No condenación. De Joseph Prince
Juan 3:17-18 Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado.
Amigo mío, si has estado
viviendo en el abismo del miedo desde que puedes recordar, es hora de tu
libertad. Puedes comenzar este viaje de libertad hoy creyendo que el corazón de
Dios está lleno de amor, gracia y misericordia hacia ti.
Escucha el latido del
corazón de tu Padre en la escritura de hoy. ¿Crees en Jesús? ¡No hay
condenación para nadie que invoque el nombre de Jesús! Todos los que le invocan
y creen en Él no son condenados sino salvos. Esa es la buena noticia del
evangelio.
Desafortunadamente, muchos
creyentes todavía viven bajo el pesado yugo de la condenación y el miedo porque
escuchan la proclamación del pacto mosaico y se someten a los Diez
Mandamientos.
Mira cómo el apóstol
Pablo describe los Diez Mandamientos en 2 Corintios 3:7–9: “Y si el ministerio
de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria… ¿cómo no será más bien
con gloria el ministerio del espíritu? Porque si el ministerio de condenación
fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación”.
¿Puedes ver la clara
distinción que Dios hace en Su Palabra? Los Diez Mandamientos ministran muerte
y condenación porque ningún hombre ha sido capaz de guardar la ley perfecta de
Dios.
El incumplimiento de la
ley en cualquier momento te pone bajo su maldición, te condena y cuelga una
sentencia de muerte sobre tu cabeza. Mira cómo, en contraste, el pacto de
gracia “mucho más abunda en gloria” porque ministra el espíritu de libertad y
el don de la justicia de Dios.
Ahora, por favor comprende
esto: ¡Los Diez Mandamientos son gloriosos! El problema nunca ha sido los Diez
Mandamientos o la ley perfecta de Dios. El problema siempre ha sido la imperfecta
capacidad del hombre para guardar la ley perfecta de Dios. Por eso nuestro
Señor Jesús no vino a abolir la ley, sino a cumplirla por nosotros (Mat. 5:17).
Y la ley se cumplió
perfectamente en la cruz cuando Él clamó a gran voz: “¡Consumado es!” (Juan
19:30). ¡Él cumplió con las exigencias del primer pacto, que es el pacto mosaico
de los Diez Mandamientos, para poner en vigor el segundo, que es el nuevo pacto
de la gracia de Dios (Hebreos 10:9-10)!
Amado, estamos en la era
de la gracia de Dios. ¡Por eso predicamos el evangelio de la gracia! ¡Amigo
mío, la cruz de Jesús ha hecho toda la diferencia! Ya no tienes que vivir en
condenación y temor bajo el antiguo pacto de la ley. Ahora estás bajo el nuevo
pacto de gracia, donde eres completamente perdonado, justificado y hecho justo
por la sangre de Jesús para reinar en vida.
Cuando te das cuenta de
que eres justificado por la fe y no por tus obras en el nuevo pacto de la
gracia de Dios, sucede algo liberador. Te liberas del ministerio de la
condenación y de la muerte que ministra: eres libre de la culpa, la inseguridad,
el pavor, la ansiedades y todo tipo de temores debilitantes.
La condenación te roba la
paz en tu corazón y el gozo en tu relación con tu Padre. Te roba la fe y la
confianza en Su amor y habilidad para salvarte.
Pero cuando sabes y crees
que no estás bajo el ministerio de condenación sino bajo el ministerio de
justicia, puedes venir libremente ante tu Padre celestial y entregarle toda
preocupación de tu corazón. No estarás constantemente temeroso de que tus fallas
hagan que Él te castigue o retenga Sus bendiciones y protección de ti, porque
sabes que Jesús llevó el castigo destinado a ti sobre Sí mismo en la cruz.
Amigo mío, quizás sepas
lo que es luchar contra el miedo todos los días. Tal vez ha estado plagado de
temores de no poder hacer frente a ciertos cambios en tus circunstancias. Tal
vez los pensamientos temerosos de perder tu salud, tu trabajo, tus hijos o tu
propia vida te mantienen despierto por la noche. Tal vez sufras ataques de
ansiedad severos y la sola idea de ir a cualquier lugar fuera de tu hogar te
llene de un miedo asfixiante.
Quiero que sepas que esta
no es la vida que Dios quiere que vivas. A través del sacrificio de Su Hijo y
la perfección de la obra terminada de Cristo, Él ha abierto un camino para que
vivas libre del cautiverio del miedo.
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