ERES DE GRAN VALOR PARA EL. De David Wilkerson
https://www.youtube.com/watch?v=1HWlnXdRo6k
Envió desde
lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas. Me libró de mi poderoso
enemigo, y de los que me aborrecían; pues eran más fuertes que yo. Me
asaltaron en el día de mi quebranto, mas Jehová fue mi apoyo. Me sacó a
lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí (Sal. 18:16-19).
En este Salmo, David estaba
recordando el pasado después de una gran liberación. Él se regocijaba
porque el Señor lo había rescatado de sus enemigos: Invocaré a Jehová, quien es digno
de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos (verso 3).
Ciertamente, David
terminaba de pasar por un tiempo de terrible prueba. Saúl había puesto un
precio sobre su cabeza y lo había perseguido sin descanso, tanto así, que él
estaba forzado a dormir en cuevas, guaridas, y campo abierto. David dijo
de ese oscuro tiempo: Las penas del infierno me rodeaban, y vivía en
angustia. Hombres impíos me infundían temor. Mis enemigos eran muy
fuertes para mí. ¡Todos me odiaban!
Pero Dios vino rugiendo desde
los cielos a liberar a David: Inclinó los cielos, y descendió... Tronó
en los cielos Jehová... Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las
muchas aguas. Me libró de mi poderoso enemigo... (versos 9, 13, 16-17).
Poderes diabólicos habían
rodeado a David. El enemigo había entrado como un torrente. Sin embargo,
David pudo decir: Dios vino rugiendo para sacarme del remolino. ¡Él me rescató
de todos mis problemas! Me sacó a lugar espacioso; me libró, porque se
agradó de mí. (Versículo 19).
¡El Espíritu
Santo le dio una revelación a
David que es la llave de toda liberación!
David que es la llave de toda liberación!
David pudo decir: la razón
por cual Dios me libertó de todos mis enemigos, de todas mis penas y del poder
del infierno, es porque soy de gran valor para Él. ¡Mi Dios se agrada de
mí!
Amado, si necesitas
liberación (ya sea de lujuria, tentación o prueba; sea o no de problema mental,
espiritual, emocional o físico) este verso es la llave para tu victoria. Y
la llave es simplemente esto: ¡Dios se
agrada de ti! ¡Tú eres de gran valor para él!
En Cantar de los Cantares,
el Señor le dice a su novia: ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor
deleitoso! (Cnt. 7:6). Tres de las palabras hebreas en este verso
son sinónimas: hermosa (significa preciosa), suave (indicando placer), y
deleitoso.
Estas palabras describen
los pensamientos de Jesús hacia su novia mientras él la contempla. Él la
mira y dice: ¡Cuán hermosa, dulce y deleitosa tú eres. Eres preciosa para
mí, oh amor! Y a su vez, la novia exclama: Yo soy de mi amado, y conmigo
tiene su contentamiento (verso 10). El significado aquí es el
siguiente: ¡Él corre tras de mí con deleite. Él me persigue porque soy
preciosa para él!
Estos mismos pensamientos
se encuentran a través de los Salmos: Se complace Jehová en los que le temen, y en
los que esperan en su misericordia (Sal. 147:11). Porque Jehová tiene
contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación
(149:4).
Ahora bien, puedo tratar de
convencerte de que Dios se deleita en ti diciéndote: ¡Tú eres de gran valor
para el Señor! Sin embargo, sólo puedes pensar: Bueno, qué bonito
pensamiento. Qué dulce.
Pero esta verdad es más que
pensamiento bonito. Es la llave misma para tu liberación de cualquier
batalla que hace estragos en tu alma. Es el secreto para entrar en el
descanso que Dios te ha prometido. Y hasta que no eches mano de ella (hasta
que se convierta en el fundamento de verdad en tu corazón), ¡no podrás soportar
lo que te espera en este tiempo maligno!
Isaías tuvo una revelación
del gran deleite de Dios sobre nosotros. Él profetizó estas palabras del
Señor a Israel:
...oh Israel: No temas,
porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las
aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases
por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti (Is. 43:1-2).
Isaías no se estaba
refiriendo literalmente a una inundación y a un fuego. Él se estaba
refiriendo a lo que el pueblo estaba experimentando espiritual y
mentalmente. En ese tiempo ellos estaban en cautiverio y las aguas eran
pruebas, y el fuego era tentaciones, sus ríos eran pruebas. La intención del
diablo era destruir y abrumar al pueblo de Dios.
Las palabras de Isaías
fueron un mensaje de pura misericordia para Israel. Estaban en cautiverio
por su propia estupidez y necedad. Ellos no merecían nada. Pero Dios
les envió un profeta llorando y con el corazón quebrantado el cual dijo: ¡Dios
quiere que yo les diga que ustedes le pertenecen a él!
Ahora mismo, tú puedes estar
pasando por un remolino. Te sentirás abrumado por una tentación que amenaza
con encenderte y consumirte. Y temes que puedes ser consumido por eso.
Debes comprender de estos
ejemplos bíblicos: Dios, no siempre calma las aguas. Él no evita que las
inundaciones lleguen. Él no siempre apaga el fuego. Mas sin embargo, lo
que él promete es esto: ¡Caminaré contigo en todo! Esta prueba o circunstancia
no te va a destruir. No te quemará ni te ahogará. Así, que camina
hacia adelante. ¡Saldrás al otro lado conmigo a tu lado!
Eso era todo lo que los
tres jóvenes hebreos necesitaban escuchar. Cuando fueron echados al horno
de fuego, un cuarto hombre estaba con ellos, ¡Dios mío! no se quemaron. En
efecto, ni sus ropas y ni sus cabellos olían a humo. Amado, ¡este mismo
tipo de liberación es la que Dios quiere traerte a ti!
¿Cuál es la motivación de
Dios para querer liberarte? ¿Será porque has hecho algo para
apaciguarlo? ¿Has aumentado tu tiempo de oración? ¿Pasas más tiempo
leyendo las escrituras? ¿Has prometido no fallarle más? Isaías tuvo
la verdadera revelación: Porque a mis ojos fuiste de gran estima,
fuiste honorable, y yo te amé;...no temas, porque yo estoy contigo... (Is.
43:4-5).
Dios le estaba diciendo a
Israel: Vas a pasar por fuego y aguas, pero voy a caminar contigo en
todo. Y al final, te voy a liberar, ¡sencillamente porque eres mío! Te
conozco por nombre. ¡Y eres un deleite para mi corazón!
Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe. (Ef. 2:8-9). Si bien todos nosotros
somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia...
(Is. 64:6).
Aunque llegaras
a los quinientos años,
¡no podrás vivir suficiente tiempo para agradar
a Dios con tus obras!
¡no podrás vivir suficiente tiempo para agradar
a Dios con tus obras!
No importa lo que hagas
para limpiarte o purificarte a ti mismo. Si no confías en Jesús para
salvarte a través de su gracia, toda tu justicia es como trapo de inmundicia a
los ojos de Dios. Tu carne no es aceptada ante Dios; ni siquiera puede ser
reformada. Toda obra de la carne fue deshecha en la cruz. Ahora un
nuevo hombre está a la vista, el Cristo. ¡Y la fe verdadera es confiar en
lo que él hizo por ti!
Tú dirás: Puedo creer que
Dios se deleita en pastores santos. Ellos oran y pasan mucho tiempo en la
Palabra. Y puedo creer que los diáconos e intercesores son preciosos para
él. Ellos han sobrepasado sufrimientos y pruebas, y han sido victoriosos.
Pero se me hace difícil
creer que un cristiano turbado y con fallas como yo pueda ser precioso o de
gran valor para Dios. Él debe estar asqueado de mí, porque mi vida es tan
inestable. Tengo problemas que no puedo sobrepasar. Me siento como si
estuviera en la casa de los perros. Oh, aún creo que él me ama. Pero,
de seguro que él está desilusionado conmigo, ¡porque le he fallado tan a
menudo!
Por favor entiende: la
maravillosa profecía de gracia de Isaías fue dirigida a un pueblo que había
sido robado, dañado, despojado, atrapado en hoyos o cavidades y echados en
prisión, ¡todo por su necedad e incredulidad! Fue a tal punto que Dios
les dijo: Ahora, después de todos tus fracasos, vengo a ti con este mensaje de
esperanza. ¡Y todo esto es porque eres mío!
Nunca olvidaré el dolor que
pasé cuando uno de mis hijos adolescentes vino a mí y confesó: Papá, ni una
sola vez he sentido como que te he agradado. Nunca me he sentido digno de
tu amor. Siento como que toda mi vida te he defraudado. Debes sentirte
muy desilusionado de mí. ¡Te he fallado tantas veces!
Esas palabras me
hirieron. Abracé a esa criatura con un dolor profundo dentro de mí. Y
pensé: ¡Cuán equivocado! Le he demostrado mi amor a esta criatura. Lo
he expresado con palabras y lo he demostrado con hechos una y otra vez. Todos
mis otros hijos se han sentido seguros de mi amor. ¿Cómo pudo esta
criatura cargar con tal error por tanto tiempo, y llevar esta tristeza y culpa
innecesaria?
Lloré mientras le dije a
esta criatura: Pero siempre has sido especial para mí. ¡Has sido la niña
de mis ojos! Cuando estoy dirigiendo campañas, pienso en ti y todo mi ser
se ilumina. Claro que a veces has hecho cosas necias y equivocadas, igual que
tus hermanos y tu hermana. ¡Pero fuiste perdonado! Estabas
verdaderamente arrepentido, y nunca pensé mal de ti. Tú eres un gozo para
mí. Me has hecho feliz toda tu vida. ¡Has sido un deleite para mí!
¡Lo mismo sucede con muchos
cristianos en su relación con el Padre celestial! El diablo los ha
convencido de que han desilusionado a Dios y que nunca podrán
agradarle. Así que no aceptan su amor. En cambio, viven como si la
ira de Dios estuviera sobre ellos. ¡Qué manera más horrible de
vivir! Y como debe sufrir Dios al ver a sus hijos viviendo así.
Quizás fuiste criado en una
familia sin afecto y cuidado. Quizás tu madre o tu padre o tus hermanos te
hicieron sentir como si no tuvieras valor. Nunca te sentiste especial o de
gran valor para alguien en particular. Nadie te abrazó y te dijo: ¡Te
quiero! Eres especial para mí. ¡Estoy tan orgulloso de ti! ¿Cuántos
niños han crecido queriendo ser especial para su padre o madre? ¿Y cuántos
adultos luchan con el perfeccionismo porque ellos nunca se sintieron preciosos
o un deleite para sus padres?
A través de los años he
sido movido a lágrimas por las tristes historias de hombres y mujeres
drogadictos. Muchos me han dicho que su madre o su padre los mofaban,
gritándoles: No sirves para nada. No puedes hacer nada bien. ¡Nunca
llegarás a nada en toda tu vida! Crecieron sintiéndose absolutamente sin
valor, como si ellos no significaban nada para nadie.
Hoy, nuestras calles están
llenas de niños que han huido de sus hogares porque han sido robados de todo
sentido de valor. Sienten como que no son especiales o importantes para
nadie. Así que se entregan a la primera persona en la calle que los hacen
sentir un poco especial. Ofrecen sus cuerpos a los rufianes, hombres y
mujeres gobernados por la lujuria, y a otros adolescentes, cualquiera que les
haga pensar que tienen algún valor.
Oh, ¡gracias a Dios por
Jesús! Para él, tú siempre has sido precioso, de valor. No importa qué
clase de vida hogareña tuviste, o cómo eran tus padres terrenales. Nada de
eso se puede comparar con el amor de tu Padre celestial. Desde el día en
que naciste, has sido especial para él!
...Y la
mujer (ramera) caza la preciosa alma...
(Proverbios 6:26)
(Proverbios 6:26)
La ramera mencionada en
este verso es Satanás. ¡Él caza aquellos que son preciosos para Dios!
Existen ciertos niños que
demuestran un hambre por Dios a temprana edad. Él Señor ha puesto su mano
sobre ellos, y sienten anhelo por él desde muy jóvenes. Yo creo que
Satanás está decidido a cazar a cada criatura que es tocada con una confianza
ingenua en el Señor. El diablo entiende el poder que hay detrás de tal preciosidad
en los ojos de Dios. Él vio lo que sucedió con el pequeño Samuel. Él
observó como el corazón de este joven se extendía hacia Dios. ¡Y él vio a
Samuel crecer y convertirse en un poderoso profeta que conmovió su reino!
Ahora el diablo trata de
seducir a todo aquel que está hambriento o siente anhelo de Dios. ¿Por qué
crees que estás siendo probado? ¿Por qué crees que has sufrido tantos
ataques? Has tenido una vida de pruebas, pero no ha sido porque eres
malo. No, es porque Satanás sabe cuán precioso eres ante los ojos de
Dios. ¡Es la vida preciosa la que el persigue!
Varios años atrás, durante
una cruzada evangelística en la costa oriental, conocí a un joven brujo. En
efecto, él era el líder de un círculo de brujas. Aunque este joven estaba
envuelto profundamente en las creencias ocultas, el no creía que Satanás o sus
demonios podían tomar posesión de él.
Una noche mientras el
trataba de dormir, el vio horribles caras satánicas arremolinarse en el techo
de su habitación con miradas de lascivia. Comenzaron a unirse como una
nube, y pronto formaron un embudo. ¡El joven se dio cuenta de que estaban
a punto de entrar a su corazón!
Estaba petrificado,
paralizado. Entonces recordó algo de su niñez. Así que clamó: ¡En el
nombre de Jesús, fuera! Y todos los demonios desaparecieron.
La próxima noche, sin
embargo, esas fuerzas reunieron una legión más poderosa. Mientras el joven
se acostaba a dormir, él escuchó un rugir. Cuando miró hacia arriba, toda
su habitación estaba llena de animales horribles y feos. Otra vez, habían
formado un embudo. Esta vez el joven se puso de pies sobre su cama y gritó: ¡Clamo
a la sangre de Jesús! Otra vez los demonios huyeron en confusión.
El joven pensó: La próxima
vez que vengan, no podré manejarlo. Así que llamó a un cristiano que
conocía y le pidió que lo acompañara a una de mis cruzadas.
Durante el servicio, el
joven líder del círculo de brujas fue convencido por el Espíritu Santo y
entregó su corazón al Señor. La noche siguiente, trajo una maleta llena de
equipos satánicos al servicio. Él testificó que su familia tuvo un pasado
en el ocultismo. Pero, dijo el: Recuerdo otra cosa. Cuando yo tenía
como seis o siete años, yo tenía anhelo por Jesús. No sé cómo ni por qué. Pero
recuerdo claramente ir al bosque detrás de la casa y ¡predicar con todo mi
corazón!
He visto este mismo deseo
de Dios en mis hijos y nietos. Y yo tenía ese tipo de corazón cuando era
niño. Así que yo sabía exactamente lo que este joven estaba diciendo.
De súbito, una luz se
encendió en mí y supe por qué el diablo había tratado de poseer y destruir a
este joven. Fue por lo precioso que era para Dios. ¡La ramera lo
había cazado!
La
Biblia nos ofrece una ilustración gráfica de cómo Satanás
trata de engañarnos y destruirnos
¡todo porque somos preciosos ante los ojos de Dios!
trata de engañarnos y destruirnos
¡todo porque somos preciosos ante los ojos de Dios!
Esta ilustración aparece en
Números
13-14. Israel envió doce espías a la tierra prometida. Cuando
estos espías regresaron después de cuarenta días, ellos sembraron tres mentiras
en el corazón del pueblo de Dios.
Las tres mentiras fueron:
1.
Hay demasiada gente en la
tierra. ¡Y ellos son más fuertes que nosotros!
2.
Las murallas son muy altas
en la ciudad. ¡Las fortalezas son impenetrables!
3.
Hay gigantes en la tierra, y
no somos partido para ellos. ¡Somos impotentes, estamos vencidos!
Estas mentiras le quitaron
las fuerzas a Israel y el pueblo pasó una noche de desesperación: Entonces
toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche (Nm.
14:1). ¿Puedes imaginarte esta escena? Piensa cómo debe haber
sonado. Más de dos millones de personas llorando, lamentándose, y gimiendo
completamente concentrados en su incapacidad. El sonido de esos lamentos
de incredulidad bombardearon el cielo.
Amado, mira esta escena
atenta y profundamente. ¡Es posible que te veas a ti mismo en medio de
ella! ¿Alguna vez has pasado una noche como esa lamentándote y gimiendo a
causa de las mentiras satánicas que fueron sembradas en tu espíritu? ¿Alguna
vez has clamado a Dios: ¡Me rindo, No soporto más! Esta prueba es
demasiado. Existen fortalezas en mí que nunca caerán. Todo ha terminado para mí
ahora, nunca venceré. ¡Perdí la batalla!
El diablo lanza estas
mismas tres mentiras a todo el pueblo de Dios: Tus tentaciones son muy numerosas. Tus
codicias son muy abrumantes. ¡Eres muy débil para resistir la fuerza que
viene contra ti!
La palabra que Dios habló a
Israel y es para nosotros también: ...vosotros seréis mi especial tesoro sobre
todos los pueblos; porque mía es toda la tierra (Ex. 19:5). Porque
eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un
pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra (Dt. 14:2).
Estoy seguro que Israel se
sintió precioso y especial para el Señor cuando primero los salvó. Después
que él los libertó de la esclavitud en Egipto, abrió el Mar Rojo y los rescató
del ejército de Faraón, debieron decir: Mira los grandes milagros que Dios ha
hecho por nosotros. ¡Verdaderamente, él nos ama!
Y muchos cristianos dirían
lo mismo de su Salvador y Señor: Oh, sí Dios me salvó del pecado. Mira
todo de lo que él me libertó. ¡Debo ser especial para él!
Mi pregunta es: ¿Qué
pasó? En pocos años, muchos cristianos se convierten en Israel. Todos
los problemas y pruebas de la vida caen sobre ellos, y piensan: Una vez fuimos
preciosos a los ojos de Dios, claro está, sólo para salvarnos. Pero ahora,
después de servirle estos años, no somos más que saltamontes. ¡Somos
comida para nuestros enemigos!
Tales creyentes derrotados
no sienten el deleite de Dios sobre ellos. En efecto, ¡muchos creen que
Dios los ha abandonado! Cuando Israel dijo: Somos saltamontes a los ojos
de los gigantes, ellos estaban diciendo: Dios nos ha tratado como insectos
indefensos que van a ser pisados. Nuestro enemigo nos va aplastar en tierra.
¡Somos como los saltamontes!
¡Josué y
Caleb poseían un espíritu distinto!
Josué y Caleb estaban entre
los doce espías que fueron enviados. Pero ellos regresaron llenos de
esperanza. Ellos no derramaron lágrimas, lamentándose de su condición. Al
contrario, ellos se regocijaron después de espiar la tierra. ¡Ellos
estaban llenos de fe y visión!
¿Conoces algún cristiano en
esta situación? Siempre se están regocijando. Sabes que están pasando
pruebas atroces. Sin embargo, parece que saben cómo alcanzar a Dios en
medio de la situación.
Sin embargo, ¿y
tú? ¿Siempre estás deprimido? ¿Siempre quejándote? Quizás tus
problemas personales y familiares han tomado posesión de ti y han carcomido tu
alma. Querido santo, no importa lo que estés pasando; tú eres precioso
para Dios. Y si vienes a él con un corazón arrepentido y un alma
hambrienta, ¡él te dará su visión y esperanza!
Josué y Caleb tuvieron una
revelación de su preciosidad a los ojos de Dios. Y ellos sabían que Israel
era precioso para el Señor. Esa es la llave de un espíritu victorioso y
lleno de esperanza. Josué dijo: Si Jehová se agradare de nosotros, Él nos
llevará a esta tierra, y nos la entregará... (Nm. 14:8). En otras
palabras: Porque él se deleita en nosotros, ¡podemos decir que ya estamos en la
tierra!
Esta es la misma revelación
que tuvo David: Él me sacó y me libertó, ¡porque soy su deleite! De igual
manera, todo cristiano victorioso tiene esta misma revelación del amante Padre celestial:
¡No podemos fallar! Todos nuestros enemigos son carne para nosotros,
porque somos preciosos para el Señor. ¡Él se deleita en nosotros!
Déjame revelarte la gran
misericordia de Dios en la predicación sobre Josué y Caleb. Israel había
pasado la noche en rebeldía, revolcándose en incredulidad, llorando como si
Dios los hubiese abandonado, y finalmente nombrando un capitán para que los
guiara nuevamente a Egipto. Sin embargo, el Señor les envió a Josué y
Caleb. Y ellos les dijeron al pueblo: A pesar de su noche de confusión, a pesar
de su miseria y quejas, Dios se deleita en ustedes. Él los llevará hacia
delante. No teman, ¡porque ustedes son un deleite para él!
Sin embargo, también existe
una advertencia. Como puedes ver, Israel rehusó creer el mensaje de Dios
acerca de cuán valiosos ellos eran ante sus ojos. En cambio, prefirieron
concentrarse en su condición, sus problemas, sus debilidades e
incapacidades. Y se rindieron a sus temores.
Finalmente, Dios perdió la
paciencia con ellos. Él le dijo a Israel: ...¿Hasta cuándo me ha de irritar
este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he
hecho en medio de ellos? Yo los heriré... y los destruiré... (Nm.14:11-12).
El Señor perdonó a Israel a
causa de Moisés. Pero no les fue permitido entrar a la tierra
prometida. En cambio, se les asignó una existencia en el desierto, una
vida entregada a un temor constante y dudas destructoras. Fueron
perdonados, ¡pero fueron miserables! Perdieron la esperanza, el descanso y
la paz que recibimos cuando aceptamos y creemos cuán especiales los hijos de
Dios son para él.
Amado, la única vez que
Dios pierde la paciencia con nosotros es cuando rehusamos una y otra vez
aceptar cuánto él nos ama y que él quiere estar con nosotros a través de las
batallas. Ciertamente, muchos cristianos hoy en día han regresado a un desierto
de su propia creación. No tienen gozo, ni victoria. Al verlos, ¡cualquiera
diría que hace años que Dios los ha abandonado! ¡No! ¡Es que ellos se
han ha entregado a sus propias quejas y murmuraciones!
Gracias a Dios, Josué y
Caleb entraron a la tierra prometida. ¡Y qué gozo tuvieron! Dios los
bendijo de manera increíble. Estuvieron como árboles verdes en su casa
hasta su muerte. Fueron hombres de poder y visión, ¡porque ellos sabían
que eran preciosos para Dios!
Tú también eres precioso para Dios, a pesar de
todos tus problemas y fracasos. Y no importa cuales sean tus pruebas o
luchas, puedes ser un árbol verde en la casa de Dios, como lo fueron Josué y
Caleb. Simplemente confía en lo que su palabra promete: Me
sacó a lugar espacioso; me libró, porque se agradó de mí. (Sal. 18:19).
Esa es la base de una fe verdadera. Amén!
David Wilkerson
Comentarios
Publicar un comentario