El Sumo Sacerdocio de Jesús es para siempre. Devocional. Joseph Prince
Hebreos
6:20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre
según el orden de Melquisedec.
Jesús es nuestro Sumo
Sacerdote para siempre. Este aspecto "para siempre" cambia la forma
en que somos bendecidos y cómo recibimos nuestras bendiciones de Dios. Como
nuestro Sumo Sacerdote, Jesús nos representa ante Dios. Dado que Su sacerdocio
es según el orden de Melquisedec, que es un sacerdocio de justicia, Su justicia
llega a ser nuestra justicia para siempre. ¡Esto significa que somos justos
para siempre a los ojos de Dios!
Y debido a que él nunca
morirá, sino que continuará siendo nuestro Sumo Sacerdote para siempre, tenemos
una justicia eterna, no simplemente una justicia temporal basada en nuestras
obras. No, tenemos una justicia perpetua y eterna porque Jesús es nuestro Sumo
Sacerdote para siempre.
Esto también significa
que bendiciones están perpetuamente sobre ti, porque la Biblia dice que hay
bendiciones sobre la cabeza de los justos (Proverbios 10: 6), ¡y tú eres justo
para siempre!
A diferencia del
sacerdocio según la orden levítica, que bendice tanto como maldice, el
sacerdocio de Jesús según la orden de Melquisedec solo bendice. No hay
maldiciones, solo bendiciones, ¡eternamente y para siempre!
Y debido a que Jesús es
nuestro Sumo Sacerdote para siempre, las bendiciones no nos llegan en goteos intermitentes,
sino que fluyen en nuestras vidas en un torrente sin fin. Porque Él es nuestro
Sumo Sacerdote para siempre, nunca podemos detener Sus bendiciones.
Al ser nuestro Sumo
Sacerdote para siempre, Jesús también toca las bendiciones que nos da con un
efecto eterno. Él toca nuestras vidas y tenemos vida eterna. Toca nuestro
ministerio y su impacto se vuelve eterno. Y cuanto más veamos que su sacerdocio
tiene un efecto eterno, más permanentes serán nuestras bendiciones.
Verdaderamente, no hay
nada temporal acerca de lo que Jesús nuestro Sumo Sacerdote hace. No se trata de
que seas bendito hoy, y maldito mañana. Las bendiciones que recibimos son
seguras y firmes porque Jesús es nuestro Sumo Sacerdote hoy, mañana y siempre.
¡Entonces regocíjate
porque Jesús, tu Sumo Sacerdote, cambia la forma en que eres bendecido para
siempre!
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