“La no condenación” viene primero. De Joseph Prince
Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. La historia de la mujer sorprendida en adulterio en Juan 8:1–12 demuestra algo muy importante. ¿Qué le permite a alguien tener el poder para vencer el pecado? La amenaza de la ley obviamente no impidió que la mujer cometiera adulterio. Pero recibir la aceptación de Jesús, sabiendo que aunque merecía ser apedreada hasta la muerte, Él no la condenó, eso le dio el poder de “ir y no pecar más”. Nota que Jesús salvó a la mujer justamente. Él no dijo: “No la apedreen. Muéstrenle misericordia. Lo que Él dijo fue: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Y por su propia voluntad, los fariseos y la multitud religiosa se fueron. Nota también que Jesús no le preguntó a la mujer, “¿Por qué pecaste?” No, lo que Él preguntó fue: “¿Ninguno te condena?” Parece como si Jesús estuviera más preocupado por la condenación del pecado que por el pe...