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La gracia abre tu corazón. De Joseph Prince

 Romanos 2:4 NLT ¿No ves cuán maravillosamente amable, tolerante y paciente es Dios contigo? ¿Esto no significa nada para ti? ¿No ves que su bondad tiene la intención de apartarte de tu pecado?

Tienes que amar la historia del pequeño Zaqueo, que se había subido a un sicómoro con la esperanza de ver a Jesús mientras pasaba (Lucas 19:1-10). Zaqueo era un recaudador de impuestos corrupto, un rico pecador.

Pero cuando Jesús le habló, en lugar de darle los Diez Mandamientos, Jesús le mostró gracia (favor inmerecido) y se invitó a sí mismo a la casa de Zaqueo. Por supuesto, las personas religiosas de la multitud estaban disgustadas y chismorreaban entre ellas diciendo “que había entrado a posar con un hombre pecador” (Lucas 19:7).

Ahora, observa lo que pasó en la casa de Zaqueo. Antes de que terminara la cena, Zaqueo estaba dando su riqueza a los pobres y restituyendo a aquellos a quienes había agraviado, y Jesús estaba proclamando la salvación sobre la casa de Zaqueo.

Yo creo que fue el Espíritu Santo quien puso esta historia al lado de la del joven rico en Lucas 18. No creo que las dos historias del Evangelio de Lucas sucedieran cronológicamente. Pero creo que el Espíritu Santo las colocó en este orden divino para mostrarnos los efectos contrastantes de estar bajo el pacto de la ley y estar bajo el pacto de la gracia.

Cuando el joven rico llegó jactándose de guardar la ley, Jesús respondió con la ley, y el joven se alejó triste (Mt. 19:22). Pero cuando Jesús no dio ninguna ley y mostró Su gracia, no solo abrió el corazón de Zaqueo, sino también la billetera de un recaudador de impuestos que alguna vez fue corrupto.

¡Ese es verdaderamente el poder de la gracia! Lo guía a uno a un verdadero arrepentimiento. Verás, cuando experimentas la gracia de Dios, no puedes evitar ser generoso.

Después de que Jesús derramó Su amor incondicional y Su gracia en Zaqueo, su corazón se desbordó con el favor de Dios inmerecido, por el cual no hizo ningún mérito y que no podía ganar. Zaqueo sabía en el fondo de su corazón que, como pecador y recaudador de impuestos corrupto, no merecía que Jesús viniera a su casa.

Pero la bondad de Dios superó con creces sus expectativas. Y así como Pedro se puso de rodillas cuando vio la bondad de Jesús, Zaqueo fue llevado al arrepentimiento cuando experimentó la bondad de Jesús.

A diferencia del joven gobernante, Zaqueo sabía que no era merecedor y por eso Jesús pudo derramar gracia sobre él. Verás, el rol de la ley es llevarte a un lugar donde sabes en términos inequívocos que no puedes hacer nada para merecer la salvación y las bendiciones de Dios, y cómo únicamente puedes apoyarte en Su gracia. Su gracia te dará todas las bendiciones que necesitas y transformará tu vida.

Amigo mío, nuestro Padre celestial está esperando que abandonemos nuestros propios esfuerzos. En el momento en que comiences a arrepentirte de todas las obras muertas que has estado haciendo para tratar de calificar y merecer la aceptación y las bendiciones de Dios, Dios derramará en ti Su gracia abundante: Su favor inmerecido, que no puedes ganar ni obtener por ningún mérito.

Hoy, aparta tus ojos de ti mismo y mírate disfrutando del favor inmerecido de Dios bajo el nuevo pacto de gracia. Mírate a ti mismo perdonado y justo con la justicia de Jesús. Ocúpate con Él y Su gracia, y como Zaqueo, serás transformado de adentro hacia afuera.

Extraído del sitio “Joseph Prince Ministries”

http://www.josephprince.org/

Traducido por: Claudia Juárez Garbalena

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