DIEZ SERMONES SOBRE LA SEGUNDA VENIDA-VIII. LA SEGUNDA VENIDA EN RELACIÓN A “LOS GENTILES”.Por E.W. Bullinger
VIII. LA SEGUNDA VENIDA EN RELACIÓN A “LOS GENTILES”.
“Y EN LOS DÍAS DE ESTOS REYES EL
DIOS DEL CIELO LEVANTARÁ UN REINO QUE NO SERÁ JAMÁS DESTRUIDO, NI SERÁ EL REINO
DEJADO A OTRO PUEBLO; DESMENUZARÁ Y CONSUMIRÁ A TODOS ESTOS REINOS; PERO ÉL
PERMANECERÁ PARA SIEMPRE, DE LA MANERA QUE VISTE QUE DEL MONTE FUE CORTADA UNA
PIEDRA, NO CON MANO, LA CUAL DESMENUZÓ EL HIERRO, EL BRONCE, EL BARRO, LA PLATA
Y EL ORO. EL GRAN DIOS HA MOSTRADO AL REY LO QUE HA DE ACONTECER EN LO POR
VENIR; Y EL SUEÑO ES VERDADERO, Y FIEL SU INTERPRETACIÓN”. – Daniel 2:44-45.
Uno de nuestros deberes para con la palabra de Dios, es “dividirla
correctamente”, una vez que es la “Palabra de Verdad”. Y porque es la “palabra
implantada” tenemos que recibirla:
porque es la “palabra fiel” tenemos que retenerla:
porque es la “Palabra de Vida” tenemos que guardarla. Pero una vez que es la “Palabra de Verdad” tenemos que
“dividirla correctamente”. Una de las verdades de esa Palabra es, que lo que “Dios
juntó, que no lo separe el hombre” (Mateo 19:6), y así, también podremos
afirmar como verdad lo opuesto de esta proposición, y decir que lo que Dios
separó, que no lo junte el hombre: lo que Dios ha separado y distinguido, que
no lo confunda el hombre.
Ahora bien, si alguna cosa Dios ha puesto por separado con toda
claridad, eso es lo que ha hecho en 1ª Corintios 10:32, donde de una vez por
todas y para siempre distinguió a “los Judíos, los Gentiles y la Iglesia de
Dios.” Pero el hombre no ha “dividido correctamente” la palabra de Dios en lo
que se refiere a estas tres categorías; ha juntado las tres con toda perversión
y de acuerdo a su propia voluntad, dándole a la Iglesia lo que Dios dice que es
para Israel; y al mundo lo que Dios dice que es para la Iglesia. En las
profecías, el hombre pone a “la Iglesia” por Israel cuando se trata de bendición, mientras que todas las
maldiciones las deja cuidadosamente para “los Judíos”. Así sucede que en la
Religión Práctica se confunde a la Iglesia con el mundo tan plenamente, que
nadie puede decir cuál sea la diferencia entre la Iglesia mundana y el mundo
religioso; ni se puede ver donde comienza una y termina la otra.
Sin embargo Dios ha puesto estas tres categorías para siempre por
separado, y aunque el hombre pueda confundirlas, ellas están y estarán para
siempre distinguidas, en el propósito eterno de Dios, en Su eterna Palabra, y
en Sus inequívocos juicios.
Habiendo considerado el propósito de la Segunda Venida en relación a “la
Iglesia de Dios”, y a “los Judíos”, veamos ahora la relación que tiene con
respecto a los Gentiles.
Aquí una vez más debemos regresar al origen, y ver en aquellos títulos
proféticos de Cristo, “El Hijo del Hombre”, “El Segundo Hombre”, y “el Postrer
Adán”, la historia de la ruina del hombre y la esperanza de la regeneración del
mundo.
Ya hemos visto (en el Sermón VII) que como “el Hijo de Abrahán”, Jesús,
es el heredero del Territorio; y que como “el Hijo de David”, Él es el heredero
del Trono. Así también, como “el Hijo del Hombre”, Jesús es “el heredero del
mundo” (Romanos 4:13), y el “heredero de todo” (Hebreos 1:2, vea también
Génesis 1:28, y Salmos 8:4-8).
Dios ha mostrado desde el principio que Él tiene un propósito bendito
para “los Gentiles” como tales, “Cuando el Altísimo hizo heredar a las
naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres” (Deut.32:8), y cuando
le anunció la promesa a Abraham, diciéndole que en él “serían benditas todas
las naciones de la tierra” (Génesis 18:18).
A través de toda la historia de Israel siempre hubo la promesa de este
bendito futuro. Siempre hubo individuos que repetidamente fueron bendecidos,
sí, aun incluso de la propia línea genética del Mesías, tales como Rahab y Rut.
Naamán y muchos otros recibieron anticipadamente esa bendición. La Pascua misma
siempre fue libre para los Gentiles bajo la condición de la circuncisión (Éxodo
12:48-49). También muchas profecías señalan el hecho de que Cristo iba a ser
“una luz que alumbrase a los Gentiles” así como la gloria de Su pueblo Israel.
Pero “los Gentiles” han fracasado igual que “los Judíos”. Han sido
probados en todo tipo de condición y han fracasado en todas las posiciones en
que fueron puestos. Cuando la nación elegida fracasaba en ejercitar el poder
para la gloria de Dios, entonces el poder se encomendaba a los Gentiles. El
periodo durante el cual este poder se les confiere se denomina “los tiempos de
los Gentiles”. “Tiempos,” en el plural, porque en ellos hay muchas naciones
distinguidas de la nación única de Israel.
Ahora como al comienzo, el curso, y el asunto de esos “tiempos”, no
podemos dejarlos al sabor de los registros o razonamientos humanos. La historia
no transpira meramente debido a que los acontecimientos hayan sido predichos de
antemano, sino que son pronosticados
porque fueron ordenados para llegar a suceder. La Profecía, como hemos visto (en
el Sermón II), no tuvo su origen en el conocimiento propio del profeta en
cuanto a la mente de Dios, sino que, Dios Mismo en el tiempo pasado reveló Su
propia voluntad, a través de Santos hombres inspirados por el espíritu santo.
Por eso no se nos deja en la ignorancia, o a nuestra propia imaginación; sino
que la palabra de Dios es tan clara y tan necesaria, que la propia historia
misma no puede ser entendida sin un conocimiento de la Profecía.
“Los tiempos de los Gentiles”, como ya hemos visto (Sermón V) no tienen
referencia a “la Iglesia de Dios”, porque la Iglesia está en sí misma separada o tomada de las naciones
(Hechos 15:14). Estos “tiempos” sin embargo, no pueden dejar de ser del más
profundo interés nuestro, visto que en la providencia de Dios nuestra parte no
solamente se coloca dentro de sus límites, sino cerca, muy cerca de su final.*
*Vea el Apéndice.
En la Profecía de Daniel tenemos las grandes predicciones ordenadas en
cuanto a estos “tiempos”, desde sus comienzos hasta su final. Hay otras
profecías que hablan y se refieren a ellos, y todas ellas concuerdan
enseñándonos que esos “tiempos” están marcados por la progresión gradual.
Están marcados por la evolución, pero
es un progreso en corrupción: por desarrollo,
pero en decadencia. De mal a peor.
En la profecía de Daniel este perfil se nos da en dos partes. Uno desde
el punto de vista humano en Daniel 2, donde bajo la figura de un hombre de
proporciones imponentes, son vistos en sus sucesiones por un hombre de los
Gentiles; y el otro bajo el punto de vista divino en Daniel 7 y 8, donde por un
hombre de Dios, son vistos en su origen. El uno por tanto expone sus externas
apariencias a los ojos de un hombre del mundo; el otro revela su carácter moral
a los ojos del hombre de Dios. Nabucodonosor ve estas naciones y “tiempos de
los Gentiles” bajo el aspecto externo del oro resplandeciente, luciente plata,
brillante bronce, e irresistible hierro. Daniel los ve como bestias salvajes feroces
en sus naturalezas, crueles en su curso. Nabucodonosor los ve en un sueño, como
un hombre de estado, en su palacio. Daniel los ve en una visión de Dios, como
bestias salvajes saliendo de las aguas. Porque – “el hombre no permanecerá en
honra; es semejante a las bestias que perecen” (Salmos 49:12). Y el hombre
apartado de Dios siempre ha desaparecido, ¡y siempre caerá más y más bajo! Incluso
los cristianos sin Cristo tampoco pueden hacer nada. Pero el hombre apartado de
Dios lo único que puede hacer es “de continuo solamente el mal”. Siempre ha ido
cayendo más bajo, como aquí se ve, pasando del oro al simple barro; ¡y del
noble león al soso dragón! Sí, el hombre tiene de hecho libre voluntad, pero
siempre la ejercita en contra de la voluntad de Dios, en “enemistad contra
Dios, porque no se sujeta a la voluntad de Dios, ni tampoco puede” (Romanos
8:9).
Ahora vea la IMAGEN. Vea primero sus valores.
Todo tiende a la decadencia, primero oro, después plata, bronce, hierro y
por fin barro. Vea su peso, su gravedad especifica.
El Oro es equivalente a 19.3 Plata “10.51 Bronce” “8.5 Hierro” “1.9 Barro”.
Decreciendo, bajando de 19.3 hasta 1.9. La imagen tiene más peso en la
cabeza, y el primer golpe de la gran roca sobre los pies destroza su barro, y
hace que todo se desmorone en pedazos.
Así sucede con las BESTIAS, las cuales se ponen todas como emblemas en
las banderas, y se estampan en las monedas de las naciones Gentiles. Pero son
bestias salvajes, y rápidamente pasan del león al oso, del oso al leopardo, y
del leopardo a los monstruosos híbridos. Todo va en una escala descendente,
todo es visto yendo de mal a peor. Aquellos que miran para el mundo en mejoría
y progreso hasta que su desarrollo llegue al reino Milenial, deben tener esto
en cuenta. Todos concordamos que estas cosas son figurativas, pero son figuras
de una realidad, y aquello que se representa como una progresiva decadencia, no
puede ser la figura para una gradual ascensión. En todo caso nunca le fue así
interpretado a Daniel por el Espíritu Santo. Él le dice a Nabucodonosor: “Tú
eres aquella cabeza de oro, y después de ti se levantará otro reino INFERIOR al
tuyo” (Daniel 2:38, 39).
Sin embargo con todo este manifiesto deterioro hay un aparente avance,
en aparente grandeza; pero en realidad es solamente debilidad. El primer
Imperio, Babilonia, aparece siendo uno; el
segundo, Medo-Persa, es visto siendo dos;
el tercero, Grecia, pasó a ser cuatro
(Macedonia, Tracia, Siria y Egipto); y el cuarto, Roma, llegó a ser de diez. Así que cada
vez hay menos y menos de la unida que hace la fuerza, y más y más de aquella
división y separación que resulta en debilidad.
Y como la imagen va gradualmente
declinando en todo lo que es grande, noble y precioso, así las bestias llegan a
ser más feroces y salvajes. ¡Los gobiernos van de mal a peor! El primero (Babilonia), fue una autocracia
que “a quien quería mataba, y a quien quería daba la vida”, etc. (Daniel 5:19).
El segundo fue un Parlamento de
Príncipes, y la Ley del Reino Persa tenía más poder que el propio Rey de Persia
(Daniel 6:1, 14, etc.). El tercero
(Grecia), fue un gobierno de oligarquías; mientras que en el cuarto (Roma) vemos la mezcla del
principesco hierro con el comunista barro, hasta que en nuestros días ahora
vemos más y más del barro y menos y menos del hierro, y un buen gobierno sigue
siendo uno de los mayores deseos de todas las edades en todo el mundo. El
hombre ha sido probado y hallado en falta. Él no puede gobernarse a sí mismo
como un individuo, aparte de Dios. ¿Cómo sería posible que pudiera hacerlo como
Nación? ¡No! La decadencia se produce desde Dios hasta el Diablo, desde Cristo hasta
el Anticristo.
Y esta moral decadencia no se ve afectada por un aparente ascenso de
civilización. El Crimen puede ahora ser menos repúgnate y más refinado. El
Pecado puede ser menos grosero y más político. El Robo puede llegar a ser menos
violento y más sutil: en vez de ser hecho a las claras puede ahora hacerse
secretamente en el despacho, y por vía de los negocios. Pero tanto el pecador
refinado como el vulgar pecador, ambos se hallan igualmente alejados del Reino
Dios. La carne es mala. La misma maldad y corrupción natural reside tanto en el
pecador como en los santos, y mientras más conocemos de él, peor es. ¿Has
observado alguna vez las primeras palabras del sexto capítulo de la historia de
la Iglesia? en Génesis 6, donde habla de la corrupción que terminó en el
diluvio, comienza diciendo que “sucedió cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra”,
etc. (Proverbios 29:16); y Hechos 6 comienza diciendo “en aquellos días, como creciera el número de los discípulos,
hubo murmuración”, etc. Dios dice que, “lo que es nacido de la carne, es carne”
y no importa cuán refinada, llena de cultura y entrenada “la carne” pueda ser,
porque nunca puede ser, ni puede llegar a ser mudada en “Espíritu”.
Incluso con los hombres como individuos siempre ha habido deterioro. En
los periodos iniciales del mundo, los hombres se dedicaron profundamente al
estudio de los cielos, y amaron trazar su descendencia proveniente de los
Dioses. ¡Pero en nuestros días estudian la tierra, y se contentan en trazar su
evolución desde el barro! Y así seguirán hasta el final. Más y más bajo, hasta
que “los tiempos de los Gentiles hayan finalizado”, y llegado al colmo, y entonces,
el mal pasará a estar en una cabeza. Todo el mal culminará entonces en un único
hombre que es denominado el Anticristo.
Las Escrituras lo revelan por muchos nombres; pero cada una de las
cualidades, cada atributo, cada nombre y hecho y señal, lo marca como un
individuo. Se le denomina “el Rey altivo de rostro” (Daniel 8:23); “el pequeño
cuerno” (Daniel 7:8, etc.): “el Príncipe que ha de venir” (Daniel 9:26), etc.
Hay tres grandes profecías concernientes a su persona, dadas a través de
Daniel, (Daniel 7:7-11, 8:19-26, y caps.11 y 12); S. Pablo (2ª Tes.2:3-10); y
S. Juan (Ap. Caps.13, 17 y 19. etc.).
Los primeros cristianos no eran ignorantes de estas cosas. Sus maestros
(al contrario de los maestros de nuestros días) no las ocultaban. “¿No os
acordáis (dice S. Pablo) que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía
esto?” (2ª Tes.2:5). Las Escrituras que hablan de este terrible pero importante
asunto son de hecho numerosas. Ni tan siquiera podemos referirlas aquí todas: pero
observe este instructivo paralelismo o más bien contraste entre Cristo y el
Anticristo como se nos da en las palabras de inspiración:
“Viene de arriba” (Juan 3:31).
“Asciende del abismo” (Ap.11:7).
“Yo vengo en nombre de mi Padre” (Juan 5:43)
“Viene en su propio nombre” (Juan 5:43).
“Se humilló a Sí mismo y llegó a ser obediente hasta la muerte”
(Filip.2:8).
“Se levanta a sí mismo por encima de todo lo que se llama Dios, o es
objeto de culto” (2ª Tes. 2:4).
“Desciendo…para hacer…la voluntad de aquel que me envió” (Juan 6:38).
“Hará su propia voluntad” (Daniel 11:36).
“Yo te he glorificado (a Dios) en la tierra” (Juan 17:4).
“Abre su boca en blasfemia contra Dios” (Apoc.13:6).
“El buen pastor su vida da por
las ovejas” (Juan 10:11).
“Ay del pastor inútil que abandona el ganado” (Zacarías 11:17).
“Dios lo exaltó y le dio un nombre que se levanta por encima de todo
nombre” (Filip. 2:9).
“A quien el Señor consumirá con el espíritu de su boca y destruirá con
el resplandor de su venida” (2ª Tes.2:8).
“Reinará eternamente” (Ap. 11:15).
“Le quitará su dominio para que sea destruido y arruinado hasta el fin”.
(Daniel 7:26).
“El Hijo de Dios” y “Heredero de todas las cosas” (Hebreos 1:2).
“El hijo de perdición” (2ª Tes.2:3).
El tiempo de su manifestación
es el mismo en todas las tres grandes profecías que a él conciernen: En Daniel 8:23, es “cuando los transgresores
hayan llegado al colmo”. En 2ª Tes.2 es cuando la apostasía haya llegado a su
punto más alto. En Ap. 13 es cuando los hombres hayan renunciado a Dios y
“adoren a la bestia”.
En la profecía de Daniel la visión concerniente al Anticristo se cumple al
“tiempo del fin” (Daniel 11:40, etc.). En la de S. Pablo en “el día del Señor”
(2ª Tes.2:2). En la de S. Juan en el día de “la ira del Dios Todopoderoso” (Ap. 19:18).
Entonces, posteriormente el destino
del Anticristo también es idéntico en las tres profecías. En Daniel 7:13, 11,
es destruido por “uno semejante al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del
cielo”. En 2ª Tes.2:8 “el Señor matará con el espíritu de su boca, y lo destruirá
con el resplandor de su venida”. En Ap. 19:20, es “echado vivo el lago de fuego
que arde con azufre”. Así acabará el Anticristo, y con él terminará “el tiempo
de los Gentiles”.
El Anticristo es la última cabeza suprema de la apostasía Gentil, y la
totalidad acaba con él. La imagen de Nabucodonosor es toda “quebrada en
pedazos” (Daniel 2:35). Y las Bestias de Daniel son todas reunidas en un
monstruo innombrable de diez cabezas en Ap. 13:1, 2. La gran Roca cae sobre los
dedos de los pies de la imagen, y es sobre esta bestia que desafía a Dios que se
asienta el Juicio. ¡Y con él, todos los reyes Gentiles, poderes, dominios,
gobiernos y ministerios acabarán para siempre! Porque sucederá “en los días de
estos reyes” (Daniel 2:44) sobre los cuales gobierna la bestia que vendrá este
final, al cierre del poder mundano de esta cuarta gran bestia salvaje.
En Ap. 17:8, se describe como la bestia que “era, y no es, y está para
subir (estará presente” (al margen en la Versión R.V). En los días de Juan se
hallaba en su punto más alto, y todo el mundo puesto bajo su poder: “ERA o FUE”.
El Imperio Romano cayó bajo la inundación de los Godos y Vándalos; pero aunque
sobrevivió en los Títulos, Dignidades, Leyes, Banderas y Monedas entre los
pedazos en que se quebró; con todo y eso, en sus aspectos externos Imperiales
“NO ES.” Pero “ESTARÁ PRESENTE” nuevamente. Porque cuando Juan miraba, él vio
que “su herida mortal fue sanada, y se maravilló toda la tierra en pos de la
bestia” (Ap. 13:3, 12). A su cabeza surge el hombre satánico, movido por el
infierno (2ª Tes. 2:9-11; Ap. 13:2, 13-15). Las Escrituras lo describen como un
tremendo adulador, un gran hombre de estado, un hábil general, pero un vil
hipócrita. Se presentará como el amigo del hombre; será un Nerón, un Napoleón y
un Papa, todos reunidos en uno, y el mundo será objeto de una “gran ilusión
engañosa” y se maravillará en pos de él. Pero su destino es cierto. El Hijo del
Hombre aparecerá con “los ejércitos del cielo”; y lanzará a la Bestia en el
lago de fuego. La gran Roca hará en pedazos los reinos de este mundo hasta el
polvo. Porque esa Roca, y ese monte es Cristo. Así como de la montaña se obtiene
todo el oro y la plata, y el bronce y el hierro, así de Cristo se deriva todo
poder*, y a Cristo todo poder debe volver. Todo poder y gobierno en la tierra
se halla solamente delegado, como el primero que lo recibió, Nabucodonosor, fue
muy solemnemente enseñado por Dios. Y cuando la gran Roca aparezca, será
manifestado el poder del Todopoderoso para hacer que todos los reinos del mundo
pasen a ser los reinos de nuestro Señor y de Su Cristo.
*Mateo 28:18; Prov. 8:15; Salmos 62:11.
Y ahora “los tiempos de los Gentiles” están llegando a su fin. El mundo
se presipita a grandes pasos hacia su ruina; sus Tubal-cain están trabajando en
los motores de la destrucción para la guerra venidera, al mismo tiempo que sus
Jubales lo están durmiendo con engañosos esfuerzos, para alejarlo de Cristo, y
cegando sus ojos para la venida del Anticristo. Pero su sentencia ha sido
anunciada, y su ejecución está muy cerca y a la mano.
Igual que la Jericó de tiempos antiguos, el mundo se halla hoy
“estrechamente cercado”. Los hombres de guerra están mirando por los muros y
reprochan y ultrajan aquellos que hacen sonar el “necio” cuerno del Evangelio.
Pero entre tanto hay un pueblo en él, que no es de él; una generación que tiene
primero que haber oído del Dios de Israel y de Su Josué (Jesús); que tiene que
haber dado la bienvenida a Sus mensajeros y gratamente recibido sus mensajes de
paz. Y hay una casa en él que es salva; una casa que permanecerá cuando hayan
caído las ciudades de las naciones. Aquella casa es edificada de “piedras vivas”,
rociadas con la sangre, y protegida con la cuerda escarlata, la señal de
salvación del juicio venidero. Queridos hermanos ¿Sois del número de los que
están dentro de esa casa? ¿Estáis resguardados y a salvo a través de la segura
señal y sello de Cristo? ¿Es éste vuestro refugio? Pronto, muy pronto estarán
aquí “los ejércitos del cielo” y estaréis o bien en sus filas, o reservados
para el juicio que vendrán a ejecutar. Y ahora “debido a que la sentencia no se
ejecuta prontamente sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres
se inclina plenamente hacia el mal”. Pero, “como sucedió en los días de Lot,
que comían y bebían, compraban y vendían, y plantaban, edificaban; y en el
mismo día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo, y destruyó
a todos ellos. Así mismo sucederá cuando el Hijo del Hombre sea revelado”
(Lucas 17:28-30). ¡Sí! “¡igual que ya sucedió!” Los negociantes estarán
enredados en sus negocios, los obreros en sus esfuerzos, los pecadores en sus
pecados, diciendo todos “paz, paz,” cuando, súbitamente, el Señor aparecerá,
“en llama de fuego para dar retribución a los que no conocieron a Dios y no
obedecieron al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo”.
¡Oh! Qué bueno es estar en aquella “casa” protegido por la cuerda
escarlata – la sangre preciosa – y no dejados fuera en la perdición de los que
no creen. Porque el mismo Dios que derribó en tierra aquella ciudad, y salvó
aquella “casa”, ha dicho “Aun una vez, y conmoveré no solo la tierra, sino
también el cielo…para que queden solo las cosas inconmovibles” (Hebreos 12:26,
27).
Ningún diluvio pudo venir sobre la tierra hasta que Enoc fue tomado, y
Noe fue metido a salvo en el Arca. Ningún fuego pudo descender sobre Sodoma
hasta que Lot no hubo salido de allí con su casa: Ninguna destrucción pudo
llegar sobre Jericó hasta que fueron tomados y sacados afuera los de aquella
casa. Queridos hermanos, ojalá que seamos sacados como lo fue Lot, y tomados
como lo fue aquella familia, de igual manera y libres de toda condenación, de
igual forma y lavados con Su más preciosa sangre, igualmente coronados con
honor y gloria, y “presentados sin falta ni mancha delante del trono de Su
gloria, con un regocijo excedente”.
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Aunque el mundo esté "estrechamente cercado" por el diablo y sus huestes de maldad, que como león que ruge para paralizar a la presa tiene a los habitantes del mundo distraídos, embaucados, seducidos, engañados... y ajenos a la Verdad.
ResponderEliminarPero, " De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a Su Hijo unigénito. para que todo aquel que en El crea no se pierda, mas tenga vida eterna." Y...
Mirad!!! cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. Con ese inconmensurable amor El quiere y puede amar a los habitantes del mundo pero, no todos quieren o pueden, por terquedad, ignorancia o malentendido, pero el creer es por el oír y el oír ¿el oír que? ¿lo que nos dice "la ciencia audiovisual del mundo"? NO es POR EL OÍR LA PALABRA DE DIOS.
Por eso la humanidad no debería "perderse",en su estado de pecado y por muerte, ni tampoco debería "perderse" este tren que es el período de la Gracia en el cual "los gentiles" o las naciones creyendo en la obra que mediante la muerte, resurrección y ascensión de Jesús nos da el pasaporte para este viaje a la vida eterna, porque nos ha hecho ante Dios, santos, o sea apartados para El; justos, o sea justificados, estamos "limpios" ante Dios; redimidos, tenemos la redención, Nuestro Señor Jesucristo a pagado el precio necesario para que pudiéramos ser parte de la "porción" de Dios.
Todo eso y mucho mas se puede lograr con solo confesar, declarar Señor, al Cordero de Dios, al único Mediador entre Dios y los hombres, al Hombre Jesucristo.
Este es el Señor Jesucristo que volverá por los que durmieron, primero y luego por los hayamos quedado, será en un abrir y cerrar de ojos, con la velocidad de un rayo, por eso gentiles, y como vuestro tiempo se está acabando, convertíos de los ídolos a Dios, recibid con mansedumbre la Palabra implantada la cual podrá salvar vuestras almas.
Dios les bendiga
Bendiciones querido hermano! Es un gozo ir contigo de camino a casa!...ese bendito día se acerca velozmente! Recibe un caluroso saludo en Cristo Cacho! ;)
ResponderEliminarLes visito desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
ResponderEliminarBendiciones.
Dios te bendiga Noemí!Saludos en Cristo!
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