HEBREOS 11 Y 12 DE LA VERSIÓN EN INGLÉS "THE MESSAGE".
Fe en lo que no vemos
Hebreos 11:1- 2 El hecho fundamental de
la vida, es que la confianza en Dios, la fe, es la base firme en la cual todo
lo que conforma la vida, vale la pena ser vivido. Es nuestra convicción y
convencimiento en lo que no podemos ver. El acto de fe es lo que distinguió a
nuestros antepasados, los colocó por encima de la multitud.
3 Por la fe, vemos que el mundo fue llamado
a la existencia por la Palabra de Dios, lo que vemos creado llegó a existir de
lo que no se veía.
4 Por un acto de fe, Abel ofreció a
Dios un mejor sacrificio que Caín. Fue lo que él creyó, no lo que él ofreció,
que marcó la diferencia. Eso es lo que Dios tomó en cuenta y aprobó como justo.
Después de todos estos siglos, aquella creencia continúa atrayendo nuestra
atención.
6-5 Por un acto de fe, Enoc saltó por
completo la muerte. "Le buscaron por todas partes y no pudo ser encontrado
porque Dios se lo había llevado". Sabemos sobre la base de testimonio
fidedigno que antes de ser llevado "él agradó a Dios". Es imposible
agradar a Dios sin fe. ¿Y por qué? Porque todo el que quiera acercarse a Dios
debe creer tanto que él existe, como que se preocupa, toma cuidado y se
interesa lo suficiente como para responder y atender a aquellos que le buscan.
7 Por fe, Noé construyó una embarcación
en medio de tierra seca. Se le advirtió acerca de algo que sucedería y no podía
ver, y actuó en lo que se le había dicho. ¿El resultado? Su familia se salvó.
Su acto de fe trazó una clara línea entre la maldad del mundo incrédulo y la
rectitud del mundo creyente. Como resultado, Noé llegó a tener una íntima y
estrecha comunión con Dios.
8-10 Por un acto de fe, Abraham dijo “sí”
al llamado de Dios para viajar a un lugar desconocido, que se convertiría en su
hogar. Cuando se fue no tenía idea de a dónde iba. Por un acto de fe, vivió en
el territorio que se le había prometido, vivió como extranjero acampando en
tiendas de campaña. Isaac y Jacob hicieron lo mismo, vivieron bajo la misma
promesa. Y Abraham vivió por fe, manteniendo sus ojos en una ciudad invisible
hecha con fundamentos reales y eternos: La Ciudad diseñada y construida por
Dios.
12-11 Por fe, la estéril Sara, anciana
como era en ese momento, fue capaz de embarazarse, porque ella creyó en Aquel
que hizo la promesa de que Él haría lo que dijo que haría. Así fue como, a partir
de lomos muertos y marchitos de un hombre, hay ahora personas contadas por
millones.
13-16 Cada una de estas personas de fe
murieron sin tener en la mano lo prometido, pero aun creyendo. ¿Cómo lo hicieron? Ellos vieron lo
prometido a la distancia, le saludaron de lejos, y aceptaron el hecho de que
estaban de paso en este mundo. Las personas que viven de esta manera dejan
claro que ellos están buscando su verdadero hogar. Si hubieran tenido nostalgia
por su vieja patria, podrían haber regresado en cualquier momento que hubieran
querido. Pero ellos pertenecían a, y anhelaban una patria mucho mejor que ésta:
Una ciudad Celestial. Así podemos ver por qué Dios está tan orgulloso de ellos,
y tiene una ciudad esperando por ellos.
17-19 Por la fe, Abraham, en el momento
de prueba, ofreció a Isaac a Dios. Actuando por fe, él estuvo listo para
ofrecer al hijo prometido, a su único hijo, de la misma forma como había estado
listo para recibirlo; y esto después de que se le había dicho: "Tus
descendientes nacerán de Isaac". Abraham sacó en conclusión que si Dios así
lo quería, le resucitaría de entre los muertos. En cierto sentido, eso es lo
que ocurrió cuando él recibió de nuevo Isaac, vivo del altar.
20 Por un acto de fe, Isaac se extendió
al futuro mientras bendecía a Jacob y Esaú.
21 Por un acto de fe, Jacob en su lecho
de muerte, bendijo a cada uno de los hijos de José, bendiciéndolos con la
bendición de Dios, no con la suya, mientras se inclinaba en adoración sobre su
bastón.
22 Por un acto de fe, José, al morir,
profetizó el éxodo de Israel, e hizo los arreglos para su propio entierro.
23 Por un acto de fe, los padres de
Moisés lo escondieron durante tres meses después de su nacimiento. Ellos vieron
la belleza del niño, y desafiaron el decreto del rey.
24-28 Por la fe, Moisés, cuando creció,
rechazó los privilegios de la casa real egipcia. Él eligió una vida muy dura
junto al pueblo de Dios en lugar de una vida de pecado, oportunista y fácil con
los opresores. Él valoró el sufrimiento en el campamento del Mesías mucho mejor
que la riqueza egipcia, porque estaba mirando al futuro, anticipando la
recompensa. Por un acto de fe, volvió a poner su pie en Egipto, indiferente a
la furia ciega del rey. Él tenía los ojos puestos en Aquel que ningún ojo puede
ver, y siguió adelante. Por un acto de fe, celebró la Fiesta de la Pascua y
roció la sangre de la Pascua en cada casa, para que el destructor de los primogénitos
no los tocara.
29 Por un acto de fe, Israel caminó a
través del Mar Rojo sobre tierra seca, y cuando los egipcios intentaron cruzar,
se ahogaron.
30 Por la fe, los israelitas marcharon
alrededor de los muros de Jericó durante siete días, y las paredes cayeron.
31 Por un acto de fe, Rahab, la ramera
de Jericó, dio la bienvenida a los espías y escapó de la destrucción que vino
sobre aquellos que se negaron a confiar en Dios.
32-38 Y podría seguir y seguir, pero me
he quedado sin tiempo. Hay muchos más, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David,
Samuel, los profetas. . . Que a través de actos de fe, derribaron reinos,
hicieron justicia, se apropiaron de las promesas para sí mismos. Fueron
protegidos de leones, de incendios y golpes de espada, convirtieron la
desventaja en ventaja, ganaron batallas, pusieron en fuga ejércitos
extranjeros. Mujeres recibieron a sus seres queridos de entre los muertos. Hubo
otros que bajo tortura, se negaron a rendirse y salir libres, prefiriendo algo
mejor: la resurrección. Otros enfrentaron el abuso y azotes, y, sí, cadenas y
los calabozos. Tenemos historias de aquellos que fueron apedreados, cortados en
dos, asesinados a sangre fría, historias de quienes vagaron errantes por la
tierra con pieles de animales, sin hogar, sin amigos, sin poder, ¡el mundo no los
merecía! Vivieron sus vidas lo mejor que pudieron en los limites crueles del
mundo.
39-40 Ninguno de ellos, a pesar de que
sus vidas de fe fueron ejemplares, tuvieron en sus manos lo que se les prometió.
Dios tenía un plan mejor para nosotros: que su fe y nuestra fe se unieran para
hacer un todo terminado, un propósito trazado, sus vidas de fe no completan ese
plan trazado aparte de las nuestras.
Capítulo 12
La disciplina en
una carrera de larga distancia
1-3 ¿Puedes ver lo que esto significa? ¿Ves como todos
estos pioneros y veteranos que abrieron, alumbraron y señalaron el camino nos
alientan? Esto significa que será mejor seguir adelante. ! ¡Aligérate, descárgate
de todo peso, comienza a correr y nunca te rindas! No permitas ningún sobre
peso o grasa extra en tu vida espiritual, no permitas que ningún pecado se
aloje como un parásito en tu andar. Mantén sus ojos en Jesús, quien comenzó y terminó la misma carrera que nosotros estamos
corriendo. Estudien cómo lo hizo. Porque él nunca perdió de vista hacia dónde
se dirigía: A la tan emocionante y estimulante meta en y con Dios. Así, él pudo
soportar, sobrellevar y resistir cualquier cosa en el camino: la Cruz, la
vergüenza, lo que sea. Y ahora está ahí,
en el lugar de honor, justo al lado de Dios. Cuando se encuentren aflojando el
paso en la fe, repasen su historia de nuevo, detalle por detalle, como a través
de una larga lista de hostilidad se abrió paso. ¡Esto va a disparar la
adrenalina de sus almas!
4-11 En esta batalla sin cuartel contra el pecado, otros
han sufrido mucho peor que ustedes, por no hablar de lo que sufrió Jesús, ¡todo
ese derramamiento de sangre! Así que no sientan lástima por ustedes mismos. ¿O
han olvidado como los buenos padres tratan a sus niños, y que Dios los mira y
los trata como sus hijos?
Mi
querido hijo, no tengas en menos la disciplina de Dios,
Pero
tampoco seas aplastado por ella.
Es
el niño al que Él ama que disciplina;
El
niño que Él abraza, Él también corrige.
Dios te está
instruyendo y educando, es por eso que nunca debes separarte de Él y abandonar
Sus lecciones. Él los trata como a hijos amados. Este problema en el que están
no es un castigo, es un entrenamiento,
formación e instrucción, la experiencia normal de los niños. Sólo los
padres irresponsables dejan a los niños a su suerte. ¿Prefieren un Dios
irresponsable? Respetamos a nuestros propios padres por la formación que nos
dieron y no nos echaron a perder, así que ¿por qué no abrazar el entrenamiento
de Dios por el cual verdaderamente podemos vivir?
Mientras éramos niños, nuestros padres hicieron lo que les parecía mejor a ellos. Pero Dios está haciendo lo que es mejor para nosotros, entrenándonos e
instruyéndonos para lo mejor y más santo de Dios. Por un tiempo, la disciplina
no es divertida, es un bocado difícil de tragar. Pero más tarde, por supuesto,
tiene una alta compensación, ya que es en el buen entrenamiento en que se
encuentran a sí mismos madurando en su relación con Dios.
12-13
¡Así que no se queden de brazos cruzados! !No caminen mas arrastrando los pies!
Despejen el carril para corredores de larga distancia, así nadie tropezará y caerá,
así nadie va a tropezar en un hoyo ni tendrá un esguince en el tobillo. ¡Ayúdense
los unos a otros! ¡Y corran la carrera que tienen por delante!
14-17
Sigan la paz para con los demás y florezcan en la santidad. De lo contrario,
nunca llegarán siquiera a ver un atisbo de Dios. Asegúrese de que ninguno se
excluya de la generosidad de Dios. Manténganse muy agudos para no dejar crecer las
malas hierbas del descontento amargo. Un cardo o dos sembrados como semilla
pueden arruinar todo un jardín en poco tiempo. Cuidado con “el síndrome de Esaú”,
que comerció con un regalo de Dios que era de por vida, a fin de satisfacer un
apetito a corto plazo. Bien saben cómo Esaú más tarde lamentó este acto
impulsivo y quería la bendición de Dios, pero para entonces ya era demasiado
tarde, con lágrimas o sin lágrimas.
Un Reino
inconmovible, inquebrantable, inamovible
18-21 A diferencia de sus antepasados, ustedes no han
venido al Monte Sinaí, a todo ese fuego volcánico y ruido estremecedor para
escuchar hablar a Dios. Las palabras ensordecedoras y el mensaje estremecedor
aterrorizaron a Israel, y le rogaron que se detuviera. Al oír las palabras:
"Si un animal toca el monte, de seguro morirá", tuvieron miedo de
moverse. Incluso Moisés estaba aterrorizado.
22-24
No, esa no es su experiencia en
absoluto. Ustedes han venido al Monte Sión, a la ciudad donde reside el Dios
vivo, a la Jerusalén invisible que está poblada por una multitud de ángeles
festivos, y una congregación de ciudadanos cristianos. Es la ciudad donde Dios
es el juez, con juicios que nos hacen justos. Ustedes han venido a Jesús, quien
nos presenta un nuevo pacto, nuevo y fresco de Dios. Él es el mediador de este
pacto. El asesinato de Jesús, a diferencia del homicidio de Abel que clamaba
por venganza, llegó a ser una proclamación de la gracia.
25-27
Así que no hagan oídos sordos a estas palabras llenas de gracia. Si aquellos
que ignoraron las advertencias terrenales no se salieron con la suya, ¿qué va a
pasar con nosotros si le damos la espalda a las advertencias celestiales? Su
voz entonces sacudió la tierra hasta sus cimientos, y Él nos ha dicho con toda
claridad, que también Su Voz sacudirá los cielos: “Una última sacudida, de arriba abajo, de proa a popa”. La frase “una última sacudida”, significa una
limpieza a fondo, deshaciéndose de toda la basura histórica y religiosa de tal modo
que los fundamentos inconmovibles permanecerán claros, limpios, despejados y
ordenados.
28-29
¿Ves lo que tenemos? ¡Un reino inconmovible, inquebrantable, inamovible! ¿Y ves
cuán agradecidos debemos estar? No sólo agradecidos, sino rebosantes, adorando
con profunda reverencia ante Dios. Porque Dios no es un espectador indiferente.
Está activamente haciendo limpieza en casa, quemando todo lo que necesita ser
quemado, y no va a detenerse hasta que todo esté limpio. ¡Dios mismo es Fuego!
Traducción por Claudia Juárez Garbalena
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