Donaciones
Fuera de México:

Check out with PayPal
 “EL ARQUITECTO DE ZÖE”
4ª. Revisión.
Por: Juan Luis Molina
FRAGMENTOS DE LA PRIMERA CARTA
¡SORPRESA!
Son enormes las sorpresas que se nos han presentado, cuando se ha destapado ante nosotros la esencia que habita aquí, en la Esfera Espiritual. Esta Esfera es opuesta y enemiga de la carnal en que nacimos. No es de extrañar que nos admiremos viendo el especial contenido de sus cosas nuevas, oliendo la suave fragancia que contienen, porque, he aquí, que todo en ella es nuevo y fresco - todo es  diferente.
El ojo humano, y todos los sentidos del hombre, solo pueden reflejar las vanaglorias de la vida carnal; sin embargo, por este medio, somos absolutamente incapaces de captar la gloria de la Esfera Divina.  - La naturaleza de todos los seres vivos que nacen es perfectamente estéril en esta materia; no tiene las herramientas necesarias que le permitan acceder a los Asuntos Celestiales o Divinos ni tiene, en sí misma, los mapas que le indiquen el Camino.  No puede el hombre, como viene al mundo, conocer nada que no sea de su propia esfera. – Toda su sabiduría y la totalidad de sus convicciones provienen del reino carnal. - Todo lo que el hombre asimila en el corazón o sede de su vida íntima y personal, proviene del mundo sensorial que le rodea.

EL ABISMO
Existe un abismo entre las dos dimensiones: - Con nada procedente de la vida natural podríamos haber entendido jamás, ni nos hubiéramos podido acercar a todo lo que habita en el espacio espiritual. Si Dios no hubiese abierto una Puerta que derribase la separación en el abismo, nuestros corazones permanecerían velados. Por tanto, o se acepta o rechaza Su único acceso. O creemos a Dios en Su espíritu, o nos persuadimos de la información que nos llega del mundo a través de nuestros cinco sentidos. Pero, es bueno que sepamos: serán siempre informaciones opuestas y enemigas las que proceden de los dos lados – más tarde o más temprano, tendremos que decidirnos: o andamos en la carne, o reposamos en el espíritu -  No hay “término medio” para Dios.

EL TÉRMINO MEDIO BAJO EL PUNTO DE VISTA CIERTO
En el mundo carnal hay muchos “términos medios”: el neutro, el imparcial y la mayoría,  son palabras usuales y, además, muy bien consideradas en la esfera de la carne. Sin embargo, los términos “bien considerados” en el mundo, no son los mismos que en la esfera divina - exactamente lo contrario sucede: todo lo que se considera “excelente” en una de las esferas, es “maldito” en la otra. – En los “términos medios” tampoco hay excepción. Las características carnales que habitan en la naturaleza humana, por muy lustrosas que parezcan y sean bien consideradas en el mundo, son todas, sin excepción, abominables para Dios. Pero, tal vez, las mayores reprensiones que encontremos en Su Palabra, sean dirigidas a los “tibios” o “templados.”  Podríamos decir, figurativamente, que Dios tiene más respeto por un incrédulo convicto, que por un “término medio,”  ni frio, ni caliente. Es decir, aquel que se encuentra plenamente persuadido de lo que piensa, tiene mejor reputación de parte del Creador que quien decida permanecer neutral y en el medio.  Está claro, Él prefiere que estemos persuadidos de Su Palabra y que nos pasemos a Su Reino; no en tanto, si alguien se persuade de lo contrario, está en su pleno derecho.  Pero no hay peor cosa a los Ojos de Dios que el “término medio;” porque los que no son ni fríos ni calientes, los tibios o templados, queriendo sacar provecho de las dos esferas, toman a Dios por un “muñeco,” aquello que adoran en sus templos y  se imaginan que es un dios.
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto seas tibio, y no frio ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de MI compres oro refinado, para que seas verdaderamente rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.

LO QUE DIOS ESPERA
Lo único que Dios espera del hombre es que tome una decisión, que el hombre escoja y se defina. - Permanecer en el medio de dos reinos opuestos y enemigos, es la peor circunstancia en que pueda caer un individuo; siempre será mejor escoger, tomar partido; puesto que ninguno de los dos reinos antagónicos irá a tener contemplaciones con los hombres y mujeres que se quieran mantener imparciales en el medio. Así, solo servirán como despensa de las tropas y carne de cañón. Ambos ejércitos se alimentarán de todo lo que siembren en sus campos y ninguno de los dos tendrá misericordia de su neutralidad.
¿Ves cuál es el punto de vista del Padre de todos los espíritus? - Él prefiere que nos pasemos a Su Reino, y que disfrutemos plenamente de todos los derechos y beneficios que habitan en Su esfera. Esa es Su agradable y perfecta voluntad. - Y los que así decidieron, los que ya entraron por Su Puerta para acercarse a Dios, sufrimos entonces una dramática transformación: Dios nos desnudó primeramente de todo lo que era nuestro y traíamos vestido del mundo, y nos revistió después con todo de nuevo en Cristo - y a seguir nos presentó un espejo.  Por eso, ahora, como en un espejo a cara descubierta vemos en Su Palabra nuestra nueva imagen: Cristo en nosotros.
Cristo es ahora y será eternamente nuestra única puerta de acceso a Su Presencia, y Su Palabra es el espejo donde únicamente sabemos quién somos a los Ojos de Dios.

EN EL DESIERTO
El Bordón de Moisés abrió un solo camino en el abismo que se extendía a través del Mar Rojo. Un abismo que nadie podía ultrapasar por “sí mismo” - Todo el Pueblo de Israel pasó entonces por entre las veredas que afirmó Dios a uno y otro lado del  Mar. Y, cuando el ejército de Faraón intentó pasar también “por lo seco,” se cerraron las aguas a una, de golpe, de un soplo; y sobrecogió de espanto a todo el ejército del Faraón, antes de perecer entre las aguas con sus carros y caballos.

TRANSFORMADOS
E Israel, cuando se vio a salvo del otro lado del mar, después de asistir atónitos a lo que había sucedido, MUDÓ SU SEMBLANTE -Los rostros de aquellos hombres y mujeres FUERON TRANSFORMADOS. La gloria del Señor se reflejaba ahora en aquellos rostros. - Desde el más pequeño hasta el mayor, habiendo asistido a toda aquella odisea, que se realizó sin ningún esfuerzo de su parte (salvo entrar por lo seco), plasmaron en sus faces la imagen de Su enorme Poder. Del Magno Poder de Dios. – Pasaron de lucir el rostro miserable y derrotado que se graba en las arrugas de la piel, habiendo sido esclavos durante cuatrocientos años en un país extranjero, a lucir el resplandor y gozo del Dios Todopoderoso, que les abría un único camino de liberación tan repentino y maravilloso hasta la Tierra que les había Prometido.
Siempre que Dios se manifiesta al hombre se sufre una dramática transformación. Hay muchos beneficios y privilegios al otro lado del abismo que nos mudan el semblante. Es siempre un mundo y una esfera completamente nueva y distinta la que habita en esta Su nueva margen. Ninguna corrupción habita aquí. Todo lo que  nace y crece en Cristo, que así se llama esta nueva tierra, es bueno en gran manera. Excelente -  y todos nosotros, antes de llegar a sus contornos, pasamos antes por el estrecho que abrió Dios en el Mar Rojo: el camino que abrió sólo Dios en el hombre Jesucristo.
Todos nosotros entramos por lo seco y sin esfuerzo, como lo hizo el pueblo de Israel por el Mar Rojo: - Entre las paredes que se abrieron de pura Gracia en medio del abismo - nadie, sino sólo Dios en Su Hijo, se dio al esfuerzo de abrir y de afirmar aquellos muros. Ahora le corresponde al hombre, una de dos, pasar por lo seco a Su esfera, o permanecer en la esfera de la carne. No hay término medio.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.
Para acceder a la esfera divina, y luego a la Presencia del que habita el Lugar Santísimo, todos tenemos que entrar por Su única puerta de entrada: Jesucristo fue nuestra puerta de entrada, y ahora Cristo la de salida y entrada. Esa es la transformación que HEMOS SUFRIDO. Este es el reflejo ahora de nuestro verdadero rostro en el espejo de  lo que está escrito.
Nadie entra a la Presencia de Dios por su propio esfuerzo, sino sólo revestidos de Cristo y  Su favor divino. Todo lo que nosotros podemos aportar, ahora, son nuestros vasos de barro, para que Dios los vaya transformando en vasos de alabastro derramando la verdadera alabanza y adoración
Dios te ha investido un espíritu nuevo en tu cuerpo mortal. Nuestro cuerpo sólo sirve ahora como “recipiente” del espíritu: un espíritu otorgado de Gracia y que trae consigo las herramientas necesarias para edificar, en colaboración con el Padre, Sus nuevos escenarios.
Esta es la nueva identidad en la cual nos está transformando Dios a todos.
¿Qué sorpresa te llevarías tú, si de repente te mirases al espejo y descubrieses una nueva imagen  que fuese muy superior y distinta a la que veías antes? – Pues eso es lo que está escrito y dice Dios que ha hecho contigo. Una vez que Dios puso a Cristo dentro de ti, a Sus ojos, ya no posees la misma imagen que reflejabas en el mundo; has entrado en otros términos; así lo muestra Su espejo y debemos aceptarlo ahora.
Puede ser que no lo sientas; puede ser que no lo materialices y que te deje perplejo, pero es lo que está escrito. - Es normal que, con nuestra vieja naturaleza no entendiésemos, materializásemos, o sintiésemos los asuntos de Su Reino; por eso nos ha juntado Dios en el espíritu de Cristo, para darnos a conocer los asuntos de los nuevos cielos y la nueva tierra que el Arquitecto de Zöe está irguiendo. Por eso no entendíamos.  Porque son Cosas distintas y que pertenecen a una nueva vida. Son de otra esfera. Pero eso es lo que dicen las Escrituras de Su esfera a pesar de que no lo entendamos, sintamos o materialicemos con nuestros sentidos: « Que tú, en Cristo, eres una nueva persona.» 
Si estamos plenamente persuadidos, ahora, de lo que nos refleja el Padre en Su espejo, nos deleitaremos en los pensamientos y sentimientos que provienen de Cristo. Las viejas emociones y los antiguos pensamientos, eran piezas de un vestuario viejo y gastado que tuvimos que desnudar cuando entramos a la Presencia del Faraón del nuevo Reino.  Este beneplácito Faraón, enemigo antagónico de aquel a quien servíamos, se encuentra ansiosamente esperando que nos presentemos ante Él. Pero, tú sabes bien que, antes de entrar en Su Palacio, tenemos que estar seguros de haber mudado nuestros semblantes y vestidos, como lo hicieron también Daniel y los sabios de Israel para presentarse ante el rey de Babilonia. Igual sucede con nosotros. De la misma manera que ellos  tuvieron que mostrar un semblante “nuevo y excelente” antes de entrar a la presencia de Nabucodonosor, porque sólo así serían dignos de permanecer en su compañía, así nos ocurre ahora: Ya estamos en Su Palacio. Ya no debemos volver a vestirnos con el semblante y  ropas miserables del mundo, sino mantenernos dignos y lustrosos ante Su Presencia con nuestro nuevo vestido. Es decir, mantenernos revestidos con las túnicas de pieles que nuestro Padre nos otorgó a la puerta de Su palacio de pura gracia.

TÚ EN CRISTO – UNA NUEVA PERSONA
Cuando se van iluminando los escenarios de todo lo que habita en la nueva Margen, nuestro Padre nos hace saber que, dentro de nosotros, habita ahora una nueva persona muy digna de permanecer ante Su Presencia. Este es el primer paso para que llegues al conocimiento de toda la verdad.
Dios desea que sepas quién eres AHORA, y quiere, además, darte a conocer todo lo que habita en Su esfera. -  Dios, no solamente deseó traerte a Su Margen, sino que, además, le arde también una enorme voluntad y deseo en Su corazón: darte a conocer toda la verdad. - Ahora, después de haberte garantizado la plenitud de los derechos que habitan en Su Reino celestial, Dios te ha investido con poder desde lo alto,  para que puedas conocer toda la verdad. -  Ese poder desde lo alto es el espíritu de Cristo: el espíritu que te otorga el título de embajador de Su Reino y te guiará, si tú se lo permites, a toda Su Verdad.
Nosotros no tenemos ya nuestra Ciudadanía en el mundo de los sentidos - el espejo que nos presenta Dios nos enseña que: Mi Reino no es de éste mundo. Así que, AHORA SOMOS ciudadanos de plenos poderes y derechos en Su Reino. Así nos ve Dios y todo Su Orbe, y conviene que también nos consideremos así. Ahora hacemos parte de una nueva familia, y esa familia depende plenamente del Padre que nos ha librado de toda influencia y potestad de las tinieblas de este reino de la carne y  nos ha trasladado al Reino de Su amado Hijo.
LAS ORDENANZAS
Así, pues, hermano mío, toda ley y ordenanza, civil o divina, que se destine al  reino de la carne, podrá ser aplicada a sus propios conciudadanos carnales, pero jamás ya a los ciudadanos espirituales del Reino divino.  Aquí, en la potestad de este mundo, nos dice el Padre de nuestro Reino que solamente estamos para entregar de Su parte un Anuncio. - No para acatar sus leyes, sino todo lo contrario –  Toda potestad y señorío de este reino de la carne y todo hombre, tendrá que postrarse algún día, o antes o después, a los pies de AQUEL que anunciamos. En el Cristo que ahora somos, tenemos todo a nuestros pies. La autoridad y el poder del Dios Omnipotente te respaldan, ni un ápice menos.
Este es el tremendísimo poder y autoridad de Sus embajadores. Este es el poder que manifiesta la explosión de Cristo  por todo Su Orbe. El sobre eminente poder que se ha depositado en vasos de barro, para que la excelencia y gloria sean de Dios y no nuestras. Solo Él transformó el “tiesto de barro” del primer Adán, en el vaso de alabastro para el segundo Hombre, en el cual ya no hay varón ni mujer, ni siervo ni libre.
Amado de Dios, entregarle Su Anuncio a quien Él nos acerque es nuestro único cometido ahora, la diplomática labor que Dios nos ha otorgado. En Cristo, ahora, los hijos de Dios somos los únicos luminares que posee este reino, su única esperanza. - Los únicos seres que pueden reconciliar con Dios a sus ciudadanos. Así, pues, tu espíritu te recuerda siempre que tus derechos son mucho más legítimos y supremos que los de este mundo. La nueva ciudadanía de lo alto se sobrepone y reina sobre la terrenal y mundana. No lo olvides. Porque  sin ver la justicia y las joyas divinas que te ha otorgado Dios, en Cristo, la mayoría de los hombres y mujeres, teniendo solamente el espejo que les muestra “éste mundo,” empañarán Su espejo con su propio aliento y no entenderán lo que está escrito.
Con el reflejo de éste mundo, en lo que nos muestra, los hombres no pueden ver a cara descubierta la nueva imagen que habita solo en Cristo; no se dan cuenta de que, con la autoridad y el poder que sale de nuestro espíritu, TIEMBLAN las más altas patentes y autoridades de las tinieblas de esta esfera. Por tanto, solo si manifestamos a los hombres y mujeres el poder y autoridad que nos ha sido otorgado, verán que nos respalda el Todopoderoso y sabrán que estamos aquí para entregarles Su Anuncio.
¿Qué sentimientos humanos hubieran podido imaginarse todo esto?
A menos que nos vistamos de  Cristo, jamás entenderemos ni podremos conocer el íntimo propósito del Padre. Para eso debemos pedirle a Dios y orarle: para que nos abra el entendimiento y que nos envíe más obreros. Obreros eficaces que participen también en Su cosecha.  Porque hay dos cosas que nosotros no podemos hacer: no podemos llamar a nadie a participar de Su negocio –  tenemos que esperar que los obreros los traiga Él a Su Mies; y tampoco podemos abrirle a nadie su entendimiento - tiene que ser Dios quien le revele, a cada uno, lo que ha hecho de él en Cristo. No puede ser hombre alguno.
Tiene que ser Dios quien haga brotar en tu corazón Su Palabra Viva. Para certificar el título de propiedad que posees; para que manifiestes  también las joyas con las cuales has sido investido en Cristo; para que participes deshaciendo las obras del enemigo; y para que aprendas directamente de Dios cómo extender con tu mano un bordón más poderoso que el de Moisés.
Porque para hacer saltar en los corazones de los hombres, la Viva Palabra que nosotros anunciamos, SOLO DIOS SE BASTA. - Todos los obreros que Él te acerque, tendrán hambre y sed de Su Justicia; Dios no precisa de nuestra propia justicia,  ni de NADA, sino tan solo que le pidamos todo.- Eso es lo único que requiere Dios: que le pidamos todas las cosas para que, cualquiera que oiga  Su Palabra, la reciba según es en verdad la Palabra de Dios y no de hombre alguno.
Esto es lo más importante, lo más esencial. Porque en el mundo no se pueden encontrar los hombres joyas tan hermosas y puras como las que salen de Su Esfera, pero cuando se las entrega Dios y  la reciben según es en verdad de Su Boca. Los hombres y mujeres necesitan ver las verdaderas joyas de Dios  – no las nuestras sino las Suyas en nosotros. Porque las joyas que hacen parte de nuestra nueva ciudadanía, son como los carros que mandó José a su padre Jacob desde Egipto cargados de riquezas, los carros que le hicieron creer a Jacob que José se encontraba vivo, cuando ya lo daba por muerto.
Cuando permitimos que la luz de Sus joyas brille en nuestra nueva sede de vida íntima, que es ahora Cristo, Dios nos acerca muchos hombres y mujeres y, además, colaboramos  eficazmente con Él para la edificación del Cuerpo; fascinados viendo y palpando a Cristo en nosotros los hombres, habrá muchos que quieran volverse al Verdadero Faraón. Pero nuestro viejo hombre se marchitó cuando dimos lugar a Cristo - se derritió en su llama porque no estaba hecho de materiales eternos. Era bisutería proveniente de la tierra que se volvió desordenada y vacía. Ahora, los nuevos materiales que vestimos, nacen de una nueva tierra donde solamente fluye leche y miel.
Tenemos que subrayarlo bien para que se entienda:
            «El mundo en que nacimos no sabe, ni puede saber nada acerca de los Asuntos Celestiales»
Porque ahí, dice Dios, ahí todos Sus Asuntos tienen que ser discernidos espiritualmente. Es decir, se requiere que un espíritu de procedencia divina y sobrenatural  los abra y de a conocer. - Lo más lógico que le puede pasar al hombre natural, sin encender el espíritu, es que se ponga a leer y examinar cualquier parte de la Biblia y le parezca locura. - Eso es lo más natural. Porque sin ese espíritu es imposible darse cuenta de que, la Locura de Dios, es más sabia que los hombres. No se puede conocer por experiencia que, lo más pobre de Dios, es  mucho más rico que lo más precioso de los hombres. - No puede saber  lo que sucedió con Adán en el Paraíso; sin él, no se tiene ni idea de lo que  perdió  en su Caída; ni se podrá entender lo que Cristo ha conquistado para la humanidad…. Podremos leer cuarenta años enteros sus páginas, pero, sin ese espíritu, el Libro se va a mantener siempre cerrado; aunque Dios allí nos diga que todo lo que encierra YA ES nuestro.
El resultado de no permitir al espíritu que nos muestre lo que está escrito, será siempre una locura.  Será como atravesar un bosque enmarañado y andaremos tropezando con todo tipo de obstáculos.  Por tanto, sólo cuando el espíritu nos enciende las luces de los escenarios divinos es que podremos apreciar la Vida en Abundancia que en ellos habita. Tenemos que entenderlo bien: los escenarios que nos muestra el espíritu santo, son el palco de los Nuevos Cielos y de la Nueva Tierra que está construyendo el Arquitecto de Zöe. Sólo si apagamos nuestras luces terrenales de la carne, permitiremos a la luz del espíritu que nos vaya mostrando la vida que habita en Su nueva Esfera.

PORQUE HEMOS MUERTO AL MUNDO
«Apagad, pues, todas las luces terrenales en vosotros y se encenderán las luces del escenario espiritual y divino.  Entraréis callados y sumisos y resplandecerá la imagen de Cristo en la vuestra.» 
Todo es excelente en esta Esfera. Todo lo bueno en gran manera que nace en esta nueva Tierra se nos ha ofrecido sin esfuerzos ni mérito alguno de nuestra parte. - Creer sanamente aquello que Dios te dice y muestra en Su espejo es, sencillamente, todo lo que haces de tu parte para apoderarte de las riquezas y joyas excelentes de Cristo. – Creer, como bien sabes, no implica ningún esfuerzo.  Los hombres podrán demorar el tiempo que quieran hasta llegar a entenderlo, pero, más tarde o más temprano, tendrán que admitir que todo esfuerzo natural que hagan, en la Presencia Real no vale de nada. Todo lo que no sea en Cristo le parece muerto al Verdadero Faraón.  Este José a quién te ha juntado, lo ha vestido el Verdadero Faraón de ropas de lino finísimo, le puso un collar de oro en el cuello y le depositó Su anillo de sellar en su dedo.
            A la Presencia Real, sólo se nos permite entrar cuando estamos en estas vestimentas, las cuales puso nuestro Señor el rey a disposición en la puerta de Su palacio. Si no nos vestimos de Cristo, no pasaremos al Lugar Santísimo. Las obras y esfuerzos que predican los que no son ni fríos ni calientes, ya no valen para nada en el Reino Divino.  Aquí y ahora todo fluye de Su fuente dulce y potable. – No es una cisterna abierta por hombre alguno que acumule sólo aguas pantanosas y paradas, sino que dentro de ti reside ahora un manantial de poder y de amor como jamás te imaginaste.
POR LA FE SOLA
Sólo con la fe de un niño recién nacido de nuevo se pueden recibir los frutos y todo lo bueno en gran manera que aquí habita. Los Asuntos espirituales superiores sólo podrán ser apreciados con los nuevos sentidos de Cristo.
El niño cree, sin esfuerzo alguno de su parte, todo aquello que le dice su padre –  así sucede en la nueva Esfera: Lo que habita en la Mente de Dios lo aceptamos, sin esfuerzo alguno, cuando se nos muestra en Cristo. Todo lo recibimos a través de él, sin méritos de nuestra parte y por la fe sola.
Podremos así concluir que: Para presentarnos al Gran Banquete al que fuimos invitados, ya se nos han ofrecido las vestimentas necesarias, o nos desnudamos de las nuestras y nos vestimos con estas, o no entramos. La labor de aquel espíritu Divino que ahora llevamos dentro es abrirnos la Escritura. Abrirnos el cofre de Sus Tesoros a los que nos volvemos como niños para poder recibir los Asuntos de Arriba. Aquel espíritu que enciende Sus escenarios es Cristo: el don del Donador que es Dios. Su don es espíritu, Su don es Cristo.- Esa es la Persona que tú eres y tienes ahora. Cristo es la vida que Dios ha hecho disponible y ha multiplicado entre los que como niños recién nacidos desean ahora la leche espiritual no adulterada.
Yo te alabo Oh Padre, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos y las revelaste a los niños.

“TU PRESENCIA supliqué de todo corazón”
Salmos119:5
Enviada: 3 de marzo de 2010.
De: Gracinha Bento

Amadísima  princesa real de mi Abba.

A Dios El Padre sea dada toda la gloria por Su Santa Majestad, por su Nombre. Por ser DIOS ALTISIMO, nuestro Creador. Todas tus obras que hiciste en nosotros son perfectas. Tu Trono, al cual tenemos acceso, está en la posición más elevada en el Universo. ¡Abba, por eso te ALABAMOS y te ADORAMOS siempre!

Qué voz tan dulce, que regalo precioso me has dado al escuchar tu voz. Qué enseñanza de bondad amorosa hay en tus labios. Por eso tu Padre te necesita e invita para adorarlo. Qué Dios tan bueno tenemos; qué hermosos son sus hijos y los deseos que ÉL pone en sus corazones nos hacen estremecer de gozo.

El camino más excelente es el del amor de Dios. A mí el amor entrañable de Jesucristo me ha cambiado la vida.

Antes de ayer fui invitada por Céu a tomar un té. Fue muy dulce la comunión que tuvimos delante de Dios. Le compartía sobre el relato de Watchman Nee, cuando se bañaban en un río y un hermano tuvo un calambre en su pierna y de cómo se dieron cuenta que se estaba hundiendo. Sin embargo, un salvavidas que estaba con ellos, alertado de la situación no quiso hacer nada. Cuando le señalaron para que acudiera a su rescate, el no se movió. Mientras el hermano que se estaba ahogando se debilitaba y sus fuerzas se desvanecían hasta casi perder su consciencia, otro hermano con pocas brazadas se puso a su lado y  pudo levantar, sin esfuerzo, su cuerpo debilitado. En poco tiempo, el hermano volvía a la seguridad de  tierra firme. Cuando W. Nee le llamó la atención de su falta de solicitud, él dijo que sabía lo que estaba haciendo: “Si yo hubiese ido a salvarle antes, me contestó, él se habría agarrado a mí con tanta fuerza que los dos correríamos el peligro de irnos al fondo y ahogarnos.”

 Hay que prestar mucha atención a lo que añade en seguida:

“Un hombre que se está ahogando no puede ser salvo hasta que pierde completamente sus fuerzas, está exhausto y cese totalmente de intentar salvarse por sí mismo.”

Cuando precisamente uno piensa:”! Mi Dios, yo ya no tengo fuerzas para enfrentar esta situación; simplemente no tengo la capacidad; ¡mis intentos  han servido, mas bien, para hundirme y llenarme de frustración! Ahí, entonces, es el momento en que Dios puede trabajar en nuestras vidas. Porque reconocemos Su superior habilidad de llevar a cabo la liberación que deseamos. Es por fe, por aceptar lo que El ya hizo en Jesucristo. Tampoco la fe es de nosotros, sino la de  Cristo Jesús. Eso es reconocer la gracia de Dios. Yo me niego a mí mismo. En mi propio ser nada tengo para aportar. La demanda es demasiado grande; no tengo las fuerzas y por cierto me voy a hundir mientras intento “salvarme” con mi esfuerzo.

Le compartía que percibir eso había sido una gran revelación en mi vida. Reconocí que no necesitaba poner nada de mi habilidad personal para “mejorar” mi andar con Dios. Reconocí que en mi carne no puedo agradar al Padre. De todas mis credenciales, ninguna servía para llenar su corazón, porque mi carne no podía llegar a ser “santa” por mi esfuerzo. La frustración, escrúpulos de consciencia y sentimientos de indignidad aun residían en mi carne y no el reposo que hay en la perfección de Cristo dentro. Siempre quería aportar algo de mi parte con una “buena conducta” delante de Dios.

En realidad Dios no permitió que me hundiese, me trajo con Su mano poderosa hasta la orilla del mar.”Aquí estás segura en mis brazos, descansa, ahora, porque Cristo lo hizo todo”.”Tu posición delante de Mi es a mi mano derecha. Hagas lo que tú hagas no vas a bajar de esa posición de gloria que te di en Cristo, con su ofrenda perfecta.”

Todo esto lo entendí claramente, porque yo misma en una playa preciosa, en el sur de Portugal. Mientras jugaba con mis amigos dentro del mar, nos pusimos todos encima de un colchón, sin darnos cuenta que nos alejábamos de la orilla del mar. En nuestra inocencia de niños decidimos saltar para dentro del agua, pero ese lugar era de aguas profundas.

Yo era una niña de siete años de edad. Me acuerdo, como si fuera hoy, de irme varias veces al fondo, hasta que comprendí en mi corazoncito de niña que iba a morir. Pensé que estaba tan feliz, sin embargo tuve la consciencia que iba a morir y que nadie me podía ayudar. Perdí las fuerzas y mi cuerpo se quedó en el fondo del mar.

En ese preciso momento, Dios mismo “salió como un gigante”, con Su mano fuerte me agarró y me sacó de una muerte cierta.

 Mi hermana mayor que se había quedado tranquila leyendo un libro, muy lejos de donde yo me encontraba, levantó su mirada en la distancia del horizonte, pero ya no me vio. Los niños seguían felices sin consciencia de lo que estaba ocurriendo. Mi hermana salió corriendo y sin saber el lugar exacto en donde me encontraba, se echó en el agua y me salvó con Su Mano. Isabel, que ya era adulta, pudo rescatar mi cuerpo sin fuerzas hasta la orilla del mar.

Dios Todopoderoso me había librado de una muerte cruel y silenciosa. Más tarde,  al renacer del espíritu de Dios vi el rescate, aun más grande, que El Padre hizo en mi vida. Me dio vida otra vez, pero ahora espíritu de vida eterna. Porque estábamos muertos en delitos y pecados, sin Dios y sin esperanza. Ahí me di cuenta de Su gran misericordia, cuando rescató mi vida del hoyo. A Él le agradó darnos vida eterna, no sólo ahora el adversario no puede matarnos, sino tampoco destruirnos. Nadie quitó la vida a nuestro Señor. El se entregó como Cordero de Dios.

 El relato de Watchman Nee quedó muy claro en mi entendimiento, porque de este modo nos damos cuenta que Dios puede operar poderosamente, mientras nos damos por vencidos y las fuerzas ya nos han abandonado.  Reconocemos que cuando nuestros intentos para ser aceptados delante de Dios han cesado, ahí El puede decir:”Ven a mí, Cristo ya ha hecho todo por ti.” Reconocemos finalmente que no podemos salvarnos a nosotros mismos. El esfuerzo, el sacrificio perfecto fue de Cristo. Nosotros, solamente nos beneficiamos de las riquezas de nuestra herencia en Cristo, aceptándolas por fe, no por vista. La perfección de Cristo que ahora reflejamos, esa excelencia en un grado muy elevado, no necesita ser “mejorada.” ¡Ahora, reina Cristo! Como también la paz en nuestro corazón.

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno,  (vers.21) os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”                                                                                                                                               Hebr.13:20.

“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.“                                                                                     Hebr.7:25.

 “…dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré;  Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo;
Vers.11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor;  Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos.”  Hebr.8:10,11

 ¡Es increíble el honor que nos ha dado nuestro Abba Amado! ¡Sus pensamientos son muy elevados!

Estábamos muertos y Dios nos libró de una condición miserable a todos nosotros, sin excepción, cuando extendió Su mano poderosa y salió por nosotros como un gigante. Nos conoce a nosotros por nuestro nombre, como dice a Moisés que: Mi Presencia  irá contigo para  hacerte descansar.

“…De manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una.
4 Porque Jehová me dijo a mí de esta manera: Como el león y el cachorro de león ruge sobre la presa, y si se reúne cuadrilla de pastores contra él, no lo espantarán sus voces, ni se acobardará por el tropel de ellos; así Jehová de los ejércitos descenderá a pelear… Isaías 31:3,4

Comentaba el otro día a Juan Luís esta verdad maravillosa que nos habían enseñado hace ya muchos años: “Si tú conocieras al Señor no necesitarías de nadie más”. Es una tremenda verdad que yo, en ese entonces, no llegué a comprender, como ahora veo y percibo, en parte, lo que Dios hace en nuestras vidas, mientras lo miramos sólo a Él.

El Padre pone en nuestros corazones palabras de vida de La Fuente Eterna, cuyas aguas son inagotables, puras y limpias como Él Es. Él nos será por Dios, además añade algo increíble, que no enseñará cada uno a su prójimo, sino El propio las escribirá en nuestros corazones a través de su Espíritu. Dios siempre nos muestra todas las cosas primeramente. Aun las escuchemos por boca de otro hermano, nuestro Abba ya tuvo de antemano cuidado de nosotros.

Mi queridísima hermana, me despido con un corazón lleno de agradecimiento a Dios por todas Sus obras. Le agradezco a Dios por tu hermosa vida, por tu lindo corazón de amor a Él. Por toda nuestra familia espiritual. Nuestra verdadera familia. Por el vinculo del amor y de la paz de Dios que nos une en un coro de alabanza a nuestro Amadísimo Abba.

 Te amo muchísimo en Cristo.

Un tierno abrazo para ti todos los días de tu vida.

Claudia, tu eres una gran bendición en mi vida.

AMADO ABBA TE ADORAMOS juntitas de la mano.

Adorando sólo a Dios,

Gracinha

Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu direccion de e-mail contactanos en: mirasoloadios@live.com