PORQUÉ HABLAR EN LENGUAS. Por Anthony Barbera
Tomado del blog “Seated In The
Heavenlies” (“Sentado en los Lugares Celestiales”).
El apóstol Pablo hizo una declaración innegable:
dio gracias a Dios de que hablaba en lenguas más que todos y cada uno de ellos.
¿Creemos que él solo estaba hablando de su
propio tiempo en la historia? ¿Qué hay acerca de la iglesia hoy? ¿Qué hay acerca
de nuestra propia vida de oración privada con el Padre Celestial? ¿Por qué no
anhelamos hablar en lenguas como si fuera uno de los aspectos más importantes
de nuestra vida cristiana? ¿Deberíamos todos hablar en lenguas? Bueno vamos a
echar una mirada refrescante en la Palabra de Dios, ¿de acuerdo?
“Doy
gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (1Co.14:18).
Hablar en lenguas, para algunos cristianos, es tal
vez la manifestación más incomprendida o mal entendida del espíritu santo. La
razón por la que muchos cristianos no entienden la importancia que tiene dentro
de sus vidas, así como dentro de la Iglesia de hoy, se debe principalmente a
mala enseñanza -y a veces- a aplicación incorrecta. Estoy seguro de que todos
estamos de acuerdo que la Palabra de Dios es nuestra fuente de doctrina
correcta y de verdad. Veamos juntos esta manifestación, o “evidencia” del
espíritu, el hablar en lenguas, con una nueva perspectiva y punto de vista,
como hicieron los de Berea. Las Escrituras establecen que los de Berea recibieron
la Palabra de Dios con gran solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para
ver si estas cosas eran así.
Las preguntas para el cristiano de hoy son: ¿Acaso,
como algunos enseñan, esta habilidad y manifestación del “don” del espíritu
santo desapareció cuando los apóstoles murieron? ¿Estuvo esta habilidad
solamente disponible durante algún periodo anterior de la historia y ahora no
está disponible para nosotros? Y si el hablar en lenguas hoy en día no está
disponible, ¿están todas las otras manifestaciones del don del espíritu santo
también indisponibles para nosotros?
Estoy seguro de que estaremos de acuerdo en que
todos los apóstoles hablaron en lenguas en el día de Pentecostés. Además, que
el apóstol Pablo (según 1 Corintios 14:18) dijo: “Doy gracias a mi Dios, de que
hablo en lenguas más que todos vosotros”. Así que la pregunta para el creyente cristiano
de hoy no es si ellos hablaron en lenguas, sino, ¿nosotros deberíamos hacerlo?
¿Sigue estando vigente? Más allá de eso, ¿hay un beneficio en hacer esto hoy,
y, hemos recibido instrucciones del Señor para hacerlo? Positivamente, todos
deseamos hacer aquellas cosas que son agradables delante de Él.
Más de 700 años antes de Cristo, el profeta Isaías
profetizó acerca de hablar en lenguas y su uso en el futuro dentro de la
iglesia de hoy.
Porque
en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los
cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el
refrigerio; mas no quisieron oír. (Isaías 28:11,12).
Si miramos a través de del Nuevo Pacto, vemos una serie
de versículos que hacen referencia específicamente al hablar en lenguas. Estas
Escrituras nos clarifican al menos once beneficios para el hombre o la mujer
cristiana.
·
Edifica tu espíritu. (1 Corintios 14:4; Judas 1:20)
·
Hablas “secretos divinos” con Dios. (1 Corintios
14:2)
·
Hablas las maravillas de Dios. (Hechos 2:11)
·
Magnificas Dios. (Hechos 10:46)
·
Es orar perfectamente. (Romanos 8:26-27)
·
Es dar gracias bien. (1 Corintios 14:17)
·
El Espíritu de Dios da testimonio a nuestro
espíritu. (Romanos 8:16)
·
Sabes que eres un coheredero con Cristo. (Romanos
8:17)
·
Te fortalece con poder en el hombre interior.
(Efesios 3:16)
·
Es una señal para los creyentes no instruidos. (1
Corintios 14:22 y Marcos 16:17)
·
Da descanso a tu alma. (1 Corintios 14:21; Isaías
28:11-12)
Si el hablar en lenguas fue realmente instituido
por Dios para ser utilizados en nuestra vida de oración privada y en el
servicio de adoración de la iglesia de hoy (hablar en lenguas con interpretación),
¿por qué tantas iglesias hoy arrojan un velo de falta de respeto sobre el
hablar en lenguas, y piensan que proviene de alguna mala influencia?
¿Es en nuestra época la habilidad de hablar en
lenguas dada por Dios a cada creyente cristiano cuando nace de nuevo? ¿Es un
descanso refrescante para el creyente? ¿Dios nos ha provisto una forma de
hablar con Él directamente (espíritu a Espíritu) a través de esta
manifestación? Y si es así, ¿sabemos cómo utilizar correctamente su poder y beneficios?
Estoy seguro de que si nos fijamos en las Escrituras recibiremos respuesta.
Nuestra percepción inicial
Fuera de la iglesia, para algunos, una visión
mundana de hablar en lenguas viene por medio de una asociación complicada de
imágenes: personas con las cabezas echadas hacia atrás, murmurando tonterías y,
finalmente, cayéndose o tirándose al suelo, diciendo que son muertos en el
espíritu. Esta imagen se deriva principalmente por películas diseñadas para
desacreditar a Dios y Su Palabra. Por otra parte, estar muertos en el espíritu
(perder el control de sí mismo) es estar poseído por espíritus diabólicos. Dios
nunca toma el control de tu libre albedrío. Nunca, ni una sola vez en las
Escrituras Dios ha controlado a ningún hombre de tal forma -solo nuestro enemigo
hace eso. La adoración piadosa ha de hacerse decentemente y con orden. En otras
palabras, se debe hacer para edificación y consolación; sin rarezas,
excentricidades o peculiaridades extravagantes –algo que te haga sentir
extraño.
El hablar en lenguas con interpretación, o profecía
utilizados dentro de un servicio de adoración, o con otros creyentes cristianos
en un pequeño grupo, está diseñado para edificar (construir) a la iglesia de
Dios (los creyentes presentes). El hablar en lenguas cuando estás solo (sin
interpretación) es para edificarte espiritualmente. El hablar en lenguas sin
interpretación no debe ser utilizado en un ambiente de adoración. ¿Por qué? Porque
sin la interpretación nadie sabrá lo que se dice. ¿Cómo quedará alguien
edificado con eso?
Porque
los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. (Hechos 10:46)
Al final de su ministerio, nuestro Señor y Salvador
Jesucristo habían predicho sobre la habilidad de hablar en lenguas, lo cual
sería hecho disponible a partir del día de Pentecostés, un día que finalmente
llegó.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre [de Jesucristo] echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;(Marcos
16:17).
Ciertamente, vale la pena invertir nuestro tiempo
para profundizar en el hablar en lenguas, la primera de las nueve
manifestaciones (o evidencias) del espíritu.
Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino
sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar. En la ley está
escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun
así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los
creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a
los creyentes. (1 Corintios 14:20-22).
Claramente, cuando Pablo instruye a los creyentes
en Corinto, está citando Isaías en referencia al hablar en lenguas. El refrescante
“descanso para el creyente” es también una señal [sēmeion], una muestra de los
acontecimientos notables que pronto ocurrirán. Además, el hablar en lenguas es
una señal [sēmeion] de la obra completa y finalizada de Jesucristo en la cruz del
Calvario. Hablar en lenguas apunta a nuestro valor y status como hijos, re-creados
y restablecidos en él.
Veamos el primer registro de lo que sucedió cuando
los discípulos recibieron el “don” del espíritu santo en el día de Pentecostés,
en el nacimiento de la iglesia, en Hechos 2:1.
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos [los
doce apóstoles] unánimes juntos [en el templo]. Hechos 2:1
Unánimes (con unidad de propósito) ellos estuvieron
juntos en un solo lugar. Y no queremos dejar pasar esto: el día de Pentecostés
estuvo en camino desde el momento en que el hombre cayó y perdió su espíritu en
el jardín del Edén más de 2,000 años atrás a ese día. Algunos creen que los
discípulos estaban en el aposento alto, sin embargo, eso no es posible. No
puede caber una multitud en el aposento alto donde los apóstoles moraban. Ellos
estaban en El Patio de los Gentiles dentro del templo, durante La Fiesta de las
Semanas, en el día de Pentecostés. Muchos hombres piadosos de Israel estaban
reunidos provenientes de todo el país durante esta fiesta.
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un
viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y
se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada
uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2:2-4)
Traducido con más precisión, [pnoē] no es “viento”,
sino “aliento”. Esto concuerda con lo que Jesús ordenó a los apóstoles que
hicieran antes de su ascensión en Juan 20:22. Ustedes podrían preguntarse, ¿es
posible que ellos hubieran recibido el don proveniente del Espíritu Santo en
ese momento antes de Pentecostés? No, no sucedió así; Jesús les estaba
instruyendo del don que estaba por venir, el don que no estaría disponible
hasta el día de Pentecostés.
Y habiendo dicho esto, sopló [“respiró” en la versión
en inglés], y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. (Juan 20:22).
Esta fue la instrucción o el presagio de cómo esto
se pondría a disposición. Como vemos en Hechos 1:8:
Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea,
en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:8).
La instrucción anterior ocurrió precisamente antes
de que Jesucristo ascendiera al cielo. Pentecostés fue el primer registro de la
iglesia donde se recibió el don del espíritu santo, el poder de lo alto. Esto
marca un cambio a la administración de la gracia de Dios al hombre,
permitiéndole al hombre una vez más ser conectado espiritualmente a Dios, esta
vez como hijos de Dios por medio del nuevo nacimiento. Claramente, el primer
acto que tuvo lugar era que Dios puso Su espíritu santo dentro de ellos y todos
hablaron en lenguas, según Dios les daba que hablasen.
Es importante tener en cuenta que ellos (los discípulos)
eran quienes estaban hablando. Es un acto de libre voluntad de creer en Dios,
y, como veremos a medida que continuamos, esta era normalmente la primera
manifestación que recibía un nuevo cristiano. Eso no quiere decir que algunos
cristianos (a través de su vida) nunca van a utilizan esta manifestación.
No obstante, ¡hasta nuestra reunión con Cristo,
vamos a ver que esta es una parte del don de Dios que es utilizada ahora! La
idea de que ya no tenemos ni la habilidad, ni la disponibilidad de utilizar el
don completo del espíritu santo es una gran mentira, perpetrada por el dios de
este mundo para mantener el creyente débil, ineficaz e inoperante. Es parecido
a caminar hacia el campo de batalla sin armadura y sin armas.
Tú y yo no debemos ser ignorantes; por el contrario
debemos estar llenos de todo el poder de Dios: no débiles, sino fuertes en el
Señor y en el poder de su fuerza. Debemos rechazar ser disuadidos de lo que
Dios nos ha prometido en Su Palabra, sin importar cuál sea la fuente. La
Palabra de Dios debe ser nuestra norma, no la palabra de los hombres.
El hablar en lenguas es una señal indicativa de un
trabajo finalizado: el trabajo finalizado que llevó a cabo nuestro Señor y
Salvador en nuestro nombre. Más aún, es además, una prueba positiva, en el
mundo de los cinco sentidos, de que estás lleno de pneuma hagion, el don del espíritu santo que proviene de Dios, el
Dador.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu
y en verdad es necesario que [le] adoren. (Juan 4:24).
En la iglesia del primer siglo, la respuesta normal
al ser salvó fue el hablar en lenguas inmediatamente. Los discípulos que
recibieron el don en el día de Pentecostés, todos recibieron, y todos estaban
llenos. Ellos hicieron el hablar, mientras el Espíritu [el Pneuma] les daba las
palabras. Pero es importante tener en cuenta que judíos por religión fueron los
únicos que recibieron el don en ese momento, y los doce apóstoles eran todos
galileos. Veamos ahora al primer derramamiento del don del espíritu santo sobre
los gentiles.
Por favor veamos Hechos capítulo 10.
Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio,
centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con
toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel
de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. (Hechos 10:1-3).
Aquí tenemos un gentil (un gentil era alguien que
no era judío por la religión), un soldado italiano que amaba a Dios, que oraba
fervientemente y daba de sus finanzas para ayudar al pueblo de Dios. Dios
consideró de tal forma a Cornelio, que envió un ángel para ayudarlo a
conectarse consigo mismo. Mientras que hombres de Cornelio fueron a buscar a
Pedro, Pedro subió a la azotea en casa de Simón el Curtidor y empezó a orar
también. Mira cómo Dios trabajó tan hermosamente en esta situación para enseñar
a Pedro, en el momento justo, que Él iba a dar el don del espíritu santo a
todos los que lo desearan: A judíos y gentiles por igual.
Cuando Pedro llegó a la casa de Cornelio y se dio cuenta
de que Dios no hace acepción de personas (lo que significa que ahora todos
estaban invitados a unirse a la familia de Dios como hijos), el espíritu santo descendió
sobre los que oían la palabra. Los judeanos presentes escucharon a los gentiles que hablaban en lenguas, magnificando a Dios. En un registro tras otro, veremos que
el curso normal de los acontecimientos en la iglesia del primer siglo fue que,
tan pronto como alguien nacía de nuevo y recibía el don del espíritu santo, ese
hombre o mujer hablaba en lenguas en ese mismo momento.
Pedro era un judío y no tenía intención, ni siquiera
tuvo el pensamiento, de traer a los gentiles a comunión con Israel. El hablar
en lenguas fue la prueba a todos ellos, en el mundo físico, de que estos
gentiles también habían entrado en comunión con los de Israel. Y aún así, tomó
un tiempo antes de que la plenitud del misterio del único cuerpo de Cristo
cuajara para los creyentes de su tiempo. El don del espíritu santo, puesto a
disposición por primera vez en el día de Pentecostés, nos ha hecho ti y a mí,
completos en Cristo -mientras él ha llegado a ser la cabeza de todo principado
y potestad.
Jesús tomó sobre sí nuestros pecados y la
enfermedad, para que podamos vivir ahora como él es. Jesucristo tomó sobre sí lo que nosotros
merecíamos, para que nosotros pudiéramos recibir lo que él ha ganado. ¡Esto es
un refrescante descanso para cada creyente renacido que está disponible ahora!
Como ministros, pastores, laicos y obreros de la
Palabra, debemos alentarnos unos a otros a permitir que la Biblia se interprete
a sí misma. Esto no es difícil o confuso. Quiere decir simplemente no arrojar a
ella ninguna doctrina hecha por hombres, y juntos, regresar a la verdad y la
exactitud inherente de la Palabra de Dios. En el Antiguo Testamento, Dios habló
por medio de los profetas. Su espíritu estaba solamente sobre ellos en base a
su fidelidad al hacer Su voluntad. Como se puede ver a través de todo el
Antiguo Pacto, el tener el espíritu de Dios sobre ellos se basaba en una
condición. La condición era la obediencia. Algunos tuvieron éxito toda su vida.
Muchos fracasaron. Y, aún así, muchos amaron a Dios con todo su corazón, mente,
cuerpo y alma.
Hoy, Cristo ha restaurado nuestro acceso a Dios. El
espíritu santo está en nuestro interior, es una parte de nosotros, y no por
condición. Por medio de Cristo podemos unirnos, encontrarnos Cara a cara con
nuestro Padre celestial, con plena confianza y sin miedo, de hecho, con denuedo.
Ya no hay una separación entre Él y nosotros.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud
para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción,
por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos
de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para
que juntamente con él seamos glorificados. (Romanos 8:15-17).
Así que hemos recibido un espíritu de adopción como
hijos, por el cual llamamos a nuestro Dios, Abba Padre, que significa: “Padre
nuestro Padre”. Hablamos con nuestro Padre libremente, con el corazón abierto,
sin esconder nada. Una de las maneras en que podemos hablar a Dios en nuestra
vida de oración privada, es por medio de hablar en lenguas.
Las Escrituras declaran
que el Espíritu de Dios da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de
Dios. Las nueve manifestaciones, o evidencias del espíritu, dan testimonio con,
y de nuestro espíritu. El hablar en lenguas es hablar las maravillas de Dios,
glorificar a Dios, y dar gracias bien. A veces no sabemos qué pedir en oración.
En Romanos 8:26:
Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.
Estos son, literalmente, sonidos que no pueden ser
expresados en palabras, y oramos “espíritu a Espíritu” a Dios por situaciones,
o personas, que pueden necesitar que se ore por ellos en el cuerpo de Cristo.
Es una ayuda manifiesta y que da gloria a Dios.
Como hemos visto claramente, hablar en lenguas es parte
de caminar con Dios en nuestra nueva naturaleza. Es un beneficio para el
creyente en su vida de oración privada, y, para la iglesia entera. Si vamos a
caminar a través del espíritu de Dios, entonces desearemos utilizar todas las
habilitaciones que Él ha provisto para nosotros. El hablar en lenguas y lenguas
con interpretación son dos de las nueve manifestaciones del espíritu que se nos
dan para ser utilizadas en nuestro caminar con Él para todo hombre y mujer
cristiano renacido. Es la elección individual de cada creyente, si toma ventaja
o no de esta bendición abundante de Dios. Entonces, ¿puedes tú también hablar
en lenguas? ¡Sí! Puedes hacerlo ahora mismo.
Recibe ricas bendiciones,
Anthony Barbera.
¡Agradezco el trabajo de
edición a Trish Barbera!
Traducido por Claudia
Juárez Garbalena