Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

DELEÍTATE EN DIOS (CAP. 13 Y 14) - Una Biografía de George Mueller

 Por Roger Steer 
TRADUCCIÓN ESPAÑOLA – Juan Luis Molina

Con la colaboración de Claudia Juárez Garbalena




13

El Tesoro Secreto de Mueller



Por el tiempo en que Darby mandó su circular excomulgando a Bethesda, los trabajadores que estaban laborando en el nuevo Orfanato concluyeron el tejado y parte de su interior ya estaba revestido. Hasta esa altura se habían dado para la obra más de 11.000 libras, y no serían necesarias menos de 3.000 para concluirla entera y adquirir su mobiliario.
En febrero de 1849, Mueller se pasó largas horas haciendo los últimos preparativos antes de poder recibir al primer niño y orando para que la cantidad que faltaba apareciera deprisa. Otras 1.500 libras aparecieron en sendos generosos donativos.
´Un visitante ha llegado hasta aquí y quiere verte´, le comunicaron en la mañana del 11 de febrero.
´Había determinado´, comenzó el visitante diciendo después de las presentaciones, ´donar para su Institución dinero en mi testamento, pero ahora he decidido entregárselo en vida. Estoy particularmente ansioso de que mi nombre no sea relacionado, y por eso no escribí ni firmé cheque alguno, para que ni tan siquiera mi banco pueda saber nada acerca de mi donativo. Aquí tiene el dinero en efectivo.´
El visitante le entregó en mano a Mueller dos mil libras en monedas.
´Me es imposible describir´, escribió Mueller, ´el verdadero regocijo que yo tuve en Dios cuando recibí esta suma. Yo estaba tranquilo, para nada excitado sino en paz, capacitado para emprender inmediatamente otra labor que me viniera para hacer…; pero era inenarrable el deleite que yo tenía en Dios, Quien de esta manera me ofrecía la respuesta completa a mis miles de oraciones, que elevé durante estos mil novecientos y noventa y cinco días´.  El donativo le dio a Mueller los medios para hacerle frente a todos los gastos para la nueva casa, y además le sobraron sesenta libras de reserva. En total, recibió cerca de de dieciséis mil libras para el nuevo hogar, incluyendo cerca de setenta libras por la venta de la tierra y la turba (concentración de materia orgánica) que había donde la casa fue construida, y 750 libras de intereses: Mueller usó el punto de vista ´como mayordomo de grandes sumas, que se me han depositado, yo procuro invertir el dinero, hasta que sea necesitado.´

Lunes 18 de junio de 1849. Gran excitación en la calle Wilson: el primer niño estaba listo para mudarse a Ashley Down. ¡Qué hermosa fue la primera impresión que les causó este nuevo y gran edificio!! ¡Les cortó la respiración a los niños!! ¡Cómo se deleitaron con el sonar de los pajarillos cantando, con las vacas pastando en los campos, y la vista que se extendía sobre el valle hasta Stapleton!! Una vez dentro de las instalaciones, hasta los pintados y nuevamente pulidos muebles de madera olían bien, y la totalidad del edificio tenía iluminación y estaba bien ventilado. Para el martes, ya todos, incluidos también los profesores y el personal, se hallaban en el nuevo hogar: ciento cuarenta personas viviendo debajo de un mismo techo. El sábado Mueller estaba apto para redactar: ´hay unas medidas de orden de tal forma establecidas en la casa, por la ayuda de Dios, que hace que parezca  que las cosas son hechas  al tiempo de las agujas de un cronómetro´.
Durante la primera semana, Mueller había estado observando a un visitante del nuevo hogar:
´Estos niños deben consumir una gran cantidad de alimentos.´
Mientras hablaba, sacó de su bolsillo un fajo de billetes que sumaban juntos cien libras. En la misma tarde llegó a la casa un gran barril de cerveza, junto con seis sacos de azúcar. Un tonelero hizo dos grandes nuevos barriles para cerveza totalmente en forma totalmente gratuita. Al día siguiente fueron almacenados diez sacos de arroz. ´Después de todos los muchos y largos periodos de aflicción y pruebas de fe, dentro de estos trece años y dos meses, durante los cuales los huérfanos estuvieron en la calle Wilson’, dijo Mueller: ‘el Señor los ha transformado en comparativa abundancia. ¡Loado sea Su Santo Nombre por eso!!´

´El Sr. J. N. Darby está aguardando que descienda para recibirlo´, le dijo un asistente al mes siguiente.
Lo que realmente sucedió durante el encuentro ha sido amplia y ardientemente discutido: lo siguiente está basado en los registros de Mueller. A la una menos diez en punto, entró Mueller en la sala donde se encontraba Darby y le extendió cordialmente su mano.
´Una vez que ahora has juzgado los escritos de Newton´, dijo Darby, ´ya no hay ninguna razón ni motivo de separación entre nosotros.´
´Solo dispongo de diez minutos ahora,´ replicó Mueller, ´tengo un compromiso agendado para la una en punto, y por tanto, no tengo tiempo para hablar sobre el asunto; debido a que tú has actuado tan vengativamente en toda esta disputa, muchas cosas tienen que ser revistas antes de que tú y yo verdaderamente podamos volver a juntarnos de nuevo.´
Con esto Darby se levantó y salió de la casa. Los dos hombres no volverían a encontrarse jamás. Darby (que falleció en 1882) posteriormente negó que el registro de Mueller sobre la entrevista que mantuvieron fuese correcto, pero no hay documento aparentemente de la versión de Darby sobre el caso. El Profesor F. F. Bruce, uno de los líderes y figuras entre la Hermandad hoy en día, ha comentado que ´una respuesta con mas humor’, por parte de Mueller, debió provocar que aquella oportunidad nunca más fuera repetida. Igual que Mueller, Darby también poseía los atributos de su nacionalidad, y su personalidad impulsiva irlandesa debió haberlo inducido a una posterior severa respuesta´.

Todas las semanas recibía Mueller ahora entre cinco y ocho niños nuevos, y por mayo de 1850, más de trescientas personas se sentaban todos los días a comer en Ashley Down incluyendo el personal que eran más de treinta miembros. Todos los miércoles por la tarde se veían grupos de visitantes alrededor del Nuevo Edificio para los Huérfanos, como era conocido.
´Fuimos reunidos en la puerta´, recordaría un visitante, ´poco después de las dos en punto una numerosa y bonita fiesta de todas las edades en la vida, esperábamos para ser admitidos. Cundo las puertas se abrieron, nos encontramos en un pequeño recibidor, desde donde una escalera de piedra nos condujo hacia el interior de salas espaciosas en el edificio central, donde los visitantes esperan para ser guiados. Esta sala es un cuadrado perfecto, con los cuatro ángulos separados por el hueco de las ventanas, desde donde contemplamos alargados espacios de recreo empedrados, con partes cubiertas de tejado para uso de los niños en tiempo de lluvia. Vimos que uno de los espacios era apropiado para jóvenes de ambos sexos, un cierto número de los cuales se encontraba realizando actividades bajo la supervisión de dos o tres niñas más mayores; otro para niñas; y el tercero para los niños; mientras que por la cuarta ventana se divisaba el jardín por donde entramos las visitas.
Nuestro guía entró, y se hizo cargo de los cuarenta o cincuenta que esta vez se habían  reunido…Comenzamos por introducirnos en la Sala de Día de los más pequeños, donde nos encontramos una tribu de pequeños haciendo cosas, bajo el cuidado de la asistente. Pegado al margen de una de las paredes de esta sala se encuentran unos pequeños cestos de dormir, para uso de los más pequeños si se encuentran cansados de jugar.
´Nos encontramos en una sala como una docena de niños que estaban, bajo el cuidado de una señora, sosegadamente entretenidos y dedicados en la muy necesaria tarea de la hechura y reparación de provisiones (ropa, zapatos, mobiliario, etc.), los cuales atrajeron la simpatía de las mujeres de la comitiva de una manera más expresiva. Una señora, de avanzada de edad, se dejó llevar emocionada por el entusiasmo – “un paso arriba y un paso abajo, es como se perfecciona el zurcido.” Algunos, tal vez, de estos muchachos puede ser que en el futuro lleguen a estar en la marina naval, otros puede ser que escojan ser emigrantes; y nosotros difícilmente podemos estimar el valor de este humilde pero necesario arte en semejantes circunstancias. Aún la más común de las experiencias de los aprendices en este campo, encontrarán que fue muy a menudo de gran provecho para ellos. En todos los casos admiramos la sabiduría práctica que se desarrollaba, aún en los remiendos y reparación de las provisiones, enseñando la mejor manera de hacer las cosas. En el departamento más reciente se encuentran armarios como aquellos para la loza, que sirven para poner de lado sus juguetes, cuando se encuentran estropeados. Estaban bien abastecidos con casi todas las descripciones que una tienda corriente pueda suplir.
´El lugar del aseo, observamos nosotros, se encuentra equipado con baños, y en las paredes están colgados pequeños cestos para cada niño, enumerado, con jabón y escoba del pelo. El más escrupuloso cuidado es evidentemente otorgado para asegurar la limpieza tanto de las personas como de las toallas, así como para evitar habladurías de alguna infantil o juvenil acusación de algún personal contacto.
´Mientras más nos adentrábamos por este establecimiento tan provechoso y útil, más intensamente impresionados nos quedamos viendo que no había el menor rasgo de pobreza en los vestuarios y en el aspecto de los niños. El cabello aseado de las niñas luce con peinados muy lindos, como los que podemos imaginar que hubiesen sido realizados por el amor de una madre; y había en todo el lugar unos ojos que nos miraban a las visitas con una feliz sonrisa, y una transparencia de corazón en sus tiernos rostros, que eran la prueba indudable de que tanto en Principios como en Asistencia, la fuente de motivación es siempre el Amor, y el prevaleciente y dominante espíritu que gobierna todo el establecimiento es la Ley de la Ternura. Es verdaderamente imposible no salir de aquí totalmente convencido de que todo se hace de la mejor manera en cada departamento, y que cada uno de los que coopera en la obra se encuentra admirablemente equipado para sus deberes, y tenía un corazón generoso de amor por su trabajo, que le salía de dentro.´

Aunque ahora Mueller tenía a su cuidado cerca de trescientos niños, él tenía consigo una larga y rápida creciente lista de espera de niños procurando admisión: en diciembre de 1850 la lista andaba por los setenta y ocho nombres (por 1856 ya había crecido para cerca de ochocientos cincuenta nombres). Para él era desesperante rehusar la entrada para uno solo de estos niños.
Nunca hubo una sola institución en el Reino Unido que no fuese selectiva y con una radical admisión supervisada. La mayor parte de las casas admitían públicamente que realmente discriminaban a ciertos niños, esto es, para que a los niños que hubiesen perdido ambos padres les fuese no solo muy dificultoso, sino imposible entrar. La admisión por medio de votos o peticiones provenientes de los donadores, excluía al que es realmente pobre de hacer uso de los orfanatos, una vez que normalmente no tienen ni el tiempo ni el dinero necesario para obtener los votos necesarios requeridos. En el caso de Mueller nada era necesario sino un pedido de admisión dirigido a Mueller – ningún dinero, ningún tipo de suscripción, ningún voto era requerido. La gente más pobre, sin ningún tipo de influencia, sin amigos, apoyo de nadie, que vinieran de cualquier parte del Reino Unido, que provengan de cualquier religión conocida o no conocida, quien apelase en respaldo de un niño que hubiese perdido ambos padres, podían ver al niño admitido si había sitios vacantes. Ni los gobiernos regionales ni los nacionales destinaban fondos apropiados para los huérfanos. Un documento oficial publicado en 1845 dice que existían seis mil huérfanos en las prisiones de Inglaterra. ´Por la ayuda de Dios´, escribió Mueller, ´haré lo que me sea posible para alejar a los huérfanos de las prisiones.´
Mueller comenzó a pensar en la posibilidad de construir un nuevo gran edificio lo suficientemente grande para acomodar a setecientos niños y así poder tener a su cargo un total de mil pequeños. Se encontraba profundamente deprimido por lo que oía decir acerca de las condiciones que había en los centro de trabajo. ´Escucho decir una y otra vez, de fuente segura, que los niños, empleados en la Unión (centros de trabajo obligatorios), son corrompidos, por otros niños maleantes, y otra muy mala gente joven que anda en estos locales; por eso muchos de los familiares pobres de los huérfanos, se ven incapacitados de cuidar de ellos, ni les pasa por la cabeza sacarlos de allí, dejándolos que se corrompan.´
En enero de 1851, Mueller recibió el mayor de los donativos para la obra que le habían dado hasta la fecha: tres mil libras. ´Este donativo es…como una Voz del cielo, hablándome acerca del asunto más profundamente importante a tratar, con respecto al cual estoy procurando la guía del Señor, la construcción de un nuevo Hogar para huérfanos´. Durante cinco meses se mantuvo orando acerca del asunto, poniendo por escrito ocho razones o motivos contra la expansión de la obra, además de una respuesta para cada una de las objeciones y entonces ocho razones para la edificación de un nuevo hogar para setecientos niños.
En abril recibió un donativo, el cual fue contribuido por un vicario, un diácono y  unos capellanes de la Reina.
En mayo de 1851, se decidió finalmente a llevar adelante sus planes de expansión, y comenzó a orar para que Dios le proveyese los medios económicos necesarios –alrededor de 35.000 libras, estimaba él. ´La magnitud de la suma requerida produce en mí una especie de secreto regocijo; porque mientras más grandes sean las dificultades a ultrapasar, mejor y más ampliamente se verá la gloria de Dios, lo mucho que puede ser hecho a través a través de la oración y de la fe.´
En agosto, Mueller recibió un cheque de quinientas libras, pero en los primeros meses de la nueva aventura recibió pocas sumas tan grandes. Durante varios meses en el verano de 1851, corrió la noticia de que de que ya se poseían treinta mil libras disponibles para el fondo económico del edificio: era un falso un rumor, el actual estado de la bolsa no contenía más de 1.200 libras. Mueller se rehúso en principio de desmentir el rumor (él nunca comentaba el estado de los fondos).
´Señor, tú sabes cuan pequeña es la suma que Tu siervo tiene.´ le dijo a Dios, ´en comparación con lo que se necesita. Pero Tú sabes que Tu siervo no ha hecho nada precipitado ni bajo sentimiento alguno en todo este asunto, sino esperado en Ti durante seis meses en secreto antes de hablar de su intención. Ahora Señor, en Tu misericordia, sustenta la fe y la paciencia de Tu siervo, y si Te place, renueva rápidamente su corazón enviándole grandes sumas de dinero, por las cuales está aguardando, y que él confiadamente espera.´
No obtuvo respuesta inmediata la oración y durante algunos meses parecía que el intenso rumor que había afectaba a los donativos. Por marzo de 1852, los fondos fueron decreciendo de tal manera debido a los gastos del día a día, que el día 16 no había literalmente ningún dinero disponible sino el saldo en el fondo del edificio.
Mueller se encontraba esperando en su casa en la calle Paul por un miembro de su personal que vendría proveniente de Ashley Down por más dinero.
´Querido Padre celestial´, oró, ´provee para que no tenga que entregarle dinero de los fondos del edificio para las necesidades del día.´
Al día siguiente, Mueller recibió un donativo de poco menos de mil libras de los cuales retiró doscientos para los gastos corrientes, seiscientas libras para los fondos de la construcción, y el resto para la escuela, Biblias, panfletos y gastos con las misiones.
Este fue uno de los peores periodos en la historia de los Orfanatos debido a las enfermedades. Durante un periodo de cerca de cuatro meses, más de un centenar de niños en el nuevo Hogar llegó a estar seriamente enfermo con fiebre escarlatina y cinco de ellos fallecieron.
Los donativos venían normalmente del extranjero. Un pastor australiano que había leído las Narrativas de Mueller mientras apacentaba su rebaño le envió una ofrenda; una niña pequeña en Nueva Zelandia apartó los huevos de las gallinas y con la venta envió un donativo; otros donativos llegaron de Estados Unidos, Nueva Escocia, Tahití, Canadá, India, Ceilán, África, el Cabo de Buena Esperanza, Turquía, Francia, Suiza, Alemania y de Italia.
A finales de 1852, Mueller oró específicamente con insistencia para que Dios le enviase grandes sumas de dinero. Finalmente, en enero de 1835, él recibió la promesa de que con la suma de donaciones conjuntas de varios cristianos, recibiría ocho mil cien libras. ´Día tras día, durante diecinueve meses seguidos´, escribió, ´he estado procurando  una más abundante ayuda de la que estaba recibiendo. Yo estaba plenamente persuadido de que Dios me enviaría ayuda con grandes sumas de dinero; aunque la espera se me hizo muy larga. ¡Mirad y ved cuan precioso es aguardar en Dios!! ¡Mirad y ved que aquellos que lo hacen así, no serán nunca confundidos!… ¿He confiado en Dios de balde? ¿No se ha manifestado que es mucho más precioso, en todos los caminos, depender enteramente de Dios?´
Al día de 13 de junio la cuenta corriente había decrecido hasta solo haber doce libras. Varios artículos eran necesarios, incluyendo: harina –por ese tiempo se recibían diez sacos para consumir por semana, cerca de dos toneladas de avena, cuatrocientos platos de sopas; y había un número de reparaciones que hacer en la casa empleando un número de operarios, además de los gastos corrientes de cerca de 70 libras por semana. Para colmo de todo esto, el sábado anterior Mueller había descubierto un defecto en el sistema de la calefacción que costaría cerca de 25 libras reparar.
En esa misma mañana, a medida que Mueller subía la cuesta de la calle Paul hasta Ashley Down, oró mientras andaba.
´Señor, hoy es lunes, cuando muy pocas ofrendas se nos entregan normalmente. Pero si es Tu voluntad Tú puedes mandarnos lo que necesitamos.´
Legando a su despacho en el nuevo Orfanato se encontró con un cheque de más de trescientas libras.

El gozo que tuve no puedo explicarlo. Paseé de un lada a otro de mi oficina durante un largo rato, lágrimas de gratitud al Señor corrían en abundancia por mis mejillas, alabando y magnificando al Señor por Su bondad y cuidado conmigo de nuevo, agradeciendo con todo mi corazón a Él por Su bendito servicio. Difícilmente había yo alguna vez sentido de una manera tan intensa la generosidad del Señor ofreciéndome Su ayuda.

A principios de Enero (1854) Mueller recibió la promesa de una posterior donación de una muy buena cantidad de dinero, esta vez de más de cinco mil libras. Un año más tarde volvió a recibir proveniente de un grupo amigo de cristianos otra cantidad de cerca de seis mil libras. Estas dos grandes sumas de dinero hicieron más próxima la fecha en que se podrían comenzar las obras en el segundo edificio.
Durante algún tiempo, Mueller había estado pensando que en vez de levantar un enorme edificio para setecientos niños como originalmente había previsto, sería mejor construir dos casas para ubicar cuatrocientos en una y trescientos en la otra. Por eso él consideró los terrenos que se hallaban en cada extremo del Hogar ´Núm. 1´ y juzgó que la idea era posible de ser llevada a cabo. Llamó a un arquitecto para que reconociese los terrenos y que elaborase un plano para las dos Casas; éste le confirmó que el proyecto era viable.
Así que Mueller decidió hacer un inmediato comienzo en edificar un segundo Hogar en la parte sur del ´Núm. 1´ para albergar a cuatrocientas niñas. En mayo los obreros pusieron manos a la obra y comenzó la construcción. En la lista de nombres de niños que deseaban entrar en los hogares  había en ese momento seiscientos inscritos.

En febrero de 1856 Mueller recibió otro gran donativo de tres mil libras, y en marzo llegó uno posterior con cuatro mil libras.
La gente se inventaba todo género de ingeniosas conjeturas para explicar el remarcable éxito que Mueller tenía obteniendo estas grandes cantidades de dinero sin nunca haber mendigado por fondos. Algunos decían que se debía a que era extranjero; otros sostenían que era por la novedad de la obra; algunos decidieron que Mueller debía tener acceso a algún tesoro secreto; pero la más popular explicación era que todo no pasaba de ser el resultado de los Informes Anuales que Mueller producía. Mueller respondía a estas explicaciones con una cierta gracia.

El que yo sea extranjero, debería ser considerado naturalmente, más bien como un obstáculo para que depositasen en mis manos tales sumas de dinero, y no de un  incentivo en los donadores a que me las ofreciesen. En cuanto a ser nueva la forma de procurar dinero, hace ya mucho tiempo que no es novedad para nadie, porque estamos en junio de 1856 y la obra comenzó en marzo de 1834. En relación al tesoro secreto al cual tengo acceso, hay más verdad en esto de lo que se suponen los objetores; tened por cierto que el tesoro de Dios no tiene fin, y yo, pensando así, me he dirigido solo a ese tesoro para obtener libremente sus beneficios, y simplemente por la fe y las oraciones, de ahí he retirado las más de 113.000 libras que recibí desde el comienzo de la obra.

En cuanto al rumor de que los Informes servían de medio por el cual todo el dinero aparecía, Mueller contestó de la siguiente manera:

‘No hay nada especial en escribir informes detallados. Esto es lo que hace en cualquier institución generalmente, pero habitualmente resulta que los Informes no los lee nadie. Nuestros informes no se distinguen por el poder de lenguaje, ni por hacer llamados a sentimentalismos. Son simplemente declaraciones de los hechos. Los Informes no van acompañados de una inscripción personal como medio para obtenerlos; sino que se envían simplemente a los donadores, o a cualquier individuo que se muestre interesado en recibirlos. Si es cierto que producen resultados, lo que no se da generalmente con los informes, solo puedo atribuírselo al Señor.
…No dudo de que el Señor haya una y otra vez utilizado los informes como instrumento para incentivar a las personas a ayudarnos con los medios. Pues aunque estamos continuamente precisando de grandes sumas de dinero; y como centenas de libras no duran sino un corto espacio de tiempo, yo le ruego al Señor día tras día, y normalmente varias veces al día, para que me supla de los medios, con lo que dicen respecto a los corazones de Sus amados niños, y que a los lectores les constriña por el amor de Cristo a ayudarme con los medios con los cuales les motive Dios. Y si eso es lo que ocurre, no  dudo, que el Señor una y otra vez haya operado a través de Su Espíritu en los corazones de aquellos que han leído o hayan oído hablar de los informes. Pero tanto si se nos suplen los medios a través de los informes, o si no tienen influencia alguna en eso, en cualquier caso es Dios quien está obrando por y para nosotros…’

La siguiente carta llegó al buzón de la puerta de Mueller:

11 de Octubre de 1856.
Querido Sr.
      En admiración por los servicios que usted le  ha rendido a los pobres huérfanos y a la humanidad en general, pienso que es correcto que reserve algunas provisiones para usted mismo. Pienso que es correcto enviarle 100 libras como un comienzo (al que espero que muchos buenos cristianos se sumen también), para formar un fondo teniendo en consideración su mantenimiento y el de su familia, y espero que usted  lo reciba como el principio de un acuerdo. Que Dios le siga bendiciendo a usted y a su labor, así como lo ha estado haciendo en todo respecto a su institución.
                                                                                 Estoy a su servicio, estimado Sr. 

Mueller vio la carta como una tentación para poner su confianza en cualquier cosa diferente que no fuese en la voluntad de Dios Mismo, y respondió así:

Calle Paul 21
Kingsdown
Bristol
12 de Octubre de 1856
Mi estimado Sr.,
     Deseo agradecerle su amable carta, e informarle que su cheque de 100 libras ha llegado a mis manos.
Yo no tengo ninguna propiedad, ni las tiene mi querida esposa; no poseo ni un chelín de salario regular como ministro del evangelio desde los últimos veintiséis años, ni como director del Orfanato y los demás propósitos de la Institución para el Conocimiento de las Escrituras. Cuando tengo necesidad de alguna cosa, me arrodillo y le pido a Dios que se complazca en darme lo que necesito; y Él pone en el corazón de una persona u otra que me ayude. Así han sido suplidas abundantemente todas mis necesidades durante los últimos veintiséis años, y puedo decir libremente, para alabanza de Dios, que no tengo necesidad de nada. Mi querida esposa y mi única hija, una joven con veinticuatro años de edad, tienen la misma manera de pensar. De andar en este bendito camino de vida ninguno de nosotros se encuentra cansado, sino que cada día que pasa estamos más convencidos de las bendiciones de Dios.
Yo nunca he pensado que sea correcto hacer provisiones para mí mismo, o mi querida mujer e hija, excepto de esta manera, que cuando me encuentro en un caso de necesidad, como el de una anciana viuda, una persona enferma, o un niño sin ayuda, yo utilizo liberalmente los medios que Dios me ha ofrecido, plenamente persuadido de que si tanto yo mismo, como mi querida esposa o hija, en un momento o en otro, podamos llegar a estar carentes de algo, Dios nos devolvería lo que le hubiésemos dado al pobre, considerándolo una ofrenda para Sí Mismo.
Bajo estas circunstancias, no estoy capacitado para aceptar su generosa oferta de 100 libras teniéndolas en cuenta como una provisión para mí mismo y mi familia; como me parece entender de su carta. Cualquier cosa que se me ofrezca, sin haberla pedido, es suplida por aquellos que tienen en su corazón ayudarme para suplir mis personales o familiares gastos, yo los acepto agradecido; o cualquier donativo para la obra de Dios con la que estoy comprometido, también la acepto lleno de gratitud, como un mayordomo para los huérfanos; pero su generoso donativo me parece ser específicamente ofrecido para suplir mis provisiones; lo cual juzgo que sería desagradable para Mi Padre Celestial, quien tan bondadosamente me ha ofrecido diariamente el pan a su tiempo. Pero si cree que yo he malentendido el significado de su carta, déjeme por favor saberlo. Retengo en mi poder el cheque hasta que vuelva a tener noticias suyas.
Entretanto, mi estimado Sr., cualquiera que sea el significado de su carta, estoy profundamente conmovido de su generosidad, y diariamente oro a Dios para que se digne a recompensarle ricamente, tanto físicamente como espiritualmente.
En su servicio, muy agradecido
George Mueller

Dos días más tarde Mueller recibió una respuesta, en la cual el donador le pedía que usase las cien libras para el mantenimiento de los huérfanos, y unos pocos días después recibió una carta posterior con doscientas libras de parte del mismo donador.
Por el mes de noviembre de 1857, Mueller abría el Hogar ´Núm. 2´ (como llegó a ser conocido) en Ashley Down: se situaba inmediatamente al sur del Núm. 1 perfectamente encuadrado con él. Tenía sitio para cuatrocientas niñas –doscientas niñas de ocho años para arriba y doscientas más pequeñas, y la primera y emocionada niña llegó a mediados de noviembre.
Los escépticos dudaban si Mueller sería capaz de proveer los medios para setecientos niños, y el largo número de personal que ahora empleaba. Estas dudas fueron desbaratadas; y en los años que estaban por venir Mueller sorprendería al mundo al triplicar la dimensión de su obra.


14

Cuando el Viento del Sur Sopló

Los dos nuevos Orfanatos estaban completamente aclimatados por una central de calderas de gas. A finales de noviembre de 1857, un asistente le trajo una carta a Mueller con una mala noticia:
´La caldera que alimenta los radiadores de la calefacción del Hogar núm. 1 sufre de una grave avería. No podremos enfrentar el invierno si no intervenimos ahora.´
La caldera estaba totalmente rodeada por un muro de ladrillo, y la localización de la avería no podía ser detectada sin derribar ese muro, una operación que debería causar daños posteriores a la caldera. Durante los ocho inviernos que trabajó hasta ahora, nunca había dado problemas y este contratiempo les tomó de sorpresa. Mueller firmemente creyó que el no haber hecho nada y el haber dicho: ´Confiaré ese asunto en las manos de Dios´, había sido una presunción descuidada, y no fe en Dios. ´Eso sería´, dijo él, ´lo contrario de fe.´ Alguna cosa, por tanto, tenemos que hacer ya y rápidamente.
´Estoy excesivamente preocupado de que los niños –especialmente los más pequeños– no sufran con el frío´, le dijo Mueller a su asistente. ´Una nueva caldera llevaría muchas semanas para ser instalada. ¿Podría la que está ahora ser reparada?´
´No podemos tener la certeza de eso´, le contestó el asistente, ´pero de cualquier manera nos llevará varios días derribar el revestimiento de ladrillo para identificar el problema.´
´ ¿Podremos usar gas en la calefacción temporalmente?´
´No es suficiente el gas disponible que tenemos del sistema de iluminación, para calentar el vasto número de radiadores que son requeridos.´
¿Podemos utilizar “los radiadores de Arnott?´
´Esos no serían apropiados porque requieren altas chimeneas para despejar el humo.´
´Cualquiera que sea la solución´, dijo Mueller, ´no debemos permitir que las finanzas entorpezcan nuestro camino. Tendré todo el gusto en gastar cientos de libras, antes que ver a los niños sufriendo de frío.´
Mueller decidió que había que remover el muro de ladrillo para ver la extensión de los daños, y si fuese posible arreglarlos para que pudiesen resistir al invierno. Fijó una fecha el siguiente miércoles para que los trabajadores comenzaran las reparaciones necesarias. Él sabía que cuando los obreros llegasen el fuego en la caldera tendría que ser apagada. El día después de que Mueller así lo programase, apareció el primer día verdaderamente frio del invierno, y un gélido viento del norte se asentó. Mueller se arrodilló para orar.
´Señor, Tu sabes que no puedo llevar a cabo las reparaciones. Querido Padre, te pido dos cosas. ¿Podrías tener la bondad de cambiar el viento norte en un viento sur; y que te dignes darles a los obreros un “corazón para trabajar” como lo hiciste cuando Nehemías reconstruía el muro de Jerusalén en cincuenta y dos días porque “el pueblo tenía corazón para trabajar?”
El martes por la tarde, antes de que los trabajadores llegasen, el gélido viento del norte permanecía; pero en el miércoles, el viento del sur sopló exactamente como se lo había pedido Mueller a Dios en oración. El tiempo estaba tan agradable que no se necesitaba calefacción. Los operarios aparecieron puntualmente, removieron el revestimiento de ladrillo, encontraron la avería en la caldera y comenzaron a repararla.
A eso de las ocho y media de la tarde del miércoles, cuando Mueller se retiraba para su casa, le detuvieron en el recibidor a la entrada en la puerta del Hogar de Ashley Down.
´El jefe de la firma´, le dijo el portero´, que fabrica la caldera ha venido para ver cómo va la obra y cómo podrían ser acelerados los trabajos.´
Mueller regresó de inmediato al Hogar núm. 1 y procuró juntarse con el jefe para ver cómo iban los trabajos.
´Los hombres trabajarán hasta tarde hoy´, dijo el jefe, ´y volverán aquí de nuevo por la mañana muy temprano.´
´Nosotros preferiríamos, señor, trabajar toda la noche´ le dijo el empleado.
Mueller se acordó de la segunda parte de su oración. ¡Dios es quien le da verdaderamente a los hombres “un corazón para trabajar”!!
Por la mañana los hombres completaron las reparaciones, acabaron con la avería – aunque con grandes dificultades– y en un tiempo de cerca de treinta horas, se reconstruyó el muro de ladrillo. Finalmente reencendieron el fuego en la caldera con mucho regocijo.
Y durante todo el tiempo sopló un agradable vientecillo del sur.

Los donativos para una tercera casa todavía continuaban apareciendo: al comienzo de 1858, Mueller recibió un donativo de tres mil libras, y dos más con 800 y 700 libras. Estos, y otros donativos similares, significaban que Mueller ahora tenía consigo los fondos necesarios para comenzar la obra en el núm. 3. En septiembre compró once acres y medio de terreno al lado del camino frente a los Hogares núm. 1 y 2. Como el sitio era espacioso, él decidió construir el núm. 3 lo suficientemente amplio para acomodar a cuatrocientos  cincuenta niños. Eso significaría que tendría un total de mil ciento cincuenta niños a su cargo. Ahora precisarían de varios miles de libras extras. En diciembre, una fábrica de cristales le comunicó que supliría en el edificio núm. 3 todo el cristal de los trescientos  cincuenta ventanales sin costo alguno. En los primeros días de enero de 1859, Mueller recibió setecientas libras, de las cuales separó cuatrocientas para el fondo del edificio.
Durante 1859 y 1860, los donativos aparecieron rápidamente e incluían números de muy sustanciosos donativos en respaldo del edificio. Incluso cuando el núm. 3 estaba siendo construido, y justo antes de que fuese abierto, los pensamientos de Mueller se centraron en una posterior extensión dramática de su obra. Después de un periodo de oración diaria y reflexión, se decidió a construir  dos Hogares más grandes en Ashley Down para ochocientos cincuenta niños, y así serían eventualmente un total de dos mil niños a su cuidado. ¿Cuáles eran las razones para una tan costosa expansión? ¿Sería verdaderamente necesario?
Con respecto a la necesidad, el número de inscripciones de admisión iban creciendo constantemente a principios de 1860. Casi todos los días llegaban nuevas inscripciones, a veces tres y cuatro en un mismo día. Además, Mueller hasta ese tiempo había estado más centrado en proveer de un hogar para niñas en vez de niños. ´Las niñas´ decía él, ´son el sexo más débil; y se encuentran por eso más expuestas que los niños de caer terribles negligencias; y nosotros podemos fácilmente mantenerlas hasta que cumplan los dieciocho o los diecinueve años de edad.´ Así la supervisión debía tener mayor consideración a las niñas que a los niños. ´Pero ahora´, continuó Mueller, ´he sido guiado a considerar que debemos hacer algo más también por los niños, para prevenir, si nos es posible, el necesario rechazo al niño de una familia, teniendo con ellos la misma actitud que con las niñas, de  ser recibidas sin impedimento.´
El hospedaje en otros orfanatos en el Reino Unido todavía eran inadecuados; y su admisión supervisada altamente selectiva. ´Y aunque hubiesen espacios disponibles en ellos´, dijo Mueller, ´que no es el caso, aun así, las reglas que tienen de admisión por votos, las cuales se ejercen en la mayoría de ellos, hacen difícil, si no imposible, para las personas más pobres y más destituidas que puedan servirse de ellos…Una vez recibí un pedido de admisión para varios huérfanos, cuya madre, una viuda, que pretendiendo obtener votos para uno de sus hijos sin padre, se quedó tan en extremo cansada un día que ella volvió para su casa de recolectar votos, se sentó y falleció.´ La única alternativa para estos pobres niños fue los centros de trabajos obligatorios.
Muchos de los niños  -aun los ya jóvenes– que Mueller recibió desde el principio de su obra, eran incapaces de leer cuando llegaron a los Hogares. Mueller escribió que ellos tenían el privilegio y regocijo de educar a centenas, que de otra manera no podían cultivarse mentalmente; además de enseñarles una gran variedad de otras cosas que son provechosas en esta vida para hacer de ellos miembros útiles de la sociedad´. Pero, continuó el, ´ con todo el progreso físico y mental que reciben, nunca debemos darnos por satisfechos. Todo nos parecería ser excesivamente corto, si ellos no fuesen beneficiados primero espiritualmente…Y esta bendición tenemos nosotros que agradecerla a Dios, no solo concerniente a veinte o cincuenta huérfanos, sino concerniente a centenares.´
Recordando atrás a los cerca de treinta años de la obra, existían amplios incentivos para que Mueller expandiese las actividades de la Institución. Incrementar el trabajo administrativo no resultaría un problema; a principios de 1860 empleó efectivamente a tres asistentes de tiempo entero para que se ocupasen de la correspondencia, de los fondos y de asuntos similares. Él pudo expandir su personal como era requerido. Pero los gastos de supervisar a dos mil niños y además al personal serían enormes. Dos nuevos Hogares con la necesaria tierra debían costar alrededor de cincuenta mil libras.
Le dijo la gente: ´¿Y cómo será capaz de llevar a cabo la obra, y de abastecer las necesidades del edificio, cuando los gastos corrientes asciendan a cerca de 35.000 libras al año?´
´Yo sentí naturalmente todas esas dificultades considerando la obra’, respondió Mueller. Yo no soy ningún fanático o entusiasta, sino, como todos los que me conocen saben muy bien, un quieto, sereno, sosegado y calculador hombre de negocios; y por tanto sé muy bien que me sería totalmente imposible, viéndolo por los cinco sentidos; pero así como siempre se ha llevado a cabo todo en esta obra desde el principio, por la fe sola, confiando en el Dios Viviente solamente para todas las cosas, pues así va a seguir también con respecto a este ensanchamiento. Yo busco al Señor solamente por los cooperadores, terrenos, medios y todo lo demás que sea necesario. He considerado las dificultades durante meses enteros, y he he analizado al pormenor cada una de ellas; pero la fe en Dios las echa por tierra a todas.´
Mueller originalmente comenzó su obra con los niños con el objetivo de demostrar lo que se puede llegar a realizar solo por la fe.

Mi principal objetivo era la gloria de Dios, dando una práctica demostración de lo que puede ser alcanzado simplemente a través de los instrumentos de la fe y la oración, para beneficiar a la Iglesia de Cristo más ampliamente, y que lleve a un desprotegido mundo a darse cuenta de la realidad de las cosas de Dios, demostrándoles a los hombres, en este mundo, que el Dios Viviente es todavía, el mismo que hace cuatro mil años. Esta súplica mía me fue concedida abundantemente. Multitudes de pecadores han sido así convertidos, multitudes de niños de Dios en todas partes del mundo se han visto beneficiados por esta obra, así como yo lo había anticipado. Pero mientras más iba creciendo la obra en amplitud, mayor iba siendo la bendición, concedida  por la misma vía en que yo procuraba por las bendiciones; porque la atención de cientos de miles se ha fijado en la obra y varias decenas de millares han venido para verla de cerca. Todo esto me guía a desear más y más aplicar este principio y a trabajar por esa vía, para poder traer una todavía más grande gloria al nombre del Señor…Para que pueda darse a conocer cuánto puede hacer un pobre hombre, simplemente por confiar en Dios, y puede realizar a través de la oración; y para que así otros hijos de Dios puedan ser inspirados a crecer en la confianza hacia Él, en sus individuales posiciones y circunstancias.

A finales de mayo de 1861 Mueller anunció su intención de ampliar su obra para instalar a dos mil niños. Al final de año, no más de unas mil libras habían entrado en los cofres de las cincuenta mil que serían necesarias para la construcción de los hogares núm. 4 y 5. Mueller calculaba que a ese paso se necesitarían alrededor  de veinticinco años antes que llegase el dinero necesario para que la construcción tuviera lugar. Pero no estaba desesperado: se mantuvo confiado.
En la tarde del 11 de enero, Mueller pasó varias horas en Ashley Down orando por varios aspectos de la obra que dirigía, y para que el dinero entrase en los fondos. Cuando llegó a su casa de la calle Paul, se encontró con un cheque registrado de dos mil libras con la siguiente nota:

Le envío un cheque, con el valor de 2.000 libras, el cual espero que acepte con mi más grande amor y como expresión de mi enorme gratitud de corazón a Dios por el privilegio de ser un cooperador en la obra de protección para los huérfanos. Desearía que fuesen utilizados en los dos edificios que usted se propone, Dios mediante, edificar. Había considerado distribuir 1.000 libras en cada uno; pero tiene usted toda la libertad de usarlo todo en el primero que se construya, si ese es su deseo. Y además, una vez que han sido ofrecidas para el Señor, yo se que serán bien empleadas.

Tres días más tarde recibió otras dos mil libras y una quincena después más otras dos mil y quinientas. ¡Los veinticinco años de espera para que los Hogares núm. 4 y 5 fuesen construidos comenzaron a parecer más cortos!!

A principios del verano de 1861, la familia Townsend se mudó para Bristol. Mueller y John Townsend, que había estado ayudando a George en su obra en la Escuela de Domingo en Bristol, llegaron a ser amigos muy cercanos. La hija de Townsend, Abigail, todavía no había cumplido tres años cuando su familia llegó a Bristol pero rápidamente  sintió un amor muy especial por Mueller y pasaba muy a menudo tiempo en Ashley Down con George y Mary en la calle Paul. Se sentía fascinada mientras oía a sus padres hablando del camino que Dios le providenció a Mueller y a sus niños.
´! Yo quiero ser como George Mueller!´ solía decir muy a menudo.
Una vez en la calle Paul dijo: ´Ojalá que Papito responda a mis oraciones como Él hace con las tuyas, George Mueller.´
´Así lo hará, querida mía.´
Teniendo a Abigail en su regazo, él repitió la promesa de Jesús: ´Cualquier cosa que pidiereis en oración, creed que la recibiréis, y será vuestra´ (Marcos 11:24).
´Ahora bien, Abbie, ¿qué es lo que tú quieres pedirle a Dios?´
´Algo de lana.´
Juntándole sus manos, Mueller dijo, ´Ahora tú repites lo que yo diga: Por favor Dios, envíale a Abbie algo de lana´.
´Por favor Papito envía a Abbie algo de lana.´
Soltándose de sus brazos Abigail salió corriendo para jugar en el jardín, muy segura de que la lana llegaría.
Entonces se acordó de que Dios no sabía que tipo de lana quería ella, así que regresó a los brazos de Mueller.
´Yo quiero orar de nuevo.´
´Pero ahora, querida, estoy ocupado.´
´Es que me he olvidado de decirle a Dios el color que quería.´
Tomándola de nuevo en sus rodillas, Mueller dijo: ´Está bien, se siempre muy clara, ahora pídele a Dios lo que quieres.´
´Por favor Papito, envíame una lana “atul claro”, dijo Abigail, que aunque tenía un rico vocabulario, no podía pronunciar la ´zeta´ bien, y la cambiaba por la ´te´.
 La mañana siguiente llego un paquete dirigido a Abigail conteniendo una cantidad de variedades de lana. Su profesor de la Escuela de Domingo, se acordó de que su cumpleaños estaba muy próximo aunque no sabía exactamente cuando era, y recordando además que le gustaba mucho hacer trabajos de lana, había comprado algunas y se las envió –no en su cumpleaños– sino en el día perfecto para deleite de la niña viendo que Dios oye y responde las oraciones.
Una de las historias que más amaba Mueller también con respecto a Abigail Townsend, y que no se encuentra registrada en el diario de Mueller, pero está incluida en una corta biografía, Las Aventuras de la Hermana Abigail, es la siguiente:
Una mañana temprano, Abigail se encontraba jugando en el jardín en Ashley Down cuando Mueller vino a ella y le cogió su mano.
´Anda, vamos a ver lo que el Padre va a hacer ahora.´
La llevó hasta el enorme comedor donde ya estaban dispuestos los platos, tazas y utensilios de comida sobre las mesas. De acuerdo con el registro, no había nada más dentro de los platos vacíos sobre la mesa. Los niños estaban de pie esperando por el desayuno.
´Niños, vosotros sabéis que tenemos que llegar temprano a la Escuela´, dijo Mueller, y juntando sus manos oró: ´Querido Padre, nosotros Te agradecemos por aquello que Tú nos vas a dar de comer hoy.´
En ese momento oyeron todos unos golpes secos en la puerta. El panadero se encontraba allí de pie:
´Sr. Mueller, no he podido dormir nada la noche pasada, Algo me hacía sentir que no tenían pan suficiente para el desayuno, y el Señor quiso que les trajera alguno. Así que me levanté a las dos de la mañana y me puse a fabricar algún pan caliente, y ahora lo he traído.´
Mueller agradeció al panadero y alabó a Dios por Su cuidado.
´Niños´ dijo él entonces, ´no solo tenemos pan, sino pan fresco, recién hecho y todavía caliente.´
Casi inmediatamente escucharon una segunda llamada en la puerta. De esta vez era el lechero.
´Sr. Mueller, el carro donde transporto la leche ha sufrido una avería a la puerta de su orfanato. Desearía ofrecerles a los niños la carga de leche fresca para que pueda vaciar el remolque y reparar el problema.´
Mueller le agradeció al lechero y los niños disfrutaron su desayuno.

Después de algunos retrasos en la construcción, el tercer Orfanato en Ashley Down se abrió por fin el día 2 de marzo de 1862. El más grande de los edificios levantado por Mueller en Ashley Down, el núm. 3 era también el más relevante en su posición y llegó a ser (y a ser recordado) un famoso emblema de Bristol. Un hombre que vivía en Horfield, cerca de Ashley Down, dijo que, ´siempre que le surgían dudas sobre el Dios Viviente sobrevolándole por sus pensamientos, él acostumbraba a levantarse por la noche para contemplar las muchas ventanas que había en Ashley Down, brillando a través de la oscuridad como las estrellas en el cielo.´
Pero con una lista de espera en ese momento de cerca de un millar de niños, Mueller estaba ansioso de que aun mas estrellas brillasen en Ashley Down. En octubre de 1864, un donativo de cinco mil libras sumó a lo que ya había en el cofre del edificio más de  veintisiete mil libras y Mueller se propuso comprar el terreno para edificar el Hogar núm. 4. Durante algunos años había estado observando un precioso sitio en el mismo margen de Ashley Down donde se ubicaban los Hogares núm. 1 y 2, opuestos al núm. 3. El terreno poseía unos dieciocho acres y tenía una pequeña casa y otras construcciones anexas en un extremo de la propiedad, muy cerca del punto donde la carretera de Sefton Park se encuentra con la carretera de Ashley Down (entonces un tortuoso camino). Mueller le había pedido a Dios en oración centenas de veces para que fuese capaz de levantar dos grandes hogares en aquel lugar.
Ahora que ya tenía consigo el dinero necesario para edificar el cuarto Hogar, Mueller fue a visitar al agente que actuaba en nombre del dueño del terreno y le preguntó si la tierra se encontraba en venta.
´Así es’ respondió el agente, ´pero la persona que la tiene alquilada solo la desocupará el día 25 de marzo de 1867.´
Mueller no se sintió desilusionado con esta noticia. Él esperaba, por medio de la oración, hacer un acuerdo con el arrendatario, persuadiéndole de que saliera antes de aquel tiempo, a cambio de alguna compensación económica. Habían surgido entretanto otras dos dificultades. En primer lugar, lo que el dueño pedía eran siete mil libras por el terreno, lo cual Mueller juzgaba ser considerablemente más caro que su valor real; segundo, él había leído que la Compañía de Trabajos del Agua de Bristol pretendía construir un adicional depósito de abastecimiento de agua para la ciudad en el mismo terreno, y conseguido un Acto del Parlamento (doc. oficial) para el efecto.
Varias veces por día Mueller ahora se entregaba específicamente a orar por estos tres inconvenientes. Él entonces se fue a visitar al comité de directores de la Compañía de Aguas para saber del depósito de aguas.
´Nosotros solamente necesitamos de una pequeña área de tierra se requiere para el depósito´, le dijo el comité, ´no lo suficiente como para interferir en sus planes. Si nos es posible no ocuparemos ni tan siquiera ese trozo de terreno, si es que nos aparece entre tanto algún otro sitio.´
Sosegado, Mueller entonces se fue a visitar al colono y le habló acerca de sus planes para el terreno y su esperanza de que fuese posible comprarlo antes de marzo de 1867, cuando expiraba su alquiler.
´Tengo mucha esperanza´, dijo también Mueller, ´que podamos llegar a un acuerdo de una manera cordial y amigable.´
´Deme por favor unos pocos días para pensar sobre el asunto’, le respondió el inquilino.
Mientras el hombre pensaba, Mueller oraba. Después de una semana, le hizo una segunda visita al colono.
´Yo no había imaginado que la tierra seria empleada para un propósito tan útil y provechoso´, respondió el colono. ´Pero al haberme gastado una buena cantidad de dinero con la casa, espero una compensación económica para dejarla libre antes del tiempo.
´Yo estoy listo y feliz de poder hacerlo así´, dijo Mueller.
Hasta ahora todo iba bien. Pero ahora Mueller tenía que enfrentar el último y el más difícil de los obstáculos: el precio que el propietario pedía por el terreno. Como siempre solía hacer, él combinó la ardiente oración con el sentido común de los negocios – vemos al Mueller, proyectista y negociador. Él sabía muy bien cuan ventajosa era la tierra para su institución; pero su punto de vista era que su valor para una institución con los huérfanos no podría ser el mismo que el valor del mercado para los depósitos de agua.
´Querido Padre celestial´, oró él, ´¿podrías convencer al dueño de la tierra de aceptar una cantidad considerable más baja de la que está actualmente pidiendo?´
Él visitó al dueño, y de una forma educada pero firme le dijo el por qué no creía que la tierra valiese la cantidad que él estaba pidiendo. Conversaron durante un cierto tiempo y el dueño se quedó callado unos minutos.
´Acepto las 5.000 libras por la tierra en vez de las 7.000 que pedía al principio.´
Mueller aceptó y concordó en pagarle esta cantidad. Él sabía que debido a que el terreno estaba nivelado se ahorraría mucho dinero a la hora de levantar los cimientos para los dos nuevos hogares; un nuevo alcantarillado, concluido unos pocos de meses antes, podrán ampliamente beneficiar los Orfanatos; podría continuar recibiendo gas del reservatorio de Bristol; y por fin se dio cuenta de que la gran ventaja para él, era que edificando en las proximidades de los otros tres Orfanatos significaba que toda la institución podría ser más fácilmente dirigida. Ninguna otra tierra en Bristol ofrecía estas mismas ventajas: Aunque no lo dejase trasparecer en su rostro, Mueller sintió un regocijo.
´El Señor nos ha ofrecido generosamente la tierra´, pensó él.

Un misionero, que, a pesar de su juventud, impresionó enormemente a Mueller, hizo una visita a Ashley Down en agosto de 1865: James Hudson Taylor. Desde los primeros días de su vida cristiana, Hudson Taylor había sido inspirado por el ejemplo de Mueller; y ahora que –con treinta y tres años de edad, pero con seis años de experiencias en China a sus espaldas– había fundado su propia sociedad misionera basada en principios similares a los Orfanatos de Mueller, él valorizaba más que nunca al hombre de las oraciones, de los juicios y de los avisos de Dios que había en Bristol.
En el día 22 de agosto llegó a Ashley Down con un grupo de jóvenes miembros de la nueva Misión en Tierras de China y registró en su diario:

Estuve una hora con el Sr. Mueller. Habló muy precisamente acerca del llamamiento y del espíritu del misionero; sobre la consecutiva lectura de las Escrituras; sobre la oración y la fe en Dios; sobre los obstáculos y muros espinosos.

Al día siguiente Taylor registró:

El Sr. Mueller habló sobre la comunión con Dios como un acto para Dios; y bajo la necesidad de no hacer nada vacilando; sobre el deber de mezclarnos libremente con la gente, y la restricción de hablar en inglés entre nosotros (en la presencia de personas chinas que no nos entiendan); y finalmente nos prometió orar por el grupo.

A medida que Mueller les iba mostrando a los jóvenes misioneros los hogares, y ellos se iban dando cuenta de la felicidad, de la salud y de lo bien vestidos que estaban los niños, se pusieron a reflexionar sobre el valor de las oraciones ofrecidas por Mueller. Durante los veinte años siguientes, el soporte práctico de Mueller a la Misión en Tierras de China fue crucial para su desarrollo. (Ver Hudson Taylor: Un Hombre en Cristo, Roger Steer, OMF ooks, 1990?).


Juan 9:25b Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.

AMAZING GRACE -SUBLIME GRACIA

                                  http://www.youtube.com/watch?v=Pbzxk0YmHoE 



Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu dirección de e-mail o contactarnos escríbenos a: mirasoloadios@live.com

Comentarios