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EL PODER PRÁCTICO DE NUESTRA ESPERANZA. Por E. W. Bullinger

El Dr. E.W Bullinger vivió en Inglaterra de los años 1837 a 1913. He referido no en pocas ocasiones sus trabajos tan minuciosos y detallados en “El Apocalipsis o el Día del Señor” y “Diez Sermones sobre la Segunda Venida”. En ellos, el Dr. Bullinger expone a detalle como él, hace más de cien años, a través de las Escrituras y observando la cercanía del cumplimiento de ciertas profecías, sabía que el día del retorno de Cristo se estaba aproximando.

Definitivamente no estamos viviendo en medio del Apocalipsis, el cambio de administración será justo después de “Nuestra reunión con él (con Cristo)”. La Palabra expone claramente que todos aquellos que hemos creído en Cristo desde el día de Pentecostés hasta el momento que se toque la final trompeta de la Era de Gracia, seremos arrebatados en esa gran reunión para encontrarnos con el Señor en el aire, y “así estaremos siempre con el Señor”.

Este escrito del Dr. Bullinger es muy vivo y vigente el día de hoy. Si él observaba estas cosas en su tiempo, mucho más ocurren ahora lamentablemente entre la Iglesia de Dios.

Ojalá que los cristianos nos diéramos más a la tarea de empaparnos y estudiar con seriedad y minucioso detalle en las Escrituras la profundidad de nuestra gloriosa esperanza. ¡El gozo y la gran expectativa que ella produce en nuestros corazones son indecibles!

¡Dios los bendiga!

Con amor en Cristo,

Claudia Juárez Garbalena

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ARCHIVO DE PUBLICACIONES ANTIGUAS
(25 de junio de 2013)
EL PODER PRÁCTICO DE NUESTRA ESPERANZA
Un extracto de la publicación “Things to Come” (“Cosas que están por venir”)
Vol. II. No. 2 – Noviembre 1894 
El retorno de nuestro Señor del cielo y la esperanza que en Él tenemos es el tema más práctico en la Palabra de Dios. Sabemos que aquellos que mantienen esta esperanza son vistos, por quienes no la tienen, como si fueran fanáticos, confiando en algo puramente imaginario. La esperanza es vista como algo con lo que podemos pasarla muy bien sin tenerla en cuenta. Sin embargo yo tengo una lista de cien preceptos tomados del Nuevo Testamento, cada uno de ellos conectado con esta bendita esperanza. Alguno podrá libremente decir que no deberíamos considerar este tema como si fuese un deber y una responsabilidad asociada con el vivir cristiano, ya que no es inmediatamente vivido, y dicen ellos, que no se sienten obligados a permanecer con la esperanza del retorno de nuestro Señor en sus mentes. Pero veamos un simple ejemplo: En Colosenses 3:4 leemos: Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros seréis manifestados con Él en gloria. Haced morir, PUES, (con este pensamiento) lo terrenal en vosotros. En 1ª Corintios 15:58, leemos ASÍ QUE, hermanos míos, teniendo en cuenta esta bendita esperanza que tenemos; una vez que se nos ha dejado ver este maravilloso, y glorioso secreto: estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.  
Hay algunas cosas que son objeto de fe, otras que son objeto de esperanza, y también algunas cosas que son objeto de conocimiento saber; y nosotros esperamos que nuestra labor en conexión con esta conferencia que ahora damos no venga a ser en vano. Ni tan siquiera lo creemos. Simplemente lo sabemos. Sabiendo que… vuestro trabajo en el Señor… no es en vano.
Es precisamente esta sola bendita esperanza, queridos amigos, que Dios ha ligado a la santidad de vida. Este es Su propio plan para certificarla. Bien sabemos que el hombre piensa siempre que puede mejorar los métodos de Dios, e incluso Su propia gente no es del todo inocente en esta materia. Por eso mismo hay muchos queridos hijos de Dios diciéndonos que tienen un plan mejor para obtener y asegurar la santidad de vida. Nos dicen que su plan es la fe – y que por un cualquier acto de fe que emprendamos,  lograremos un cambio en nuestras vidas, etc. Pues que me perdonen si les digo que, yo, prefiero el plan de Dios. Dios no asoció nunca nuestro andar en santidad  a la fe, sino a la esperanza. La Esperanza es el secreto de una vida santa, y no la fe. Aquel que tiene esta ESPERANZA en Él – en Cristo – a sí mismo se purifica, así como Él es puro. Este es el testimonio de la Palabra de Dios. Esta esperanza es la garantía de una vida purificada; es una preservación contra todas las perversiones. Yo jamás he visto una vida degradada cuando está aguardando y fijando sus ojos en la venida de Cristo del cielo, y todavía no he visto a nadie en púlpito alguno donde este fuese el tema de consideración. Pero no debería haber sitio ni darse lugar en púlpito alguno para tal persona que no tenga el tema de la esperanza en consideración, y debería ser echado fuera de él sin contemplaciones.
Esta verdad, por encima de todas las demás, es la verdad de todas las edades y específicamente para nuestro tiempo¿Cómo son los tiempos o edades actuales? Son tiempos peligrosos.  Sin embargo, por todas partes se nos exhorta a conformarnos con los tiempos. Pero queridos amigos, son tiempos peligrosos y por tanto, nuestro conformarnos con ellos será también muy peligroso. El fin de los tiempos peligrosos es el juicio, y si nos conformamos con ellos iremos con ellos conformándonos al juicio, también.
Me gustaría llevaros a un precepto, una encomienda – una solemne y práctica encomienda – la cual se asocia con esta bendita esperanza. Se halla en 2ª Timoteo 4:1: Te encarezco, POR TANTO (en la Vers. Inglesa) Observe la palabra por tanto. Es importante, porque toda y cada palabra de Dios es pura. ¿Por qué está puesta la palabra por tanto aquí? Lea el versículo anterior, y podrá comprobar cuál es la razón. Es porque la Palabra de Dios es inspirada, respirada por Dios, y es útil para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Así, POR TANTO, te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en Su manifestación y en Su reino, que prediques la Palabra.
 ¡Esta es una solemne encomienda! ¡Difícilmente hubiésemos pensado que sería necesario introducir un tan simple precepto con un encargo tan solemne! ¿No es predicar la Palabra lo que  todos los ministros profesan hacer? Entonces, ¿Para qué se hace esta solemne encomienda? Pues porque aquí se nos dice uno de los secretos de estos tiempos peligrosos, el cual se escribió hace ahora unos dos mil años atrás. Este secreto lo leemos en el tercer versículo: Porque vendrán tiempos en que no sufrirán la sana doctrina. ¿No están aquí referidos y puestos de manifiesto estos “nuestros días”, queridos amigos? ¿Qué es lo que están haciendo aquellos que profesan “predicar la palabra”? Están simplemente procurando alguna cosa que los hombres puedan sobrellevar y soportar oír. Sin embargo, teniendo en cuenta todo esto, debemos hacer caso de este solemne encargo o encomienda, y predicar la Palabra. Este solemne encargo se nos da en presencia del Juez, de Aquel que juzgará a los vivos y a los muertos. Note el octavo versículo de este capítulo, Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo en aquel día, y no solo a mí, sino también a todos los que aman SU VENIDA. No es de extrañar que, tan simple como es este encargo, requiera ser afirmado con la idea del juicio (vers.1 y 8), y que se introduzca con tan terrible solemnidad. No es de extrañar que se nos lleve a la presencia del Juez para escuchar este encargo,  cuando hay por todas partes y a nuestro alrededor tantas cosas que nos alejan de esta simple senda del deber. Predica la Palabra, porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.   
Vea 2ª Timoteo 4 a la luz de la totalidad de estas dos epístolas. Nadie puede examinar cuidadosamente estas dos epístolas de Timoteo sin darse cuenta de que, en el paso de la una a la otra, la atmósfera que se respira es diferente. En la primera epístola se ve a la Iglesia en sus reglas, y Timoteo es instruido en cuanto a sus deberes en la casa de Dios, en cuanto a los deberes de sus oficiales -sus cualidades, etc. Pero en el momento que abrimos la segunda epístola nos encontramos delante un escenario completamente diferente. Vemos la Iglesia en su ruina. La visión profética nos lleva a los últimos tiempos, y se nos muestra cómo serán sus características, y cuáles van a ser los sucesivos pasos en el transcurso de su degradación. 
En 2ª Timoteo 1:15, dice: Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia.
Esta debe haber sido una experiencia muy triste en la vida de Pablo – ver que todos aquellos que estuvieron firmes con él, ahora le abandonasen – sin embargo él conocía a UNO que nunca le abandonaría. En el vers.12 dice: Porque yo sé a QUIEN he creído. Él no dijo, como muchas veces se cita yo sé en Quien he creído. ¡No! sino que dice ¡Yo Le conozco! ¡Yo creo lo que Él dice! Este es también nuestro recurso. Una fe no fingida, referida en el quinto versículo, es la que necesitamos. En estos días, cuando los hombres se apartan de nosotros y nos abandonan, cuando se vuelven a las fábulas, mientras más próximos nos mantengamos del Señor, nada podrá afirmarnos en cualquier lugar mejor, sino una fe no fingida en el Dios viviente.
En el segundo capítulo tenemos descrito otro paso en el transcurso de esta degradación de los días postreros. En el vers.18 leemos: Se desviaron de la VERDAD, diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos. Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
En el tercer capítulo llegamos a un paso aún más bajo en el carácter de estos últimos días. En el octavo versículo leemos: Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también estos Resisten a la VERDAD.  
Es justamente en conexión con esto que tenemos el importante pasaje (2ª Timoteo 3:16) introducido y concerniente a la inspiración de toda la Escritura, diciéndonos, si es que tenemos oídos para oír, que cuando los hombres resisten a la verdad, nuestro único recurso, nuestra única defensa, es la Palabra de Verdad. Esta es la lección que aprendemos por el lugar donde aparece este pasaje: No confiamos en nuestra propia sabiduría en la presencia de aquellos que resisten, sino que dependemos de la Espada del Espíritu, - la cual es la Palabra de Dios.
Tenemos además otro paso en el proceso de la degradación dado en el cuarto capítulo. Bien te puedes preguntar ¿podrá haber algo peor que oponer resistencia de la verdad? ¡Sí, algo bastante peor! Para los que resisten todavía hay alguna esperanza. ¡Sí! !puede haber algo peor!  Porque es posible que los que resistan, lleguen a sujetarse a la verdad. Muchos que, como Saulo de Tarso, resistieron a la verdad, llegaron a ser después sus más celosos abogados. Sí, hay todavía algo peor,  que se da en el terrible carácter de estos últimos días. En los versículos 3 y 4 tenemos: Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina…y APARTARÁN DE LA VERDAD EL OÍDO, y se volverán a las fábulas.  
¿Qué es lo que se puede hacer con los hombres que deliberadamente aparten sus oídos de la verdad de Dios, y que se den por satisfechos con las fábulas del hombre?
¡Absolutamente nada! ¡Humanamente hablando, no tienen esperanza alguna posible!
¿Qué es entonces lo que el siervo de Dios tiene que hacer?
Predica la Palabra (vers.2). Haz obra de evangelista (vers.5).
¿Pero si los hombres no soportan la sana doctrina? – Predica la Palabra.
¿Y si los hombres no la soportan? – No importa – Predica la Palabra.
¿No sería mejor buscar algo que la gente pueda sobrellevar?
¡No! Predica la palabra, y lo más sencilla, dedicada y fielmente posible, porque sabemos que habrá un tiempo en que los hombres no la tendrán.
Esta, por tanto, es la verdad para los tiempos que vivimos. Esta es la verdad para el día en que se traza nuestro destino. No es de admirar que este simple mandamiento, el cual pasa desapercibido para la mayoría, sea introducido con un tan solemne encargo en el vers.1. No es de admirar que sea seguido y acabado por una referencia al Juez justo venidero (2 Timoteo 4:8).
Cuando aquellos que deberían predicar la Palabra están dirigiendo sus esfuerzos para agradar a las personas, y predicando las filantropías de los periódicos, los “buenos hábitos”, y un Evangelio social; cuando aquellos que deberían predicar el Evangelio de la Gracia de Dios están predicando el aumento salarial de las masas para que alcancen un nivel social más elevado; cuando aquellos que deberían predicar el Juicio venidero, y provocar el espanto en los pecadores (Hechos 24:25), están en su desespero inventando nuevos métodos y haciendo todo lo posible por agradar y entretener a los pobres pecadores; cuando vemos a las multitudes de los denominados pastores intentando amansar a las cabras, en vez de procurar y alimentar a las ovejas de Cristo; yo clamo, cuando veamos que es este el carácter de nuestros días, entonces podemos estar bien seguros de que el juicio no está lejos.
Aarón hizo el buey de oro para agradar al pueblo, y el juicio vino repentinamente sobre todos ellos (Éxodo 32:26-28).
Pilato crucificó a Cristo para agradar al pueblo (Marcos 15:15), y el Señor en Su juicio destruyó muy pronto la ciudad y dispersó toda la nación.
Herodes, para agradar al pueblo, azotó a Jacobo, y estaba decidido también a azotar a Pedro, y fue herido por un ángel de Dios – y expiró comido de gusanos (Hechos 12:3, 23).
Bien podéis creerme, queridos amigos, el juicio no está lejos – ¡sí, está a la puerta! Estamos aquí para testificarlo como lo testificó Noé; para andar con Dios como Enoc anduvo; viendo qué tipo de personas debemos ser, mientras repetimos Su profecía en los oídos de una iglesia mundana y un mundo religioso: He aquí vino el Señor con Sus santas decenas de millares (Judas 14).
Pero hay una bendita esperanza ligada con esta cuarta y última característica de estos malos y peligrosos tiempos. Se registra en 2 Timoteo 4:8: Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida.
E.W. Bullinger   

Traducción Juan Luis Molina
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