LA POSICIÓN DISPENSACIONAL DEL EVANGELIO DE JUAN; o LA HIGUERA, EL OLIVO Y LA VIÑA Por el Dr. E.W. Bullinger. Julio, 1899
Traducción Juan Luis Molina
Todo aquel que tenga un conocimiento aunque sea solo
superficial de la Escritura debe haberse dado cuenta de la posición tan única y
especial que ocupa el Evangelio de Juan. Su contraste con los otros tres
Evangelios es de lo más significativo. Es único y se mantiene en separado por
sí mismo; mientras que los otros tres forman un solo grupo y son generalmente
conocidos como los Evangelios “Sinópticos”, porque dan una sinopsis
similar de la historia del Evangelio.
El Evangelio de Juan difiere de los demás en casi todos
los respectos; aunque concuerde, por supuesto, con ellos, en los hechos y
verdades registrados.
Los tres Evangelios fueron, sin duda alguna, escritos en
un periodo más temprano; mientras que el consenso general de los escolares
ubica al Evangelio de Juan a finales del primer siglo; siendo su fecha situada
y generalmente acepte en la última década del primer siglo. Muchos dicen haber
sido escrito aun en fechas posteriores al Apocalipsis.
Y si esto es verdad, entonces su relación a las Epístolas
también es muy significativa y remarcable. Porque, mientras que, al igual que
los otros tres Evangelios, relate la presentación y el repudio de Cristo, y
mantiene así su conexión con el Antiguo Testamento, completando su historia;
sin embargo y por otro lado sus contenidos parecen tener una cierta conexión
con las enseñanzas contenidas en las Epístolas.
Este último hecho ha impedido a algunos de recibir la
verdad concerniente al Misterio y ha sido la causa de sus dudas reconociéndolo;
mientras que, al mismo tiempo, ha dejado perplejos y sin explicación a muchos
que claramente lo han visto y sostienen firmemente la Revelación del propósito
Secreto de Dios en Su Iglesia –el Cuerpo de Cristo.
Con el propósito de remover este obstáculo y esta causa
de perplejidad deseamos ofrecer los siguientes puntos a tener en cuenta:
Debemos distinguir cuidadosamente entre un hecho y la
conclusión que deba extraerse de él. El uno es verdad, el otro puede estar
equivocado. Pero no podemos obtener una verdadera conclusión hasta que
observemos, y admitamos, y le demos su debido peso al hecho del cual se
extraiga y sobre el cual esté basado.
1º - Ahora bien, el primer gran hecho es aquel al cual ya
nos hemos referido, esto es, la fecha en la cual el Evangelio de Juan fue
escrito; es decir, hacia finales del primer siglo, unos sesenta años después de
los acontecimientos que contiene registrados. Teniendo en cuenta este hecho ¿no
está claro que ni el Apóstol Pablo ni ninguno de los miembros de aquellas
iglesias a quienes escribió, tuvo que haber visto el Evangelio de Juan al
tiempo que aquellas Epístolas les fueron dirigidas? Sin duda alguna, la
historia del Evangelio en sus más relevantes pormenores era bien conocida. La
promesa de Juan 14:26 ya se había cumplido, y los apóstoles recordaron con ella
lo que se les había dicho de antemano. Los otros tres Evangelios, bien podemos
estar convencidos, ya habían sido escritos y sus contenidos más o menos
generalmente conocidos. Sin embargo el Evangelio de Juan, como ahora hemos
visto, conteniendo muchas privadas conversaciones (por ejemplo, Juan caps.4, 9,
11, 17), nunca fue visto ni conocido por el Apóstol Pablo, o las iglesias a
quienes él escribió. Por esta conclusión nace una nueva: es decir, que es
posible por tanto tener un modelo de iglesia ejemplar (1ª Tes.1:7) sin la
especial enseñanza del Evangelio de Juan. Es decir, la enseñanza trasmitida a
aquellas Iglesias ministradas personalmente por Pablo, y por su Epístola,
contenía “toda la verdad” necesaria para la edificación de una iglesia perfecta
en toda su plenitud. Esta conclusión muy difícilmente podrá ser cuestionada.
Nuestro primer punto, por tanto, es este, que, si es que hubiese hoy en día una
compañía de almas Divinamente salvadas y que posean únicamente la Epístolas
dirigidas a las iglesias, esa congregación bien pueden tener consigo “toda la
verdad” necesaria para edificarlos como iglesia. Pero si tuviesen solo el
Evangelio de Juan se quedarían sin saber la enseñanza en cuanto al estado ruin
del hombre; la justicia de Jehová; las dos naturalezas, y el conflicto entre
ellas; la unión con Cristo en la muerte y la Resurrección, la complexión y
perfección de nuestra posición en Cristo; el abandono de las ordenanzas en
Cristo; la diferencia entre la Ley y el Evangelio; la natura y el uso de los
dones espirituales; la natura y el orden de la Resurrección como se enseña en a
Cor.15; el misterio asociado con la ceguera de Israel; el Gran Misterio de la
Iglesia del Cuerpo de Cristo; su posición, naturaleza, y crecimiento; su
santidad de vida y sus actividades misioneras (1ª Tesalonicenses); el misterio
concerniente a los que “vivan y permanezcan”; la Resurrección de 1ª Tes.4; y el
Rapto en su distinción con el día de Jehová, y dado por revelación especial por
el Señor Mismo (1ª Tes.4:15); el misterio de iniquidad como se revela en 2ª
Tes.2, mostrando la natura y el carácter de la revelación del Anticristo; y
muchas otras verdades todas necesarias y absolutamente necesarias para la
edificación de la Iglesia de Dios. En otras palabras, mientras que no hay
verdad del Evangelio de Juan que no esté contenida en las Epístolas, hay sin
embargo muchas verdades de la Iglesia que no están registradas en Juan.
2º - El Segundo hecho importante es, que, después de que
la Iglesia sea tomada en el aire, habrá multitudes salvadas en varias compañías
o congregaciones para las varias posiciones en gloria. Es imposible leer
Apocalipsis en sus capítulos 7, 14, 15, y 19 comparados con Isaías 26:9, sin
que estemos convencidos de este hecho. La conclusión que se extrae de este
hecho es, que, estas compañías de salvos deben alimentarse de las Palabras de
Jehová, así como todos los demás redimidos lo han hecho siempre. Precisarán
sus consejos, y consuelo, y guía, e instrucción. Tendrán
disponible las Epístolas de la iglesia, tal como las tenemos, hoy en día, las
historias del Antiguo Testamento que están escritas “para nuestro aprendizaje”.
Pero las Epístolas, para ellos, serán históricas, tal y como la historia del
Antiguo Testamento lo es para nosotros actualmente. Tendrán disponible muchos
asuntos concernientes a tiempos y circunstancias que ya habrán tenido lugar, y con
las cuales no tengan una práctica o inmediata asociación. Pero precisarán,
junto con todo esto, algunas Escrituras especiales que puedan asimilar y suplir
sus necesidades, y que contengan “toda la verdad” que se adapte a sus
circunstancias sin que se mezclen con ciertas verdades de la iglesia y
enseñanzas de la iglesia, las cuales en aquel entonces conciernen solamente a
lo que ya pasó y sucedió. Y las tendrán, y la encontrarán de una manera
especial en el Evangelio de Juan.
Así que mientras que las verdades del Evangelio de Juan
puedan ser halladas en las Epístolas, las especiales verdades de la Iglesia no
se hallan en Juan. Cuando la Iglesia sea quitada del medio, los tratos de
Jehová en la tierra se dirigirán a los Judíos y a los Gentiles. Jehová volverá
a relacionarse con Su pueblo Israel, y el pío remanente precisará de las
Escrituras especiales para ese tiempo. La Ley, con la “Canción de Moisés”
(Deut.32), les enseñará acerca de la bondad de Jehová y la rebelión de Israel.
Los Salmos les pondrán las apropiadas palabras en sus bocas; mientras que el
Evangelio les mostrará su repudio del Mesías, y las Epístolas les darán la
historia Dispensacional del Olivo. Pero la Iglesia de Dios para ese entonces ya
habrá sido quitada de la tierra, y el Evangelio de Juan vendrá a ser como un
eslabón precioso, poniendo a Israel en el lugar de la higuera que fue cortada,
y exponiendo aquella Vid verdadera en quien entonces pondrán toda su esperanza
y todos sus deseos.
Una vez que es el Evangelio de Juan que contiene esta
enseñanza de la Vid, y resume las revelaciones del Antiguo Testamento a su
respecto, es por tanto la llave para la especial posición que este Evangelio
mantiene con relación a los demás libros. Estos tres Árboles (y un cuarto – la
Zarza) dan una notable ilustración de los grandes y señalados acontecimientos
que sobresalen en la historia de Israel. Son los cuatro mismos árboles
mencionados en la alegoría de Jotam en Jueces 9:7-15. La HIGUERA, el OLIVO, la
VID, y la ZARZA.
“Cuando se lo dijeron a Jotam, fue y se puso en la cumbre
del monte de Gerizim y alzando su voz clamó y les dijo: Oídme varones de
Siquem, y así os oiga Dios. Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí,
-y dijeron al olivo-Reina sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite,
con el cual en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande entre
los árboles? Y dijeron los árboles a la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.
Y respondió la higuera:
¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto, para ir a ser grande entre los
árboles? Dijeron luego los árboles a la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.
Y la vid les respondió: ¿He de dejar mi
mosto, que alegra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande entre los
árboles? Dijeron entonces todos los árboles a la zarza: Anda tú, reina sobre
nosotros. Y la zarza respondió a los árboles: Si en
verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, abrigaos bajo mi sombra; y si
no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano” (Jueces 9:7-15).
Estos cuatro árboles contienen toda la historia
dispensacional de Israel.
LA HIGUERA
El primero de todos los árboles nombrado en la Biblia es
la HIGUERA. Es especialmente la tipificación de Israel en cuanto a su posición
nacional. Los Evangelios sinópticos establecen eso mismo. Israel, en cuanto a
la posición nacional, era como el árbol de la Higuera plantado en una viña
(Lucas 13:6) – un lugar de bendición y privilegiado. Contiene una especial
referencia al fracaso moral y espiritual de Israel bajo el pacto antiguo. El
Señor se acercó buscando el fruto, pero no halló ninguno; se le dieron tres
años (los tres años de Su ministerio), y al final se dio la orden para que
“fuese cortado” (Lucas 13:6-9), y, nacionalmente, Israel rápidamente “se secó”
(Mat.21:19, 20; Marcos 11:13, 14). En Jueces la “dulzura” y el “buen fruto”
aparecen como las características especiales de la Higuera. Esto era lo que
precisamente procuraba y deseaba el Señor cuando vino. Y esto es precisamente
de lo que carece Israel hoy en día.
EL OLIVO
El OLIVO se caracteriza por el “aceite” y porque “con él
se honra a Dios y a los hombres. Esto representa a los privilegios del pacto de
Israel. Israel de hecho contenía “el aceite”, y privilegios tales como ninguna
otra nación poseía. El Olivo se asocia especialmente con “la casa de Dios”
(Salmo 52:8). Pero religiosamente, Israel no “honró a Dios.” Por eso le fueron
quitados sus privilegios, y algunas de sus ramas le fueron “cortadas”, para que
ahora otras ramas fueran en su lugar “injertadas”, y participen del “aceite” del
olivo. No se “cortan” y se “marchitan” como había sucedido con la posición
política de Israel. El Olivo es el único de los árboles que se mantiene siempre
verde. Su madera, sus hojas y su fruto, todo es bueno; eso nos habla de las
bendiciones del pacto eterno de Jehová con Abraham y su simiente, de Su libre
gracia, de Sus dones espirituales, y de Su eterna fidelidad. Todo esto se halla
incluido en la enseñanza del Olivo, y todo está en notable contraste con las
pretensiones y fracasos de la Higuera del hombre. ¡No! el Olivo permanece, y
las ramas naturales irán siendo injertadas de tiempo en tiempo en él. Israel
tuvo una vez los privilegios, algunos de los cuales se describen en Rom.3:1, 2;
9:4, 5; siendo el mayor de los privilegios que “le fue encomendada la palabra
de Dios”; pero ahora, son los Gentiles (como tales) que lo tienen, entre otros
privilegios de Israel, y hoy en día son los Gentiles los que dispensan a los
Judíos “los misterios de Dios”.
LA VID
La VID nos habla de la bendición espiritual de Israel.
Lea Isaías 5 y el Salmo 80. Jehová sacó esta Vid de Egipto. Él “la plantó”. Él
“le preparó lugar.” Hizo todas las cosas por y para ella. Pero esta Vid
fracasó. Sus vallados fueron destruidos y la viña fue hollada. Por tanto ya no
hay bendición alguna para Israel aparte de Cristo. Él es la verdadera y única
Vid. Todas las demás no eran sino tipos y sombras suyas. Él es el Vino
verdadero que alegra a Dios, en Quien “Él se deleita”. Toda bendición
espiritual para Israel está ligada a Él. Sin Él nada puede hacerse. Él dijo “Yo
soy la Vid verdadera,” no la verdadera Higuera, o el verdadero Olivo; sino la
verdadera y real Vid.
LA POSICIÓN NACIONAL. La nación había sido, igual que la
HIGUERA, “cortada” y una vez que se secó fue “desechada”, y nunca más será restaurada
bajo las mismas condiciones, o bajo los privilegios del pacto antiguo.
“Nunca jamás nazca de ti fruto” (Marcos 11:14; Mateo 21:19). El reino fue
quitado de sus manos, y le será dado (como ya ha sido dado en el propósito de
Jehová) a una nación y una generación que producirá los frutos deseados. Porque
el “fruto” es la característica de la Higuera. Sí, salida de nación nacerá una
nueva. Una nación nacerá de un remanente suyo (Mateo 21:43); una nación que
será “renacida”. Esta nación poseerá un nuevo pacto y una nueva posición política.
Esta Higuera hará súbitamente aparecer sus hojas, porque el verano se acerca.
Sí, “está cerca, a las puertas” (Mateo 24:32-33; Marcos 13:28-29; Lucas
21:29-31).
EL PRIVILEGIO DEL PACTO. Las ramas han sido cortadas,
pero el OLIVO no se corta ni se seca. Algunas de sus ramas fueron solamente
podadas. Otras procedentes de un olivo salvaje han sido injertadas en su lugar,
y presentemente las ramas cortadas serán “injertadas de nuevo en su propio
olivo”, y sus privilegios del pacto serán restaurados: su “aceite” renovado y
utilizado para el “honor de Dios y del hombre”. Este Pacto fue hecho con
Abraham antes que hubiese un Israel; y todos sus privilegios se hallan
incluidos en el Olivo.
LA BENDICIÓN ESPIRITUAL. La VIÑA ha quedado devastada y
devorada (Salmo 80:13), y hollada, y nadie la riega (Isaías 5:5-6). Pero Jehová
de los ejércitos “volverá y visitará a esta viña”. Su mano derecha reposará
sobre el Hijo del Hombre en Quien se hará fuerte por Sí Propio. Regresará de nuevo,
hará resplandecer Su rostro causando la salvación de Israel (Salmo 80:14, 19).
Así como la Viña (en conexión con la bendición espiritual en el mundo), Israel
y en su totalidad ha fracasado. Es característico de la Vid que su madera no
tiene utilidad, ni mismo para hacer una estaca donde se cuelgue nada (lea
Ezequiel 15 sobre este tema). No tiene poder para permanecer por sí sola,
precisa ser soportada, pero no puede darle soporte a otros. ¡No! Israel,
tal como la Vid, ha fracasado. Ahora todas las bendiciones espirituales y por
tanto deben y serán halladas solamente en y a través de “la verdadera Vid”, la
Vid real, a la cual todas las demás señalaban; “el hombre de Su diestra”. Todo
aquel que no derive su bendición de Él y participe de la bendición a través
Suya será “cortado” y “echado fuera”. Pero todo el que participe de
Su fuerza y bendición ¡permanecerá para siempre! Y se alegrará con el vino que
agrada a Jehová y al hombre.
Pero ahora observe especialmente los lugares donde se
mencionan estos árboles en la Escritura, y donde sus lecciones se hallan
impresas.
1. Tenemos a la Higuera en los
evangelios sinópticos
2. Al Olivo en Romanos, y
3. A la Vid en Juan.
Es en los Tres Evangelios sinópticos que tenemos el
registro de la historia dispensacional y de las causas del “corte” de la
Higuera, y el milagro de su “sequedad.”
Ahora bien, en este presente intervalo, es en las
epístolas a la Iglesia (Rom.caps.9-11) que tenemos el Olivo, y el registro
concerniente al “echar fuera” de las ramas naturales y el injerto en su lugar
de otras ramas. Mientras que en el evangelio de Juan tenemos la Vid y sus
ramas, las escrituras especiales para la enseñanza de aquellos que
especialmente precisarán de ella en los días posteriores de la salida de la iglesia
de la tierra. En ese Evangelio, aquellas congregaciones de salvos aprenderán
las preciosas verdades que serán el soporte y su firmeza en el día de la gran
tribulación: “a través” y “de donde” la cual serán librados.
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