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CUANDO PRESIDE, LIDERA E IMPERA SU PRESENCIA ENTRE NOSOTROS.

CARTAS ENTRE CREYENTES

Testimonio de reuniones a través de Skype.
----- Mensaje enviado ----
De: Juan Luis Molina
Para: La Iglesia de Dios en Valencia y Madrid (España); Lisboa y Santarém (Porugal); Cd. Juárez y Cuernavaca (México).
Enviado: martes, 19 de octubre, 2010 7:32:29
Asunto: Cuando preside, lidera e impera Su Presencia entre nosotros.

Queridísima familia mía:
                                      Que deleite y gozo hay en esta bellísima comunión espiritual que compartimos aun viviendo algunos de nosotros a miles de kilometros de distancia.  Nuestro Padre puso Su deseo en nuestro corazón el pasado domingo, de abrir Su Palabra escrita y exponerla en medio de todos; y es que el Padre nos confirma la unidad de propósito, porque es Él Quien está produciendo esta unidad entre todos los miembros despiertos a través del espíritu - Cristo en nosotros:
                                         Una amada hermana hizo esta semana una exposición maravillosa de la parábola del "Padre Que Perdona." - El amor y la misericordia de nuestro Abba resalta con brillos del sol, en la enseñanza tan precisa y exacta que escribió nuestro Padre por la pluma de esta hermana, y que nos compartió el domingo en la bendita comunión que tuvimos. Cuando procuramos glorificar Su magnífica Presencia entre nosotros, y magnificamos así Su Palabra escrita y la gloria del Todopoderoso, entonces se producen maravillosas señales y sanidades entre los reunidos. El amor de nuestro Padre lo inunda todo, cuando es Él Quien preside, lidera y gobierna nuestras reuniones.
                                          ¡OH hermanos míos!! Qué grandes cosas han sido derramadas de lo alto este fin de semana, por el espíritu de Dios entre nosotros. Cuando nos acercamos a Él y le buscamos, nuestro Abba Padre es perito en recibirnos en Sus brazos. Se lanza a nuestro cuello, nos abraza, hace sacar para nosotros el mejor de los vestidos y nos concede Su anillo, y, además, nos calza con las sandalias de Su dulce comunión y manda degollar el buey gordo, para hacer la fiesta entre nosotros. Así nos recibe siempre de vuelta nuestro Abba Padre, sin emitir juicio alguno sobre nosotros. Sin condenarnos por nada.
                                          Nuestro Abba Dios nos ve reunidos en Su espíritu y Se Le derrite el corazón de regocijo - no tiene mayor placer nuestro Abba que es reunirse con nosotros. Solo a Su regocijo debemos estar atentos, cuando nos reunimos en el nombre de Jesucristo; porque, cuando nuestro Abba se da por satisfecho y se deleita entre nosotros, Su satisfacción es la fuente de aguas vivas de donde sale todo lo agradable en gran manera que recibimos. Así, pues, es bueno que haya silencio y quietud en las reuniones donde nuestro Abba dirige, lidera y preside. Que bueno es acercarse de Su Presencia con más ganas de "oír," que de "hablar." - Porque la quietud y el reposo de nuestras almas provienen de "oír" Su voz, y no del mucho hablar de los hombres.
                                           Si somos conscientes de la Presencia del Padre entre nosotros, ¿Qué podremos decir en Su Presencia majestuosa, que no sea inspirado en un espíritu reposado y quieto?                
                                          Cuando estamos así reunidos, el Padre está muy atento a todo lo que Le pedimos en Cristo, y nos concede todas las peticiones que en él Le hagamos. Por eso son tan benditas las asambleas con Él cuando las preside y manda. Cuando preside, gobierna, lidera e impera Su Presencia entre nosotros, Le miramos muy quieta y reposadamente, y lo único que sale entonces natural y espontáneamente de nuestros labios, es pura alabanza y adoración.  
                                          Es tremendo lo que oímos este fin de semana  en frente del Padre: que nuestro Cristo es la Palabra viva injertada por Dios en nuestros corazones, sin nosotros haber hecho nada para merecerlo. Por eso, cuando escuchamos de quien habla por el espíritu, el amor tan grande que nos tiene  nuestro Padre  y Su rica misericordia, reconocemos la Voz del Pastor como la saben distinguir las ovejas de Su rebaño. Como el buey conoce a su Señor y el asno el pesebre de su Amo, así reconoce nuestro espíritu la Voz de Dios a través del espíritu de nuestros hermanos que se conectan con el Padre. Y es que teniendo quietud y reposo, para oír Su voz, se deshace de un soplo, de un golpe se derriban todos los temores.
                                         A nuestro Abba Le ha placido extender de gracia Su amor y ternura sobre nosotros: No Sus juicios. Somos hijos muy amados del Padre - cuando Le daba la vida a todas las cosas, nuestro Abba Padre nunca nos imaginó siendo por El juzgados, sino mimados y guardados en Su infinita misericordia por nosotros. Que hermosa es esta fe que viene cuando escuchamos Su Voz, y se nos da a conocer con Sus palabras el verdadero amor que Dios nos tiene. Esto no tiene nada que ver con el amor de los hombres y mujeres, ni nada que se parezca con el "dios" que enseña la religión de los hombres. Cuando aprendemos a oír la voz de Dios a través de nuestro espíritu, especial y personalmente, se nos descubre un Dios que jamás nos habíamos imaginado. Un Dios mucho más alto y más grande, y mucho más rico y poderoso que está siempre muy cerca de nosotros, para acariciarnos y no para juzgar lo que hayamos hecho.
                                        Cuando nuestro Padre antes de comenzarlo todo, se estaba imaginando cómo serías tú, hermano mío, el jamás te destinó a Sus juicios, sino que se imaginó tu vida regada siempre con el amor incondicional desde la planta de tus pies a tu coronilla, con todas Sus bendiciones celestiales te imaginó siempre  - todos los días y eternamente te verá así Tu Abba Padre. Tú haces parte del Cuerpo de Cristo, el Cuerpo más engalanado de Su creación. Así, pues, porque tú eres un miembro perfecto a Sus ojos, tienes que tener bien presente, siempre, que no hay un solo ser que pueda juzgarte de otra manera. Si tú no lo permites, ni en este mundo ni en el venidero, y mucho menos Tu Padre Celestial que te ama tantísimo, se te puede juzgar de otra forma. Este es el amor que Dios ha derramado y ha extendido en Cristo sobre tu vida. No te salgas tú de Su amor, no dudes de él jamás, y verás todo Su poder y autoridad respaldándote.
                                         Pero hay muchos que se imaginan a un Dios "juez de justos e injustos" que condena o bendice según nuestro desempeño. Pero así, sin saber que Dios no tiene en cuenta nuestro pecado, sino un ardiente deseo de tenernos en Sus brazos y de regarnos de Sus bendiciones, sin condenarnos por nada, sin creerlo, digo, no podremos beneficiarnos, "todavía,"  con todas Sus riquezas y bendiciones celestiales. Porque antes de poner en nuestros corazones lo que de Su boca "oímos," anteponemos lo que nosotros nos imaginamos. Pero la justicia con la cual nos presentamos en la Presencia amorosa de nuestro Abba Padre, para que nos recoja en Sus brazos sanadores, ya la ganó Jesucristo hace ahora unos dos mil años atrás por nosotros. Derramando su sangre por cada uno de nosotros apagó toda condenación. A esta sola justicia atendemos cuando nos acercamos confiadamente al trono de nuestro Abba Padre, para hallar Su oportuno socorro.
                                       Esto concuerda con lo que nos enseñó Dios este fin de semana: Si "todavía" se despista a la izquierda o a la derecha alguno, y no mira solo el amor del Padre, entonces, nos vamos a ver robados y a perder muchas bendiciones celestiales, que son nuestras por derecho de sangre.  ¿Te das cuenta? - ¿Ves cómo, atentos a Su voz, es desarraigada de nosotros toda planta que no había plantado Dios en nuestros corazones? - Cuando nos derretimos en el calor, la ternura y el sanador amor de Dios, vivimos en comunión con Él y con nuestros hermanos. Vivimos muy quietos y reposados, aún en tiempos de tormentas y vientos huracanados; porque sabemos lo Todopoderoso que es el Padre, Quien toma cuenta de nuestras vidas en Sus poderosísimos brazos.
                                        De todo el tiempo que pasamos juntos por la gracia del Padre entre el viernes y el domingo, fue delicioso. ¿Por qué será que, cuando honrosísimos miembros del Cuerpo desbordan palabras en espíritu y en verdad por sus labios, reconocemos tan nítidamente la Voz del Padre? - ¿Quien nos hace discernir y deleitarnos tantísimo con todo lo que nos dicen los embajadores del Padre? - En vivir de día y de noche, con sed y hambre de ver y palpar a nuestro Abba, se deleita el Cristo que llevamos dentro. Aprendimos, que.- sin despistarse mirando ni a la izquierda ni a la derecha, para que no se pierdan ninguna de las bendiciones que nos caen del cielo, se dan tremendas señales y maravillas de parte de nuestro Abba, y en el amor que lo recubre a Él, se nos inunda también el alma, y el alma de quien Dios nos acerque.
                                         Este fue el testimonio que nos dio una hermana nuestra, hablando de la relación tan íntima que ella guarda con el Padre.  Y, además, estando muy atenta mirando al cielo sin despistarse, se sobrepone a todas las circunstancias y dardos que quiera mandarle el mundo entero. Nos compartió que, bien puede llover a cántaros que eso jamás será una distracción de nuestro Cristo, para separarnos del Padre. Nuestro Cristo se duerme, literalmente, y se funde en los brazos del Padre en medio de las tormentas y de los vientos huracanados. De todas las circunstancias salimos siempre más que vencedores y sin olor a quemado. Como salieron Sadrac, Mesac, y Abed-nego del horno recalentado de Nabucodonosor, así salimos nosotros en todas las ocasiones.  Este Cristo que vive su vida en cada uno de nosotros, siempre que lo oigo en las reuniones recibo "clases avanzadas" en pocos minutos. Las palabras, cuando son inspiradas por el espíritu, se nos pegan a nuestro Cristo por medio de coyunturas espirituales.
                                          También escuchamos este fin de semana que, cuando Lot se separó de Abraham, escogió vivir en la tierra que desearon "sus ojos," y fue poniendo sus tiendas hasta los límites de Sodoma en los valles frondosos del Jordán; pero aunque la tierra que escogió Abraham, para vivir era desprovista de la "aparente" abundancia de la de Lot, él supo retener la mejor parte. Vivir en el amor y la gloria de nuestro Dios, es mucho mejor que andar viviendo en la vanagloria de los ojos. La tierra que escogió Abraham para vivir, estaba desprovista de la abundancia natural que residía en las márgenes del Jordán, desde donde Lot comenzó a extender sus tiendas. Sin embargo, en el desierto de Canaán, donde decidió extender las suyas Abraham, lo único que había era la dependencia total y absoluta de Dios - la abundancia, que no se veía, era la vida del Todopoderoso Dios Creador de los cielos y tierra. Amada familia, ¿a qué podremos comparar un pequeño bordecito de Su manto, de todo lo que habita en las riquezas que nos ofrece el mundo? - en Cristo,  escogiendo depender de Dios absolutamente todas las cosas, vivimos y disfrutamos de la vida eterna, sin que nos falte de nada.  Vivir dependientes única y exclusivamente del Padre, nos funde con Él en UNO solo; pero vivir en los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y las vanaglorias del mundo, nos separa de Dios y nos lleva hasta los límites de Sodoma y Gomorra, donde, por muy verdes y frondosos que luzcan sus escenarios al principio, se acaba siempre comiendo las "algarrobas de los cerdos" que nos dejan caer de sus platos los hombres. Por eso, que maravilloso es no despistarse ni deslizarse para el oriente, camino de Sodoma; que bueno es permanecer amando solo a Dios en medio de este podrido mundo, para no ser robados de lo que  legalmente es nuestro por derecho de sangre. En Canaán, que es Cristo en nosotros, donde nuestras aguas amargas se convirtieron en el vino que alegran a muchos, vivimos siempre confiados, seguros y reposados en los brazos de nuestro Abba.
                                          Verdaderamente, debemos ser muy agresivos contra los principados y potestades que quieran despojar y robarnos nuestros derechos filiales. Porque, manteniéndonos firmes mirando y esperando todo del Padre, le causamos muchas derrotas al gusano, Su adversario, llevando a muchos a conocer a nuestro Abba Padre. En Cristo, nuestra tierra prometida, siempre vivimos fundidos con Dios y vamos siendo por Dios transformados de gloria en gloria, en su misma imagen - cada día brilla y resplandece más y mejor la imagen de Cristo en la nuestra. Esta es la gran bendición que nos quieren quitar los principados y potestades - para que no testifiquemos a los hombres  las buenas nuevas que residen en el Gran Secreto que nos fue revelado: que Cristo ha resucitado en nuestros corazones para la gloria de Dios.  Mostrándonos su verdadero rostro Nuestro Dios y Padre, nos ha dejado boquiabiertos y admirados. Enseñándonos Su amor y ternura nuestro Abba Padre cuando nos juntamos en Su nombre, Su profunda grandeza y misericordia infinita se destapan siempre ante nuestros ojos y nos quedamos como los niños. Por eso nos pone nuestro Dios un deseo cada vez mayor de que estemos en comunión en Su Presencia, porque cuando desbordando el espíritu, vemos y palpamos juntos los verdísimos prados celestiales, y ya no queremos volvernos atrás ni despistarnos, sino que nos volvemos santamente avariciosos de las riquezas celestiales que nos llueven desde Su reino.
                                          Amadísima familia: cuando contemplamos la hermosura y grandeza que habita en el Reino de nuestro Padre, somos movidos por el amor con que nos amó nuestro Dios primero." -  pero si no nos inunda Su amor y ternura primero, la envidia y los celos se sobreponen en nuestras vidas. Y si tenemos celos y contención en nuestro corazón, también podemos anunciar a Cristo, como se encuentra escrito en la epístola de Filipenses cap.1: 15 y 16, pero estaremos siendo robados de toda la plenitud de gozo que reside a la derecha del Padre, donde debemos permanecer quietos y reposadamente.
                                        Todas estas cosas hemos escuchado este fin de semana, en la dulce comunión que nos proporcionó nuestro Abba juntándonos en Sus brazos sanadores a través  de Skype, a miles de kilometros distancia los unos de los otros. Que hermoso es retener todo lo que nos inspira nuestro espíritu, y el espíritu de nuestros hermanos, cuando estamos en la Presencia del Padre. Conviene, pues, quedarse muy quietos y reposados a los pies del Maestro, para que con Su suave silbo apacible nos refresque el alma, y nos haga contemplar Sus escenarios celestiales.
      Amando a Dios primero y muchísimo a vosotros,
      Juan Luis Molina. 

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