Más a ti no llegará. De Joseph Prince
Salmo 91:7-8 Caerán a tu
lado mil, y diez mil a tu diestra; más a ti no llegará. ciertamente con tus
ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos.
Imagínese que está en un
campo de batalla y están matando a soldados alrededor de usted. En un lado, ve
caer a mil; por otro, diez mil caen a tierra uno a uno. Oye gritos cuando las
balas encuentran su objetivo.
Es un cuadro angustioso, y
doy gracias a Dios porque la mayoría de nosotros no hemos tenido que experimentar
los horrores de estar en una zona de combate físico. Pero eso no significa que
no estamos siendo atacados ni que no veamos la muerte reclamando sus víctimas a
nuestro alrededor.
Diariamente nos asaltan
desde todas direcciones boletines informativos, informes médicos, y ataques del
diablo dirigidos hacia nosotros. Y cada día vemos bajas a nuestro alrededor al
saber de personas que mueren en accidentes, en ataques o de enfermedades. Por
favor, entienda que no estoy sugiriendo en modo alguno que tales cosas sean
equivalentes a las experiencias de aquellos que han sufrido el embate del
conflictos armados o de aquellos que puedan haber estado en una guerra. Lo que
quiero establecer es que los creyentes están en una guerra espiritual, y no
deberíamos ignorar las tácticas del enemigo.
Cuando el enemigo le
ataca, ¿reconoce usted sus armas? Los proyectiles que dispara quizá no sean con
punta de flecha ni estén llenos de pólvora, pero no por eso son menos mortales.
Sus armas llegan en forma de malos pensamientos y temores aplastantes. Cuando
escucha de un accidente aéreo y le paraliza la idea de que su siguiente avión
pueda ser el último, ha recibido un disparo. Cuando lee acerca de un tiroteo en
un concierto y tiene temor de ir a otro por si le ocurre lo mismo a usted, una
“bala” se ha alojado en su mente.
En este capítulo quiero
enseñarle y equiparle para combatir esos pensamientos opresivos. Por desgracia,
muchos creyentes que pueden experimentar estos pensamientos oscuros permiten
que echen raíces y crezcan. Los riegan con preocupación, los fertilizan con
ansiedad y permiten que les dé el sol durante horas en su mente. ¿Cómo? volviendo
a reproducir los malos pensamientos una y otra vez y dejándolo sonar como un
disco rayado. Como resultado, estos creyentes no pueden dormir, sufren de
ataques crónicos de pánico, y quizá incluso desarrollan enfermedades
autoinmunes y psicosomáticas. Lo que comienza en la mente puede arraigarse en
su corazón, y puede incluso llevarle a efectos adversos en su cuerpo físico. Cuando
esos pensamientos negativos se cruzan en su camino, ¡no debe darles tiempo de
arraigarse!
Escrito
está
Es verdad que no puede
impedir que las aves vuelen sobre su cabeza, pero puede impedir que hagan nidos
sobre ella. No podemos impedir que el enemigo ataque nuestra mente, pero sí
podemos defendernos con la espada del Espíritu, qué es la Palabra de Dios (Efesios
6:17). La Palabra de Dios es infalible, inconmovible y eterna (Isaías 40:8, 1
Pedro 1:25). Nuestro Señor Jesús mismo nos enseñó qué hacer cuando estemos
siendo atacados por el diablo. Él fue tentado tres veces por Satanás en el
desierto, y cada vez, su respuesta fue la misma. Él citó la Palabra escrita de
Dios. Contra cada ataque, su respuesta fue decir: “Escrito está” (Mateo 4:1-11)
Conozco a cristianos que
dicen: “Dios me habló y me dijo que Él hará eso por mí”. Quiero animarle a no
vivir por lo que piensa que el Señor le dijo a usted. No puede luchar contra el
diablo diciendo: “Dios me habló”, aparte de la Palabra escrita. Por favor
entienda que no estoy en contra de que Dios le hable, pero ir contra el enemigo
y sus ataques con un “Dios me habló” no es lo que hizo nuestro Señor Jesús.
Amigo mío, si quiere
combatir los ataques del enemigo, aferrarse al patrón que nos mostró nuestro Señor
Jesús. En la primera tentación, el diablo retó a nuestro Señor Jesús a
demostrar su identidad, diciendo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras
se conviertan en pan” (Mateo 4:3). ¿No cree que sea interesante que nuestro Señor
no se apoyará en lo que su Padre le había dicho acerca de él audiblemente en el
río Jordán? Una voz había descendido del cielo, diciendo: “Este es mi hijo
amado, en quien tengo complacencia” (Mateo3:17); sin embargo, el Señor no
señaló a Satanás la palabra hablada de Dios. Una y otra vez, Él declaró: “Escrito
está”. Ahora bien, si el Hijo de Dios usó “escrito está” para derrotar al
enemigo, ¡Cuánto más lo tenemos que hacer usted y yo! Cuando el temor sea adhiera
a su corazón o malos pensamientos llenen su mente, ¡cite Su Palabra escrita!
Oración
de hoy
Señor Jesús, gracias por mostrarme qué hacer cuando estoy bajo el ataque del diablo. Gracias por darme la espada del Espíritu, tú infalible, inamovible, y eterna Palabra, Tú vences cada miedo y cada malo pensamiento. Yo creo que tu Palabra es mi segura defensa. Amén.
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