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Prepárate para jugar a la ofensiva. De Joseph Prince

 


1 Juan 4:4 porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

Independientemente de los deportes de equipo que sigas, sabes que la defensa es vital. Una buena estrategia defensiva te mantiene en la contienda, pero la defensa por sí sola no gana campeonatos.

La oración de protección en el Salmo 91 tiene muchos elementos defensivos, como morar en el lugar secreto del Altísimo, permanecer bajo la sombra del Todopoderoso y tomar al Señor como nuestro refugio y fortaleza. También podemos ver cómo estamos cubiertos bajo Sus alas y protegidos por un ejército angelical.

Sabiendo que tenemos nuestro juego defensivo cubierto, ¿estás listo para jugar un poco a la ofensiva?

Ciertamente, hay épocas y temporadas en que la mejor cosa por hacer es refugiarse y permitir ser resguardados. El Señor es nuestro hogar seguro, nuestro escondite y nuestra fortaleza impenetrable, y amo que podamos refugiarnos en Él.

Pero la oración de protección también declara esto en el versículo 13: “Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro de león y al dragón”.

Eso es tomar una posición ofensiva. Eso es ir al ataque. ¡Eso es tomar autoridad!

En el Evangelio de Lucas, vemos a nuestro Señor Jesús enviando setenta discípulos contra el reino de las tinieblas, como “corderos en medio de lobos” (Lucas 10:3). ¿Alguna vez has visto a un cordero venciendo a un lobo?

Por supuesto que no. Verás, esta autoridad de la que estamos hablando no es una autoridad natural. Igual que el cordero, tú y yo no tenemos poder en nosotros ni por nosotros mismos. Esta es una autoridad sobrenatural que proviene de nuestro Señor Jesucristo, así como la fuerza que le permitió a Sansón destrozar a un cachorro de león fue una fuerza sobrenatural.

Las representaciones de Sansón que he visto personifican a un hombre enorme y musculoso. Yo creo que podría haber sido pequeño y escuálido, pero dotado de un poder y fuerza sobrenaturales de Dios.

Naturalmente, para Sansón enfrentarse al león con sus propias manos fue como un cordero enfrentándose a un lobo feroz. Pero nosotros sabemos que el que está en nosotros es más grande que cualquier depredador que hay en el mundo. ¡Amén!

Amigo mío, en Cristo eres mucho más fuerte de lo que crees. Puede que no lo veas ni lo sientas, pero Dios siempre usa las cosas débiles de este mundo para confundir a los sabios y a los poderosos (1 Co. 1:27).

Recuerda, la carrera no siempre es de los veloces, ni la batalla de los fuertes. Es el Señor quien al final determina quién saldrá victorioso. Y ya que el Señor es por ti, ¿quién contra ti (Romanos 8:31)?

Extraído del sitio “Joseph Prince Ministries”

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