CARTAS ENTRE CREYENTES EL DÍA O TIEMPO DE LA VISITACIÓN Por Juan Luis Molina
De: juanluis.molina
Para: mirasoloaDios
Asunto: El Día de la Visitación
Fecha: Lunes, 3 Diciembre 2012 09:58:42 -0100
Asunto: El Día de la Visitación
Fecha: Lunes, 3 Diciembre 2012 09:58:42 -0100
Lucas 19:41-44 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado…y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
Queridos hermanos, hoy es el Tiempo de Nuestra Visitación. En Cristo, cuando el Padre nos muestra vívidamente cualquier asunto Suyo de lo Alto, se produce en nosotros, los miembros de Cristo, una "elevación" somos literalmente transportados a la diestra del Padre. Dios ha escrito con Su Dedo que, a todos los hombres y mujeres que han llegado a nacer aquí, en este mundo caído, todos, desde el más chico al más anciano, todos han tenido Su Día de Visitación con Dios. Y, ¿cuál es ese día? ese día es aquel que a nuestro Dios Le sirve para exponerse a solas con el hombre “Cara a cara”. Aunque esto suene un tanto extraño, es más sencillo de lo que parece. A todos los hombres está “obligado” en amor nuestro Dios y Padre a extenderle Su salvación. No hay nadie que llegue a este mundo y que no haya tenido el "Día de Su Visitación". En el Día de la Visitación, Dios ha hecho y hace Su pacto particular con el individuo, y le expone Su invitación a la salvación con Él. Este día puede mantenerse muy vivo en la memoria del individuo, y puede también perderse y desaparecer del pensamiento del visitado, pero cuando el hombre vuelva "Cara a cara" a presentarse delante de Dios, ese individuo será recordado, y se le avivará la memoria perdida, por el poder del Espíritu Santo.
Si esto es verdad, entonces, ¿has tenido tú, ya, el Día de tu particular Visitación? ¿A quién está Dios visitando en este preciso día y momento? Debemos ser cuidadosos con todo esto, pues, ese día, que Él escoge y no tú, es el día en que Dios te explica lo que espera de ti y cuál es tu salvación: En lo que quiere que te ocupes con las herramientas y armas que te ofrece. Claro que hay muchos que ya fuimos visitados, y pura y simplemente se nos olvidó la explicación de Dios, y cambiamos o canjeamos nuestra "primera ocupación", por cualquier cosa "preciosa" a nuestros ojos, que nos ofreció el mundo. Aun así, la salvación del visitado permanece intacta, porque de parte del Padre, se cumplirá todo lo que en el día de tu visitación te había prometido. Aunque tú te olvides de Él, Él jamás se olvidará de Sus visitados. Pero no siempre Su Visitación se dio como en el Tiempo de la Gracia, como sucede en este día y hora, hasta el Rapto. No hermano mío, ¡No! Dios ha concertado Su Salvación para con todos los hombres dependiendo de la administración en la que cada uno se halla vivido. En la administración de la Ley, por ejemplo, cada uno tenía que ganarse esa salvación por sujetarse a esa Ley. Dios le ha dado a cada uno Su Propia Salvación, la que Él quiso y con él se propuso, en cada Administración. Así, pues, a las Naciones o Gentiles los visitó (a cada uno) y los visitará cuando acabe este tiempo de Gracia con Su salvación particular, y tendrán que "temer a Dios"; con Israel (a cada uno de Su Pueblo) concertó otra diferente salvación, debajo de la ley; y solo con Su Iglesia concertó "EN GRACIA" toda Su salvación con Él.
Todo esto es verdad, y lo ha escrito Dios no solo en Su Palabra escrita, sino también en la vida de Cristo que ahora vive su vida en ti, si tú estás haciendo lo que el Padre espera de ti, desde el día de tu visitación. Todo esto es cierto, y lo cierto es que, aquellos que se olvidan de lo que concertaron con Dios, en aquel día, se pierden la "elevación" de vivir ahora con Cristo, en Cristo y por Cristo, en los lugares celestiales con el Padre.
Y es tremendo el momento cuando nuestro Abba Padre nos recuerda el Día de Su Visitación. Hay muchas cosas escritas en las tablas de piedra de nuestro corazón que se "avivan" en un instante y nos elevamos literalmente con Dios. En el día que Dios visita al hombre nos transporta literalmente a Su Diestra, nos enseña que es nuestro Padre, y que, si queremos, mediante Cristo, nunca nos separemos. Eso sucede porque es Cristo quien ahora vive su vida por nosotros.
Hay veces que vemos muy claro Su llamamiento y propósito en nuestras vidas, y bien sabemos cuál es la buena, perfecta y agradable voluntad de Dios. Pero también hay veces que nos vemos robados de ver claramente este propósito. Sin embargo, hasta cuando "no lo vemos" se mantiene firme en Su puesto Cristo en nosotros desde el día de la visitación, y luego, cuando clamamos al Cielo en medio de nuestra ceguera, sucede de repente que nos toma otra vez en Sus brazos, y no cuenta para nada el tiempo que pasamos sin verlo. En Cristo nos parece ahora que se pasó todo en "un abrir y cerrar de ojos".
La sabiduría de Dios viene empapada solamente en Cristo. Si por la sola fe dejamos vivir a Cristo en nosotros, entonces corre la Vida Eterna en todo lo nuestro; si no es así, y es nuestra energía propia la que cargamos andando, entonces no hay sino solo "sombras de muerte" cercándonos en nuestro interior y exterior.
Solo hay estos dos mundos: el de la carne y el que es del espíritu, y estos dos mundos nos "reclaman" y nos "demandan" para que sirvamos de RECIPIENTES O VASOS que contengan y desborden la vida de cada uno. Así como los cántaros llevan el vino, así nos reclama el Padre, porque somos Sus hijos, para que transportemos a Cristo; y también nos reclama Satanás, porque nos escapamos de sus manos y desea ardientemente que no abandonemos su reino, el cual es "este mundo", para que sigamos viviendo como sus bestias de carga. Si en nuestro recipiente cargamos a Dios y Su Cristo, todo se sujeta al poder de Dios. Es el poder o energía que hizo, formó y creó Dios de nuevo en la resurrección. Hubo poder envuelto en la resurrección, y ese mismo poder o energía de lo Alto nos envuelve del todo si Cristo nos reviste del todo delante de Dios.
¡Sí! es tremendo el Tiempo de la Visitación de Dios, a puerta cerrada con cada hijo Suyo. El día que Dios nos visita nos convida (demanda) a vivir ya en Vida Eterna. Lo primero que nos explica es precisamente cómo mantenernos en pie, y en lo que tenemos que ocupar todo lo nuestro. Siempre es Cristo quien debe ser mantenido en pie en nosotros por la fe sola, y esta fe no es nuestra, sino que es don de Dios en Jesucristo. Solo Cristo debe ocuparlo todo, en sustitución de nosotros.
"La vida eterna es que te conozcan a Ti", dijo nuestro Señor Jesucristo. El espíritu de Cristo corriendo por nuestras venas nos inyecta el conocimiento del Padre a toda hora y en todos los momentos. Y así sucederá hasta el Día de Cristo. Así de fácil y así de sencillo. Muchas veces lo que ocurre (cuando no lo vemos) es que, en vez de dejar correr Su vida natural como lo haría un niño sin esfuerzo alguno, queremos aportar algo nuestro también, porque pensamos que nos confirmará mejor así Dios Sus promesas y Su sabiduría. Pasamos demasiado tiempo "negociando" con Dios, hasta que por fin con Él llegamos a "un acuerdo". El acuerdo siempre acaba con "Lo Que Él Dice". Siempre es mejor redimir el tiempo que pasarnos en la vida intentando negociar con Él, y si recordamos que todo acabará como Él solo lo dispuso, nos guardará en esa tentación del "esfuerzo" y redimiremos el tiempo.
Pero cuando la vida de Cristo está corriendo por nuestras venas, este es el tipo de agradecimiento que nos sale cerca del Padre: “¡Gracias Padre! Tenemos en Tu Presencia la misma justicia de Cristo, su misma autoridad y fuerza, el mismo brillo de sus ojos, el mismo anhelo de su corazón y su misma sabiduría”. Cuando recibimos y creemos con mansedumbre lo que Dios dice que somos y tenemos, todas las cosas se sujetan a nuestros pies, como se sujetan a los pies de Cristo. Lo vea yo o temporalmente ande ciego, de aquí no me muevo. Porque “por fe andamos, no por vista”. Reconocemos que sólo Tú Dios, has hecho los cimientos de esta casa, que prevalece y no se inmuta en medio de las tormentas y vientos huracanados. ¡Padre nuestro, que a través de Cristo moras en nosotros, ¡cómo gemimos a una con Tu Creación por nuestra eterna redención!, ¡ordena ya Padre de una vez por todas que cesen las tormentas y los rayos, y los vientos huracanados, y llévanos a Casa sin "este fardo de carne", como prometiste y cuanto antes!
Esto es un ejemplo de lo que clamamos cuando Cristo está viviendo en nosotros, y tenemos verdadero pánico que el "viejo hombre" vuelva a tomar los comandos del barco, pero el espíritu nos repite que eso ya no podrá más suceder. El Capitán nuevo lo tiene todo en Sus manos desde el día en que le dimos el señorío, y siempre nos repite que eso sucede, tanto si "lo vemos," como si "no lo vemos" nosotros.
El problema de nuestra temporal ceguera es que tratamos de "verte", o "conocerte" a Ti por cualquier otra justicia, por cualquier juicio que antepongamos nosotros, y no el que Tu nos explicas en el día de Tu Visitación. Pero cuando al fin reconocemos lo que nos aclaras Tú, cesan todas nuestras "aportaciones" y nos volvemos como los niños. Porque nadie "verá, conocerá, guinosco," nada del Padre ni de Su Cristo, sin volverse así como los niños. Lo dijo mi Señor Jesucristo y nos lo repite ahora Su espíritu divino. Su espíritu divino viviendo en nosotros trae consigo el poder y energía de la resurrección.
Nosotros los miembros del Cuerpo, somos como las piedras del Templo de Dios. Primero que nada y para conocer todas Sus cosas, exige Dios que nos revistamos del todo, como "las piedras del templo".
Primero había que revestir las piedras del Templo como el Espíritu Santo quería, y en Sus instrucciones ordenó que cada piedra de Su Templo debía ser cubierta con Madera de Cedro primero, y a seguir, después, la propia Madera de Cedro debía ser recubierta de "oro." Así eran vestidas las piedras antes de ser puestas en el Templo. Así se revestían cada una antes de encuadrarlas en Su Casa - Solo en un templo cuyas piedras han sufrido esta transformación, habita Dios.
A los ojos de Dios, solo Su "oro refinado" es lo que se podía ver. Su oro refinado es Cristo resucitado e impartido en cada uno de Sus hijos. A Sus ojos, de nosotros, solo permanece Cristo; todo lo demás nuestro está sepultado a Sus ojos. Aun incluso la Madera de Cedro que "nos envuelve" tampoco la ve Dios. La Madera de Cedro representa la Cruz y todos los sufrimientos y todos los méritos logrados en ese "madero" sobre "las piedras". ¡Y todas y cada una de las "piedras" en Su Templo se hallan así duplamente revestidas!
Escribió E.W. Bullinger:
“Ser hallado en él”.
Esto se explica cómo no teniendo nuestra propia justicia, sino la que es por la fe de Cristo, “la justicia que es de Dios por la fe”.
Vestidos de esta justicia, nada de nosotros mismos es visto o considerado por Dios. Es como las piedras del templo, fueron cubiertas primero con madera de cedro, y la madera de cedro fue cubierta con oro. A continuación, se añade, “no se veía la piedra”. Estas palabras no debieran ser necesarias ni siquiera por gramática, o por lógica, pues ¿cómo podía ser vista la piedra si estaba doblemente cubierta? ¡No! las palabras se añadieron amablemente para enfatizar lo que ilustran por comparación, y para recalcar en nuestra mente el bendito hecho de que, cuando somos cubiertos con la justicia de Cristo no hay nada que sea visto de nosotros mismos en nuestra posición delante de Dios. Estamos efectivamente “en los lugares celestiales en Cristo”, y somos hermosos en toda Su hermosura, perfectos en toda Su perfección, aceptados en todo Su mérito, tan justos como Él es justo, sí, es cierto, tan santos como Él es santo, y tan amados como Él es amado. Todo esto está incluido en estas palabras: “ser hallado en él”.
¡Oh Dios mío! si tan solo comprendiésemos esto, se nos abrirían los cielos de par en par en este mismísimo momento, y no estoy exagerando, porque es ciertamente lo que sucede cuando nos revela Dios lo que significa que estamos sentados en lugares celestiales, en la justicia, los méritos, el sacrificio y todos los demás atributos que corresponden a Jesucristo primero, y primeramente en su Cruz. Esto es ciertamente Palabra Divina, y también es cierto que todos van a conocer "lo que falta de las aflicciones de Cristo" es decir, lo que falta por conocer, en cuanto al alcance y logro de Sus aflicciones.
Recuerda que, la piedra siempre está recubierta de madera de cedro, aunque lo que se halla a la vista del Padre sea solo Cristo, Su Oro refinado. El espíritu que ha puesto Dios en ti te enseñará toda la Verdad, y en Su revelación "conocerás por experiencia propia" que tú estabas en la misma Cruz con Él aquel día que fue crucificado. Te verás sin duda alguna con Él crucificado - literalmente, sin que puedan tus sentidos contradecirlo. Y solo después de pasar por esa experiencia, a solas con el Padre y mediando, entre tú y Él, solo en Cristo o Su espíritu, es que "entenderás" cómo verdaderamente "ascendiste" también con Él al Padre y fuiste recubierto de oro.
Cuando por fin se reposa a la Diestra del Altísimo, revestidos de la justicia que nos proporcionó Dios, da comienzo aquel "destilar de sabiduría" de lo Alto, es decir, se nos da a conocer a Dios y a Su Cristo, y asistimos en primera fila a TODO EL ESPECTÁCULO del Cielo, la morada de Dios y de Su Cristo.
Todo esto es verdad, y lo ha escrito Dios no solo en Su Palabra escrita, sino también en la vida de Cristo que ahora vive su vida en ti, si tú estás haciendo lo que el Padre espera de ti, desde el día de tu visitación. Todo esto es cierto, y lo cierto es que, aquellos que se olvidan de lo que concertaron con Dios, en aquel día, aunque ya sean salvos, no obstante se pierden la "elevación" de vivir ahora con Cristo, en Cristo y por Cristo, en los lugares celestiales con el Padre.
En Su amor,
Juan Luis Molina
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Ohh!!! que hermoso comentario hermano Juan Luis y es que no son mas que la Palabra expresada en palabras por Ethelbert, y Juan Luis en este caso, guiados por el Espíritu.
ResponderEliminarDeberíamos conocer en nuestro día lo que es para nuestra paz, el permanecer sin perturbación creyendo la Palabra de Dios, esto es comunión, verdadera y real relación espiritual con Dios. Conociendo y siendo entendidos de cual es Su voluntad y por lo tanto respondiendo al propósito de la Visitación.
Todos desde el día en que Dios hizo, formó y creó al hombre Su deseo fue dirigirse a su pueblo, Su porción, los siervos obedeciendo a las tablas de la ley y luego a Su Iglesia, los llamados, sus hijos, donde el favor inmerecido de Dios, Su gracia, estuvo está y estará en "las tablas del corazón" hasta el retorno de nuestro Señor Jesucristo y todo por la fe sola.
Ya no somos siervos obedientes a mandamientos, ordenanzas, estatutos, leyes y preceptos,muchas cosas a pagar mediante obras para lograr la paz.
Ahora, y desde hace casi dos mil años, desde Pentecostés, somos hijos, pertenecemos a la "Administración Cristo" donde la ley imperante es el amor de Dios en Cristo Jesús, escrito en las tablas de nuestros corazones, los siervos no pueden se hijos, pero nosotros los hijos podemos ser siervos por amor en servicio a su Palabra.
Necesitábamos de la Gracia de Dios, no merecíamos nada, El por misericordia, nos Visitó, y nosotros los creyentes respondimos al supremo llamamiento de Dios, El quiere que todos sean sus hijos, obviamente no todos lo son.
Incrédulos: estén atentos al día o el tiempo de la Visitación, dispongan vuestros corazones, porque los designios de éste, tu corazón, es de continuo hacer el mal. No lo digo yo lo dice la Biblia, " es malo y perverso mas que todas las cosas "
Convertíos ! ! disponed el corazón para conocer y ser entendidos de cual es la voluntad del Señor.
Procurad el entendimiento para poder "ser hallado en El" y no el acatamiento de reglas y reglamentos de las Altas Autoridades de negras vestiduras permaneciendo así a la ciudadanía de este mundo y su dios, Satanás. Emigrad.
Hay ciudadanía en los cielos, está disponible ! !
Pongamos la mira en las cosa de arriba y no en las de la tierra, seamos agradecidos y respondamos al día o al tiempo de la Visitación
En Su amor, Cacho