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LA EXPLOSIÓN DE CRISTO POR TODO EL ORBE - Por Juan Luis Molina


Estamos sentados en Cristo. Estamos persuadidos de que somos miembros de un Cuerpo celestial al cual también pertenecen muchos millones de otros miembros. La verdadera Iglesia de Dios es un Cuerpo Celestial sin limitaciones y sin defecto, “sin manchas ni arruga.” Todos sus miembros son perfectos, porque todos sus miembros juntos son Cristo.

 Está claro que, en este poderosísimo Cuerpo, el lugar de la Cabeza está reservada para, y ocupada por Cristo unigénito y primogénito. Solo él nos ha llevado a la Presencia de nuestro Padre Celestial y nos ha dado a conocer nuestros privilegios filiales. Ahora, gracias a todas sus conquistas sobre el Adversario, tenemos la seguridad de que hacemos parte de un ejército celestial que ha venido para deshacer sus obras.

 Hemos sido entrenados a manejar nuestras armas espirituales en frente del adversario de Dios y tenemos, además, los planos de edificación de los Nuevos Cielos y las Nuevas Tierras que Dios, con nuestra colaboración, está edificando. 

Esos planos de edificación se encuentran bien empapados en la memoria de nuestra Nueva Naturaleza, jamás podíamos haberlos imaginado antes de ser investidos de Cristo. - Desde que, en Cristo, habitamos en Común unión con nuestro Padre Celestial, estamos provistos, además, de la espada necesaria para presentarnos a la batalla contra los principados y potestades de maldad de este mundo. Con la misma espada  guardamos los territorios del Dios que representamos, y edificamos también el crecimiento de todo el Cuerpo.

 Esa Espada, y las demás piezas de nuestra armadura, son armas Suyas (de Dios) muy poderosas para derribar cualquier obstáculo que se nos presente en el campo de batalla.  Nuestro Nuevo Ser está plenamente conectado, por medio de coyunturas y tuétanos perfectos, al Comandante en Jefe en todo momento. El Cristo del que hacemos parte es la autoridad máxima, no solo aquí sobre esta tierra, sino en todo el Orbe de Dios: “En este mundo y en el venidero.”

 Hoy es el día en que los hijos de Dios reclaman Su Parte, la parte que le corresponde al Todopoderoso; y se lo demandamos al Faraón de éste Egipto de ahora. - Ninguno de nosotros le cederá un centímetro de tierra al dios de este mundo. El ancla que llevamos en Cristo nos mantiene firmes en nuestro territorio, ningún derecho se le permitirá a Satán en estos Nuevos Contornos.- La labor diplomática a la cual obedecemos, posee una Palabra Final que no puede ser contestada por los principados y potestades de éste mundo; porque esa Palabra proviene del Juez de Máxima Instancia de toda la Creación.

Todas las obras son posibles con las credenciales que nos ha otorgado el único Juez Justo. – Ahora, habiendo reconocido Su Escritura y la Marca que nosotros llevamos, son las huestes de Satán las que han sido tomadas de pánico y huyen de nuestra presencia.

 Los Embajadores de Dios tenemos el derecho de exigir la Presencia del Todopoderoso en todas y cada una de las circunstancias en donde nos encontremos. Nosotros ya no debemos obedecer a las Autoridades de este Reino animal, terrenal y diabólico. El ardiente deseo de Nuestro Padre es que nosotros manifestemos toda Su Gloria e impongamos Su Nueva Ley: la Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús. La Ley que nos libró del pecado y de la muerte. 

Poseemos la facultad de manifestar Su misma Presencia en este mundo. Toda Su voluntad tiene que ser obedecida. Demandamos que se cumpla todo el poder y la autoridad de Nuestro Padre. No esperamos que nos caiga del cielo nuestro maná, sino que ya hemos bebido de las aguas de un pozo con las cuales ya no se vuelve a tener sed jamás. Los Ciudadanos Celestiales ya no tienen limitaciones, la fuente ahora corre desde nuestro interior y va a seguir brotando así por toda la eternidad. Somos uno con Dios,  estamos absolutamente dependientes y en Común unión con Él  - Nuestro Abba no nos alimenta ya del maná que nos caía todos los días en el desierto, aquel maná por el cual había que salir al campo y  recoger todas las mañanas. Esta es una nueva vida en perfecta unidad con Dios y jamás nos separaremos. De Él proviene todo nuestro denuedo y fortaleza eternos. -  Los tiestos de barro cumplen ahora su finalidad. Ahora paseamos nosotros Su lengua, la lengua de Dios por el mundo. Reclamamos todo lo que es nuestro; porque todo lo nuestro es Suyo. - Los despojos de esta batalla son mucho más abundantes de lo que pensábamos o entendíamos, Dios nos ha quitado el oprobio que vestíamos y ha colocado, nuestro viejo miedo, en el corazón de todos los que procuraban matarnos. Se ha vuelto la hoja. Ahora son los perseguidos los que persiguen a sus perseguidores. El terror ha tomado de asalto a las huestes del adversario y, en su desesperada huida, se ha vuelto la espada de cada uno contra la de su compañero; son más los que está matando el granizo en este día que nuestra espada; cada uno de nosotros persigue a diez mil; los miembros que estaban escondidos en cuevas también han salido para ayudar en esta persecución, también oyeron la voz de victoria y están apareciendo por todas partes las credenciales de nuevos Embajadores.

Estos son los escenarios que se abren en el espíritu; solo cuando andamos en él podemos tener estas visiones y revelaciones. La luz que aquí habita cegó nuestros viejos sentidos, como cegó los de Pablo  cuando iba a camino de Damasco; también nosotros tuvimos que esperar de Dios que nos los abriera de nuevo en Cristo; los ojos que se nos han abierto nuevos ahora son los únicos que están capacitados para vislumbrar estas delicias que provienen de Dios. Ninguno de los que haya sido alumbrado con estos poderosos sentidos se querrá volver al desierto de su viejo y débil corazón. En todas las cosas que se ven ahora con los sentidos de Cristo apreciamos Su Mano. Estamos capacitados para ejercitar el poder y la autoridad de Su Mano Poderosa. El poder que emanamos se comienza a sentir por toda la Tierra. Las falsas luces de este mundo han comenzado a extinguirse y están abriéndose las cortinas de los escenarios espirituales. La luz que nos cegó a nosotros va también a deslumbrar a toda la humanidad.

 Algunos, viendo las señales en el cielo que estaban escritas, y las que vean en nosotros, creerán y se volverán también a Dios; pero a los que insistan en gobernar sus vidas a través de sus propios juicios se quedarán permanentemente ciegos y serán guiados por otros ciegos hasta su autodestrucción. –
 Millones de miembros de Cristo hacen trillones de señales. Esta es la revolución que se está multiplicando y que le ha multiplicado exponencialmente los dolores de cabeza a la Vieja Serpiente. A ella y a todos los súbditos de este reino animal, terrenal y diabólico de la carne.

 No paréis de clamarle a vuestro Padre día y noche, vosotros los que estáis despiertos, porque no estará sosegado nuestro Padre hasta que no haya cumplido todo lo que le pedimos; no seáis escasos, no limitéis las profecías, hacerle ver a este mundo el cumplimiento de Sus Promesas, poned a Dios a prueba.  Estos son los nuevos deseos que están apareciendo ahora, en este mismo instante, unánimes en Cristo. El mismo Cristo se está manifestando por todas las partes del mundo, nuestro adversario no tiene descanso y ha comenzado una huida desenfrenada; ahora que sus huestes se esconden en las cavernas, nosotros tomamos de asalto sus ciudades fortificadas.

 El deseo que Dios tiene de mostrar todo Su Poder en nosotros es enorme. Rápidamente investirá de todo lo Suyo a quien se vuelva a Él; de repente se verá en la nueva Esfera revestido con todo lo bueno que allí habita como lo fuimos nosotros y será uno más deshaciendo las obras del adversario. La dependencia Suya de nosotros es tan grande como la que nosotros tenemos hacia Él. La autoridad y el poder que se nos ha concedido, solo serán efectivas cuando nosotros las ejercitemos.

Dios jamás nos obliga a manifestarlos; a pesar de avisarnos de los peligros que corremos saliendo al mundo sin Su vara por delante, Él no puede imponernos que llevemos a cabo Su Obra. La vara que nosotros llevamos, y que se sujeta a nuestra voluntad, es muy poderosa para producir todo tipo de señales y milagros en las cosas que se ven; porque es una vara que porta en sí misma las naturaleza de todo cuanto es Divino, pero solo será eficaz activándola en Cristo.

 El hombre natural hace reaccionar los elementos después de muchas tentativas y fracasos, pero nosotros no tenemos que usar nuestra vara por la misma vía, nosotros podemos hacer todas Sus maravillas poniendo a Dios a prueba.

 En una Palabra, Dios nos lo transmite con Su espíritu, nosotros extendemos nuestra mano y Él garantiza los resultados. Ya no hay tentativas y fracasos.

Si Dios nos dice que el adversario se pondrá en fuga así que le mostremos la vara, sabemos que no tiene escapatoria posible, podrá retardar la orden con algunas artimañas, pero mientras más artimañas procure, mayor será su caída en su propia trampa y más gloriosa será nuestra victoria. Más grandes serán los despojos que le hagamos de todas sus riquezas.

 - Así vencemos y así nos lleva siempre en triunfo Dios en Cristo Jesús. Por eso somos el grato olor de Dios para todos los que se salvan, por eso los demonios también creen y tiemblan. Imagínate ahora lo imposible que sería hacer todas estas obras sin el espíritu. Ahora podemos apreciar a cara descubierta que eso sería imposible. O miente Dios o miente el mundo. Pero, si Dios no miente, ha tenido que proveernos de una “nueva creación” para que podamos nosotros atender a las demandas que nos hace. No podíamos nosotros, con las características que trajimos al mundo, acercarnos a realizar ni la más pequeña de Sus demandas. Todas estaban fuera de nuestro alcance y todas estarán fuera del alcance de quien pretenda cumplirlas con sus propios sentidos. Solo en Cristo es todo abierto. Solamente hace falta recibir a Cristo para ver inmediatamente los escenarios de la Nueva Esfera. No hay que esperar treinta años para que así suceda.

El hombre del mundo se podrá tener que retirar a un monasterio durante cuarenta años para meditar en sus tentativas y fracasos acerca de Dios, pero quien se vista en Cristo puede ser adulto espiritualmente desde el primer día. Así sucede en la vida de todos los que oyen y aceptan lo que Dios les dice la primera vez que le “dan oídos” a Su Voz.

Los que son prontos para oír, tardos para hablar y tardos para impacientarse en Su Presencia disfrutarán de todo lo bueno en gran manera que en Él habita desde el primer instante.

Pon ahora a prueba a Dios, vístete de Cristo y abre tus nuevos ojos en Su Presencia. Mantente en Cristo, sin aportar nada tuyo, y toda la paz y todos los demás frutos que te da Dios del Árbol de la Vida pueden ser constantes y eternos desde ahora. Desde el momento en que se acepta se hace tuyo.

Ningún poder ni autoridad tiene la capacidad de robarte, ni un ápice, de todas tus cosas nuevas que Dios te ha revestido. Si quieres, no solo te protege de ser robado, sino que, además, también te da a ti el derecho de despojarle al ladrón, Su Adversario, de todo lo que tú le reclames en el nombre de Cristo; porque de Cristo haces tú parte. Este es el más grande de los Secretos Divinos que se nos ha revelado. Esta es la explosión de Cristo que Dios está expandiendo en todo Su Orbe como nunca antes ha sucedido. Sin entender ese Misterio revelado no se podrá hacer parte activa del Cuerpo que edifica con Dios los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra. La revelación de ese Secreto ha comenzado a estallar en el corazón de muchos miembros de Cristo a quien el Padre de todos los espíritus se lo está revelando. Debemos exigirle a Dios que se manifieste, que no espere más. El Cristo dentro, en el cual moramos, lleva consigo un enorme deseo, lleva consigo una ardiente voluntad de ver las obras de Su Padre en manifestación. Nuestro Abba ha sido extraordinariamente paciente con los hombres de éste mundo; pero ahora será recompensada Su paciencia exponencialmente.

Una vez que hay muchos más miembros despiertos al Gran Secreto (¡Cristo en ti, la esperanza de gloria!), el deseo y la voluntad de Dios es ahora la voluntad de una gran mayoría. Si un solo Jesús puso en jeque a todas las huestes de Satán, cuando andaba por el mundo, imaginaros ahora a millones de Cristo Resucitado, de un Cristo que es infinitamente más poderoso que aquel Jesús que anduvo por esta tierra hace ahora unos dos mil años. 

Millones de Cristo ahora van a desjarretar a la bestia. Al que fue Lucero de la Mañana y que se empertigó como una serpiente venenosa en la presencia de Su Padre, le ha proporcionado nuestro Dios Todopoderoso un sedativo muy potente y que se llama Cristo. La respuesta de Dios a esa inmunda serpiente se llama Cristo. Uno solo de Sus miembros, que se encuentre despierto, hará temblar a Satán y a todas sus moscas, y le concederá Su Padre ciudades grandes y fortificadas donde residir con toda su estirpe. 

Verse por detrás de nuestras vidas, respaldándonos, es el gran y ardiente deseo de Dios. Para que los hombres viendo las riquezas que nos otorga Él, se vuelvan también y le pidan a Cristo  - ¿cómo estamos tan seguros los “desenterradores de Joyas del Cofre de Su Palabra” de que ese es Su deseo? – Pues porque ese es precisamente el deseo que nos ha puesto Dios a todos en Cristo, ni un ápice menos.  ¿No es maravilloso? ¿No es fantástico todo lo que Dios está haciendo? ¿Coincide con lo que está escrito? ¿Tiene la misma marca que se nos refleja en Su espejo?

 De todas esas señales en el cielo nos ha instruido Dios y nos ha embebido en el mismo Cristo.



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Comentarios

  1. Me ai biendecido muchíssimo este articolo! Sobretodo la parte que diz "Los Embajadores de Dios tenemos el derecho de exigir la Presencia del Todopoderoso en todas y cada una de las circunstancias en donde nos encontremos."
    Dios mio, quel poder! Si dios es por nosotros, quien sera contra nos?

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  2. Amadisima Teresita! Efectivamente, nuestro Dios es EL TODOPODEROSO que extiende Su brazo para defender, sanar y bendecir a los que buscamos Su Rosto! El nos ha delegado autoridad en el nombre de Cristo Jesús y en él somos mas que vencedores!! Es Cristo en nosotros la esperanza de gloria!!!
    Dios te bendiga!

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