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LA GRAN NUBE DE TESTIGOS - ABEL: LA ADORACIÓN A DIOS POR LA FE (Capitulo 1o) . Por E.W. Bullinger


1.     Los Dos Caminos de Acceso.

“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual [es decir, por medio de su fe, la cual lo llevó a su martirio] alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.


            Ya que la “Fe viene por el oír” (Romanos 10:17), Abel y Caín debieron ambos escuchar cuál era el sacrificio que debían traer.

            Una vez que oír (viene) por, y consiste de, lo que escuchamos a través de la Palabra de Dios, tanto Abel como Caín debieron ambos oír lo mismo de Dios.

            De otro modo, su actuar hubiese sido solo a través de una fantasía o capricho, y no por fe; y entonces no habría lugar o espacio, ni para la obediencia de un lado, ni para la desobediencia del otro.

            En el registro de Génesis 4 nos encontramos con más detalles adicionales sobre este mismo asunto. Pero primero que nada vamos a ver el lugar donde se escribe la historia.

-          En el primer capítulo de Génesis tenemos la creación del hombre.
-          En el segundo capítulo tenemos al hombre en comunión con Dios.

-          En el tercer capítulo tenemos la Caída del hombre; y al final (vers.24), vemos al hombre siendo expulso de la presencia del Señor Dios.

-          En el cuarto capítulo tenemos el camino de regreso dado a conocer. Esta es la primera cosa que se revela después de la Caída. Es el umbral de la revelación. No es un mero fragmento del folclore hebreo que debe ser tratado como una fábula de viejas. Sino que goza de un lugar aquí, en la revelación de Dios, como la primera y más temprana cosa que sucede, no solamente en el orden cronológico o histórico, sino como la primera en el orden Experimental también. Es la primera gran lección que se ha escrito en la Escritura de la verdadpara nuestro aprendizaje.

            Dios debe haberles hablado (como ya hemos visto) a Caín y a Abel, acerca de la manera en que se aproximarían de Él. Debe haber tenido que hablar acerca del camino que deberían tomar  todos los que quisiesen volver, y tener acceso a Su Presencia.

            La lección que se nos da a través de este primer ejemplo de fe es que, Abel creyó lo que había escuchado de parte de Dios sobre este importantísimo asunto, y Caín en cambio no creyó a Dios.

            Debemos resaltar que en el orden histórico en Génesis 4:3, 4, Caín se menciona primero. Y en el orden experimental en Hebreos 11:4, Abel se menciona primero.

            A Caín se menciona primero, en la historia, porque él era el mayor. Caín trajo su ofrenda delante del Señor Jehová. No estaba siendo impío, como generalmente se le representa. Sin embargo sí estaba siendo religioso, y la ofrenda que trajo le costó mucho más que la que hizo Abel. Caín buscó acceder al mismo Señor y buscó la misma bendición que Abel buscaba.

            Pero el punto principal reside, en que el camino de vuelta que tomó, fue su propio camino; mientras que el camino que tomó Abel era el camino que Dios trazó, aquel mismo que había revelado y dado a conocer.

            Caín tuvo que oír el informe que Abel oyó, pero no le creyó a Dios; sino que se inventó lo que le debió parecer un mejor, o más excelente camino.

“Caín trajo del fruto de la tierra, una ofrenda a Jehová” (Génesis 4:3). Pero es que, esa tierra el Señor poco tiempo antes había maldecido por causa del pecado en el hombre, y le había dicho a Adán maldita será la tierra por tu causa” (Génesis 3:17).

Caín, por tanto, trajo, como su ofrenda al Señor aquello que había sido declarado maldito.

Pero Abel en cambio trajo de los primeros nacidos de su rebaño, y de lo más lustroso que había entre ellos.

¿Qué fue lo que determino al sacrificio de Abel ser más excelente que el de Caín?

Los comentadores han especulado muchas cosas, y difieren ampliamente en cuanto a ese tema. Han sido asignadas diversas causas. Pero no hay sitio más que para una interpretación en el momento que recordamos lo que las palabras por fe significan.

Significan que Dios ha hablado; que Caín y Abel habían oído; ¡que Abel obedeció a Dios y que Caín no!

Todo el asunto es perfectamente simple. Y la lección que pone en nuestros corazones hoy en día es igualmente sencilla y clara.

Era una cuestión, como ya hemos visto, de creer en aquello que había sido dicho en cuanto a:

EL CAMINO DE VUELTA A DIOS

El camino de vuelta a Dios (que Abel tomó) fue por sacrificio, por la muerte de un sustituto, por la sangre de Expiación.

El camino del hombre (que Caín se inventó) fue sin sangre; y un camino que se había sacado de su propio corazón. Sin embargo, sin el derramamiento de sangre no hay remisión de pecado (Hebreos 9:22).

Caín pudo haber traído su ofrenda por el pecado igual de fácil y sencillamente que Abel. Lo tenía a la puerta (Génesis 4:7), él tuvo esa posibilidad. Si él hubiera hecho el bien conforme a lo necesario a una ofrenda por el pecado, hubiese sido acepte. Si él hubiese hecho el bien, y no hubiera pecado, entonces Dios habría tenido el mismo respeto y agrado a su ofrenda como tuvo por la de Abel.

Pero, ¡No señor! Fue la “Nueva Teología” de su día: y consistía en no creer lo que Dios había dicho; y en inventarse un “Nuevo” camino propio.

     En esto reside su pecado.

Esto es por lo que Dios no tuvo respeto por su ofrenda, no importaba cuánto le hubiese a Caín costado producirla. El sudor de su frente no podía sustituirse por “la sangre del cordero”.

En todo lo expuesto hemos visto el gran hecho de que jamás han existido otros, sino solo estos dos Caminos en la historia del mundo.

No importa cuántos son, ni cuán variadas sean las religiones del mundo, todas pueden reducirse a estos dos caminos. Cualquiera que sean las excrecencias y excentricidades de la imaginación del hombre, siempre mantiene este “prototipo” (tal como dicen los Evolucionistas).

Aquí tenemos el embrión típico de toda la subsecuente Historia de las Religiones, el hombre puede mantener su “Parlamento de Religiones”, pero  por mucho que se hablen y se adornen las ideas, regresamos a estos dos hechos primarios, y a estos dos caminos.

-                     Uno era el camino de Dios, el otro es del hombre,
-                     Uno es por fe, el otro es por fantasía,
-                     Uno es de gracia, el otro es de mérito,
-                     Uno es de fe, el otro es de obras,
-                     Uno es Cristiandad, el otro es Religión.
-                     El uno reposa sobre lo que Dios ha dicho, el otro reposa en lo que el hombre piensa.
-                     El Uno reposa sobre lo que Cristo ha cumplido, el otro reposa en lo que el hombre puede hacer.

Estas dos expresiones resumen y abrazan los dos caminos: ESTA HECHO y HAY QUE HACER.
En cuanto a lo que el hombre ha de hacer, no hay fin para la variedad. En ninguna otra esfera se ve la evolución con una tan remarcable extensión.

La Evolución es un hecho solemne, pero solo se ve en los asuntos humanos, debido a que el hombre se ha apartado de Dios. En ninguna parte más se ve la evolución. Aparte de los asuntos humanos, las evidencias de la evolución son inexistentes; pero es, sin lugar  a dudas, el orden de este perverso mundo donde se encuentra el mal; porque el mal, al igual que la evolución, no existe fuera del mundo del hombre. No hay solución alguna para el hombre sino la que Dios le señaló, y esa salida es la muerte. Eso es por lo que es la obra de Cristo la que nos libera del presente siglo malo, de acuerdo a la voluntad de Dios, nuestro Padre (Gálatas 1:4).

La Evolución consiste en incredulidad y en apartarse de Dios. Eso es por lo que vemos su primer germen exhibiéndose especialmente en la esfera religiosa. En la esfera Divina, tanto en el reino animal como vegetal, en vano buscaremos rastro alguno de su acción.

La observamos operando en los aspectos médicos, legales, militares, navales, artísticos y en cada uno de los departamentos de las esferas científicas, pero es en la esfera religiosa que fue visto por primera vez; y es en Génesis 4., en la historia de Caín y Abel, que Dios nos muestra su comienzo. Jabal y Jubal, y Tubal-Caín y una generación de artífices, siguieron muy pronto en el camino de Caín (Génesis 4:20-22).
El camino de Caín fue el primer paso en la evolución de la Religión. Sus desarrollos y ramificaciones son hoy en día innumerables. Pero en el camino de Abel nunca ha habido evolución alguna. La Sustitución y el derramamiento de sangre permanecen como camino único para la remisión de los pecados hasta este presente momento; y permanecerá siendo el mismo hasta el final.

Estos son los Dos Caminos que tenemos delante de nosotros aquí, en Caín y Abel.

En uno de ellos jamás hubo cambio alguno; es el único camino de vuelta a Dios. Cristo sufrió, el justo por el injusto para que pudiésemos ser llevados a Dios” (1ª Pedro 3:19). Este es su fin, y se corona en Cristo. En el otro, no se da otra cosa sino cambios constantes. La Evolución sigue corriendo su constante y persistente curso, y continuará haciéndolo así hasta que llegue a su fin con el endiosamiento del hombre, y se corone en el Anticristo.

Todos los que están en el camino de Caín están trabajando en favor del hombre, y para el mejoramiento del hombre. Están listos con sus propias ideas en cuanto a qué es lo que el hombre debe HACER para ser salvo. Cualquiera que sea la variedad envuelta de la imaginación del hombre, todas son unánimes en afirmar que el hombre DEBE hacer alguna cosa. Cualquiera que sean sus diferencias o sus controversias, todos concuerdan en que, el Hombre debe HACER ALGO.

El hombre debe hacer algo, sentir algo, experimentar algo, dar algo, pagar algo, producir cualquier cosa. El debe ser llamado y “registrado” en algo. Él tiene que HACER algo.

Todos ellos insisten en este principio evolutivo,  no importa que puedan diferir en “cómo llegar” ni en todo los demás. Donde difieren simplemente es en qué puede ser, aquel “algo” que se debe hacer. Eso es lo que explica el vasto número de sistemas de religión, que han evolucionado en la historia del mundo.

Todos estos sistemas son justamente denominados Religiones. Incluso la religión cristiana, no es otra cosa diferente, sino una religión más entre ellas; y tiene tantas sectas y divisiones como cualquiera de los otras.

No obstante, teniendo diferentes formas o métodos, todas ellas se dedican a hacer, mientras que la verdadera Cristiandad es de Dios; y consiste en una Persona: Cristo.

 La Religión es del hombre, y el hombre es quien la lleva a cabo, y en su propio interés. Consiste en Fórmulas de hombres, en Ritos, y Ceremonias, Artículos, Credos, Confesiones, Doctrinas y Tradiciones, Iglesias y Capillas, y Sinagogas, Salones, y Habitaciones.

Si tienes algo en desacuerdo con lo de los demás, entonces ten mucho cuidado, o puedes ser asesinado, como Abel lo fue, por uno de esos Caínes. Pues no hay nada más cruel en este mundo que la Religión.

Fue la Religión que asesinó a Abel. Fue la Religión que mató a los profetas, crucificó a Cristo, y la que produjo todo el noble ejército de mártires.

Fue la Religión y las contiendas de las sectas religiosas que entregaron a Jerusalén en manos de la espada y al poder de Roma.

Fue la Religión que posteriormente arrebató a Jerusalén de Roma, y aterrorizó Europa por el súbito avance de la espada de los sarracenos.

Fue la Religión la que devastó la Tierra Santa con la sangre de las Cruzadas.

Fue la Religión de la Roma pagana que echó a los cristianos a los leones.

Fue la Religión de la Roma Papal la que puso a los cristianos en mazmorras de tortura; la que se inventó todas las perversiones de la Inquisición; la que enviaba ejércitos como sus instrumentos de tortura, y que desde entonces se halla envuelta en todo tipo de conspiraciones, complots  y engañosos artificios con el objetivo de obtener y asegurar su ascenso y supremacía.

Es la Religión que hoy en día que está en la raíz de, e impregna los asuntos del mundo político; y es en la contienda por la supremacía religiosa en las reglas y educación de Roma que se manifiesta y exhibe la mayor amargura, envidia, idolatría y malicia, y todo lo exento de caridad en las luchas políticas de la actualidad.

La pregunta de 1ª Juan 3:11, 12, nos pone delante el contraste que hay entre el amor cristiano y el odio a muerte de la religión.

Este es el mensaje que oísteis desde el principio, que os améis los unos a los otros. Y no como Caín (que era) del Maligno, y asesinó a su hermano. ¿Y por qué le asesinó? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano Justas.

Las obras de Caín eran malas, porque eran sus propias obras, y del Maligno, el cual (en el capítulo anterior) había arruinado a sus padres por la misma incredulidad en las palabras de Dios. Las obras de Abel eran justas, porque fueron por fe, y de acuerdo a lo que Dios requería.

A eso se debe el odio de Caín, y esa es la causa del asesinato que cometió Caín.

Bien podremos ver que la religión ha derramado más sangre, y produce más tristeza y llanto que todas las guerras y desolaciones que han causado los políticos y dinastías del mundo puestas juntas. Ha habido, y todavía hay, las guerras de credos, así como de razas.

Hay más cosas al margen de Génesis 4:10, de las que aparecen en la superficie. Las palabras del Señor a Caín están llenas de significado: ¿Qué es lo que has hecho? la voz de la sangres de tu hermano clama a Mí desde la tierra. Debemos explicar este plural, sangres.

En el antiguo Comentario Judío (El Mishna. Sanherd Cap. 4:5) leemos: “No dice `sangre` sino las sangres de tu hermano, es decir, su sangre, y la sangre de su posteridad, sus simientes”.
El Tárgum de Onkelos lo explica como: “la voz de la sangre de las generaciones que llegarían a existir provenientes de su hermano.”

El Tárgum de Jerusalén dice “la voz de la sangre de la multitud de los justos que saldrían de Abel su hermano.”

Se parece, casi del todo, con lo que quiso decir el Señor Jesús cuando dijo: que sobre vosotros recaiga toda la justa sangre derramada sobre la tierra desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías.

Tanto si esta interpretación es correcta como si no, el hecho se mantiene como la más solemne verdad de que todas estas diversas religiones son una sola, en origen, en carácter, y en apariencia y también en crueldad.

En cuanto al vital asunto de la Salvación son todas unánimes, en un solo Credo, en decir a una voz que:

Algo traigo en mis manos.

Mientras que, en la verdadera Cristiandad, que es Cristo, el pecador convicto proclama la existencia del gran abismo divisorio, y dice así:

NADA traigo en mis manos – simplemente a Tu cruz me aferro.

Estos no ponen nada entre el pecador y el Salvador; mientras que la esencia de todas las religiones es poner cualquier cosa, tanto da que sea un sacerdote, o sacramentos o credos, o ceremonias de algún tipo o de otro. Alguna cosa tiene que decirse, o hacerse, o creerse, o sentirse,  la cual, ellos, a un Credo le pongan:

“NO PUEDEN SER SALVOS”.

Esta es la primera gran lección que aprendemos de la fe de Abel: Los Dos Caminos de Acceso. 
En uno de esos dos caminos, cada persona que lee estas líneas, se mantiene hoy en día.
O está confiando en algo mas en lugar de Cristo, o además de Cristo; o está confiando enteramente en los méritos del Sustituto que Dios proveyó, en la preciosa sangre del Cordero, la cual, habla mejor que la sangre de Abel (Hebreos 13:24).

2.                 Los Dos Caminos de Adoración

La Fe de Abel muestra que, además de los Dos Caminos o vías de Acceso a Dios, hay también Dos Caminos en la adoración a Dios.

Ambos son por fe; en ambos, vemos que la fe viene por el oír, y el oír viene por lo que Dios ha dicho.
Así como tenemos solamente Dos Caminos de Acceso, uno el camino verdadero, y el otro el camino falso con muchas variedades, así también existen solamente Dos Caminos para la Adoración, y el camino falso tiene muchas variedades y diferencias, cada una afirmando ser el camino verdadero.

Es tan importante, por tanto, que aprendamos el verdadero camino de la Adoración, que se nos enseña por este aspecto de la Fe de Abel, como ha sido el aprender la lección del Verdadero Camino de Acceso; especialmente en el día presente cuando el Ritual ocupa tan grande lugar en la opinión pública, y en los conflictos y controversias que hacen ámpula entre las religiones, y las ruidosas Sectas.

En ambos casos, creer, o no creer lo que Dios ha dicho, es el fundamento de todo.

En cuanto al único camino de Acceso, y la ofrenda única que debía traerse, el mandamiento de Dios debe haber sido el mismo tanto para Abel como para Caín entonces, así como posteriormente lo fue también para Israel cuando la ley se puso por escrito por inspiración del Espíritu Santo, y la pluma de Moisés. El Libro de Levítico (que es el libro de adoración) abre con las palabras, que le da su nombre en el canon hebreo.

Y JEHOVÁ LLAMÓ”

Y le habló a Moisés desde el Tabernáculo de la Congregación diciendo, habla a los hijos de Israel y diles, SI ALGÚN HOMBRE entre vosotros ofrece OFRENDA A JEHOVÁ que traiga su ofrenda del rebaño, de las primicias del rebaño”.

Observe, que el mandamiento no fue que deberían traer una ofrenda, sino que, si alguno quisiese traer una, el mandamiento especifica lo que deben traer.

Esto concuerda con, y explica Jeremías 7:22-24: Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto.
 Más esto les mandé diciendo:

 Escuchad (OBEDECED) MI VOZ,

 Y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por Pueblo, y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien, pero,

NO OYERON

Ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no adelante”.

Esto es precisamente lo que sucedió a las puertas del Edén. Desde donde Dios habló. Caín y Abel lo escucharon. Abel creyó lo que había oído. Caín (igual que posteriormente Israel) ni atendió a la voz ni le dio oídos, sino que anduvo en los consejos e imaginaciones de su propio perverso corazón. Esta es la esencia de todo el asunto.

Dios habló. Él habló a Israel desde el Tabernáculo, a todos quienes a Él se aproximasen; y estableció, como Él tenía el derecho de hacer, cómo debía ser adorado.

Es el mismo principio que prevalece hoy en día.

El hombre mismo actúa sobre estos principios. Si alguno busca encontrarse con él,  es él quien señala el tiempo y el lugar y determina cuándo y dónde se debe encontrar con él.

Así que Dios también deja muy claro desde el principio que, si algún hombre se acerca a traerle una ofrenda a Él, debe ser tal y tal cosa, y debe ser ofrecida de tal y tal manera.

Y pondrá (el ofertante) su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado (Por Él) para expiación suya. (Levítico 4).

Sin embarco Caín, aunque oyó lo que Dios habló, no obedeció; y, en vez de traer lo que Dios había señalado, él trajo una ofrenda del consejo e imaginación, de su malvado corazón (Jeremías 7:24).
Y no solo eso. No solamente era algo, distinto de lo que Dios aprobó, sino que fue el producto de lo que Dios había puesto bajo maldición: Maldita será la tierra por tu causa (Génesis 3:17). Así que hubo una doble afrenta en la ofrenda de Caín y al no ser de fe, tuvo necesariamente que ser pecado (Romanos 14:23).

Por eso está escrito:
 Y miró Jehová con agrado
A Abel y a su ofrenda;
Pero no miró con agrado
A Caín y a la ofrenda.

Y hoy, la pregunta que nos surge es la siguiente:

¿Qué es lo que a Dios le agrada?

¿Cuál es la ofrenda que acepta?

No es la sangre de los bueyes ni carneros; pues todos esos tipos o sustitutos, han sido suplidos en el antitipo*. Ahora, la sangre de Cristo es la que habla mejor que la de Abel; nadie ni nada puede ser acepte que no sea solo a través de sus méritos.

                *El término Antitipo es un término teológico, quizás no muy conocido por muchos, pero              que se aplica al cumplimiento del sacrifico expiatorio de Cristo en el Nuevo Testamento teniendo           como base las figuras o sombras, como es, en este caso, el sacrifico de animales físicamente aptos        (sin defectos, o puros) de acuerdo a la ley Levítica (Lev.4:35) para el perdón de los pecados. (Nota    de traductor).

Y en cuanto a la adoración: ¿Qué es lo Jehová acepta ahora? ¿Cuál es la voz que oímos proveniente de Aquel que habita entre los hombres? ¿Qué dice la voz que debemos obedecer? ¿Cuáles son las palabras que hay que retener? Esas palabras vienen del verdadero Tabernáculo que el Señor levantó y afirmó y no el hombre. Y Dios, que en los pasados tiempos habló a los padres por los profetas, en estos últimos días nos habló por SU HIJO: y el Hijo ha dicho así:

Dios es espíritu
Y aquellos que lo adoran
ES NECESARIO (o DEBEN como dice la versión inglesa)
Adorarle en espíritu
Y en verdad.

Estas son las palabras oídas que hay que retener, como habiendo sido escritas para nosotros de los labios del Hijo, en las Escrituras de Verdad.

No tenemos libertad; ni elección posible en esta materia. Será inútil seguir los consejos e imaginaciones de nuestro propio corazón. Esa sola palabra:

DEBEN

Asienta todo de una vez por todas.

Nos dice que Dios no verá con agrado nada que no sea espiritual en nuestra adoración hacia Él.
El Hijo, que ha hablado desde el cielo, ha declarado que la carne para nada aprovecha (Juan 6:63). Así que es inútil por tanto que traigamos ante el Señor cualquier cosa que la carne pueda hacer. ¡Todo debe ser espiritual!

La carne se encuentra bajo maldición. Ocuparse de la carne es muerte. (Romanos 8:6). Traer cualquier cosa, por tanto, de la carne, o que la carne pueda producir, es hacer exactamente lo mismo que hizo Caín, cuando él trajo el fruto de la tierra, de la cual acababa Dios de decir: maldita será la tierra. Todos los sentidos son de la carne. La mente de la carne es sensorial.

Las obras de la carne son opuestas a los frutos del Espíritu. (Gálatas 5:19-25).

Aquellos que son de Cristo han crucificado la carne con sus deseos.

La adoración aceptable, por tanto, DEBE ser el fruto del Espíritu y no el fruto de la tierra; o dicho de otra manera, no las obras de la carne, que se halla bajo maldición.

Nosotros no podemos adorar a Dios, Quien es espíritu, con nuestros ojos, por observar un sacramento o algo así. Nosotros no podemos adorar a Dios, Quien es espíritu, con nuestros oídos, por escuchar música, por muy hermosa que pueda ser, tanto si es “interpretada” por nosotros mismos o por otros. Nosotros no podemos adorar a Dios, Quien es espíritu, con nuestro olfato, por oler incienso, o cualquier otra cosa así. Nosotros no podernos adorar a Dios, Quien es espíritu, con nuestras gargantas por cantar himnos o temas, solos, cuartetos, o coros. La única canción que se sobrepone al techo o tejado y entra en el cielo DEBE ser del espíritu, y proveniente del corazón. El mandamiento dice “Cantando con canticos

EN VUESTROS CORAZONES

Al Señor”

Cantamos, no unos a otros, no a las audiencias, ni a la congregación, sino,

AL SEÑOR

Lo que se precisa en la verdadera adoración no es “un oído musical”. Si estamos llenos POR el Espíritu, nuestro cantar será del Espíritu, desde el corazón. Pero lo que es (o es producido) por el Espíritu, es espíritu. (Juan 3:6).

Bien podemos decir con María,

Mi ALMA magnifica al Señor
Mi ESPÍRITU se regocijó en Dios mi Salvador.

Nada menos que esto es la adoración que a Dios le agrada y acepta.

Todo lo demás es perder el tiempo, un perderse en tribulaciones, desperdicio de dinero, inutilidad de esfuerzo, y desperdicio de duros trabajos, y además

PARA NADA APROVECHA

Es inútil que alguien diga “me gusta hacer tal y tal servicio”. Me gusta escuchar, o hacer, esto y aquello.” “¡Me hace sentir muy bien!”. O, “no me gusta esto o lo otro en el Servicio Divino”. No importa lo que a uno le guste o le disguste, piense, o sienta. No es una cuestión de lo que me guste o no: La cuestión es

¿Qué es lo que LE GUSTA A DIOS?

¿Qué es lo que Dios requiere?

¿Qué es lo que Dios acepta con respeto y agrado?

El Servicio Divino se supone que sea, viendo todo esto, un servicio o adoración ministrado a Dios. Le cabe por tanto a Él decir cuál es Su deseo. La pública adoración no es un Servicio que se ofrezca a o para el público, sino a o para Dios. No importa, por tanto, cuan hermoso sea un Solo, o una Sinfonía o un Himno pueda ser “interpretado” (esa es la expresión correcta); sino que lo importante es si a Dios le agrada y acepta con respeto.

No importa cuán maravillosa pueda ser la voz que escuchemos, pero si es importante que escuchemos la voz de Dios y que obedezcamos a SU voz.

El HIJO de Dios habló (Juan 4:24). Nosotros hemos oído Sus palabras. La única cuestión es ¿Creemos lo que Él dice? Debemos recordar que todo lo que no proviene de fe, es pecado. (Romanos 14:23).

¿VAMOS A OBEDECER?

¿Vamos a adorar por fe como hizo Abel, o vamos a adorar como lo pretendió hacer Caín?

¿Deseamos obtener la aprobación de Dios junto con Abel, o deseamos oír las palabras de Dios a Caín: maldito seas tú de la tierra? (Génesis 4:11). Cuando Caín percibió que Dios no aceptó con agrado su ofrenda, se airó en gran manera y decayó su semblante. Y habrá muchos que lean estas palabras, que también se airarán en gran manera; y contenderán con nosotros por escribirlas. Porque esto es lo que corta de raíz todas las tradiciones de los hombres, sus queridas y deseables prácticas, y sus preciadas  capacidades. Esto separa de él las alabanzas y los aplausos de los hombres. Pone por escrito la locura y torpeza en sus vanos consejos e imaginaciones. Acaba de una vez por todas con sus intentos y ambiciones.

El hombre puede ir, y ciertamente va, por el camino de Caín, ¡Sí!  justamente de la misma manera. Pero todo será sin provecho alguno, y todo será trabajar en vano.

Dios no lo acepta ni lo respeta.

Sería necedad por nuestra parte no tener en cuenta la fe de Abel, y no buscar aprender esta gran lección que se halla así escrita para nuestro aprendizaje al principio mismo de la revelación de Dios, en Génesis 4. Si no aprendemos la obediencia de fe en esta materia, será en vano que sigamos adelante con nuestro estudio de este tema de la Fe. Porque todo gira en torno a esto:

¿CREEMOS A DIOS?

Él, en estos últimos días nos ha hablado por Su Hijo.

Y Su Hijo ha dicho: aquellos que adoran a Dios DEBEN adorarle verdaderamente en espíritu.
¿Creemos lo que nos ha dicho?

Esta es la única cuestión final, la verdadera respuesta para aquellos que siguen hoy en día la vía de los mercaderes ismaelitas, que obtenían su ganancia de la denominada “adoración pública”,  al igual que los artífices efesios hacían con los templecillos de su diosa Diana.

Pone un final a todos los engañosos sistemas y controversias de la “Religión” Cristiana, todos sus nuevos métodos, bandas y canciones y solos, y orquestales servicios, cantatas, que tienen todas que ver con la Carne, y son para la alabanza y gloria del coro; y no sin embargo, como era la sencilla adoración de nuestros padres – para alabanza y gloria de Dios.

Esta es la lección de la fe de Abel, con respecto a la única y verdadera vía en la adoración de Dios.



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