No seas consciente del polvo. Por Joseph Prince
Lucas
13:11 y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de
enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar.
Imagina estar encorvado
por 18 años. Todo lo que podrías ver sería el polvo en el suelo. Ese era el
problema de la mujer en Lucas 13. El polvo era todo lo que sus ojos podían ver,
todo el tiempo, por todas partes donde iba, hasta que llegó a estar consciente
del polvo. Gracias a Dios que ella finalmente vio los hermosos pies de Jesús,
quien le trajo buenas noticias y la enderezó.
Ahora, el polvo es la
comida del diablo. La Biblia nos dice que Dios maldijo al diablo para que
comiera polvo todos los días de su vida (Génesis 3:14). El polvo representa la
muerte (Génesis 3:19). El diablo quiere que seas como él: que caigas sobre tu
pecho, te arrastres y comas polvo. Comer polvo es alimentarte de tus defectos y
carencias, hasta que sientas constantemente que hay mucho en tu vida que
necesitas limpiar. Puede que no estés físicamente encorvado, pero como esta
mujer, llegas a estar consciente del polvo, y así la vida todos los días se
vuelve una lucha.
Tener una conciencia del
polvo también afecta la forma en que ves a los demás. Observas las faltas de
las personas todo el tiempo. Señalas sus defectos y analizas sus fracasos
pasados. Cuando estás consciente del polvo, encuentras tus relaciones robadas
de paz y gozo.
Y si tú, como aquella
mujer, sigues mirando el polvo, en poco tiempo, esa posición interna de
conciencia del polvo se vuelve tan arraigada que te conviertes en la comida del
diablo porque el polvo es lo que él come. La Palabra de Dios lo describe como
un león rugiente, que anda buscando a quien devorar (1 Pedro 5: 8).
Si no quieres ser
devorado por él, ¡levanta tus ojos por encima del polvo! En vez de mirar tus
fracasos, mira a Cristo quien te ha librado de cada derrota. Mírate a ti mismo en
la forma en que Dios lo ve: como alguien justo y santo en Cristo (Colosenses
3:12, 2 Corintios 5:21) Tú no eres polvo porque no vives en la carne ni eres de
la carne, tú vives en el espíritu y eres del Espíritu (Romanos 8: 9).
Amigo mío, cuanto más te
des cuenta de quién eres en Cristo, más vas a enderezarte y a andar de la
manera en que Dios te ve: ¡como una nueva creación con Su autoridad y poder, y con
un espíritu vencedor!
Colosenses
3:12 Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados...
2
Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
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