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DIEZ SERMONES SOBRE LA SEGUNDA VENIDA-X. EL JUICIO DE “LOS VIVOS Y LOS MUERTOS”. Por E.W. Bullinger


X. EL JUICIO DE “LOS VIVOS Y LOS MUERTOS”.    

“PORQUE ES NECESARIO QUE TODOS NOSOTROS COMPAREZCAMOS ANTE EL TRIBUNAL DE CRISTO”. 2ª Corintios 5:10.

 “CUANDO EL HIJO DEL HOMBRE VENGA EN SU GLORIA, Y TODOS LOS SANTOS ÁNGELES CON ÉL, ENTONCES SE SENTARÁ EN SU TRONO DE GLORIA Y SERÁN REUNIDAS DELANTE DE ÉL TODAS LAS NACIONES; Y APARTARÁ LOS UNOS DE LOS OTROS, COMO APARTA EL PASTOR LAS OVEJAS DE LOS CABRITOS”. – Mateo 25:31, 32.

 “Y VI UN GRAN TRONO BLANCO Y AL QUE ESTABA SENTADO EN ÉL, DE DELANTE DEL CUAL HUYERON LA TIERRA Y EL CIELO, Y NINGÚN LUGAR SE ENCONTRÓ PARA ELLOS. Y VI A LOS MUERTOS GRANDES Y PEQUEÑOS, DE PIE ANTE DIOS, Y LOS LIBROS FUERON ABIERTOS, Y OTRO LIBRO FUE ABIERTO, EL CUAL ES EL LIBRO DE LA VIDA; Y FUERON JUZGADOS LOS MUERTOS POR LAS COSAS QUE ESTABAN ESCRITAS EN LOS LIBROS, Y FUERON JUZGADOS CADA UNO SEGÚN SUS OBRAS…Y EL QUE NO SE HALLÓ INSCRITO EN EL LIBRO DE LA VIDA FUE LANZADO AL LAGO DE FUEGO”. – Ap. 20:11, 12, 15.

Nuestro tema esta tarde es “el juicio de los Vivos y los muertos”. He utilizado esta expresión, porque está en las palabras de la Escritura (2ª Timoteo 4:1): y además porque es un término que estamos acostumbrados a emplear en todos nuestros Credos.

La palabra “juicio” no es, por sí misma, necesariamente inclusiva de recompensas y castigos, porque a menudo se utiliza hablando simplemente de regla y gobierno. Por eso, como una característica del futuro y glorioso reinado de Cristo en la tierra, leemos que “Él juzgará a tu pueblo con justicia”, “Él juzgará a los afligidos de la tierra” (Salmos 72:2, 4), y una vez más, “Él vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con verdad” (Salmos 96:13).

La totalidad de este justo gobierno es denominado “el Día del Señor” porque será el día de los juicios del Señor. El día presente es denominado “el día del Hombre” * (1a Co. 4:3) porque es el día cuando los hombres se juzgan unos a otros, pero está para llegar otro día cuando el juez  sea el Señor. Ese día se inicia con juicio, el juicio corre a través de él, y con juicio se acabará.

*Es importante que notemos estas definitivas expresiones de la Palabra de Dios.

1. El “día del Hombre” (1ª Cor. 3) es este tiempo presente, y se mantendrá vigente hasta 2. “El día de Cristo” (Filip. 1:6, 2:16) que es el día de la presencia de Cristo con sus santos en los Celestiales, donde sus servicios son examinados, sus coronas otorgadas, y las bodas del Cordero celebradas. En el cielo es el “día de Cristo”, pero en la tierra es el día del Anticristo; y ese día se mantiene hasta 3. “el Día del Señor”, cuando Él vuelve a la tierra con Sus santos para juzgar, y gobernar, y reinar durante mil años; y este día se mantiene hasta 4. “El Día de Dios” (2ª Pedro 3:12) al cierre del Milenio, cuando Cristo entregue el Reino a Dios el Padre” “para que Dios sea todo en todos” (1ª Cor. 15:24-28).   

Vea un panfleto sobre este tema, “CUATRO PERIODOS PROFÉTICOS”, por el mismo autor.
Todos los gobiernos tienen sus departamentos jurídicos, y así será también este futuro Gobierno del Señor, también tendrá sus sesiones y ocasiones judiciales definitivas. Las tres escrituras que acabo de leer, nos ponen delante nuestro tres definitivas y distintas escenas de juicio.

En conexión con esto, es interesante e importante que notemos, que el Señor Jesucristo es el ejecutor de todos los juicios. Él fue injustamente juzgado por el hombre, y Él será el juez de los hombres. La escena de su desprecio se volverá en la escena de Su triunfo.

La Escrituras son muy explícitas en este punto. “Él ha establecido un día en el cual juzgará él al mundo con justicia, por medio de aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:31); “El Padre le dio al Hijo” (Juan 5:22. Él se levantó de la muerte siendo “el Hijo de Dios”, pero es en su cualidad de “el Hijo del Hombre” que Él ejecuta el juicio (vea Juan 5:25, y 27).

Toda la cuestión del juicio se basa en el inmutable propósito de Dios, el conocimiento infinito de Dios, y la infalible palabra de de Dios. Nadie puede cuestionar Su poder; nadie puede dudar  su verdad. “Aquel quien lo ha dicho ¿no lo ejecutará? Habiendo hablado, ¿no lo perfeccionará?”

En cuanto a los tiempos de estos juicios, está escrito que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora…al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace”. (Eclesiastés 3:1, 17). Todo es ordenado y puesto en orden por Dios.

Y aquí permítanos que les recordemos de nuevo otra cosa, y es que todo esto no es una cuestión de opiniones de hombre, ni tampoco una cuestión de diferencia alguna de opinión, sino que es totalmente una cuestión de revelación. Si sabemos todo lo que las Escrituras dicen acerca de este tema, entonces conocemos todo lo que podemos saber. Si no sabemos todo lo que las Escrituras dicen, entonces tenemos que estar “errados” porque está escrito “erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios”. Siempre han existido y existen escuelas de teología, sistemas de doctrina, líneas de pensamiento, pero si esto es todo lo que la doctrina es, entonces el hombre puede hacer lo que le plazca acerca de ella, y aceptarla o rechazarla, o creer concerniente a ella lo que le parezca. Pero si es Dios quien habló, entonces se acabaron todos los argumentos. Nosotros solo tenemos que reverenciarla y creerla.  

Veamos ahora lo que a Dios le ha placido revelar concerniente al JUICIO en estas tres escrituras.

2ª Cor. 5:10
I. El juicio expuesto en 2ª Cor. 5:10 “Todos nosotros compareceremos ante el tribunal de Cristo”.

1. ¿QUIÉNES son aquellos que “comparecen” en este escenario de Juicio? El Apóstol responde “NOSOTROS”. ¿Quiénes son “NOSOTROS”? Y la respuesta está clara, Nosotros quienes “procuramos…ser aceptes del Señor” (vers.9); nosotros que “andamos por fe” (vers. 7); nosotros los que tenemos “las arras del Espíritu” (vers. 5); nosotros, Pablo y Timoteo, por quienes fue escrita la epístola, y “la Iglesia de Dios” y “todos los Santos” (2ª Cor. 1:1). De hecho es imposible encontrar a otros que no sean los santos de Dios en esta escritura.

2. ¿POR QUÉ tenemos que “comparecer? “Para que se haga manifiesto”. Para que cada uno “reciba”. ¿Por qué? Por “sus hechos, sus servicios prestados, y obras puestas en evidencia” –  justo igual como les había enseñado en su primera epístola, cap. 3:11-15. Él se está refiriendo aquí a los que edifican oro, plata, piedras preciosas, madera, heno y hojarasca sobre este fundamento que es Jesucristo. Y dice así, “Si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta (la misma expresión que usamos en nuestro texto), porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada, y la obra de cada cual, cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien el mismo será salvo, aunque así como por fuego”. ¿Podría alguno tener dudas de que lo que aquí tenemos es la misma escena de nuestro texto? Tenemos el mismo objetivo establecido, y la misma expresión utilizada, las obras “serán hechas manifiestas”. También tenemos el mismo resultado, “cada uno recibirá” de acuerdo a lo que haya hecho. Si la obra es “buena” recibirá recompensa. Si es “mala”, la obra se quemará, aunque el obrero o quien edifique “será salvo.” 

3. ¿DÓNDE compareceremos “nosotros” para que “se haga manifiesto”? Ante el Bema de Cristo. El Bema era en cierto sentido un estrado de juicio. No era el estrado de un juez que daba sentencias judiciales, castigos y absoluciones; sino que era un estrado levantado desde donde el Juez otorgaba las coronas a los vencedores en los juegos públicos. Era por ese tipo de coronas que el Apóstol “trabajaba”, “corría”, y “peleaba”, y cuando revisaba ese servicio él dijo “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, JUEZ justo, en aquel día; y no solo a mí, sino a todos los que aman su venida” (2ª Tim.4:8).

Así, pues, no hay allí juicio alguno en el sentido común del mundo, sino un premiar de Coronas y recompensas por servicios aceptables. Los recipientes ya son “aceptos en el Amado” en cuanto a su persona; y por tanto se esfuerzan solo para ser “aceptos” en cuanto a sus servicios. En cuanto a sus posiciones, ellos comparecen allí en toda la Justicia de Cristo. Completos en toda Su perfección; glorificados con toda Su gloria; hermosos en toda Su hermosura; resucitados iguales a Él, conforme a Su propia imagen, ¡y hechos semejantes a Su propio cuerpo de gloria! ¿Cómo entonces podrían ellos ser juzgados para ver si son condenados o salvos? Aún el más débil entre ellos ya ha sido juzgado en la persona de su Substituto. Él cargó con sus pecados. Quitó de ellos todo el juicio que les era debido, y es por eso que, de todos los que son “vivificados en Cristo”, se dice que están “Resucitados con Cristo”, para que la cuestión del pecado nunca más pueda ser abierta de nuevo. “Para llevar los pecados de muchos…para salvar, sin pecados, a los que le esperan” (Hebreos 9:28). * Para estos tales, la muerte no es más que un irse a dormir, a través de Jesús; porque no es necesario que ellos mueran, pues la sanción de sus pecados ya ha sido pagada, y por tanto “aquellos que viven y permanecen” en la venida de Cristo no pasarán por muerte alguna. Y en cuanto al Juicio, está positivamente declarado por el propio Jesús que “no vendrán a Juicio” (Juan 5:24). * * Por eso el Apóstol pregunta “Quién acusará a los escogidos por Dios?  Dios quien los justifica ¿Quién los condenará? ¿Cristo, el que murió por ellos? **  * Suponer que cualquiera de los santos de Dios podrán venir a pasar por juicio alguno, en cuanto a su posición y su título para Gloria, no solamente contradice rotundamente la directa declaración del propio Cristo, sino que significa negar las mismas fundaciones del Evangelio; ¡es robarle a la obra de Cristo todos sus méritos! Pues no solamente Cristo asegura lo contrario, sino que también el Espíritu Santo declara expresamente en Romanos 8:1 que “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.”   

*R.V. “Así Cristo también, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá una segunda vez, apartado del pecado, a los que esperaron por él, para salvación”.

** Este es el significado de la palabra aquí traducida “condenación”, y traducida “juicio” en la R.V. Aparece cuarenta y ocho veces, y en cuarenta y una de ellas se traduce “juicio”.

***Tanto al margen de la Versión R.V., como en Tregelles. (versiones inglesas)

¿!No te das cuenta que si nuestro título para Gloria y nuestra posición en Justicia no hubiese sido asentada en la cruz, tampoco estaría ahora asentada!? ¿! Que si nosotros no morimos con Cristo, entonces debemos morir por el pecado nosotros mismos!? ¿!Que si nuestra salvación no está asentada ahora, debe ser asentada en juicio!? Y si no fue resuelta entonces, solo puede haber un resultado, porque escrito está “No entres en juicio con tu siervo, porque no se justificará delante de ti ningún ser humano” (Salmos 143:2). Puede ser que suene muy humilde, decir que no podemos saber si somos salvos hasta el día del juicio, pero eso no es más que la esencia del Romanismo, y aquel que lo dice no sabe nada del Evangelio, ni de la obra de Cristo, ni del resultado de su expiación. Aquel que lo dice, puede llamar a los que se regocijan en esta preciosa verdad como “presuntuosos”, pero cuando Cristo dice “aquel que oye mis palabras, y cree en Aquel que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a juicio, sino que ha pasado de muerte a vida”, ¡entonces nosotros afirmamos que la “presunción” se halla en negarlo, y en no creerlo! Aquellos que a pesar de toda su convicción de pecado, tienen por su sello que Dios es verdadero, son realmente humildes, mientras que los que profesan ser demasiado humildes como para creer Su palabra (¡) ¡son verdaderamente culpables de presunción!   

Todos los que están en Cristo son salvos, justificados y libres de todo juicio. Están levantados en Cristo, y permanecen con Cristo en el suelo de la resurrección; y esperan por “la Resurrección de vida”, la gloria eterna y la eterna bendición, en la presencia de Dios y del Cordero.

Pero sus obras tienen que ser todavía apreciadas, sus obras tienen que ser verificadas, sus servicios tienen que ser probados; y por eso “todos compareceremos ante el Bema de Cristo” (Romanos 14:9-13). Entonces veremos cuan pocos de nuestros servicios han sido hechos para la “gloria de Dios”, y cuantos para la “alabanza del hombre”; cuán poco con el “ojo bueno”, y cuanto con un segundo motivo; cuán poco “perfecto delante de Dios” (Ap. 3:2), y cuanto delante de nuestros compañeros. Y mientras que mucho, o la mayoría, y en muchos casos todo, se quemará, sin embargo todos los que allí se hallen en aquel escenario celestial serán “SALVOS”. Ahora pasemos a:  

Mateo 25:31-46.

II. El Juicio declarado en Mateo 25:31, 32. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria; y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda” etc.

La creencia popular concerniente a esta escritura es, que aquí tenemos lo que se denomina “el juicio general”, en el cual todos los que hayan vivido o muerto estarán. Pero observe que:

1. No hay ni una sola palabra que diga nada acerca de Resurrección; y al final podemos caer en la presunción de que entonces no habrá allí ninguno, contra la afirmación de que alguno habrá.

2. ¿Quiénes son aquellos que serán así reunidos? Dice que “todas las naciones”. La palabra aquí traducida “naciones” aparece ciento y cincuenta veces en el Nuevo Testamento, y nunca se utiliza de otra cosa que no sea de las naciones que existen actualmente como tales. Se utiliza con el artículo, como en el caso de nuestro texto, ciento y treinta dos veces: y se traduce “los gentiles”, noventa y dos veces. “las naciones”, diez veces; “los paganos”, cinco veces; y simplemente “naciones”, veinticinco veces. Ahora bien, será demasiado que preguntemos, que, si en Mateo 25:32 la traducción más usual – “los Gentiles”—hubiese sido puesta, ¿se hubiese mantenido la creencia corriente tan popular? Si se hubiera traducido, tal como en las noventa y dos veces del total de ciento  treinta y dos “Serán reunidos delante de Él todos los gentiles” -- ¿se habría mantenido la creencia tan popular que tiene?

3. ¿DÓNDE serán reunidas “las naciones? Al responder a esta pregunta tenemos que observar que hay muchas profecías en las cuales se emplean expresiones similares, lo cual apunta a la conclusión de que el mismo acontecimiento sea probablemente entendido. Cuando los examinamos debemos contar con el hecho de que Dios tratará seguidamente con las naciones (o los gentiles) como tales. En Isaías 34:1, 2, leemos “Acercaos naciones, juntaos para oír; y vosotros pueblos, escuchad. Oiga toda la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce. Porque Jehová está airado con todas las naciones”, etc. Y otra vez en Joel 3:1, 2, 11, 12, “Porque he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, REUNIRÉ A TODAS LAS NACIONES, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra…Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y CONGREGAOS, haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes. Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat, PORQUE ALLÍ ME SENTARÉ PARA JUZGAR A TODAS LAS NACIONES DE ALREDEDOR. Y una vez más en Ezequiel 39:21”Y pondré mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán mi juicio que habré hecho, y mi mano que sobre ellos puse”.

**4.Es importante que tengamos claro el hecho de que “la Iglesia de Dios” no estará en esa reunión. Porque (1) está escrito que Dios se halla ahora visitando a “los gentiles, para TOMAR ENTRE ELLOS un pueblo para Su nombre” (Hechos 15:14). Si la Iglesia es tomada de entre las naciones, ciertamente no pueden estar incluidas en las naciones, o ser juzgada juntamente con ellas. Y (2) ya hemos oído las palabras de Cristo, como Él dijo: “aquel que oye mi palabra, y cree en Aquel que me envió, tiene vida eterna, y NO VENDRÁ A JUICIO (condenación)” (Juan 5:24).

5. También está claro que “los Judíos” no pueden estar en este juicio de las “naciones”, porque está expresamente declarado que los judíos “NO SERÁN CONTADOS ENTRE LAS NACIONES” (Número 23:9). Así que si “los judíos” no van a estar allí, ni tampoco va a estar la “Iglesia de Dios”, entonces podemos estar seguros que serán solamente “los gentiles” los que estén.

6. Mire el FUNDAMENTO del juicio. La creencia popular es que las “ovejas” son los justos, y las “cabras” son los injustos. Pero hay una tercera parte, a quienes el juez llama “mis hermanos”, con referencia a que tanto las ovejas como los carneros son juzgados. ¿Cómo podría este ser un juicio general si hay tres partes y una de ellas no se halla incluida en él? Las dos partes son juzgadas en cuanto a cómo han recibido y tratado la tercera. Ciertamente esto no puede referirse a los que hayan vivido en esta dispensación de la gracia de Dios. Ciertamente aquellos que ahora han rechazado a Cristo y a Su salvación tendrán que responder por algo más que por no haber tenido cuidado de “los judíos”; y aquellos que son salvos en Cristo con una salvación eterna tendrán un muy diferente título para gloria, que aquel provisto por sus propias obras. Ni tan siquiera los infieles han sido tardos para ver este punto, y argumentarlo contra la Biblia y la Cristiandad.

7. La RECOMPENSA también es peculiar. Es “el Reino preparado para ellos DESDE la fundación del mundo”. Cuando se menciona a “la Iglesia de Dios” en esta conexión, es “ANTES de la fundación del mundo”, (Efesios 1:4; Juan 17:24; 1ª Pedro 1:20). Esta es la expresión que se utiliza del Cristo de Dios y de la Iglesia de Dios porque es el celestial, eterno y sempiterno reino con el cual permanecen asociados. Aquí en Mateo 25 es un reino terrenal: es el reino “debajo de todo el cielo”, porque “el Señor le ha dado la tierra a los hijos de los hombres” (Salmos 115:16). El título “el reino eterno del amado Hijo de Dios”, el reino de sacerdotes, es un título de toda gracia, y de sola gracia. Pero el título para el reino “debajo de todo el cielo”, el reino “desde” la fundación del mundo es un título de obras peculiares con referencia a los hermanos del Señor, los judíos.   

Así, pues, los caminos de Dios en juicio son justos, y acomodados a las condiciones de sus propias divisiones  de la humanidad – “los judíos, los gentiles, y la Iglesia de Dios.”

Todo lo que se nos revela de Israel, y los caminos de Dios; todo lo que sabemos de los propósitos de Dios, Sus consejos y pensamientos; todo lo que sabemos de Cristo, Su persona y Su obra; todo lo que conocemos de la Iglesia de Dios, su llamamiento y su posición delante de Dios, su plenitud en Cristo, su aceptación en el amado, y su título para la gloria; y todo lo que sabemos de las Escrituras de la Verdad no nos permite que incluyamos aquí ni a la Iglesia de Dios, ni al Israel de Dios. Israel será restaurada, salva y bendita; y en cuanto a la Iglesia, se nos ha preguntado que si habiendo creído que Dios justifica a sus miembros ahora por la gracia, ¿será que irían a ser juzgados entonces por las obras? Que si quitó nuestras transgresiones ahora, ¿serán por ellas entonces condenados?  ¿Se volverán a traer en memoria sus pecados, cuando Él ha dicho “y no me acordaré más ni de sus pecados ni de sus iniquidades?

8. Habiendo así visto quienes no son, será bueno que veamos más de cerca quiénes son, quienes son los que se hallan en este juicio. En Hechos 15:16, 17 aparece una cita de Amos 9:11, 12, diciendo que después de la ascensión de la Iglesia y su vuelta a Cristo, y la restauración de Israel, habrá un “remanente” de los gentiles que entrarán en la bendición. Leemos que cuando la elección de la Iglesia de entre los gentiles se haya concluido, “Después de esto volveré, y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído, y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto”. ¿No podrían ser este “resto”, las “ovejas” aquí referidas? Y en cuanto a los “carneros,” ¿no están incluidos entre aquellos que sean tratados en Daniel 7:25-27 cuando “El juez se siente, y…el reino y el dominio, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, etc.”? ¿No será este aquí el mismo juicio del que se habla y se refiere en 2ª Tim. 4:1 como el juicio de “los vivos”, esto es, los que estén vivos cuando Cristo y Su reino aparezcan (sobre la tierra), y del cual se describe más detalladamente en Ap. 19:11-21?      

9. Todo esto es claramente anterior al Milenio, y sobre la tierra. Es cuando “el Hijo del Hombre se siente en el trono de Su gloria”, el cual es “el trono de Su padre David”, y cuando “Él aparezca con Sus santos ángeles para ejecutar el juicio” (Judas 14, Zacarías 14:5, y 2ª Tes. 2:8).

10. Sin embargo este juicio ni es total ni final: porque después del Milenio, Satanás será suelto, como leemos en Ap. 20:7-10. Las naciones se rebelan de nuevo, y son destruidas en la tierra con fuego enviado del cielo, mientras que el Diablo que las engañaba recibe su trato final y para siempre.

Y ahora tenemos una palabra que decir en cuanto a la realidad de este juicio. Si es que las palabras tienen por obligación que tener un significado definitivo, entonces tenemos la decisión final en cuanto a los que aquí serán juzgados y sentenciados. ¡Las expresiones son definitivas, y las palabras son precisas; los debates son tremendos, y los resultados son finales! La misma palabra “eterna” es la que el Juez Mismo emplea para ambos destinos, y todos los que reciben la Biblia como revelación inspirada de la voluntad de Dios, deben recibirlas como absolutas, finales y con autoridad.

Esto nos lleva a considerar:

Ap.20:11-15.  

III. La escena del gran y final juicio: y aquí debemos notar:

1. Que el TIEMPO de este juicio es posterior a la conclusión de “los mil años”.

2. El LUGAR de este “gran Trono blanco”, no se halla en esta tierra. En esto es similar a la aparición de los Santos en 2ª Co.5 la cual es en los Cielos, si bien que esta sea ante el Bema de Cristo; y se distingue del “Trono” en Mateo 25, porque este se halla sobre la tierra, mientras que aquí se declara distintamente que “la tierra y el cielo huyeron, y ningún lugar se encontró para ellos” (Ap.20:11).

3. Las PERSONAS que aquí están siendo juzgadas son todas Resucitadas de la muerte, para este propósito especial. Por eso se denomina en Juan 5:29, “la resurrección de vida”. No hay ninguno delante de este trono que no haya muerto. En esto se diferencia de los otros dos diferentes juicios; porque en el primero (2ª Co.5) solamente “los que estén vivos y permanezcan” y “los muertos en Cristo” en esa altura levantados, se encontrarán allí; y en el segundo (Mateo 25) solamente las naciones que estén vivas, porque la resurrección no es nombrada. ¡Aquellos que introducen “los muertos” en el juicio de las naciones vivientes (Mateo 25) no dudan en introducir a los vivos entre aquellos quienes son aquí llamados “los muertos”! Pero no tienen autoridad alguna ni en una ni en la otra. 

4. El juicio en sí mismo es único en posición y en carácter. Es “de acuerdo a sus obras” (vers. 12, 13). No es que las “buenas obras” descubiertas deban ser recompensadas, o que las “malas obras” sean quemadas y los hacedores “salvos”; sino para punir las “obras perversas” que manifiestan el carácter de los hacedores como los “enemigos de Dios”.

5. Aquí surge una pregunta, y es que, ¿Habrá aquí algunos en este juicio que sean premiados y salvos? La respuesta es, ni una palabra se nos dice acerca de ello: y dónde Dios no dice nada, nosotros debemos mantenernos tranquilos. Todo lo que podamos decir es que la omisión es muy extraña e inconfortable si es que este sea un juicio general de buenos y malos. El hecho de que se denomine a esta “la Resurrección de Juicio” distinguiéndola así de “la Resurrección de Vida” parece implicar que todos los que sean así levantados lo son para condenación. Es cierto, el libro de la Vida del Cordero es abierto, pero no dice que los nombres de alguno de los juzgados se encuentre en él. No hay ninguna palabra acerca de acusación alguna, ni de pedido de clemencia, ni de defensa; todo se halla “sin palabras”.   

La descripción parece incluir a los muertos impíos de todas las edades para “Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”. (Ap. 20: 13).

No dice que algunos cuyos nombres estaban en el libro de la vida, se hallen aquí. No dice que haya alguno que no sea “lanzado al lago de fuego”, que es “la segunda muerte.”

Una vez que la Escritura guarda silencio en este punto particular, y donde esto es así nosotros no podemos hablar con certeza, sin embargo un punto es del todo cierto: este juicio es absoluto y final. No hay indultos, no hay liberación. No hay espacio aquí para las recientes ficciones protestante de un purgatorio, o para la nueva teoría de una “esperanza eterna”. Todo eso se encuentra en la teología del hombre, pero no lo hallamos en la palabra de Dios, y el hombre es un audaz intruso que se atreve a injertar cualquier esperanza en las palabras de este pasaje. Lo que está intentando es repetir la misma mentira de Satán cuando dice ¡“ciertamente no moriréis”! Cómo podría haber cualquier arrepentimiento entonces, cuando el llamado para el arrepentimiento “hoy en día” se basa sobre el mismo hecho, que no habrá lugar a arrepentimiento alguno después de la muerte. Dios “AHORA  manda a todos los hombres en todas partes al arrepentimiento POR CUANTO Él ha establecido un día, en el cual juzgará al mundo con justicia”, etc. (Hechos 17:30, 31). El propio hecho de haber un “JUICIO VENIDERO” es la razón de por qué los hombres son mandados a arrepentirse “AHORA”.

La gran e importante cuestión para nosotros, aquí y ahora, es ¿Te has arrepentido ahora? y ¿estás libre de este juicio? En él tienes tu parte si no te has lavado en la sangre del Cordero. Si no haces “parte” de en el “primera resurrección”, “la resurrección de vida”, entonces de hacer parte en “la Resurrección de Juicio”. Ese Juicio no será como los juicios de este mundo. Esos son generalmente limitados en su alcance y defectuosos en sus operaciones. Son muy a menudo evadidos por tecnicismos, pervertidos por sobornos y eludidos por mentiras. Pero no sucederá así con aquel juicio. Oh, ¡cuan solemne es! ¿Será posible que alguno pudiendo oír estas verdades se quede sin hacer nada? Oh que cosa tan terrible es estar al borde de una sepultura la cual nadie puede abrir hasta que este “gran trono blanco” sea erguido.

Ya has visto claramente que solamente aquellos que ahora están en Cristo, y que han oído Su palabra, y creído en Aquel que le envió “no vendrán a condenación”. ¿Lo has “oído” tú? ¿Has “Creído”? Oh que preguntas tan trascendentales! ¡Son cuestiones sobre las cuales penden destinos eternos! Es mucho mejor que descubras tu verdadero estado y condición delante de Dios ahora, que hallarlo después cuando ya sea para siempre “demasiado tarde”. ¡Es mucho mejor venir ahora “al trono de la Gracia” y obtener misericordia, que estar delante de aquel trono de Juicio y encontrar “la segunda muerte”!  Ojalá que encuentres la gracia y la misericordia del Señor, entretanto que Él espera, porque “el anhelo de Dios es para salvación”. Ojalá que seas rociado por Su preciosa sangre, y que “NO VENGAS A JUICIO”.

No puedo terminar sin dar las gracias a Dios por el privilegio de haber sido llamado para dar este testimonio para Él y Su Palabra. Oro para que pueda depositar sobre este llamado una rica bendición, y para que muchos puedan despertar para tomar con gran interés la Verdad Profética; para ver su importancia; para sostenerla ardientemente por la fe que libertó a los santos; para que su amor vaya en aumento por el Salvador crucificado, su fe incrementada en un Salvador Resucitado, y su esperanza aumentada por un Salvador que regresa.


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