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Destinados para reinar. Por el Pastor Benjamín Lim (Singapur)



¡Muy buenos días! ¡Saludos especiales desde Singapur para todos! Muchísimas gracias por tan cálida bienvenida. Joseph Prince, mi Pastor en Singapur, desea hacerles saber que los ama mucho a todos vosotros y está tremendamente impactado de lo que está sucediendo en todo el ámbito de habla alemana con respecto a la extensión del Evangelio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Él está completamente seguro que esto que acaba de comenzar se irá extendiendo más y más en tamaño y en gloria. El motivo por el cual este ministerio irá creciendo más y más es porque está fundamentado en Jesucristo y su obra completa en la cruz y no en nuestros propios méritos o esfuerzos personales.

Hoy deseo compartir con todos vosotros una palabra especial de parte del Señor. Mientras estaba meditando esta mañana muy temprano sobre lo que deseaba compartirles, y leía en la Palabra lo que tenía preparado, el Señor me llevaba una y otra vez al pasaje que se encuentra en Romanos cap. 1 verso 16. Yo pensé para mis adentros: “pero... eso ya lo he predicado tantas veces Señor, es demasiado conocido, quisiera algo nuevo”. Sin embargo, el Señor insistió en que hable de este pasaje. Cuando llegué al templo esta mañana y me encontré con el Pastor Erich y le comenté el pasaje que tenía en mente compartir con la congregación, él me dijo que ese había sido precisamente el versículo acerca del cual él había predicado en la reunión de la noche anterior donde yo no había estado presente. Eso corrobora que es Dios quien está en este lugar y que desea por medio de su Espíritu Santo llevarnos al mismo tema una vez más. Vamos a ir a dicho pasaje:

Romanos 1:16
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.

Pablo no se avergonzó del Evangelio el cual es el Evangelio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Nosotros tampoco nos avergonzamos del Evangelio. Debemos saber que cuando una iglesia predica el Evangelio de la gracia de manera radical, habrá de experimentar persecución pues habrá personas a las que no les agrada escuchar este mensaje. Dichas personas se oponen al mensaje pues este acaba con sus propias obras de justicia y sus esfuerzos personales por tratar de conseguir las bendiciones de Dios. El Evangelio de la gracia está basado única y completamente en la obra completa de Jesús en la cruz. Es posible que las iglesias que predican el Evangelio de la gracia de manera radical experimenten una merma momentánea en sus congregaciones, pero... ¿sabes qué?... los tiempos de crecimiento están por llegar y ¡muy pronto! El asunto radica en que cuando exaltamos a Jesús la gente es atraída hacia Él.

No somos nosotros quienes debemos hacer algo para atraer a la gente, nuestra misión es exaltar a Jesús y la gente será atraída automáticamente hacia Él. De eso se trata precisamente el Evangelio de la gracia. ¡La gracia es una persona y no un tema solamente! Es por eso que el Evangelio se denomina más exactamente: Evangelio de la gracia. Mayormente cuando oímos la palabra “evangelio” la asociamos con las grandes cruzadas evangelísticas de Billy Graham por ejemplo. Pero el significado de esta palabra va mucho más allá de una campaña multitudinaria con algún predicador de renombre mundial. Evangelio significa: buenas noticias. ¿Quién no desea escuchar o recibir buenas noticias? Cada uno de nosotros deseamos recibir cada día buenas noticias ¿verdad? Son demasiadas las malas noticias que recibimos a través de la prensa y/o los noticieros televisivos. El mundo entero está sediento por escuchar buenas noticias. ¡Jesús nos trae buenas noticias! En otras palabras, el Evangelio trae buenas noticias para todos. Las buenas noticias del Evangelio no son que Dios nos da enfermedad, pobreza y/o escasez para que aprendamos a vivir en humildad. ¡Esa no son buenas noticias en absoluto! Buenas noticias serían que Dios hace un milagro en tu vida; que experimentas la salida de un apuro financiero; que tu cuerpo es sanado; que la iglesia crece y es un impacto positivo para la sociedad y el país donde resides; etc. ¡No se trata de lo que nosotros hagamos; de la estrategia o los dones del pastor; o cualquier programa humano que se nos pueda ocurrir! ¡Las buenas noticias del Evangelio están fundamentadas solamente en Jesús y su obra completa en la cruz y por eso se denomina: ¡el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo! El Evangelio es poder de Dios. ¡Hay poder en el Evangelio! Hay creyentes que nos acusan diciendo que predicamos el Evangelio de la prosperidad. Nosotros les respondemos diciendo que no predicamos el Evangelio de la prosperidad, sino que predicamos el Evangelio de Cristo el cual es asimismo el Evangelio de la gracia y donde ese Evangelio es predicado, el bienestar, la sanidad, y la prosperidad en todos los aspectos de la vida humana son los resultados automáticos de dicha predicación.

Cuando llegué aquí a Suiza, vuestro Pastor me llevó a conocer algo de este hermoso país. Estuvimos en Zúrich y pude escuchar algo de la historia del reformador suizo Zwingli que vivió entre los años 1484 y 1531 y que fue contemporáneo del reformador alemán Martín Lutero. Dicho sea de paso, creo que Alemania y Suiza son dos países muy especiales dentro del continente europeo considerando la historia de la reformación en general. Al conocer algo de la historia que tuvo qué ver con la reformación aquí en Suiza, supe que originalmente esta no alcanzó a todos los cantones, o divisiones administrativas, del territorio suizo a la vez. Durante dicha reformación hubo ciertos cantones que recibieron más influencia que otros. Mientras el Pastor Erich me explicaba esa parte de la historia de su nación, yo me interesé en saber si los cantones que recibieron en aquel entonces una mayor influencia del Evangelio son en la actualidad los más grandes o prósperos en todo el territorio suizo, y él me confirmó que eso es así realmente. Eso es precisamente lo que produce el Evangelio pues la justicia eleva a una nación. Cuando el Evangelio es predicado en la iglesia, esta es elevada de tal manera que influencia de manera positiva a la sociedad y al mundo que la rodea. Dicha iglesia produce un impacto tan positivo en la sociedad, que la misma nación es elevada a un nivel mucho mayor y mejor. Nosotros podemos atestiguar el poder que tiene el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo en nuestra iglesia (New Creation Church) en Singapur. El Señor nos ha bendecido con un edificio realmente maravilloso, súper moderno, muy cómodo y amplio con lugar suficiente para albergar a los miles de creyentes que se reúnen allí cada domingo. Como pueden suponer, este edificio maravilloso cuesta bastante dinero. Lo interesante del caso es que no hicimos ningún esfuerzo por construirlo y mucho menos por pagarlo. Lo único que hicimos como iglesia local fue levantar solo 4 ofrendas especiales para tal fin durante el tiempo del proyecto. Durante las reuniones en que habíamos designado para ofrendar especialmente con ese propósito, podíamos ver como todos y cada uno de los creyentes traía su ofrenda al altar. No hubo por ejemplo ningún millonario, o persona muy pudiente, que hubiese donado una cantidad grande de dinero equiparando así a aquellos que no poseían tanto, sino que cada uno aportó su pequeño granito de arena. Por el contrario, durante aquellas fechas designadas para levantar esas ofrendas especiales eran cuando teníamos la mayor asistencia de personas a las reuniones. La gente venía a las reuniones porque deseaba dar su ofrenda. Hay algunos que todavía hoy nos preguntan acerca de la estrategia o el plan que usamos para levantar dicho templo. Nuestra respuesta es que eso se hizo posible por la gracia de Dios y no por nuestra estrategia humana. Cuando es predicado el Evangelio de la gracia, la gente experimenta transformación en sus vidas. ¡El Evangelio es poder de Dios para salvación!

Esto es precisamente lo que sucede: la gente experimenta la gracia y el favor de Dios de manera real y práctica en sus vidas.

Romanos 1:16 nos dice: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...

Cuando escuchamos la palabra “salvación” pensamos en la acción de aceptar a Cristo como Salvador personal para escapar del castigo eterno y obtener la entrada al cielo. Pero eso no es todo lo que implica la palabra “salvación”. Por supuesto que la salvación nos otorga un lugar en el cielo, pero mucho más que eso: trae el cielo a la tierra. Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia”. Ahora deseo considerar junto con vosotros lo que la palabra “salvación” significa. Este pasaje escrito en su idioma original, el griego, menciona la palabra “sotéria” para referirse a salvación. Sotéria significa no solamente salvación, sino también seguridad, liberación, salud y protección. Todos esos son los efectos paralelos de la salvación. Si tú deseas tener seguridad, sentirte protegido, ser liberado de cualquier hábito, tener salud y bienestar en todos los ámbitos de tu vida...entonces tienes que conocer el Evangelio. El Evangelio de Jesucristo te concede todas esas cosas además de la salvación eterna. En el tiempo en que Dios le dio los 10 mandamientos a Moisés lo hizo desde el monte Sinaí, pero ahora Dios está en el monte Sion. Cuando Dios dio su ley en el monte Sinaí murieron 3000 personas, pero en Pentecostés, cuando el Espíritu Santo fue derramado en el monte Sion, el mismo número de personas fueron salvadas de la condenación eterna. Hoy, en el nuevo pacto, Dios está en el monte Sion. La pregunta que deseo hacerte ahora es: ¿en qué monte te encuentras tú? ¿Habitas en el monte Sion el cual es el monte de la gracia?

En Abdías cap. 1 verso 17 leemos: Más en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. Si tú deseas experimentar salvación y liberación debes estar en el monte Sion, el cual es el monte de la gracia, y no en el monte Sinaí, el cual es el de la ley. La ley demanda, mas la gracia suple. La ley nos demanda rendimiento, sin embargo la gracia nos suple con la abundancia divina. Por mi parte, deseo hacer mi habitación sobre el monte Sion porque allí hay liberación y santidad.

Hay creyentes que nos critican porque dicen que si predicamos la gracia no queremos saber nada de la santidad, pero esto no es así de ninguna manera. Justamente aquellos que predicamos la gracia damos especial importancia a la santidad. El evangelio de la gracia otorga santidad, fortaleza, e incluso buen semblante a todos aquellos que lo abrazan. La santidad es un fruto y no una obra o mérito personal. Si nos caemos en el agua no podremos evitar quedar mojados. Si entramos en la gracia somos santificados automáticamente. No somos santificados por el hecho de decirle no al pecado, sino por decirle sí a Jesús. Eso es verdadero arrepentimiento. Repito: cuando entramos en las profundidades de la gracia divina somos santificados automáticamente.

Deseo compartir un testimonio que corrobora esta verdad que acabo de decir. Un hombre nos envió el siguiente testimonio desde Londres, Inglaterra:

“Mientras leía el libro “Destinados a reinar” del Pastor Joseph Prince, fui liberado del vicio de la pornografía...” Dicho sea de paso, quiero mencionar que este libro no es simplemente un libro más entre tantos otros, sino que es el mismo Espíritu Santo quien ministra a las personas mientras lo leen. Yo no estoy haciendo con esto ninguna promoción ni persigo ningún interés económico con tal fin. El éxito del libro radica en que está solo basado en el Evangelio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. La lectura de este libro es la respuesta a los problemas que la gente joven tiene con las tentaciones. Los jóvenes son fuertemente atraídos por la tentación dado a que sus hormonas están en pleno apogeo. Mientras un ser humano se encuentra en la niñez casi no tiene idea de que su cuerpo posee hormonas, pero al llegar a la adolescencia estas juegan un papel decisivo. Nuestros jóvenes y adolescentes están confrontados a enormes tentaciones que deben intentar vencer. La respuesta no es decirles todo lo que no deben hacer, sino concientizarlos de lo que Jesús ya hizo por ellos en la cruz. Prosigamos con la lectura del testimonio recibido:

“...este vicio me mantuvo atado por más de 40 años.”

Es evidente que este hombre ya no es un adolescente, pero seguramente que su atadura comenzó cuando tenía esa edad. Él nos sigue diciendo:

‘...en el pasado he tratado con todas mis fuerzas por medio de mi propio mérito de salir de esa situación pero fracasé una y otra vez. El diablo usaba este vicio contra mí para mantenerme lleno de temor, condenación y vergüenza. A causa de la vergüenza me veía impedido de ir a buscar ayuda pastoral...”

Yo estoy más que convencido que cada creyente nacido de nuevo desea hacer lo correcto y agradar a Dios de todo corazón. El problema radica en que la santidad no viene a causa de nuestro propio esfuerzo o mérito personal. La única manera de experimentar una vida de santidad es permitiéndole a Jesús que nos guíe y dirija nuestra vida en cada uno de sus aspectos y desafíos. Esta persona nos sigue diciendo:

“...mientras leía el libro del Pastor Prince fui recibiendo revelación de mi posición en Cristo...”

Para poder llegar a cambiar el comportamiento de una persona, hay que cambiar primero su identidad. Cuando una persona es consciente de que es un ser humano, va a hablar y actuar como tal, sin embargo si esa persona cree que es un perro habrá de ladrar ¿verdad? Nuestra identidad produce la consiguiente manera de vivir o actuar ¿Cuál es la primera revelación de nuestra identidad en Cristo? Qué fuimos hechos justicia de Dios en Cristo Jesús. Y luego, que no hay más condenación para los que estamos en Cristo. La persona de nuestro testimonio nos sigue diciendo:

“... cuando comprendí que fui hecho justicia de Dios en Cristo y que por lo tanto no hay para mí más condenación, la atadura que me mantenía aferrado a ese vicio fue quebrada y despareció de mi vida de una vez y para siempre.”

Cuando tenemos revelación de nuestra posición en Cristo, todo vicio desaparece de nuestra vida. Volvamos a meditar en el pasaje de Romanos cap. 1 para ver qué es lo que nos revela el Evangelio y de qué se tratan esas buenas noticias. En el verso 17 leemos: Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. El Evangelio no revela nuestro pecado ni cuan pecador eres delante de Dios, sino que revela la justicia de Dios y tu posición de justo delante de Él. Si yo le preguntara a otro creyente que tan justo es, posiblemente me contestaría: “bueno, creo que hoy estuve bastante pasable, calculo que un 80% aproximadamente”. La mayoría de los creyentes piensan que la justicia tiene qué ver con los hechos, sin embargo, la justicia tiene que ver con la identidad. Digamos que yo le haría entonces la segunda pregunta: ¿piensas que eres tan justo como tú líder de célula? Puede ser que esta persona me respondería: “sí, puede ser, tal vez”. Si yo le siguiera preguntando: ¿crees que eres tan justo como el líder de alabanza?, es posible que esta persona me respondería: “sí, más o menos como él”. Si yo le preguntara: ¿crees que eres tan justo como tu pastor?, ahí la persona comenzaría a dudar un poco y diría: “bueno, tal vez un poquito menos que él”. Ahora, si yo le preguntara: ¿crees que eres tan justo como Jesús?, seguramente me respondería: “¡oh, no, no creo, eso ya es demasiado alto!” Sin embargo, precisamente ese es el Evangelio. Nuestra justicia está en el cielo y la Palabra nos dice que así como es Jesús somos nosotros también. Tú y yo tenemos una posición de justicia delante del Padre celestial. ¿Piensas que en la presencia del Padre hay enfermedad? ¡No!¿Piensas que en la presencia del Padre hay pobreza o pecado? ¡No, de ninguna manera!  Al contrario, en su presencia hay gozo, paz y amor y cuando comenzamos a ser conscientes de la justicia que tenemos en Cristo, las bendiciones del Padre empiezan a manifestarse en nuestras vidas.

Vamos a volver a meditar en el verso 17 del libro de Abdías cap. 1: Mas en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones. El mensaje que Dios tiene para ti hoy a través de esta enseñanza es que Él desea que recuperes tus posesiones.  Es posible que algunos de vosotros hayan escuchado hace mucho tiempo el Evangelio de la gracia, pero no estás demasiado conforme con los resultados en tu vida práctica pues no son lo que se supone deberían ser. Dios desea que no solo veas resultados en tu vida espiritual sino en la vida práctica también.

Nosotros, los creyentes, somos amados por el Padre y somos dueños de grandes posesiones. Es posible que a veces estemos atravesando un valle, pero eso es algo pasajero. El valle está situado generalmente entre dos montañas. Si tú te encuentras hoy en un valle, tengo buenas noticias para darte: estás de camino hacia el próximo pico. ¡Aleluya, toda la gloria sea dada a Jesús! Dios desea que tomes todo aquello que Él tiene para darte. Tengo una palabra profética para esta iglesia hoy: vosotros habéis de tomar en posesión todo aquello que os pertenece mientras permitáis que el Evangelio os transforme. Vosotros tenéis un hermoso templo, pero no hay lugar suficiente para recibir todo lo que Dios tiene preparado para darles. Mira si no a nuestra iglesia en el pequeño país de Singapur. Allí no tenemos un paisaje tan hermoso como aquí en Suiza, somos un país muy pequeñito en relación a otras naciones, sin embargo, cuando el Evangelio de la gracia nos alcanzó las cosas comenzaron a cambiar de un momento a otro.

Dios desea que tomemos en posesión todo aquello que nos corresponde y que Él planeó para nosotros.

Vamos a ver ahora cómo es que podemos tomar posesión de aquello que nos pertenece. Primero conocemos la gracia de Dios; luego escuchamos las buenas noticias del Evangelio las cuales revelan la justicia divina; después entendemos que dicha justicia es un regalo divino y no una obra producto de nuestro esfuerzo humano. Cuando entendemos que la justificación es un don de Dios y que no podemos fabricarla por medio de nuestras propias obras sino que es producto de la obra completa de Jesús en la cruz, leeremos la Biblia de una manera diferente. Cuando leemos por ejemplo, que en el libro de Proverbios dice que la bendición reposa sobre la cabeza de los justos, te puedo asegurar que vas a sentir que te crece nuevo cabello aun teniendo una calva:-), pues no se trata de lo que nosotros podemos hacer sino de la identidad que tenemos en Cristo.

Romanos cap. 4 verso 13 dice:

8 Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. La ley produce obras, sin embargo la fe nos otorga todo de regalo. ¿Comprendes lo que significa ser heredero? Imagínate por un momento que eres hijo de un multimillonario y un buen día él te da la herencia que te corresponde, ¿hiciste algún mérito especial para recibirla? ¡No, la recibes simplemente porque eres su hijo! Nuestro Padre celestial es mucho más rico que cualquier multimillonario de esta tierra y tiene una herencia mucho más maravillosa y grande para sus hijos que cualquier padre terrenal. Si sabemos que tenemos una gran herencia, debemos aprender ahora a tomar posesión de lo que nos corresponde por derecho legal.

En Romanos cap. 4 verso 13 leíamos que la promesa dada a Abraham de ser heredero no era por medio de la ley, sino por la justicia de la fe. Y en el verso siguiente dice: Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa. Mientras pensemos que podemos tomar posesión de la herencia por medio de nuestras obras, la promesa queda anulada y sin efecto. Sin embargo, cuando comprendemos que es por medio de la justicia de la fe, comenzamos a poseerla de manera automática.

La justicia es un don o regalo divino, para poseerla debemos tomarla y nada más, sin hacer ningún tipo de mérito. Si alguien te da un regalo, ¿qué es lo que haces? Solo tienes que abrir tus manos y recibirlo ¿verdad? Yo provengo de una nación asiática cuya cultura nos enseña que es un poco vergonzoso aceptar regalos así nomás. Supongamos que el Pastor Erich me diera ahora un regalo, de acuerdo a mi cultura yo tendería a decirle: ¡no, por favor, no es necesario, no te molestes! Si me están ofreciendo un regalo, lo único que yo tendría que hacer es tomarlo con agradecimiento y nada más, en lugar de estar buscando disculpas o pretextos para no tomarlo.

Muchas veces, nosotros los creyentes, nos comportamos de la misma manera en relación a las promesas de Dios. Dios nos dice en su Palabra que tenemos su justicia, pero nosotros decimos: ¡no, eso es demasiado para mí, no me la merezco! ¡Recíbela simplemente! La otra variante es que a veces, cuando recibimos un regalo, lo dejamos de lado aun en su envoltorio original. Quizás pensamos que es muy bonito haber recibido ese regalo, pero no tenemos interés en desenvolverlo y ver lo que hay adentro. Es probable que lo dejemos en el desván para que cuando llegue navidad se lo podamos dar a alguna otra persona. Esta costumbre suele ser bastante popular... por lo menos en algunos lugares ¿o me equivoco? ¡Seamos sinceros! Pero, cuando Dios te da un don o regalo, desea que tú lo aceptes, lo tomes, y lo atesores para ti. El primer regalo que Dios nos da es el don de la justicia. ¡Hagamos uso de él! La manera de usarlo es concientizándonos de la identidad que tenemos en Cristo. A causa de ese regalo tenemos derecho de entrar confiadamente a la presencia de Dios para solicitarle lo que necesitamos, ¡pongamos en práctica nuestro derecho!

Tenemos el privilegio de entrar a su presencia con toda confianza porque Dios no nos ve como pecadores sino como justos. Vamos a su presencia con todas nuestras necesidades y se las dejamos a sus pies para que Él se encargue de ellas. A Dios le agrada poder hacerse cargo de nuestras necesidades y problemas. No tenemos necesidad de tratar de solucionarlos nosotros mismos. Entreguémosle a Él toda nuestra necesidad, enfermedad, o situación para que Él se encargue de solucionarlas. ¡Hagamos uso del don que nos fue dado! Una manera de hacer uso del don de la justicia la encontramos en Romanos cap. 10 desde el verso 6 donde leemos:

Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); (7) o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). (8) Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: (9) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

La justicia que es por la fe habla, declara y confiesa. La palabra de justicia, el Evangelio, está en tu corazón y tiene que estar también en tu boca. Pablo dice que esta la palabra de fe que predicamos: confesar con la boca que Jesús es el Señor, y creer en el corazón que Dios le levantó de los muertos, para ser salvo. Generalmente pensamos que este versículo solo se usa cuando alguien acepta al Señor como salvador personal y después nunca más. Pero este verso no solo sirve para esa única ocasión, sino que al aceptar el don de Dios es como que estamos extendiendo las manos para recibirlo y así ponemos en acción nuestra fe. La fe es representada por las manos extendidas para recibir el don que nos es otorgado. Creemos en el corazón, pero allí no se acaba la cosa, pues la Biblia dice que con la boca confesamos o declaramos. Cuando comenzamos a declarar o confesar, estamos activando la salvación en nuestras vidas. ¿Cómo es esto prácticamente? Cada mañana al levantarnos confesamos que somos la justicia de Dios, independientemente si nos sentimos justos o no. Confesamos que fuimos hechos justos independientemente del buen o mal humor con que nos hayamos levantado ese día. Especialmente cuando estamos de mal humor es cuando más necesitamos declarar que fuimos hechos justos delante de Dios en Cristo Jesús. Haciendo esto, ese mal humor que nos ocupa irá desapareciendo paulatinamente.

¿No es tranquilizante saber que seguimos siendo la justicia de Dios justamente cuando hacemos errores o nos equivocamos? Pero, muchas veces, cuando cometemos un error, en vez de hacer uso del regalo de la justicia que nos fue concedido, vamos al monte Sinaí y nos llenamos de condenación. ¿Por qué hacemos esto? Con esta actitud nos estamos alejando de la bendición de Dios el Padre, y de la ayuda del Espíritu Santo. Nos alejamos de Cristo mismo sin darnos cuenta que sin Él no somos nada ni nada podemos hacer. Solo cuando permanecemos en Cristo es cuando nos damos cuenta que nuestra posición es eterna y para siempre sin que nada ni nadie nos pueda mover de allí. La manera de permanecer es declarando que somos la justicia de Dios en Cristo Jesús. Por ejemplo, hoy al despertarme estaba demasiado cansado y no me sentía de ánimo para predicar, entonces comencé a confesar que soy la justicia de Dios y el ánimo, las fuerzas y la unción comenzaron a fluir. Por favor, repite conmigo: ¡Soy la justicia de Dios en Cristo Jesús!

En este sentido, deseo ahora compartirles otro testimonio y esta vez es de una persona que asiste a nuestras reuniones en Singapur:

“Amado Pastor Prince, muchísimas gracias por sus predicaciones y enseñanzas con respecto a ser conscientes de lo que significa haber sido hechos la justicia de Dios en Cristo Jesús y por instarnos a declarar esto constantemente para poder vivir una vida de victoria. Empecé a fumar cuando tenía 15 años de edad...

Como podemos notar, hay vicios que comienzan justamente en la adolescencia. De allí la importancia que nuestros adolescentes y jóvenes reciban el mensaje de la gracia lo antes posible. En nuestra iglesia tenemos un ministerio especial para los jovencitos al cual asisten aproximadamente 4000 adolescentes y jóvenes. Permanentemente somos testigos de liberaciones de todo tipo de vicios. Padres y abuelos, os quiero decir que la respuesta para los problemas, adicciones y tentaciones a las que están confrontados vuestros hijos y/o nietos, es el Evangelio de la gracia. La persona de nuestro testimonio nos sigue diciendo:

...La razón por la que comencé a fumar a tan temprana edad era porque pensaba que era algo “cool” que me otorgaba cierto “estatus”. Así pues, comencé a fumar solo de vez en cuando en determinados eventos sociales, pero esto me llevó más tarde a una completa adicción al tabaco, que se extendió por los próximos 15 años. Durante todo ese tiempo fumaba un paquete diariamente y a veces incluso más también. En el año 2005 comencé a asistir a su iglesia (New Creation Church). Recuerdo que en una ocasión, Ud. mencionó, que algunos miembros de su iglesia quienes habían estado luchando con el vicio del cigarrillo por muchos años, llegaron a quebrar esa adicción cuando fueron conscientes de su posición de justicia delante del Padre celestial y confesaron lo correcto de acuerdo a esa revelación. Cuando escuché esto me puse un poco escéptico y pensé para mis adentros: “eso es demasiado simple como para llegar a quebrar un vicio tan arraigado en una persona”.

¡El Evangelio es simple y sencillo! Mayormente son los pastores quienes lo hacen complicado!!!!  Si somos sinceros con nosotros mismos, debemos reconocer que a veces con nuestra interpretación, exposición y/o enseñanza, no hacemos más que complicar las cosas. Si tú escuchas el Evangelio de la gracia y piensas que es demasiado bueno como para ser cierto, quiero decirte que ¡es cierto! La persona de nuestro testimonio nos sigue diciendo:

... Algunos meses después de escuchar esto, tomé la decisión de dejar de fumar. No estaba demasiado seguro si esta vez iba a funcionar porque ya lo había intentado muchas veces anteriormente y siempre había fracasado. Sin embargo, vino a mi memoria lo que Ud., dijo sobre confesar que somos la justicia de Dios en Cristo. Así pues, que decidí hacer el intento una vez más pensando que si es la Palabra de Dios la que dice eso, entonces tiene que surtir efecto...

Algo muy importante para tener en cuenta es que no tenemos que tratar de hacer “funcionar” la Palabra de Dios, sino que la Palabra es la que obra a nuestro favor. Esta persona nos sigue diciendo:

...Durante las siguientes semanas y meses hice lo siguiente: cada vez que sentía deseos de fumar y me llevaba un cigarrillo a la boca, entre una bocanada y otra confesaba: ¡soy la justicia de Dios en Cristo!
Hay gente que piensa que fumar es un tremendo pecado y que por eso no se va al cielo. Nosotros creemos que es algo malo que afecta negativamente al cuerpo, pero no por eso se llega a perder la salvación, la cual es eterna. O sea que se va al cielo...pero mucho más rápido de lo que tendría que ser. El Pastor Joseph Prince acostumbra a decir que si Dios nos hubiera creado para que seamos fumadores, nos hubiera colocado la nariz al revés, o sea con los agujeros hacia arriba para que sirva de chimenea, bueno, es una broma digamos que esta persona continuó fumando como antes. Y ella nos sigue diciendo:

“...como le relataba, cada vez que fumaba un cigarrillo, confesaba ¡soy la justicia de Dios en Cristo Jesús! Yo hacía esto y a la vez pensaba: “hay algo que está mal aquí, siento que estoy haciendo el ridículo”. ¿Cómo puede ser que si soy la justicia de Dios esté fumando? Por otra parte se me hacía muy claro que ser justificado por Cristo Jesús es una posición y no tiene que ver con mi comportamiento o acciones. Ser la justicia de Dios es la identidad que poseo en Cristo Jesús. Aún a pesar de mis cavilaciones decidí seguir practicando esto. Por lo tanto seguía fumando y a la vez confesando mi posición en Cristo, hasta que una mañana al despertarme me di cuenta que no tenía más deseo de fumar.”

Por medio de este testimonio, vemos que la atadura de tantos años de vicio fue quebrada de manera definitiva y sin ningún tipo de tratamiento sustitutivo. Lo único que esta persona hizo fue ser consciente de su posición o identidad en Cristo, y declararlo cada vez que encendía su cigarrillo. Su vicio no fue vencido por su gran poder de voluntad, el cual no le había ayudado nada anteriormente, sino por reconocer cuál es su identidad. Dios desea que seamos santos, pero la santidad no se consigue por la propia voluntad sino por el poder de la cruz. ¡Alabemos al Señor! Es por el poder de la cruz que recibimos la santificación y la justificación.

 En 2 Corintios cap. 5 verso 21 leemos: Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.

Nosotros obtenemos el don de la justicia de manera gratuita, pero a Dios le costó un gran precio pues, para que fuera posible, tuvo que entregar a su propio Hijo. El don de la justicia es gratuito, pero no barato, pues a Jesús le costó su vida misma. Puede ser que alguno nos critique diciendo: “¿pensáis acaso que con una simple confesión se puede alcanzar el estándar de santidad divino?” ¡Pero, esto no es así!, porque justamente cuando somos conscientes de nuestra identidad en Cristo, y creemos que fuimos hechos justos por su obra perfecta en la cruz, y confesamos lo que la Palabra dice sobre nosotros, estamos exaltando la santidad divina. En la cruz se produjo un intercambio divino: Cristo tomó todos nuestros pecados y nosotros tomamos toda su justicia.

Deseo mostrarles ahora un video animación realizado en los estudios de nuestra iglesia el cual muestra lo que sucedía en tiempos del antiguo pacto bajo el sacerdocio levítico. Durante el tiempo de la ley, cuando una persona cometía un pecado, debía presentarse delante del sacerdote con un cordero inmaculado como sacrificio expiatorio para recibir la purificación. Dicho cordero debía ser perfecto, sin mancha ni defecto alguno. Cuando el pecador se presentaba delante del sacerdote con el cordero para ser sacrificado por los pecados cometidos, el sacerdote inspeccionaba el cordero pero nunca al pecador. Si el cordero era perfecto, sin mancha, y sin falta, entonces era apto para el sacrificio. Luego de haber inspeccionado el cordero, el sacerdote le pedía al pecador que pusiera sus manos sobre la cabeza del cordero. Esto significaba que todos los pecados de la persona pasaban al cordero y a la misma vez toda la perfección del cordero pasaba a la persona quedando así limpia. Esta era la manera en que, en el antiguo pacto, eran purificados los pecados y la persona recibía el perdón.

Sin embargo, Dios proveyó una solución mucho mejor en el nuevo pacto: el cordero perfecto quien es su Hijo Jesucristo. En aquellos días de la ley, debían hacer sacrificio diariamente o, en caso de perdón colectivo, tenían la oportunidad de sacrificar una vez al año. Estos sacrificios debían ser ofrecidos con determinada frecuencia, y nunca quitaban los pecados en forma definitiva. Pero Jesús, con un solo sacrificio, nos limpió, purificó y santificó para siempre. La perfección y justificación que poseemos hoy no es como la del antiguo testamento, pues no depende de un cordero cualquiera sino del Cordero de Dios: Jesucristo.

Vamos a ver ahora el video-animación que les mencioné anteriormente: Aquí vemos como el pecador trae el cordero para el sacrificio. El sacerdote inspecciona el cordero para ver si tiene alguna mancha, defecto, o imperfección. Después que da su visto bueno, el pecador se pone de pie delante del cordero y apoya sus manos sobre la cabeza de este. El sacerdote ora y, de forma simbólica, todos los pecados de la persona pasan al cordero, mientras que, a su vez, toda la perfección, pureza, e inocencia del animal pasan al pecador. Para que este acto simbólico tenga valor legal, el cordero debe ser sacrificado inmediatamente. El sacerdote ofrece el cordero en holocausto por los pecados de la persona. Luego del holocausto no hay más juicio para la persona. El arco iris simboliza que no hay más condenación para el pecador y puede irse justificado con el favor de Dios sobre su cabeza. El arco iris simboliza el favor y la gracia de Dios sobre la persona que ha sido justificada por medio del sacrificio. El arco iris es el símbolo que Dios le dio a Noé para representar que Él no iba a volver a volcar su ira sobre la raza humana de esta manera ni a juzgarla de la misma forma. Deseo hacerte saber, que, si tú eres un hijo de Dios lavado con la sangre del Cordero, y crees esto con todo tu corazón, y confiesas, especialmente cuando cometes pecado, que has sido justificado por Él, has sido perdonado y el favor de Dios está sobre ti. Es como si el arco iris de la promesa que Dios le dio a Noé, se hubiese posado permanentemente sobre tu cabeza. De esta manera experimentamos la salvación diariamente. ¡Amén!


Este escrito fue traducido y pertenece a la Iglesiadelinternet.com
Video subtitulado al español con el video mencionado por el Pastor Lim:

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