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EL APOCALIPSIS O "EL DÍA DEL SEÑOR" - Por E.W. Bullinger (Introducción)

Amados de Dios:

Dios los bendiga.

Es un verdadero gozo presentarles parte de la introducción de este nuevo proyecto de traducción: “El Apocalipsis o “El día del Señor” del Dr. E.W Bullinger, publicado en 1909. Es muy grande el sentir entre muchos hijos de Dios de que el retorno de Cristo está realmente muy cerca. A la vez que nos inunda una expectativa, surgen especulaciones entre muchos miembros del Cuerpo de Cristo afirmando que estamos viviendo el tiempo de Apocalipsis, o que la Iglesia tendrá que pasar por el Apocalipsis, etc. Una serie de “versiones” surgen por todos lados respecto a este tema. “El Apocalipsis o el Día del Señor” es libro es profundamente esclarecedor y revelador respecto a este libro, que es tan poco entendido por muchos cristianos (comenzando por nosotros mismos). Así que esperamos junto con ustedes, ir descubriendo las tremendas riquezas que el libro de Apocalipsis encierra.

Estamos profundamente agradecidos con nuestro Padre Celestial por ponernos en las manos un trabajo tan significativo, hermoso y lleno de respeto, amor, honor y reverencia a Su Nombre y Santa Voluntad. E.W. Bullinger fue un hombre lleno de amor y dedicación por Dios, un muy apasionado estudioso de las Sagradas Escrituras, a las cueles les brindaba una profunda reverencia y serio estudio. Aquí dejamos un enlace al sitio de nuestro hermano Eduardo Di Noto, donde podrán encontrar una breve semblanza de la vida de este ministro de Dios:

Como siempre, nuestro profundo anhelo es GLORIFICAR, BENDECIR Y EXALTAR A NUESTRO TODOPODEROSO PADRE, HONRAR SU NOMBRE. Y oramos porque este libro brinde mucho más luz a nuestro entendimiento.

Con el amor de Cristo,

Claudia Juárez Garbalena y Juan Luis Molina


El Apocalipsis o "El Día del Señor"

Por
E.W. Bullinger, D.D.
Segunda edición
(Revisada y corregida)
1909
Traducción al español por Juan Luis Molina


Tabla de análisis de contenidos
Prefacio
Introducción
Quince puntos preliminares
I.    las cinco divisiones envueltas de la Biblia
II.  El carácter hebreo del Libro
III. La Iglesia no es el tema de la profecía del Antiguo Testamento
IV. "El Día del Señor"
V.   Los títulos de Cristo usados en el libro

1.   "El Hijo del Hombre" (1: 13)
2.   "El Todopoderoso" (1: 8)
3 "Señor Dios" (1: 8)
4.  "El Primero y el Último" (1: 11)
5.  "El príncipe de los reyes de la tierra" (1: 5)
6.  “El que está por venir" (1: 8)
7.  "El que vive" (1: 18)

Introducción

Muchos lectores de la Biblia la tratan como si fuera un “rompecabezas,” donde tenemos que “encontrar un rostro,” o “un hombre” o algún otro objeto. No importa cuál parte de la Biblia pueda ser leída, el único objetivo parece ser “encontrar la Iglesia.” Porque, la “Palabra de verdad” no está siendo correctamente dividida, ni aun dividida de cualquier manera, se supone (o asumimos) que la totalidad de la Biblia es para todo el mundo, en todas y cada una de las partes, y en cualquiera de las edades; y se supone (o asumimos) que la Iglesia es su sujeto principal en todos los lugares.
Esto nace de nuestra propia naturaleza egoísta. “Nosotros” pertenecemos a la Iglesia, y por tanto, todo lo que “nosotros” leamos, “nosotros” lo tomamos para nosotros mismos, no dudamos en robarle a los demás aquello que les pertenece. Veamos uno de estos casos. Abrid vuestras  Biblias en Isaías 29, y en el título que le han puesto encima (en la versión en inglés), en su mismo principio leemos: “Juicio sobre Jerusalén,” y “! Las misericordias de Dios hacia Su Iglesia!” Esto es una “división” de la palabra (hecha por el hombre), si, ¡de hecho es así! Pero que esta sea una manera “correcta de dividirla”, eso ya es otra cosa muy distinta. El libro declara ser “La visión de Isaías”…la cual él vio concerniente a Judá y a Jerusalén.” Y a pesar de todo eso, las bendiciones que recaen sobre Judá y sobre Jerusalén se les quita de sus manos y se las dan a la Iglesia, ¡mientras que las maldiciones son generosamente dejadas para “Judá y Jerusalén!”   
Con tal sistema de interpretación de la Biblia, se hace inútil todo intento por alcanzar el propósito de la revelación Divina. Dan lugar a que sus enemigos se burlen de ella, esto crea un fundamento para los ataques de los infieles, y al mismo tiempo es una piedra de tropiezo para los amigos de ella. Y este, normalmente, también es el mismo principio con el que se trata el libro de Apocalipsis. En todas partes es metida la Iglesia, en: Juan (capítulo 4. 1) representa la Iglesia; las criaturas vivientes, o Querubines (cap. 4) son la Iglesia; los veinticuatro ancianos (cap. 4:5) son la Iglesia; los 144.000 (cap.7) son la Iglesia;* la gran multitud (cap. 7) es la Iglesia; “la “mujer vestida de sol” (cap. 12) es la Iglesia; El recién nacido (cap. 12) es la Iglesia; la esposa (cap. 19) es la Iglesia; y así continua, hasta que el humilde lector de este libro se queda desorientado y descorazonado. No es de extrañar que el libro sea tan desconocido. Lo sorprendente sería si no lo fuese.
* No obstante, se declara expresamente que ellos son “de todas las tribus de los hijos de Israel.” Los que habían sido sellados para juicio, nunca deberíamos haber oído hablar como si esta multitud fuese “la Iglesia.”
Ahora bien, será con el objetivo de elucidar a los que deseen comprender esta profecía fuera del marco de la tradición, que nos proponemos escribir estas páginas.
Estamos persuadidos de que alcanzaremos mejor nuestro objetivo abandonando la costumbre usual de los expositores, y dejando la interpretación de las palabras y frases y versículos para cuando hayamos aprendido el cuadro completo del libro, y averiguado el gran principio sobre el cual toda interpretación deba basarse.
Permitámonos decir de una vez por todas que estamos convencidos, y que debemos creer (1), que Dios quiere decir lo que dice; y (2), que tiene un propósito para cada palabra que escoge decir. Todas Sus obras y todas Sus palabras son perfectas, en su elección, orden y lugar: tan perfectas, que, si una palabra o expresión se utiliza, hay una razón del por qué cualquier otra no podría haber ocupado su lugar.
En estos lineamientos procederemos a demostrar y explicar nuestras tesis o proposiciones: rogándole a nuestros lectores que no comiencen a emitir juicios sobre ellas, sino que experimenten y prueben espiritualmente las razones que vamos dando; y les recordamos que, aunque unas pocas serían suficientes por sí mismas para establecer nuestra posición, sin embargo, dependemos totalmente de la acumulativa evidencia de todas ellas tomadas en conjunto.
Nuestra proposición fundamental –que queremos del todo establecer– es, que:
La Iglesia no es el tema o sujeto del libro de Apocalipsis.
Por mucho que esto le suene raro y le sorprenda a muchos lectores, les imploro que no lo subestimen, sino que examinen las razones que daremos con la Palabra de Dios misma, y que las pesen en “la balanza del santuario.” Intentad olvidaros y dejar de lado todo lo que hayáis aprendido y “recibido por la tradición,” y preguntaros a menudo de dónde habéis sacado o aprendido esta o aquella idea que tengáis. Debéis estar listos y decididos para desaprender todo lo que hayáis recibido de los hombres, y aprenderlo todo fresco de nuevo por la misma Palabra de Dios.
El primer capítulo nos ofrece quince pruebas de nuestra proposición fundamental.
Nuestro primer punto, como prueba de nuestra proposición principal, es:

(I) LAS CINCO DIVISIONES ENVUELTAS DE LA BIBLIA
La totalidad de la Biblia se divide en cinco grandes divisiones, cada una de ellas determinada por su tema o sujeto principal.
1. El Antiguo Testamento tiene por su tema el Rey y su Reino venidero, en promesa y profecía.
2.  Los Cuatro Evangelios, el Reino ofrecido y despreciado. El Rey es crucificado por Israel en la Tierra.
3. El Libro de Hechos y las primeras epístolas Paulinas; el Rey y el Reino ofrecido de nuevo (3: 19-21); y despreciado, por la Dispersión en Roma (Hechos 28: 25, 26).
4. Las Últimas Epístolas Paulinas. El Reino en suspenso. El Rey hecho Cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia.
5. El Apocalipsis. El Reino establecido con Divino juicio, en Poder y Gloria. El Rey entronizado.
Así, pues, en la cuarta de estas divisiones, tenemos las Epístolas relativas al Misterio – la Iglesia de Dios – durante este presente y actual intervalo, mientras que el Rey está en los celestiales y Su Reino se encuentra en suspenso; y, al mismo tiempo que la predicación “del evangelio del Reino” se encuentra en suspenso, “el evangelio de la gracia de Dios” está siendo proclamado. Por supuesto, si no se distingue la diferencia que existe entre estas dos “buenas nuevas” (evangelio significa buenas noticias), y el reino es la misma cosa que la Iglesia o el Cuerpo de Cristo, entonces hemos llegado al final de todo el asunto; no solo de nuestra labor, sino de la Biblia misma. Porque, si las palabras no significan lo que dicen cuando se usan en un plano, literal, como en este hecho, entonces las palabras  son del todo inútiles para el propósito de la revelación. Tendremos oscuridad y confusión en su lugar; y un Apócrifo en vez de una Revelación.  
Sin embargo, creyendo en la perfección de las palabras de Dios, y no meramente de su Palabra, nos sometemos a que aquí tenemos la primera gran razón para nuestro propósito: que la Iglesia (el cuerpo de Cristo) no es el tema o sujeto principal del Apocalipsis. 
Será más fácil darnos cuenta de esto cuando hayamos acumulado las evidencias. Sometámonos a esta primera razón, pidiendo simplemente a nuestros lectores que crean lo que Dios dice.

 (II.) EL CARACTER HEBREO DEL LIBRO
Aunque este punto les parezca a algunos insignificante, o de menor importancia, es tan fundamental que no debe ser ignorado ni pasado por alto.
Los mayores críticos comentadores tienen que tener esto en cuenta: porque desde los primeros tiempos, los enemigos del Libro han hecho uso de este hecho innegable, ¡argumentando que no es correcto darle al libro de Apocalipsis, un lugar en un Canon de los demás Libros Griegos del Nuevo Testamento!
El carácter Hebreo del libro de Apocalipsis es visto en sus usos idiomáticos, expresiones, palabras y frases, que no pueden ser denominadas griegas; y de hecho es denominado por muchos “un libro de mal griego”
El Profesor Godet, en su Estudio del Nuevo Testamento, dice, en la p. 331: “La única duda seria que nos surge en cuanto a la autenticidad del Apocalipsis, reside en la diferencia que se observa entre su estilo, y el estilo del cuarto Evangelio (el de Juan). Este último se encuentra exento de expresiones arameas, sin embargo, el Apocalipsis se encuentra saturado de ellas.” Y repite (p. 351): “el Apocalipsis está cargado, de una punta a otra, con el carácter de una profecía hebrea.”
El argumento basado en este hecho por los oponentes del Apocalipsis es tratado por los escolares de varias maneras. Pero ese tema no es de aquellas cosas que les interese a la mayoría conocer. Aquellos que deseen ver este asunto exhaustivamente tratado y referido lean el Comentario sobre el Apocalipsis, hecho por Moses Stuart, quien dedica más de veinte páginas sobre él (pp. 190-210).   
Hay sin embargo, otra cara de la moneda en esta cuestión, y es la siguiente: que, al mismo tiempo que los enemigos usan este hecho contra el Libro en sí mismo, nosotros lo utilizamos contra las interpretaciones populares. Aunque el idioma que emplea es el griego, las ideas y los dichos son hebreos; y eso nos obliga a pensar que no tiene nada que ver con las epístolas Paulinas, sino con el Antiguo Testamento, y nos demuestra que su principal tema o sujeto es el tratamiento (o relación) final de Dios con los judíos y los gentiles; y no la Iglesia de Dios.
Además de este hecho evidente existe otro, que lo enfatiza de una manera muy significativa. No se trata solamente de su carácter hebreo con respecto a sus peculiaridades lingüísticas, sino especialmente por los usos que tiene del Antiguo Testamento.    
Todas las imágenes (descripciones): El Templo, el Tabernáculo, el Arca de la Alianza, el altar, el incienso, las cabezas de los cursos de veinticuatro de los sacerdotes (el modelo del cual era una copia de David, 1ª Crónicas 19: 19, y compare Hebreos 9:23, etc.), todo esto pertenece peculiarmente a Israel.
Lo mismo puede decirse de los juicios, que siguen en la línea de las plagas de Egipto, y por lo tanto han de ser tan reales: de hecho exceden en una más terrible realidad, a las que fueron ejecutadas en el Éxodo de Egipto. Porque escrito está: (Éxodo 34: 10) - "Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo". El cumplimiento de este pacto con Israel,  es el gran tema del Apocalipsis.
Es solamente cuando nos damos cuenta de la conexión que existe entre el Antiguo Testamento y el Apocalipsis, que encontramos las evidencia más resonantes.
Si contamos el número de pasajes del Antiguo Testamento citados o aludidos en el Nuevo Testamento (Tomamos las listas que figuran en la Biblia de Bagster), nos encontramos con que el evangelio de Mateo tiene un número muy grande, sumando al total 92 ocurrencias. La Epístola a los Hebreos aun contiene más, 102 citaciones. Ahora bien, ambos libros están conectados de una manera especial con Israel. Mateo, es universalmente admitido, se destaca entre los cuatro Evangelios como siendo especialmente judío en su carácter. Y la Epístola a los Hebreos fue escrita especialmente para hebreos, y se dirige a ellos como tal.
Ahora bien, cuando consideramos el Apocalipsis, ¿qué encontramos? El resultado es abrumador. Nada menos que 285 referencias al Antiguo Testamento. Tres veces más que en Mateo, y casi tres veces más que la Epístola a los Hebreos.
Debemos preguntamos, ¿esto no le da al libro de Apocalipsis una conexión muy especial con el Antiguo Testamento y con Israel? Está, sin duda alguna, escrito acerca de las personas del Antiguo Testamento, que son los sujetos de su historia. Este hecho debe hacernos comprender que los cristianos gentiles no tienen nada que ver. *
*Es muy significativo que en el momento actual, 1900, se haya iniciado un movimiento en Palestina para superar las dificultades que surgen del hecho de que las asambleas judías en Palestina hablen idiomas diferentes. ¡El hebreo es el que se está procurando se convierta en la lengua vernácula común! No solamente está siendo enseñado en todas las escuelas judías, sino que además todos los demás temas o asignaturas escolares, también están siendo dados en hebreo. Con este hecho debemos señalar además, que, la reciente gran difusión del Nuevo Testamento Hebreo Salkinson-Ginsburg, publicado por la Sociedad Bíblica Trinitaria y la Sociedad de Misioneros para los Judíos,  asciende a unos tres cuartos de millón de copias.
Estamos sencillamente considerando ciertos hechos importantes que deben ser tenidos en consideración por todos aquellos que estén procurando encontrar saber de qué trata el Libro de Apocalipsis. Los hechos están ahí, y la cuestión es esta, ¿Qué tiene para contarnos a nosotros?
No es hasta que descubrimos esto, y conocemos así el alcance del libro, que podemos esperar entenderlo.
(III) LA IGLESIA NO ES EL TEMA DE LA PROFECÍA DEL ANTIGUO TESTAMENTO.
Estrechamente relacionado con este punto anterior, que el libro es hebreo en su carácter, y destinado especialmente a los hebreos, existe otro hecho indudable, defendiendo a favor de que la Iglesia de Dios no es el tema ni sujeto del Antiguo Testamento, ya sea en la historia, el tipo, o la profecía.
Pasajes, etc., se pueden encontrar en él y ser empleados para ilustrar lo que está subsecuentemente revelado. Pero eso solo se puede hacer bajo vía de aplicación, y no por vía de interpretación.
Porque, acerca del "Misterio", o el secreto concerniente a la Iglesia de Dios, se nos ha dicho que "se mantuvo oculto desde tiempos eternos" (Rom. 16:25). Que "en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres" (Efesios 3: 5). Es decir, "desde el principio del mundo, ha estado oculto en Dios" (Efesios 3: 9). Que "había estado oculto desde siglos y generaciones, pero ahora ha sido manifestado a los santos" (Col. 1. 26).
Estas declaraciones son "las palabras verdaderas de Dios", y no las nuestras. No tenemos más remedio que creer lo que Él dice. Si alguno sostiene que, a pesar de todo esto, la Iglesia no estaba "escondida en Dios", sino que fue el tema o sujeto de la profecía del Antiguo Testamento, entonces no tenemos nada más que decirles, porque, si no le creen a Dios, es probable que no nos crean a nosotros.
Pero, creyendo a Dios, preguntamos cómo la Iglesia podría ser el sujeto de la profecía en el Apocalipsis, especialmente cuando su futuro está claramente dicho en las Epístolas que contienen la revelación del Misterio. En ellas es donde se nos declara el futuro del Cuerpo de Cristo. Los miembros de éste Cuerpo están meramente aguardando ser “recibidos arriba en gloria” (1ª Timoteo 3:16). Están esperando su “llamado desde lo alto” (Filipenses 3:14). Están buscando al Salvador, al Señor Jesucristo, que transformará sus viles cuerpos para que sean iguales al glorioso cuerpo Suyo (Filipenses 3:20, 21).
Pero todo esto, concluimos, tendrá lugar antes de que el Apocalipsis sea abierto. En él tenemos, no la venida del Señor para llevarse consigo a Su Iglesia, sino, la revelación de los eventos que tendrán lugar después que la Iglesia haya sido “recibida en gloria.” Estos acontecimientos tendrán lugar durante “el día del Señor,” cuando él regresará y se presente no en gracia, sino en juicio; no en misericordia, sino en ira. Pero esto nos lleva a nuestro cuarto punto. ¿Cuál es el significado del “Día del Señor, en el cap. 1:10? 
 (IV) EL DÍA DEL SEÑOR
En Apocalipsis 1: 19 se nos dice que Juan vio y recibió esta revelación en el "Día del Señor." Partiendo desde la primera parte de este versículo hasta el presente, hemos de notar esta última expresión, "el Día del Señor".*
La mayoría de la gente, acostumbrada desde su infancia a escuchar que al primer día de la semana se le llama el Día del Señor, asumen en su propia imaginación, que así es llamado en Apocalipsis 1:10 porque ese era su nombre. Pero el hecho es lo contrario: el día lo llamamos nosotros así, por causa de este versículo.
En el Nuevo Testamento, ese día es siempre mencionado como "el primer día de la semana." (Vea Mateo 23 1; Marcos 16: 2, 9, Lucas 24: 1; Juan 20 1, 19; Hechos 20:7; I Cor. 26: 2.). ¿No es extraño que sea solo en este lugar donde se usa una expresión diferente hablando del mismo día? Y, sin embargo, tan seguros están los comentaristas de que significa domingo, que algunos van más lejos y afirman que era "el domingo de Resurrección", y es por esta razón que Apocalipsis 1:10-19 se elige en el Nuevo Leccionario de la Iglesia de Inglaterra como la segunda Lección de la Pascua Dominical por la mañana.
No existen evidencias de ningún tipo de que “al primer día de la semana” se le denominase nunca “el Día del Señor” antes de que Apocalipsis fuese escrito. Que se le denominase así posteriormente es fácilmente comprensible, y no puede haber la más mínima duda de que la práctica surge de un mal entendido de estas palabras en Apocalipsis 1:10. No es posible que el primer uso de un término pueda tener un significado que solamente en uso posterior lo haga inteligible.
Por el contrario, ha dejado de ser llamado por su nombre Escritural (“el Primer día de la semana”) no por sujeción o respeto alguno a verdad Bíblica, sino debido a una degradación de la misma. Los “Padres” griegos de la Iglesia fueron convertidos del Paganismo: y todavía no ha sido suficientemente reconocido cuanto de los ritos Paganos y ceremonias y expresiones se han introducido dentro de la Iglesia; y cuán lejos los rituales Cristianos han sido elaborados de y fundamentados en rituales Paganos fomentados por la Iglesia de Roma. Especialmente se ve muy claro cuando vemos el caso del bautismo.  
*Vea El Buda de la Cristiandad, del Dr. Robert Anderso, C.B. Hodder and Stoughton, pag, 68 y cap. 9.
Fueron estos Padres quienes, en su conversión, introdujeron el título “Domingo” en la Iglesia de la terminología pagana, ya que estaban habituados a emplearlo en conexión con su adoración al Sol.
Justino Mártir (114-165 D.C.) en su segunda Apología, (i.e., su segunda defensa de Cristiandad) dice en el cap. 67 acerca de “La adoración semanal de los Cristianos”:  “En el día llamado SUN-DAY todos los que viven en el campo se reúnen juntos en un lugar…SUN-DAY es el día en el cual todos nosotros celebramos juntos nuestra asamblea, porque es en el primer día en el cual Dios, habiendo vencido las tinieblas y a la materia, hizo al mundo; y Jesucristo nuestro Salvador en el mismo día se levantó de los muertos. Porque Él fue crucificado en el día anterior al SATURN (i.e.,el día de Saturno, sábado); y el día después de Saturno, habiéndose aparecido a sus apóstoles y discípulos, les enseñó estas cosas, las cuales sometemos a usted también para su consideración.”
*Edición T. Clarks, pag.65, 66.
Resulta extraño que si Juan llamó al primer día de la semana “el Día del Señor,”  no descubramos ni un pequeño trazo de tal título sino solo un siglo después. Y que aunque no encontremos mudanza alguna, sea “Domingo,” y no al “el Día del Señor – el nombre que ha pasado a ser prácticamente universal. *
Las naciones de Francia, España, e Italia han retenido los nombres Paganos Romanos. El Ingles está contaminado de la mitología Escandinava. Al 1er día lo denominaban Dies Dominica, el Día del Señor (i.e., el día del señor, el sol). Todas las naciones Orientales denominan al sol “señor”. Los persas denominaron a su dios Mithra (el sol), i.e., el señor Mithra. Los Sirios le llamaron Adonis, que proviene del Hebreo Adonai, señor. Los Hebreos le nombraban Baal (que significa señor) y Moloch. Porfirio, en un verso al sol, le llama “Dominus Sol.” Los Romanos conservan el nombre Pagano, Dies Dominica (el día del señor sol), para el primer día de la semana; pero designa los demás por los nombres de la luna y los planetas que adoraban. Así tenemos Dies Lunae (día de la luna), Dies Martis (día de Marte), Dies Mercuri (día de Mercurio), Dies Jovis (día de Júpiter), Dies Veneris (día de Venus), Dies Satunii (día de Saturno).
Algunos Cristianos todavía perpetúan el nombre de Día del Señor al domingo: pero realmente no pasa de ser un nombre pagano, con nuevo significado, derivado de un mal entendimiento de Apocalipsis 1:10.
Algunas objeciones se han levantado a la interpretación del “Día del Señor aquí, porque tenemos (en 1:10) el adjetivo “del Señor” en vez del nombre (en régimen), “del Señor,” como en el Hebreo. Pero ¿qué otra cosa podría decirse en Hebreo? Tales objetores parece que no saben el hecho de que no hay adjetivo para “del Señor” en Hebreo; y que por tanto la única manera de expresar “el Día del Señor” es utilizando los dos nombres, “el día del Señor” – que igualmente significa “el Día del Señor” (el día de Jehová). Se hace inútil, por tanto, seguir haciendo objeciones con este fundamento; porque si un hebreo quiere decir “el Día del Señor,” entonces él tiene obligatoriamente que decir “el día del Señor.”
En el Griego hay dos maneras de expresarlo (como en las lenguas modernas); o bien diciendo literalmente, como en hebreo, “el día del Señor” (usando los dos nombres); o utilizando el adjetivo “del Señor” en su lugar. Viene a ser exactamente la misma cosa en cuanto al significado; la diferencia reside simplemente en el énfasis.
La vía natural de cualificar a un nombre es usando un adjetivo, como aquí sucede – (…) (kyriakee) del Señor; y, cuando se hace así, el énfasis recae y debe ser puesto en lugar de la palabra “Señor;” en ese caso, en vez del adjetivo, el nombre se utilizaría en el caso genitivo, “del Señor.” En el primer caso (como en Apocalipsis 1:10), sería “el DÍA del Señor.” Al mismo día se refiere en los dos casos, pero con un énfasis diferente.
Para ilustrarlo y probarlo, podemos llamar la atención al hecho de que tenemos la correspondiente expresión concerniente a otro “día.” En Lucas 27:22 tenemos “el día del Hijo del Hombre,” donde el énfasis debe ser puesto sobre “EL HIJO DEL HOMBRE” (como lo demuestra el contexto). Mientras que en 1ª Corintios 4:3 tenemos el “DÍA del hombre” cuyo énfasis recae sobre el “día”, haciendo de aquel “día” como en el actual y presente, como ahora sucede. Esto se aclara por el contexto que se traduce literalmente “juicio,” que es exactamente lo que significa. El apóstol dijo – “Es cosa pequeña, que yo deba juzgar entre vosotros, del DÍA del hombre.” El énfasis recae en “día”, porque el tiempo en que actualmente vivimos es el tiempo, o el “día,” cuando es el hombre quien está juzgando. Otro día viene en breve, y ese será el día cuando el Señor estará presente, y será Él Quien juzgue. Este es el motivo de por qué el adjetivo (…) (anthropinee) del hombre se utiliza en 1ª Corintios 4:3; y es por lo que (…) (kyriakee), del Señor se emplea en Apocalipsis 1:10. Lejos de que el uso del adjetivo sea un argumento contra nuestra conclusión, es más un argumento en su favor. Así que ¿Qué es el “DÍA del Señor” o “día del SEÑOR”? La primera ocurrencia de la expresión (que es la llave de su significado) se da en Isaías 2:11. Es el día en que “la altivez de los ojos será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.   
*Debemos señalar que la expresión (…) (yon Jehová, el día del Señor) aparece (en la Biblia Hebrea) dieciséis veces, Isaías 23:6,9. Ezequiel 13:5 Joel 1:15; 2:1,11; 3:14; 4:14. Amos 5:18 (dos veces), 20. Abdías 16 (Hebreos 1) Sofonías 1:7, 14 (dos veces) y Malaquías 4:5 (Hebreos: 3:23).
En cuatro diferentes lugares donde tenemos en la Biblia Inglesa “el día del Señor,” la Hebrea tiene la preposición lamed (…) a o para, antes de la palabra Jehová. En Isaías 2:12, Ezequiel 30:3, y Sofonías 24:1 significa “un día a Jehová”; y en Zacarías 24:7 significa “un día (conocido) para Jehová”
En otros lugares donde nosotros tenemos en ingles “el día del Señor,” hay una otra palabra entre yom y Jehová en el hebreo (tal como “ira” o “venganza;” i. e., ¡el día de la ira del Señor!)! Y por tanto no pueden ser incluidas como ejemplo de esta expresión, “el día del Señor.”
En el Nuevo Testamento la expresión aparece cuatro veces; 1ª Tesalonicenses 5:2. 2ª Tesalonicenses 2:2 (de acuerdo a todos los textos críticos Griegos y R.V., en vez “del día de Cristo”) 2ª Pedro 3:10, y Apocalipsis. 1:10.
Es muy significativo el hecho de que estas ocurrencias estén marcadas con el número cuatro, que marca a ese día con una especial relación con la tierra. En el Nuevo Testamento cuatro veces. En el Antiguo Testamento, con la preposición, cuatro veces; y simplemente yon Jehová 16 veces (i.e. el cuadrado de cuatro). Esta es una mera nota pasajera, pero tiene el mayor significado.
Este es el gran objetivo de todos los futuros acontecimientos, vistos por Juan en visión, y registrados para nosotros en el Apocalipsis.
Hay otro hecho que debemos establecer, y tiene que ver con el motivo de por qué el primer día de la semana ha pasado a ser llamado “domingo.” Fue denominado por los paganos “Dominus Sol,” el Señor Sol. Por eso el nombre Latino Dies Dominica”,  usado por los primeros Padres Cristianos para el domingo, y la rápida transición de su nombre “del Señor Sol” para “el Día del Señor,” y después “domingo.” Bingham (Ant.20, sec.5) menciona el hecho que era costumbre en la Iglesia Primitiva reemplazar días festivos y festivales por aquellos que eran Cristianos. Vemos el resultado de esto en nuestro árbol de la Navidad y las Navidades. Bingham (Ant.20, sec. 2) también menciona que los primeros Cristianos eran considerados adoradores del sol. Tertuliano también admite que los Cristianos eran vistos por algunos como una secta de adoradores al sol: * mientras que otros les dan otro fundamento: (e.g. las sectas de los Gnósticos y Basilideos han conservado o introducido formas de adoración al sol). Así que estos hechos son mejores y más completos para explicar la adopción del nombre “el Día del Señor” al domingo; porque sirven para iluminarnos acerca de la transición del nombre original de “el primer día de la semana.”
* Tertuliano Ad Nationes, Libro. 1. Cap. 13, y Apologeticus, C.16.(Segunda mitad).
Con todas estas evidencias nos sentimos justificados en creer que el Apocalipsis consiste en una serie de visiones, que relatan los eventos o acontecimientos conectados con “la Revelación de Jesucristo,” la cual tendrá lugar durante el DÍA del Señor;” ese día es así denominado debido a ser visto como estando entonces presente, y será así denominado de aquí en adelante en profecía, “el día del Señor.”

 (V) LOS TÍTULOS DE CRISTO
Los títulos utilizados del Señor Jesucristo en el Apocalipsis aportan más evidencias de que la Iglesia de Dios no es el sujeto de este Libro.
Nos proponemos considerar siete de estos títulos, todos utilizados en la Introducción (cap. 1).
El más importante de estos es aquel que se da en conexión con la visión en el cap. 1:13-16. En el vers. 13, se le llama:

(1) “EL HIJO DEL HOMBRE”
Este es un título conectado con el Señor Jesús en relación a la tierra. La primera vez que aparece es en Salmos 8, fija su peculiar significado. Que los Salmos comienzan y acaban con una referencia a la “tierra,” y, hablando “del Hijo del Hombre,” añade: “Tú le has dado todo el dominio sobre las obras de Tus manos.”
Tenemos que admitir, por tanto, que donde sea que este título aparezca, siempre se refiere al Señor Jesús en conexión con Su dominio en la tierra*. Y, cuando se refiere a Su segunda venida, se refiere al juicio que entonces y allí deberá Él ejercitar.
* Vea Los Divinos Nombres y Títulos, del Dr. Bullinger.
Es muy notable, y tan notable que hace prácticamente conclusivo, que este título, mientras que en el Nuevo Testamento aparece 84 veces, ni siquiera una vez se usa en las epístolas Paulinas dirigidas a la Iglesia; esto prueba que este título no tiene nada que ver con la Iglesia. Pero si es verdad que no tiene que ver con la Iglesia en las Epístolas, aparece sin embargo no menos de ochenta veces en los cuatro Evangelios y Hechos, porque tenemos a Cristo sobre la tierra, y la presencia del Rey y del Reino.
Pero, cuando de nuevo se revela a Cristo con el presente título, está en el libro del Apocalipsis (1: 13 y 14: 14).*
*Entre los Evangelios y la Revelación hay solamente dos ocurrencias, en donde Esteban lo ve a Él (Hechos 7:56) en una visión, de pie para vengar la sangre de Su siervo, que está siendo vertida en la tierra (una anticipación de Su acción en el Apocalipsis); y una vez en Hebreos 2:6, donde aparece como una mera citación del Salmo 8.
Así se nos apunta al hecho, y nos dice (si tenemos oídos para oír), que el Apocalipsis relata la venida “del Hijo del Hombre” para ejercitar el juicio y asumir el dominio sobre toda la tierra.  
Es muy notable que el primer uso del título en el Nuevo Testamento sea en Mateo 8:20, donde se dice: “El Hijo del Hombre no tiene donde asentar su cabeza”: y el último esté en Apocalipsis 14:14, donde el Hijo del Hombre “tiene en Su cabeza una corona de oro.” Ambos se conectan con su “cabeza,” y con la tierra; mientras que en la última aparición está asociada tanto al juicio como al dominio.
La importancia de este título es posteriormente probada por su contraste con el título “Hijo de Dios” en Juan 5:25-27; “De cierto de cierto te digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz DEL HIJO DE DIOS; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en Si mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.
Así está claro que el uso de este título dos veces en Revelación (1:13 y 14), y ninguno en las Epístolas a la Iglesia, es una prueba más de que la Iglesia no es el sujeto del Apocalipsis.
La Iglesia no tiene que ver nada con Cristo bajo el título de “El Hijo del Hombre” así como tampoco tenía nada que ver la mujer Sirofenicia con Él como “el Hijo de David”  
Debemos añadir que este hecho es una llave para todos los pasajes donde se utilice este título: y demuestra que Mateo 15 y 16 no tienen nada que ver con la Iglesia de Dios, debido al empleo de este título en 24:30, y en 25:31. Ambos se refieren a Su venida a la tierra vestido para juzgar, después de que la Iglesia haya sido levantada, y después de la Gran Tribulación.

 (2) “EL TODOPODEROSO” (1:8, etc.).
Este título se utiliza nueve veces* en el Apocalipsis, y solamente una vez en cualquier otra parte en el resto del Nuevo Testamento (2ª Corintios 6:18) **
*Nueve es el número del juicio (vea Los Números en la Escritura del mismo Autor).
** Diez es el número del orden perfecto.
Es (…) (pantoktator) y significa dominio sobre todas las cosas, y se usa en el Antiguo Testamento como lo traduce la Septuaginta de “El Señor de los ejércitos” (Heb., Jehovah, Sabaioth; (vea 2ª Samuel 5:10; 7:25,27).
En Apocalipsis el título se utiliza en 1:8; 11:17; 15:3; 16:7, 14; 19:6, 15.
“El Señor de los ejércitos” significa Jehová de los ejércitos arriba, y sobre la tierra aquí abajo; y especialmente de las huestes de Israel. Su primera aparición es (como es usual) la más significativa (vea 1ª Samuel 1:3, 11; y 4:4), cundo Israel estaba reducido a un estado lamentable – oprimidos por los Palestinos. Todo había fracasado. Los Jueces habían fracasado. Los sacerdotes (testigo Elí) habían fracasado: “no había rey en Israel:” y el santuario de Dios estaba derribado.
Pero la revelación de este título en su conjunto, y aquí empleado por la primera vez, nos habla del hecho bendito de que iría a haber un rey; que también iría a ser juez; así como además un Sacerdote sobre Su trono; que el santuario iría a ser purificado (Apocalipsis 11), y los opresores de Israel destruidos. Israel es, por el contrario, denominado “Las Huestes del Señor” (vea Éxodo 12: 41, 42), cuando, en el momento de la formación de la nación en el Éxodo, leemos estas importantísimas palabras: “Y pasados los cuatrocientos treinta años, en el mismo día todas las huestes de Jehová salieron de la tierra de Egipto.”  
Y posteriormente, debemos notar que, en Josué 5:14, 15, tenemos la conexión real entre “el Señor de las Huestes” y “Las Huestes del Señor.” Jehová-Jesús anuncia Su venida siendo “el Capitán de las Huestes del Señor,” para guiarlos en frente, para luchar sus batallas, para juzgar a las naciones, y darles reposo, y establecerlos en su propia tierra.  
Ahora debemos preguntarnos, ¿no es de lo más significativo, que este sea el título empleado aquí en el Apocalipsis, nueve veces? ¿No quiere esto decir que, cuando este libro haya sido abierto, Israel se encontrará en un estado lamentable? Tanto los Sacerdotes como el pueblo, ambos han fracasado igualmente, y “no tienen rey.” ¿No quiere esto decir que el Capitán de las huestes del Señor” está descendiendo como su juez y vengador, para librarlos de sus opresores, para luchar por ellos, y darles el reposo, e introducirlos en su propia tierra?
Con toda certeza, la asociación de este título, Pantokrator, con el Señor de las Huestes en el Antiguo Testamento, y con Israel; es frecuentemente empleado en Apocalipsis, y se encuentra prácticamente ausente en la Epístolas a la Iglesia, que resalta el hecho de que tenemos en este libro, no a la Iglesia, sino aquello que le concierne a los judíos y a gentiles.
Es en este libro que tenemos lo que la primera ocurrencia del título en el Libro de Salmos relata:
 “¿Quién es este Rey de Gloria (i.e. este glorioso Rey)? El Señor de las Huestes – Él es el Rey de Gloria.”
Y es el objetivo de Apocalipsis el mostrarnos cómo van a suceder estas cosas, y cómo Él pasa a ser el Rey de reyes y Señor de señores (19:6). Y cómo todos los reinos del mundo pasan a ser los reinos de nuestro Señor y de Su Cristo” (11:15).
Entonces, además, se cumplirá para Israel el Salmo cuarenta y seis, y dice:
 “El Señor de los Ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.”

 (3) “SEÑOR DIOS” (1:8).
En 1:8 el título “dios” debe ser añadido a la palabra “Señor,” de acuerdo a todos los Textos Críticos Griegos* y el R.V.
* Griesbach, Lachmann, Tischendorf, Tregelles, Alford, Westcott y Hort.
En el cap. 22:6 tenemos el mismo título. Así que tanto al final del libro como al principio tenemos este peculiar título, lo cual nos hace parecer que engloba a todo el contenido del libro, y tiene estampado en él todo cuanto este título significa. Su significado es muy claro desde la primera vez que aparece, esto es, en la segunda de las doce divisiones de Génesis (cap. 2:4 – 6:26). Esta división se denomina “la generación de los cielos y la tierra.”
En el Apocalipsis tenemos el resultado final de todo lo que pertenece a los cielos y la tierra. El título “Señor Dios” es el título utilizado en esta división, que trata del asentamiento del hombre en el Paraíso, o jardín del Señor. En el Nuevo Testamento su primera aparición sucede en el Apocalipsis; donde se refiere a la anulación de los efectos de la maldición (descrita en la sección de Génesis), y de hacer de la tierra nuevamente el Paraíso * de Dios – el jardín del Señor.
*La palabra Paraíso se emplea en el Nuevo Testamento tres veces. Lucas 23:43, donde el Señor está exponiéndolo en promesa y profecía; en 2ª Corintios 12:9, donde Pablo fue arrebatado; y en Apocalipsis 2:7.
El título lleva consigo todo esto: a saber, que Dios está dispuesto a llevar a cabo todo lo que Jehová ha revelado. Porque Elohim es el Dios de la creación y el conocedor de la vida, mientras que Jehová es el Dios de la revelación y del desarrollo y Quien sujeta la vida con respecto a Su pacto con Su pueblo. Elohim (Dios) expresa el cumplimiento con el poder; Jehováh (Señor) la gracia que provee.
Aquí en Génesis 2:4 – 6:26, y en Apocalipsis 1:8, y 22:5 nos encontramos este título; que reúne a estos dos libros juntos de una manera muy significativa, y nos dan la seguridad de que el Paraíso perdido pasará a ser el Paraíso reconquistado; y que la maldición que mantenía al hombre de fuera de sus contornos, nunca más lo expulsará, “nunca jamás” por toda la eternidad.
Este uso del título “Señor Dios” nos asegura así que Aquel que hizo la promesa de Génesis 3:15, de que la cabeza de la Serpiente sería un día aplastada, en Su propio día (en el día del Señor), será finalmente aplastada la cabeza de la Serpiente.
El hecho de que este título no se mencione nunca en relación con la Iglesia de Dios, nos aporta una prueba más importante y grande de nuestra proposición que (la) Iglesia no es el sujeto del Apocalipsis, sino que tiene que ver con los judíos y gentiles.

 (4) “EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO” (1:11).
Este título se utiliza en Apocalipsis 1:11. Se vuelve a emplear de nuevo en 1:17, 2:8, y 22:13, pero nunca se encuentra en conexión a la Iglesia de Dios” Por otra parte, es un título estrechamente asociado con “los judíos y los gentiles.” Como lo testifican las siguientes Escrituras.
Isaías 41:4,5: “¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el principio? Yo Jehová, El PRIMERO, y yo mismo, con los POSTREROS. Las costas los vieron, tuvieron temor; los confines de la tierra se espantaron.”
Isaías 44:66 “Así dice el Señor, el Rey de Israel, y su Redentor, el Señor de las huestes; YO SOY EL PRIMERO, Y YO SOY EL ÚLTIMO; y después de mi no hay Dios.”
Isaías 48:12: “Óyeme Jacob, y tú Israel, a quien llamé: yo mismo, YO EL PRIMERO, YO TAMBIÉN EL POSTRERO. Mi mano fundó también la tierra, y mi mano derecha midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente.”
¿No está claro, casi con toda la certeza, que cuando el Señor Jesús especialmente se revela a Sí mismo por este título, no empleándolo más hasta que lo proclama en el libro de Apocalipsis cuatro* veces, lo que Él quiere enseñarnos es que Él viene para actuar en respaldo de Israel y en conexión con aquel Pueblo con quien este título se encuentra peculiarmente asociado?
*Cuatro es el número que tiene que ver especialmente con la “tierra.”
La conexión de Isaías con Apocalipsis en el uso de este título es elocuente para todos lo que tienen “oídos para oír.”

(5) “EL PRÍNCIPE DE LOS REYES DE LA TIERRA.”
Este es un título empleado solamente una vez en este libro (1:5). Muchos reyes se mencionan y son referidos en el libro: pero el Señor Jesús se presenta como su "Príncipe", "Rey de reyes y Señor de señores".
La palabra es (…) (archon), y aparece en el Nuevo Testamento 37 veces. Se utiliza para los gobiernos terrenales, y para los espíritus que gobiernan en este tiempo; también de Cristo (solamente de Cristo) en relación con la tierra; pero nunca en relación a o en conexión con la Iglesia.
Él es de quien Su Dios y Padre ha declarado: “Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra.” (Salmos 89:27).
Es en conexión con la tierra que Él viene, en Apocalipsis, y de aquí que este título se utilice. Un testimonio más para validar nuestra proposición.

 (6) “EL QUE ESTÁ POR VENIR” (1:8)
Este también es un título que define a Cristo; (…) (ho erchomenos), EL QUE VIENE.
No es, aquel que “está por llegar,”* como si fuera anunciando un hecho o un acto, como estando próximo, a la mano: sino, describiendo a una persona que tiene este por Su especial título, a través del cual es conocido. Ha nacido con este título desde la gran profecía y promesa de Génesis 3:15. Desde ese momento la prometida “simiente de la mujer” ha sido siempre la esperanza del Pueblo de Dios, y a eso se debe que Él sea “El Que Viene.”
*Eso sería (…) (ho mellon erchesthai).
Es cierto, Él fue despreciado; por eso su venida se encuentra en suspenso. El libro de Apocalipsis es una profecía dando detalles concernientes a la misma venida. La Iglesia de Dios aguarda por el Salvador, no por el que viene a la tierra. Es al que está yendo a Quien esperamos, mirando cuando vamos a ser por Él izados para reunirnos con Él en el aire. 
 “El Que Viene” es Su especial título, que Le conecta con las profecías del Antiguo Testamento.
El título nunca se utiliza en ninguna de las epístolas a la Iglesia. Tenemos varias traducciones: -
 “El Que viene,” Lucas 29:38. Juan 12:13. Él que viene tras mi,” Mateo 3:11; 21:9; 23:39. Juan 1:15; 3:31 (dos veces). “El Que viene después de mí,” Juan 1:27. “El que (o el cual) ha de venir,” Hebreos 10:37. “Que había de venir,” Juan 6:14; 11:27. “Aquel que había de venir,” Mateo 11:3. Lucas 7:19, 20. Hechos 19:4. “El que ha de venir,” Apocalipsis 1:4, 8; 4:8.
Dieciseis veces tenemos el título en los Evangelios y Hechos y Hebreos 10:37; y después, nuca más aparece hasta Apocalipsis; cuando se emplea tres veces de Aquel que cumple la esperanza de Su Pueblo.
Esto una vez más sella esta profecía que tiene que ver con Cristo y Dios, Quien “es”, y “era” (en eterno pasado), y es “el que está por venir” (tiempo futuro).

 (7) “EL QUE VIVE” (1:18).
 “Yo soy el que vivo, y estuve muerto” (1:18). (…) (ho zon), EL QUE VIVE. Igual que el título anterior, se utiliza como una especial designación de Aquel cuyas cosas invisibles van a ser develadas a Juan.
Su uso es peculiar en Daniel y Apocalipsis. Los dos libros se conectan así en cuanto a su carácter y sujeto principal de una manera muy especial.
Aparece dos veces en Daniel: Daniel 4:34 y 7:7; y seis veces en Apocalipsis: 1:18; 4:9,10; 5:14; 10:6; y 15:7.
En Daniel 4:34 (la primera aparición), leemos acerca de Nabucodonosor: “…Y alabé y glorifiqué al QUE VIVE para siempre; cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades; todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra…”
Esto expresa exactamente la razón por la que  Él se revela a Sí mismo con el título "El que vive," en Apocalipsis 1:18, con lo que tiene allí que ver.
Él viene con el ejército celestial (Apocalipsis 19:14) para tomar el reino y el dominio, y para hacer su voluntad entre los habitantes de la tierra (no a la iglesia o las Iglesias).
Daniel 7:7 y Apocalipsis 10:6 son tan similares entre sí, que los debemos ver cara a cara. Ambos se refieren a, y contrastan a Cristo en su relación con la eternidad y al tiempo:
"Él (el ángel) levantó su brazo derecho y su izquierdo y los dirigió al cielo, y juró por aquel que vive por los siglos que sería por un tiempo, tiempo, y mitad de un tiempo, y…todas estas cosas no serían más” (Daniel)
"Y el ángel…levantó su mano al cielo, y juro por el que vive por los siglos…que el tiempo no sería más. (Apocalipsis 10:5, 6).
¿Quién puede dudar que Daniel y Apocalipsis son idénticos en cuanto a su alcance; y que relatan, no a este periodo presente de la iglesia, sino al tiempo cuando “aquel que vive,” o el Viviente, venga a ejercitar dominio sobre la tierra, y esto está en conexión, no con la gracia de Dios, sino con “la ira de Dios” (Apocalipsis 15:7)? * El doble testimonio de dos testigos, en Daniel y Apocalipsis, redunda el hecho de que este título se refieren exclusivamente a la tierra y al hombre. *
* Porque seis es el número que señala su relación al hombre; mientras que el número total, ocho (dos veces cuatro) lo conecta con la tierra.
La iglesia es celestial en cuanto a su llamamiento, su posición, su esperanza, y su destino. Sin embargo aquí, todas las cosas se relacionan con la ejecución del juicio sobre la tierra, y sobre el hombre.
Hay un título relacionado que es muy significativo: “el Dios viviente.” Este se emplea en ambos Testamentos, e indiscriminadamente, porque no tiene una relación especial ni con Israel ni con la iglesia; sino que tiene una latente relación siempre, hacia los ídolos, y a los juicios sobre los idólatras. Esta relación se expresa casi siempre en el contexto; pero aunque no la exprese actualmente en palabras, la idea de los ídolos y de la idolatría tiene que ser suplidas mentalmente.
El título (“el Dios viviente”) aparece 13 veces en el Antiguo Testamento (Hebreo), y dos veces el Caldeo (Daniel 6:20, 26), quince veces al total. Su comienzo se conecta con la apostasía (13), pero finaliza en gracia y bendición (15=3x5).
En el Nuevo Testamento aparece dieciséis veces (4x4), el cuádruplo de cuatro, porque es el número especial asociado con la tierra.
La totalidad del asunto es tan importante y llena de interés, que nos aventuramos a dar todas las referencias.
La primera, Deuteronomio 5:26 (23) da la llave (como sucede siempre) para las demás. Está en conexión con el ofrecimiento de los Diez Mandamientos (con especial referencia a la segunda, 6:19), cuando ellos “oyeron la voz del Dios viviente (Elohim) que habla de en medio del fuego.”
Nosotros afirmamos que el título utilizado aquí está en conexión con la idolatría; y especialmente en su más antigua y universal forma de, adoración al sol.
Unos pocos versículos antes (Deuteronomio 4:19), leemos: “No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol, la luna y las estrellas y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas,” etc.
Todo el mundo pagano ha adorado siempre al sol y al ejército del cielo; porque se “han asociado con ellos ciertas características humanas con las cuales realizan actos que se atribuyeron a los cuerpos celestiales.”* El sol poseía varios atributos; y uno de ellos era “el viviente.”** El sol tenía un lugar muy relevante en la Franco masonería; y la adoración al sol tenía sus ramificaciones a través de todo el mundo. No podemos seguir nuestro argumento dando más detalles posteriores ahora. Los hemos puesto juntos en un Apéndice, donde nuestros lectores puedan ver las evidencias por sí mismos.
* Misterios de la Idolatría Pagana, de Faber, vol.2. 223.
**Aventuras en Nueva Guinéa, p. 56.
Nuestro punto es este; que el primer uso del título “el Dios viviente” tiene que ver con la voz que sale del medio del fuego; y el último uso que tiene (en Apocalipsis 7:2) es donde los siervos de Dios son sellados con “el sello del Dios viviente,” para que puedan ser guardados de la más terrible fase de idolatría entonces será vigente, que el mundo haya conocido jamás, con la adoración de la Bestia; y para que puedan ser preservados pasando por el consecuente juicio que acontecerá sobre aquellos adoradores. 
En Deuteronomio 22: 40, 41, tenemos (no el título, sino) palabras conectadas a la idea contenida en el título con aquel tiempo del juicio.
Deuteronomio 32 contiene aquella “Canción de Moisés,” de la cual Apocalipsis 15:3 habla, y el tiempo referido es al tiempo de Apocalipsis: “Porque yo alzaré a los cielos mi mano, y diré: Vivo yo para siempre. Si, afilaré mi reluciente espada y echaré mano del juicio. Yo tomaré venganza de mis enemigos, y daré retribución a los que me aborrecen” (Deuteronomio 32:40, 41.). 
Salmo 18: 46-48 (47-49). “Viva Jehová…el Dios que venga mis agravios, y somete pueblos debajo de mí. El que me libra de mis enemigos:” etc.
El título tiene que ver además con la restauración y liberación de Israel. Ver Jeremías 16:14, 15; 23:7, 8.
El juicio sobre estos que usan este título de ídolos se describe en Amos 8:14.
Si nuestros lectores comparan todas las ocurrencias que ahora ofrecemos de este título, “el Dios viviente,” se darán cuenta de cómo (en su conjunto) se refieren a Israel, a los gentiles, a la tierra, a los idólatras, y a los ídolos.
Deuteronomio 5:26 (23). Josué 3:10. En 1ª Samuel 17:26, 36, donde David lo emplea contra el desafío de Goliat. 2ª Reyes 19:4, 16. Isaías 37:4, 17, donde se utiliza contra el reproche de Senaquerib. Salmos 42:2 (3); 84:2 (3), donde se emplea con una latente referencia a los falsos dioses que otra gente adora y procura. Igual que en Jeremías 10:10; 23:36, y Oseas 1:10 (2:1).
En el Nuevo Testamento el uso es el mismo. Mateo 16:16; 16:63. Juan 6:69. Hechos 14:15. Romanos 9:26. 2ª Corintios 3:3; 6:16. 1ª Tesalonicenses 1:9 (ídolos). 1a Timoteo 3:15; 4:10; 6:17. Hebreos 3:12. 9:14; 10:31; 12:22; y Apocalipsis 7:2. Dieciséis veces al total (4 en los Evangelios, y Hechos, 4 en las Epístolas a la Iglesia, 3 en las Epístolas Pastorales, 4 en Hebreos, y una en Apocalipsis).
Ya hemos hablado suficiente sobre este título particular, y sobre los siete títulos en su conjunto, para demostrar que todos conectan al libro de Apocalipsis al Antiguo Testamento y los Evangelios, y no a la Iglesia; y que sus testimonios conjuntados son que Cristo es revelado en este libro, no en el carácter con el cual Él se presenta a la Iglesia de Dios, sino en aquella característica particular que se revela en el Antiguo Testamento en relación a Israel y a la Tierra, la cual se vuelve a retomar en el Apocalipsis.
Existen otros títulos de Cristo en este libro, todos los cuales aportan su propio testimonio; pero estos podemos dejarlos de lado por ahora, hasta que lleguemos a ellos en su lugar apropiado. Suficiente se ha dicho ya para demostrar que estos títulos asumidos por el Señor Jesús en el primer capítulo de este libro dejan plenamente de lado, por vía de interpretación, a la Iglesia, la cual es Su Cuerpo.




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Comentarios

  1. HOLA AMADOS DE DIOS,

    DIOS BENDIGA VUESTRAS VIDAS Y QUE ALUMBRE NUESTRO ENTENDIMIENTO PARA IR CADA DÍA CRECIENDO EN EL CONOCIMIENTO DE EL.

    Y GRACIAS A JUAN LUIS Y CLAUDIA POR VUESTRO APORTE A LOS QUE NO TENEMOS ACCESO A ESTAS MARAVILLAS EN INGLES QUE NOS PERMITEN SER UN POCO MAS ENTENDIDOS DE CUAL ES LA VOLUNTAD DEL SEÑOR.

    "PROCURA CON DILIGENCIA PRESENTARTE APROBADO A DIOS COMO OBRERO QUE NO TIENE DE QUE AVERGONZARSE, QUE USA BIEN LA PALABRA DE VERDAD"

    COMO TODO EN LA VIDA LAS COSAS SE PUEDEN USAR BIEN O MAL Y LA BIBLIA NO ES LA EXCEPCIÓN.
    DEBERÍAMOS HACER UN BUEN USO Y ESTO CONLLEVA HACER UNA DIVISIÓN PERFECTA, UN CORTE PERFECTAMENTE RECTO.

    EN ESTE CASO DIVIDIR LAS DISTINTAS ETAPAS O ADMINISTRACIONES POR LAS QUE PASÓ, PASA Y PASARÁ EL PUEBLO DE DIOS, EN DONDE EL SEÑOR JESUCRISTO ES EL PRINCIPAL PROTAGONISTA.

    ES LO QUE NOS HA COMPARTIDO HERMOSAMENTE CLAUDIA EN SU TRADUCCIÓN DEL DR. BULLINGUER.
    PARA LOS QUE CREEMOS, TENEMOS EL INMENSO PRIVILEGIO DE PERTENECER AL PERÍODO DE LA GRACIA, LA IGLESIA DE GRACIA, EL CUERPO DE CRISTO, SOMOS UNA ENTIDAD ESPIRITUAL CUYO PRÍNCIPE O CABEZA ES EL SEÑOR JESUCRISTO.

    PERTENECEMOS A LA TRANSICIÓN ENTRE EL ANTIGUO TESTAMENTO Y APOCALÍPSIS Y SI VAMOS A LA BIBLIA, EL LIBRO DE HECHOS MARCA ESA DIVISIÓN Y LOS EVANGELIO FORMAN PARTE DEL ANTIGUO TESTAMENTO, PORQUE EL FIN DE LA LEY ES CRISTO, SIENDO PENTECOSTÉS EL COMIENZO DE LA IGLESIA DE GRACIA HASTA EL RETORNO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
    ¿VERDAD, CLAUDIA? O SI NO CORRÍGEME.

    QUE GRATIFICANTE ES AL ALMA DEL HIJO DE DIOS IR DESCUBRIENDO EN SU PALABRA LAS GEMAS QUE CONFORMAN SUS PALABRAS, LA LECHE ESPIRITUAL NO ADULTERADA PARA NUESTRO CRECIMIENTO Y PARA GLORIA Y HONRA A NUESTRO PADRE CELESTIAL.

    CON EL AMOR QUE NOS A DADO EN CRISTO: CACHO

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  2. Queridisimo hermano en Cristo!
    Dios te bendiga con Su gran poder y amor!!!
    Comparto el mismo sentir contigo acerca de la maravillosa e incomparable Palabra de Dios y sus inescrutables riquezas! Cada vez que abrimos las Escrituras CON SED DE CONOCER A NUESTRO PADRE INTIMA Y PERSONALMENTE, EL SE REVELA A NOSOTROS CON MAJESTUOSIDAD (Mateo7:7-11).
    Este tema del la profecía del libro de Apocalipsis es realmente apasionante! Nos abre un amplio panorama, no solo de los acontecimientos futuros, sino que coloca en Su perspectiva correcta todas las escrituras del A.T.ES REALMENTE UN PRIVILEGIO VIVIR EN ESTA ERA DE GRACIA!!! NO HAY PALABRAS PARA DESCRIBIR NUESTRO AGRADECIMIENTO AL DIOS ETERNO POR LLAMARNOS A SU PRESENCIA COMO HIJOS AMADOS!
    Este libro del Dr. Bullinger es una perla hermosa que nos lleva a conocer mas el corazón de amor y compasión de nuestro Padre en los acontecimientos después del Rapto: La administración del juicio, El Milenio y la restauración del Paraíso, con aquellos cielos y tierra nueva donde reinará la Justicia de Dios.
    Es un gran gozo ir descubriendo estas maravillas y compartirlas con nuestros hermanos.
    Un fraternal abrazo Cacho!!!

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