LA SEGUNDA VENIDA PRE-MILENIAL. Por E.W. Bullinger -Capítulo III de "DIEZ SERMONES SOBRE LA SEGUNDA VENIDA"
Días Terribles y Días de
Gloria
¡Increíble! Ha sido un robo a mano armada lo que sufrió
la Iglesia luego cuando comenzó. Al principio mismo de Su Fundación. La Iglesia
en el tiempo que Juan escribió el Apocalipsis era muy similar a la de nuestros
días. Claro que en nuestra era, como ha ido de mal a peor,
ahora se halla más decadente; pero no es más que una consecuencia de la
"perdida" temprana que sufrió ya en aquel tiempo. Ya entonces
habían nacido en su seno "muchos anticristos" en la Iglesia, dice S.
Juan. A la Iglesia le robaron al principio Su Gran Secreto estos falsos
maestros introducidos a escondidas. Los discípulos no estuvieron listos para
recibir TODO el Evangelio, sino que se volvieron atrás, y quisieron mezclar lo
Antiguo con lo Nuevo. Ese proceder de sus columnas cediendo al deseo de los
Padres, llevó a que toda la Iglesia se volviese a las "fábulas de
viejas". Satanás les privó del tesoro que tenían en frente, en la
Segunda Venida, ofreciéndoles a cambio "un celo por la ley." Aquella
mezcla, de lo Viejo con lo Nuevo, produjo una "rotura peor" en la
Iglesia de entonces, y derramaron el Vino Nuevo que contenían dentro de sus
odres viejos. Se perdió de vista la Gracia y se volvió a las obras de la
ley. La Iglesia se sumergió de nuevo en el camino de las "las obras"
y "méritos": ¡Del fruto de sus manos! o camino de Caín.
Es desde el primer siglo que la Iglesia va yendo de mal a peor. No es solo el mundo que se desgasta y envejece, yendo de mal en peor, sino que el mundo que se introdujo en la Iglesia arrastró consigo a la Iglesia, y llegará el día (si no ha llegado ya), que en su corrupción dentro de ella, "el hijo entregará a su propio padre, y el hermano a su hermano a la muerte." Serán días en que, dentro de la Iglesia, habrá muchos que amen a padre o madre más que a Dios. Cualquier parentela que se ponga mundana, antes que a Dios, será hábito en la Iglesia en sus últimos días sobre la tierra. El amor al prójimo será permitido y exhortado, olvidándose del "Primer Amor". Tan bajos llegarán, en el seno de la Iglesia, que muy pocos serán los que Miren a Dios Primero, y estos serán perseguidos y entregados a los tribunales humanos, a manos de sus hermanos. Andarán errantes por la Tierra. Pobres, dispersos, y necesitados de ser llevados por la Mano de Dios. Pero la mayoría se habrá vuelto del todo a las "fábulas de viejas", y seguirán intentando predicarle el evangelio a todo el mundo, esforzándose como deben en "mejorar" las Multitudes del Mundo. Pero Dios no predice nunca que haya mejoría alguna en el mundo, ni en el mundo ni en Su Iglesia. Sino que los últimos días antes del Rapto serán igual de peligrosos, y habrá muchos falsos profetas y maestros entre nosotros como los hubo desde el principio. Juan alertó a la Iglesia a aprender de Dios solo a través de la "unción del santo", pero los discípulos fueron lentos de corazón para creer TODO lo que los Profetas habían predicho.
Es desde el primer siglo que la Iglesia va yendo de mal a peor. No es solo el mundo que se desgasta y envejece, yendo de mal en peor, sino que el mundo que se introdujo en la Iglesia arrastró consigo a la Iglesia, y llegará el día (si no ha llegado ya), que en su corrupción dentro de ella, "el hijo entregará a su propio padre, y el hermano a su hermano a la muerte." Serán días en que, dentro de la Iglesia, habrá muchos que amen a padre o madre más que a Dios. Cualquier parentela que se ponga mundana, antes que a Dios, será hábito en la Iglesia en sus últimos días sobre la tierra. El amor al prójimo será permitido y exhortado, olvidándose del "Primer Amor". Tan bajos llegarán, en el seno de la Iglesia, que muy pocos serán los que Miren a Dios Primero, y estos serán perseguidos y entregados a los tribunales humanos, a manos de sus hermanos. Andarán errantes por la Tierra. Pobres, dispersos, y necesitados de ser llevados por la Mano de Dios. Pero la mayoría se habrá vuelto del todo a las "fábulas de viejas", y seguirán intentando predicarle el evangelio a todo el mundo, esforzándose como deben en "mejorar" las Multitudes del Mundo. Pero Dios no predice nunca que haya mejoría alguna en el mundo, ni en el mundo ni en Su Iglesia. Sino que los últimos días antes del Rapto serán igual de peligrosos, y habrá muchos falsos profetas y maestros entre nosotros como los hubo desde el principio. Juan alertó a la Iglesia a aprender de Dios solo a través de la "unción del santo", pero los discípulos fueron lentos de corazón para creer TODO lo que los Profetas habían predicho.
Los últimos tiempos de la Iglesia dice el Espíritu
Santo que serán semejantes a los que precedieron el diluvio en días de Noé.
A la par y mano a mano con estos
terribles escenarios, nuestro Abba Padre nos da sueños, visiones y
revelaciones magníficos. Nos presenta ante nuestros ojos las bendiciones
milenares. Nos pone primero delante los manjares del Rapto; nos abre el
perfume de Su Vida Eterna en nosotros. Nos hace saber que hacia Él tiende todo,
y que todo lo reparte en recompensas como Él quiere. Esta es nuestra ventana
bendita, por donde entra Su vientecillo agradable. Es Cristo dentro nuestro
destapando todos los tesoros Divinos. Todas las tribulaciones y pesares
que sentimos aquí, no le llegarán jamás a los calcañares de nuestros sueños
celestiales. No pasan todas de ser sino meras "levísimas tribulaciones momentáneas".
¡Sabe muy bien soportarnos nuestro Abba Padre en Sus dulces y protectores
brazos, en medio de todos los "vientos huracanados" que golpean la
Casa! Si nuestro Cristo no fuera más grande que todos los "dardos de
fuego" juntos, no podríamos "resistir al diablo hasta el fin".
Ha sido cuando "perdimos nuestra vida" que hayamos esta Nueva por
gracia. La Nueva Vida está por encima. ¡Solo tiene ojos para lo alto!
Queridísimos de la "manada pequeña", os exhorto a que descubráis el tesoro celestial que se halla ciertísimamente en “Los Diez Sermones de la Segunda Venida”. Nunca un testimonio de un hermano me habló tan de cerca a mi espíritu, en cuanto a las cosas que están en breve por suceder, como la obra espiritual de Bullinger de “El Apocalipsis o el Día del Señor”. Ahora estos Diez Sermones son un adentrase en los escenarios de la Revelación. Es un desmenuzar de algunos acontecimientos que rodean la Segunda Venida. Se nos enciende la llama dentro nuestro cuando la unción del santo nos muestra estos escenarios, estos Tesoros Divinos. Ciertamente toda tribulación y toda angustia desaparecen de nosotros, cuando contemplamos al Padre a través de Cristo. La unción del santo ya viene completa, y quiere nuestro Abba Padre que nos "encerremos con Él" y que "cerremos la puerta" y que nos sentemos a los pies del maestro, en el hogar de Su Casa, para que aprendamos todas Sus cosas maravillosas celestiales!!!
Queridísimos de la "manada pequeña", os exhorto a que descubráis el tesoro celestial que se halla ciertísimamente en “Los Diez Sermones de la Segunda Venida”. Nunca un testimonio de un hermano me habló tan de cerca a mi espíritu, en cuanto a las cosas que están en breve por suceder, como la obra espiritual de Bullinger de “El Apocalipsis o el Día del Señor”. Ahora estos Diez Sermones son un adentrase en los escenarios de la Revelación. Es un desmenuzar de algunos acontecimientos que rodean la Segunda Venida. Se nos enciende la llama dentro nuestro cuando la unción del santo nos muestra estos escenarios, estos Tesoros Divinos. Ciertamente toda tribulación y toda angustia desaparecen de nosotros, cuando contemplamos al Padre a través de Cristo. La unción del santo ya viene completa, y quiere nuestro Abba Padre que nos "encerremos con Él" y que "cerremos la puerta" y que nos sentemos a los pies del maestro, en el hogar de Su Casa, para que aprendamos todas Sus cosas maravillosas celestiales!!!
En Cristo
Juan Luis Molina
III.
LA SEGUNDA VENIDA PRE-MILENIAL.
“LA TIERRA SE LLENARÁ DEL
CONOCIMIENTO DEL SEÑOR COMO LAS AGUAS CUBREN EL MAR”. – Isaías: 11: 9.
“COMO LOS DÍAS DE NOÉ, ASÍ SERÁ
TAMBIÉN LA VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE” – Mateo 24:37.
Un artículo fundamental de la Fe Cristiana es que Jesús habiendo sido
concebido de una Virgen, nació en Belén, sufrió y murió por los pecados de Su
pueblo, fue Levantado de Nuevo de la muerte, y Ascendió a los Cielos, y que a
su debido tiempo volverá otra vez con gran poder y gran Gloria. Cualquiera que
sea el punto de vista individual que se mantenga concerniente a estos
acontecimientos, todos los credos, y confesiones de fe: católicos romanos,
protestantes, occidentales y orientales, dan sus testimonios de estas verdades;
y todas las Iglesias del mundo pueden unificarse en las palabras del Te Deum, “Creemos que Tú vendrás a ser
nuestro Juez”.
Una vez más, todos están de acuerdo en que las Escrituras revelan un
tiempo de bendición universal que ha estado reservado para este mundo, y la
misma palabra propiamente se extiende adelante hacia “un agradable tiempo
venidero”. Todos están de acuerdo que será caracterizado por un conocimiento universal
de la Verdad Divina; una sujeción universal al Gobierno Divino; una paz
universal entre todas las naciones, y de bendiciones para “todo Israel”. Este
feliz periodo del mundo es comúnmente referido por la palabra “Milenio” (dos
palabras latinas que juntas significan mil
años), porque cinco veces en seis versículos (Ap.20:1-6), cuando S. Juan
habla sobre ese periodo, lo denomina “Mil años”.
Ahora bien, mientras que todos los cristianos están de acuerdo en estos
dos hechos, que son: (1) Que Cristo ha de venir, y (2) que este periodo de
bendición universal también tiene que venir. Pero no todos concuerdan en cuanto
a la relación de estos dos acontecimientos, el uno con el otro. La simple
pregunta que surge es la siguiente: ¿Cuál de estos dos acontecimientos viene y
tendrá lugar primero?
La cuestión no es si Cristo viene: ni tampoco si viene un milenio de
paz, sino cuál de estos eventos precede al otro.
Todas las demás preguntas que se conecten con la Segunda Venida se
subordinan a esta, porque si Cristo tiene que venir primero, entonces no hay
esperanza de ninguna mejoría, o de bendición para el mundo hasta que Cristo
vuelva; y es tanto necio como inutil procurar y obrar por esta mejoría. Y, si
el Milenio va a venir primero, entonces es igualmente en vano que estemos
constantemente “mirando la bendita esperanza”. Y aguardando y esperando
por Cristo.
En los primeros tiempos de la Iglesia, los cristianos aguardaban que
Cristo viniera primero, y la palabra “Milenario” era suficiente para
describirlos; pero cuando algunos comenzaron a ver al Milenio viniendo antes,
llegó a ser necesario hacerle adiciones a esta palabra, y por eso mismo
aquellos que esperan la venida de Cristo primero fueron denominados los pre-milenarios; pero la Iglesia
primitiva desconocía totalmente estos términos, pues los puntos de vista de los
pos-milenarios eran desconocidos y nunca se había oído hablar nada de ellos.
Los primeros cristianos aguardaban, tenían su mirada en Cristo. “Esperaban
por el Hijo de Dios viniendo desde el Cielo.” Aguardaban por una persona, y no
por un Milenio sin esa Persona. Había sido reservado para una generación
posterior ubicar el Milenio delante de la Iglesia, como su esperanza.
Para que aclaremos aun más este punto permítame repetirles que, los
pre-milenarios, aguardan que Cristo venga primero, antes de los mil años; los
pos-milenarios creen que Cristo no vendrá hasta que los mil años hayan acabado.
Los pre-milenarios creen que el mundo irá de mal a peor progresivamente; los
pos-milenarios creen que ira de bueno a mejor. Entre estos dos puntos de vista
no hay lugar para concesiones. Uno debe ser correcto y el otro debe estar
errado. Y permítame repetirle de nuevo, que esto no es una cuestión de
razonamiento. No es una cuestión de lo que nos parezca, de acuerdo a nuestras
ideas o deseos; ni si concuerda o no con nuestros puntos de vista; ni lo que
veamos más razonable, o se parezca con lo que concordemos. Sino que es entera,
y completamente, una cuestión de Revelación. Dejemos de una vez por todas de
decir lo que Dios va hacer o dejar de hacer. Porque escrito está, “Mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos,
dice el Señor” (Isaías 55:8).
Por otro lado, no podemos demandar que todos los obstáculos
desaparezcan, ni que todas las preguntas sean respondidas, o que todas las
dudas sean resueltas; mientras que ninguna objeción puede ser o debería ser
tomada en consideración si se funda en la razón humana. Porque la palabra del
hombre es vana e inútil, cuando es completamente una cuestión de “¿Qué dice el
Señor?”
Si Dios ha dicho que el Milenio viene primero, entonces con toda la
certeza así sucederá. Si Dios ha dicho que la predicación del Evangelio es para
convertir al mundo, entonces no importa para nada cuantas dificultades
aparentes puedan haber, ni lo que el hombre pueda decir acerca del aumento de
la población, la insuficiencia de medios, etc., etc., el mundo ciertamente se
convertirá. No hay falta de poder con Dios, y si Él lo ha dicho, se asegurará de
llevarlo a cabo.
Pero si por otro lado, Dios ha dicho que el objetivo del Evangelio es
separar de las naciones un pueblo para Su Nombre, entonces nada más queda por
hacer; deja que el hombre predique, y se esfuerce, como pueda para convertir al
mundo. De cualquier manera, exactamente
como dice Dios, así sucederá; ni más ni menos.
Qué es entonces lo que la Palabra de Dios enseña. Nuestro objetivo como
está anunciado te dirá nuestra convicción, que la Pre-Milenial Venida de Cristo
es la verdad de la Biblia.
Hay varias maneras de procedimiento por las cuales puede esta verdad ser
establecida, y son muchas las Escrituras que pueden ser citadas. Pero como
estamos limitados de tiempo cumpliremos con dos objetivos a la vez si nos confinamos
a las Escrituras que se usan generalmente para fundamentar el punto de vista
pos-Milenial.
Está claro, las Escrituras pueden ser pervertidas y manipuladas; pueden
ser sacadas de su contexto; pueden ser “interpretadas”, de tal forma que cuando
Dios dice una cosa, el hombre pueda decir que significa otra distinta. Se puede
hacer de todo. Los ateos pueden citar, “no hay Dios”, y el Diablo puede citarla,
o citarla erróneamente, para que sirva a su propósito. La única vía para llegar
a la mente de Dios es estudiando las Escrituras y creyéndolas en “todo”, y tomando el texto en su
contexto. Los judíos de la antigüedad cayeron en el error, es cierto, los discípulos
fracasaron a la hora de entender la Escritura, sencillamente debido a que no
creían “Toda Escritura”. “Oh insensatos”, les dijo Jesús a Sus discípulos
(Lucas 24:25-27) “y tardos de corazón para creer TODO lo que los profetas han
dicho: ¿No sabíais que Cristo tenía que padecer estas cosas, y entrar en su
gloria?” Fueron “lentos en creer TODO”. No querían que Cristo sufriera,
exactamente igual que hoy no quieren que reine sobre la tierra. Los cristianos
deciden permanecer en los “sufrimientos”, y los judíos decidieron vivir en la
“gloria”. Pero ambos del mismo modo se ponen debajo de la censura del Salvador,
“Oh insensatos, y tardos de corazón para creer TODO lo que han hablado los
profetas”.
Ahora veamos y “creamos del todo” unas pocas Escrituras de los Profetas.
I. Isaías 11:9. “La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como
las aguas cubren el mar.” Pero observe cómo esta escena de bendición se conecta
con juicio y la venida de Cristo, en el versículo 4, “JUZGARÁ con Justicia a
los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la
tierra con la vara de su boca y con el espíritu de sus labios matará al impío”
(esto es, al tiempo de la venida de Cristo, vea 2ª Ts. 2:8).
II. Isaías 2:2 y 3. “Acontecerá en lo postrero de los tiempos que será
confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes…y correrán a
él todas las naciones, y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al
monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob, y nos enseñará sus caminos, y
caminaremos por sus sendas, etc.” Ahora observe el contexto en el cual sucede
esta profecía. Las palabras inmediatamente anteriores, declaran que “concierne
a Judá y a Jerusalén”, y las palabras que inmediatamente siguen nos dicen que
esto sucederá cuando “ÉL sea Juez y JUZGUE entre las naciones, y reprenda a
muchos pueblos; y vuelvan su espada en rejas de arado, y sus lanzas en hoces;
cuando no alzará espada nación contra nación, ni se adiestren más para la
guerra”. Así lo que aprendemos es que este tiempo de paz universal se
caracteriza por juicio, y no por
incremento o aumento de la luz del Evangelio.
III. Isaías 25:6 y 7. “Y Jehová de los ejércitos hará en este monte a
todos los pueblos banquete de manjares suculentos, banquete de vinos refinados,
de gruesos tuétanos y de vinos purificados; y destruirá en este monte la
cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, y el velo que envuelve a
todas las naciones, etc.” Por el contexto inmediato aprendemos (24:23) que
“este monte” es el Monte Sión sobre el cual “el Señor de los ejércitos reinará
gloriosamente…delante de sus ancianos”, y del contexto inmediato a seguir (cap.
25 versículos 9, 10 y 12) “Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro
Dios, le hemos esperado, y nos salvará; este es Jehová a quien hemos esperado,
nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación. Porque la mano de Jehová
reposará en este monte, pero Moab será hollado en su mismo sitio, como es
hollada la paja en el muladar…y abatirá su soberbia y la destreza de sus manos;
y abatirá la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la echará a tierra,
hasta el polvo”. Así se propaga el festín (que no es un festín de manjares
suculentos del Evangelio), y esto hace desaparecer el velo del error, no tendrá
lugar hasta que Cristo, el Único “esperado”, haya llegado.
IV. Isaías 35:1 y 2. “Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se
gozará y florecerá como la rosa…Ellos verán la gloria de Jehová, la hermosura
del Dios nuestro”. Pero observe como se introduce este periodo de bendiciones
tan fructífero en el versículo 4: “Decid a los de corazón apocado: Esforzaos,
no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago, Dios mismo
vendrá y os salvará”. “Entonces (y no
antes) los ojos de los ciegos se abrirán”, etc., y todos los escenarios de la
gloria Milenial son revelados.
V. Isaías 40:5, “Y se manifestará la gloria de Jehová. Y toda carne
juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado”. Pero siga leyendo, y
observe el versículo 10, “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su
brazo señoreará. He aquí que su recompensa viene con Él, y su paga delante de
su rostro”.
VI. Isaías 66:10, “Alegraos con Jerusalén, y gozaos con ella, todos los
que la amáis; llenaos con ella de gozo, todos los que os enlutáis por ella…12,
Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río, y
la gloria de las naciones como torrente que se desborda. 13, como aquel a quien
consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros, etc. Vers. 14, Y veréis, y
se alegrará vuestro corazón”, etc. Pero ahora observe el versículo siguiente
(15) “Porque he aquí que Jehová vendrá con fuego, y sus carros como torbellino,
para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. 16, Porque
Jehová juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos de Jehová
serán multiplicados”. ¡Esto no tiene aspecto de una mejoría gradual y progreso,
que acabe en bendición y paz!
VII. Salmos 2:8 es otro versículo que escuchamos constantemente en los
púlpitos de las reuniones misionarias: “Pídeme, y te daré por herencia las
naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra”. Pero nunca oímos las
palabras del próximo versículo 9 citado en conexión con el versículo 8, aunque
ahí se establece que: “Los quebrantarás con vara de hierro. Como vasija de
barro los desmenuzarás”. Pero si los
paganos van a recibir a Cristo a través de la predicación del evangelio como
resultado del esfuerzo misionero, ¿por qué entonces estas naciones convertidas
van a ser quebradas y desmenuzadas en juicio? Incluso diciendo que esto es un
lenguaje figurativo, “una vara de hierro” no podrá con toda seguridad ser una
figura o un mensaje de paz; ¡ni un “desmenuzar en trozos” puede ser una figura
del Evangelio de Gracia!
VIII. Zacarías 12:10: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los
moradores de Jerusalén espíritu de gracia y de oración”. ¿Cuándo? El versículo
anterior nos dice: “Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones
que vinieren contra Jerusalén”, y el propio versículo (10) nos dice que será,
cuando “y me mirarán a mí, a quien traspasaron”. No es por tanto a través de la
difusión de la luz del evangelio sino por mirar la venida del traspasado en
justicia.
IX. Zacarías 14:9: “Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día
Jehová será uno”. ¿En cuál día? El versículo 1 nos dice “El día del Señor”,
cuando (vers.3) “Saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones…y se afirmarán
sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos”. Y el contexto siguiente
continúa hablando (vers. 12) de “la plaga con que herirá Jehová a todos los
pueblos que pelearon contra Jerusalén”. etc. Esto es lo que resalta en aquel
reino de paz.
Ahora volvamos a Daniel 7, y allí encontrará tres versículos que
generalmente son arrancados de su contexto.
X. Daniel 7:14: “Y le fue dado dominio, gloria, y reino, para que todos
los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que
nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”. ¿Será este dominio
universal ofrecido a Cristo en conexión con la difusión del Evangelio? No, sino
con Su venida. Mire el versículo anterior (13): “Miraba yo en la visión de la
noche y con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre”. ENTONCES “le
fue dado”, (no paz y justificación sino) “dominio y gloria…para que todas las
naciones…le sirviesen”.
XI. Daniel 7:22. “Y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”. ¿Cuándo
llegó el tiempo? ¡Cuando “vino el Anciano de días”! ¿Será que vino al final del
milenio de paz? ¡No! El versículo anterior dice “Y veía yo que este cuerno
hacía guerra contra los ángeles y les vencía HASTA que vino el Anciano de días
y (entonces, y no hasta entonces) se dio el juicio a los santos del Altísimo; y
llegó el tiempo y los santos recibieron el reino”. Está por tanto muy claro que
Cristo debe de venir antes de que pueda finalizar la guerra, y el Reino sea poseído.
XII. Daniel 7:27. “Y que el Reino, y el dominio, y la majestad de los
reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo”.
¿Cuándo? Los versículos inmediatamente anteriores (25, 26) nos hablan acerca de
un poder que “hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo
quebrantará…Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido
y arruinado hasta el fin”. Entonces continúa la
sentencia del versículo 27.
Es de hecho imposible encontrar una Escritura que hable de la bendición
Milenial, donde el contexto inmediato no se conecte con el previo juicio, o con
la venida del Señor Jesucristo. En cualquier caso el brillante cuadro de paz y
de gloria para “los judíos, los gentiles y la iglesia de Dios,” reposa sobre un
fondo oscuro de tribulación y juicio.
El Nuevo Testamento está repleto de predicciones de un aumento en
abundancia del mal; y lado a lado con esto hay “excelentemente grandes y
preciosas promesas” para el pobre y el afligido por sufrimientos y dolores, el
odiado y perseguido; y todo esto durante la continuación de la presente
dispensación. No hay periodo alguno entre el tiempo presente y la venida de
Cristo en Gloria, en el cual los santos sean vistos o contemplados como estando
libres de conflicto; ni tiempo cuando cese de “llorar” por la ausencia del
Novio (Mateo 9:15); o estando libre de pesares y tribulaciones” (Juan 16:22,
23); o sin necesidad de “resistir hasta el fin” (Mateo 10:22); o sin ser otra
cosa que “ovejas en medio de lobos” (Mateo 10:16). ¡Ni periodo cuando los lobos
se hayan vuelto ovejas, o la cizaña trigo! Y sin embargo llegará un periodo
bendito cuando “ya no haya más maldición”. Pero eso es esencialmente una obra
Divina que requiere todo el poder de la omnipotencia. No a ninguno de los
hombres, por muy santo o educado que pueda ser; ni tampoco a una iglesia por
muy ortodoxa que sea, se ha comisionado la obra milagrosa de erradicar la
maldición del principio, ni al pecado de la sangre. ¡No! La propia iglesia es
falible, yerra, está dispersa, y dividida y ella misma necesita ser llevada a,
y mantenerse humilde a los pies del Salvador.
Pero el tiempo no nos permite que vayamos a través de todas las
Escrituras que se refieren a esta materia. Podemos tan solo recordarle de
grandes clases de pasajes:
I. La clase que habla directamente del objetivo del Evangelio: “separar
entre las naciones, un pueblo para Su nombre” (Hechos 15:14-17, Mateo 14, Juan
1:17), etc.
II. La clase que describe la condición de sufrimiento de la Iglesia como
“un pequeño rebaño”, y excluye completamente la idea de su crecimiento y la absorción
de un mundo convertido; Mateo 5:10, 11, 44; 7:13-22; 9:15; Lucas 18:8; Juan
15:18-21; 16:33; 17:14-16; Hechos 14:22; 20:29, 30; Romanos 8:17-24; Filip.
3:18-21; 1ª Tess.5:1-8; 2ª Timoteo 2:12; Hebreos 10:30-37; 1ª Pedro 4:12-18.
III. La clase que habla de la condición del mundo, inmediatamente antes
del retorno del Señor, comparando esos días con los días que antecedieron al
diluvio. Mateo 24:37-39; Lucas 17:26-30; 2ª Pedro 3:3, 4; 2ª
Tess.2:3-12; 1ª Timoteo 4:1-3; 2ª Timoteo 4:3, 4; 2ª Pedro 2: y 3; Judas 17,
18, etc.
IV. Otra clase que consiste de avisos para los santos teniendo en vista
el incremento de la iniquidad. “También debes saber esto” (2ª Timoteo 4:1).
“Te encarezco” (2ª Timoteo 4:1).
“El Espíritu dice claramente” (1ª Timoteo 4:1).
“Os exhorto vuestro limpio entendimiento para que tengáis memoria” (2ª
Pedro 3:1, 2).
Queridos hermanos, las Escrituras en todos los lugares hablan de una
venida de grandes conflictos con un mal refinado. Será tan feroz como decisivo;
y la victoria no se logrará por esfuerzos o poderes humanos sino a través del
poder de Aquel “que a Su debido tiempo mostrará quien es el único bendito y
Todopoderoso Rey de reyes y Señor de señores”. Y todos aquellos que se sujeten
a la palabra Profética más segura en sus corazones clamarán en aquel día “!He
aquí! Este es nuestro Dios, en el cual hemos aguardado”.
La venida de aquel por quien aguardamos no será al cenit del brillante
día del mundo, sino al amanecer del Sol de Justicia al final de la noche oscura
del mundo. Ahora estamos en la noche en este “lugar oscuro”, pero la misma
Escritura que nos dice que es de noche, nos dice que “irá más lejos”, y que irá
gradualmente yendo de mal a peor, hasta el final, y cuando la noche acabe,
entonces vendrá el amanecer, el día de la gloria Milenial, el amanecer “sin
nubes oscuras”.
Tenemos primero la oscuridad y a seguir la gloria; primero las
tinieblas, entonces a seguir el amanecer; primero el conflicto, y después
entonces la victoria.
Queridos hermanos, esa noche está avanzada, esas tinieblas son más y más
espesas, esas tinieblas son más profundas. ¡Oh Dios mío! Ojalá que este
pensamiento de que los juicios son inminentes, que el gran y terrible día del
Señor está cercano, pueda llegar a ser una solemne verdad, y un gran poder y
realidad con nosotros: ojalá que pueda hacer la oración más eficaz, las almas
más preciosas, y a Cristo más querido en nuestros corazones. Oh, que el Señor
pueda utilizar y hacer propio este
testimonio, escribiendo estas cosas en nuestros corazones; para que algunos
aguardando esa gloria puedan decir de esta milicia: Fue allí – fue en aquel día
– que mi corazón fue tocado, que mis ojos fueron abiertos, que mi alma fue
libertada “de las tinieblas a la luz”, y “del poder de Satán a Dios”.
TRADUCIDO POR JUAN LUIS MOLINA Y CLAUDIA JUAREZ GARBALENA
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