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DIEZ SERMONES SOBRE LA SEGUNDA VENIDA VII. LA SEGUNDA VENIDA EN RELACIÓN A “LOS JUDÍOS”.Por E.W. Bullinger-


VII. LA  SEGUNDA VENIDA EN RELACIÓN A “LOS JUDÍOS”

 “PORQUE NO QUIERO HERMANOS QUE IGNORÉIS ESTE MISTERIO, PARA QUE NO SEÁIS ARROGANTES EN CUANTO A VOSOTROS MISMOS, QUE HA ACONTECIDO A ISRAEL ENDURECIMIENTO EN PARTE, HASTA QUE HAYA ENTRADO LA PLENITUD DE LOS GENTILES; Y LUEGO TODO ISRAEL SERÁ SALVO, COMO ESTÁ ESCRITO: VENDRÁ DE SION EL LIBERTADOR QUE APARTARÁ DE JACOB LA IMPIEDAD. Y ESTE SERÁ MI PACTO CON ELLOS CUANDO YO QUITE SUS PECADOS. ASÍ QUE EN CUANTO AL EVANGELIO, SON ENEMIGOS POR CAUSA DE VOSOTROS; PERO EN CUANTO A LA ELECCIÓN, SON AMADOS POR CAUSA DE LOS PADRES. PORQUE IRREVOCABLES SON LOS DONES Y EL LLAMAMIENTO DE DIOS” Romanos 11:25-29.

En estas palabras anteriores tenemos un gran e importante tema. Tan grande, que se han escrito volúmenes sobre él sin agotarlo; y tan importante, que constituye la gran trama de este bendito Libro. 
Es imposible que podamos darle más que un simple vistazo a sus contornos en un breve discurso. Pero ninguna consideración del tema puede ser satisfactoria si no regresa al principio, y establece sus profundos fundamentos en el “pacto eterno” referido tan significativamente en nuestro texto: “Este es Mi pacto”.

Todas las formas en que Dios trata a Israel, en el pasado, presente y futuro, provienen de este pacto. Todos se basan sobre él. Israel es amado “por causa de los padres”; porque lo que Dios dio, no lo retoma, y “los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables”. Un plan preestablecido es el fundamento de la historia de Israel.

Inmediatamente antes de que Abram hubiese recibido estos “dones y llamamientos de Dios”, en Génesis 11, Dios había dividido a las naciones, y les había dado su heredad en la tierra. En Deut.32:8, 9 leemos: “Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel; porque la porción de Jehová es Su pueblo; Jacob (Israel) la heredad que le tocó”.

Las naciones se olvidaron del juicio del Diluvio, y las personas se volvieron rápidamente a la idolatría. La familia de Abram no fue excepción, como aprendemos en Josué 24:2, donde Josué le recuerda el hecho al pueblo, diciendo: “Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del rio, esto es Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.” Bien puede el Espíritu hacer hincapié en la gracia del llamamiento a Abraham, y la promesa que gratuitamente le fue otorgada; porque ciertamente debió de ser del todo de pura y libre gracia, cuando “el Dios de gloria se le apareció”, y puso a sus ídolos en confusión, y lo llamó para Sí, diciendo “Os he apartado de los pueblos para que seáis míos” (Lev.20:26). Las siete promesas en Génesis 12:2, 3 nos dicen que, cuando Abram fue llamado, no fue meramente de la idolatría, sino también para bendición, Dios fue quien efectuó para él todas las cosas (Salmos 57:2).  

1 “Haré de ti una gran nación, y
2 te bendeciré, y
3 engrandeceré tu nombre, y
4 serás bendición, y
5 bendeciré a los que te bendijeren, y
6 a los que te maldijeren maldeciré, y
7 serán benditas en ti las naciones.

Usted tiene las mismas siete partes, o perfecta bendición cuando Dios “estableció” Su pacto en Éxodo 6:4-8.

1”Yo os sacaré…y
2 Yo os libraré de su servidumbre, y
3 Yo os redimiré…y
4 Yo os tomaré por mi pueblo, y
5 Yo seré vuestro Dios…y
6 Yo os meteré en la tierra…y
7 Yo os la daré por heredad.
             Y todo esto está solemnemente firmado, “¡Yo, Jehová!”   
    
Pero ahora veamos la significativa escena, cuando este maravilloso pacto fue hecho al principio. Porque es lo más importante y está lleno de la más profunda instrucción.

Todos nosotros sabemos que un Pacto se hace habitualmente entre dos partes, con ciertas condiciones para ser observadas por ambos lados. Cuando ambas partes son humanas estas condiciones pueden o no ser mantenidas, y cuando son quebradas por cualquiera de los lados el Pacto se hace nulo y se invalida.

Ahora bien, todo Pacto condicional de ese tipo que el hombre ha hecho con Dios, siempre ha sido vergonzosamente quebrado. Siempre y cuando él hombre que es “concebido en pecado y formado en iniquidad” ha pactado con el Dios Santo y Eterno, él se vuelto como un arco quebrado y el Pacto ha fracasado. 

Pero existe algo denominado un Pacto Incondicional, el cual es realmente una promesa de libre gracia, pero hecha formalmente por una sola de las partes contratantes. Y cuando este uno es Jehová Mismo, entonces no puede fracasar, y se debe mantener para siempre – “Puesto en orden en todas las cosas y firme”.

Hay tres Pactos incondicionales de este tipo en la Biblia. Uno con NOÉ concerniente a la tierra, en virtud del cual hoy en día disfrutamos “el tiempo de sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche” e inmunidad de un diluvio de aguas. Este Pacto se menciona siete veces en Génesis 9:8-17. El segundo, con ABAHAM concerniente al Territorio (Génesis 15:8-21). Y el tercero, con DAVID concerniente al Trono. (2ª Samuel 7:4-29. 23:5; Salmos 89). 

El Pacto que fue hecho con Israel en Sinaí fue un Pacto condicional. Dios pactó con ellos darles vida, y bendición, y paz y prosperidad en el Territorio, e Israel pactó con Él obedecer la Ley. “Todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho…Y Moisés tomó el libro del Pacto, y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas”. (Éxodo 24:3, 7, 8. Hebreos 9:18-20). En contraste con todo esto, se halla especialmente registrado que cuando Dios reinstale la bendición será en base a la gracia y no de la Ley; en el fundamento de un “nuevo” e incondicional Pacto, y no sobre el Pacto condicional de Sinaí. Jeremías 31:31, 32 “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el Pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de tierra de Egipto; ¡porque ellos invalidaron mi Pacto!

Ahora volvamos a Génesis 15 y veamos cómo este original e incondicional pacto fue realizado por Jehová con Abraham. Abraham fue plenamente instruido de cómo tenía él que proceder, y qué preparaciones tenía que hacer (versículos 9, 10): Y tomó todo esto (la becerra, la cabra y el carnero) y los partió por la mitad, y “puso cada mitad una en frente de la otra”, para que cuando el tiempo llegue pueda él pasar entre las piezas. Porque esta fue, o llegó a ser la manera de hacer un Pacto, así como aprendemos en Jeremías 34:18, 19, donde Jehová dice: “Y entregaré a los hombres que traspasaron mi Pacto, que no han llevado a efecto las palabras del Pacto que celebraron en mi presencia, dividiendo en dos partes el becerro y pasando por medio de ellas. A los príncipes de Judá y a los príncipes de Jerusalén, a los oficiales y a los sacerdotes y a todo el pueblo de la tierra que pasaron entre las partes del becerro”.

Pero aquí, en este caso, justo en el momento crítico, cuando Abram estaba preparado para pasar entre las partes de las víctimas, y ser una parte del Pacto, ¡Dios lo puso a dormir! Porque “a la caída de la tarde sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él” (vers.12), y él vio “un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba entre los animales divididos. En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el rio de Egipto hasta el rio grande, el rio Éufrates” (vers. 17, 18). Aquí entonces tenemos el gran Pacto incondicional, porque fue hecho solamente por UNA de las partes contratantes, y ese uno solo es el Señor Dios Mismo.

En este hecho tenemos la sencilla explicación de aquel versículo difícil de Gálatas 3:20, ¡del cual un Profesor Universitario ha declarado recientemente haber contado 430 interpretaciones diferentes! El apóstol está hablando de dos cosas, el Pacto, o “Promesa” hecho a Abraham, y el Pacto, o la “Ley”, hecho con Israel; y dice él (vers.17) que “el Pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa”. La Ley dice que fue dada “por manos de un mediador”. Esto demuestra que había dos partes contratantes. Sin embargo cuando solo hay una parte contratante no hay mediador; y cuando el Pacto fue hecho con Abram solo había una, ¡y esa única parte era Dios! “Y el mediador no lo es de uno solo, pero Dios es uno”, es decir, cuando Él le dio la promesa a Abram. Por eso el pacto fue incondicional, y no puede ser anulado por un pacto condicional posterior hecho 430 años después por Israel con Dios. “¿Para qué sirve entonces la Ley? Fue añadida a causa de las transgresiones hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa” (vers.19). Porque el Pacto pasó “a tu descendencia” (Génesis 15:18) “la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). 

Todos nosotros sabemos, sin embargo, que Abraham nunca llegó a tomar posesión del territorio. Este pacto entonces fue ratificado en Isaac “A ti y a tu descendencia” (Génesis 26:3), ¡pero él no la poseyó tampoco! Porque “Isaac exhaló el espíritu y murió…y Jacob lo sepultó” (Génesis 28:13), pero este tampoco la poseyó, porque “Jacob habitó en la tierra donde su padre había sido extranjero” (Génesis 37:1), él murió en Egipto (49:33) ¡y todo lo que poseyó en la tierra no fue sino un lugar para ser sepultado!

No en tanto, el pacto es “cierto y seguro”. Toda bendición se basa sobre él, y a él se refiere. Cuando Dios oyó el gemido de Israel en Egipto, fue debido a que “Dios se acordó de Su pacto” (Éxodo 2:24). Cuando descendió para librarlos, leemos “establecí mi pacto con ellos” (Éxodo 6:4). Cuando les dio Su consuelo, dijo: “No se olvidará del pacto que les juró a tus padres e hizo con ellos” (Deut.6:31). Cuando, una detrás de otra vez, Él tuvo compasión de ellos en sus rebeliones y vanidades, leemos que “se acordó de Su santa palabra dada a Abraham Su siervo” (Salmos 105:42). “Ellos no se acordaron…bien pronto olvidaron…olvidaron al Dios de su salvación…con todo Él miraba cuando estaban en angustia; y se acordaba de Su Pacto con ellos” (Salmos 106:7, 13, 21, 44, 45). Por eso canta David “para siempre se acordará de Su Pacto” (Salmos 111:5), y Jehová declara “no olvidaré Mi Pacto. Ni mudaré lo que ha salido de Mis labios” (Salmos 89:34).

Pero junto con este Pacto con Abram para darle el Territorio, había aquel otro Pacto (también incondicional) que fue hecho con David, concerniente al Trono (2ª Samuel 7), el cual también está para ser confirmado y cumplido solamente en la simiente de David. Las promesas de este Pacto se refieren en la expresión “las seguras misericordias de David.” * “Seguras” porque reposan sobre la fidelidad y santidad de Dios. Vea Salmos 89:28, “Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi Pacto será firme con él (David)”. Es interesante observar, que estos ambos Pactos incondicionales se asocian con el primero que se le hizo a Noé, en una Escritura. Jeremías 33. “Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar mi Pacto con el día y mi Pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche, también podría invalidarse mi Pacto con mi siervo David…también desecharé (desecharía) la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob; Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia” (vers.20, 21, 26). Es en la fuerza inherente de este Pacto Eterno hecho a Abraham, Isaac y Jacob, en el cual Jesús basó su prueba de la Resurrección. Porque si la bendición y gloria en el territorio fue hecha al Patriarca individual así como a la nación, diciendo “para ti y para tu simiente” en el caso de cada Patriarca, entonces tiene que haber una Resurrección. Los Patriarcas nunca poseyeron nada en el territorio excepto “un Sepulcro,” por el cual ellos pagaron a los de Canaán. Por eso cuando se le preguntó a Jesús acerca de la Resurrección, Él se refiere a este mismo hecho que depende sobre, y surge de, el Pacto. La respuesta del Señor a los Saduceos se interpreta generalmente como refiriéndose a una condición de cosas las cuales hacen innecesaria la Resurrección, y hacen  que todo el argumento no tenga sentido. Observe las palabras en Mateo 22:31, “Pero respecto a la Resurrección de los muertos, ¿no habéis oído…? Etc.; Marcos 12:26 “Pero con respecto a que los muertos resucitan ¿no habéis leído…? Etc. y Lucas 20:37 “Pero en cuanto a que los muertos tienen que resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob”, etc. Todo el tema es concerniente a la Resurrección, y el argumento está contenido en el hecho de que este Pacto incondicional fue hecho con los Patriarcas y que no puede ser quebrado, igual que tampoco podrá cumplirse hasta que hayan sido levantados de la muerte.      
*Isaías 55:3. Hechos 13:34.

Todos somos conscientes sin embargo de la triste y dispersa condición actual de la nación de Israel. De todos sus sufrimientos – sin un país, sin un rey, sin conocimiento de la verdad salvadora – todo es la consecuencia de su Pacto condicional en Sinaí.

Dios les dio una ley, santa, justa y buena. Se la dio para probarles su propia impotencia, y para guiarlos a la omnipotencia del Salvador que Él había provisto.

Los profetas hablaron de Su Gloria, pero también predijeron su rechazo. Él vino a ser la “Esperanza” de aquellos quienes creyeron en Él; “el consuelo de Israel” para aquellos que esperaron por Él; y la “Redención” para los que aguardaban por Él.

A su debido tiempo Él vino a Su propia heredad, siendo como era la simiente de Abraham; y a Su propio Trono, siendo la simiente de David; pero Su propio pueblo no le recibió. (Juan 1:11). Fue despreciado, rechazado, y crucificado. “Este es el heredero”, dijeron ellos. ¡Si, el heredero del Territorio, y el heredero de la Corona! Pero ellos dijeron, “le enviaremos a la muerte”, y “en su ignorancia” así lo hicieron (Hechos 2:17). Ellos “no le conocieron” (Hechos 13:27). “No sabían lo que hacían” (Lucas 23:34). Y sin embargo fueron culpables, porque aunque lo hicieron en ignorancia en cuanto a Su persona, no lo hicieron en inocencia en cuanto a Su sangre. Tenían la prueba plena de la inocencia de Jesús. Uno de los malhechores dijo: “Este hombre ningún mal hizo” (Lucas 23:41). Su juez dijo “Yo no hallo falta alguna en Él” (Lucas 23:4). La esposa de Pilatos dijo, “este hombre es justo” (Mateo 27:19); el soldado pagano cuando lo vio expirar, dijo, “este hombre a la verdad era un hombre justo” (Lucas 23:47); y cuando vio las señales que se dieron a seguir, grito: “Verdaderamente este era el Hijo de Dios” (Marcos 15:39). A pesar de todo este testimonio ellos sobornaron falsos testigos y le llevaron a la muerte. 

Ellos no “creyeron TODO lo que los profetas habían dicho” (Lucas 24:25), y de esa forma separaron una parte de la verdad del resto, cegándoles para su ruina. Pero de acuerdo a la típica ilustración en 2ª Reyes 11, el Rey ha sido rescatado de entre la matanza; Él se halla reservado en el Templo celestial de lo alto. El Rey “se sentó” porque Su obra de redención fue acabada, pero está “aguardando” porque los años todavía no han acabado su curso. Aquí se halla el “misterio” de la Iglesia. Igual que Josaba su “vida está escondida con Cristo en Dios” (vers. 2, Col.3:3), igual que Joiada ella va a dar testimonio por el rey a quien todos daban por muerto. Ella no tenía simpatía o parte con Atalia la usurpadora. Aquí y allí, a unos cuantos se les permite conocer el secreto del pacto y del juramento (vers.4) y muchos tiene un leal corazón para con el rey rechazado, y aguardan pacientemente por el día de Su manifestación.  

Pero entre tanto el usurpador tomó las riendas, y “Jerusalén es hollada por los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles termine.” No puede haber esperanza para Jerusalén y tampoco para Israel a excepción y en base del Pacto eterno. Y el clamor del Heredero solamente podrá ser aplacado en y por la venida de Cristo en virtud de ese pacto, para recibir “el trono de Su padre David”, y para “reinar sobre la casa de Jacob para siempre” (Lucas 1:33). Este es el secreto de toda la futura bendición para Israel.

Todo esto fue previsto en Salmos 89:30-37. Hablando de David está escrito. Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieren en mis juicios; si profanaren mis estatutos y no guardaren mis mandamientos, entonces castigaré con vara su rebelión y con azotes sus iniquidades. Mas no quitaré de él mi misericordia ni falsearé mi verdad. No olvidaré mi Pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre y su trono como el sol delante de Mí. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo. Selah”!

Parte de esto ya se ha cumplido literalmente. Los hijos de David se olvidaron de la ley de Dios. Sus transgresiones han sido visitadas con vara y sus iniquidades con azotes. Posteriormente el resto de esta profecía también va a cumplirse literalmente, y Dios no quebrará Su pacto, aunque Israel quiebre Sus estatutos. Porque aunque “los hijos de Israel estarán sin rey por muchos días, sin príncipe y sin sacrificio…después volverán los hijos de Israel y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su bondad en el fin de los días” (Oseas 3:4, 5). En Amos 9 tenemos otra poderosa descripción de esto mismo. “!He aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, Y NO CAE un granito en la tierra”! (vers. 9). ¿Por qué? ¿Por qué propósito fueron preservados? Vea los versículos 14 y 15, “y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas y las habitarán; plantarán viñas y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo”.

Pero antes de que puedan regocijarse en las bendiciones del glorioso y apacible reinado de “David su Rey” el Señor Jesucristo, experimentarán la tribulación debajo del Anticristo. Esto ha sido dicho por muchos Profetas, pero más detalladamente en Daniel y en Apocalipsis. Aparece en muchas profecías que la nación no será toda reunida de una vez, o toda la nación en uno y el mismo tiempo. La primera cosa que sobresale es que antes de la Aparición de Cristo en gloria y antes de la gran cosecha de Israel, tendrá lugar, una pequeña, y parcial, e informal reunión, y tal como vemos, debe ser que, los inicios de la misma, al momento presente, se está llevando a cabo. En Zacarías 14:2-4 leemos “Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén, y la ciudad será tomada…DESPUÉS saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones como peleó en el día de la batalla y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos”. Así, pues, es contra Israel que esta batalla será librada, y es en conexión con esta batalla que el Señor viene. Cuando  así llegue, Israel, por lo menos en parte, ya estará en Jerusalén. Las Tribus de Judá y Leví se mencionan por sus nombres en Zacarías 12, donde se relatan los mismos acontecimientos. “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos,” etc. (Zacarías 12:2, 3, etc.). Joel también habla del mismo asedio: “Porque he aquí que en aquellos días y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat”, etc. (Joel 3). Ezequiel describe el Territorio en ese tiempo parcialmente y poco habitado. Hablando del Anticristo dice Jehová, “y dirás: Subiré contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas que habitan confiadamente; todas ellas habitan sin muros, y no tienen cerrojos ni puertas, para arrebatar despojos y para tomar botín, para poner tus manos sobre tierras desiertas ya pobladas, y sobre el pueblo recogido de entre las naciones que se hace de ganado y posesiones, que mora en la parte central de la tierra…y subirás contra mi pueblo Israel como nublado para cubrir la tierra; será al cabo de los días; y te traeré sobre mi tierra, para que las naciones me conozcan, cuando sea santificado en ti, oh Gog, delante de sus ojos” (Ezequiel 38:11, 12, 16).  
     
También está claro por lo que dice Zacarías 12:9, 10 que el arrepentimiento le será entonces concedido a Israel por el verdadero José que se dará a conocer a sí mismo a sus hermanos. “Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén, y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por un hijo unigénito,” etc.

Por lo que leemos en Mateo 24:15 y 2ª Tess.2:4 parece también que el Templo será, por lo menos en alguna medida, vuelto a edificar; por “la abominable desolación* hablada por el profeta Daniel” en conexión con este tiempo de la “tribulación de Jacob”, cuando su pueblo (de Daniel) sea libertado, es vista, asentada firmemente en el lugar santo (Daniel 12:11).

* La Abominación es un término común para un ídolo (1ª Reyes 11:5-7; 2ª Reyes 23:13.) En Daniel 9:27 se lee: “Con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador”, esto es, nacido por el poder demoniaco vendrá el Anticristo. Con esto concuerda 2ª Tess.2:9; Ap.13:2, 13, 14, 15.

Esta reunión preliminar y parcial, si es que podemos así hablar de ella, parece designada con el gran propósito de punir o castigar (Jeremías 30:7-9), finalizando con el arrepentimiento y conversión de Israel. “Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto todos vosotros os habéis convertido en escorias, por tanto, he aquí que yo os reuniré en Jerusalén. Como quien junta plata y bronce y hierro y plomo y estaño en medio del horno, para encender fuego en él para fundirlos, así os juntaré en mi furor y en medio de él seréis fundidos. Yo os juntaré y soplaré sobre vosotros en el fuego de mi furor, y en medio de él seréis fundidos. Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos en medio de él; y sabréis que yo Jehová habré derramado mi enojo sobre vosotros” (Ezequiel 22:19-22). Zacarías también habla de este “remanente elegido” cuando Dios dice: “Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. Ellos invocarán mi nombre, y yo los oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios” (Zacarías 13:9).

Este “remanente elegido”* es sin duda alguna los 144.000 de Apocalipsis 7, sellados y preservados en medio de la gran Tribulación; así refinado y purificado.

* Tenemos que distinguir entre este “remanente Elegido” (Joel 2:32, etc.), salvo a través y sacado de la Tribulación; y la nación Elegida” (Isaías 65:9, 22, etc.), la cual es todo Israel como escogida de, y distinguida de todas las demás naciones; y “el Remanente de acuerdo a la Elección de Gracia” (Romanos 11:5), el cual es la compañía de Israelitas salvos ahora presentemente por gracia, y hechos miembros del cuerpo de Cristo de la Iglesia.

Así, pues, mientras que este primer asentamiento de la Restauración de Israel se lleva a cabo en furor y juicio, tenemos otro periodo –una más larga y final reunión de la cual se habla, después de que el Señor haya aparecido en gloria. Isaías 11 parece claramente señalar este punto cuando lo llama el “segundo”: “Y acontecerá en aquel tiempo.” ¿Cuál tiempo? El día cuando, de acuerdo al vers. 4, haya destruido al Anticristo con el aliento de Su boca y la gloria de Su venida. (2ª Tess.2:8). “Así mismo acontecerá en aquel tiempo que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aun quede en Asiria, Egipto, Patros Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar. Y levantará pendón a las naciones, y juntará a los desterrados de Israel, y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra…y secará Jehová la lengua del mar de Egipto; y levantará con su mano con el poder de su espíritu sobre el rio, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó en Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto” (Isaías 11:11-16). 

Una vez más “traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por ofrenda a Jehová, en caballos, en carros, en literas, en mulos y en camellos, a mi santo monte de Jerusalén, dice Jehová”, (Isaías 66:20). ¿Cuándo se dará esta reunión? Después del juicio y la guerra ya referida, porque los versículos 15 y 16 dicen: “he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová serán multiplicados”. Y entonces, después que se haya cumplido el versículo 19 (donde el Señor dice: “y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a Tarsis, a Fut y Lud que disparan arcos, a Tubal y a Javán, a las costas lejanas que no oyeron de mí ni vieron mi gloria, y publicarán mi gloria entre las naciones”) ENTONCES llegamos a la reunión descrita en el versículo 20.

Los medios empleados en esta reunión serán parte instrumental, como sabemos por esta Escritura (Isaías 66:19, 20, y por otras, tales como Isaías 49:22, 23), “así dijo Jehová el Señor: he aquí yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros. Reyes serán tus ayos, y sus reinas tus nodrizas, etc.” Pero ya hemos visto que los medios serán también milagrosos, obra propia de Dios (Isaías 11:15, 16). Es en este respecto, que esta segunda parte de la reunión se diferencia de la primera, de la cual nada se dice acerca de los medios más allá de las causas naturales ordinarias tales como ahora las vemos suceder a nuestro alrededor.

Posteriormente aprendemos por Ezequiel que cuando la nación sea así completamente reunida, será un estado no convertido. “Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país. ENTONCES esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos os limpiaré” (vea Ezequiel 36:24-38). Jeremías de igual manera muestra que esta conversión y limpieza seguirá inmediatamente a esta restauración (Jeremías 31:27-34).

Y ahora veamos unas pocas referencias que hablan (1) de las bendiciones físicas que se experimentarán en el territorio; bendiciones que nunca podrán ser producidas por ningún incremento de santidad en la Iglesia, sino solamente por los actos milagrosos de Dios mismo. Isaías 11:6-9. 25:1, 2, 6. 55:13. Amos 9:13. (2) de las bendiciones Espirituales que disfrutará el pueblo. Oseas 1:10. Jer.30:31. 23:6, y (3) de la bendición Milenal experimentada por toda la tierra. Miqueas 4:8. Isaías 2:1-3. 27:6. 60:20-22. 62:3. 65:12. Jeremías 3:17. Salmos 45:16, 17. Y Salmos 72. Cuando pensamos en este círculo de bendiciones, ¿no deberíamos preguntarnos con el Apóstol, “Y si su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles ¿Cuánto más su plena restauración? Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo ¿Qué será su admisión, sino vida de entre los muertos? (Romanos 11:12-15). 

Si los doce Apóstoles y ciento veinte discípulos se envían para dar el “mensaje de reconciliación” hasta lo último de la tierra, ¿qué es lo que no será hecho por “todo Israel” cuando sean salvos y llenados con esta “plenitud” de bendición y poder de lo alto?

La respuesta del Espíritu es que será como “vida de entre los muertos”, ¡nada menos que la misma Resurrección para Israel, el Mundo y la Creación! La analogía es de lo más maravilloso, la comparación es divina; y se dio y reveló para nosotros a través de Aquel que solamente sabe lo que sucederá.

Queridos hermanos, cuando meditamos sobre los propósitos maravillosos de Dios concernientes a Israel, y la bendición que está ligada a Israel, y la bendición que está ligada en Israel para el mundo entero, bien podemos “orar por la paz de Jerusalén”: Bien podemos atender a las palabras del Profeta: “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha…no callarán jamás los que se acuerdan de Jehová, no reposéis ni le deis tregua hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la tierra” (Isaías 62:1, 6, 7).

Bien pudo David acabar el Salmo setenta y dos, el cual expone la gloria, cuando en Israel “todas las naciones de la tierra serán benditas”, “Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas. Bendito su nombre glorioso para siempre, y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén”. Y bien pudo añadir: “Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí”, ¡porque cuando toda la tierra sea llena con Su gloria, la oración se tornará en alabanza!


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