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PORQUE DONDE ESTE VUESTRO TESORO, AHÍ ESTARÁ VUESTRO CORAZÓN. (AUDIO) Por Claudia Juárez Garbalena


Con la lectura de:

Del Libro – “Orientalismos De La Biblia”
Traducción Española - Juan Luis Molina

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan, sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mateo 6:19-21)

La interpretación Occidental de esta escritura es que los tesoros se refieren al dinero que se almacena o amontona en este mundo. Es por eso por lo que nunca está seguro, porque la polilla y el orín lo corrompen, y ladrones lo roban. Por otra parte, el dinero que se da para la iglesia, o para cualquier otra causa digna, [se piensa] es como un tesoro que se hace en el cielo. Pero como en todos los casos donde se utilizan símbolos y figuras literarias, la comprensión apropiada de la escritura debe provenir de su significado espiritual. Cristo no se está aquí refiriendo al dinero. Los "tesoros" que aquí se mencionan significan simplemente nuestros pensamientos. De hecho, hay varios símbolos empleados en este pasaje. Déjame que te los explique.

 "El Cielo" significa el medio del Espíritu. "La Tierra" es el medio de la materia, de las cosas materiales. "La polilla" es la preocupación que corroe y destruye nuestros pensamientos buenos y positivos, y "corromper" también significa corroer, carcomer.

A la luz de la filosofía Oriental entonces, estas escrituras debían leerse de la siguiente manera:

No permitas que tus pensamientos se centren en las cosas materiales, donde el temor y las preocupaciones corroen y carcomen y crean frustración y derrota, y donde las dudas penetran y roban vuestros pensamientos.
Sino mantén tus pensamientos centrados en el Espíritu, en donde ni el miedo ni la preocupación producen derrota, y donde las dudas no penetran ni roban tus pensamientos tampoco.

Si nuestros pensamientos están centrados en cosas materiales, nuestras vidas estarán ciertamente plagadas con derrota, frustración, y desespero. La razón por lo que esto sucede, es porque las cosas que vemos no son verdaderamente indispensables. Las vemos aparecer y evaporarse. Y las cosas que pensamos que son sustanciosas y reales, se desvanecen ante nuestros ojos. Todas las cosas que conocemos por nuestros cinco sentidos se encuentran en un estado de mudanza y de decadencia. Una vez que no hay ningún medio de comunión posible entre el Espíritu y las cosas de la tierra, no puede haber ninguna satisfacción en ellas. Pero Dios, que es Espíritu, puede hablar y tener comunión con nosotros a través del espíritu que tenemos dentro. La Presencia de Sí Mismo en nuestro espíritu, nos capacita para estar gozosos y satisfechos a través de la comunión que gozamos con Él. La vida del hombre no consiste en la abundancia de las cosas que él posee, El hombre no puede vivir de pan solamente. Para florecer, debe antes vivir de toda palabra que procede de la boca de Dios.

Nosotros debemos concentrar todos nuestros pensamientos en el medio del Espíritu. Haciendo a la Palabra de Dios el modelo de nuestras vidas, tenemos toda la capacidad para llevarlo a cabo de esa manera. Entonces comenzaremos a manifestar el poder espiritual de los hijos de Dios. Nada puede derrotarnos, o hacernos infelices. Podemos encontrarnos con problemas por todas partes, pero no desesperamos; nos encontraremos perseguidos, más no desamparados; derribados, pero no destruidos. Nos sobrepondremos a toda circunstancia terrenal porque nuestros pensamientos se encuentran en el medio del Espíritu. Cualquier cosa que pase a nuestro alrededor es inconsecuente y no nos afecta porque solo somos conscientes de la Realidad - Dios.

Dios espera que lo hagamos así. El hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios. El Espíritu habita con él. Él era perfecto y estaba completo. Pero debido a su voluntaria desobediencia, el hombre perdió su posición espiritual delante de Dios. Entonces, en el cumplimiento del tiempo, Dios envió a Su Hijo para abrir el camino de la restauración del hombre a su original relación con Dios. A través del nuevo nacimiento, el pasa a ser una nueva creación. El espíritu de Dios habita nuevamente con él. Una vez más se le da la vida, se mueve, y tiene su existencia en Dios. Él puede florecer en la comunión que mantiene con el Padre, y reflejar la vida y la luz de Dios. El brillo majestuoso del amor, verdad, gozo, libertad, victoria y sanidad, irradia de su ser en abundante medida.

Él se encuentra ahora capacitado para reflejar la mente de Cristo una vez que ha muerto para sí mismo. La voluntad de Dios ha pasado a ser ahora su voluntad. Para él ahora vivir es Cristo. Cada fardo ha pasado a ser una bendición. Cada obstáculo en su camino ha pasado a ser una piedra de calzada. La estimulante libertad en Cristo le constriñe a obedecer empapado de amor. El viejo hombre es crucificado. ¡Él es de hecho una nueva criatura!

Muchos hijos de Dios están temerosos y ansiosos porque sus pensamientos están repletos de las "cosas" del mundo. Están inseguros en cuanto al futuro. No habitan en Cristo porque sus corazones se encuentran donde están sus pensamientos: en el mundo de las cosas materiales. La ilusoria realidad de la materia retratada por los cinco sentidos les produce inseguridad en cada parte de la vida y los esclaviza en la jaula del miedo.

Eso no es más que un hijo de Dios torturándose a sí mismo. Nosotros hemos sido librados de todo eso a través del conocimiento de la Verdad, que es Jesucristo. Debemos darnos cuenta de quienes somos. Entonces, seremos conscientes y podremos despertarnos de la sugestión hipnótica de Satanás, tomando nuestra justa posición como Hijos e Hijas de Dios, andando según el Espíritu, y manifestando una vida abundante.

Y por el contrario, el hombre que no es salvo vive sin el Espíritu; y como resultado, piensa y anda de acuerdo al conocimiento que saca por sus cinco sentidos, es decir, la carne. La Biblia declara que la carne es enemiga del Espíritu (Dios).

Este hombre vive en la ignorancia espiritual. La falta de conocimiento es la raíz de la mayoría de sus problemas. La mente, actuando y operando con la información que obtiene por los sentidos, piensa de manera negativa la mayor parte del tiempo. ¡Y lo que piensa el hombre, eso es lo que hace al hombre! - Según piensa en su corazón el hombre, así es él... (Proverbios 23:7). Refleja todo lo negativo que puebla su mente y por eso está siempre temeroso, porque no puede convencerse a sí mismo de que no está enfrentando la inminente condenación.

La solución para tal persona se encuentra en aceptar a Cristo, pero no solo como salvador, sino además también como Señor de su vida. Entonces pasa de las aguas movedizas de las tiniebla de los sentidos, a la luz de la revelación de Dios en el espíritu que ahora posee dentro de él. Y a medida que este hombre va meditando en Su ley día y noche, irá aprendiendo el arte de concentrar sus pensamientos en Dios. Solamente entonces podrá acercarse a la cosecha de las realidades espirituales del gozo, la paz interior, la abundancia y la sanidad. Vendrá a ser más que vencedor por medio de Cristo.

Mirad que trágico es esto: los hechos indican que, mientras que la mayor parte de los Cristianos "hablan" de la vida victoriosa del capítulo 8 de Romanos, lo que sin embargo ellos "viven" es en la frustración del capítulo 7.

El escape del capítulo siete de Romanos se da en el versículo del capítulo ocho: ...!No andes detrás de la carne, sino detrás del Espíritu!


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