Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

EL CAMINO MAS EXCELENTE- Por Juan Luis Molina

Muy amada familia de Dios:

Compartimos con ustedes esta carta que es parte del libro “El Arquitecto de Zoe”-4ª Revisión  y que está disponible en nuestra sección de libros en el blog. Es un bellísimo testimonio que escribió Juan Luis Molina hace más o menos un año atrás acerca de una reunión que se llevó a cabo en Lisboa, Portugal.

Es sencillamente asombroso formar parte de una reunión en donde los presentes están plenamente consientes de la sanadora Presencia de nuestro Padre y que se lleva a cabo no porque “tenemos que reunirnos” o para cumplir con algún tipo de “obligación” o “deber”, sino por el simple y hermoso deleite y gozo de estar juntos, y donde flota en el aire el profundo amor a nuestro Padre nacido de corazones llenos de agradecimiento por el dulce y tierno amor que Él nos ha derramado y nos derrama cada nuevo día.

Estar reunidos así, en torno al amor que Él generosamente nos brinda con tanta ternura, en torno al amor que le dedicamos nosotros a nuestro Dios y el que nos tenemos los unos a los otros, es una vivencia maravillosa, irrepetible y extraordinaria.

Que el Dios de paz, de amor y de toda consolación multiplique y prospere en el nombre de Jesucristo estas reuniones entre Sus hijos en donde la completa sanidad –del cuerpo, del alma y de la mente- es muy palpable.

¡Dios los bendiga!

“Alabad a Jehová, porque Jehová es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.”
Salmos 118:1

Con gran amor de Dios,

Claudia Juárez.

_________________________________________________________


El Camino Más Excelente‏
Por Juan Luis Molina

Amadísima  familia:

Deseo con toda el alma que nuestro poderoso y tierno Abba siga manifestándose y dándose a conocer de esta manera tan hermosa como lo está haciendo, tan apacible y poderosa en nuestras vidas, y, sobre todo, quiero seguir contemplando Su Presencia reinando y gobernando ya, aquí en esta tierra también. - Ahora, gracias a las victorias que conquistó nuestro hermano, somos nosotros los que imponemos Su Ley en el mundo y todo tiene que obedecernos.

Tengo mi corazón rebosando de amor y gratitud por la lluvia de bendiciones que derramó el Padre ayer domingo, cuando nos juntamos de nuevo en el atelier de Ana para ministrar a nuestro Abba y disfrutar juntos de la dulce común unión con Él. Toda la semana había estado sanamente impaciente por ese momento. Las bendiciones y el gozo tan maravilloso que produjo reunirnos en Su Nombre la semana pasada, todavía estaban muy frescas en el espíritu de todos. La maravillosa semana que hemos pasado con nuestro Abba ha sido sanadora en todos los sentidos. Dios está muy satisfecho con todo lo que está sucediendo. Es cierto que, nuestro Abba, está poniendo un deseo enorme en el corazón de muchos hermanos y hermanas a la vez, para que vayan también a lavarse al estanque de Siloé (que traducido es Enviado), y todos regresen viendo. Porque es necesario estar atento a todo lo que nuestro Dios está produciendo y que no enfoquemos otros "quehaceres" en la Casa, como lo hizo Marta, la hermana de María.  

Si Dios se está moviendo, si esto es verdad, será bueno que no surjan muchos "quehaceres" y que nos reunamos más veces para ministrarle. La verdad es que está disponible reunirnos con Dios en el espíritu 24 horas al día, como también se ha sentido inspirado a poner por escrito nuestro hermano Joao en su carta esta semana. No tiene mayor deseo  nuestro Abba.

Qué lindísima comunión disfrutamos con el Padre, hablándonos Él a través del espíritu de los que estábamos reunidos en Su Nombre.

Cuando me presenté a las cuatro de la tarde, ya estaban allí Gracinha con Ceu y la hermana Gilda. Amados hermanos, así que nos vimos, nuestro espíritu dio un salto dentro de nosotros y nos brillaron los ojos mientras nos saludábamos. Todavía, como digo, estaba muy fresca en la memoria de todos la unidad en el espíritu de la última reunión. Gracinha y yo, rápidamente nos pusimos a magnificar a Dios, agradeciéndole aquella amorosa complicidad que gozábamos como si fuéramos niños. Estar al lado de un miembro que está viendo y palpando al Padre con nosotros, es algo indescriptible y muy tierno. Parecía que los dos habíamos estado juntos la semana entera. Ambos contábamos las maravillas que está haciendo el Padre como si hubiésemos asistido juntos a una película celestial que duró toda la semana. Los dos entramos en Su cine la semana pasada, y los dos salíamos ahora preguntándonos el uno al otro si no ardía nuestro corazón con lo que habíamos visto y oído de Su Boca. La belleza y hermosura de la película que Dios nos había mostrado toda la semana, era tan preciosa, que se nos hizo como si hubiese pasado en "cinco minutos." Gracinha y yo vivimos a setenta Km. de distancia uno del otro, pero los dos habíamos estado asistiendo a un colorido fuego de artificiales del Todopoderoso, ella lo contemplaba desde Lisboa y yo desde Santarém.

Gracinha estaba con Ceu cuando llegué. Ceu es una hermana que ha sido muy zarandeada como el trigo por el adversario durante muchos años; su sanidad ha sido completa. La más genuina de las alegrías tiene ahora en su rostro y, además, Ceu goza de una quietud maravillosa en su vida. Ella no tiene por costumbre hablar muchas veces en las reuniones, pero sus oídos espirituales los tiene muy apurados - Así que se oye la Voz del Padre, Ceu la reconoce enseguida. A mí siempre me recuerda el versículo en Eclesiastés que dice que, "Cuando te acerques a la casa de Jehová tu Dios, guárdate de abrir mucho tus labios; acércate más para "oír" que para hablar. Porque tu Dios está en el cielo y tú aquí sobre la tierra." - Es decir, Dios ve desde lo alto y ve todo mucho más claramente de lo que ven los hombres. Así, pues, siempre debemos sentarnos muy reposados y calladitos a los pies de nuestro Abba, para que el espíritu nos muestre todas Sus cosas, y para que veamos descansados como nos lleva Él en las palmitas de Sus Manos.

Yo estoy persuadido de que Gracinha y Ceu se ministran mucha sanidad y amor juntándose con el Padre - a las dos está entretejiendo Dios con Su tiernísimo lazo para que se deleiten con Él y sane sus corazones.

Ana había preparado el atelier con el amor que lo hace siempre. Es un verdadero nido celestial este cantito de Ana. Su gusto es muy similar al de Laura Ashley. La Presencia de Dios es algo que se nota desde que entramos. Ana me pareció radiante, mientras nos iba poniendo refrescos de limón deliciosos, ella seguía muy atenta todo lo que Gracinha iba contando. De vez en cuando, salía y echaba una ojeada a la puerta como si estuviese impaciente esperando que alguien apareciera.

En esta bendita reunión estábamos cuando llegaron Joao y Fátima. Los dos entraron con la misma cara de felicidad que los vi en la semana pasada. Me dio inmediatamente la sensación de que salían del mismo Cine y habían visto la misma película. Después de abrazar a todos, Fátima se sentó rápidamente y comenzó a contarnos las maravillas de Dios. Nos dijo con el entusiasmo de una niña que Joao, su marido, amorosamente había traducido al portugués una carta de Claudia y que ella, Fátima, iba siendo sanada y limpia a medida que comía las palabras que contenía. Nos dijo que, mientras Dios le iba ministrando a ella leyendo la carta, el Padre le puso juntita de la hermana Claudia y de que, su presencia, fue mucho más real que una presencia física entre ambas. Desde ese día, siguió diciendo, Dios ha entrelazado su corazón al de Claudia en el amor que sólo nuestro Cristo derrama. Esta es verdaderamente la bendita unidad del espíritu que  pide nuestro Abba guardemos.

!Amados hermanos, qué benditos escenarios estuvimos contemplando! - Fátima, después de compartirnos todo esto, pidió a la dulce Gracinha leyera la traducción de la carta en voz alta para todos los presentes, y, querida familia, el silencio y la sanación que sentimos todos oyendo las palabras inspiradas de nuestra hermana fue conmovedor. Todo lo que salía por los labios de Gracinha era pura alabanza al Altísimo. Él era Quien más contento estaba en toda aquella bendita asamblea en medio de nosotros. Cuando le derretimos el corazón a nuestro Abba, el nos ministra con una ternura que jamás habíamos visto.

Joao, cuando Gracinha acabó de leer y en medio de un silencio divino que se hizo después, abrió su boca y, con lágrimas en sus ojos, dijo que nadie podría haber escrito aquellas palabras sin estar fundido en Cristo y derritiéndose de amor en los brazos del Altísimo. Lo que Dios le mostró en su espíritu a Joao y a Fátima y nos enseñó a todos en aquella carta es verdadera Adoración. Gracinha, con quien Claudia comparte también una especial unidad en el espíritu, en ese momento, me miró, y los dos sentimos la presencia de nuestra hermanita de Juárez como la había descrito Fátima. Estaba allí, con nosotros. A los dos nos concedió Dios el privilegio de verla entre todos los reunidos en aquel bendito atelier.

Mientras estábamos glorificando a Dios por estas maravillas y señales, se presentó en el local una señora que yo no recuerdo haber visto antes, Ana la saludó muy gentilmente y se sentó al lado de la puerta. Su rostro también era muy sereno y yo estoy seguro que notó la Presencia del Padre enseguida. Gracinha entonces, en medio de toda aquella inmensa paz, nos habló del descanso que supone saber que todo lo hemos recibido en Cristo y de que no podemos acrecentarle nada a todo lo que Dios HA HECHO. Ni tan siquiera tenemos que buscar más fe o más obreros. Porque la fe que trae consigo el Cristo que vive su vida ahora en nosotros ya viene completa, y los obreros los envía Dios cuando se lo pedimos. Nuestro Cristo está siempre plenamente persuadido de que Dios es nuestra total suficiencia en todo. Nada más deseamos sino alabar y adorar en espíritu y en verdad a nuestro Abba, reconociéndole esta bendita Gracia que ha derramado. Ese es el Cristo que se manifestaba ahora en todos y presidía la reunión.

Gilda, que tampoco es hermana de muchas palabras, pero de "oídos espirituales apurados," se encontraba sentada a la derecha de la mujer que había entrado cuando Gracinha estaba hablando. Cuando la miré, Dios me dio a ver su faz como pocas veces la había contemplado: sus ojos brillaban y su piel estaba de un color rosa pálido muy hermoso mientras escuchaba a Gracinha. Verdaderamente, la gloria de Cristo en el rostro de los hermanos es una imagen celestial y divina. Así estábamos todos en este dulce reposo de nuestro Abba. Solo Ana seguía de vez en cuando mirando a la puerta y saliendo por breves momentos a la calle mientras seguía atenta a todo lo que se decía.

Otra vez estábamos todos espontáneamente agradeciendo a Dios por ser tan tierno y amoroso, cuando entró una pareja a la que Ana recibió casi de un salto, y comprendí que esas eran las personas por las que estaba ella tan inquieta esperando. En un momento les puso dos sillas a su lado y se dirigió a ellos visiblemente satisfecha y emocionada. Entre tanto, Joao estaba hablando de lo maravilloso que es nuestro Dios mostrándose tan palpablemente en estos últimos tiempos y, Fátima, cuando Joao acabó de hablar, nos compartió que, a nuestro Padre, le basta abrirnos el entendimiento con una simple palabra, o con una simple estrofa de una canción para que nuestros cuerpos y almas puedan ser sanados. Eso nos recordó las palabras del centurión romano que se dirigió a Jesucristo, diciéndole que, en su "palabra” (singular), su siervo sería sanado; ni tan siquiera su presencia sería necesaria, nada; bastaba con que aquella palabra fuese pronunciada y el siervo sanaría. El criado no precisaba de hacer ningún tipo de sacrificio. Toda su sanación dependía única y exclusivamente en el poder y autoridad contenida en aquella palabra.

Después, Gilda, que también es médica en un hospital de Lisboa, dijo que todos nosotros allí éramos idóneos para hacer las mismas obras que Jesucristo, que no dependía de que fuésemos cultos o letrados, porque esas divisiones eran simplemente distinciones que habían hecho los hombres. Pero Dios había creado a cada uno de los presentes en Cristo para que fuéramos IDÓNEOS, completamente aptos para llevar a cabo y hacer las sanidades y echar fuera a los demonios. Después, alguien habló acerca del maravilloso cuerpo físico que nuestro Dios Todopoderoso había hecho y formado, de cómo tiene la capacidad de regenerarse a pesar de todas sus enfermedades. 

En ese momento, Dios me recordó cómo fracasan los hombres a la hora de recibir sanidad. La derrota se da cuando nosotros luchamos y le declaramos guerra a las debilidades, en vez de gloriarnos en medio de ellas. Porque todas las debilidades que aparezcan, sean cuales sean, son una óptima oportunidad para ver en evidencia el poder de Dios en nuestras vidas y, por añadidura, en las vidas de todos cuantos nos rodean. - En el caso de las enfermedades, también sucede lo mismo. Cuando nos aparece una enfermedad, tanto da que sea del foro congénito como si enviada por el adversario, no deberíamos confiar en nuestros propios recursos orgánicos ni en nuestras propias fuerzas o habilidades para enfrentarnos a ella. Esa es la necedad del hombre. Pero no del hombre nuevo que tenemos en Cristo Jesús. A la hora de mostrarse en todo su auge los dardos de fuego del maligno, no deberíamos nosotros desnudarnos de la armadura con la que nos ha vestido Dios. Hasta que no sea más que "una tribulación momentánea (y Dios no se retarda en apagarlas) jamás dejamos de mirar las victorias que le arrebató de sus manos nuestro hermano en su sacrificio al diablo. Eso es lo que le demandamos con mucho denuedo al adversario y a todas sus moscas hasta que desaparezca: El Único Sacrificio Válido para Dios lo pagó  todo.  Ya no le hacemos más caso a lo que nos dicen nuestros cinco sentidos, o a lo que nos dicen otros hombres. No nos despistamos ni dejamos de lado la promesa que nos hace Dios. Si nosotros nos vemos suficientemente capaces de enfrentar, sea lo que sea, por nosotros mismos, no podremos descansar confiados en los brazos de nuestro Todopoderoso Dios. Hay que entregarle todo a Dios sin reservas, ni un ápice puede quedarse de nuestro lado. ¿Qué podemos hacer nosotros que no sea revestirnos de Cristo? Sin embargo, ¿Qué enfermedad le sería difícil sanar al Autor de todos los organismos? - En esa sola confianza descansamos. Todos los que se revisten de Cristo son conscientes de su absoluta inutilidad, en sí mismos, para hacer lo que en su Cristo es natural. Este Cuerpo de Cristo es plenamente ilimitado. En esa sola confianza deben apoyarse los hombres para recibir su sanidad.

Mientras iban saliendo de nuestra boca todas estas cosas, la señora y aquella pareja no habían abierto su boca, pero los tres seguían muy atentos todo lo que estaban oyendo y, sus expresiones, eran de puro reposo y paz. Especialmente, el hombre se mostraba radiante con todo lo que estaba escuchando y, aunque su esposa fuese menos expresiva, también en ella se reflejaba muchísima quietud y tranquilidad. Los tres, tanto la pareja como la mujer sentada a la derecha de la puerta, los tres nos dieron las gracias por aquellos momentos maravillosos y nos pidieron disculpas porque debían de ausentarse. Ana, que siempre estuvo muy atenta con esta pareja y visiblemente entusiasmada, salió a despedirlos y entró después muy excitada, diciéndonos que aquella pareja había sido completamente sanada. Nos explicó que eran familiares suyos, y que a la mujer, le habían detectado los médicos una enfermedad crónica muy grave. Ana había compartido con ellos, de una forma milagrosa y a través de una hija de esta pareja, que si ellos apareciesen en la reunión, Dios les diría exactamente la palabra para que fuese sanada. Eso fue lo que sucedió. Las palabras que nos iba inspirando el espíritu santo a cada uno, sin nosotros saberlo, además de ir sanando nuestras almas, eran las palabras precisas que aquella mujer necesitaba oír directamente de nuestro Abba. Por eso estaba tan contenta Ana Peralta. Porque nuestro Padre ya le había dicho a ella todo lo que iría a suceder. Por eso estaba tan radiante, porque de verdad nuestro Abba satisface nuestros pedidos y necesidades mucho más abundantemente de lo que le pedimos o entendemos. Por eso lo amamos tanto y de nuestros labios solo pueden salir, cuando nos permite contemplarlo, la verdadera alabanza y pura adoración.

                             Yo te alabo Padre, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y se las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.

En Su amor,

Juan Luis Molina

Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu dirección de e-mail o contactarnos 
    escribenos a: mirasoloadios@live.com

Comentarios