PERMANECE QUIETO. Capítulo 13 del libro "Vive una vida dejando ir" de Joseph Prince
El capítulo doce de Éxodo
cuenta la historia de cómo, después de más de cuatrocientos años en Egipto, los
hijos de Israel fueron finalmente liberados en la noche de Pascua. Faraón se
había negado obstinadamente a liberar al pueblo de Dios de la esclavitud a
pesar de las repetidas advertencias. Pero en la décima y última plaga, cada
hijo primogénito en la tierra de Egipto fue muerto, y esa misma noche, Faraón
ordenó a Moisés que saliera de Egipto con los israelitas.
Pero cuando faraón
recibió la noticia que todos los israelitas realmente se habían ido de Egipto,
su corazón se endureció y lamentó haber liberado a los israelitas de la
esclavitud. Movilizó todos sus carros, jinetes y tropas, y fue tras los israelitas
que huían, empeñado en mostrarles quiénes eran sus amos.
¿Te imaginas cómo debieron
haberse sentido los hijos de Israel? Apenas habían saboreado la libertad y
ahora los antiguos amos que los esclavizaron los perseguían con toda la fuerza
del ejército de faraón. Probablemente recordaron los constantes azotes y
castigos brutales que habían sufrido durante años al ver los carros de guerra y
las tropas rugían cada vez más cerca, acercándose para matarlos. Cuando estaban
en este punto en su viaje, no había escapatoria. Detrás de ellos, el ejército
despiadado estaba a punto de atacar, y tendido frente a ellos una tumba acuosa,
era el Mar Rojo. Parecía que estaban condenados.
Aterrorizados, clamaron
al Señor y se quejaron con Moisés: “¿No había sepulcros en Egipto, que nos has
sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros,
que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto,
diciendo: Déjanos servir a los egipcios?
Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el
desierto” (Éxodo 14:11-12).
Cuando Moisés fue
confrontado por las tropas enemigas con la intención de vengarse de los
Israelitas, habrías esperado que él guiara al pueblo a tomar las armas que
tenían para poder defender a sus familias. Sin embargo, mira qué sucedió:
Éxodo 14:13-14 (negrillas
mías) Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación
que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto,
nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros
estaréis tranquilos.
Los hijos de Israel se
quedaron quietos. Y la columna de nube que los había conducido al desierto se
movió detrás de ellos y se interpuso entre ellos y el ejército egipcio. Como
tal, los enemigos de Israel no pudieron acercarse a ellos en toda la noche.
Pero Dios no solo detuvo a los enemigos de Israel. El intimidante mar que había
bloqueado su camino se partió en dos cuando Dios abrió el Mar Rojo para Su
pueblo.
Qué espectáculo debió
haber sido ver las aguas del mar dividiéndose y ser retenidas como paredes a
cada lado para que los israelitas caminaran “en medio del mar en tierra seca” (Éxodo
14:22). Sin embargo, una vez que se levantó el pilar de nube, los enemigos de
Israel determinaron ir detrás de los israelitas y continuar su feroz persecución.
Todos los caballos, carros y jinetes de faraón fueron tras los Israelitas en el
camino seco que se había abierto en el Mar Rojo. Algunos de los israelitas pudieron
voltear y ver al formidable ejército que los seguía de cerca y desesperarse.
Pero no necesitaban hacerlo, porque Dios estaba firmemente en control.
La Biblia nos dice cómo
Dios puso al ejército egipcio en un estado de confusión e hizo que sus carros
fueran difíciles de manejar. Los egipcios mismos reconocieron que el Señor
estaba luchando por los israelitas (ver Éxodo 14:24-25). Finalmente, cuando
todos y cada uno de los israelitas cruzaron al otro lado del mar, el mismo mar
que se había dividido para ellos cubrió al gran ejército de Egipto que los
seguía y lo destruyó. Ni siquiera uno de los enemigos que los israelitas habían
temido tanto solo unas horas antes, sobrevivió.
Tu
Dios pelea por ti
Amigo mío, quizá el Señor
te había rescatado de una situación, pero ahora te encuentras atrapado en otra
dificultad que hace que tu situación anterior se vea fácil. Quizá estés en una
situación en la que parezca que has quedado atrapado y no hay salida. Tal vez
tomaste algunas malas decisiones y ahora parece que no puedes libérate de
ellas. Puede ser que estés en una atadura financiera, y todas las opciones que
has explorado parezcan conducir a callejones sin salida. O tal vez has sido
empujado a una esquina, y cualquier decisión que tomes en un área probablemente
tendrá un efecto perjudicial en otra área. Si es así, quiero que sepas que la
situación no ha terminado. Dios todavía puede cambiar las cosas para ti, tal
como lo hizo para los hijos de Israel.
No tienes que temer a los
problemas en tu mañana porque tienes un Dios que va delante de ti para guiarte
y despejarte el camino. No tienes que temer a los ataques que vienen detrás de
ti porque el Dios de Israel también es tu retaguardia (ver Isaías 52:12).
Incluso si parece que hay
enemigos y desafíos por venir contra ti desde todas direcciones, no tienes que
temer. El Señor puede preparar una mesa delante de ti en presencia de
tus enemigos (mira Salmos 23:5). El Mar Rojo no desapareció, así como tus
problemas no simplemente se desvanecerán. Pero incluso si te enfrentas con un
mar de problemas, el Señor puede abrir ese mar para ti. ¡Tu parte es quedarte
quieto y ver la salvación del Señor!
No
tienes que temer a los problemas de tu mañana porque tienes un Dios que va
delante de ti para guiarte y despejarte el camino.
La palabra hebrea para
salvación es Yeshua. Entonces, en Éxodo 14:13, la Biblia está diciendo
quedarte quieto y ve a Jesús. Fija tus ojos en Él y no en tus
desafíos. Deja que tu mente se establezca en Su bondad y fidelidad. Consigue
sermones que revelen a Jesús. Escúchalos día y noche, porque sólo contemplando
a Jesús, las aguas se partirán delante de ti. Solo con contemplar a Jesús,
saldrás de tu Egipto.
La gente del mundo exclama:
“¡No te quedes ahí parado, haz algo!” Cuando ellos se quedan quietos, nada
pasa. Pero tú no eres del mundo. Tú eres un creyente en nuestro Señor Jesús, quien
ha dado su vida por ti. Cuando te quedas quieto en Él, poniendo tu
confianza en Él, ¡Él pelea tus batallas por ti! Incluso cuando parece que no hay
un camino para un avance en tu negocio, tus finanzas, tu salud, tu matrimonio o
en tu vida como padre, no permitas que tu corazón se turbe.
Los hijos de Israel se
adentraron en medio del mar en tierra seca. Yo estoy creyendo contigo
para que se abra la tierra seca en medio de cualquier situación aparentemente
imposible en la que puedas estar. Estoy creyendo contigo para que el Señor
mismo peleé por ti. ¡Estoy creyendo contigo porque ese ejército de problemas
que piensas que te va a destruir sea completa e irrevocablemente destruido en el
poderoso nombre de nuestro Señor Jesús!
De esto se trata la vida
de dejar ir. De quedarse quieto y permitirle a Él pelear tus batallas. Se trata
de dejar ir y permitir que Su abundante provisión fluya. Nuestra preocupación
no puede añadir ni siquiera un codo a nuestra estatura, pero nuestro confiar en
Él puede resultar en milagros. No estoy diciendo que debas acurrucarte en la
cama todo el día y no hacer nada. En medio de tu tribulación, quédate quieto interiormente
y ve al Señor pelear por ti.
La
preocupación no puede agregar ni siquiera un codo a nuestra estatura, pero
confiar en Él puede resultar en milagros
Sé que esto va en contra
de todo lo que está en nuestra naturaleza humana, pero eso es precisamente por
qué estoy escribiendo este libro: ¡La vida de dejar ir va contra la corriente
de la naturaleza humana! Nuestra naturaleza humana es responder, luchar,
discutir y estar en un estado de estrés, agitación e inquietud. Pero los
caminos de Dios son mejores. Sus caminos son caminos de paz-shalom y quietud, ¡y
oro para que comiences a caminar en ese shalom hoy!
Las
bendiciones de Dios son prácticas
El Señor es tan práctico
en la forma en que Él provee para nosotros. Mira cómo proveyó para los hijos de
Israel en medio del árido desierto. Cuando tuvieron hambre Él envió tantas
codornices que cubrieron el campamento. Él también envió maná del cielo para
alimentarlos (ver Éxodo 16:13-15). En otra ocasión, cuando tenían sed, le dijo
a Moisés que golpeara una roca con su vara y salió agua para que la gente la
bebiera (ver Éxodo 17:6).
Dios no envió oro o
piedras preciosas cuando los israelitas tenían hambre y estaban sedientos. Él
salió a su encuentro en su punto de necesidad, entonces puedes confiar en Él
hoy para que Él provea prácticamente para tus necesidades. Si tú estás
confiando en Él por una mejor clientela o para que te guíe a más negocios, Él
puede hacer que sobrenaturalmente se abran puertas de oportunidad para ti. Si
un particular flujo de ingresos se ha secado, o quizá necesites creatividad e
ideas que fluyan para ese próximo proyecto o campaña comercial, el Señor puede
causar que lo que tú necesites fluya de fuentes inesperadas. Pon tu confianza
en Él, y Él va a proveer mucho más abundantemente de todo lo que pidas o pienses
(ver Efesios 3:20)!
Pon
tu confianza en Él, y Él proveerá mucho más abundantemente de todo lo que le
pidas o pienses.
Confía
en el Señor, no en tus esfuerzos
Pero hay otra verdad que
quiero resaltar aquí. Solo imagina si los israelitas hubieran tratado de buscar
su propia comida. ¿Cuántas codornices crees que habrían atrapado en el
desierto? Del mismo modo, ¿cuánta agua piensas que Moisés podría haber obtenido
si hubiera andado por ahí tratando de sacar agua de las rocas todo el día?
Lo que quiero que veas es
esto: Mientras que es importante que hagamos nuestro mejor esfuerzo y seamos
excelentes en todo lo que ponemos nuestras manos, nuestra confianza y dependencia
tienen que estar en el Señor, y no en nuestro arduo trabajo y esfuerzo.
Nuestras bendiciones no dependen de la economía, del estado del mercado
inmobiliario o del mercado de valores. Dios puede bendecirnos en medio de
nuestro desierto y Él puede bendecirnos en presencia de nuestros enemigos. Pero
si nuestra dependencia está en nosotros mismos y no en Él, ¡podemos golpear o
exprimir rocas todo lo que queramos y lo único que fluirá es nuestra propia
sangre!
Si
bien es importante hacer nuestro mejor esfuerzo y ser excelentes en todo lo que
hacemos, nuestra confianza debe estar en El Señor.
No
sudarás
Déjame mostrarte algo
interesante acerca de las instrucciones de Dios a Sus sacerdotes en el Antiguo
Testamento:
Ezequiel 44:17-18 Y
cuando entren por las puertas del atrio interior, se vestirán vestiduras de
lino; no llevarán sobre ellos cosa de lana, cuando ministren en las puertas del
atrio interior y dentro de la casa. Turbantes de lino tendrán sobre sus
cabezas, y calzoncillos de lino sobre sus lomos; no se ceñirán cosa que los
haga sudar.
A los sacerdotes no se
les permitía ceñirse con nada que causara sudor. En este momento,
déjame declararte, ¡que no sudarás! Si hay un área en tu vida donde no ves la
manifestación de las promesas de Dios, ¿puedo decirte que es porque estás
“sudando” y preocupándote en esa área? Dios quiere que Sus sacerdotes usen
turbantes de lino porque Él no quiere que nuestras cabezas suden con
inquietudes y preocupaciones. Deja de preocuparte. Él alimenta incluso a las
aves del cielo y viste los lirios del campo. Él cuidará de ti. Puedes descansar
tu mente y dejar de permitir que la ansiedad dicte cómo vives tu vida. Deja de
aferrarte a todas tus preocupaciones con tanta fuerza, ¡y déjalas ir a las
manos amorosas de tu Salvador!
Cada vez que el enemigo
viene a ti y te demanda: “¿Qué vas a hacer al respecto?” ¿Sabes cómo debes
responder? Cuando el acusador de los hermanos exige saber qué vas a hacer sobre
esa situación en la iglesia, o ese conflicto en el trabajo, o con los problemas
de comportamiento de tu hijo, dile esto: “¡No voy a preocuparme por esto! Mi
Señor Jesús se va a encargar de esto”. ¿Amén?
Una vez más, permíteme
clarificar que estoy hablando de un descanso interno. Yo predico
múltiples servicios cada semana. A veces, cuando hablo en conferencias, tengo
que predicar varias sesiones en diferentes lugares el mismo día. Si pongo la
demanda en mí mismo, estaría completamente agotado en poco tiempo. Pero he
aprendido a descansar y a permitir que el Maestro se haga cargo. A veces,
mientras dirijo a la iglesia antes de predicar, le digo al Señor: “Señor Jesús,
hoy eres mi orador invitado. ¡No puedo esperar a escuchar lo que tienes que
decir a la gente!” Honestamente (y por favor debes saber que no digo esto con
orgullo), hay momentos en que tengo ganas de tomar notas sobre lo que estoy
predicando porque sé que no hay forma de que se me ocurran esas revelaciones:
¡Él se hace cargo mientras yo descanso! Eso hace el ministerio muy divertido: No
depende de mí ¡Todo depende de Jesús!
Redimido
de sudor
¿Sabes cuál es la primer
área de la que nos redimió nuestro Señor Jesús? Antes de que Él nos redimiera del
pecado en la cruz, antes de que fuera al lugar de flagelación y cargara
nuestras enfermedades, incluso antes de ser arrestado, primero derramó Su
sangre por nosotros en el huerto de Getsemaní.
El evangelio de Lucas
registra lo que sucedió: “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su
sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). Los
médicos nos dicen que es posible que los vasos sanguíneos capilares que
alimentan las glándulas sudoríparas se rompan cuando uno está en condiciones de
estrés físico o emocional extremo, causando que exuden sangre. Esta condición
es conocida como hematidrosis.
Creo que el primer lugar
de donde nuestro Señor Jesús derramó sangre fue en su frente. Ahora, ¿por qué
es esto significativo? Porque lo que trajo el primer Adán en el primer huerto
tuvo que ser terminado en otro huerto por el postrer Adán. Cuando Adán cayó,
Dios le dijo: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:19). ¡Entonces
el que Jesús sudara grandes gotas de sangre de su frente significa que hemos
sido redimidos del estrés en nuestras mentes! ¡Aleluya! ¡Somos redimidos del
estrés, de la ansiedad y de todo pensamiento opresivo y mentira paralizante que
atormenta nuestras mentes!
En hebreo, la palabra
para sudar es ze'ah. La palabra raíz de ze'ah es zuwa',
que significa “temblar, estremecerse, convulsionarse, estar aterrorizado” o “agitado
(como con miedo)” o “afligido, impaciente”. En otras palabras, el sudor implica
agitación y estar enfadado. Incluso si no estas temblando físicamente, podrías
estar temblando en tu mente. Podrías estar acostado despierto por la noche,
molesto y preocupado por el futuro y preguntándose, ¿y qué pasa si…? Esto es
sudar en tus pensamientos y esta es la primera área de la cual Jesús nos ha
redimido con Su sudor mezclado con sangre cayendo de Su frente.
Hay una cualidad
redentora en la sangre de Cristo. El momento en que el sudor del Hijo de Dios se
mezcló con su sangre, nos redimió a todos de la maldición de sudar. No me estoy
refiriendo al sudor físico. Estoy hablando de un trabajo que está lleno de
estrés y problemas pero sin resultados. Estoy hablando de trabajar duro y
luchar. ¡Nosotros podemos trabajar pero estando relajados! Deja que el mundo sude.
Deja que el mundo se una a la carrera desenfrenada y extenuante por competir.
Tú puedes trabajar sin estrés y disfrutar de tu Salvador. ¡No sudes con afán!
Podemos
trabajar pero estar relajados. Podemos trabajar sin estrés y disfrutar de
nuestro Salvador.
La Biblia también dice
que Su sangre cayó a tierra. Leemos en el libro de Génesis que la tierra en el
jardín del Edén estaba maldita (ver Génesis 3:17). Pero cuando la sangre que
redime cayó a la tierra en otro huerto (Getsemaní), la tierra fue redimida de
la maldición para aquellos que creen en Él, por lo tanto, ¡la tierra que pisas
es tierra redimida, tierra bendita, tierra de gracia!
Una
palabra para aquellos que están creyendo a Dios por un hijo
Si estas creyendo a Dios
por un hijo, quiero compartir esto contigo: Cuando el Señor visitó a Abraham y a
Sara, y le dijo a Abraham: “¡Volveré a ti por esta época el próximo año, y tu
esposa, Sara, tendrá un hijo!” (Génesis 18:10 NLT). Sara estaba espiando desde
la puerta de la tienda y se rio dentro de sí misma, diciendo: “¿Después que he
envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” (Génesis 18:12, negrillas mías).
El Señor dijo que Sara
tendría un bebé. Ella debió decirse a sí misma, “¿Voy a tener un bebé a esta
edad?” Pero ella no dijo eso. Ella dijo: “¿Tendré deleite?” Verás, ella ya no
estaba mas preocupada por tener un bebé. Ella estaba más interesada en el proceso.
Durante años, Abraham y Sara intentaron tener un bebé, pero no hubo resultado.
Sin embargo, cuando Sara ya no estaba enfocada en producir y estaba más
interesada en tener deleite con su esposo, su gran avance vino.
Un reconocido ginecólogo que
asiste a mi iglesia en Singapur compartió conmigo como muchas parejas que están
tratando de concebir terminan haciendo que el matrimonio se vuelva laborioso y
estresante. Estas parejas monitorean sus “períodos fértiles” tan de cerca que
se ponen bajo mucha presión. Algo que fue dado por Dios para ser precioso,
íntimo y hermoso se convierte en un laborioso “sudor”, y a menudo no hay
resultados.
Pero muchas veces, cuando
estas parejas dejan de estar estresadas por concebir un hijo y se olvidan de
examinar los ciclos mensuales, por ejemplo, cuando van a unas vacaciones y
disfrutar de la compañía el uno del otro sin el estrés de producir un bebé,
¡regresan y descubren que han concebido!
Bendecida
con un bebé
Permítanme compartir con
ustedes este precioso informe de alabanza que Felicia, de Canadá, me envió:
Después
de tres años de matrimonio, mi esposo y yo comenzamos a creer a Dios por un
bebé. En nuestro cuarto año, descubrimos que estaba embarazada. Sin embargo, yo
sufrí un aborto espontáneo y quedé devastada.
Amigos
a mi alrededor estaban teniendo hijos y el enemigo ponía pensamientos negativos
en mi mente: ¿alguna vez será mi turno? Solo olvídate de tener un hijo, no está
en mi destino. ¿Cómo podría el Dios que adoro hacerme esto a mí? Estos pensamientos
corrían en circulo en mi mente, y yo me desgarraba.
Un
día, leí la inspiración diaria de Gracia del pastor Prince para el día y
aprendí esta frase: Yo no puedo, pero Dios puede. Esto me ayudó a dirigir mis
preocupaciones, ansiedades y miedos a Aquel que podría hacer algo acerca de mi
situación.
Cada
vez que llegaban pensamientos negativos, yo decía: Yo no puedo, oh Señor, solamente
Tú puedes. Ayúdame a tener hijos para tu gloria”. Después de eso, el buen Señor
me ayudó a superar mi siguiente embarazo y a tener el parto exitoso de un bendecido
bebé varón.
¡Estoy
agradecida con Dios y por cómo la Inspiración Diaria de Gracia para cada día me
inspira, alienta y fortalece cada vez que paso por un desafío!
Amado, sé que puede ser
algo muy desalentador si has estado intentando tener un bebé por un tiempo.
Quizá hayas probado todos los métodos que conoces, pero tu situación aún no ha
cambiado. Felicia compartió que dirigió sus preocupaciones, ansiedades, y
temores a Aquel que podría hacer algo con su situación. ¿Puedo alentarte que
hagas lo mismo que hizo Felicia? ¿Puedo alentarte a que te quedes quieto y veas
la salvación del Señor?
En lugar de estar
estresado por tu situación, medita en cómo la preciosa sangre de Cristo te ha
redimido del estrés. Deja ir tus preocupaciones y ansiedades al Señor. El Señor
te ama. No tienes que luchar, ¡tienes un Dios que pelea por ti! Incluso si algo
devastador te ha sucedido en el pasado como pasó con Felicia, no dejes que tu
miedo te impida confiar en el Señor. No permitas que tu pasado te paralice de
entrar en Sus promesas para ti hoy. El Señor te dice:
Isaías 43:18-19 No os
acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He
aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos
en la soledad.
No
permitas que tu pasado te paralice de entrar en Sus promesas para ti hoy.
Lo que sea que haya
sucedido en el pasado, cualquier dolor o desilusión que hayas experimentado, oro
para que Él te dé la gracia de olvidar las cosas pasadas porque Él se está
preparando para hacer algo nuevo en tu vida.
Tal vez no es un bebé
físico por el que has estado creyendo, pero tienes un sueño que estás esperando
que suceda: Tener su propio automóvil, un compañero de vida, el comienzo de
algo, un ministerio que Dios ha puesto en tu corazón. Lo que sea por lo que
estés confiando en Dios, quédate quieto y mantén tus ojos en el Señor Jesús. Y
no esperes hasta que veas la manifestación de Su promesa para regocijarte. “¡Canta,
oh estéril!”, declara la Biblia (Isaías 54:1). Descansa y regocíjate en Su obra
finalizada, incluso cuando las cuentas estén todavía mirándote a la cara,
incluso cuando todavía ves ese informe negativo. ¡Estalla cantando y alabando a
Dios aun cuando aún no hayas visto los resultados deseados todavía! Y entonces
prepárate para tu milagro. Dios está por hacer caminos en el desierto y traer
ríos en la soledad para ti. ¡Él hará un camino donde parece no hay camino!
Simplemente Gracias amado Dios por tamaño e inconmensurable amor, y gracias amado Sr Jesús por tamaña entrega! No es que lo haya alcanzado ya, pero me extiendo aL supremo llamamiento con la certeza de que sus promesas son en el SÍ y en el AMÉN
ResponderEliminar