Toda condición en cada parte. De Joseph Prince
Éxodo 12:8-9 Y aquella
noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas
amargas lo comerán. Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino
asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.
Si estás creyendo al
Señor para tu avance de sanidad hoy, quiero armar tu corazón con esta verdad
simple pero crítica: No hay exclusiones ni condiciones para el poder sanador de
Dios, porque no hay exclusiones de ningún tipo en la obra terminada de Cristo.
¡Su cobertura lo abarca todo y es perfectamente exhaustiva, y todas las
condiciones han sido cubiertas!
Quiero resaltar una
poderosa verdad en los versículos anteriores. ¿Por qué Dios mencionó
específicamente que el cordero debía ser asado al fuego con la cabeza, las
piernas y las entrañas? Creo que Él quiere que veas que Jesús, tu Cordero
Pascual, llevó todas las condiciones en cada parte de tu cuerpo. No hay
enfermedad, lesión o dolencia que Él no haya cargado en Su propio cuerpo en la
cruz.
Los israelitas habían
vivido en esclavitud bajo la opresión cruel y estresante de sus amos y el
horror del infanticidio. Quizá algunos de ellos padecían trastorno de estrés
postraumático o sufrían ataques de pánico recurrentes. Quizá algunos tenían
dolor crónico y discapacidades físicas por haber sido tratados brutalmente por
sus amos. Pero cualquiera que fuere la condición que pudieran haber padecido,
creo que ellos fueron sanados mientras comían la cabeza, las piernas y las
entrañas asadas del cordero.
Cualquiera que sea la
aflicción que puedas tener en cualquier parte de tu cuerpo, quiero que sepas
que Jesús llevó todas las afecciones en la cruz. Si bien Dios instruyó
específicamente a los hijos de Israel a comer la cabeza del cordero pascual con
sus piernas y entrañas, el cordero entero fue asado. Esto significa que no
importa con qué enfermedad estés luchando hoy, Jesús la ha tomado sobre sí
mismo.
Hoy, te aliento a recibir la Santa Comunión recordando el perfecto amor de nuestro Señor Jesús y lo que Su obra consumada ha logrado por ti.
Tu parte es seguir
participando del canal de salud divina que Él te ha dado hasta que veas la
manifestación de tu victoria. Tu parte es levantar tus manos hacia Él y decir:
“Señor Jesús, recibo tu sanidad. Por los azotes que cayeron sobre Ti, cada
parte de mi cuerpo, cada célula, cada órgano, ha sido sanado y funciona con la
máxima eficiencia. Gracias, Jesús, por Tu sanidad”.
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