Paz en tu conciencia. Capítulo 12 de "Vive la vida dejando ir" de Joseph Prince
Hemos visto cuán poderosa es la paz de Dios: cómo la paz interior puede cambiar nuestras situaciones exteriores, cómo Su shalom lo abarca todo y afecta cada área de nuestras vidas, y cómo nuestro Señor Jesús nos legó Su propia paz. Pero hasta que no tengas la paz establecida en tu conciencia, no podrás recibir libremente lo que el Señor Jesús ha comprado para ti. Oro para que mientras lees este capítulo, llegues a estar bien establecido en el conocimiento de que como creyente en Cristo, eres salvo para siempre, que tus pecados han sido perdonados, ¡y que el cielo es tu hogar!
Hasta que no tengas la paz establecida en tu
conciencia, no podrás recibir con libertad lo que el Señor Jesús ha comprado
para ti.
Cuando era adolescente, leí un libro que me convenció de que era posible
que un creyente cometiera el pecado imperdonable. Hoy, sé que el único
pecado que es imperdonable es el rechazo a la persona de Jesús. Por lo tanto,
no es posible para alguien que ha recibido a Jesús que cometa el pecado
imperdonable. (En el caso que quieras saber más, he escrito sobre el pecado
imperdonable a mayor detalle en mi libro “Destinados para reinar”). Pero
en aquel momento, leer esa enseñanza errónea me causó un gran problema.
Como creyente joven y nuevo, llegue a la conclusión de que había
cometido el pecado imperdonable al blasfemar contra el Espíritu Santo. En
el momento en que ya no tuve paz en mi conciencia y ninguna garantía de que
todos mis pecados habían sido perdonados por la sangre de Jesús, mi corazón
comenzó a perturbarme y caí en depresión. Día y noche, mi conciencia me acusaba
implacablemente de haber cometido este pecado que nunca podría ser
perdonado. Creí que estaba condenado a ir al infierno y que nunca podría
recuperar mi salvación.
Hice todo lo posible para
servir al Señor en mi iglesia y caminaba alrededor del distrito comercial principal
en Singapur para compartir el evangelio con extraños y llevarlos a la salvación,
todo mientras creía que ya había perdido mi propia salvación. Con toda
sinceridad, yo esperaba que ellos llegaran al cielo y cuando Dios los viera, lo
haría recordarme en el infierno. ¿Puedes creerlo? No hace falta decir que no tenía
paz en mi corazón. Mi mente también se volvió débil e insegura y comencé a ser
atormentado por la oscuridad y por pensamientos destructivos. Mi vida de
pensamiento era oprimida diariamente, y llegué al punto donde sentí que estaba
al borde del colapso mental.
Sus
bendiciones son legalmente nuestras
Durante ese período en mi
vida, clamé al Señor y una de las cosas que Él hizo fue mostrarme que nunca
podría estar establecido en la paz, en una paz real en mi conciencia,
hasta que entendiera que todo lo que recibimos, Jesús lo compró por nosotros en
la cruz judicialmente. Él nos sana, provee para nosotros y nos da paz en
nuestros corazones y mentes, no por Su misericordia, sino porque estas
bendiciones son legal y justamente nuestras.
¿Por qué es tan
importante entender que podemos recibir de Jesús judicialmente? Déjame darte
una simple ilustración. Imagínate si miras tu saldo bancario un día y te das
cuenta de que tu estado de cuenta muestra que tienes $100,050 en tu cuenta.
Pero la última vez que revisaste, solo te quedaban $50. De alguna manera,
$100,000 habrían sido añadidos a tu cuenta. Quizá puedas estar realmente
emocionado por un momento, pero ¿puedes realmente disfrutar el dinero, sin
saber cómo llegó a tu cuenta? Ahora, supongamos que descubres que uno de tus
amigos más cercanos ha recibido una herencia y decidió bendecirte con $100,000.
¿Cómo te sentirías, sabiendo que cada dólar en tu cuenta es legalmente tuyo y que
eres libre de usarlo? De la misma forma, hasta que sepas lo que Jesús ha hecho
por ti, ¡nunca podrá estar establecida la paz en tu conciencia!
Nuestro Señor Jesús,
quien es completamente perfecto y sin pecado, ha terminado la obra en la cruz y
ha respondido a todas las acusaciones que alguna vez puedan surgir, ya sean de
nuestra conciencia, del diablo o los clamores de justicia divina. Él tomó todos
nuestros pecados sobre Su propio cuerpo soportó latigazo tras latigazo y
castigo tras castigo por nuestros pecados en nuestro nombre. Él murió en
nuestro lugar, conquistó la muerte, resucitó de los muertos y está ahora
sentado a diestra del Padre. Hoy, a causa de todo lo que Él ha hecho, nada nos
puede separar del amor de Dios. Nada.
Amigo mío, Dios nos ama.
Él está a favor de nosotros y no contra nosotros. Él no quiere que
vivamos bajo constante condenación y conciencia del pecado, sin la confianza de
que hemos sido perdonados. ¡No hay paz en tal inseguridad! Él pagó el precio
final para comprar nuestra justificación, para darnos el regalo de la no
condenación, para derribar todos los muros que nos alejan de Su
amor. ¿Piensas por un momento que hay algo que nosotros, como Sus hijos,
podemos hacer que sea tan grande que pueda negar todo lo que nuestro Señor
Jesús ha hecho por nosotros?
Hebreos 10:10 nos dice
que hemos sido santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo “una vez y para
siempre”. Nuestro Señor Jesús fue la ofrenda perfecta. Él nos ha santificado y
nos limpiado de una vez y para siempre. Hoy no deberíamos tener más conciencia
de pecados, porque estar lleno de conciencia del pecado sería un insulto a la
obra finalizada de Cristo. Hebreos 10:2 lo expresa de esta manera: “Porque los
adoradores, una vez purificados, no tendrían más conciencia de los pecados”
(KJV).
Nada
puede separarnos del amor de Cristo
Nadie lo dice mejor que
el apóstol Pablo, así que me gustaría invitarte a tomar unos momentos para
meditar en lo que él escribió. No te apresures al pasar por este pasaje. Léelo
palabra por palabra. Deja que sus verdades empapen tu espíritu y silencien cada
inseguridad, miedo y duda que puedas tener en tu corazón de que puedes ser
separado del amor de Dios por ti:
Romanos 8:31-39 ¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que
no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo
no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de
Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que
murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de
Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de
Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas
somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy
seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro.
Amigos míos, nada, ni
nadie, puede separarlos del amor de Cristo. ¡Ni siquiera tú mismo! Nadie puede
presentar cargos contra ti para condenarte delante de Dios, ¡nuestro Señor
Jesús es tu defensor! Me entristece que la Biblia sea tan clara en esto y sin
embargo muchos preciosos creyentes han escuchado un mensaje mixto. Como
resultado, ellos no han experimentado paz en su conciencia. En vez de eso, han
sido arrastrados por un constante sentimiento de culpa y condenación por no
hacer lo suficiente para calificar para la aprobación, sanidad y bendición de
Dios en sus vidas. Ellos han creído la mentira de que Dios está
decepcionado con ellos y que no son lo suficientemente buenos como para merecer
Su amor.
Nada,
ni nadie, puede separarte del amor de Cristo.
Nosotros
somos justificados por fe
La verdad que quiero
declararte hoy es esta: Dios quiere que vivamos con plena seguridad y certeza
de Su amor y perdón. En el momento en que recibes a Cristo como tu Señor y
Salvador, mira lo que ocurre:
Romanos 5:1-2 Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Estudiemos estos
versículos de cerca. Como creyentes en Cristo, hemos sido justificados: hechos
justos, absueltos de pecado y declarados sin culpa delante de Dios.
Romanos 5:1 (AMP) Por
tanto, ya que hemos sido justificados [es decir, absueltos de pecado,
declarados sin culpa delante Dios] por fe, [comprendamos el hecho de que]
tenemos paz con Dios [y el gozo de reconciliación con Él] por medio de nuestro Señor
Jesucristo (el Mesías, el Ungido).
¿Cómo hemos sido
justificados? Por la fe. Al creer que en la cruz, Jesús se llevó todos
nuestros pecados. ¿No te alegra que no seamos justificados por nuestras obras o
por nuestra obediencia? ¡Somos justificados por nuestra creencia y no
por nuestro hacer! Incluso nuestras mejores buenas obras no pueden
hacernos justos; solo Su perfecta obra puede hacer eso.
¿Eso significa que no nos
esforzamos por hacer buenas obras? ¡De ningún modo! De hecho, cuando recibimos Su
justicia como un don, produciremos buenas obras en nuestras vidas que son los frutos
de Su justicia. Creer correctamente siempre produce vivir correctamente.
Muchas personas quieren ver una vida correcta pero no están teniendo resultados
duraderos. ¿Quieres saber por qué? Creo que es porque están tratando de cambiar
los frutos en lugar de enfocarse en las raíces. Pero a menos que nuestra
creencia no cambie primero, las modificaciones externas de comportamiento no
durarán. Por el contrario, ¡cuando creemos correctamente acerca de nuestro
Señor Jesús, el vivir correctamente, que es permanente, fluirá!
Liberada
de adicción a las drogas
Stephie, una dama de mi
iglesia, me escribió para compartir el asombroso cambio que había experimentado
después de que ella se estableció en el conocimiento de que ha sido justificada
por creer en nuestro Señor Jesús como su justicia:
Dejé la escuela a los
trece años y comencé a tomar drogas. Yo estaba incluso ganándome la vida
vendiéndolas en clubes nocturnos. Desde el momento en que tenía dieciséis años,
comencé a entrar y salir de la cárcel debido a mi problema con las drogas. A
menudo me sentía enojada conmigo misma por lo que estaba sucediendo. Intenté
algunas veces dejar de tomar drogas, pero me daba por vencida en medio día.
Entonces, un amigo me
trajo a la Iglesia Nueva Creación y cambió mi vida para siempre. Después de
asistir a la iglesia durante unas semanas, desperté una mañana con claridad
mental. Finalmente me di cuenta de que cada maldición que tenía había sido
quitada de mi, y no tenía que vivir la vida de maldición que pensaba que estaba
condenada a vivir. Había encontrado la gracia.
Con esta nueva
revelación, oré a Dios para que me ayudara a superar mi adicción.
Cada vez que sentía la necesidad de tomar drogas, declaraba: “Soy la
justicia de Dios en Cristo”. También me dije a mi misma que no debía apoyarme
en mi propia fuerza de voluntad y debía decirle a Dios: “Yo no puedo, pero Tú
puedes”. Inicialmente, mi adicción a las drogas en realidad empeoró. Aun así,
seguí orando y seguía diciéndole a Dios: “Realmente no sé cómo, pero sé que
estoy confiando en Ti”.
Un día, la droga a la que
era adicta se agotó. Yo estaba desesperada y preocupada por los efectos de la
abstinencia en mi cuerpo pero incluso después de dos semanas, no tuve ningún
síntoma de abstinencia. ¡Yo fui milagrosamente liberada de mi adicción a las
drogas!
Hoy estoy felizmente
casada, tengo dos hijos y estoy bendecida con un negocio en crecimiento.
Gracias, pastor Prince, por predicar la palabra de la no condenación. Eso fue
exactamente lo que necesitaba escuchar durante mi lucha con la adicción a las
drogas. Estoy tan agradecida y muy asombrada por el hecho de que Dios no
escatimó a Su propio Hijo por mi bien. No puedo imaginar donde estaría sin mi
Salvador, el Señor Jesucristo. ¡Gracias, Abba Padre!
Alabado sea el Señor. Que
maravilloso testimonio. Estoy tan contento de que Stephie continuara viéndose a
sí misma como la justicia de Dios en Cristo incluso en medio de su
drogadicción. Mientras ella seguía poniendo su confianza en Dios y no en su
propia fuerza de voluntad, que le había fallado una y otra vez, el poder de
Dios fluyó en su situación ¡y se rompió la adicción que la había atado por años!
Liberado
de miedo, ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo
Hay otro informe de
alabanza que quiero compartir contigo. Jason de Sudáfrica escribió para
compartir cómo sufría de miedo, ansiedad y de un desorden obsesivo compulsivo
pero fue liberado cuando comenzó a confiar en la gracia de Dios:
Yo era creyente a una
edad temprana. Sin embargo, me engañé al pensar que había cometido el pecado
imperdonable. Cuando tenía treinta años, entré en una espiral descendente de
miedo y ansiedad, y sufría de desorden obsesivo compulsivo. Mi mente estaba inundada
de blasfemias y palabrotas dirigidas a Dios y al Espíritu Santo. Durante tres
años estuve con estrés nervioso y tuve que tomar medicamentos para mi ansiedad
y para dormir. Consulté a los líderes de la iglesia y aunque tenían buenas
intenciones, sus consejos me hicieron sentir condenado. Estaba en desesperación.
Una mañana, cuando
encendí la televisión, vi al pastor Joseph Prince predicando sobre la gracia.
Empecé a escuchar sus mensajes de gracia y algo profundo dentro de mí resonó
con lo que él estaba predicando. Después descubrí que el pastor Prince había
pasado por lo que yo estaba experimentando. Sólo saber que él había tenido la
misma experiencia me dio esperanza.
Al principio fue
aterrador confiar en un predicador de la gracia cuando todo lo que conocía era
legalismo y esfuerzo propio. Sin embargo, tomé la decisión de ser valiente y
poner mi confianza en la gracia de Dios. No pasó mucho tiempo antes de que
descubriera que mis pensamientos blasfemos comenzaban a aclararse.
Dejé de estar aturdido y
confundido y comencé a desarrollar la capacidad de pensar con claridad. Los
miedos comenzaron a irse. Por la gracia de Dios obrando dentro de mí, pude dejar
el medicamento para el trastorno obsesivo compulsivo y la depresión. Mientras
más dejaba ir mis esfuerzos propios y confiaba en Él, lo más que mi mente llegó
a estar sana. Donde estaba preocupado por mi salvación eterna, comencé a tener
una confiada expectativa de bien para mi vida y para lo que sucederá cuando
finalmente conozca a mi amoroso Salvador cara a cara. Doy gracias a Dios por
las personas lo suficientemente valientes para predicar con denuedo el mensaje
de la gracia de Dios.
Aunque todavía tengo días
en los que surgen dudas, afortunadamente soy capaz de resistirlos estando establecido
en la gracia a través de una buena enseñanza y la revelación del Espíritu de
Dios dentro de mí. Estoy ganando terreno cada día ¡y estoy completamente seguro
de que estaré completamente restaurado en un futuro cercano! ¡Lo que el enemigo
me ha robado me será devuelto siete veces! Gracias, pastor Prince, por ser tan
valiente en la predicación del evangelio de la gracia.
¡Aleluya! Amo que Jason
destacó cómo había estado preocupado por su salvación eterna pero comenzó a
tener esperanza (que se define en la Biblia como tener la confiada expectativa
del bien) y se liberó de sus miedos cuando comprendió más sobre lo bueno que es
Dios y lo que la gracia había hecho por él.
Tenemos
paz con Dios por medio de Cristo
Volviendo a Romanos 5:1,
déjame preguntarte esto: ¿Qué pasa ahora que hemos sido justificados por la fe?
Esto es tan crucial y oro para que el Señor marque esta verdad en tu espíritu
hoy (negrillas mías):
Romanos 5:1 Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor
Jesucristo.
Tenemos paz con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo. Jesús es nuestra paz. Él derribó
el muro que separaba a Dios del hombre, ¡y hoy podemos tener plena certeza de
que Dios no está enojado con nosotros! Tenemos paz con Dios: Aquel que
nos ama. Aquel que conoce todos nuestros pensamientos secretos y fracasos
ocultos y aun así nos ama. Aquel para quien nada es imposible. Aquel que es
nuestro lugar de refugio durante estos tiempos peligrosos. Aquel que es más
grande que cualquier enfermedad. Aquel que es más poderoso que cualquier
problema financiero. Él es Aquel con quien tenemos paz. ¡Aleluya!
¡Qué maravilloso regalo
es tener paz con Aquel que habló a la tierra para que llegara a existir y que
colocó las estrellas en el cielo! Y todo lo que tenemos que hacer para recibir
esta paz es creer por fe en Aquel que lo hizo posible. No hay una lista
de requisitos que debemos cumplir, ningún estándar de perfección que tengamos
que cumplir. No podemos ganar o merecer esta paz. Solo tenemos acceso a la paz
con Dios porque hemos sido justificados por la fe y solo por la fe. No hay
razón para que nos jactemos, porque toda la gloria es para Jesucristo. No nos
costó nada, pero le costó a Jesús su vida, porque el castigo por nuestra paz
cayó sobre Él (mira Isaías 53:5).
Todo
lo que tenemos que hacer para recibir la paz con Dios es creer por fe en Aquel
que lo hizo posible.
Ten
una buena opinión de Dios
Amado, mientras nos
regocijamos al saber que tenemos paz con Dios, quiero que veas que no hay paz
verdadera sin la sangre de nuestro Señor Jesús. El Señor escondió una sombra de
esta verdad en el Antiguo Testamento. En la noche de la Pascua cuando Dios
estaba preparándose para liberar a los hijos de Israel de Egipto, Él les dijo
que pusieran la sangre de cordero en los dinteles de sus puertas, porque el
ángel de la muerte iba a pasar por la tierra de Egipto para golpear a todos los
primogénitos. Y Dios dijo: “y cuando vea la sangre y pasaré de vosotros”
(Éxodo 12:13, negrillas mías).
Imagínate si uno de los
israelitas hubiera decidido no aplicar la sangre a sus postes de la puerta,
estaría llorando por su primogénito por la mañana a pesar de que Dios había
preparado una salida. Por otro lado, imagina si otro de los israelitas había
aplicado la sangre a los postes de su puerta pero no confiaba completamente en
que el ángel de la muerte pasaría por encima de su casa y pasara la noche llena
de miedo y estremecimiento. Cuando llegase la mañana, nada le habría pasado a
su primogénito debido a la sangre, y habría pasado la noche con aprensión
y ansiedad innecesarias.
Esa es una imagen de
muchos cristianos hoy. Muchos creyentes no están disfrutando y poseyendo
su paz con Dios a pesar de que ya tienen paz con Dios. La sangre está en
sus puertas, pero todavía tienen miedo porque no pueden creer que Dios sea
realmente tan bueno. Tenemos que tener una buena opinión de Dios, ¡porque Él es
más bueno de lo que puedas soñar y más amoroso de lo que puedas imaginar! Por
causa de todas las enseñanzas mixtas que la gente escucha acerca de Dios,
muchos creyentes no pueden creer que Dios está realmente a favor de
ellos. Parecen esperar que ocurra lo peor en cualquier situación en la que se
encuentran.
Pero la fe se puede
definir como tener una buena opinión de Dios. La Biblia dice que Abraham era “fuerte
en la fe, dando gloria a Dios” (Romanos 4:20 KJV). En griego la palabra “gloria”
aquí es “doxa” y uno de sus significados es “buena opinión”. ¿Puedes verlo?
Abraham pudo ser fuerte en la fe porque tenía una buena opinión de Dios y
estaba plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, Él también era
capaz de llevarlo a cabo. ¡Tengamos mayor fe en las promesas de Dios para
sanar, proteger y proveer para nosotros que en los informes negativos sobre la
economía, el terrorismo y nuestra salud!
Tengamos
mayor fe en las promesas de Dios para protegernos y proveernos que en los informes
negativos.
No
hay paz verdadera sin la sangre
Cuando miramos cómo el
Señor libró a Su pueblo de Egipto, vemos que todas las riquezas, la nobleza y
los laureles de los maestros egipcios no pudieron salvarlos del ángel de la
muerte. Tampoco pudo haberlo hecho una sincera esperanza u obras de caridad. Únicamente
la sangre podría salvarlos. Pero para que la sangre fuera aplicada, el
cordero tenía que morir.
Verás, Dios es amor, pero
también tiene una justicia inflexible y una rígida santidad. El pecado debe ser
castigado, y la Biblia nos dice que la paga del pecado es muerte (ver Romanos
6:23). Es por eso que nuestro Señor Jesús tuvo que dar Su vida en la cruz. Él no
pecó, en Él no había pecado, y Él no conoció pecado. Pero fue castigado porque estaba
llevando nuestros pecados. Porque Dios nos amó tanto a ti y a mí, envió
a Su Hijo unigénito para ser el Cordero que quita nuestros pecados y lleva todo
castigo y todo juicio que nos merecíamos. En la cruz, el amor de Dios se mezcló
con la justicia de Dios. La justicia y la misericordia se encontraron. La misericordia
y la verdad se besaron. En la cruz, el intercambio divino tuvo lugar: Jesús fue
castigado para que pudiéramos salir libres. Él fue maldito para que podamos ser
bendecidos. ¡Él fue rechazado para que nosotros seamos aceptados!
En
la cruz, tuvo lugar el intercambio divino: Jesús fue castigado y maldecido para
que nosotros podamos ser bendecidos.
Él
pagó el precio de nuestra paz mental
¿Sabes qué más hizo
nuestro Salvador por nosotros? Como Rey de reyes y Señor de señores, Él se
merecía una diadema real, una corona de joyas y piedras preciosas. En lugar de
eso, después de haber sido severamente azotado, una guarnición de soldados
romanos lo despojó y le puso una túnica escarlata. Entretejieron una corona de
espinas y la pusieron sobre Su cabeza. Pusieron una vara en su mano derecha
como si fuera un cetro y se arrodillaron ante Él para ridiculizarlo, diciendo: “¡Salve,
rey de los judíos!” Luego lo escupieron y tomaron la vara y lo golpearon
repetidamente en la cabeza (ver Mateo 27:27-31 NIV), cada golpe clavaba las
espinas más profundamente en su cabeza y sacaban sangre de nuevo.
¿Por qué?
¿Por qué nuestro Señor se
permitió pasar por todo eso?
Las espinas representan
la maldición. Nuestro Señor Jesús tomó nuestra maldición de depresión. Él tomó
nuestra maldición de estrés y ansiedad. Él tomó nuestras sucias imaginaciones. Él
tomó nuestros pensamientos oscuros y malvados. Él lo tomó todo y lo pagó todo
para poder coronarnos con Su paz que sobrepasa todo entendimiento.
Amado, ya no tienes que
vivir más bajo esa nube de desesperación. No tienes que permitir que esos
pensamientos de odio hacia ti mismo te definan. No tienes que vivir en perpetua
vergüenza y condenación. Él no merecía ninguno de los escupitajos, la desnudez,
la vergüenza, la corona de espinas, nosotros sí. Pero Él lo tomó todo por
nosotros. Él pagó el precio por nuestra paz mental. Ahora mismo, recibe esa paz
en el nombre de Jesús. Ha sido pagada.
Fija
tu mente en Jesús
Permíteme compartir este
poderoso pasaje contigo:
Isaías 26: 3-4 Tú
guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en
ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está
la fortaleza de los siglos.
Cuando mantenemos
nuestros pensamientos perseverantes y fijos en el Señor Jesús, la
Palabra de Dios nos dice que Él nos guardará en perfecta paz. Hoy, mantengamos
nuestras mentes fijas en Su sacrificio. Mantengamos nuestras mentes en el
precio que Él pagó. Mantengamos nuestras mentes centradas en Su obra finalizada.
Nunca podríamos hacer lo suficiente para merecer cualquiera de Sus bendiciones.
Pero alabado sea Dios, Él lo ha hecho todo: podemos descansar. Podemos dejar
ir. ¡Podemos depender totalmente de nuestro Salvador!
La
paz con Dios te da acceso a Su gracia
Cuando poseemos nuestra
paz con Dios, también tenemos acceso por fe a Su gracia (mira Romanos 5:2), a Su
maravilloso, no ganado e inmerecido favor, y a Su don de la no condenación. La
gracia y la paz van juntas. La Biblia también dice esto en el libro de Job:
Job 22:21 Vuelve ahora en
amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.
Ni siquiera tienes que
buscar el bien cuando estás en paz: ¡El bien vendrá a ti! Como creyente, no
tienes que estar intranquilo y preocupado todo el tiempo. Tú puedes estar en
paz y en reposo, puedes vivir la vida de dejar ir, ¡porque sabes que Dios es
por ti y no contra ti! La Biblia también nos dice que cuando “busquemos la paz
y la sigamos”, entonces “amaremos la vida y veremos días buenos” (1 Pedro 3:10-11).
¿Qué significa “buscar la paz”? Buscar la paz de Dios es simplemente seguir a
nuestro Señor Jesús, el Prince de paz. Él es el Señor de paz y “te dará paz
siempre en toda manera” (2 Tesalonicenses 3:16). ¡Alabado sea el Señor!
Traducido por Claudia Juárez Garbalena
Comentarios
Publicar un comentario