja de acuerdo a su necesidad, sería que toda la lavandería podría ser hecha en los Orfanatos.
Mueller tenía consciencia además, de que los aires de la atmósfera de la calle Wilson no eran lo suficientemente puros que deberían ser y, teniendo en sus pensamientos que muchos de los niños no tenían salud suficiente cuando llegaban a las casas, él estaba ansioso que ellos pudiesen ser instalados en el ambiente más saludable que fuese posible. Los profesores y el personal, igual, pensó él, también estarían agradecidos con algún sitio donde ellos puedan relajarse en un jardín o pasear en los campos después de sus horarios de trabajo.
Durante varios años, Mueller había estado procurando alguna propiedad de ese tipo en Bristol que ofreciese esas ventajas, pero no había encontrado hasta la fecha ninguna. Generalmente las casas grandes, edificadas por familias privadas eran, él sentía, normalmente inadecuadas para el uso de orfanatos, siendo como eran inadecuadamente ventiladas.
Mientras más Mueller pensaba y oraba acerca del asunto, más y más comenzaba a sentir que era esa la voluntad de Dios para él, embarcarlo en su más arrojada aventura de fe: abrir un nuevo y flamante edificio para huérfanos.

Yo comencé a darme cuenta que el Señor quería llevarme a edificar, y que Su intención no sería sólo en beneficio de los huérfanos, y la mejor solución en esta obra, sino que también produciría un testimonio más de que Él podía y proveería grandes sumas de dinero para las cosas que precisasen ellos confiando en Él para eso; y además, que Él podría agrandar la obra para que, si vengo a construir un Orfanato, pueda ser lo suficientemente grande como para albergar en él trescientos huérfanos, con sus profesores y demás supervisores y criados necesarios para la obra.

En ningún periodo desde el comienzo de la obra en 1836, había habido tantos pedidos de admisión –particularmente de niños– y a Mueller le resultaba muy doloroso tener que rehusarles un hogar a tantos niños.
Él les preguntó a sus colaboradores en Bethesda sus puntos de vista, y los ocho juzgaron que él debía salir de la calle Wilson y no podían ponerle ninguna objeción a la edificación de la nueva premisa. George y Mary comenzaron a reunirse todas las mañanas para orar acerca del asunto, y, en cuanto estuvieron seguros de que esa era la voluntad del Señor, ellos comenzaron a pedirle los fondos necesarios. Mueller calculaba que serían necesarios por lo menos unas 10.000 libras.
En noviembre, Robert Chapman llegó para trabajar durante un cierto tiempo en Bristol. Mueller estaba agradecido de tener la oportunidad para consultar a su amigo acerca del proyecto del edificio.
´Yo creo que tienes todo el derecho de tener en cuenta ese desarrollo´, dijo Chapman. ´Debes pedir la ayuda de Dios para que te muestre el plan, para que todo pueda ser hecho de acuerdo con los pensamientos de Dios.´
Los últimos siete años no habían sido nada fáciles: durante largos periodos no hubo exceso de fondos. La mayoría de las personas ya se darían por satisfechas continuando el sustancial y valioso trabajo de la calle Wilson, juzgando que la expansión ni sería práctica ni esencial. Mueller, sin embargo, no se dio por satisfecho con meramente consolidar solo la obra; él ahora estaba persuadido de que era la voluntad de Dios expandirse y construir. Su Dios, decía él muchas veces, era un Dios rico y sin limitaciones en Sus recursos: ´La plata y el oro son Suyos´.
El día diez de diciembre de 1845, Mueller recibió el primer donativo para el nuevo edificio –una ofrenda de mil libras, la suma más alta que había recibido en un solo donativo. ´Cuando me la entregaron´, escribió él, ´me encontraba tan tranquilo, igual de quieto, como si hubiese recibido un chelín. Porque mi corazón estaba esperando las respuestas a mis oraciones.´
La hermana de Mary regresó de una visita a Londres.
´Me encontré con un arquitecto cristiano´, le dijo a su cuñado, ´que había recientemente leído tus Narrativas con gran interés. Estaba ansioso de oír hablar más acerca de la obra. Cuando le conté los planes que tenías de construir un nuevo edificio, él se ofreció para realizar los planos y supervisar las obras gratuitamente.´
Mueller estaba maravillado. Él interpretó éste voluntariado, además de las mil libras como el comienzo de cosas muy grandes que estaban por suceder.
Salió para ver un pedazo de tierra de seis o siete acres situado a las afueras de Bristol. Por ese tiempo, había una atmósfera de gran especulación en torno a varios planes de edificación en esa misma área, y los terrenos ahí situados se cotizaban a un muy alto precio. Mueller se propuso deliberadamente no declararle a nadie nada, dando detalles de sus planes ´para que la mano de Dios sea la que se vea manifiesta en la obra´. Solo hablaría a las personas acerca de sus planes si la conversación se volcase sobre ese tema. A finales de diciembre recibió dos ofrendas posteriores para el nuevo Orfanato –una de mil libras y otra de cincuenta libras. Impresionado como se quedó por estos donativos, ya no pudo aguantarse de felicidad y escribió en su diario las siguientes notas en el año nuevo:

Enero 3. Uno de los huérfanos ofreció seis peniques.
Enero 10. Uno de los huérfanos después de haber recibido media corona de un primo suyo, ofreció 1 chelín y 6 peniques para el Orfanato; una hermana en el Señor también me dio tres chelines, un anillo, un par de pendientes de oro y un broche de oro.

Durante el mes de enero, Mueller estuvo considerando las posibilidades que le ofrecían un cierto número de sitios apropiados, pero ninguno de los que había visitado le parecía adecuado o lo suficientemente barato. Sin embargo, al mes siguiente, aparecen estas notas en su diario:

Febrero 2. Hoy me he enterado que hay un terreno apropiado y barato disponible en Ashley Down.
Febrero 3. He visto el terreno. Es el más adecuado de todos los que he visto hasta ahora.

Ashley Down ofrecía sin duda enormes posibilidades: estaba bien situada y con una buena posición en el lado norte de Bristol, con amplias vistas que se extendían al este sobre Stapleton y al norte sobre Horfield. Y al mismo tiempo tenía la ventaja de encontrase cerca del centro de Bristol y no demasiado lejos de Bethesda.
Al atardecer del día siguiente, Mueller llamó a la puerta del dueño del terreno.
´Él se encuentra ahora mismo en su lugar de trabajo´, le dijeron a Mueller.
Cuando se le informó dónde era se presentó en la oficina del propietario.
´Acaba de salir en este momento´, le dijeron, ´pero espera estar de regreso en su casa a las ocho de la tarde´.
Mueller decidió que no era la voluntad de Dios que se encontrasen en esa tarde y regresó a Kingstown.
A la mañana siguiente, Mueller llamó una vez más a la puerta de la elegante casa donde vivía el propietario del terreno en Ashley Dow.
Un criado le atendió diciendo:
´ Está ahora mismo en casa y se encuentra muy ansioso de verlo cuanto antes.´
El criado condujo a Mueller hasta el salón del caballero. Parecía muy cansado.
´Su pedido sobre la posibilidad de adquirir el terreno para la construcción de un Orfanato, me fue comunicado ayer´, comenzó diciendo. Esta mañana me desperté a las tres de la madrugada, y ya no pude conciliar el sueño hasta las cinco. Finalmente vino a mis pensamientos que si es con ese fin, le dejaré que tenga la tierra a 120 libras por acre, en vez de las 200 libras que yo había previamente pedido.´
¡Cuán bueno es el Señor!! Pensó Mueller, y firmó con él un acuerdo para comprar cerca de siete acres.
Mueller recibió una respuesta a la carta que le había escrito al arquitecto de Londres, acerca de su ofrecimiento de ayuda con los planes del edificio.

Mi estimado Sr.,
Me sería muy gratificante, más allá de lo que le pueda comunicar por carta, ofrecerle mi ayuda en la amorosa labor que está llevando a cabo, y estimaría como un gran privilegio que me fuese permitido ejercitar mis habilidades como arquitecto y supervisor, en la construcción del edificio que usted se propone erguir para los huérfanos. Es realmente lo que desearía ofrecerle, y, si todo sale como está previsto con la bendición de Dios, de manera gratuita le proporcionaré los planes, las elevaciones y las secciones; con especificación de todos los detalles de la obra, para que los gastos puedan ser bien valuados y estimados. También le haré una estimativa de los gastos y supervisaré la obra de manera gratuita…´
                                          
La semana siguiente, el arquitecto viajo a Bristol desde Londres, y Mueller y él se fueron a visitar juntos los terrenos de Ashley Down.
´Este lugar es de lo más apropiado´, le dijo el arquitecto a Mueller, ´en términos de situación, drenaje y suministro de agua.´
El dinero para el edificio estaba llegando rápidamente, y a mediados de febrero, Mueller recibió la promesa de que le serían ofrecidas quinientas libras.
El arquitecto finalizó sus planos a finales de abril; el nuevo edificio providenciaría un hogar para trescientos niños, ciento cuarenta niñas y ochenta niños de ocho años para arriba, y ochenta niños y niñas hasta los siete, además de tener los cuartos apropiados para el personal y los profesores. La obra no comenzaría hasta que los fondos necesarios hubiesen sido recibidos. Él escribió:

Se me hace imposible describir mi gozo en Dios cuando recibí este donativo. Yo no estaba ni excitado ni sorprendido; porque buscaba con expectativa respuestas a mis oraciones. Yo estoy persuadido de que Dios me oye. Así que mi corazón estaba tan repleto de gozo, que solo pude quedarme quieto ante Dios, y admírame con Él, como David en 2ª de Samuel capítulo 7. Al final incliné mi rostro, y agradecí ardientemente a Dios, con mi corazón rendido hacia Él por Su bendito servicio.

El 19 de noviembre Mueller se levantó a las cinco de la mañana para orar.
´Querido Padre celestial, Tú sabes lo que se ha estado hablando recientemente acerca del inconveniente causado por los orfanatos. Te pido por favor que nos proveas los fondos necesarios para que podamos empezar a construir. Tú sabes, Señor, que los pedidos de admisión nos llegan ahora en exceso de plazas a la Casa y que detesto rechazar a los niños. En Tú misericordia, escucha mi oración.´
Mueller abrió su Biblia y leyó las palabras de Jesús en Marcos 11:24: ´Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.´
´Señor´, oró él, ´yo creo que Tú me darás todo lo necesario para la obra. Yo estoy convencido de que dispondré de todo, porque estoy persuadido de que recibo respuestas a mis oraciones´.
Después del desayuno se tomó otro tiempo para orar, y cerca de cinco minutos después se puso en pie y le entregaron una carta registrada en mano. Contenía un cheque de trescientas libras de los cuales 250 se destinaban a la construcción del edificio. Esta cantidad sumo un total de más de 6.000 libras en el total de los fondos de la obra.
En diciembre recibió otro donativo de 1.000 libras, y en enero de 1847, con otra ofrenda de 2.000 libras sumaron el total de más de 9.000 libras.

El invierno de 1846-7 no había sido un periodo fácil con el mantenimiento en la calle Wilson. El año 1846 fue catastrófico para los cultivos de la patata y del trigo. La cosecha de algodón americana también había sido más baja de lo esperado, haciendo que los precios se disparasen. La economía británica estaba sufriendo una crisis de confianza con los rumores que corrían acerca de muchas compañías de ferrocarriles que estaban siendo investigadas, y que estaban a la cabeza del pánico financiero. En mayo de 1847, Mueller registró en su diario: ´Nunca tuvimos tanto cuidado con las provisiones desde que comenzamos la obra, como tenemos en este momento. El pan que requerimos es casi el doble más de lo que precisábamos hace dieciocho meses, la harina casi tres veces más que al principio, el arroz cuesta más del doble de su precio normal y las patatas no pueden emplearse, por causa de el excesivo precio que tienen ahora. Pero´, continuó él, ´a los niños no les falta nada…mi corazón se encuentra en paz, en un gran reposo.´
En junio recibió otras mil libras para los fondos del edificio y ahora estimaba que, incluyendo material y mobiliario, el total de los gastos no serían menos de 14.500 libras. Sin embargos estas necesidades extras  -tejidos para uniformes, linternas de gas, mobiliario para tres grandes zonas de recreo y un pequeño camino– nos se requerirían hasta cierto tiempo después de comenzar la obra en construcción. Por eso decidió comenzar la edificación, y los primeros obreros llegaron a Ashley Down el 5 de julio. El 19 de agosto los fundamentos de piedra del nuevo edificio terminaron de ser erguidos.

En febrero, un donativo de cien libras le permitió a Mueller comprar una muda nueva de ropa para cada niño en la calle Wilson, que había sido algo por lo que él había estado orando desde hacía algunas semanas.
Durante el invierno, cuando el tiempo lo permitía, los trabajos continuaban en el nuevo edificio, y por mayo, ya se veían los tejados en una gran parte de él. Pero antes de que el primer niño se mudase para Ashley Down, Mueller tuvo que lidiar con la explosión de un triste suceso que se dio en el seno del movimiento de la Hermandad, y que se prolongaría durante varios años, llegando a causar trágicas y muy caras consecuencias.




12

 Más Fuerte en Medio de la Tormenta


Volviendo a octubre de 1832, John Nelson Darby había predicado en Bethesda y en la iglesia de Gedeón en Bristol, y había hecho comentarios acerca de la ´obra significativa´ que los ´queridos hermanos Mueller y Craik´ estaban haciendo. Darby fue una de las más influyentes figuras entre la primera comunidad de hermanos en las dos iglesias. Godson, del famoso Admiral de donde recibió su segundo nombre, fue educado en la Escuela Westminster y el Colegio Trinitario de Dublín, donde se graduó con la medalla clásica de oro.
Darby poseía una personalidad compleja. Por un lado, cuando se debatía en una de las muchas amargas disputas de su vida, podía llegar a ser muy obstinado, áspero y rudo. Pero, por otro lado, podía mostrarse a sí mismo extremadamente simpático y de cálido corazón. Cuando estaba de viaje, prefería generalmente hospedarse con familias pobres, antes que en las casas de las familias influyentes, y en la historia de la Hermandad (entre hermanos de Bethesda y Gedeón) escribieron y pasaron el testimonio oralmente de abundantes anécdotas mostrando que él apreciaba especialmente en su corazón a los niños  -y estos de manera reciproca, también le adoraban.
Su habilidad natural se coronaba de una gran energía: A la hora de su muerte había fundado y dirigido unas 1500 iglesias en muchos países. Sus escritos se extienden y cubren catorce volúmenes incluyendo comentarios sobre la mayoría de los libros de la Biblia. Tradujo la Biblia a tres idiomas, y escribió profundos y a veces hermosos himnos para la  iglesia.
Darby dijo que lo que le había llevado a salirse de la iglesia establecida era… ´la unidad del cuerpo; allí donde no se aplica y practica yo no puedo estar´. Y sus primeros años en el nuevo movimiento fueron marcados por unos principios impecables de no sectarismo. ´Este es el verdadero secreto de una iglesia bien estructurada´, escribió, ´la perfecta amplitud de corazón, tan amplia como la de Cristo… nos mantiene infinitamente lejos del sectarismo…vosotros no pertenecéis a nada, ni a nadie, no sois otra cosa sino  cristianos.´
Aunque a principios de 1830 se había quedado impresionado por la obra de Mueller y Craik en Bethesda, comentó lo siguiente: ´Hubiese deseado ver un mayor principio de amplitud de comunión´. Este fue un comentario que hizo, considerando que Craik frecuentemente predicaba para ministros no conformistas y disfrutaba una relación amistosa con ministros y escolares de la iglesia establecida incluyendo a Dean Alford, el Arzobispo Trenc y Dean Ellicot. Además, Mueller y Craik convidaban algunas veces a bien conocidos hombres de la iglesia que no pertenecían al movimiento de la Hermandad para que predicasen en Bethesda.
A principios de 1835, sin embargo, la formal generosidad del corazón de Darby, se vio corroída por otro fatal principio. En ese mismo año, Anthony Norris Groves (el cuñado de Mueller que había llegado a su casa desde la India), visitó Plymouth y había detectado señales de que la Hermandad bajo la influencia de Darby había pasado a ser exclusiva y sectaria. En vez de mantenerse juntos por la verdad en Jesús, estaban más bien regocijándose, manteniendo un unánime testimonio en contra de todos los que no estaban de acuerdo con ellos.
En vista de la creciente influencia de Darby sobre muchos de la recién establecida asamblea en la Hermandad, Groves le había escrito, refiriéndose a la amplitud y generosos propósitos que Darby tanto había deseado y en los cuales se había afirmado él (Groves), pero francamente le expuso a Darby ´tú te has apartado de esos principios…y estás  volviéndote a la ciudad de la cual habías salido´.
A mediados de 1830 el movimiento de la entonces reciente Hermandad ya había sostenido varias tendencias divergentes internas. Por un lado, estaban aquellos como Groves, Mueller, Craik y Chapman que se mantenían sin vacilar en el principio original no sectario de recibir a todos a ‘quienes Cristo había recibido´; y por el otro, Darby y el creciente número de iglesias bajo su influencia que estaban contemplando el establecimiento de un sistema de admisión dudoso para la unidad del cuerpo de Cristo y enfatizaban la separación del mal como un principio de Dios para la unidad.
Otras tensiones surgieron. En 1839, después de una quincena de reuniones para considerar algunos asuntos de orden eclesiástico que se habían levantado en Bethesda, Mueller y Craik habían adoptado el firme punto de vista de que había necesidad de reconocer liderazgos y de ordenar gobiernos dentro de la iglesia. Darby, por otro lado, desaprobaba cualquier reconocimiento formal de los dones de predicar y enseñar, sosteniendo que eso llevaría a la formación o emergencia de un selecto grupo de ministerios y ministros. Él tenía la idea de que el reconocimiento de coordinadores era un obstáculo y una restricción hacia el libre movimiento del Espíritu Santo, creando una falsa distinción entre lo forjado y formal (que provenía “del hombre”) y lo espontáneo e informal (que provenía “del espíritu”).
A principios de 1840, una nueva figura entra en la historia. Benjamín Wills Newton se había formado primeramente en Oxford, y había llegado a ser Compañero del Colegio de Exeter. El llegó a ser, durante un cierto periodo, extremamente influyente en una de las primeras asambleas en Inglaterra –Ebrington Street, en Plymouth– la asamblea que le dio al movimiento su popular, aunque extraño título. Entre 1200 y 1400 personas de diferentes iglesias alrededor acostumbraban juntarse allí para oírle predicar.
Newton comenzó a levantar la alarma contra lo que él consideraba ser el sistema extraño de doctrinas de los tiempos o dispensaciones de Darby con respecto a los tiempos de la segunda venida. De acuerdo a esta doctrina, la cual se conoce como el “Rapto Secreto”, la segunda venida de Cristo tendrá lugar en dos periodos: el primero será el “rapto de los santos” cuando Cristo retorne para llevarse consigo a los verdaderos cristianos de la tierra. Solamente entonces se levantará el Anticristo y aparecerá el periodo de la “tribulación”. El gobierno del Anticristo llegará a su fin por el segundo periodo de la venida – la pública “aparición” de Cristo en toda su gloria. Newton, sin embargo –y no era solo él– no estaba de acuerdo. Si la Iglesia fuese a ser removida antes de de que se diese la tribulación, cuestionaba él, ¿quiénes podrían ser entonces aquellos fieles, de acuerdo al libro de Apocalipsis, que sufrirán durante aquel periodo? Newton no consideraba las diferencias que había entre él y Darby como si fueran triviales y sin importancia, porque él pensaba que la teoría de Darby entraba en conflicto con una doctrina central de la fe. Para Newton, la Iglesia abarcaba a todos los que habían sido redimidos por Cristo; las tribulaciones del “fiel remanente” por tanto debían haber sido redimidos por un acto de Dios aparte y diferente de la redención realizada por Cristo si tuviéramos que separarlos de la Iglesia del primer rapto.
Darby defendía que habían muchas y significativas secciones del Nuevo Testamento que debían ser aplicadas, no a la Iglesia, sino solo a una futura dispensación del remanente Judío restaurado.
´Si haces esta distinción´, le dijo Newton, ´echas por tierra toda la Cristiandad.´

Sin embargo, la influencia de la personalidad de Darby con su punto de vista acerca de la segunda venida, que puede darse ´en cualquier momento´, ganaba muchos seguidores no solamente entre el movimiento de la Hermandad. Ha sido adoptado a través de los años por un gran número de anglicanos evangelistas  y un gran número de fundamentalistas en Gran Bretaña y en América; el proceso ha ido fomentando la aceptación de la teoría, y la elaboración de los fundamentos en los tiempos o dispensaciones fueron adoptadas y declaradas luego por muchos estudiantes de la Biblia, tales como Scofield en su popular Referencia de la Biblia, y Bullinger en muchos de sus innumerables estudios.
Mueller no era el único que no aceptaba este punto de vista. Mueller, Craik, Chapman y S. P. Tregelles estaban firmemente convencidos de que debían darse una serie de eventos antes del retorno de Cristo –aunque para ellos esta venida contiene en sí misma la gran esperanza de la Iglesia. Entre los anglicanos, el arzobispo Trench, Dean Alford, Bishop Ellicot y Ryle se encontraban estos que abrazaban la fe antigua.
De manera muy triste estas emergentes tensiones entre los primeros hermanos que componían la Hermandad, y particularmente entre Darby y Newton, aniquilaron la armonía y el sosiego de la asamblea de Ebrington Street. Poco después de que Darby volviese de una corta visita al continente en 1845, un desastroso conflicto entre él y Newton quebró la paz y la armonía de la iglesia y casi paralizó el progreso de la obra.
Derby inició sus propias sesiones de enseñanzas en Plymouth, y comenzó a atacar tanto las doctrinas de Newton como al propio Newton. Anunció que se había apartado de la comunión de Ebrington Street, algo que después admitió haber sido precipitado.
En 1847, el énfasis del conflicto se centró en un nuevo punto doctrinal, concerniente a la persona y a los sufrimientos de Cristo. Esta no fue por supuesto la primera vez que surgían contiendas en la historia de la iglesia, y tristemente no sería la última tampoco, que se centraban sobre la humanidad o de la deidad de Cristo. Darby criticó algunos puntos de vista que Newton había publicado en panfletos informativos y los describió como “doctrinas blasfemas´, y Mueller, que estaba de acuerdo con Newton acerca de la segunda venida, comentó que el punto de vista de Newton en sus últimos panfletos parecían indicar ´que el propio Cristo precisaba de un salvador´. Craik sospechaba que los errores de Newton eran ´meramente de aquel tipo que se derivan de un intelectualismo especulativo propio, al mismo tiempo, de quien solo procura honrar a Cristo´. Más tarde en es mismo año, Newton se dio cuenta de su error y publicó una declaración donde dejó por escrito que admitía haber errado en sus panfletos. Su conclusión final termina así: ´Confío en que el Señor no solo me perdonará, sino que además contrarrestará cualquier mal efecto que con estos escritos puedan haber surgido´.
Fue una catástrofe que las disputas no se quedasen allí. Darby trató de demostrar que Newton no se había verdaderamente retractado de su error, a pesar de la vigorosa confesión que Newton escribió diciendo lo contrario. El resultado fue que la iglesia de Ebrington Street virtualmente se desintegró, y la conexión de Newton con la Hermandad cesó de repente. Llegó a vivir hasta 1899 recluido en medio de pequeños círculos de iglesias fundadas por él mismo; continuó escribiendo artículos y panfletos a los cuales Mueller posteriormente se refirió como siendo ´sana doctrina y de acuerdo con las escrituras´ y que tanto él como su mujer leían ´con profundo interés y provecho´.
A finales de abril de 1848, Darby visitó Bristol y se encontró con Mueller como era su costumbre. Mueller le convidó a predicar en el domingo próximo en Bethesda. Pero él  rehusó la invitación debido a un incidente reciente.
En mayo dos miembros de la Iglesia de Ebrington llegaron a Bristol y se inscribieron para ser parte de la de la congregación de Bethesda. Uno de los hombres que había llegado de fuera durante los disturbios de Playmouth había por tanto sido admitido, pero la otra inscripción todavía se encontraba bajo consideración. Algunos de los seguidores de Darby levantaron algunos obstáculos a la inscripción del caballero, y Craik entonces sugirió que los tres miembros que más se oponían al pedido de admisión deberían visitarle. Ellos así lo hicieron, y declararon a los dos hombres claramente de ser simpatizantes alegados de la misma herejía de Newton.
En una reunión que se celebró en Exeter, Darby entonces públicamente anunció que él nunca más volvería a Bethesda si la iglesia recibía alguna vez en su seno a ´seguidores de Newton´. Él entonces confirmaría lo mismo por carta a Mueller; y posteriormente alegó que los seguidores de Newton habían distribuido sus escritos en el seno de Bethesda. Los seguidores de Darby en Bethesda por tanto comenzaron a presionar para que se abriese una investigación formal hecha por la iglesia sobre las enseñanzas de Newton (las cuales fueron por supuesto condenadas y repudiadas por sus autores).
En junio, uno de los seguidores de Darby, George Alexander, abandonó Bethesda; y los coordinadores se vieron forzados a convocar una reunión de iglesia. En esta reunión fue firmada una declaración (que vino a ser conocida como la Carta de los Diez) por diez miembros de los líderes, incluyendo, por supuesto, Mueller y Craik,  que habían sido leídas y sancionadas por la mayoría de la iglesia. Los simpatizantes de Darby, sin embargo, abruptamente abandonaron la congregación.
La declaración iniciaba el punto de vista mantenido en Bethesda concerniente a la humanidad de Cristo, y declaraba que, al mismo tiempo que Cristo ´sufrió exteriormente las pruebas y obstáculos inherentes a su condición de ser hombre e israelita - así también en Sus sentimientos y experiencias, además de en Su carácter externo, Él estaba en una escala  entera y completamente “separada de los pecadores”´.
El documento final expone nueve motivos o razones explicando por qué los líderes se sienten incapaces de estar de acuerdo con el pedido de George Alexander, de que ellos deberían formalmente investigar y juzgar los errores de Newton. El motivo noveno introduce una bienvenido elemento de buen humor en toda la historia: ´Todos sentimos que estar de acuerdo con los requisitos del Sr. Alexander, introduciría un mal precedente. Si un hermano tiene el derecho de demandarnos que examinemos una obra de cincuenta páginas, él puede requerir que sea investigado nuestro error, que diga estar contenido dentro de otro más grave que hayamos hecho; y así nuestro tiempo se desperdiciaría en la exanimación de los errores de otra gente, en vez de en el más importante de los servicios´.
A Darby sin embargo no le hizo gracia alguna y, estando de visita en Yorkshire, se dio cuenta de que la asamblea de la Hermanad tenía simpatías con Bethesda. Por eso el 26 de agosto emitió desde Leeds una circular excomulgando a Bethesda ´en bloque´ ¡por deliberadamente haber recibido en su seno seguidores del punto de vista de Newton en la iglesia!! Demandó a todas las asambleas esparcidas por todas partes de la Hermandad a ´juzgar la cuestión de Bethesda´.
Mueller y Craik no mostraron signos de preocupación o de pánico y se quedaron quietos. Uno de los seguidores de Darby le escribió un papel intentando demostrarle que una de las publicaciones de Craik era sospechosa. Sin embargo, Darby sabía muy bien que el bien capacitado y experimentado Craik era sólidamente ortodoxo, y de Darby se dijo que se deshizo del papel de su propio seguidor tirándolo en su hoguera.
El 31 de octubre, Mueller decidió tomar acción. Anunció públicamente que su personal condenaba de las enseñanzas de Newton, y en una serie de reuniones de la iglesia dejó ver claro que nadie que defendiese o fuese seguidor de las enseñanzas de Newton (ya retractado), sería recibido en la congregación de Bethesda.
De ahí en adelante, las asambleas de la Hermandad que se rehusaron a aplicar los decretos de Darby contra Bethesda, pasaron a ser conocidas como la ´Hermandad Abierta´ (sus últimos sucesores en el siglo 20 prefieren el título de ´Hermandad Cristiana´) y aquellos que siguieron a Darby pasaron a ser conocidos como ‘Hermandad Exclusiva´. Henry, el hijo de Anthony Norris Groves, sostenía que se habían hecho más esfuerzos en Bethesda para juzgar y repudiar los puntos de vista de Newton, de lo que ningún otro acto de otras asambleas actuando bajo la disciplina de Darby. El círculo de iglesias simpatizantes de Darby llegaron a creer con toda su sinceridad Bethesda había sido cortada del seno de las asambleas de la Hermandad por haber abrazado los puntos de vista de Newton; mientras que de hecho el propio Newton había ya repudiado él mismo los errores y la iglesia en Bethesda nunca les había prestado atención alguna en ningún momento.
Bethesda y las ´reuniones abiertas´ que se mantuvieron con Bethesda, de manera firme y segura sostenían la independencia de cada una de las iglesias locales para decidir a quién recibir o no en sus congregaciones; aunque ya solo de por sí este exclusivo argumento, redargüían ellos, no estaba de acuerdo con la ´buena práctica de la unidad del cuerpo´.

La Srta. Anne  Evans continuó siendo un miembro de Bethesda a pesar de este triste y turbulento periodo. Ella lo describe como un ´tiempo de agonía, de intenso dolor y perturbación´. Bethesda pasaba, escribió ella: por un periodo en que estaba siendo despedazada desde la cabeza hasta los pies. Hubo amistades quebradas; familias fueron divididas –maridos de sus mujeres, hijos de sus padres, relaciones de negocio fueron disueltas, corazones, e inclusive la razón, debilitados. Nosotros (en Bethesda) precisamos de ser humildes. Hemos estado pensando demasiado en nosotros mismos. Habíamos crecido muy rápidamente en número y nos hemos dado a conocer mundialmente, porque son muchos los que se han juntado con nosotros de las clases superiores. Nuestro timonero hermano, además, está fuera de cualquier sospecha…Todo esto es algo que está muy por encima de carne o sangre, por eso es por lo que verdaderamente a Satán se le ha permitido descender sobre nosotros y arrastrar por el polvo todo nuestro orgullo.

Pero no todo está perdido. Continuó Anne Evans:

En estos tiempos de dolor el Sr. George Mueller ha sido un gran estandarte para nosotros; no ha perdido la cabeza; ha sujetado el timón con mano firme; y cuando por fin Bethesda resurgió de la tormenta, salió fortalecida, más libre que nunca antes. Hemos vuelto a crecer en número (a mediados de 1850 contaban con cerca de setecientos miembros). El trabajo en el orfanato, que parecía haberse obstruido, produjo la  ´admiración del mundo´…
Cuando el gran Festival comenzó, la Hermandad Abierta se lanzó de alma y corazón y puso manos a la obra. Fue a través de la lectura de un libro de Mueller que dos jóvenes comenzaron a llevarla a cabo.

Pero esta una historia para un capítulo posterior.




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