La condenación es la raíz más profunda. Joseph Prince
Hebreos 10:19, 22 Así
que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de
fe, purificados de mala conciencia.
La mayoría de nosotros
sabemos que el estrés es la causa de muchas enfermedades. Los expertos también
han identificado el miedo como causa del estrés. Pero ¿sabías que la raíz más
profunda e insidiosa de muchos de nuestros problemas se encuentra en el ámbito
espiritual, y que solo puede ser destruida por el poder de la obra consumada de
Jesús?
Amigo mío, la raíz más profunda
de muchos de los problemas que nos afligen es la condenación. Todo comenzó en
el jardín del Edén cuando el primer hombre, Adán, pecó, lo que le generó una
conciencia de culpa y condenación. Tu conciencia es lo que está dentro de ti,
lo que conoce el bien y el mal, y sabe que cuando hay pecado, debe haber
castigo.
La Biblia llama
"mala conciencia" a una conciencia que está perpetuamente consciente
del pecado, el fracaso y la condenación, de la cual, sin la sangre de Jesús, no
hay escapatoria. Desafortunadamente, muchos creyentes, sin saberlo, llevan consigo
una mala conciencia que les roba la intimidad con Dios, y es este constante
sentimiento de condenación la raíz de muchas de sus aflicciones.
Mira, Satanás, cuyo
nombre en hebreo significa literalmente "el acusador", es un fiscal y
un experto en condenarte. Siempre está señalando tus faltas y defectos. Por eso
la Biblia lo llama "el acusador de nuestros hermanos" (Apocalipsis
12:10).
Incluso cuando haces algo
bien, el acusador dirá: "No es suficiente". Como el sonido constante del agua que gotea,
él seguirá acusándote y escupiéndote condenación. Su mayor logro es traer a tu
vida acusaciones que crees que provienen de Dios.
Muchas veces, los
creyentes bajo condenación piensan que es el Espíritu Santo quien los convence
de sus pecados y les señala sus faltas. Empiezan a albergar pensamientos
negativos sobre sí mismos. Creen que deberían tener sentimientos negativos
sobre sí mismos debido a todos sus pecados e indignidad. Por lo tanto, el
objetivo del diablo es traer condenación a tu vida, ocultándola en una niebla
de engaño, para que seas la última persona en pensar que estás bajo
condenación.
El mundo no tiene
solución para las tácticas del enemigo, pero como creyentes, nosotros sí las
tenemos. Tenemos el poder de la obra consumada de Jesús. Su sangre fue
derramada y Él fue condenado por nosotros, para que nunca vivamos en
condenación. Por la gracia de Dios, podemos tener una buena conciencia,
purificada con la sangre de Jesús, y en lugar de estar conscientes del pecado,
podemos estar conscientes del perdón.
La Palabra de Dios dice
que “los adoradores, una vez purificados, ya no tendrían conciencia de pecado”
(Hebreos 10:2). Hoy, siempre podemos estar conscientes de nuestra justicia en
Cristo Jesús, incluso cuando fallamos, nos acercarnos a Dios con un “corazón
sincero, en plena certidumbre de fe” de que Dios no está enojado con nosotros.
Amado, gracias a Jesucristo y al poder de su obra consumada, ¡puedes rechazar
cualquier acusación, culpa y condenación que te lance el diablo y tu propio
corazón!
Hoy, cuando te acerques
al Padre, cuando busques en Él la satisfacción de tus necesidades, ten la
conciencia de que tu corazón ha sido purificado de mala conciencia con la
sangre de Jesús. Esa es una gracia asombrosa: puedes tener conciencia del
perdón y acercarte a Dios con un corazón sincero, en plena certidumbre de fe.
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