Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal

Paz en tu conciencia. Capítulo 12 de "Vive la vida dejando ir" de Joseph Prince



https://youtu.be/IFVlnZlfMnE

Hemos visto cuán poderosa es la paz de Dios: cómo la paz interior puede cambiar nuestras situaciones exteriores, cómo Su shalom lo abarca todo y afecta cada área de nuestras vidas, y cómo nuestro Señor Jesús nos legó Su propia paz. Pero hasta que no tengas la paz establecida en tu conciencia, no podrás recibir libremente lo que el Señor Jesús ha comprado para ti. Oro para que mientras lees este capítulo, llegues a estar bien establecido en el conocimiento de que como creyente en Cristo, eres salvo para siempre, que tus pecados han sido perdonados, ¡y que el cielo es tu hogar! 

Hasta que no tengas la paz establecida en tu conciencia, no podrás recibir con libertad lo que el Señor Jesús ha comprado para ti.

Cuando era adolescente, leí un libro que me convenció de que era posible que un creyente cometiera el pecado imperdonable. Hoy, sé que el único pecado que es imperdonable es el rechazo a la persona de Jesús. Por lo tanto, no es posible para alguien que ha recibido a Jesús que cometa el pecado imperdonable. (En el caso que quieras saber más, he escrito sobre el pecado imperdonable a mayor detalle en mi libro “Destinados para reinar”). Pero en aquel momento, leer esa enseñanza errónea me causó un gran problema.

Como creyente joven y nuevo, llegue a la conclusión de que había cometido el pecado imperdonable al blasfemar contra el Espíritu Santo. En el momento en que ya no tuve paz en mi conciencia y ninguna garantía de que todos mis pecados habían sido perdonados por la sangre de Jesús, mi corazón comenzó a perturbarme y caí en depresión. Día y noche, mi conciencia me acusaba implacablemente de haber cometido este pecado que nunca podría ser perdonado. Creí que estaba condenado a ir al infierno y que nunca podría recuperar mi salvación.

Hice todo lo posible para servir al Señor en mi iglesia y caminaba alrededor del distrito comercial principal en Singapur para compartir el evangelio con extraños y llevarlos a la salvación, todo mientras creía que ya había perdido mi propia salvación. Con toda sinceridad, yo esperaba que ellos llegaran al cielo y cuando Dios los viera, lo haría recordarme en el infierno. ¿Puedes creerlo? No hace falta decir que no tenía paz en mi corazón. Mi mente también se volvió débil e insegura y comencé a ser atormentado por la oscuridad y por pensamientos destructivos. Mi vida de pensamiento era oprimida diariamente, y llegué al punto donde sentí que estaba al borde del colapso mental.

 

Sus bendiciones son legalmente nuestras

Durante ese período en mi vida, clamé al Señor y una de las cosas que Él hizo fue mostrarme que nunca podría estar establecido en la paz, en una paz real en mi conciencia, hasta que entendiera que todo lo que recibimos, Jesús lo compró por nosotros en la cruz judicialmente. Él nos sana, provee para nosotros y nos da paz en nuestros corazones y mentes, no por Su misericordia, sino porque estas bendiciones son legal y justamente nuestras.

¿Por qué es tan importante entender que podemos recibir de Jesús judicialmente? Déjame darte una simple ilustración. Imagínate si miras tu saldo bancario un día y te das cuenta de que tu estado de cuenta muestra que tienes $100,050 en tu cuenta. Pero la última vez que revisaste, solo te quedaban $50. De alguna manera, $100,000 habrían sido añadidos a tu cuenta. Quizá puedas estar realmente emocionado por un momento, pero ¿puedes realmente disfrutar el dinero, sin saber cómo llegó a tu cuenta? Ahora, supongamos que descubres que uno de tus amigos más cercanos ha recibido una herencia y decidió bendecirte con $100,000. ¿Cómo te sentirías, sabiendo que cada dólar en tu cuenta es legalmente tuyo y que eres libre de usarlo? De la misma forma, hasta que sepas lo que Jesús ha hecho por ti, ¡nunca podrá estar establecida la paz en tu conciencia!

Nuestro Señor Jesús, quien es completamente perfecto y sin pecado, ha terminado la obra en la cruz y ha respondido a todas las acusaciones que alguna vez puedan surgir, ya sean de nuestra conciencia, del diablo o los clamores de justicia divina. Él tomó todos nuestros pecados sobre Su propio cuerpo soportó latigazo tras latigazo y castigo tras castigo por nuestros pecados en nuestro nombre. Él murió en nuestro lugar, conquistó la muerte, resucitó de los muertos y está ahora sentado a diestra del Padre. Hoy, a causa de todo lo que Él ha hecho, nada nos puede separar del amor de Dios. Nada.

Amigo mío, Dios nos ama. Él está a favor de nosotros y no contra nosotros. Él no quiere que vivamos bajo constante condenación y conciencia del pecado, sin la confianza de que hemos sido perdonados. ¡No hay paz en tal inseguridad! Él pagó el precio final para comprar nuestra justificación, para darnos el regalo de la no condenación, para derribar todos los muros que nos alejan de Su amor. ¿Piensas por un momento que hay algo que nosotros, como Sus hijos, podemos hacer que sea tan grande que pueda negar todo lo que nuestro Señor Jesús ha hecho por nosotros?

Hebreos 10:10 nos dice que hemos sido santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo “una vez y para siempre”. Nuestro Señor Jesús fue la ofrenda perfecta. Él nos ha santificado y nos limpiado de una vez y para siempre. Hoy no deberíamos tener más conciencia de pecados, porque estar lleno de conciencia del pecado sería un insulto a la obra finalizada de Cristo. Hebreos 10:2 lo expresa de esta manera: “Porque los adoradores, una vez purificados, no tendrían más conciencia de los pecados” (KJV).

 

Nada puede separarnos del amor de Cristo

Nadie lo dice mejor que el apóstol Pablo, así que me gustaría invitarte a tomar unos momentos para meditar en lo que él escribió. No te apresures al pasar por este pasaje. Léelo palabra por palabra. Deja que sus verdades empapen tu espíritu y silencien cada inseguridad, miedo y duda que puedas tener en tu corazón de que puedes ser separado del amor de Dios por ti:

Romanos 8:31-39 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Amigos míos, nada, ni nadie, puede separarlos del amor de Cristo. ¡Ni siquiera tú mismo! Nadie puede presentar cargos contra ti para condenarte delante de Dios, ¡nuestro Señor Jesús es tu defensor! Me entristece que la Biblia sea tan clara en esto y sin embargo muchos preciosos creyentes han escuchado un mensaje mixto. Como resultado, ellos no han experimentado paz en su conciencia. En vez de eso, han sido arrastrados por un constante sentimiento de culpa y condenación por no hacer lo suficiente para calificar para la aprobación, sanidad y bendición de Dios en sus vidas. Ellos han creído la mentira de que Dios está decepcionado con ellos y que no son lo suficientemente buenos como para merecer Su amor.

Nada, ni nadie, puede separarte del amor de Cristo.

 

Nosotros somos justificados por fe

La verdad que quiero declararte hoy es esta: Dios quiere que vivamos con plena seguridad y certeza de Su amor y perdón. En el momento en que recibes a Cristo como tu Señor y Salvador, mira lo que ocurre:

Romanos 5:1-2 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Estudiemos estos versículos de cerca. Como creyentes en Cristo, hemos sido justificados: hechos justos, absueltos de pecado y declarados sin culpa delante de Dios.

Romanos 5:1 (AMP) Por tanto, ya que hemos sido justificados [es decir, absueltos de pecado, declarados sin culpa delante Dios] por fe, [comprendamos el hecho de que] tenemos paz con Dios [y el gozo de reconciliación con Él] por medio de nuestro Señor Jesucristo (el Mesías, el Ungido).

¿Cómo hemos sido justificados? Por la fe. Al creer que en la cruz, Jesús se llevó todos nuestros pecados. ¿No te alegra que no seamos justificados por nuestras obras o por nuestra obediencia? ¡Somos justificados por nuestra creencia y no por nuestro hacer! Incluso nuestras mejores buenas obras no pueden hacernos justos; solo Su perfecta obra puede hacer eso.

¿Eso significa que no nos esforzamos por hacer buenas obras? ¡De ningún modo! De hecho, cuando recibimos Su justicia como un don, produciremos buenas obras en nuestras vidas que son los frutos de Su justicia. Creer correctamente siempre produce vivir correctamente. Muchas personas quieren ver una vida correcta pero no están teniendo resultados duraderos. ¿Quieres saber por qué? Creo que es porque están tratando de cambiar los frutos en lugar de enfocarse en las raíces. Pero a menos que nuestra creencia no cambie primero, las modificaciones externas de comportamiento no durarán. Por el contrario, ¡cuando creemos correctamente acerca de nuestro Señor Jesús, el vivir correctamente, que es permanente, fluirá!

 

Liberada de adicción a las drogas

Stephie, una dama de mi iglesia, me escribió para compartir el asombroso cambio que había experimentado después de que ella se estableció en el conocimiento de que ha sido justificada por creer en nuestro Señor Jesús como su justicia:

Dejé la escuela a los trece años y comencé a tomar drogas. Yo estaba incluso ganándome la vida vendiéndolas en clubes nocturnos. Desde el momento en que tenía dieciséis años, comencé a entrar y salir de la cárcel debido a mi problema con las drogas. A menudo me sentía enojada conmigo misma por lo que estaba sucediendo. Intenté algunas veces dejar de tomar drogas, pero me daba por vencida en medio día.

Entonces, un amigo me trajo a la Iglesia Nueva Creación y cambió mi vida para siempre. Después de asistir a la iglesia durante unas semanas, desperté una mañana con claridad mental. Finalmente me di cuenta de que cada maldición que tenía había sido quitada de mi, y no tenía que vivir la vida de maldición que pensaba que estaba condenada a vivir. Había encontrado la gracia.

Con esta nueva revelación, oré a Dios para que me ayudara a superar mi adicción. Cada vez que sentía la necesidad de tomar drogas, declaraba: “Soy la justicia de Dios en Cristo”. También me dije a mi misma que no debía apoyarme en mi propia fuerza de voluntad y debía decirle a Dios: “Yo no puedo, pero Tú puedes”. Inicialmente, mi adicción a las drogas en realidad empeoró. Aun así, seguí orando y seguía diciéndole a Dios: “Realmente no sé cómo, pero sé que estoy confiando en Ti”.

Un día, la droga a la que era adicta se agotó. Yo estaba desesperada y preocupada por los efectos de la abstinencia en mi cuerpo pero incluso después de dos semanas, no tuve ningún síntoma de abstinencia. ¡Yo fui milagrosamente liberada de mi adicción a las drogas!

Hoy estoy felizmente casada, tengo dos hijos y estoy bendecida con un negocio en crecimiento. Gracias, pastor Prince, por predicar la palabra de la no condenación. Eso fue exactamente lo que necesitaba escuchar durante mi lucha con la adicción a las drogas. Estoy tan agradecida y muy asombrada por el hecho de que Dios no escatimó a Su propio Hijo por mi bien. No puedo imaginar donde estaría sin mi Salvador, el Señor Jesucristo. ¡Gracias, Abba Padre!

Alabado sea el Señor. Que maravilloso testimonio. Estoy tan contento de que Stephie continuara viéndose a sí misma como la justicia de Dios en Cristo incluso en medio de su drogadicción. Mientras ella seguía poniendo su confianza en Dios y no en su propia fuerza de voluntad, que le había fallado una y otra vez, el poder de Dios fluyó en su situación ¡y se rompió la adicción que la había atado por años!

Liberado de miedo, ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo

Hay otro informe de alabanza que quiero compartir contigo. Jason de Sudáfrica escribió para compartir cómo sufría de miedo, ansiedad y de un desorden obsesivo compulsivo pero fue liberado cuando comenzó a confiar en la gracia de Dios:

Yo era creyente a una edad temprana. Sin embargo, me engañé al pensar que había cometido el pecado imperdonable. Cuando tenía treinta años, entré en una espiral descendente de miedo y ansiedad, y sufría de desorden obsesivo compulsivo. Mi mente estaba inundada de blasfemias y palabrotas dirigidas a Dios y al Espíritu Santo. Durante tres años estuve con estrés nervioso y tuve que tomar medicamentos para mi ansiedad y para dormir. Consulté a los líderes de la iglesia y aunque tenían buenas intenciones, sus consejos me hicieron sentir condenado. Estaba en desesperación.

Una mañana, cuando encendí la televisión, vi al pastor Joseph Prince predicando sobre la gracia. Empecé a escuchar sus mensajes de gracia y algo profundo dentro de mí resonó con lo que él estaba predicando. Después descubrí que el pastor Prince había pasado por lo que yo estaba experimentando. Sólo saber que él había tenido la misma experiencia me dio esperanza.

Al principio fue aterrador confiar en un predicador de la gracia cuando todo lo que conocía era legalismo y esfuerzo propio. Sin embargo, tomé la decisión de ser valiente y poner mi confianza en la gracia de Dios. No pasó mucho tiempo antes de que descubriera que mis pensamientos blasfemos comenzaban a aclararse.

Dejé de estar aturdido y confundido y comencé a desarrollar la capacidad de pensar con claridad. Los miedos comenzaron a irse. Por la gracia de Dios obrando dentro de mí, pude dejar el medicamento para el trastorno obsesivo compulsivo y la depresión. Mientras más dejaba ir mis esfuerzos propios y confiaba en Él, lo más que mi mente llegó a estar sana. Donde estaba preocupado por mi salvación eterna, comencé a tener una confiada expectativa de bien para mi vida y para lo que sucederá cuando finalmente conozca a mi amoroso Salvador cara a cara. Doy gracias a Dios por las personas lo suficientemente valientes para predicar con denuedo el mensaje de la gracia de Dios.

Aunque todavía tengo días en los que surgen dudas, afortunadamente soy capaz de resistirlos estando establecido en la gracia a través de una buena enseñanza y la revelación del Espíritu de Dios dentro de mí. Estoy ganando terreno cada día ¡y estoy completamente seguro de que estaré completamente restaurado en un futuro cercano! ¡Lo que el enemigo me ha robado me será devuelto siete veces! Gracias, pastor Prince, por ser tan valiente en la predicación del evangelio de la gracia.

¡Aleluya! Amo que Jason destacó cómo había estado preocupado por su salvación eterna pero comenzó a tener esperanza (que se define en la Biblia como tener la confiada expectativa del bien) y se liberó de sus miedos cuando comprendió más sobre lo bueno que es Dios y lo que la gracia había hecho por él.

 

Tenemos paz con Dios por medio de Cristo

Volviendo a Romanos 5:1, déjame preguntarte esto: ¿Qué pasa ahora que hemos sido justificados por la fe? Esto es tan crucial y oro para que el Señor marque esta verdad en tu espíritu hoy (negrillas mías):

Romanos 5:1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Jesús es nuestra paz. Él derribó el muro que separaba a Dios del hombre, ¡y hoy podemos tener plena certeza de que Dios no está enojado con nosotros! Tenemos paz con Dios: Aquel que nos ama. Aquel que conoce todos nuestros pensamientos secretos y fracasos ocultos y aun así nos ama. Aquel para quien nada es imposible. Aquel que es nuestro lugar de refugio durante estos tiempos peligrosos. Aquel que es más grande que cualquier enfermedad. Aquel que es más poderoso que cualquier problema financiero. Él es Aquel con quien tenemos paz. ¡Aleluya!

¡Qué maravilloso regalo es tener paz con Aquel que habló a la tierra para que llegara a existir y que colocó las estrellas en el cielo! Y todo lo que tenemos que hacer para recibir esta paz es creer por fe en Aquel que lo hizo posible. No hay una lista de requisitos que debemos cumplir, ningún estándar de perfección que tengamos que cumplir. No podemos ganar o merecer esta paz. Solo tenemos acceso a la paz con Dios porque hemos sido justificados por la fe y solo por la fe. No hay razón para que nos jactemos, porque toda la gloria es para Jesucristo. No nos costó nada, pero le costó a Jesús su vida, porque el castigo por nuestra paz cayó sobre Él (mira Isaías 53:5).

Todo lo que tenemos que hacer para recibir la paz con Dios es creer por fe en Aquel que lo hizo posible.

 

Ten una buena opinión de Dios

Amado, mientras nos regocijamos al saber que tenemos paz con Dios, quiero que veas que no hay paz verdadera sin la sangre de nuestro Señor Jesús. El Señor escondió una sombra de esta verdad en el Antiguo Testamento. En la noche de la Pascua cuando Dios estaba preparándose para liberar a los hijos de Israel de Egipto, Él les dijo que pusieran la sangre de cordero en los dinteles de sus puertas, porque el ángel de la muerte iba a pasar por la tierra de Egipto para golpear a todos los primogénitos. Y Dios dijo: “y cuando vea la sangre y pasaré de vosotros” (Éxodo 12:13, negrillas mías).

Imagínate si uno de los israelitas hubiera decidido no aplicar la sangre a sus postes de la puerta, estaría llorando por su primogénito por la mañana a pesar de que Dios había preparado una salida. Por otro lado, imagina si otro de los israelitas había aplicado la sangre a los postes de su puerta pero no confiaba completamente en que el ángel de la muerte pasaría por encima de su casa y pasara la noche llena de miedo y estremecimiento. Cuando llegase la mañana, nada le habría pasado a su primogénito debido a la sangre, y habría pasado la noche con aprensión y ansiedad innecesarias.

Esa es una imagen de muchos cristianos hoy. Muchos creyentes no están disfrutando y poseyendo su paz con Dios a pesar de que ya tienen paz con Dios. La sangre está en sus puertas, pero todavía tienen miedo porque no pueden creer que Dios sea realmente tan bueno. Tenemos que tener una buena opinión de Dios, ¡porque Él es más bueno de lo que puedas soñar y más amoroso de lo que puedas imaginar! Por causa de todas las enseñanzas mixtas que la gente escucha acerca de Dios, muchos creyentes no pueden creer que Dios está realmente a favor de ellos. Parecen esperar que ocurra lo peor en cualquier situación en la que se encuentran.

Pero la fe se puede definir como tener una buena opinión de Dios. La Biblia dice que Abraham era “fuerte en la fe, dando gloria a Dios” (Romanos 4:20 KJV). En griego la palabra “gloria” aquí es “doxa” y uno de sus significados es “buena opinión”. ¿Puedes verlo? Abraham pudo ser fuerte en la fe porque tenía una buena opinión de Dios y estaba plenamente convencido de que lo que Dios había prometido, Él también era capaz de llevarlo a cabo. ¡Tengamos mayor fe en las promesas de Dios para sanar, proteger y proveer para nosotros que en los informes negativos sobre la economía, el terrorismo y nuestra salud!

Tengamos mayor fe en las promesas de Dios para protegernos y proveernos que en los informes negativos.

 

No hay paz verdadera sin la sangre

Cuando miramos cómo el Señor libró a Su pueblo de Egipto, vemos que todas las riquezas, la nobleza y los laureles de los maestros egipcios no pudieron salvarlos del ángel de la muerte. Tampoco pudo haberlo hecho una sincera esperanza u obras de caridad. Únicamente la sangre podría salvarlos. Pero para que la sangre fuera aplicada, el cordero tenía que morir.

Verás, Dios es amor, pero también tiene una justicia inflexible y una rígida santidad. El pecado debe ser castigado, y la Biblia nos dice que la paga del pecado es muerte (ver Romanos 6:23). Es por eso que nuestro Señor Jesús tuvo que dar Su vida en la cruz. Él no pecó, en Él no había pecado, y Él no conoció pecado. Pero fue castigado porque estaba llevando nuestros pecados. Porque Dios nos amó tanto a ti y a mí, envió a Su Hijo unigénito para ser el Cordero que quita nuestros pecados y lleva todo castigo y todo juicio que nos merecíamos. En la cruz, el amor de Dios se mezcló con la justicia de Dios. La justicia y la misericordia se encontraron. La misericordia y la verdad se besaron. En la cruz, el intercambio divino tuvo lugar: Jesús fue castigado para que pudiéramos salir libres. Él fue maldito para que podamos ser bendecidos. ¡Él fue rechazado para que nosotros seamos aceptados!

En la cruz, tuvo lugar el intercambio divino: Jesús fue castigado y maldecido para que nosotros podamos ser bendecidos.

 

Él pagó el precio de nuestra paz mental

¿Sabes qué más hizo nuestro Salvador por nosotros? Como Rey de reyes y Señor de señores, Él se merecía una diadema real, una corona de joyas y piedras preciosas. En lugar de eso, después de haber sido severamente azotado, una guarnición de soldados romanos lo despojó y le puso una túnica escarlata. Entretejieron una corona de espinas y la pusieron sobre Su cabeza. Pusieron una vara en su mano derecha como si fuera un cetro y se arrodillaron ante Él para ridiculizarlo, diciendo: “¡Salve, rey de los judíos!” Luego lo escupieron y tomaron la vara y lo golpearon repetidamente en la cabeza (ver Mateo 27:27-31 NIV), cada golpe clavaba las espinas más profundamente en su cabeza y sacaban sangre de nuevo.

¿Por qué?

¿Por qué nuestro Señor se permitió pasar por todo eso?

Las espinas representan la maldición. Nuestro Señor Jesús tomó nuestra maldición de depresión. Él tomó nuestra maldición de estrés y ansiedad. Él tomó nuestras sucias imaginaciones. Él tomó nuestros pensamientos oscuros y malvados. Él lo tomó todo y lo pagó todo para poder coronarnos con Su paz que sobrepasa todo entendimiento.

Amado, ya no tienes que vivir más bajo esa nube de desesperación. No tienes que permitir que esos pensamientos de odio hacia ti mismo te definan. No tienes que vivir en perpetua vergüenza y condenación. Él no merecía ninguno de los escupitajos, la desnudez, la vergüenza, la corona de espinas, nosotros sí. Pero Él lo tomó todo por nosotros. Él pagó el precio por nuestra paz mental. Ahora mismo, recibe esa paz en el nombre de Jesús. Ha sido pagada.

 

Fija tu mente en Jesús

Permíteme compartir este poderoso pasaje contigo:

Isaías 26: 3-4 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.

Cuando mantenemos nuestros pensamientos perseverantes y fijos en el Señor Jesús, la Palabra de Dios nos dice que Él nos guardará en perfecta paz. Hoy, mantengamos nuestras mentes fijas en Su sacrificio. Mantengamos nuestras mentes en el precio que Él pagó. Mantengamos nuestras mentes centradas en Su obra finalizada. Nunca podríamos hacer lo suficiente para merecer cualquiera de Sus bendiciones. Pero alabado sea Dios, Él lo ha hecho todo: podemos descansar. Podemos dejar ir. ¡Podemos depender totalmente de nuestro Salvador!

 

La paz con Dios te da acceso a Su gracia

Cuando poseemos nuestra paz con Dios, también tenemos acceso por fe a Su gracia (mira Romanos 5:2), a Su maravilloso, no ganado e inmerecido favor, y a Su don de la no condenación. La gracia y la paz van juntas. La Biblia también dice esto en el libro de Job:

Job 22:21 Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien.

Ni siquiera tienes que buscar el bien cuando estás en paz: ¡El bien vendrá a ti! Como creyente, no tienes que estar intranquilo y preocupado todo el tiempo. Tú puedes estar en paz y en reposo, puedes vivir la vida de dejar ir, ¡porque sabes que Dios es por ti y no contra ti! La Biblia también nos dice que cuando “busquemos la paz y la sigamos”, entonces “amaremos la vida y veremos días buenos” (1 Pedro 3:10-11). ¿Qué significa “buscar la paz”? Buscar la paz de Dios es simplemente seguir a nuestro Señor Jesús, el Prince de paz. Él es el Señor de paz y “te dará paz siempre en toda manera” (2 Tesalonicenses 3:16). ¡Alabado sea el Señor!

 Traducido por Claudia Juárez Garbalena 

Comentarios