NO HAY MILENIO SIN CRISTO Por E.W. Bullinger. Capítulo IV de "DIEZ SERMONES SOBRE LA SEGUNDA VENIDA "
IV.
NO HAY MILENIO SIN CRISTO
“E INMEDIATAMENTE ANTES DE LA TRIBULACIÓN DE AQUELLOS DÍAS, EL SOL SE
OSCURECERÁ, Y LA LUNA NO DARÁ SU RESPLANDOR, Y LAS ESTRELLAS CAERÁN DEL CIELO,
Y LAS POTENCIAS DE LOS CIELOS SERÁN CONMOVIDAS. ENTONCES APARECERÁ LA SEÑAL DEL
HIJO DEL HOMBRE EN EL CIELO; Y ENTONCES LAMENTARÁN TODAS LAS TRIBUS DE LA
TIERRA, Y VERÁN AL HIJO DEL HOMBRE VINIENDO SOBRE LAS NUBES DEL CIELO, CON
PODER Y GRAN GLORIA”. Mateo 24:29 y 30.
Ninguna consideración de la palabra Profética puede ser satisfactoria
cuando no se le da todo su peso e importancia a la última y gran declaración profética del Propio gran
Profeta. Vamos a enfocarla tomándola como digna, y como requisito de nuestra
más profunda atención, y cercana consideración. Delante nuestro no tenemos la
declaración visionaria de un entusiasta, o la engañosa imaginación de un simple
hombre, sino el solemne y profético anuncio de la “manifestación de Dios en la
carne”.
Observe, antes que nada, que tenemos tres pasajes de dos grandes
profecías; una se registra en Lucas 21, y la otra en Mateo 24 y en Marcos 13.
Estas dos declaraciones aparecen hechas en diferentes ocasiones, en sitios
diferentes y bajo diferentes circunstancias; y por tanto, naturalmente, también
existe una diferencia en cuanto a su objeto o materia principal.
En cuanto al tiempo, la que se registra en Lucas 21 nos parece haber
sido dicha primero, y en el Templo mismo. Lucas 21:5, “Y a unos que hablaban de
que el Templo estaba adornado de hermosas piedras, les dijo,” etc. Eso sucedió
“un día que estaba Él enseñando en el Templo” (20:1), probablemente en día martes,
y antes de que saliese del Templo con Sus discípulos.
Sin embargo la que registra Mateo 24 y Marcos 13 se pronunció “estando
sentado en el Monte de los Olivos, frente al Templo”: Pedro, Jacobo, Juan y
Andrés vinieron a Él, y le preguntaron ciertas cuestiones en privado. Aquí, las
palabras de Jesús son la respuesta para esas definitivas cuestiones. “¿Cuándo
serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá de Tu venida, y del final de las edades?
El Señor por tanto les dice y nos dice en esta segunda profecía, los
acontecimientos que van inmediatamente a preceder y son el signo de Su venida.
Es cierto que los tres primeros versículos de ambos discursos, y de los
tres pasajes son casi idénticos: Mateo 24:4-8. Marcos 13:5-7. Lucas 21:8-11. Pero
aquí surge un cambio significativo que nos da la llave para el correcto
entendimiento de estas profecías. En Mateo y Marcos el Señor desarrolla prosigue hablando de los padecimientos o
dolores de los cuales estos versículos son “el principio” y continúa, y
desarrolla lo que Él había comenzado a describir. Sin embargo él en S. Lucas se
para por aquí; no se extiende adelante, sino que regresa para decirnos lo que sucederá antes de todas estas cosas”, y en el espacio de trece versículos
(Lucas 21:12-24) habla de lo que sucederá “ANTES” “del principio de dolores”, y hablando de la entonces inminente
destrucción de Jerusalén, concluyendo en el versículo 24 con las palabras “y Jerusalén
será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”.
Son los últimos y conclusivos días de estos “tiempos de los gentiles”, los que
el Señor describe más detalladamente en Mateo y Marcos, y describe los
acontecimientos que llevan hasta Su aparición (Mateo 24:8-28, y Marco 13:9-23):
y entonces se da la concordancia entre los tres pasajes de nuevo, y culmina en
la gran y final “señal” acerca de la cual los discípulos le habían preguntado.
El intento de armonizar estas profecías sin observar el gran punto
divergente de Lucas 21:12, es intentar lo imposible; y la mejor prueba de que
es en vano es el hecho de que ningún comentador que trate con todos los tres
pasajes como refiriéndose a uno y al mismo sujeto, puede quedar satisfecho, y
mucho menos satisfacer la mente de sus lectores.
Pero observando esas “notas de tiempo”, y esta llave para el cambio del
tema en Lucas 21:12, aprendemos que en Mateo 24 y Marcos 13, Jesús no se
refiere para nada a la destrucción de Jerusalén, sino que comienza mucho
después de ese acontecimiento, y da un resumen del cierre de los últimos días
de los “tiempos de los gentiles”, los días inmediatamente
precedentes a Su venida en gloria con todos Sus santos: Mientras que en S.
Lucas 21 solo dedica cuatro versículos para estos acontecimientos, (8-11) y en
el versículo 12 regresa y vuelve a decirnos lo que sucederá “antes de todas
estas cosas”. De hecho, estos dos discursos, tomados en conjunto, tienen en su
contenido tres grandes sujetos o temas principales: 1. La Destrucción de
Jerusalén; 2. La Venida de Cristo en Gloria; y 3. Los acontecimientos
inmediatos precedentes de esa venida. En Mateo y Marcos, Jesús se extiende
sobre los acontecimientos que inmediatamente nos llevarán hasta a Su venida en
gloria. Predice las cuatro grandes características del comienzo de estos
eventos: “Guerras” (el caballo Rojo del segundo sello, Ap. 6:4), “Pestilencias”
(el caballo Negro del tercer sello, Ap. 6:5,6), “Hambres” (el caballo Amarillo
del cuarto sello, Ap. 6:7,8), y “Terremotos” (el sexto sello, Ap. 6:12). Habla
sobre el testimonio del evangelio, y refiere un gran acontecimiento predicho
por Daniel como un seguro signo o señal de aproximación del fin. La Tribulación
entonces se hace más profunda hasta que alcanza su punto más alto, y entonces (Mateo 24:29,30) “INMEDIATAMENTE
después de la tribulación de esos días…ellos verán al Hijo del Hombre viniendo
en las nubes del cielo”.
Ahora bien, en S.
Lucas, como he dicho, hay muy poco o nada acerca de estos terribles y finales
acontecimientos. En Lucas 21:8 y 9, el Señor los refiere, pero dice
significativamente “pero el fin no es inmediato”. Entonces en el versículo 10 y
el 11, nos transporta súbitamente al final, y casi anticipa el versículo 25. De
esta manera, habiendo puesto la totalidad de estos conclusivos acontecimientos dentro de estos cuatro versículos, el
Señor se da la vuelta de repente, diciendo (vers.12) “Pero ANTES de todas estas
cosas”, y se extiende en frente, y entonces el inmediato lamento de la ciudad
de Jerusalén. Y cuando Él dice en el versículo 24 “Jerusalén será hollada por
los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se hayan cumplido”, los
acontecimientos que aparecerán al cierre de estos tiempos forman el tema
principal del discurso en Mateo 24 y Marcos 13, los cuales se refieren a ese
“hollar” futuro (alargado en el sermón No VII.). *
* La palabra “inmediatamente” separa la profecía en Mateo de la que se
registra en Lucas, donde tenemos por el contrario espaciosos “tiempos de los gentiles”
siguiendo a la destrucción de Jerusalén.
Así, pues, de estas dos profecías, en parte ya se ha cumplido
literalmente (Lucas 21:12-24); y parte permanece
todavía por ser literalmente cumplida.
El punto principal, sin embargo, que se sobrepone más prominentemente en
estas profecías, la evidencia de lo cual es absolutamente abrumador, es este:
que nuestro Señor no da lugar alguno a un
Milenio de gozo y paz antes de que Él venga.
No hay lugar para disputas en cuanto al cumplimiento literal de Lucas
21:12-24. Porque Jerusalén ya fue literalmente “rodeada de ejércitos” (vers.
20); las piedras de su Templo y el muro ya fueron literalmente hollados,
(aunque algunos de esos muros eran de 60 pies de largo, por 8 pies de altura, y
10 pies de ancho); y Jerusalén se halla literal y presentemente “hollada por
los gentiles” (vers.24). ¡Pero el lenguaje se hace inútil, si la palabra
“HASTA” no significase que vendrá un tiempo cuando Jerusalén no sea más
hollada! ¡Y cuando esos “tiempos” no tengan un fin! ¡Y todos concordamos, que
esos “tiempos” todavía no han llegado a un fin! ¡Todos sabemos cuántos grandes
esfuerzos se han hecho por finalizarlos! Las guerras que ha provocado; como las
cruzadas pretendieron acabar con esos “tiempos”. Pero todo intento ha sido en
vano. Jerusalén continúa todavía “siendo hollada por los gentiles”. Ningún
poder ha sido capaz de acabar con el periodo de la supremacía gentil. ¡Pero
cuando el tiempo de Dios haya llegado para ponerles un fin, ningún poder en la
tierra, ni todos los poderes conjuntos serán capaces de prolongar esos
“tiempos” ni por un solo día!
Ahora, permítanos recordarle que en Mateo y Marcos, el Señor retoma la
profecía justo cuando estos “tiempos de los gentiles” están a punto de acabar
con la última de las setenta y dos semanas de Daniel. Se extiende sobre las
desolaciones determinadas (Daniel 9:26, 27), y describe un tiempo de futura
tribulación de esos días”; y Marcos 13:24, “en esos días, después de aquella
tribulación”; y Lucas 21:25, cuando los “tiempos de los gentiles hayan acabado.
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra
angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
desfalleciendo los hombres por el temor y por la expectación de las cosas que
sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas,
y ENTONCES verán al Hijo del Hombre que vendrá en una nube con poder y gran
gloria”. ¡Sin duda alguna que aquí no hay nada que se parezca a un Milenio! El
Señor no da espacio alguno para él entre la Tribulación y Su aparición personal.
¡La Tribulación acaba con Su venida. “INMEDIATAMENTE”, dice Él! Claro que, si Él hubiese deseado que
esperásemos por un Milenio de Gloria sin Él, y anterior a Su venida, este era
el momento de mencionarlo, aquí sería el sitio donde debería hablar sobre él, pero
no solamente no lo hace así, sino que además hizo lo contrario. En vez de
describir Su venida viniendo después de un periodo de paz y gloria entre las
naciones, Él la pone “Inmediatamente después de la Tribulación de esos días”, y
produciendo “angustia con admiración de las naciones”.
Aquellos quienes piensan que en S. Mateo y Marcos el Salvador se refiere
a la destrucción de Jerusalén, se ven obligados a “interpretar” Mateo 24:30, como
Tito y sus ejércitos: “Ellos verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del
cielo con poder y gran gloria”. Lo llaman ellos “lenguaje profético”, como si
el “lenguaje profético” fuese un lenguaje totalmente diferente de todos los
demás lenguajes. Y así debe suceder si es que la venida de Tito fue “el
relámpago” aquel en Mateo 24:27, que “!sale del oriente y se muestra hasta el occidente”! ¡Está claro que esta interpretación
se condena a sí misma, y todo el sistema que se fundamente sobre ella! Porque
si el versículo 30 dice: “entonces verán al Hijo del Hombre viniendo en las
nubes del cielo con poder y gran gloria”, y significa la llegada de Tito con
sus ejércitos, entonces en Mateo 26:64, Jesús debe haber querido decir lo mismo
cuando dijo a Sus jueces: “De aquí en adelante veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del poder, y viniendo en las nubes del cielo”. Y Él debe
haber “hablado blasfemia” y sido “reo de muerte”, ¡debido a que Él propio se
hizo igual que Tito! Esta interpretación de la Escritura se mantiene condenada
a sí misma; porque no da lugar ni espacio ninguno para cualquier futura venida
de Cristo, en una profecía que sea una expresa respuesta a la cuestión: “¿Cuál
será la señal de TU venida?”
Una vez más, dijo Jesús (Lucas 21:28) “erguíos y levantaos, porque
vuestra redención está cerca”. ¿Pero de qué manera fue la venida de Tito un
fundamento para tal elevación, o para levantar tal cosa como la redención?!
Y, observe a seguir, que este erguirse no es causado por una propagación
de la luz del evangelio y paz entre las naciones. Por el contrario, hay la
mayor de las “angustias con admiración de las naciones”, “y entonces” – la cosa
más próxima es (vers.27) “ENTONCES verán al Hijo del Hombre viniendo en una
nube con poder y gran gloria”.
Incluso cuando Jesús habla acerca de la predicación del Evangelio, Él
nos informa particularmente que es solamente “para testimonio a todas las
naciones” (Mateo 24:14, y Marcos 13:10), y no para la conversión de todas las
naciones.
Y cuando Él habla del asentamiento de “la Abominación Desoladora” (Mateo
24:15, Marcos 13:14), Él refiere al profeta Daniel. Pero por Daniel 12 está
claro que este asentar debe ser todavía futuro, porque hablando de ese mismo
tiempo de tribulación el Ángel intérprete le dice a Daniel (12:1): “En aquel
tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de
tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta
entonces; PERO EN AQUEL TIEMPO SERÁ LIBERTADO TU PUEBLO”. ¡Ahora bien, en el
tiempo que Tito vino, el pueblo de Daniel fue destruido! Y si esto se puede interpretar como significando
“libertado”, ¡entonces el lenguaje puede querer decir cualquier una cosa u
otra, y se le pone fin a todo el asunto!
Hay un punto, sin embargo, que presenta una aparente dificultad en Mateo
24:34, Marcos 13:30, y Lucas 21:32: “De cierto os digo que no pasará esta
generación hasta que todo esto acontezca”. Es igualmente cierto que la palabra
“generación” se utiliza no meramente de un periodo de muchos años, pero
significa, lo mismo que en castellano, una
raza, o una estirpe, especialmente
en su carácter moral. “Dios está en medio de la generación de los justos”
(Salmos 14:5); “Esta es la generación de lo que le procuran a Él” (Salmos
24:6); “La generación de los justos será bendita” (Salmos 112:2); “Los hijos de
este mundo son en su generación más sensatos que los hijos de luz” (Lucas
16:8); “Vosotros sois generación escogida” (1ª Pedro 2:9). El carácter moral de
la generación de los que rechazaron a Jesús, se mantendrá hasta el final,
porque los cuerpos corporativos siguen existiendo, no obstante la desaparición
de sus miembros individuales.
Pero mientras que por un lado eso es verdad, también es verdad que el
pronombre, “esta” es demostrativo, y me podría preguntar, ¿no se podrá referir
a la generación de la cual se habla en la visión profética? Jesús está muy
enfáticamente hablando del actual “comienzo” de estos acontecimientos finales
que preceden inmediatamente a Su venida, y se está dirigiendo a aquellos que ven el
“comienzo” de “estas cosas”. “Y cuando estas cosas COMIENCEN a darse, erguíos y
levantad vuestra cabeza”, etc. (Lucas 21:28); “Cuando veáis que suceden estas
cosas” (Marcos 13:29). El Gran Profeta se mantiene en medio de estos grandes
escenarios futuros. Él está hablando para cualquiera que pueda ser testigo del
“comienzo”, o la “llegada” de la tribulación; y Él dice que la generación que
vea el “comienzo” verá también el final. Todo será condensado a aquella sola
generación. El periodo entre el “comienzo” de la Tribulación y el final de las
edades será muy breve, y la misma generación que vea uno testimoniará el
otro.
Esto aquí levanta por tanto una muy natural cuestión que haremos bien en
preguntar, y es la siguiente: ¿Existe alguna señal por la cual podamos conocer
este “comienzo” de la Tribulación y así erguirnos? Si. El Salvador anticipa una
cuestión, y en Mateo 24:32, Marcos 13:28, y Lucas 21:29, Él da “la parábola de
la higuera”. “Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo,
sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros,
cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios, ¡a
la puerta!” La señal de su venida es similar a la señal del verano. Bendito
verano para los Santos de Dios, porque significa liberación del invierno de la
Tribulación: les dice y habla de su “escape” de aquellas cosas que están en
breve para suceder en la tierra; y de su presentarse afirmados delante del Hijo
del Hombre. (Lucas 21:36).
Podemos estar ciertos de que la estación
se haya próxima, aunque no podamos predicar nada en cuanto al día. Podemos
saber con certeza que cuando la tribulación de los últimos días “comience”, se
dará el principio del fin, y la redención de la esperanzada Iglesia se halla
tan próxima que “el Señor Mismo” ya ha iniciado antes su Descenso para reunir a
sus Santos consigo, y encontrarse con Él en el aire. Antes si quiera de la apertura
de un solo “Sello” (Ap. 6) ya habrá Él llamado a sus Santos antes diciendo: “Sube
acá” (Ap. 4:1), y habrán ya sido guardados a salvo con Él en medio de las
escenas Celestiales de adoración (Ap.4 y 5). Es por eso que da Su grito de
exhortación: “Cuando estas cosas COMIENCEN a suceder, entonces, erguíos porque
vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28). El “comienzo” de estos
terribles escenarios es el momento de la liberación de la Iglesia.*
* Para una plena respuesta a esta cuestión vea el APÉNDICE que muestra
que el tiempo parece estar próximo cuando Dios trata de nuevo con Su antiguo
pueblo, ¡y que ya estamos próximos del comienzo del fin!
Siempre será una materia de incerteza, del cual el mayor problema del
mundo es el “comienzo” de lo último. Por
tanto nadie puede saberlo. “Del día y la hora nadie sabe, ni aun los Ángeles
del Cielo, sino solo Mi Padre” (Mateo 24:36). “Pero será igual que en los días
de Noé” (vers.37), cuando nadie lo esperaba, que Sus Santos serán separados. “Y
no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será
también la venida del Hijo del Hombre. ENTONCES estarán dos en el campo; el uno
será tomado, y el otro será dejado…Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha
de venir vuestro Señor” (Mateo 24:37-42).
Aquí tenemos una distintiva referencia a 1ª Ts.4:16,17, cuando al mismo “comienzo” de la Tribulación “el Señor
Mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá
del Cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados (raptados) juntamente con
ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre
con el Señor”. Y así apareceremos firmes “delante del Hijo del Hombre”,
“tenidos por dignos”, en toda Su dignidad para “escapar a estas cosas” que
aparecerán entonces en la tierra (Lucas 21:36).
El “comienzo” de la Tribulación marca el tiempo cuando el Señor de esta
manera venga POR Sus Santos; y la medida
y fin suyo marca el tiempo cuando Él Señor aparezca en gloria CON todos Sus
Santos.
Seguramente, todo esto, nos mueve
a retener el aviso con el cual el Señor concluye Su gran profecía en S. Lucas
21:34-36. “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se
carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de
repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los
que habitan sobre la faz de toda la tierra.* Velad, pues, en todo tiempo orando
que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de
estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
* Está claro que esto no puede ser bajo ningún sentido aplicado a Tito y
a sus ejércitos viniendo sobre Jerusalén.
Los cristianos que estén esperando por un Milenio sin Cristo, están, y
eso está claro por la última gran profecía de Cristo, grandemente equivocados.
Los cristianos que están esperando por una mejoría del mundo, lo verán el
aumento “de la angustia de las naciones”. Los cristianos que esperan el
progreso de la Iglesia, ¡contemplarán la progresión al “más bajo grado” de
error, abandono de la Fe, y corrupción de la Verdad!
Cuan bendita es la obediencia de Fe de estar “mirando por la bendita
esperanza, y el aparecimiento de la Gloria de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo, que se dio a sí mismo por nosotros”. Una cosa es “escapar” de la
Tribulación, y otra muy distinta es pasar a través suyo.
Querida comunidad, en medio de los escenarios que en breve tendrán lugar
en “EL COMIENZO” de aquella Tribulación, ojalá que retengamos este aviso, y
“escapemos” de ella por haber sido separados del mundo por Cristo, “hallados en
Él,” y juntos con Él en Su venida: Lavados de nuestros pecados, resguardados de
la ira, librados del juicio, a través de la preciosa sangre del mismo Jesús.
Si deseas recibir nuestras publicaciones directamente en tu dirección de e-mail o contactarnos escríbenos a: mirasoloadios@live.com
Comentarios
Publicar un comentario