Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

ORIENTALISMOS: EL NACIMIENTO Y LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS

Por Bishop K.C. Pillai
Del Libro "Luz a través de una ventana Oriental"


Traducción al español por Juan Luis Molina
Con la colaboración de
Claudia Juárez G.



Capítulo 3

El Nacimiento

En el Oriente, las mujeres en el parto pasan por un periodo más penoso y duro que las de Occidente. No solo por el hecho de que los métodos modernos no se encuentran disponibles para ellas, sino que, además, existe una presión adicional de preocupación acerca de si el bebé que está por nacer será un niño o una niña. Si la mujer es capaz de concebir un niño, entonces habrá un gran regocijo en la casa; si desafortunadamente da a luz una niña, en la casa ya no será tanta la bendición que exista. De hecho, si una familia tiene varias niñas en su lista, es muy probable que caiga en quiebra y bancarrota, debido a las exorbitantes dotes que se requieren para contraer un buen matrimonio para ellas. Incluso hoy en día, un rey podrá divorciarse de su mujer por el imperdonable pecado de darle solamente niñas y ningún niño a quien le sea pasada la corona.
Las parteras desde los tiempos antiguos han incentivado a sus pacientes en el trabajo de parto, declarándoles con optimismo para animarlas que el bebé que va a nacer será seguramente un niño. Por eso leemos en Génesis 35:17: “Y aconteció, como había trabajo en su parto (de Raquel), que le dijo la partera: No temas, que también tendrás este hijo.”  Y de nuevo en Juan 16:21: “La mujer cuando da a luz, tiene dolor porque ha llegado su hora; pero después que ha dado luz a un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo.”
Cuando el hijo de un rey está naciendo, hay un flujo muy grande de actividades en el palacio. Músicos, astrólogos y otros personajes afines mantienen una vigilia hasta que es anunciado el resultado del parto.
La partera anuncia la llegada del bebé haciendo sonar la campana en el techo del palacio, y entonces los músicos comienzan a cantar esta canción:
¡Al Rey Micah un Bebé le es nacido!
¡Al Rey Micah un niño se le ha ofrecido!
Podemos ver este mismo tipo de canción registrada en Isaías 9:6. La diferencia se encuentra en que esta es la profecía de la venida del Mesías; por eso sus palabras son:
Porque un niño nos es nacido,
Un hijo nos es dado.
Normalmente es el nombre del padre el que se usa, y no  “nos es nacido o nos dado”.
En Ezequiel 16:4 encontramos otra referencia a una costumbre del nacimiento. Este versículo dice: “Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste…. no fuiste salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas.” Después de haber leído el capítulo del pacto de sal, no puede cabernos la menor duda de que esta frase indica que la persona a quien le son dirigidas, no es ni de fiar ni verdadera. Los hijos de reyes y princesas en el Oriente hoy en día son todavía “salados y envueltos en fajas.” Se rocía con una pequeña cantidad de sal sobre el bebé, significando con eso que los padres harán lo posible por enseñarle a ser verdadero. Después, el bebé es envuelto en fajas o pañales. Las fajas son unas tiras finas de gasa de alrededor de 5 cm. de anchura con las cuales se rodea todo el cuerpo del bebé, desde los brazos y las piernas hasta quedar todo envuelto. Esto es una señal para Dios de que los padres educarán al niño para que sea honesto y leal delante del Señor, y libre de comportamientos desviados.
El niño permanece así durante un espacio de tiempo que varía entre quince minutos a dos horas, mientras los padres meditan y hacen sus votos de compromiso a Dios concerniente al sagrado deber que les fue otorgado cuando recibieron al niño.
Lucas registró el nacimiento del Señor Jesús: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales (o fajas), acostado en un pesebre…”  (Lucas 2:7). Sabemos que a María le había sido anunciado por el ángel que su hijo sería llamado el Hijo de Dios; es por ese motivo que ella fielmente actuó con él de la manera que se hacía con los hijos de reyes y le envolvió con los pañales. A mí me sorprende mucho escuchar los comentarios que se hacen en el Occidente diciendo que estos pañales o fajas debían ser harapos, una vez que María y José eran pobres y no podían vestir con la indumentaria apropiada al niño. Algunas de las personas más ricas en India, que mandan traer enviados desde Paris fabulosos atuendos para sus bebés, también emplean las fajas para seguir llevando a cabo esta antiquísima tradición.
Después de haberle anunciado a todo el mundo el nacimiento, el rey recibe entonces muchos regalos de felicitaciones. Otros reyes y emisarios envían cocos, dinero y otros tipos de regalos. Vemos esta parte de la costumbre realizada también en el nacimiento de Jesús con la venida de los Magos de Oriente y el oro, el incienso y la mirra que le pusieron a sus pies. Esta costumbre es una de las razones por la que los reyes orientales son generalmente más ricos que los del mundo Occidental: sus hijos son para ellos fuente de riquezas.
Hablando del tema, ¿Sabes que la fecha de nacimiento de Jesucristo no fue el 25 de diciembre como generalmente se supone? Esta fecha fue escogida en el tiempo del emperador Constantino, quien aparentemente se convirtió al cristianismo solamente por razones políticas. Muchas de sus prácticas paganas llegaron a ser después nominadas como cristianas. En este caso, en esta misma fecha se celebraba una fiesta pagana en honor del nacimiento de un  niño dios pagano. Así que solo trasladaron aquella celebración al nacimiento de Cristo.
La antigua tradición localiza el nacimiento de Jesús entre los finales de agosto y mediados de septiembre. Algunas de las iglesias Ortodoxas todavía  observan este acontecimiento por esas fechas.
De acuerdo a la ley de Moisés, todos los niños varones deben ser circuncidados al octavo día. Hay dos registros acerca de este rito que se encuentran en la primera parte del Evangelio de Lucas; primero con Juan el Bautista, y después con Jesús.
Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan. (Lucas 1:59-60).
Y de Jesús:
Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. (Lucas 2:21).
(Si el niño fue, o no fue llevado al templo para esta ocasión, no se nos dice. Pero las palabras “vinieron para circuncidar” parecen indicar o bien que el sacerdote se acercó al niño, o bien “cuando el tiempo llegó…”).
Pero una cosa es cierta, el niño tenía que ser presentado en una ocasión posterior en el templo de acuerdo a la ley de Moisés.
Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor. (Lucas 2:22).
Esta ley de Moisés está detalladamente registrada en Levítico 12:2-7:
Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será inmunda.
Y al octavo día se circuncidará al niño.
Más ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario, hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación…
Cuando los días de purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija, traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión al sacerdote.
Por este relato sabemos que Jesús fue presentado en el templo a los 40 días posteriores a su nacimiento, y por consecuencia lógica aquella visita de los Magos, que se describe en Mateo 2, debió realizarse en algún tiempo posterior a esos 40 días, una vez que María y José con el niño huyeron para Egipto justo después de la partida de aquellos hombres sabios. Por tanto, la fecha tradicional de la Epifanía, doce días después de la Navidad, debe ser considerada como un mero día sobre el cual se celebra el acontecimiento, y no su aniversario.
Se hace aparente, después de mucho estudio de la Palabra de Dios, que todo lo que precisamos nosotros saber como hijos Suyos que somos, ha sido registrado en las escrituras con esa finalidad. Toda la escritura  ha sido dada para enseñar, corregir y redargüir, para instruir correctamente en justicia (2ª Timoteo 3:16). Así, pues, si la fecha exacta de la Natividad y de la Epifanía son importantes para nosotros,  porque así han sido registradas en la Biblia. Con toda seguridad entonces, el Nuevo Nacimiento y toda la información necesaria para la salvación del individuo son informaciones mucho más importantes que el nacimiento físico del Salvador.



Capítulo 4


La Educación de los Niños


Tan pronto como el niño es lo suficientemente mayor como para tener entendimiento, se le enseña que fue salado y envuelto en pañales cuando era un bebé. Una madre hindú le dice muy a menudo a su hijo: “Tú fuiste salado para orar siete veces al día; y fuiste envuelto en pañales para no tener una conducta desviada.” Estas madres creen verdaderamente el proverbio aquel que dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
A la edad de cinco años, algunos niños hindús son llevados al templo para dedicarlos a Dios, cada uno conforme a la casta que pertenecen. La ceremonia incluye el horadar el lóbulo de su oreja con una aguja caliente; el niño entonces es “marcado en la oreja” para servir a Dios en los programas que a su casta se le asignó tradicionalmente.
Después el niño se pone en manos del abuelo de la familia para entrenarlo religiosamente. El abuelo actúa como el sacerdote de la familia y parte de sus obligaciones es precisamente instruir a los niños. Cada noche otro nieto, y yo con él, íbamos a la cama del abuelo, uno a cada lado, y éramos instruidos antes de irnos a dormir. A la mañana siguiente cuando nos despertábamos, cerca de las cinco de la mañana, éramos llamados para repetir la lección. En la almohada del abuelo había una vara para ser usada en caso de no acordarnos de la instrucción. (Yo me acuerdo todavía muy bien de esa vara).
Esta costumbre de enseñar en la cama antes de dormir se menciona en Lucas 11:7, cuando el amigo se acerca a un vecino a media noche pidiendo tres medidas de pan para los huéspedes que se presentaron en su casa inesperadamente, y el hombre le dice: “No me molestes; la puerta está ya cerrada; y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme y dártelos.”
Después de las devociones matinales, el abuelo nos lava, y mientras somos lavados, cantamos una canción de los Vedas cuya letra es un clamor a Dios para que nos limpie los pecados internos al mismo tiempo que nos lavamos el cuerpo.
A seguir nos sentábamos de piernas cruzadas en la alfombra, decíamos nuestras oraciones y por fin tomábamos el desayuno.
El abuelo también acompañaba al niño hindú a la escuela vigilando cuidadosamente que no tuviese un mal comportamiento en el camino. En India, cualquier persona adulta puede reprender o castigar a cualquier niño en la calle que tenga una mala conducta. De hecho, los padres se acercarán después para agradecerle personalmente a la persona que le reprendió.
Desde la guardería hasta el tercer grado, los niños hindús se sientan en el suelo para aprender sus lecciones. El profesor se sienta en una silla para que los niños estén verdaderamente “a los pies” del maestro. El objetivo de esta costumbre es enseñarle humildad, y lo primero que se le enseña es a escribir la palabra “Dios” (Dev o Deva) en el suelo con su dedo. Este es el mismo método que tiene siglos de antigüedad de contemplación y espera mirando a Dios. Tanto los jueces como los ancianos utilizan siempre este mismo método mientras oran y piden la guía divina en sus decisiones. En la Biblia encontramos a Jesús haciendo lo mismo cuando fue confrontado con el caso de la mujer que fue hallada en adulterio (Juan 8:6). Su adecuada y perfecta respuesta, la obtuvo mientras aguardaba en Dios y escribía en el suelo con su dedo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, que tire la primera piedra.”
A la hora de la comida, el niño se va para su casa, se lava y se muda su uniforme especial consagrado para la ocasión, come, y es de vuelta llevado por el abuelo a la escuela.
Los niños más educados del mundo, a mi parecer, son los ingleses. Si tú le dices a un niño inglés: “¿Qué tal estás?” él te responderá, “Muy bien, muchas gracias, señor, ¿y cómo está usted?” Sin embargo el americano masticando su chicle, lo único que te responde es: “Okey.”
Los niños orientales son instruidos desde pequeños a ser corteses y educados con reverencias. El pulgar y los dos primeros dedos se colocan en primer lugar sobre la frente, después sobre los labios y finalmente sobre el pecho. El pulgar y los dedos significan la trilogía de Dios, y el gesto significa: “en el nombre de Dios, yo te saludo con mi mente, mis labios y mi corazón.” Y también dirán, Slaam alé Kum, que significa: “La paz sea contigo.”
A los niños también se les enseña a tener mucho respeto por el profesor, tanto como al sacerdote, de la misma forma que a Dios. Cuando el profesor llega a la casa de algún alumno, le lavan sus pies, se le ofrece el mejor asiento y se le sirve la mejor comida.
Una bandeja de fruta con flores es preparada y ofrecida en sus manos antes de salir, y un sobre con dinero es depositado a sus pies. Lo que esto significa es, la riqueza de la tierra se te debe poner en tus manos, pero la inmunda ganancia solo debe ser depositada a tus pies. Esta costumbre se menciona en Hechos 4:34-35: “…porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido. Y lo ponían a los pies de los apóstoles…”
Cuando se cumplen los doce años de edad también es un tiempo muy significativo para los niños hindús. A esta edad se le inicia en los ritos sagrados en el templo. El sacerdote entonces le coloca un manto sobre su cabeza al niño y recita una oración particular. Los hindús creen que tiene lugar entonces “un segundo nacimiento” en ese momento, pero claro que no es la misma experiencia que los cristianos tienen cuando reciben la salvación. A la edad de doce años, algunos niños hindús son tan versados en su religión que son capaces de disertar inteligentemente sobre ella con otras personas. La Biblia nos muestra que Jesús así lo hacía.
Es a la edad de doce años que los niños hindús comienzan la práctica del yoga o unión con Dios. Ayunan y oran, y procuran en su interior para encontrarse con Dios. Ellos creen que el reino de Dios se encuentra en su interior. Para el efecto son empleados determinados ejercicios de respiración; la vida, o prana, es respirada por uno de los orificios nasales y los malos pensamientos salen respirados por el otro orificio. Estas técnicas guardan la mente de distracciones durante los periodos de oración. Los hindús creen que la mente hace parte de la carne, y consecuentemente es enemiga de Dios. Por eso tienen que mantener esa actividad continuamente, renovando sus mentes hacia los asuntos de Dios. Pablo se refiere a esto mismo cuando dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2).
Desde la edad de doce años, entonces, el niño hindú continúa así con esta renovación de su mente que se extiende a través de toda su vida adulta. Yo se que los cristianos pueden beneficiarse mucho con estas enseñanzas; de hecho, hay varios versículos en las epístolas de Pablo que instruyen a los cristianos a conseguir controlar sus mentes; pero esos versículos han sido menospreciados por el mundo Occidental, pienso yo, porque no han sido comprendidos.
Los hindús creen, y la Escritura concuerda con esta creencia, que las cosas de la carne son opuestas y enemigas de las cosas del Espíritu. La mente, y todos los demás sentidos, pertenecen a la carne. La mente está repleta igualmente de temor y miedo; el espíritu está lleno de amor, paz, gozo, paciencia y demás cualidades. Por eso la práctica del yoga entrena a la mente para estar en comunión con el Espíritu; y la capacita para estar sujeta al Espíritu. La mente te dice “no puedes hacerlo”; el Espíritu dice que con Dios todas las cosas son posibles. La mente te dice que no conseguirás alcanzar lo que necesitas; el Espíritu te dice que tu Padre conoce todas las cosas que tú precisas, y que te serán suplidas conforme a Sus riquezas en gloria.
Por esta vía, los negativos y depresivos pensamientos de la mente son ordenados a salir de tu vida y de tu mente, y son reemplazados con las positivas promesas que hay en la palabra de Dios. La mente es un instrumento en nuestras manos. Nosotros debemos comandarla, dirigirla, gobernarla. Las palabras tienen poder: las palabras que tú pronuncias se desplazan en el aire. Ellas tienen poder y volverán a ti multiplicadas. Esto es por lo que debemos tener cuidado con la lengua, porque somos culpables de cualquier palabra ociosa que pronunciemos. Si bendices a los que te maldicen, recibirás bendiciones de vuelta.
S. Pablo habla de la lucha entre la carne y el espíritu diciendo que es “la batalla en mi cuerpo, en el miserable hombre que yo soy.” En su epístola a los Romanos (la totalidad del versículo es maravillosamente inspirador), él declara:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús; los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu. (Romanos 8:1)
La razón por la cual los cristianos precisan entender esta enseñanza de Pablo es que muchos de ellos hoy en día “andan en la carne”; ya han experimentado la salvación, pero todavía no han renovado sus mentes. No se visten de la mente de Cristo (Filipenses 2:5).
Debes acordarte que cuando Jesús reprendió a la tormenta en el mar, él juntó sus manos y le dijo al viento: “¡Calla, enmudece!” y se hizo una gran bonanza. Los yoguis creen que si tú eres capaz de enmudecer las tormentas de tu mente, que ese es un milagro más grande que aquel que Jesús hizo. Ellos afirman que las tormentas de la mente son mayores que las meteorológicas: Debemos decirle a nuestras mentes, “!Sosiégate, enmudece!”
Los yoguis que tienen la oportunidad de leer la Biblia le encuentran un gran significado al versículo del Sermón de la Montaña que dice:
La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz. (Mateo 6:22).
El “ojo bueno” expresa el concepto yogui de concentración en Dios; ellos están convencidos de que existe un tercer ojo en el centro de la frente que es el ojo espiritual, y este es el que se utiliza para concentrarse y meditar en Dios. “Todo el cuerpo estará lleno de luz”, el yogui entiende lo que significa Espíritu. La totalidad del cuerpo llega a ser Espíritu, dicen ellos.
Quiero dejar bien claro que los hindús adoran a Dios como Espíritu; ellos saben que Dios es Espíritu y siempre que ellos se olvidan de esta verdad y se vuelven a los ídolos, Dios envía un profeta que guía a las personas a arrepentirse. Quinientos años antes de Cristo, Buda vino para destruir la adoración a los ídolos y a corregir otras corrupciones. Como religión, el Hinduismo es excelente, y similar en muchos aspectos al Judaísmo. En los templos hindús, las ofrendas y los sacrificios se realizan para Dios de la misma manera que se realizaban en el templo de Jerusalén antes del año 70 D. C., cuando se dio su destrucción.
Nosotros podemos ver aquí la descripción de la escena en Mateo 21:12 cuando: “Entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas.”
Tres mil años antes de Cristo, este mismo tipo de templo ya existía también en la India, con su patio exterior donde estas cosas se vendían, el santuario interior para la congregación, el tabernáculo para los sacerdotes y el Lugar Santísimo.
De la misma manera que en Jerusalén, los hindús también vendían bienes en el patio, que era el sitio apropiado donde debían venderse. Estos vendedores no hacían de su venta una forma de ganarse la vida como algunos piensan, sino que se acercan voluntariamente al patio procurando prestarle un servicio a Dios, para que aquellos que no tienen tiempo de ir al mercado antes de llegar al templo, puedan ser abastecidos. Los hindús piensan que es pecado desperdiciar el tiempo, y si una persona tiene solamente un hora para comer y lo hace en tan solo media hora, debe aprovechar la media hora restante para ir al mercado y comprar algunas mandrágoras, bálsamo, fruta, flores o palomas para vender en el patio del templo. El capital invertido en la venta se ofrece para el templo. Esto es lo que las personas estaban haciendo cuando Jesús les volcó sus puestos y los expulsó de allí diciéndoles: (Mateo 21:13): “Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.”
Pero, si ellos estaban en el lugar apropiado, entonces ¿por qué les reprende? Jesús dijo, “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador” (Juan 10:1). Las personas que vendían el patio eran ladrones y salteadores espirituales, pensando que obtendrían el favor de Dios a través de las obras, cuando Cristo ya había llegado. La salvación, como todos sabemos, no se ofrece a través de las obras, sino a través de Cristo. La gente era bien consciente de que Jesús era el Cristo, pero no estaban dispuestos a cambiar. No hay duda de que ellos dijeron lo mismo que dicen los hindús cuando se les predica el Evangelio: “Nuestra religión fue lo suficientemente buena para nuestros abuelos; también es lo suficientemente buena para nosotros.” Yo mismo también era un ladrón y salteador espiritual, ignorante del camino de salvación de Dios.
Jesús vino al mundo en una época que existían tres religiones predominantes disponibles para los que procuraban a Dios: el Judaísmo, el Budismo y el Hinduismo. Si la religión hubiese sido suficiente, entonces no hubiese sido necesario que Dios enviase a Su Hijo unigénito por nosotros. Jesús no dijo, “Yo he venido a traeros una nueva religión.” Sino que dijo, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”  Cristo es el Camino y la Verdad y la Vida, y la verdad os hará libres. “La Religión” nunca liberta a nadie. Es solamente Cristo quien es capaz de liberarnos – el Cristo crucificado.         




Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu dirección de e-mail o contactarnos escríbenos a: mirasoloadios@live.com

Comentarios