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DIEZ SERMONES SOBRE LA SEGUNDA VENIDA- IX. LA RESURRECCIÓN DE “LOS JUSTOS E INJUSTOS”.Por E.W. Bullinger


IX. LA RESURRECCIÓN DE “LOS JUSTOS E INJUSTOS”.

 “PORQUE ASÍ COMO EN ADÁN TODOS MUEREN, TAMBIÉN EN CRISTO TODOS SERÁN VIVIFICADOS. PERO CADA UNO A SU DEBIDO ORDEN; CRISTO, LAS PRIMICIAS; LUEGO LOS QUE SON DE CRISTO, EN SU VENIDA. LUEGO EL FIN, CUANDO ENTREGUE EL REINO AL DIOS Y PADRE.” – 1ª Co. 15:22-24.

En este capítulo tenemos la respuesta a la cuestión que expone el Apóstol “pero alguno dirá: ¿Cómo resucitarán los muertos? (vers. 35). Y se nos enseña (vers. 38) que la respuesta a todas las preguntas de este tipo es “el don de Dios”, y “el Poder de Dios”.

Cuando los Saduceos hicieron su pregunta concerniente a la Resurrección, Jesús dijo “erráis, ignorando las escrituras y el poder de Dios” (Mateo 22:29).

Esta es de hecho la respuesta a todas nuestras cuestiones, y la solución de todas nuestras dudas.

Cuando Nicodemo preguntó “¿Cómo puede hacerse esto?” la respuesta fue “porque Dios amó tanto al mundo que DIO,” etc. (Juan 3:9,16). Cuando la mujer de Samaria preguntó “¿Cómo tú, siendo judío, me pides que te dé de beber, etc.?” la respuesta fue “Si conocieras el poder de Dios…tú le pedirías, y él te DARÍA agua viva” (Juan 4:9, 10). Y lo mismo aquí, cuando alguno pregunta “¿Cómo resucitarán los muertos?” la respuesta es “Dios le DA el cuerpo como Él quiso” (1ª Co. 15:35, 38). Así son satisfechas todas nuestras preguntas, y desaparecen todas nuestras dudas a través de “la palabra de Dios” y por “el poder de Dios”. Solo la fe en esta Palabra y en este poder puede tratar tanto con este como con todos los demás misterios, tanto si son de Encarnación, Adviento, o Resurrección. Cuando los apóstoles empleaban su razonamiento, en vez de la fe en la Revelación de Dios, fracasaban a la hora de comprender la plena declaración profética de Cristo. Cuando S. Pablo hablaba de “la resurrección de los muertos” en medio del Areópago, leemos que algunos razonando se “burlaban” de él, mientras que otros “creían” y “se juntaron a él”. 

No nos detendremos ahora, sin embargo, ha hablar de la Resurrección como un hecho; porque todos los credos cristianos la confiesan y afirman. Sino que deseamos aprender qué es lo que las Escrituras nos revelan concerniente a las Eras de Resurrección, y el orden en las cuales este maravilloso acontecimiento tendrá lugar.

En nuestro texto, la primera afirmación que se hace es que, así como todos morimos en Adán, de igual modo todos en Cristo seremos vivificados (versículo 22). Esto se haya limitado por la declaración en el versículo siguiente, que será a su debido orden: “Cristo las primicias, después los que son de Cristo en su venida. Entonces el fin, cuando le haya entregado el Reino a Dios el Padre”.

La palabra traducida “orden” es una expresión militar, y significa un bando, rango, tropa, brigada o división de un ejército. Entonces se nos dice que la cabeza de este ejército es “Cristo las primicias”. Porque Él es el “primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Col.1:18). Cristo es por tanto la cabeza, y quien guía y lleva la vanguardia de este gran ejército. 

Después entonces tenemos la siguiente división: “Luego los que son de Cristo en su venida”. Estos son “los muertos en Cristo” (1ª Tes.4:16).

Entonces “el fin” –la última gran división de este ejército. No al tiempo de la venida de Cristo, sino cuando “haya entregado el Reino” al Padre.

La Gracia ha señalado esta gran división aquí, y la separación deberá así mantenerse para siempre.
Para ver ahora la fuerza de las palabras “después” y “entonces” debemos referir el comienzo de este mismo capítulo, donde tenemos una construcción similar: “Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez…después apareció a Jacobo; entonces (versión inglesa) a todos los apóstoles” (versículos 6 y 7). Aquí estas palabras transmiten el hecho de un distinto intervalo entre las apariciones del Salvador Resucitado. Tenemos las mismas palabras otra vez en Marcos 4:17 (versión inglesa), “después cuando viene la tribulación o la persecución”; y en el vers.28 “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”; En todos estos casos existe un necesario y definitivo intervalo. 

En nuestro texto tenemos más de 1850 años (al tiempo del autor, que escribió estos Sermones a finales del siglo 19. Nota de traductor) entre “Cristo las primicias” y “los que son de Cristo en su venida”. ¿Por qué entonces surge alguna dificultad cuando Ap.20 claramente establece que pasarán 1000 años entre la Resurrección de la primera de estas dos grandes divisiones y la segunda?

Leamos Ap. 20:4-6 todo junto:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar.*

*Estos entronados parecen ser la Iglesia (1ª Co.6:2) la cual, como el mismo Cristo, es “un tipo de primicias de Sus criaturas” (Sant.1:18), y es por eso denominada la “iglesia del primogénito”, es decir, el primogénito de entre los muertos. El término primogénito no puede ser empleado refiriéndose en oposición o contraste a los no salvos, sino a los demás que fueron nacidos después de Él, porque nacen a seguir no pueden tener el título de “primogénito”.

 “Y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. *
*Estas son las almas que vemos asesinadas en Ap. 6:9, pero que ahora son vistas resucitadas, porque en 20:4 se dice que “ellos vivieron”.

 “(Y vi aquellos) aquellos que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron su marca en su frente ni en sus manos.*

*Estos son sus siervos consiervos y hermanos que en Ap.6:11 estaban todavía vivos, pero que serían asesinados como ellos habían sido; y fueron asesinados en Ap. 13:7, 15, 14:12, 13, y vistos resucitados en visión en cap.15:2.

Así, pues, parece que tenemos tres subdivisiones de esta gran “primera” división; y aunque los hechos definitivos de tales Resurrecciones de entre los muertos, y las ascensiones de los vivos no estén mencionadas, sin embargo están más que implicados, si no necesariamente,  por las varias visiones del Apocalipsis. Aquellos resucitados en Mateo 27:52, 53, deben también ser incluidos en esta “Primera Resurrección”.

“Y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

 “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera Resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera Resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.

Algunas personas interpretan esta “primera” resurrección como siendo una vivificación de aquellos quienes están muertos en pecados, y la segunda como una real y literal resurrección. Pero ciertamente esto no puede ser así, porque en uno y el mismo contexto tenemos dos resurrecciones mencionadas, y las dos están de tal forma combinadas y expuestas exactamente en los mismos términos, que el significado de una debe fijar y asentar el significado de la otra. Se hace mucho más sencillo tomarlas ambas como siendo espirituales, que tomar una por espiritual y la otra literal. Porque si no, tienes primero la resurrección espiritual, entonces la literal, y después entonces de nuevo la espiritual. Sin embargo el lenguaje empleado, y las palabras utilizadas son las mismas en cada caso, y el Espíritu Santo no nos ha dado ni la más pequeña pista de que haya transición alguna en el uso de las mismas palabras; ni la más pequeña indicación, o base de suposición de que las expresiones idénticas se utilicen en el mismo pasaje en sentidos opuestos. Y si el Espíritu Santo no lo hace, ciertamente deberíamos preguntarnos “¿Con qué autoridad” se nos dijo que deberíamos así hacerlo nosotros?”   

Veamos en cambio cómo interpreta el Espíritu Santo para nosotros esta solemne e importante Escritura.

I. “Yo vi las almas de los decapitados”, (vers.4) ¡ciertamente la palabra “decapitados” no puede ser espiritualizada! ¡Significa hombres a los que fueron sus cabezas cortadas! Así que estos literalmente muertos son los sujetos de esta resurrección; y habiendo sido su muerte terriblemente literal, su resurrección será también gloriosamente literal. 

2. “Y vivieron” (vers.4). Esto debe ser en reunión con sus cuerpos. Porque la palabra así traducida nunca se emplea con ninguna otra conexión. “Dios no es Dios de muertos sino Dios de vivos” son palabras que fueron dichas por el Señor “respecto a que los muertos resucitan” (Marcos 12:26, 27). Y el verbo cognitivo se expande por todo 1ª Cor.15 en este mismo sentido.

3. “Esta es la primera Resurrección” (vers.5). Aquí el Espíritu Santo interpreta Sus propias palabras y declara distintamente lo que Él quiere decir. La palabra aquí traducida “Resurrección” aparece cuarenta y dos veces y se emplea sin excepción alguna de una posición de honra de aquellos quienes han muerto.* En ningún caso se usa para denotar una vivificación spiritual.

* A menos que Lucas 2:34 sea una excepción “Éste está puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel”.

4. Tenemos aquellos que son llamados “los otros muertos” (vers.5), que no vuelven a la vida hasta que los mil años hayan acabado; y tenemos los levantados de la muerte que viven y reinan con Cristo durante ese mismo tiempo. Estos últimos son los muertos de los cuales se dice con toda claridad que son levantados con cuerpos inmortales y sobre quienes “la segunda muerte no tiene potestad” (vers.6), mientras que los primeros son “los demás muertos” que serán “lanzados dentro del lago de fuego” (vers. 14). No puede haber dudas por tanto de que estas dos grandes clases son las mismas que las dos mencionadas en nuestro texto, y que los mil años separan la una a la otra.

Tomando por sí misma la expresión en 1ª Co. 15:24 “Luego el fin”, no hay nada que nos diga a qué “final” se refiere; si al fin de las divisiones armadas; es decir, el último y final cuerpo; o el fin de esta era presente; o al fin de la era del milenio. Pero se añade “cuando le haya entregado el Reino a Dios el Padre”. Ahora bien, en Ap.20:4 se nos dice expresamente acerca de la primera división del gran ejercito que “viven y reinan con Cristo mil años”, y como no podría ser que reinasen con Cristo, después de Él haber “entregado el Reino,” está claro que la segunda división no puede referirse a los santos,  a menos que el Reino haya comenzado .

Si colocamos los dos pasajes juntos se mantienen así: De acuerdo a 1ª Co.15:23, los santos resucitan al tiempo de la venida de Cristo; entonces, de acuerdo a Ap. 20:5, 15, viven y reinan con Cristo mil años, y el resto de los muertos no vuelven a la vida hasta que los mil años hayan finalizado, cuando la muerte y el hades entreguen los muertos que en ellos hay,” “entonces (de acuerdo a 1ª Co. 15:24-28) vendrá el fin cuando Cristo entregue el Reino a Dios el Padre…y Dios sea todo en todos”.

Ahora volvamos a las otras Escrituras, y veamos cómo siempre que se menciona la Resurrección se coloca en este orden divino. Se hace así, porque el carácter de aquellos quienes son levantados está claramente definido. Siempre que leemos acerca de la Resurrección de los Santos, se expone como una esperanza, y como una gloria. Todos los que forman parte en ella son “benditos y santos”. Tienen una Resurrección igual a la de Cristo, pero se les confiere a través de la gracia infinita. Cristo resucitó en virtud de lo que en Sí mismo era; aquellos resucitarán en virtud de lo que la gracia ha hecho para ellos: La Resurrección se debe a Cristo por lo que Él ha hecho; la Resurrección se les concede a estos debido a lo que ha sido hecho por ellos.  

Estos resucitan por tanto en gloria; fueron sembrados en corrupción, y serán levantados en incorrupción; fueron sembrados en deshonra y resucitarán en gloria; fueron sembrados en debilidad y resucitarán en poder (1ª Cor.15:42-44).   

Ellos se levantarán igual que Cristo mismo. Sus cuerpos van a ser “transformados en semejanza al cuerpo suyo de gloria” (Fil.3:21). El mismo Espíritu que levantó a Cristo de la muerte también vivificará sus cuerpos mortales (Rom. 8:11). Cuando sean vivificados, tendrán también su misma semejanza, y estarán satisfechos (Salmos 17:15).

Ellos “son de Cristo” aquí y ahora, no nacidos por voluntad alguna humana sino de Dios. La conducta no es lo que los hace Suyos, porque lo son por nacimiento. La posición que tienen es en gracia y no de las obras. Son suyos además porque fueron comprados (Hechos 20:28; 1ª Pedro 1:19); y en Juan 17 el Salvador declara siete veces que son suyos por el don de Dios. Por eso cuando se van a “dormir” todavía son llamados “los muertos en Cristo” (1ª Tes. 4:16), y cuando de nuevo resuciten todavía se dice de ellos que son “los que son de Cristo en su venida”.

*Aquellos que sostienen que cualquiera de los miembros del cuerpo de Cristo, la Iglesia, serán dejados para atrás para pasar a través de la Gran Tribulación o por alguna parte de ella (1) fracasan a la hora de ver cuán completamente los miembros de su cuerpo son suyos por nacimiento y en relación al pacto, y no por conducta o comportamiento; y (2) no tienen claro además el sentido en el cual emplean ellos la palabra Iglesia. Bajo ningún sentido podremos incluir, aquellos que pasarán a través de la gran Tribulación y vengan a ser salvos,  en “la Iglesia”. La Iglesia no incluye todos los que son salvos.  

Así, pues, no es de admirarse que la Resurrección de la muerte llegue a ser la toda poderosa Esperanza de la Iglesia, y se haya ligada inseparablemente con la Segunda Venida del Señor.

Fue por esto que Pablo aguardaba con tanto deseo en Fil. 3:11, cuando dijo “si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos” (en Cristo). Si los muertos impíos fuesen levantados al mismo tiempo, difícilmente se podría comprender este tal ardiente deseo. Si todos resucitasen a la vez, está claro que él también resucitaría, y no habría motivos para este ardiente deseo. Pero si los Santos en Cristo tienen que levantarse “primero”, entonces existen todas las razones de por qué se hallaba tan deseoso de estar entre aquellos quienes eran tenidos en esta cuenta como “benditos y santos”. Las palabras que aquí él emplea son importantes y peculiares, porque toma la palabra común “Resurrección” y le prefija una posición que significa “que tiene parte en, o, la que hace parte” y repite la misma preposición por sí misma otra vez después de “Resurrección”, así que el versículo se lee realmente así “si por algún medio puedo obtener  aquella que hace parte de entre los muertos (en Cristo)”! Sin embargo  ¿a qué se debería todo este deseo, y para qué emplearía esta fuerza de lenguaje, si todos los muertos resucitasen juntos? ¿Por qué no dice “de los muertos” o “de la sepultura”, en vez de decir “entre los muertos”? a menos que sea para mostrar (como en Ap. 20:5), que “los demás muertos no vivieron hasta que los 1000 años hayan concluido”.   

Nuestro Señor con toda seguridad también refirió la misma verdad cuando dijo “los hijos de este mundo se casan y se dan en casamiento; mas los que fueron tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento, porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20:34-36). Está claro, por tanto, que algunos no serán tenidos por dignos. Pero el artículo anterior y posterior a la palabra “Resurrección”, y la preposición  “de” o de entre, o la que sale de, da el mismo énfasis en el cual se basa la esperanza de Pablo.

Así también podemos comprender el por qué los discípulos debieron discutir entre sí “qué sería aquello de resucitar DE (entre) los muertos” (Marcos 9:10), porque aquí Jesús utiliza la misma preposición antes de las palabras “los muertos”, ocasionando así la perplejidad. No debían estar perplejos en cuanto a la resurrección, o una resurrección DE los muertos. Con esta verdad bien debían estar familiarizados. Jesús le dijo a María: “Tu hermano resucitará”, y ella le respondió, “yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero” (Juan 11:23, 24). Sin embargo una Resurrección “de entre” los muertos, que separaba los demás muertos y los dejaba de fuera, fue una revelación nueva para ellos que les causó a los discípulos cuestionarse entre ellos lo que podría significar aquel “de entre” los muertos.

Aquí debemos observar, como final y conclusivamente, que siempre que se habla de esta “primera” resurrección de los Santos, esta preposición “tomado de” o “de entre” siempre se utiliza en el griego, aunque no siempre se haya preservado en la revisión A.V (ni en la castellana). Y además,  que siempre que se menciona la resurrección de “el resto de los muertos”, o la misma Resurrección, como un hecho, esta preposición no se emplea, y simplemente se lee “la Resurrección de los muertos”.

Incluso en el Antiguo Testamento encontramos la misma separación, la misma elegida resurrección más que señalada. En Daniel 12: 2 leemos “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”. Aquí está muy claro que existen dos acontecimientos separados. “Algunos”, aquellos quienes “oyen la voz del Hijo de Dios y vivirán”; mientras que “otros”  - “los demás muertos, que no vivirán hasta que los mil años hayan finalizado”, ¡duermen en un profundo silencio! “Los hijos de la resurrección” oyen aquella voz y despiertan, como está escrito “Tú me llamarás, y yo responderé”.    

Esto se halla hermosamente expuesto en otra Escritura del Antiguo Testamento, en Salmos 49:14, 15: “Como rebaños que son conducidos al Seol, la muerte los pastoreará, y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana. Se consumirá su buen parecer (esto es, “del resto de los muertos”), y el Seol será su morada” (“siendo la sepultura una habitación para cada uno de ellos” al margen en la versión del autor). Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque Él me tomará consigo”. 

Otro pasaje donde estas dos Resurrecciones se toman algunas veces como si ocurriesen en uno y al mismo tiempo es Juan 5:28, 29. “Vendrá la hora cuando todos los que estén en el sepulcro oirán Su voz, y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida, más los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”. La palabra “hora” en el versículo 28 es la misma que en el 25. Pero en el versículo 25 se refiere al tiempo en que están ahora siendo vivificados espiritualmente los que están muertos en pecados. “Ahora es”, dice Cristo. Es ahora, y lo ha sido durante por lo menos 1850 años, y acabará en la venida de Cristo. La hora segunda todavía no ha comenzado, y por eso es que no dice “y  ahora es”, sino meramente “la hora viene”. Esta segunda hora, debe por tanto deducirse, debía ser prolongada, pero Ap. 20:4, 5, nos dice claramente que será una prolongación de 1000 años. En el momento de su sorprendente aparición, tendrá lugar “la Resurrección de vida”; y al momento de su finalización tendrá lugar la “resurrección de condenación”. (R.V. “juicio”).*  

*Tenemos la misma reunión de acontecimientos que están distintamente separados en sus ocurrencias, en Isaías 60:1. Y tenemos la divina exegesis de Cristo en Lucas 4:19. 

Observe entonces cómo los dos términos “Resurrección de vida” y “Resurrección de juicio” concuerdan con Ap. 20:4-6. De hecho Ap. 20 es la gran declaración formal y categórica, y es notable cómo toda la multitud de referencias fragmentarias se adaptan en él. Ya hemos visto cómo 1ª Corintios 15 encaja; ahora veamos esta escritura  (Juan 5:28, 29). En Juan 5:28, “los que hicieron lo bueno, saldrán a la (al momento de la) Resurrección de Vida”; y Ap. 20:4, “Y VIVEN y reinan con Cristo mil años”. En Juan 5:28, “los que hicieron lo malo, a la resurrección de juicio”; y Ap.20:13, “y fueron JUZGADOS cada uno según sus obras”. Igual se ajusta con Lucas 20:34-36: En Lucas 20:34 “No pueden ya más morir”, y Ap. 20:6 “la segunda muerte no tiene potestad sobre estos”. En Lucas 20:35 “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar…la resurrección de entre los muertos”, y Ap. 20: 6b “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección”.      

¿Qué es lo que podrá querer decir el Salvador con todo esto, si todos fuesen a levantarse de nuevo a una y al mismo tiempo?  Porque, “Dignos” de alcanzarla, implica claramente que existen aquellos que no son dignos, y que no la obtendrán.

Vuelva a observar en Lucas 14:13, 14, Jesús dijo: “Cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”. ¿Por qué no dijo, sencillamente, “en la resurrección” sin distinguirla? Está claro que aquellos que le oyeron la distinguieron así también, porque uno de ellos clamó inmediatamente “bendito el que coma pan en el Reino de Dios”. Este hombre, conectó evidentemente “la resurrección de los justos”, con la entrada y el establecimiento del Reino.

Pero hay otro pasaje en el cual algunas veces no se distinguen así tan claro: 2ª Timoteo 4:1: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, quien juzgará a los vivos y a los muertos, y a través de Su manifestación y Su Reino”. Esta corrección, no hecha por mí para servir de soporte al tema, sino hecha completamente independiente por los Revisores, no solo releva este pasaje de cualquier aparente contradicción, sino que además causa la adición de un importante testimonio más. 1ª Tes. 4:16 es otra escritura. Es fragmentaria o incompleta. Habla solamente de “los muertos en Cristo” pero concuerda completamente con la parte de Ap. 20 a la cual se refiere.  

En Hechos 24:15, Pablo expresa nuevamente su fe en, y esperanza de “la Resurrección de los justos”, la cual separa distintamente de “la resurrección de los injustos” cuando declara “ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos”.

Esta esperanza era la que sostenía aquella fe más digna y mejor, Hebreos 11:35, “otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener una mejor resurrección”.

Queridos amigos, así hemos pasando no solo por la mayoría, sino por todas las Escrituras que se debaten sobre esta solemne e importante doctrina. Todos vosotros confesáis creer en la Resurrección, siempre que repetís este o aquel de nuestros Credos. ¿Pero habéis pensado alguna vez en el efecto que esta doctrina produce en vosotros? Vosotros habéis oído acerca de las bendiciones de aquellos “que tienen parte en la primera Resurrección” y del fatal destino de “los demás muertos”. ¡Oh cuán grande es el efecto que produce pensar que todos debemos tener nuestra parte en una o en la otra de estas dos: ¡o bien en las glorias de la “primera Resurrección” o en los terrores de la “segunda muerte”! No puede hacer parte en las dos.

¡Seguro que antes no habría prestado la debida atención a estas firmes y solemnes Escrituras! Nuestro Señor en Lucas 20:35 habla de aquellos que “serán contados por dignos de alcanzar aquel siglo, y la resurrección de los muertos”. ¡Oh, qué bueno es ser “tenidos por dignos”! ¿Qué es lo que eso significa? ¿Quiénes son aquellos tenidos por “dignos”? cuando toda nuestra vida no hemos sido otra cosa sino “siervos inútiles”! Cuando de nosotros se escribe como culpables pecadores, viles, e arruinados; ¿Dónde se halla nuestro mérito? ¿Dónde está nuestra dignidad? ¡Ah! ¡bendito sea Dios! Todo aquel que pise este suelo, el suelo de los pecadores, culpable ante Dios, y clame con el Publicano, “Dios mío, ten misericordia de mí, pecador”, desciende a su casa “justificado” y “digno”. Con ellos todo el mérito desaparece, y toda jactancia queda excluida. ¡ Toda la dignidad de Jesús se hace a una suyos! ¡Toda la dignidad de Su Vida; toda la dignidad de Su muerte; toda la dignidad de Su persona y de Su obra! Aquellos son dignos en Él y solamente en Él.

¡Digno el Cordero! es el clamor del Cielo. ¡Digno el Cordero! ¡es la réplica de nuestro corazón!
¡Oh, cuán maravillosa es la dignidad de Jesús! ¡Y que hecho tan maravilloso para que recordemos, que todos a quienes Dios así tenga por “dignos”, es Él quien los hace dignos! Jesús fue “hecho pecado” por ellos, y ellos son “hechos la justicia de Dios en Él”; y aunque en su propia estimación sean todavía indignos, y se sientan mas así día tras día, aun así su deseo es vivir para Dios, andar con Dios, “esperar al Salvador”,  “amar Su venida” y regocijarse en la esperanza de la primera resurrección.

Queridos hermanos, estas cosas no son meras opiniones, o sentimientos. Ojalá nos conceda Dios que veamos la importancia y solemnidad que tienen como grandes hechos. Ojalá que usted pueda ver que aquel quien habla de estas cosas, y las repite en un credo, y sin embargo no conoce el poder que hay en ellas, no puede hacer otra cosa sino engañarse a sí propio, e irse para la eternidad con una mentira en su mano derecha. Ojalá que Dios asiente este gran asunto en todos nuestros corazones de tal forma que podamos cada vez más desear con Pablo, “si de alguna manera podemos alcanzar la  resurrección de entre los muertos”, y por esta causa, tener en cuenta las demás cosas como basura. El Señor la garantiza, por el amor de Cristo.  


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