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FRAGMENTO DE "EL ARQUITECTO DE ZOE" 5a. REVISION- Introducción y Primera Carta

POR JUAN LUIS MOLINA

INTRODUCCIÓN POR CLAUDIA JUÁREZ


 Amada Familia de Dios:
¡Qué TESORO nos ha regalado nuestro amado Dios al nacer de nuevo desde lo alto!, ¡Al recibir este maravilloso “Cristo en nosotros, la esperanza de gloria!.” Las muy abundantes riquezas que nos ha dado nuestro Dios en esta nueva criatura son absolutamente asombrosas y cuando comenzamos a verlas por el espíritu, nos llenan de un tremendo gozo el corazón.
 “El Arquitecto de Zoe”, ha tocado mi vida de una forma muy particular y única.

A finales de agosto del 2009, escribí una carta al autor de este libro. Nunca había tenido contacto con Juan Luis Molina antes, pero Dios había puesto en mi corazón agradecerle la labor por sus traducciones del inglés al español de material que ha sido una gran bendición para muchísimos hispanos.

Entonces, comenzamos a compartir correspondencia muy edificante Juan Luis y yo. Y en alguna de sus primeras cartas que compartimos me envió la 3ª revisión de “El Arquitecto de Zoe”. Lo que a Dios le plació mostrarme con este libro fue asombrosamente maravilloso y vivo muy agradecida a Dios por ello.
Muchas visiones y revelaciones venían a mí en el espíritu leyendo este libro que disfruté con muchísima hambre espiritual por entender los Asuntos del Padre.

Nuestro generoso Dios y Padre respondió ampliamente a mi petición en cuanto a que me mostrara Sus Caminos. Muchas veces le pedí lo mismo que David:

Salmos 25:4,5
Muéstrame, oh Jehová, Tus caminos;  Enséñame Tus sendas.
Encamíname en Tu verdad, y enséñame, Porque Tú eres el Dios de mi salvación;  En Ti he esperado todo el día.

Meses atrás me había bendecido sobremanera leer el libro de los Salmos y ahí contemplar el corazón que tuvo el varón de Dios David. Su humildad, mansedumbre, confianza y amor por Dios brillaron ante mis ojos. Me di cuenta que David alababa y engrandecía a nuestro Padre de una manera muy hermosa, que él realmente llegó a conocer profundamente a su Dios, y que se expresaba del Todopoderoso como Quien es digno de toda confianza, honor y reverencia, y me preguntaba qué había visto David en su Dios para admirarlo de esa manera. El libro de Hechos 13:22b dice: ..”He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a Mi corazón.”
Y también me pregunté: ¿Qué halló Dios en el corazón de David?

Y entonces leí en el Salmo 27:4: Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la Casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en Su santo templo.

El rey David  DEMANDÓ A JEHOVÁ  y  BUSCÓ  estar en Su Casa  todos los días de su vida para contemplar la SU HERMOSURA e inquirir en Sus caminos y pensamientos. Eso me impactó grandemente, y entonces deseé lo mismo que David y se lo demandé también a mi Padre Celestial. Yo también anhelé contemplar la Hermosura de mi Dios que conoció David en su tiempo.

Tengo mucho que agradecerle a nuestro Padre Celestial, porque ha sido muy generoso al responder a mi oración.

“El Arquitecto de Zoe”, ha sido una herramienta muy útil que mi Dios me acercó para mostrarme Sus caminos y pensamientos y para llegar a contemplar Su Hermosura.

Doy la Gloria completa y absoluta a nuestro amado Dios y Padre porque aunque Sus Caminos y Pensamientos son mucho más altísimos que los nuestros, Él, en Su gran  misericordia, nos permite asomarnos un poquito a conocerlos si tan solo se lo solicitamos.

Nuestro Dios que ya nos dio libremente de Su Gracia, anhela que nosotros seamos alumbrados en el conocimiento de El camino, La  verdad y La vida: de la gran liberación que hay en Cristo.

Por los cinco sentidos es absolutamente imposible mirar, admirar y disfrutar este Tesoro que guardamos en nuestros vasos de barro. Es solo mirándolo por la fe sola, con el corazón de David y con la sencillez de un niño, que nuestro Padre nos permite ser alumbrados en sus Asuntos.

Agradezco a  mi Dios que por medio de este libro me permita darle solo a Él toda la gloria, la honra, el honor, toda mi alabanza y adoración por Su Majestuosa Presencia entre nosotros y por Sus  maravillosas obras.

Es mi oración que nuestro majestuoso Dios y Padre continúe mostrándonos, por Su bendita gracia e inconmensurable amor, Su incomparable hermosura a cada amado hijo Suyo.

Rendida a los pies de mi Señor,
Claudia Juárez Garbalena.

          PREFACIO
            Este es el quinto repaso que emprendemos en el Arquitecto de Zöe y sin embargo no se podrá decir que sea definitivo, porque adentrándonos en el campo divino y una vez que sus riquezas son inagotables, siempre podrán salir de esta mina en mayor cantidad y explanarse más claramente las joyas que encontramos. Ningún estudio humano podría llegar a ser exhaustivo en los escenarios divinos. A medida que el Dueño del campo nos muestra Sus tesoros, mejor y más claramente brilla Su gloria. - En este repaso, por tanto, podremos exhibir Sus asuntos hasta el punto al cual hemos llegado, y será también una vía para ir puliendo y limpiando las joyas divinas del “polvo de nuestros zapatos” –de interpretaciones personales; pero otros habrá que, edificando encima del verdadero fundamento de este bendito campo, que es Cristo, expongan posteriormente y aún mejor y más limpio, el verdadero brillo que habita en los Asuntos Celestiales.

Cristo es el campo donde residen todos los tesoros divinos. La vida repleta de riquezas y joyas celestiales se destinó desde el principio al espíritu de Cristo que Dios injertó en cada uno de Sus hijos.

Cuando vamos puliendo las joyas divinas de nuestras “opiniones e interpretaciones” personales y permitimos que Cristo desborde su vida por nosotros y nos muestre al Padre, siempre nos deparamos con renovados paisajes espirituales para explorar; - son pequeños surcos de belleza y perfección que aparecen nuevos ante nuestros ojos y refrescan el punto de vista anterior. Es la vida de Cristo viviendo por nosotros, es el espíritu desenterrando para nuestro entendimiento las bellísimas e ilimitadas joyas celestiales que residen en el Padre. Y lo que derraman nuestros labios contemplando Su perfección es entonces pura alabanza al Altísimo. Verdadera adoración.

CÓMO SURGIÓ EL ARQUITECTO DE ZOE
Para que verdaderamente sean “Sus Palabras refinadas en horno de tierra siete veces,” tienen que estar sin polvo alguno de zapatos. Todavía están por salir muchas joyas de éste bendito campo y que sean limpias las que salen del polvo y ceniza que son las interpretaciones de los hombres.

Cristo es el todo designio de las cartas, y, las opiniones y juicios de los hombres, lo que sus revisiones pretenden limpiar.

Será interesante que describa brevemente a mis lectores, antes de seguir adelante, cómo nació la inspiración de este libro. Ningún otro subtítulo definiría tan ilustradamente su propósito, ni que tan eficazmente expresase la pretensión que persigue: avisar a nuestros lectores de que: si el SEÑOR no edifica Su CASA - en vano se esfuerzan SUS edificadores. Nuestro Dios y Padre es Quien posee los planos de edificación y nosotros somos sus colaboradores.

Hace algunos años, me puso Dios en el corazón el deseo de trabajar una biografía de Martín Lutero que había sido, previamente, cuando la leí, una de las más grandes bendiciones en mi vida. Dios me abrió entonces el entendimiento y contemplé el brillo de algunas “joyas celestiales” encerradas en el cofre de Su Palabra. Términos tales como: fe, bautismo, renacidos, transformados, justicia, comunión, vida eterna, gracia etc., fueron para mí vida tan transcendentales y sorprendentes, que cuando mi Padre celestial me los dio a conocer leyendo aquella biografía, me persuadió de que ya no podría yo dedicarme a ninguna otra actividad más agradable y ventajosa que no fuese la de, “desenterrador de joyas del Tesoro de Su Palabra.” Porque en Su plano me abrió Dios el camino dándome a conocer que verdaderamente YA NO VIVO MÁS YO, sino que desde el día en que le dimos el señorío a Jesucristo.

            ¡Cristo había resucitado en nuestros corazones!

LA FE VIENE POR EL OIR LA PALABRA DE DIOS
El Reino de los cielos es comparable a un hombre que, mientras estaba cavando, se le apareció un tesoro enterrado en un campo. Después de volverlo a guardar en el mismo sitio y yéndose gozoso para su casa, aquel hombre, entonces, vendió todo lo que poseía y compró solo aquel campo.

            La belleza de las joyas que se encuentran en el cofre de Su Palabra, una vez que Dios se la muestra al hombre, embelesan y nos cautiva el corazón, de tal manera, que todo lo demás lo damos por basura – todo lo restante se vuelve viejo.  –  Todo lo que poseíamos del mundo no es de comparar con la más ínfima de Sus joyas celestiales, y todas las concede Él Padre solo porque Le place. Por Su infinita gracia y misericordia nos puso la vida de Cristo adentro para que conociéramos todas Sus cosas.  

LA NECESIDAD DE CRISTO
Este libro fue diseñado para ser leído en el espíritu. El lector que se acerque a estos escritos deberá tener siempre presente, para garantizar la pureza de las piedras preciosas que contenga, el espíritu que abre e ilumina el campo de las Escrituras. Solo él, Cristo en ti, podrá discernir, solo él podrá elucidar a quien se acerque a leer estos relatos y hacerle saber si estas cosas son así.  De otra manera, sin ese espíritu que revela al Padre, si el lector “todavía” no sabe que, cualquier hombre de Dios, no es más que un mero servidor a través del cual otros han creído, entonces ya no debe continuar leyendo.  Si no tiene claro, aún, que SOLAMENTE DIOS es Quien da el crecimiento a cada uno, ya no debe seguir más adelante; - será mejor para el lector que no se canse procurando nada en estas cartas. Le será más ventajoso aplicar su atención en cualquier otro asunto que desee. Porque lo único que podrá encontrar en las páginas siguientes ese lector mediando esa laguna será una ensalada de ideas, y al mezclar nuestras opiniones o las suyas con las que aquí se encuentren de lo alto, todo lo que aprenda seguirá siendo solo “letra muerta.”

Nuestro Dios y Padre es muy poderoso para dar Su anuncio sin polvo de interpretaciones humanas. A cada uno de Sus hijos le ha puesto el Padre un espíritu de discernimiento que distingue, tanto en estos escritos y cualquier otro de procedencia humana,  perfectamente Su Voz, y ese espíritu sabe cortar como espada de dos filos muy aguda las opiniones personales de lo que verdaderamente sean Sus palabras. A cada uno le dio Dios el fuego de Su espíritu para que, si se le permite, encendiéndolo derrita toda la madera, heno y hojarasca de los hombres y aparezca en todo su brillo y esplendor todo el oro, la plata, y las piedras preciosas que chorrean de Su Cristo.

EDIFICANDO CON DIOS
Debemos ser conscientes, por tanto, cuando leemos de que nadie puede hacer otra cosa que  “ponerle el sentido” a lo que Dios haya dejado escrito. – Entonar comprensiblemente Su Voz, o, figurativamente hablando, darle pequeños matices y adornos perceptibles a lo que nos dice Dios, podría ser una descripción adecuada cuando me refiero a  “poner en sentido” Su Voz., es decir, hacerla comprensible sin añadir o sustraerle nada con opiniones de hombre alguno, a ninguno de Sus contenidos, y esa es precisamente la labor del espíritu en nosotros. Si tuviésemos esa simple conciencia no surgirían así tantas divisiones en la Iglesia, porque se discierne bien así lo que es de procedencia humana y divina.

Cristo es el único fundamento de todos los adornos y matices que podamos ponerle al sentido de Sus palabras - a las palabras del Padre. Por eso, si son matices y adornos humanos los que sobresalgan en estas páginas, el fuego del espíritu encendido dentro del que procura al Padre, probará el oro, la plata y las piedras preciosas que hay de Cristo en estos relatos, y cortará de raíz toda la paja, el heno y la hojarasca que podamos ponerle con nuestras sinceras opiniones.

OPINIONES
 Todas las “opiniones” e “interpretaciones” que pongamos nosotros a Su Palabra serán derretidas en fuego, o antes o después, porque los pensamientos del Padre no son nuestros pensamientos. Escuchar, por tanto, al espíritu que abre los escenarios divinos se hace imprescindible; porque el entendimiento humano precisará siempre de la llave que le tiende el Padre de la verdadera sabiduría. Esa Palabra, por tanto, no precisa de opiniones de hombre alguno. Sabe interpretarse a la perfección a Sí Misma.  Por eso está escrito que, La Palabra de Dios es como una espada de dos filos muy agudos: porque ella (y no nuestras opiniones personales) es muy poderosa y eficaz para partir y separar el alma del espíritu; para dividir las coyunturas de los tuétanos; y para discernir entre los pensamientos y las intenciones del corazón.

En esta serie de relatos, pues, queremos condensar una obra que tenga por objetivos: además de seguir desenterrando Sus joyas celestiales,  mantener siempre la demanda que  hace el Padre de toda la Verdad, es decir: Mantener encendida la llama del espíritu; porque sin ese Su plano,  en vano se esfuerzan los que se encuentren cavando  a procura de sus joyas, y en vano se esfuerzan los edificadores.

SU ANUNCIO
¡Cristo ha resucitado en nuestros corazones! - Este es el anuncio que se está revelando hoy en día  en la vida de muchos miembros del cuerpo a la vez, al mismo tiempo -en miembros que han decidido poner sus propias vidas de lado y mantenerse firmes mirando sólo a Dios.  Estos obreros o edificadores, en sus propios quehaceres o a tiempo entero, se encuentran mirando de cerca solamente lo que Dios les ilumina en el espíritu. El espíritu que gobierna hoy la vida de estos miembros (y no su pertenencia a denominación alguna, o asociaciones), es la única garantía fiable de que son poseedores legales del título de propiedad del campo divino: de todas Sus joyas.  Dios está poniendo en todos estos hombres y mujeres (sin distinción) el deseo ardiente de exhibir Sus riquezas. Por eso están surgiendo por todo el mundo tantos “desenterradores de joyas” al mismo tiempo.

 ¡Ojalá que esta publicación sea parte integrante de aquella explosión de Cristo por todo el Orbe! - Y mi oración ahora es depositada sobre el Dios de toda Gracia, por Su espíritu de sabiduría y de entendimiento, para que se siga llevando a buen puerto Su explosión, la explosión de Cristo con toda Su prosperidad en el Universo.
                                                                                                                                                                      Juan Luis Molina

PRIMERA CARTA

¡SORPRESA!
           ¡Es enorme la sorpresa! - Nos quedamos fascinados cuando se nos abre el entendimiento y se despliega ante nuestros ojos su esencia - la incomparable belleza que habita aquí, en la esfera espiritual del Padre. - Esta divina dimensión hermano mío es opuesta, enemiga del mundo carnal en que nacimos. No es de extrañar que estemos admirados, que nos quedemos atónitos y como  niños, saboreando el especial color de todas Sus cosas nuevas, oliendo la suave fragancia que contienen, porque he aquí que todo en ella es deliciosamente nuevo y fresco. Todo es  diferente.

Amadísimo Teófilo, el ojo humano y los sentidos del hombre solo pueden captar el reflejo de la vida carnal. Sin embargo, por ese medio somos absolutamente incapaces de captar cualquier cosa que pertenezca a la gloria de la Esfera Divina.  - La naturaleza de todos los seres vivos que nacen en el mundo es perfectamente estéril en esta materia y cometido; no posee las herramientas necesarias que le permitan acceder a los asuntos celestiales o divinos ni tiene, en sí misma, los mapas que le indiquen el Camino.  No puede el hombre, como viene al mundo, conocer nada sino de su propia esfera. – Toda su sabiduría y la totalidad de sus convicciones le llegan al hombre proveniente del reino de la carne. - Todo lo que el hombre asimila en el corazón o sede de su vida íntima y personal brota, única y exclusivamente, del mundo sensorial que le rodea.

EL ABISMO
Existe un abismo entre las dos dimensiones o esferas. Ninguno de los recursos naturales con los que nace el ser humano podría jamás darle a conocer al hombre lo que habita en el espacio espiritual. Si Dios no hubiese abierto una Puerta que derribase la separación en ese abismo, nuestros corazones pura y simplemente permanecerían velados y confinados a este mundo. Sí, es cierto, el hombre puede reconocer de las cosas que se ven que hay un Autor por detrás, pero aunque pueda el hombre reconocer un Autor por detrás de las cosas hechas que se ven, la mente invisible del Creador sin embargo sólo se abre para quien atraviese Su puerta. - O se acepta o se desprecia Su único acceso. –

No hay otro “medio” para conocer al Padre de toda la creación. Aunque el hombre esté persuadido y confiese que todos los caminos van a dar a Roma: El único medio verdadero para conocer a Dios será siempre Su espíritu. Cualquier otro “medio” no pasa de ser pura imaginación o juicio carnal humano para acercarse a Dios – sin conseguirlo. Y cualquiera que intente atravesar el abismo por otra vía será tratado en Su reino como ladrón y salteador.

EL “TÉRMINO MEDIO” BAJO EL PUNTO DE VISTA DE DIOS
En el mundo carnal se predica que hay muchos “medios” y muchas vías por las cuales se accede al conocimiento de Dios: y el neutro, el imparcial o la mayoría, se imagina términos y palabras  muy bien consideradas en la esfera de la carne para alcanzar ese objetivo. Sin embargo, los términos “bien considerados” en el mundo, no son igualmente tenidos en cuenta en la esfera divina. Exactamente lo contrario sucede. Todo sin excepción que se considera “excelente” en una de las dimensiones, es juzgado de “maldito” en la opuesta. – En los “términos medios” que el hombre emplea para conocer a Dios en su imaginación, tampoco hay excepción. Y las características carnales que habitan en la naturaleza humana caída, por muy lustrosas y virtuosas que parezcan y bien consideradas que sean en el mundo, son todas, sin excepción también, abominables para Dios.
Pero, tal vez, ahora humanamente hablando, las mayores reprensiones que encontremos en Su Palabra sean dirigidas a los “tibios” o “templados.” 

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frio ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de MI compres oro refinado, para que seas verdaderamente rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.

La desnudez del hombre “tibio o templado” que se juzga rico a “sí mismo,” es la carencia del espíritu que ilumina los ojos en el verdadero entendimiento de Dios. Todo lo demás que sale de la imaginación o interpretación de los hombres es maldito en Su esfera, lo dice S. Pablo. - Podríamos decir, figurativamente, que Dios tiene más respeto por un pecador convicto, que por un “término medio” religioso -  ni frio, ni caliente. Está claro, Él prefiere que estemos ungidos con Su colirio y que veamos verdaderamente Su Reino; no en tanto, si alguien se persuade de lo contrario y rechaza Su espíritu está en su pleno derecho.  Pero no hay peor cosa a los ojos de Dios que el “término medio;” el “ni frío ni caliente”, los tibios o templados, porque suponiendo ellos que sacan provecho de las dos esferas, en la “riqueza interior de sí mismos,” toman a Dios por un “muñeco”, aquello que la mayoría adora en sus templos y  se imaginan pregonando a los demás que es un dios.

LO QUE DIOS ESPERA
Así pues, lo único que Dios espera del hombre es que tome una decisión. Que el hombre escoja y se defina. - Permanecer en medio de dos reinos opuestos y enemigos es la peor circunstancia en la que pueda caer un individuo, puesto que ninguno de los dos reinos antagónicos tendrá contemplaciones con los que se quieran mantener imparciales en el medio. Así, sólo servirán como despensa de las tropas enemigas y de carne de cañón. Ambos ejércitos se alimentarán de todo lo que siembren en sus campos y ninguno de los dos tendrá misericordia de su neutralidad.

¿Ves cuál es el punto de vista del Padre de todos los espíritus? - Él prefiere que nos pasemos a Su Reino, y que disfrutemos plenamente de todos los derechos y beneficios que habitan en Su esfera. Esa es Su agradable y perfecta voluntad. - Y los que así decidieron y entraron por Su Puerta para acercarse a Dios, los que se lavaron los ojos con Su colirio, sufrimos entonces una dramática transformación: Dios nos desnudó primeramente de todo lo que era nuestro y traíamos vestido del mundo, y nos revistió después con todo de nuevo en Cristo - y enseguida nos presentó un espejo.  Por eso ahora con su espíritu vemos como en un espejo a cara descubierta  nuestra nueva imagen:

        Y ya no vivo más yo, sino que Cristo vive su vida en mí.
Cristo es ahora y será eternamente nuestra única puerta de acceso a la presencia del Padre, y Su Palabra viva en nuestros corazones, que también se encuentra escrita en el Libro, es el espejo donde se refleja y comprobamos nuestra nueva imagen -donde sabemos quién somos a los Ojos de Dios en Cristo Jesús.

    SALIENDO DE EGIPTO
Y saliendo Israel de Egipto hacia la Tierra Prometida, el Bordón de Moisés abrió un solo camino en el abismo que se extendía en frente de ellos a través del Mar Rojo. Un abismo que nadie podía ultrapasar por “sí mismo” - Todo el Pueblo de Israel pasó entonces por entre las veredas que afirmó Dios a uno y otro lado del  Mar por manos de Moisés. Y, cuando el ejército de Faraón intentó pasar también “por lo seco,” se cerraron las aguas a una, de golpe, de un soplo; y sobrecogió de espanto a todo el ejército del Faraón, antes de perecer entre las aguas con sus carros y caballos.


TRANSFORMADOS
E Israel, viéndose a salvo del otro lado del abismo,  después de asistir atónitos a lo que había sucedido, MUDÓ SU SEMBLANTE - Los rostros de aquellos hombres y mujeres FUERON TRANSFORMADOS. La gloria del Señor se reflejaba ahora en aquellos semblantes. - Desde el niño hasta el anciano, habiendo asistido a toda aquella odisea, que se realizó sin ningún esfuerzo de su parte (salvo entrar por lo seco), plasmaron en sus faces la imagen de Su enorme Poder. Del Magno Poder de Dios. – Pasaron de lucir el rostro miserable y derrotado que se graba en las arrugas de la piel, habiendo sido esclavos durante cuatrocientos años en un país extranjero, a lucir el resplandor y gozo del Dios Todopoderoso, que les abría por gracia un único camino de  liberación tan repentino y maravilloso hasta la Tierra que les había Prometido.


Siempre que Dios se manifiesta al hombre se sufre una dramática transformación. Hay una vida con beneficios y privilegios al otro lado del abismo que nos muda el semblante. Es siempre un mundo y una esfera completamente nueva y distinta la que habita en esta Su nueva margen.  Ninguna corrupción habita aquí. Todo lo que  nace y crece de Cristo –tu nueva vida- es bueno en gran manera. Excelente  y todos nosotros, antes de llegar a sus contornos, pasamos antes por el estrecho que abrió Dios entre el Mar Rojo: el camino que abrió solo Dios en el hombre Jesucristo.

Todos entramos por lo seco y sin esfuerzo a través del Mar Rojo: -  Entre las paredes que se abrieron de pura gracia en medio del abismo - nadie, sino solo Dios en Su Hijo, se dio al esfuerzo de abrir y de afirmar aquellos muros. Ahora le corresponde al hombre escoger: pasar por lo seco a Su esfera, o permanecer en la esfera de la carne. No hay término medio.

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.

Para acceder a la esfera divina y a la presencia del que habita el Lugar Santísimo, todos tenemos que entrar por Su única puerta de entrada: Jesucristo fue nuestra puerta de entrada, y ahora es la vida de Cristo la que corre de tu interior como rio de agua viva. Esa es la transformación que HAS SUFRIDO (pretérito perfecto) cuando entraste en Su esfera. Y Cristo es el reflejo ahora de nuestro verdadero rostro en el espejo de  lo que está escrito en nuestros corazones nuevos.

Nadie entra a la presencia de Dios por su propio mérito. Todo lo que nosotros aportamos es nuestro vaso de barro. Dios te ha investido un espíritu nuevo, una vida nueva en tu cuerpo mortal. Nuestro cuerpo solo sirve ahora como vaso, como “recipiente” del espíritu: una vida nueva con poder de lo alto que trae consigo los planos y las herramientas necesarias para edificar, en colaboración con el Arquitecto de Zoe, Sus nuevos cielos y tierra.

        Cristo es la nueva identidad en la cual nos va transformando Dios.

¿Qué sorpresa te llevarías tú, si de repente te mirases al espejo y descubrieses una nueva imagen  que fuese muy superior y distinta a la que lucías antes? – Pues eso es lo que está escrito y dice Dios que ha hecho contigo. Una vez que Dios puso a Cristo dentro de ti, a Sus ojos, ya no posees la misma imagen que reflejabas en el mundo; has entrado en otro medio; así lo muestra Su espejo y quiere que te consideres ahora. Puede ser que no lo sientas; puede ser que no lo materialices y que te deje perplejo; pero así está escrito en el código genético de tu Cristo y en Su Escritura. - Es normal que, con nuestra vieja naturaleza, con sus viejos sentidos, no entendamos nada ni materialicemos o sintamos los asuntos de Su reino. Sin el espíritu, al hombre natural los asuntos espirituales le parecen locura; por eso tuvimos que ser revestidos del espíritu de Cristo, para darnos a conocer Dios Sus nuevos escenarios divinos - los nuevos cielos y la nueva tierra del Arquitecto de Zöe.
Por eso no entendíamos, porque son cosas distintas, asuntos que pertenecen a otro Reino, y que solo pueden ser discernidas con sentidos espirituales. Son de otra esfera. Pero eso es lo que dicen las Escrituras de Su esfera a pesar de que no lo entendamos, sintamos o materialicemos con nuestros sentidos naturales: « Que tú, en Cristo, eres una nueva persona.» 

Las viejas emociones y los antiguos pensamientos, eran piezas de un vestuario raido, de los sucios harapos que hubo que desnudar. De nada sirven ya al entrar a la presencia del Faraón del nuevo Reino. Este beneplácito Faraón, enemigo antagónico de aquel a quien servíamos en el mundo, se encuentra ansiosamente esperando que ante Él nos presentemos; pero antes de entrar en Su presencia mudamos nuestros semblantes y vestidos, como lo hicieron también Daniel y los sabios de Israel para presentarse ante el rey de Babilonia. Igual sucedió con nosotros. De la misma manera que tuvieron aquellos que mostrar un semblante “nuevo y excelente,” antes de entrar a la presencia de Nabucodonosor, así nosotros ahora: Ya fuimos traídos a Su presencia. Ya no debemos volver a vestirnos con el semblante y ropas miserables del mundo, sino despojarnos de los viejos atuendos y permanecer dignos y lustrosos vestidos del lino y de oro, del Cristo que ahora llevamos ante el Altísimo. - Con la túnica de piel que nuestro Padre nos otorgó a la puerta de Su palacio de pura gracia, nos paseamos por Sus palacios.

        Tenemos que subrayarlo bien para que se entienda:
        «El mundo en que nacimos no sabe nada acerca de los asuntos celestiales»

Porque ahí, dice Dios, ahí todos Mis Asuntos tienen que ser discernidos espiritualmente. Es decir, se requiere que un espíritu de procedencia divina y sobrenatural  los abra y de a conocer. - Lo más lógico que le puede pasar al hombre natural, sin encender el espíritu, es que todo lo que lea le parezca locura. - Eso es lo más natural. Porque sin ese ojo del espíritu es imposible darse cuenta de que, la Locura de Dios, supera infinitamente lo más sabio de los hombres. No se pueden iluminar tus pensamiento y saber que, lo más pobre de Dios, es  mucho más rico que lo más precioso de los hombres. - Podremos leer cuarenta años enteros las páginas del Libro, pero, sin ese espíritu brillando, el Libro donde Dios se encuentra escrito se va a mantener siempre sellado. El resultado de no permitir al espíritu que nos abra y muestre lo que ha escrito Dios y puesto en nuestros corazones, será siempre una locura. Será como atravesar un bosque enmarañado tropezando con todo tipo de obstáculos, confiando en lo que no son más que juicios y opiniones de los hombres, en vez de ser guiados por Cristo, el dueño del bosque.

Tenemos que entenderlo bien: los escenarios que se nos muestran en Cristo en nosotros, las revelaciones que recibimos, son el palco de los nuevos cielos y de la nueva tierra que está edificando el Arquitecto de Zöe. Solo si apagamos nuestras luces terrenales, y brilla la de Cristo, permitiremos que el Espíritu nos vaya mostrando y dando a conocer la “nueva vida” que habita en Su nueva esfera.

TÚ EN CRISTO – UNA NUEVA PERSONA
Cuando se van en el espíritu iluminando los escenarios de la nueva Margen, renovándosenos automática y gradualmente así nuestro entendimiento, nuestro Padre nos hace saber que, dentro de nosotros, habita ahora una nueva persona muy digna de permanecer ante Su Presencia. Este es el primer paso para que llegues al conocimiento de toda la verdad: Permanecer en Su Presencia contra vientos y mareas. - Dios desea que sepas quién eres AHORA, y quiere, además, darte a conocer todo lo que habita en Su esfera. – Si, es cierto, en el mundo escucharemos exactamente lo contrario de lo que nos dice Dios, pero Él no solamente deseó traerte a Su diestra, sino que, además, arde en Su corazón también una enorme voluntad y deseo: darte a conocer en íntima comunión con Él toda la verdad. Y para eso, mantenerte fiel y sin moverte de Su Presencia vestido de tu Cristo se hace imprescindible - Ahora Dios te ha investido con poder desde lo alto para que puedas conocer todas Sus cosas, no precisas bajarte al mundo para encontrarles explicación, porque en él irás escuchando todo lo contrario. Sólo Dios se basta en Su espíritu para explicarte la verdad. Además, ese poder desde lo alto, es el mismo espíritu que tiene Cristo Jesús resucitado: el espíritu que te otorga el título de embajador de Su reino y que te guiará, si tú se lo permites, a toda Su Verdad.

Así, pues, nosotros no tenemos ya nuestra ciudadanía en el mundo de los sentidos - el espejo que nos presenta Dios en Cristo, dándonos a comer por Su boca, nos enseña que: Mi Reino no es de éste mundo. Así que, AHORA SOMOS ciudadanos de plenos poderes y derechos en Su más alto Reino. Así nos ve Dios y todo Su Orbe, y conviene que también así nos consideremos. Ahora hacemos parte de un nuevo clan, y esa familia depende plenamente, desde el primero hasta el último miembro, del Padre que nos ha librado de toda influencia y potestad de las tinieblas de este reino de la carne, y  nos ha trasladado al Reino espiritual de Su amado Hijo.


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