Jesús es tu Restaurador y Sustentador. De Joseph Prince
Ruth
4:15 el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez…
La hambruna empobreció la
vida de Noemí, una israelita. Pero fue la muerte de su esposo y sus dos hijos
lo que la dejó completamente desamparada. (Rut 1:1-5) O así pensó ella, hasta
que Boz, que era un pariente rico y cercano, entró en su vida.
Como su
pariente-redentor, Boz se casó con Rut, la nuera viuda de Noemí. Y a través de
esa unión, Noemí tuvo un nieto. El nacimiento de su nieto le dio una nueva
ocupación en la vida, haciendo que las mujeres de su pueblo declararan que el
restaurador de su vida y el sustentador de su vejez había llegado a su vida.
Rut
4:14 Y las mujeres decían a Noemí: Loado sea Jehová, que hizo que no te faltase
hoy pariente, cuyo nombre será celebrado en Israel;
4:15
el cual será restaurador de tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que
te ama, lo ha dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos.
4:16
Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya.
Boz es una representación
de Jesús, nuestro pariente-redentor. Jesús se convirtió en nuestro pariente
cuando nació en este mundo como uno como nosotros. Y Él se hizo nuestro
Redentor cuando pagó con su vida y su sangre en la cruz para redimirnos.
Jesús se entregó a
nosotros como el restaurador de la vida y el sustentador de nuestra vejez.
Cuando el restaurador de la vida está en nuestras vidas, lo que hemos perdido
puede ser restaurado. Y con el sustentador de nuestra vejez en nosotros,
nuestros cuerpos pueden ser renovados gloriosamente a pesar de que avanzamos en
edad.
Joel
2:25 Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta…
2:26
Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual
hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.
Es por eso que cuando
Moisés murió a la edad de 120 años, sus ojos no se oscurecieron y su vigor
natural no disminuyó (Deuteronomio 34:7). Caleb, a sus 85 años de edad, todavía
pudo expulsar a los gigantes de la tierra. Dios había nutrido su cuerpo
literalmente y lo había hecho fuerte para la guerra (Josué 14:11). Sara
ciertamente fue rejuvenecida por Dios en su vejez porque todavía era deseable para
un rey a la edad de 90 años (Génesis 20:1-2). Dios incluso renovó su vientre.
Ella recibió fuerza para concebir (Hebreos 11:11), dando a luz a Isaac en su
vejez.
Amado, Dios está fuera
del tiempo y tu fe en Él te trae a esa zona fuera del tiempo. Allí, lo que los
años te han robado será restaurado. Y a medida que aumenten tus años, ¡no
estarás débil y cansado porque el restaurador de la vida y sustentador de tu
vejez está en ti!
Extraído del sitio “Joseph Prince Ministries”
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Los siguientes son
fragmentos de “Deléitate en Dios- una biografía de George Müller”, un
testimonio vivo de la fidelidad de Dios en un siervo Suyo que descansó en la
obra completa y finalizada de Cristo. ¡La plenitud, gozo y vitalidad morando en este hombre de Dios a sus más de noventa años, es realmente un
deleite!
Dios les bendiga
Claudia Juárez Garbalena
´Nuestra meditación en esta tarde´, comenzó él, ´con la
ayuda del Señor, se centrará en el pequeño pero precioso Salmos 23: ´El Señor
es mi Pastor; nada me faltará´.
Müller fue exponiendo y aplicando el Salmo
versículo por versículo. Cuando llegó al último versículo dijo:
´Ahora viene el último versículo, “Ciertamente el bien y
la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová
moraré por largos días.” Un pobre en una ocasión fue convidado como huésped en
la casa del Rico. Allí fue él y se sintió muy feliz, se quedó contento. Todo lo
que anteriormente había naturalmente deseado su alma se encontraba en la casa,
“me quedaré aquí para siempre, nunca más me iré de este lugar.” Esto nos
muestra lo que los hijos de Dios hallan, cuando ponemos en todo a Cristo Jesús;
no simplemente tenemos que decir: “Mi copa está rebosando; me encuentro lleno
de felicidad.” Sino que además, añadimos: “Esto es casi más de lo que puedo
abarcar. Encuentro todo tan agradable, tan sumamente agradable y perfecto, en
este camino que hay que hay recorrer, que no puedo escoger otro nunca más.
¡Permaneceré en la casa de mi Padre para siempre!´
´¡Esta es la posición a la que se nos ha traído
como creyentes que somos en Cristo! Si ciertamente andamos de acuerdo a los
caminos del Señor, y verdaderamente llevamos nuestros corazones rendidos a
Dios, este es el resultado que alcanzaremos. Lo encontraremos todo tan
sumamente agradable, tan precioso, incluso comparándolo con esta vida, que no
tendremos ningunas ganas de salirnos de los caminos del Señor. En nuestra
condición natural humana, procuramos momentos de felicidad; pero no alcanzamos
esa felicidad nunca. Nada, sino desilusión es lo que cosechamos, porque después
de unas pocas horas, toda esta felicidad mundana desaparece. Pero en la
posición que se nos ha ofrecido por la fe sola en el Señor Jesucristo, no solo
se nos concedió “momentos felices” durante unos pocos días, o unos cuantos
meses, o unos pocos años, sino por toda la eternidad. Por eso en nuestros
corazones decimos: “Permaneceré en este camino; me siento repleto en este
camino; nuca saldré de esté camino.”
´Y no solamente eso, sino que, además, en esa felicidad
eterna ´la misericordia y el bien me seguirán todos los días de mi vida”. Seré
desde ahora un hombre feliz hasta la eternidad, y me mantendré en la presencia
de mi Padre; no abandonaré Su casa nunca más, porque en ella he hallado tanta,
tanta preciosidad en ser un hijo de Dios.´
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´Aunque seas el más grande, el más antiguo, el más
ardiente pecador, aunque hayas cometido pecados una, y otra, y otra vez,
abiertamente y con conocimiento, si en este momento te pones en las manos de
Cristo, tú serás por sus méritos perdonado, puesto que hay poder en la sangre
de Cristo que quita de encima los más grandes pecados.
´Simplemente saber esto no trae felicidad - no una real,
verdadera felicidad. Yo sé hablar nueve idiomas, y con todo eso yo hubiera ido
de cabeza al infierno si no hubiese conocido a Cristo, Cristo, Cristo. ¡Oh!
¡Qué gran bendición es ser un discípulo del Señor Jesús!
´Yo soy un anciano feliz; ¡si, de hecho, soy un anciano
muy feliz! Yo me paseo de un lado a otro de mi habitación, y me digo: “Señor
Jesús, yo no estoy solo, porque tú siempre estás conmigo. He visto morir a mis
esposas y a mi hija, pero tú has permanecido. ¡Nunca me sentí solitario ni
desolado contigo y con tu sonrisa, que es mejor que la vida en sí misma!”´
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