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APROPIARSE DE SU PALABRA. De Joseph Prince. Fragmento del libro “La oración de protección”.


Por desgracia, cuando nos vemos ante problemas, ya sea enfermedad un accidente o cualquier tipo de problema, muchos de nosotros no nos apropiamos y reclamamos la liberación del Señor que se encuentra en Su Palabra. Sin embargo, cuando usted se apropia de la Palabra de Dios para una liberación, el diablo teme sobremanera que la Palabra se arraigue firmemente en su corazón, y por eso vendrá inmediatamente a intentar robar la Palabra de su corazón. Le señalará las circunstancias externas y se mofará con pensamientos como: “Mira tu hijo, sigue enfermo, ¿dónde está Dios ahora? ¿dónde está la realidad del Salmo 91?” En ese preciso momento usted se verá ante una decisión. O bien puede alejarse de la Palabra de Dios y ponerse de acuerdo con el enemigo, o puede permanecer firme en fe y seguir creyendo Sus promesas.

Incluso cuando el Señor puso en mi corazón escribir este libro sobre la protección divina, me dijo que hay personas que leerán esto y pensaran: yo he reclamado las promesas del Salmo 91 otras veces y no funcionó. Mi querido amigo, quiero animarle a aferrarse a Su Palabra al margen de cuál haya sido su experiencia, la Palabra de Dios es eterna e inconmovible. Si no ha experimentado una protección total en el pasado, creo que sí se apropia de Su Palabra y persevera en fe, caminará cada vez más en la protección total del Señor.

Al apropiarse de la Palabra de Dios y perseverar en fe,
caminará cada vez más en Su protección total.

El Señor me dijo esta parte de la escritura para fortalecerle:

En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal. En el hambre te salvará de la muerte, y del poder de la espada de guerra. Del azote de la lengua serás encubierto; no temerás la destrucción cuando viniere. De la destrucción y del hambre te reirás…Sabrás que hay paz en tu tienda; Visitarás tu morada, y nada te faltará. Así mismo echarás de ver que tu descendencia es mucha, y tu prole como la hierba de la tierra. Vendrás en la vejez a la sepultura.
-Job 5:19, 22 y 24 -26.

Veamos con detenimiento el primer versículo: “En seis tribulaciones te librará, y en la séptima no te tocará el mal”. Ahora bien, he leído este versículo varias veces anteriormente, pero el Señor avivó de una forma nueva esta escritura en mí, así que permítanme compartir esta fresca visión con usted. Quiero dirigirme especialmente a quienes se han desanimado mucho en el área de la protección. Quizá ha experimentado una situación muy difícil o trágica, o está pasando ahora mismo por una situación desafiante. ¿Me permite animarle a edificar su fe sobre las promesas de Dios y no sobre sus experiencias?

La Palabra de Dios dice que en este mundo tendremos aflicción (Ver Juan 16:33). El hecho de que Dios declara en Su Palabra que nos librará de males, nos dice que experimentaremos males. Pero Dios quiere que sepamos que cuanto más oigamos predicar sobre el salmo 91, más lo citemos y nos recordemos y nos recordemos a nosotros mismos la protección del Señor diariamente, más crecerá nuestra fe en Su protección. Cuanto más nos recordemos a nosotros mismos la protección del Señor diariamente más crecerá nuestra fe en Su protección.

Cuanto más nos recordemos a nosotros mismos la protección del
Señor diariamente, más crecerá nuestra fe en Su protección.

La fe viene por “oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo” (Romanos 10;17, NTV). Cuanto más oímos, ¡más creemos! Cuanto más reclamamos y hacemos la oración de protección, más caminaremos en Sus bendiciones. Ésa es la intención de este libro: saturarle con el oír y oír de las promesas de protección del Señor para su vida hasta que su fe sea robusta y rebose. Cuanto más crea, más liberación experimentará de problema tras problema hasta que llegue al lugar de “en la séptima”, donde ningún mal le tocará. ¡Amén!

Aunque vivimos en tiempos peligrosos,
tenemos un Dios omnipotente que cuida de nosotros.

Mi querido lector, la liberación de los problemas es algo fantástico, pero hay una promesa que es incluso mejor, y es cuando usted está en ese lugar donde “no te tocará el mal”. Esa es mi oración para usted y sus seres queridos. Aunque vivimos en tiempos peligrosos, tenemos un Dios omnipotente que cuida de nosotros. Que todos nosotros crezcamos y tengamos una revelación progresiva de la protección del Señor en estos últimos tiempos. Aunque ninguno de nosotros, yo incluido, hemos llegado ya, estamos en un viaje de fe, de caminar plenamente en las promesas de la protección de Dios.

Demos gracias al Señor por Su liberación de todos nuestros problemas, mientras continuamos creyendo que llegaremos al lugar donde ningún mal tocará ni a nuestros seres queridos ni a nosotros.  

Fragmento del libro “La oración de protección”.


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Devocional de hoy:

El perdón es para los que no lo merecen. De Joseph Prince 


Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré 
a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 
Mateo 18:21

Pedro le preguntó al Señor qué tan a menudo debería perdonar a su hermano. La respuesta del Señor para él fue simple: hasta 70 veces siete veces (Mateo 18:22). En otras palabras, ¡todo el tiempo!
"Bueno, Pastor Prince, esa persona no merece mi perdón".

Tampoco tú merecías el perdón de Dios.

No hay una sola persona viva o muerta que no haya roto todos los 10 mandamientos de Dios. No existe tal cosa como un "pecador a medias" o un "gran pecador". Todos nosotros fuimos grandes pecadores cuando Jesús nos salvó. Y cuando nos demos cuenta de que se nos ha perdonado mucho, amaremos mucho (Lucas 7:47).

"Pastor Prince, ¿cómo puede decir que he roto todos los mandamientos de Dios? Nunca he cometido adulterio".

Amigo mío, Jesús dijo: "cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón" (Mateo 5:28). Ese es el estándar de Dios. El hombre mira lo exterior, pero Dios mira el interior, al corazón. Además, si quebrantas una ley, tú eres culpable de todas. (Santiago 2:10). Entonces todos hemos quebrantado todos los mandamientos de Dios. Todos somos un gran pecador.

Ahora, ya no eres un pecador si has recibido a Cristo como tu Salvador. Eres una nueva creación. Sin embargo fuiste un gran pecador y Dios te perdonó tu gran deuda a través de la muerte de Su Hijo.

Entonces, si alguien te ha hecho daño, di para ti mismo esto: "Yo no me merecía el perdón de Dios, pero Él me perdonó a través de Cristo. Entonces yo también perdono a esta persona". Si dices algo como: "Él no se lo merece", eso no tiene sentido. El perdón no es para las personas que lo merecen. Si merecen algo, es castigo. Pero el perdón significa que tú extiendes gracia, que es favor inmerecido, de la misma forma en que Dios extiende Su favor inmerecido hacia ti.

Amado, si eliges aferrarte a la amargura, nadie sufrirá más que tú. Perderás tu paz, y después posiblemente tu salud. Simplemente no vale la pena. Dios te dice: "Déjalo ir. Perdona a otros sus deudas, tal como Yo te he perdonado a ti".



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