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APOCALIPSIS O "EL DIA DEL SEÑOR" (4a. PUBLICACIÓN) - Por E.W Bullinger


Segunda edición
(Revisada y corregida)
1909
Traducción al español por Juan Luis Molina
Con la colaboración de 
Claudia Juárez Garbalena


13.   El Sumario de sus contenidos (1: 19)

14.  Las siete Iglesias en su conjunto (1: 11):

15.   Las promesas a las siete asambleas:
1.    La Primera (Éfeso) “El árbol de la Vida”(Génesis 2)
2.    La Segunda (Smirna) “La segunda muerte” (Génesis 3)
3.    La Tercera (Pérgamo). “El maná guardado” (Éxodo 24)
4.    La Cuarta (Tiatira). “La estrella de la mañana” (Números 24)
5.    La Quinta (Sardis). Nombres confesados (2 Samuel 23)
6.    La Sexta (Filadelfia) . El Templo (Samuel y Reyes)
7.    La Séptima (Laodicea). El Trono (Reyes y Crónicas)

 (13) EL SUMARIO DE SUS CONTENIDOS (1:19)
En el cap. 1:19 tenemos el sumario de los contenidos de todo el libro.
Es precisamente el mal entendimiento de este versículo que, a nosotros creyentes, nos ha llevado a tantos desvíos, y ha guiado a muchos por el camino equivocado. Este versículo se toma generalmente como si estuviese referido a tres cosas, marcando el libro en tres divisiones:
Las cosas que has visto (pasado). Las cosas que son (presente). Las cosas que serán (futuro).
Habiendo llegado a estas tres divisiones, entonces surge una diferencia de opinión acerca de exactamente dónde y cómo estos contenidos del Libro tienen que ser divididos. Pero existe otra traducción que nos gustaría presentar, sugerida, en parte, por Moses Stuart y Dean Alford. Esta traducción desbarata todas las tales dificultades, y muestra que no hay tales tres divisiones; y que en vez de tres sujetos tenemos solamente uno. Juan fue instruido a escribir lo que había visto. Eso está claro, por tanto, que este primer capítulo es la Introducción de la totalidad del Libro, y consecuentemente, como todas las demás Introducciones, está escrita, o supuestamente ha sido escrita con ese mismo fin. Porque, en el mismo comienzo (en 1:2), se ha dicho de Juan que él “que ha dado testimonio de la Palabra de Dios (como hemos visto, el mensaje profético), y del testimonio de Jesucristo (que Él dio) y de todas las cosas que vio.” Si este capítulo entonces no hubiese sido escrito después de que Juan hubiese visto estas cosas, las palabras no tienen sentido alguno; ¡porque en ese caso Juan todavía no había visto nada!
El versículo 19 (que estamos considerando) es parte de esta Instrucción, y por tanto las palabras “que has visto” se utilizan en el mismo sentido como en el versículo 2. Juan había visto, o se supone que había visto, todas las Visiones del Libro cuando le fue ordenado  escribir lo que le fue dado a ver. Esto explica el por qué la palabra “por tanto” debe ser añadida en el griego (de acuerdo a todos los Textos Críticos Griegos y R.V.) Además, está especialmente declarado en el mismo final del libro (cap. 22:16). “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonios de ESTAS COSAS en las iglesias”…: demostrando que “las cosas que has visto” se refiere, no como es generalmente supuesto, solamente a las cosas en el cap. 1, sino al contenido de todo el libro.  
Habiendo visto todas estas cosas el mandamiento es: “Escribe las cosas que has visto, y las (lo) que son (esto es, lo que significan),* y las (las cuales)  han de (ser) (suceder) por tanto”
*De acuerdo a esta traducción, “y las que SON,” el verbo ser es constantemente traducido significar. Vea Mateo: 12:13: “pero id vosotros y aprended lo que SIGNIFICA” Mateo 12:7: “pero si supieseis lo que SIGNIFICA”. Lucas 15:26: “Él preguntó qué SIGNIFICABAN estas cosas”. Hechos 2:12: “¿Qué QUIERE DECIR esto?” Hechos 10:17: “Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que SIGNIFICARÍA esta visión”. Así, pues, “y lo que SON” debería ser traducido “y lo que significan”, o quieren decir.
De acuerdo a esta traducción, que puede ser despreciada como una interpretación, pero no puede ser condenable como una traducción, existe solamente una cosa establecida como el sujeto principal de que tiene que ser escrito, y no tres cosas. Se refiere no al pasado, presente y futuro, sino al futuro solamente – “por tanto”, o, como dice en Daniel 11:14, “en los últimos días.” Algunos le ponen un énfasis a las palabras (…), meta tauta, que significa literalmente después de estas cosas. Pero un examen de otros lugares donde aparecen demostrará que cuando se utilizan en narrativa deben implicar la secuencia histórica (como en Lucas 5:27; 10:1; 12:4; 17:8; 18:4; Juan 3:22; y 14; 7:1; 19:38; 12:1; Hechos 13:20; 18:1); sin embargo cuando se emplean en conexión con promesa y profecía, son, naturalmente, indefinidas, Por tanto. (Juan 13:7. Hechos 7:7. 1a Pedro 1:4, donde se traduce “el tiempo postrero”, y que todavía no ha sucedido todavía). En cualquiera de los casos, la A.V. y R.V. ambas traducen la expresión “por tanto” donde aparece en Apocalipsis 1:19; 4:1; y 11:2, en un sentido profético. No hay necesidad por tanto de que nadie tome alguna porción del libro como perteneciente al presente periodo de la iglesia. Esta (en la cual nosotros vivimos) es la Dispensación del Espíritu Santo; pero aquella (la cual es el sujeto del Apocalipsis) es categóricamente la Dispensación del Hijo del Hombre – la revelación o desvele y manifestación de Jesucristo. Esta está todavía en el futuro. El libro que lo describe debe igualmente ser futuro también, y relativo solamente a “las cosas que serán posteriores.” Vea las notas posteriores sobre el capítulo 1:19.
14. LAS SIETE IGLESIAS EN SU CONJUNTO (1:11).
Ahora debemos aquí, de principio, remover la fuente más grande de todo los malentendidos que se han levantado con respecto a estas siete “iglesias”.  El hecho de ser denominadas “iglesias” ha naturalmente conducido a comentaristas y estudiantes de este libro a suponer que es la Iglesia de Dios, o a cualquier periodo de tiempo histórico de la Iglesia Cristiana, a la que se refiere. La dificultad se crea así arbitrariamente. El estudiante de la Biblia se ve confrontado con un obstáculo insoluble. El estudiante ha leído las Epístolas que están dirigidas a las iglesias por el Espíritu Santo a través del Apóstol Pablo; y, volviendo a las Epístolas en Apocalipsis 2 y 3, se da cuenta de que hay un súbito cambio. Se encuentra a sí mismo de repente retirado del fundamento de la gracia al fundamento de las obras. Se encuentra con oficiales de la iglesia de quienes antes nunca había oído hablar; y con expresiones con las cuales no está familiarizado: y se siente confuso. Tiene por tanto dos opciones para escoger: o trata y fuerza las palabras para que signifiquen ambas lo mismo, rebajando así la posición de la Iglesia de Dios y la posición de los Cristianos en Cristo; o, inventa alguna interpretación puramente imaginaria y una hipótesis sin base aplicándolas a las Cristiandad, y abarcando que en vez de las siete asambleas tengamos siete periodos de la historia de la Iglesia: algunos van tan lejos en su imaginación, que le dan los precisos años que se encuentran señalados en esos periodos. Aquellos que piensan que esta es una difícil tarea, y carecen del conocimiento de la historia que es absolutamente esencial para este sistema de interpretación, se maravillan de por qué Dios le dio a Jesucristo a mostrar a Sus siervos lo que va a ocurrir en lo sucesivo, y sin embargo, ¡esperan de los estudiantes que lleguen a ser profundos conocedores de historia para poder comprender lo que Él ha revelado! No hay que maravillarse que la mayor parte de los lectores de la Biblia, después de debatirse con estas imaginarias ideas, pongan todo de lado, y abandonen la lectura del libro, y pierdan la “bendición” que se pronuncian sobre sus lectores.
Como primer paso para remover este gran mal, señalemos de una vez por todas que la palabra (…) (ecclesia), traducida “iglesia”, no se encuentra bajo ningún sentido limitada al sentido limitado que se le ha forzosamente impuesto. Eclesia significa sencillamente una Asamblea: cualquier asamblea de personas que son llamados especialmente (porque ese es el significado etimológico de la palabra) de entre otra gente. De ahí que, se utilice de la nación entera de Israel, como distinguida de entre las demás naciones.
La palabra griega Ecclesia aparece setenta y cinco veces en la Traducción Septuaginta del Antiguo Testamento, y se utiliza como traducción de cinco diferentes palabras hebreas. Como se emplea para representar una de estas palabras, que aparece setenta veces, no precisamos de preocuparnos con las otras cuatro. Esta palabra hebrea es (…) (cahal), de la cual tenemos nuestra palabra castellana llamar. Significa llamar a juntarse, tener asamblea, o reunirse juntos, y se utiliza de cualquier asamblea que se junte o reúna con un propósito específico. Esta palabra hebrea Cahal aparece 123 veces, y se traduce “congregación”, 86 veces; “asamblea”, 17; “compañía”, 17; y “multitud”, 3 veces; pero nunca se traduce “iglesia”. Su primera aparición se encuentra en Génesis 28:3 – “hasta llegar a ser multitud de pueblo,” es decir, un pueblo de personas llamadas aparte. Eso es lo que Israel era, un pueblo llamado y reunido de entre todos los demás otros pueblos.
En Génesis 49:6 leemos: “En su consejo (Concilio o Senado) no entre mi alma. Ni mi espíritu se junte en su compañía (cahal).” Aquí la palabra cahal se emplea, no de todo Israel como escogido de entre las naciones, sino de la asamblea de aquellos escogidos entre la Tribal Asamblea (o concilio) de las tribus de Simeón y Leví. Después, se emplea de los adoradores, o aquellos escogidos de entre Israel, y reunidos ante el Tabernáculo y el Templo, y en este sentido se traduce usualmente “congregación”. Este es el significado de la palabra en Salmos 22:22: “En medio de la congregación te alabaré”: y el versículo 25: “De ti será mi alabanza en la gran congregación.” Este es el uso de la palabra en los Evangelios, e incluso en los Hechos de los Apóstoles antes de que el nuevo uso, que el Espíritu Santo iría a dar de la palabra, fuese revelado.
Cundo Cristo dijo: “Sobre esta roca edificaré mi Ecclesia”, Él no utilizó la palabra en el exclusivo sentido en que iría posteriormente a ser empleada, sino en el más amplio y clásico sentido en que la palabra había sido utilizada anteriormente, que estaba conectado con la totalidad de la asamblea de su Pueblo, aunque no excluyera la futura aplicación de la palabra para la Iglesia del Cuerpo de Cristo cuando el secreto fuese a su debido tiempo revelado. Cuando el Espíritu, a través de Esteban, habla de la Ecclesia en el desierto (Hechos 7:38), quiere decir la congregación de piadosos adoradores de Dios en el Tabernáculo. Cuando el Señor añadía a la Ecclesia cada día (Hechos 2:47), Él los añadió al número de aquellos 120, que se reunieron primeramente en asamblea en el edificio del Templo de Jerusalén. Cuando Saulo dice que persiguió a la Ecclesia de Dios, el no empleó la palabra en el sentido limitado posterior, el cual subsecuentemente adquirió después de que recibiese la especial revelación concerniente a esa nueva Iglesia: sino en el sentido con que se empleaba comúnmente antes de la revelación, en el cual se utilizaba en aquel tiempo. Significa simplemente que persiguió al Pueblo de Dios – la congregación de Dios. Él está hablando de una acción pasada en su vida que tuvo lugar antes de la revelación del secreto, y sus palabras deben ser interpretadas de acuerdo con esto. ¡No debemos leer en ninguno de estos pasajes aquello que fue el sujeto de la subsecuente revelación! Los cuales pasajes están perfectamente claros sin él. La palabra Ecclesia en el Antiguo Testamento, los Evangelios y (en la mayor parte de las veces) en los Hechos, debe ser tomada en el sentido de su más temprano uso como significando simplemente la congregación o asamblea del pueblo del Señor, y no en el sentido que adquiere, después del posterior y especial significado que le fue otorgado por el Espíritu Santo Mismo.
Así como ya hemos abundantemente demostrado, en la consideración de nuestros anteriores trece puntos, el Apocalipsis está conectado al Antiguo Testamento, los Evangelios y los Hechos (y no a las Epístolas Paulinas posteriores), y debemos emplear la palabra Ecclesia en el sentido que se utilizaba entonces; y no, por supuesto, en el más nuevo y especial sentido que adquirió, y en el cual se utiliza, en las Epístolas. En las Epístolas Paulinas no leemos nada acerca de un “ángel” teniendo que ver con las iglesias de Dios que Pablo plantó. Sin embargo nos encontramos con la palabra Ángel en conexión con la Sinagoga; (aunque no en el Antiguo Testamento). Allí, había un oficial, que se denominaba Sheliach Tzibbur (…) Tzibbur significa Asamblea; un Sheliach, el Ángel o Legado de la Asamblea, y el Lider de la Divina adoración, de (…) (Shalach) enviar. El oficial jefe era el Archisinagogos, o “Gobernador de la Sinagoga;” y después de él venía el Sheliack Tzibbur; o “Ángel de la Asamblea”, que era el portavoz de la congregación. Su deber consistía en ofrecer públicas oraciones a Dios por la congregación entera. De ahí su título; porque, como mensajero de la asamblea, era quien intercedía a Dios por ellos.*
* Vea de Jenning Antiguedades Judías; y el Artículo Sinagogue en la Enciclopedia Bíblica de Kitto, vol 3. Pag. 903.
Cuando tenemos estos hechos en nuestras manos, ¿para qué inventar arbitrariamente la noción de que “ángel” es equivalente a Obispo, cuando no hay ni tan siquiera una partícula de evidencia histórica para eso? Los Episcopoi, u Obispos, son claramente mencionados en otras partes del Nuevo Testamento (aunque no en el sentido moderno del término. Vea Hechos 20:28; Filipenses 1:1; 1ª Timoteo 3:2; Tito 1:7). Sin embargo el oficio de “Ángel” en la Iglesia de Dios nunca se usa ni dentro ni fuera de la Palabra de Dios. Algunos pueden también argumentar a favor de la interpretación popular de la palabra “ángel”, por el modo como la palabra ha sido usada y aplicada por la Iglesia “Católica Apostólica” en los tiempos recientes.   
Hay que añadir a todo esto el uso de la palabra sinagogue, que tenemos en Apocalipsis 2:9 y 3:9. Aquí de nuevo los traductores nos confunden (en las Versiones Inglesas). Porque, mientras que la palabra griega aparece 57 veces en el Nuevo Testamento, y se traduce  sinagogue 55 veces, se traduce “asamblea” en Santiago 2:2, y “congregación” en Hechos 13:43. Debía, por supuesto, haber sido traducida sinagogue (en la española está correcta) en estos dos lugares, así como todos los demás, como está en la R.V. Si la A.V. la hubiera traducido en Santiago 2, hubiera tenido señalado y enfatizado el hecho de que Santiago escribió “a las Doce Tribus que están en la dispersión,” y hubiese mostrado como su epístola tiene un punto presente de apelo al pueblo disperso,* así como una directa aplicación futura para ellos, como aquella de las siete epístolas en Apocalipsis 2 y 3. En cualquier caso, el uso de la palabra “synagogue” en Apocalipsis 2:9 y 3:9 sella estas Epístolas como Judías, y la sinagoga de Satanás puesta en oposición de las demás asambleas.
*Así como se hubiera librado de un gran número de controversias tales como la unción del aceite, etc. en Santiago 5:14; y como las de la “fe” y las “obras.”
Cuando la palabra Ecclesia en el Apocalipsis se traduce “Iglesia”, y la palabra “Sinagogue” en Apocalipsis 2:9 y 3:9, se interpreta de la iglesia, se dejan de lado y se pierden las “palabras que el Espíritu Santo habló”, y las cuales empleó, no solamente para nuestra revelación, sino también para nuestras instrucciones.
Nosotros mantenemos que el Apocalipsis contiene un registro (por visión y profecía) de los acontecimientos que sucederán “posteriormente” en el Día del Señor; que todo el libro es concerniente con los judíos, los gentiles y la Tierra, pero no con la Iglesia de Dios, o con Cristiandad; o con el último estado de corrupción tan grande de la presente Cristiandad que desembocará en la gran apostasía, y forme parte de ella, después de que la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, haya sido quitado de en medio. Pero habrá un pueblo para Dios sobre la tierra durante esos años llenos de acontecimientos. Habrá el remanente de creyentes Israelitas; los 144.000 sellados; la gran multitud; y otros cuerpos de fieles que son referidos a través de todo el Libro (vea capítulos 7, 12, y 12:17). En cuyo posterior pasaje leemos del “remanente de su (la mujer) simiente, que guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesucristo.” ¿No necesitarán todos estos ser instruidos especialmente? ¿Dios, que ve el fin desde el principio, se olvidaría de ellos? Las Epístolas Paulinas por supuesto serán de utilidad como un registro que entonces será pasado, igual que nosotros tenemos la historia de Israel en el Antiguo Testamento ahora. Nuestra respuesta a estas cuestiones es que Dios ha provisto instrucción y aviso para “ellos”, y para darles aliento, en el segundo y tercer capítulos de este libro. Justo al principio son ellos mismos el primer sujeto de la Divina memoria, provisión y cuidado. Sus necesidades deben ser primeramente provistas, antes que nada se registra las cosas que Juan vio; y ahí encontrarán ellos lo que especialmente fue escrito para su aprendizaje. Incluso ahora, el núcleo de este Remanente futuro, está siendo preparado. Cientos de judíos están creyendo en Cristo como el Mesías, los cuales no lo reconocen como el Salvador. Y aun entre los incrédulos en Israel se está poniendo en pie un movimiento que puede rápidamente suscitar los acontecimientos que tratan con el Apocalipsis. Claro que esto significa que tenemos que considerar la interpretación de Apocalipsis cap. 2 y 3 como futura, y perteneciente a los “postreros”. En cuanto a aplicación, nosotros, por supuesto, entendemos y admitimos que estas epístolas han sido leídas por los santos de Dios a través de todas las edades; y todos los que las han leído han recibido una bendición de acuerdo a la promesa. Por eso las leemos nosotros ahora, nosotros mismos, y las aplicamos, hasta el punto que podamos hacerlo consistentemente con la enseñanza para esta dispensación de gracia que contienen las Epístolas Paulinas. Aplicándolas así dejamos la total interpretación para aquellos a quienes especialmente pertenecerán posteriormente.
Unos pocos son conscientes de que la evidencia en cuanto a la existencia de estas asambleas es muy escasa. De hecho, con respecto a algunos, no solamente está destituida de evidencia, pero hay otros que saben muy bien que nunca “todavía” han existido.  
Tertuliano (145 – 200) dijo que los líderes de ciertas sectas, tales como los Cerdones y Marciones, despreciaban el Apocalipsis basándose en que no podría haber sido escrito por Juan, porque además (entre otras razones) no había Iglesias Cristianas en existencia en Tiatira en el tiempo de Juan. Epifanio (que escribió alrededor de 367 D.C.) trata con los Alogi, una secta que discutía la genuinidad del Apocalipsis, y sobre el mismo fundamento. Él cita sus palabras: “además, algunos de ellos (los Alogi) una vez más tropiezan en este pasaje en este mismo Apocalipsis (Apoc.2:18). Y ellos alegan, por vía de oposición, que dice de nuevo: “escribe al ángel de la iglesia en Tiatira”, aunque no había ninguna Iglesia Cristiana en Tiatira. ¿Cómo entonces podría haber escrito a una iglesia que no existía? *
*(…) Epifanio Herejías Adversas, Libro II., Vol I. Herejes 51. Sección 33. (Edición de Migne Vol. 41, pag. 948).
La respuesta de Epifanio admitía el hecho histórico: pero su respuesta fue que S. Juan escribió a Tiatira, no porque estuviese en aquella altura en existencia, sino porque vendría a existir en algún tiempo posterior.
No vemos cómo podría haber dado una mejor respuesta.
En 363 D.C. se celebró el Concilio de Laodicea. Asistieron treinta y dos obispos de Asia, entre los cuales se encontraba el obispo de Éfeso. Este concilio formuló una lista o canon de los libros sagrados, pero el Apocalipsis no estaba incluido en el catálogo. ¿Cómo podemos tener en cuenta esto como un hecho histórico si estas siete iglesias hubiesen todas entonces existido; y si estas epístolas fueron enviadas para ellos en aquella altura, siendo Laodicea una de ellas? Teniendo estos hechos en mano, los enemigos de la Biblia deducen una conclusión completamente falsa. Los usan en contra de la autenticidad y autenticidad del Apocalipsis, y contra su derecho de tener un lugar en el Canon de la Escritura. Nosotros, por el contrario, categóricamente afirmamos y sostenemos la autoridad canónica e inspiración del Apocalipsis, pero además, utilizamos los indudables hechos históricos contra un falso sistema de interpretación muy diferente.
Un opositor de la Biblia, en una larga e importante obra suya, utiliza el sistema común de la interpretación apocalíptica como un argumento contra toda la Escritura. Hablando de Apocalipsis, dice: “Una vez que todas las partes expositoras admiten que contiene el destino de la iglesia, cada secta se lo aplica a sí misma, frecuentemente con la exclusión de todas las demás.”
¡Todas las partes no! estamos gratos de decir, porque no todos admitimos el popular sistema de interpretación; y nuestro presente objetivo es demostrar que hay un “camino más excelente”, no de interpretarlo, sino de creerlo, una vía que, al mismo tiempo que honra el libro como la palabra de Dios, de manera satisfactoria también halla las equivocadas conclusiones a través de los propios hechos.  Si somos conscientes de que estas “Iglesias” son futuras asambleas de creyentes Judíos sobre la tierra, después de que la Iglesia haya sido “raptada para encontrarse con el Señor en el aire”, entonces todo se aclara, consistentemente, y se vuelve fácil de entender. La verdadera dificultad se crea cuando se intenta leer a la Iglesia dentro del libro donde no tiene lugar. Igual sucede con los “siete candeleros”, ¿No nos hace regresar esta expresión en nuestros pensamientos al candelero de oro puro que había en frente del Tabernáculo (Éxodo 25:31-39).  UN ÚNICO candelabro puesto con siete lamparillas, indicativo de la unidad de Israel en la Tierra y en la Ciudad? Aquí, la dispersa condición de la nación está claramente señalada por el hecho de que, las siete lámparas, ya no están próximas al candelero. Las personas de la nación ya no se encuentran en el Territorio, porque Jerusalén ya no es ahora el centro; sino que las personas se encuentran “dispersas” en comunidades separadas por entre varias ciudades en tierra de  gentiles. Así que, como el candelero único representa a Israel en su unidad, los siete  candeleros o lamparillas representan a Israel en su dispersión; y esto nos dice que Jehová irá otra vez a tornar Jerusalén el lugar o centro de Su trato con la tierra. Debemos además señalar que a Juan no se le dijo que enviara siete cartas separadas a siete diferentes asambleas, tal como se ha asumido generalmente y se ha creído. De hecho es exactamente lo contrario. La gran Voz dijo: "¿Lo que has visto, escríbelo en UN LIBRO y ENVÍALO a las siete iglesias."
Más de tres cuartos de un millón de copias de este Libro de Apocalipsis se han puesto en manos de los judíos a través del mundo en los años más recientes. Nos referimos a la traducción del Nuevo Testamento al hebreo de Salkinson-Ginsburg, publicado por la Sociedad Bíblica Trinitaria, y distribuida por la Misión Mildmay para los judíos, y por otras agencias similares a través de todo el mundo. Así que “el libro” ha sido y sigue siendo enviado para aquellos que se escribió, y no está muy distante el día en que muchas asambleas de judíos oirán y leerán las palabras de esta profecía, y un pueblo a ser preparado que guardará “las palabras de esta profecía”, y que reciba de una manera especial la bendición nombrada en 1:3. Ellos estarán capacitados para entender lo que ahora es tan inexplicable para los lectores Cristianos gentiles. No hallamos nada en las Epístolas Paulinas a la Iglesia que se adapte a lo que se les dice a estas asambleas. Pero aquellos lectores se acordarán perfectamente de los varios periodos o fases de su propia historia pasada, y encontrarán en casi todas las frases alguna alusión a las circunstancias en las cuales se hallen a si mismos como está descrito en este libro.
Vamos a ver esto; primero, por las referencias hechas a su historia pasada; y cuando vengamos a tratar con estas Epístolas separadamente, iremos, en alguna circunstancia del propio Apocalipsis, a dar una referencia en casi todas las frases en estas siete Epístolas. 
Es un hecho significativo que:
Siete fases pasadas de la historia de Israel
Son referidas en estas Epístolas: y que el orden literario  en Apocalipsis corresponde con, y responde al, orden histórico en el Antiguo Testamento.
1.      ÉFESO – EL DÍA DE LOS ESPOSALES DE ISRAEL.
(Éxodo).
En la Epístola a la Asamblea de Éfeso, la referencia es al Éxodo; al amor de Dios eligiéndolos y sacándolos de Egipto, y haciendo de ellos entonces una nación. Vea Oseas 11:1: “Cuando Israel era muchacho, Yo lo amé, y de Egipto llamé a Mi hijo.” En Jeremías 2:2 vemos este “primer amor”, que Jehová denomina “el amor de tu desposorio.” Y en Ezequiel 16. Tenemos una completa descripción de las labores y contenidos de este “primer amor.” La totalidad de Ezequiel 16 debe ser leída con Éxodo 19:4-6. Este es el “primer amor” que Israel es acusado de haber “dejado.” Este es el comienzo de todos los subsecuentes males.
2. ESMIRNA – EL PERIODO ERRANTE DE ISRAEL.
(Números)
En Esmirna, tenemos una referencia a un definitivo tiempo de prueba. En el desierto fueron cuarenta años. Aquí es de diez días, Si alguno quiere hacer este periodo de diez años debe hacerlo sobre su propia responsabilidad. Nosotros solo llamamos la atención al punto de que hay un correspondiente tiempo de prueba referido; y es un tiempo definitivo y limitado.
Somos conscientes de la “interpretación” propuesta de que hubo diez persecuciones de “Cristianos” entre el año 57 y 284 D.C. Pero desafortunadamente para esta teoría, nada se nos dice aquí acerca de ningún número de persecuciones separadas: ¡sino solamente de la duración de una! Es evidente que ningún sistema de interpretación que se base en tales imaginaciones será de utilidad para nosotros en cuanto a nuestro entendimiento de este libro.
El sistema del año correspondiente a un día, como un principio de interpretación profética, es una invención humana; y tan innecesaria como contraproducente.
Cuando Dios dice un “día”. Él quiere decir un día, y cuando Él dice un año, Él quiere decir un año. Aun en aquellos pasajes donde Él hace que un día se ponga por un año, las palabras son empleadas en cada caso en su sentido literal y significado natural. Cuando los espías salieron 40 días, e Israel fue obligado a andar errante durante 40 años (“un año por cada día”), “día” significa día, y “año” significa año (Números 14:34). Porque Dios así lo ordenó en este caso, no tenemos ninguna autoridad de hacerlo nosotros en nuestra propia responsabilidad en cada uno de los demás lugares. Cuando a Ezequiel se le dijo que se recostase al dormir sobre su lado izquierdo durante 390 días, ¡eso no significa que estuviese recostado así por 390 años! ¿Verdad? Y cuando Jehová dijo, “Yo te he dado los años de tu maldad por el número de los días de acuerdo al número de días, 390 días” (Ezequiel 4:4,5), está claro que “días” significa días, y “años” significa años. Y cuando Ezequiel hace lo mismo con respecto a Judá, 40 días, Jehová dice, “cuarenta días, día por año, te lo he dado). (Ezequiel 4:6). Tenemos el mismo plano y el literal dictamen de los hechos. Cuando los intérpretes humanos asumen la responsabilidad de “designar” lo mismo en otros casos, tanto da que sean 1260 días o “diez días,” o cualquier otro número, están incurriendo en una muy grave responsabilidad. Ellos no adoptan este “sistema” en otras profecías, y ni se atreven. Porque cuando, en Génesis 7:4, Dios dice, “porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches,”  lo dijo para que así se cumpliese. Cuando en Génesis 40:12, 13, dice “los tres sarmientos son tres días,” el cumplimiento se da en el versículo 20: - “Y sucedió al tercer día,” etc., (no años). Cuando Dios profetizó de la carne que le daría a comer a Israel, los días significan días (Número 11:19,20). Así que aquí, en Apocalipsis 2:9, la expresión “diez días” significa diez días: y muchos judíos en muchas ciudades saben bien lo que es sufrir una tribulación anti-Semita durante varios días seguidos. ¿Por qué no aquí y bajo estas circunstancias? A Amán se le dio un día para “!destruir a los judíos!” ¿Por qué no se le irían a permitir diez días a otros “enemigos de los judíos”? ¿Y qué tiene que ver este o cualquier otro periodo similar con la Iglesia de Dios, la cual nada tiene que ver con “tiempos y estaciones” (1ª Tesalonicenses 5:1)?  Es bastante probable que el tiempo referido aquí (Apo.2:9)  sea el de Mateo 24.9, 10, y en Isaías 66:5.
3. PÉRGAMO – EL PERIODO EN EL DESIERTO.
(Números)
En Pérgamo tenemos la referencia a Balaam, que tendrá su contraparte en un día todavía futuro.  A través “del consejo de Balaam” (Números 31:16, etc.) Israel fue atrapado e introducido en la peor forma de idolatría de los Madianitas, cuando “Israel se juntó y se puso debajo de Baal-peor” (Números 25:3). En el próximo día futuro en Pérgamo residirá de una manera especial la silla (o trono) de Satán, (2:13; y compare con 13:2), y una forma de idolatría más perversa que aquella de Baal-peor estará sobre la tierra. Pedro, escribiendo a la Dispersión, habla de esos futuros tiempos en 2ª Pedro 2 y en el versículo 15 dice especialmente de sus “seguidores del camino de Balaam el hijo de Beor”.  Judas también conecta su descripción de una fase similar de idolatría con “el error de Balaam” (vers. 10-13).
Está claro, por tanto, que esta especial forma de idolatría conectada con el “consejo” de Balaam está referida en Apocalipsis 2:14, y será recibida en el periodo descrito en el Apocalipsis. Y, de la misma manera que sobre este gran mal el juicio especial de la “espada” fue enviado y ejecutado (Números 31:1-15), así también aquí. Aquel que habla al mismo Pueblo del mismo mal, habla también del mismo juicio.” (Apocalipsis 2:16), cuyo efecto se llevará a cabo en el capítulo 19:21. Esto es por lo que tenemos esa especial mención de la “espada aguda,” describiendo al que habla en 2:12, refiriéndose a la misma característica de la Visión que vimos en 1:16. 
4. TIATIRA – EL PERIODO DE LOS REYES DE ISRAEL
(1ª y 2ª  Reyes).
En la Epístola de Tiatira tenemos la referencia a otra forma más intensa de idolatría, como la que se llevó a cabo en los días de Acab, rey de Israel; otro que, igual que Balaam, “hizo pecar Israel” (1ª Reyes 16:30). Acab fue el primer rey que oficialmente introdujo y organizó la más abominable forma de las odiosas idolatrías que la mente humana haya podido concebir (1ª Reyes 16:33). Vea la Versión Revisada, donde el especial significado de esta abominación se converge y contiene en la palabra de “Asera”. Particularizar o hablar en detalle acerca de esta forma de idolatría serviría solamente para ensuciarnos la mente. El Señor Mismo en esta Epístola (Apoc.2:20-24) hace una secuencia de ella. Nosotros debemos, tal vez, añadir que lo que se introdujo en Israel a través de Balaam (vea Apoc.2:14) llegó a elevarse en un sistema nacional religioso bajo el reinado de Acab y Jezabel, como lo había sido ya reconocido desde hacía tiempo entre las naciones paganas de alrededor.
De lo que se hacía y en lo que consistía aquel sistema religioso de licenciosa idolatría es bien conocido; pero algunas cosas más se pueden obtener de un recientemente descubierto Papiro, * conteniendo un sexto de la Ascensión de Isaías, que anteriormente solo era conocido en una Traducción Etíope (exceptuando un mutilado Leccionario en Paris). El origen de este Papiro es muy antiguo, y sus hechos históricos pueden tomarse como correctos, separado de sus previsiones. En él se dice, hablando de la condición de las cosas que se hacían en los días de los Reyes de Israel – “Y Manases volvió su corazón para servir a Belial; porque el ángel que gobierna este mundo en la anarquía es Belial, cuyo nombre es Malambuchus. Y él se satisfacía en Jerusalén por causa de Manases y se hizo fuerte en Jerusalén. Y la brujería y la magia aumentaron, y la adivinación y la hechicería y la fornicación y la persecución de los justos por mano de Manasés…y cuando Isaías el hijo de Amoz vio la anarquía en que se había convertido Jerusalén, y la adoración de Satán, y su triunfo, salió de Jerusalén y se estableció en Belén de Judea.”
*Ahora disponible en la colección de Lord Amherst, y publicado bajo el título de Amherst Papyri (Oxford Press).
El Papiro continua hablando de Zedequías, el hijo de Quenaanah, como siendo “el maestro de cuatrocientos profetas de Baal”; y cuenta cómo Isaías “llamó a Jerusalén Sodoma, y a los gobernantes de Judá e Israel gente de Gomorra”. Este comentario por supuesto en referencia al específico pecado de Sodoma y Gomorra. Vea Isaías 1.
Muchas son las pruebas que abundan para demostrar que algún sistema similar será de nuevo revivido. Nadie puede imaginarse lo que más rápida y universalmente se instaurará en el mundo, y reunirá todas las comunidades – y lo peor de todo, haciendo que todo, así, llegue a ser religioso,  y capaz de degradar y gratificar los instintos más bajos de la naturaleza humana bajo la apariencia de religión. Ni podríamos nosotros haber concebido alguna forma de corrupción que distinguiese al pueblo de Dios más efectivamente, y les causase la separación de la abundante perversión que existirá alrededor de ellos. Esta es la mejor explicación que se puede dar de aquellos solemnes versículos, Apocalipsis 9:20, 21: o preferiblemente, este pasaje es la explicación misma del terrible carácter del gran sistema universal de Religión del Anticristo, el cual ni tan siquiera las plagas de Dios, en aquel punto referidas, serán capaces de remover o destituir, y que traerán en evidencia los más grandes juicios de “las siete copas”.  
Estos versículos (Apocalipsis 9:20, 21) tienen tanto peso, que debemos ponerlos juntos.
 “Y los otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar. Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos”.
Nuestro punto, sin embargo, no debe ser olvidado, que es, prestar atención al hecho, de que la mención de esta iniquidad en estas Epístolas corresponde con el orden histórico de Israel en el Antiguo Testamento.
5. SARDIS – EL PERIODO DE LA ERRADICACIÓN DE ISRAEL
(1ª  y 2ª  Crónicas).
Ya hemos dado cuatro referencias a la historia de Israel en el Antiguo Testamento, y como cuatro es el número conectado con la tierra, estas cuatro referencias tienen que ser conectadas con Israel en la tierra y en su Tierra; y con el pecado culminante de abandonar el amor de Dios manifestado a la Nación. Israel había “dejado su primer amor”, olvidándose de Dios, y juntándose a los ídolos de la forma más abominable. Este es el clímax o punto culminante del pecado de Israel. Todo lo demás en esta historia es juicio, hasta que Israel sea destituido de la Tierra y quitado de la vista de Dios. Su nombre es prácticamente erradicado, nunca más vuelve a ser un reino separado de diez tribus. Tan erradicado, de hecho, que los hombres hablan hoy en día de la diez tribus* perdidas.
*Observe que ellos están “perdidos” en el sentido propio de la palabra: pero la proverbial expresión es significativa.
De hecho, la profecía de Deuteronomio 29 se ha cumplido, no solamente en lo individual y como Tribu; sino que hay una aplicación a la Nación entera. En Deuteronomio 29:18, 20 (17, 19) se encuentra el aviso de que serán borrados el nombre del “hombre” o “tribu” que incurra en idolatría. De hecho, las Tribus de Dan y de Efraín fueron las primeras en introducirse en ella; y sus nombres están borrados de las tribus de aquellos que serán sellados Apocalipsis 7. Es en esta Epístola, siguiente en el orden (a la asamblea de Sardis) que tenemos la referencia a esta omisión, en la promesa a los pocos nombres de aquellos tales que no han manchado sus vestiduras: “Aquel que venciere…no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de los Ángeles” (Apocalipsis 3:5).
6. FILADELFIA – EL PERIODO DE LOS REYES DE JUDÁ.
(2ª  Crónicas).
Ya hemos dado dos referencias a la historia de Israel, y ahora tenemos que hacer otras dos a la de Judá, y estas ya no tienen que ver ya con el fracaso, el pecado y el juicio; sino con la esperanza de restauración y bendición. Así como Acab, Rey de Israel, fue el primero en introducir y establecer la adoración de Asera, así también la referencia aquí, en la Epístola a la asamblea de Filadelfia, se hace a Ezequías, rey de Judá, quién hizo muchas cosas para destruir esa adoración y para que fuese erradicada.
En 2ª Crónicas 31:1, Ezequías “quebró las estatuas y destruyó las imágenes (obeliscos) de Asera”. Sus dos predecesores, igual que él mismo, son descritos con especial referencia a sus conexiones con el Templo y con la adoración del Templo. De hecho, estos tres reyes de Judá tienen en común ser conocidos como tres de los cuatro reinos en los cuales Isaías profetizó, “Jotam, Acaz y Ezequías” (Isaías 1:2).
Jotam “no entró en el templo del Señor” (2ª Crónicas 27:2).
Acaz “cerró las puertas de la casa de Jehová” (2ª Crónicas 28. 24).
Ezequías, al principio de su reinado, “en el primer año, en el primer mes, abrió las puertas de la casa de Jehová” (2ª Crónicas 29:3). En Isaías 22:22 hay una referencia posterior a este mismo punto. Sebna, el Tesorero, había abusado de su confianza para su propia glorificación (vea Isaías 22:15-19). Por causa de esto se ordenó que fuese destituido, por mandamiento Divino, y “la llave de la casa de David se puso sobre los hombros de Eliaquim hijo de Hilcías (vers.20-25); y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” (vers. 22).  Eliaquim significa Dios restaurará, o levanta: y no puede haber duda alguna de que aquí tenemos una referencia profética a Cristo, a quien Dios levantaría. De hecho, la totalidad del pasaje (verss. 20-25) está escrito más profética que históricamente; y señala muy específicamente al posterior Templo que Él Mismo edificará y llenará con Su gloria.
Es importante observar cómo, en los escritos a esta Asamblea en Filadelfia (Apoc.3:7), el Señor toma estas mismas palabras y se las aplica a Si Mismo, diciendo: “Esto dice el Santo… el que tiene la llave de David, el que abre, y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.” La referencia aquí a Isaías 22:22 es indudable, y está claro que tenemos una referencia a otro distinto y subsecuente, pero próximamente conectado, acontecimiento en la historia del Antiguo Testamento. Con esta referencia podemos entender el anuncio a la Asamblea de Filadelfia en Apocalipsis 3:8: “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar.” Y podemos entender también la referencia al Templo en la promesa, “Yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí” (Apocalipsis 3:12). Seguidamente, se nos guía más allá de Jerusalén y su Templo, a los días de la bendición final, hasta la nueva Jerusalén y “el Templo de mi Dios,” cuando Isaías 62:2 se cumpla: “Entonces verán las gentes (Gentiles) tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará.” Una vez que esto es exactamente lo que está prometido en Apocalipsis 3:12, “Escribiré sobre él mi nuevo nombre”, se hace difícil comprender cómo una promesa tal se haya podido revertir de Israel para la Iglesia: dejando de lado aquello con lo que se encuentra directamente asociada; y aplicado con lo que no tiene conexión alguna.
7. LAODICEA – EL PERIODO DE LA ERRADICACIÓN DE JUDÁ.
(Los Profetas Menores).
En esta última Epístola, se alcanza el punto más bajo de la degradación de Judá, en aquella extensa línea apartándose de Jehová. Desde el día que Israel dejó su “primer amor”, el día mismo de sus esponsales, desde la salida de Egipto, fue cayendo más y más bajo a través de un vasto escenario de idolatría y juicio, hasta que nos encontramos la descripción en la Epístola a la Asamblea en Laodicea en una condición de carencia espiritual igual  como la caracterizada por el Pueblo en el periodo de los Profetas Menores.
De hecho, es tan completa la correspondencia de aquel corrupto estado en las dos ocasiones, que debemos aguardar hasta que veamos la Epístola frase por frase cuando examinemos el pasaje desde los Profetas, y colocaremos ambas  entonces cara a cara. Ahora solo daremos uno o dos pasajes como ejemplo.
Apo.3:17 - Rev. 3. 17 – “Porque tu dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Oseas 2:5, 8, 10 - "Porque su madre se prostituyó; la que les dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan, mi agua, mi lana, mi lino, mi aceite y mi bebida, y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino, el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal. Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes.
La totalidad de Oseas 2: -5 y 12:8, etc., debe ser leída para ver las referencias apuntadas a este periodo de la condición de Israel. Compare también Hageo 1:6; Jeremías 13:25, 26; 5:27; Zacarías 11:5, 13-18.
Apocalipsis 3:18 – “Por tanto yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio para que veas.
Compare con Isaías 55:1, 2; Oseas 2:3; Jeremías 13:25, 26. Isaías 59:10; 66:17; y vea también Malaquías 3:3.
Apocalipsis 3:19 – “Yo reprendo y castigo a todos los que amo, sé, pues, celoso y arrepiéntete”.
Isaías 43:4 “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable y yo te amé.” Deuteronomio 7:8” Igual a Deut. 7: 8; Deut. 8:5 - "Reconoce así mismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga.” Malaquías 3:7 - "Volveos a mi, y yo me volveré a vosotros" es otra forma de Apoc.3:19.
En el versículo 16, el Señor habla de vomitar fuera al ángel. Esta es la misma expresión utilizada proféticamente en Levítico 18:25-28 de Israel; donde Jehová les avisa que, si ellos adoptasen las abominaciones de la pagana idolatría, la Tierra les vomitaría. (Compare con Jeremías 9:19; Ezequiel 36:13, 17).
Todo esto nos demuestra que las referencias en esta última Epístola no tienen de ninguna manera en vista la Iglesia de Dios, sino que concuerdan plena y detalladamente con la historia de Israel, y son referidas para que les sirvan de luz retirándola de su propio pasado histórico, y así avisarles de los futuros males que entonces rodearán su entorno. Cuando la Iglesia haya sido quitada de la tierra, e Israel esté otra vez metido con la condición religiosa nacional, su estado o condición corresponderá exactamente con la que tenía en el momento de la primera venida del Señor. Habrá, como hubo entonces, abundancia de religión. Isaías 1:10-15 describe  minuciosamente el estado de las cosas, en que estaban antes y volverán a tener en el futuro. La verdad de “esta profecía” será ampliamente demostrada – “Tu dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. La oración del Fariseo (Lucas 18:11, 12) la ejemplifica. Las parábolas del gran banquete, el vestido de bodas, etc., las describe. El pueblo estaba ciego. La respuesta a la pregunta, “¿Somos nosotros también ciegos?” (Juan 9:40, 41) la prueba.
El llamado a la fiesta de Bodas será, como en aquel entonces, individual. Mateo fue llamado, Zaqueo fue llamado, y muchos otros; y aquellos que oyeron aquel llamado fueron incapaces de resistir a su mandamiento y cautivante poder. Es a la gran fiesta de bodas de Apocalipsis 19:9 que la parábola señala. Estos “siervos,” a quienes esta Epístola se dirige, comprenderán el solemne aviso: “He aquí, que estoy a la puerta y llamo”. “A las doce tribus dispersas en el extranjero” les fue anunciado “el juez está delante de la puerta” (Santiago 5:9). La proximidad en aquel entonces del Juez, es el punto convergente en este anuncio. Entonces estará próximo y a la mano, y listo para ser manifiesto.
Somos conscientes de que el aviso en el cap. 3:20, “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo”, ha sido universalmente interpretado de la proximidad del Salvador en gracia para aquellos que estén viviendo en esta presente Dispensación de la Iglesia, y esto ha sido propagado por pintores y artistas que han contribuido mucho para la presente perversión de la Escritura.
Esto es una perversión muy de acuerdo con la vieja naturaleza, porque pone al hombre en el lugar del Dios Todopoderoso, y convierte al Señor Jesús en un desprotegido suplicante. Todo esto es contrario a las doctrinas de la gracia, y hace que sea inefectiva. Además, esta popular interpretación está fuera del contexto. Porque, a través de todas estas siete Epístolas el Señor aparece con el carácter de un Juez, recompensando a Sus “siervos” de acuerdo a sus “obras.” Para los que aguardaban por Él y estaban listos para recibirle,  se les aparece de acuerdo a Su promesa dada en Lucas 12:35-40: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran enseguida. Bienaventurado aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.” Aquí, tenemos al “Hijo del Hombre”; los “siervos”; la ilustración del “ladrón”; la “vigilia”; el “llamar” y el “abrir”, el “sentarse a la mesa”. Está muy claro que Apocalipsis 3:20, lo que tenemos es el cumplimiento de esta profecía.
Cuan simple se vuelve todo cuando nos damos cuenta que estas Epístolas relatan la retrospectiva de Israel, y se entienden a la luz de los Profetas y de los Evangelios. Cuanto más satisfacción tenemos al encontrar estas ilustraciones en las Escrituras del Antiguo Testamento, en vez de estar ocupados con las conflictivas e imaginarias referencias a ciertas fases de la historia eclesiástica, que no tienen fundamento alguno en las Escrituras, y se basan totalmente en la imaginación humana. Todo se vuelve una confusión en cuanto a interpretación, y error en vez de doctrina, en el momento que introducimos a la Iglesia o la presente dispensación dentro de estas Epístolas.  
Ya hemos visto lo suficiente en la consideración de estos catorce puntos dándonos  posteriores evidencias de que la Iglesia no es el tema del Apocalipsis. Lo mismo se verá cuando observemos a continuación nuestro último punto, esto es, el orden de las promesas contenidas en estas Epístolas.
 (15). LAS PROMESAS A LAS SIETE ASAMBLEAS.
Así como hemos visto que las referencias al Antiguo Testamento en las siete Epístolas corresponden con el orden histórico de los acontecimientos, lo mismo ocurre con respecto a las promesas contenidas en estas Epístolas. El orden literario sigue al orden histórico. Están escritas para un Pueblo supuestamente bien versado en la historia del Antiguo Testamento, y bien consciente de todo lo que le había ocurrido a sus padres, y han sido escritas para que les sirvan de aviso. Instruidos en la historia pasada de su nación, estarán preparados para entender la relación que hay entre las pruebas y los juicios en el pasado con las que están familiarizados, y aquellas circunstancias similares en que se hallarán ellos mismos en un día todavía futuro. Mientras que los acontecimientos históricos conectados con las reprensiones o censuras se llevan a cabo desde el Éxodo hasta el periodo de los Profetas Menores, las promesas cubren un periodo diferente; comenzando con el periodo en el Paraíso, y finalizando con el periodo de Salomón.
El orden gradual de las reprensiones corresponde con el alejamiento progresivo del Pueblo de Israel de la presencia de Jehová. Su depravación y apostasía (punto culminante de la separación) se va ilustrando en las referencias históricas contenidas en estas Epístolas. Entonces vemos que van corrompiéndose y cayendo cada vez más en depravaciones más bajas; hasta que los encontramos destituidos de todas las bendiciones (como nación), pobres, miserables y ciegos. Los únicos que se quedaron firmes, o esperando la promesa, entre el Pueblo, fueron unos pocos individuos que hablaban unos con otros y pensaban acerca de Aquel que Viene (Malaquías 3:16). También solo Zacarías y Elisabet, la prima de María  (Lucas 2:36-38), y otros pocos, fueron los  “que esperaban la consolación de Israel,” y aguardaban “la redención en Jerusalén.” (Compare Marcos 15:43 y Lucas 24:21).
Ya hemos visto que, este orden histórico, es el que se da en estas siete Epístolas a las Asambleas. Pero cuando llegamos a las PROMESAS, entonces todo es diferente. Proceden en la dirección opuesta. El orden, en vez de ser descendiente – desde el más alto grado de privilegios (Éxodo) hasta el estado más bajo de destitución espiritual (Profetas Menores) – ahora se hace ascendente, en los consejos de Jehová, hasta que les ofrece un Edén para compartir con ellos Su trono.
Esto lo veremos más claramente cuando expongamos las promesas hechas en Apocalipsis 2 y 3. Pero antes que nada debemos observar que estas promesas son todas totalmente individuales. No hay existencia de una corporación reconocida como tal. Cada una de las siete promesas comienza con las mismas palabras, “aquel que venciere.” Esto corresponde al lenguaje de los Cuatro Evangelios, y a la Epístola a los Hebreos: “Aquel que permanezca hasta el final,” y resista al diluvio de iniquidad por el cual serán rodeados, será salvo. Esta manera de hablar y su fraseología son extrañas al lenguaje de las posteriores Epístolas Paulinas. A la totalidad del periodo que está cubierta por “el día del Señor” se denomina la reunión final de las edades, o la (…) (sunteleia); pero, la crisis en la cual culmina se llama el (…) (telos), el fin de las edades. Ambas se traducen “final” en el Nuevo Testamento, pero el empleo de estas dos palabras debe ser cuidadosamente distinguido. La Sunteleia denota un final o término ligado, o en conjunción con otras cosas. Consumación tal vez sea la mejor traducción castellana*. Eso implica que varias cosas se tienen que dar juntas, y alcanzarán su fin durante el mismo periodo; mientras que telos es el punto de tiempo al final del periodo. ** Por ejemplo, en Mateo 24:3 los discípulos preguntan, “Qué señal habrá de tu venida, y del sunteleia del siglo.”
*La palabra aparece solamente en Mateo 13: 39, 40, 49; 34:3; y 28:20,  lo cual  muestra que este versículo se refiere a un día todavía futuro. Y en Hebreos 9:26, la cual se refiere a la sunteleia de la primera dispensación. Es la traducción de la Septuaginta (…) (Keytz) en Daniel 12:4, 13.
** Telos es significativo en esta conexión, en Mateo 10:22 y Apocalipsis 2:26.
En Su respuesta a esta pregunta el Señor habla de todo el periodo, y cubre la totalidad de la sunteleia. Pero tres veces menciona Él el telos  (1) para decir que “el telos no es todavía” (vers.6); (2) para darles una promesa “el que persevere hasta el telos” (versículo 13); (3) para señalar la crisis en el versículo 14, que viene inmediatamente después del cierre de la predicación del “evangelio del reino.” “Entonces vendrá el telos.”  La señal del telos es el asentamiento de “la abominable desolación que habló el profeta Daniel.” Así que en el telos, aquel que resista hasta aquí, ese mismo será salvo, y será contado entre los vencedores especialmente referidos en estas siete Epístolas; a quienes estas promesas son hechas, y a quienes particularmente se refieren.  Son siete en número, como sabemos: pero tenemos que observar que las siete aquí, como en todas partes, son divididas en tres y cuatro. Cada Epístola finaliza con dos cosas: (1) una inducción  a “oír”; (2) y una promesa a aquel que “venza.” En las tres primeras Epístolas, la Promesa viene después de la Inducción. En las cuatro últimas viene antes de ella.  Esto se debe a que las tres primeras están conectadas, por referencia, a lo que está escrito de la Divina provisión en los libros de Génesis y Éxodo (El Edén y el Desierto); mientras que las otras cuatro se conectan con el Territorio y los tronos de David y Salomón: el número tres señala la Celestial o Divina perfección; y el número cuatro tiene que ver con la tierra.
Veamos estas Promesas en su orden:
1. LA PRIMERA (ÉFESO).
Se refiere a Génesis 2, a la promesa, “Le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios” (Apoc. 2:7).
Dios comienza Consigo Mismo. El Apocalipsis no solamente relata a Israel, sino también a toda la tierra; y la primera promesa nos lleva de vuelta al Edén y al “árbol de la vida.” El camino hacia ese árbol se encontraba perdido: pero fue “mantenido” (o preservado) por el querubín (Génesis 3:24). Este querubín próximo aparece en conexión con el camino al Que Vive, en el Tabernáculo, y son así ligados a Israel.  Solamente en la restauración de Israel puede el camino al “Árbol de la Vida” ser restaurado. La soberanía y el  gobierno sobre la tierra es el gran tema del Apocalipsis; por tanto la promesa regresa al punto donde la soberanía es ignorada y el gobierno fue depuesto. Este pasa a ser el punto de partida. Eso es por lo que los querubines reaparecen en el Apocalipsis, íntimamente asociados con esta obra de restauración del Divino Gobierno sobre la tierra.  La canción que cantan es de “creación” (Apocalipsis 4:11). El símil que tienen es a la creación. La canción es sobre la redención de Israel (no de ellos mismos. Vea los detalles acerca de ellos en los caps. 4, y 5).  

2.      LA SEGUNDA (SMIRNA).
Se refiere a Génesis 3, siendo la promesa “Se fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” “El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte” (2:10, 11). La referencia es a Génesis 3, donde la primera muerte aparece. Pero la promesa va más allá; porque relata no meramente a la muerte que se introdujo con el pecado, sino a la “segunda muerte,” que está revelada en Apocalipsis 20:14; y 21:8.
3. LA TERCERA (PÉRGAMO).
Se refiere a Éxodo. La promesa es, “Le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe” (2:17). Es en esta tercera Epístola, que se refiere al periodo en el desierto y a los consejos de Balaam, donde tenemos una especial referencia al maná, el alimento del desierto, del cual Éxodo contiene el registro. “Pan del Cielo” y “comida de Ángeles” (Salmos 78:24, 25) son enviados contra los deseos de la carne y la idolatría espiritual. El maná tuvo que ser “guardado” en el arca del Pacto, “para que vuestros descendientes puedan ver el pan con el que Yo os alimenté en el desierto, cuando os saqué de la tierra de Egipto… y Aarón lo puso Arca del Testimonio para guardarlo”. Éxodo 16:32-34). Este “guardar” el alimento era para memoria; para recordarles que Dios puede suplir al remanente de Su Pueblo en el día venidero, cuando no se les permita comprar o vender (Apocalipsis 13:16, 17) a menos que consientan en llevar la “marca o sello de la Bestia.”  Si Dios mantuvo en el pasado a Su Pueblo en el desierto, de donde no podían obtener alimentos: ¿Por qué no aquí, ahora? Los falsos profetas comerán hasta saciarse de la mesa de otra Jezabel: ¿Por qué no podría Dios “abastecer una mesa” (Salmos 78:19) para los Suyos en aquel día venidero, en el desierto adonde tendrán que huir (Apocalipsis 12:14)? Aquel maná fue literal: ¿por qué no este otro? ¿Por qué salirnos de nuestro camino procurando extrañas interpretaciones ajenas al tema, cuando tenemos una a la mano en las Escrituras del Antiguo Testamento donde está referido? Aquel maná tuvo que “guardarse” y “mantenerse,” para recordarles que Dios puede todavía, y podrá futuramente otra vez “poner mesa en el desierto,” para que ellos puedan de nuevo ser “alimentados durante un cierto tiempo, y tiempos, y mitad de un tiempo” (Apocalipsis 12:14).  Hay una promesa posterior acerca de la “piedra blanca” y el “nuevo nombre.” Preguntamos de nuevo, ¿Para qué seguir nuestra propia imaginación, o las costumbres paganas, para interpretación, cuando tenemos en este mismo libro de Éxodo* el relato de las piedras sobre las cuales fueron grabados los nombres de las Tribus: Dos a hombros del Sumo Sacerdote, con seis nombres en cada una (colectivamente); y doce en el pectoral, con un nombre en cada una (individual). Siendo ubicados los nombres individuales “sobre su corazón” (el lugar del amor), y los nombres colectivos “sobre sus espaldas” (el lugar de la fuerza). (Éxodo 28:8-30).
* En el Canon Hebreo a Éxodo se le llama el Libro de “los Nombres.” Vea Números y Orden de los Libros del Antiguo Testamento, del Dr. Bullinger.
Al lado de estas piedras había también las piedras de “Unim, y Tumin”, de las cuales poco o nada se sabe. Estas deben haber sido “blancas” por lo poco que conocemos; pero sabemos que estaban asociadas con escuchar y preguntarle al Dios que habitaba en medio de Su Pueblo. Aquí, en medio de sus escenarios de prueba y tribulación, cuando el pueblo de Dios se encuentre en otro desierto, se acordarán, por esta promesa de Éxodo, de la presencia de Jehová entre ellos; y del bendito hecho de que Él guarda sus nombres en Su memoria; que Su amor es eterno; que Su fuerza es todopoderosa, y capaz de alimentarlos cuando sus enemigos prevalezcan y falten los recursos humanos.
 4. LA CUARTA (TIATIRA)
Refiere los libros de Números y Samuel. La promesa es, “le daré autoridad sobre las naciones: y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero, como yo también las he recibido de mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana” (Apocalipsis 2:26-28). Aquí una vez más el orden literario en el Apocalipsis coincide con el orden histórico: porque es en el libro de Números que tenemos las bases de esta promesa dadas al mismo Pueblo que era el sujeto allí. Porque “saldrá ESTRELLA de Jacob, y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes (los príncipes) de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set. Será tomada Edom, será tomada también Seir por sus enemigos, e Israel se portará varonilmente. De Jacob saldrá el dominador, y destruirá lo que quedare de la ciudad.” (Números 24: 17-19). Esta promesa y profecía que se cumplió en el pasado en David; tiene su paralelismo o configuración en lo que estaba reservado para el Hijo de David y Señor de David: para Quien era, la “raíz y la primicia de David.”
Lucas 1:31-33 habla de Su conquista, y de Su reinado sobre el trono de David.
David, ya lo hemos dicho, era su prefigura: por eso pudo decir en las palabras de su canción, “Pues me ceñiste de fuerzas para la pelea; has humillado mis enemigos delante de mí, y has hecho que mis enemigos me vuelvan la espalda (huyan de mí) para que yo destruyese a los que me aborrecen…Como polvo de la tierra los molí; como polvo de la tierra los pisé y los trituré” (2ª Samuel 22:40, 41, 43). Este era el tema de la canción de David “en el día que el Señor le libró de manos de todos sus enemigos.” Y representa la todavía más gloriosa canción en honor del Señor de David cuando los reinos del mundo pasen a ser el reino de nuestro Señor y de Su Cristo, y él reine por siempre y para siempre. La promesa se da en esta cuarta Epístola, porque la profecía de Números 24:17-19 todavía no ha sido realmente cumplida. “Lo alto de la Aurora (la estrella de la mañana) visitó a Su pueblo (Lucas 1:78) pero fue despreciado; y por eso la realización permanece en suspenso, al igual que la de Lucas 1:31-33. En Apocalipsis 2:26-28 el tiempo está a punto de cumplirse. Por eso se repite la promesa; y en el cap.20:4 vemos su concretización; porque la “estrella de la mañana” será entonces aparecido (Apocalipsis 22:16).
5. LA QUINTA (SARDIS)
Se refiere nuevamente a los tiempos de David – no al comienzo de su reinado, sino a su fin. Es una doble promesa, negativa y positiva, y ambas tienen que ver con los nombres de individuos.
 “No borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de Sus ángeles” (3:5).
La referencia se hace sobre “las últimas palabras de David” en 2ª Samuel 23. Son la continuación de “las palabras de esta canción” en el capitulo anterior. Estas “últimas palabras de David” fueron pronunciadas cuando estaba a punto de entregarle el trono y el reino a Salomón; cuando el conflicto estaba en su fin, y su descendiente dominando sobre  un glorioso reinado de paz y prosperidad: prefigurando y aludiendo el tiempo cuando esta promesa de Apocalipsis 3:15 esté a punto de cumplirse, y los juicios del Apocalipsis estén a punto de introducir las glorias del milenio.
 “No borraré su nombre.”
 “Confesaré su nombre.”
Así que es una doble promesa, y es exactamente lo que vemos en la historia que aquí se refiere. David está confesando los nombres de sus oficiales, y confesando sus hechos, “Estos son los nombres de los hombres valientes que tuvo David” (2a Samuel 23:8). Estos fueron los que “se juntaron con él” en el día que fue depuesto de su reino. Pues, aunque había sido ungido como rey, todavía no se había sentado en su propio trono, sino que había sido usurpado por Adulam, o el lugar de testimonio. *
*Adulam signica el testimonio de ellos.
Se habían aliado con él cuando estaban afligidos y endeudados y se hallaban en amargura de espíritu (alma) (1ª Samuel 22:1, 2), y David “llegó a ser su capitán.” Le habían seguido en medio de todo su conflicto: y ahora, en la víspera de la era de gloria y paz, sus nombres son confesados delante de todos. Sus hechos son anunciados, y sus hazañas recordadas. Pero hay algunos cuyos nombres  “fueron borrados”.  Joab por ejemplo no se encuentra inscrito, aunque Abisai su hijo si está allí (2ª Samuel 23:18); “Asael el hermano de Joab,” está inscrito (vers.24); Naharai…el escudero de Joab,” también (vers.37) pero no el mismo Joab. Él fue un “gran hombre.” Él había sido el comandante en jefe de las tropas de David, un valiente soldado, un gran hombre de estado y sabio consejero; pero, aunque tuviese todas esas cualidades y algunas más, no llego a ser un vencedor,  porque su corazón no fue recto con David. Es verdad que permaneció fiel cuando Absalón se rebeló, pero tomó parte de la conspiración de Adonías. Ahitofel no está inscrito; aunque leemos el nombre de “Eliam el hijo de Ahitofel” (vers.34). Él era el más grande consejero de David; tan sabio, que cuando él hablaba “era como si se consultase la palabra de Dios” (2ª Samuel 16:23). Sin embargo no fue un vencedor, y no está “confesado” delante de los hombres. Él tomó parte con Absalón en su rebelión; y está borrado de esta lista de nombres. Abiatar, también es borrado, porque ni tan siquiera su nombre figura aquí. Él fue el amigo más amado de David (vea 22:20-23), pero no fue un vencedor. Él permaneció fiel en la traición de Absalón, pero se alió a la de Adonías. Los demás nombres son debidamente confesados.
La escena es inexplicablemente solemne; y tiene, por aplicación, una voz de aviso para todos. Sin embargo, por interpretación, reincide con especial fuerza esta promesa a la Asamblea en Sardis, y se refiere al cumplimiento de Mateo 10:32, 33 y Lucas 12:8, 9. “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Así que esta promesa se refiere, no solamente a las solemnes escenas pasadas en la historia de Israel, sino que muestra estar conectada próximamente con los Cuatro Evangelios, y señala los escenarios del juicio final y la gloria en conexión con el Señor de David, y de “uno más grande que Salomón.”
6. LA SEXTA (FILADELFIA).
Refiere a Salomón, igual que la séptima (Laodicea). En la primera la referencia recae en el “Templo” y en la “Ciudad”; mientras que en la posterior, es al “Trono”. La promesa continua (3:12): “Al que venciere, yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí: y escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
La referencia aquí a Salomón es inconfundible.
Él fue quien edificó el templo, y puso en sus atrios aquellas misteriosas columnas “Jaqín y Boaz” (1ª Reyes 7:13-22; 2ª Crónicas 3:17).
 “Y colocó las columnas delante del templo, una a la mano derecha, y otra a la izquierda; y a la mano derecha llamó Jaquín (Él que será establecido): y a la de la izquierda, Boaz (En su poder).”
Poder y permanencia fue lo que se les anunció a todos los que entraron en este maravilloso Templo. El Templo de Dios se pone así en contraste en esta Epístola con la Sinagoga de Satanás, y con aquellos que “se dicen ser judíos y no lo son.” Esta sinagoga ni tiene poder ni permanencia. Pero los vencedores serán finalmente coronados con poder Divino, y poseerán la heredad eterna, porque “ya no saldrán más afuera.” Además, la promesa referida al nombre del vencedor viene escrita en “la ciudad de mi Dios.” Solamente cabe una única interpretación para esta promesa. Cualquiera que esté familiarizado con la fraseología del Antiguo Testamento, se acordará rápidamente del Salmo; 122; 87 y 48. En este último se lee:
"Grande es Jehová y digno en gran manera de ser alabado
En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, es el monte Sión,
A los lados del norte, la ciudad del gran Rey.”
Como lo oímos, así lo hemos visto;
En la ciudad de Jehová de los ejércitos,
En la ciudad de nuestro Dios" (Salmo.
48. 1, 2, y 8)
"Su cimiento está en el monte santo.
Ama Jehová las puertas de Sion
Más que todas las moradas de Jacob.
Cosas gloriosas se han dicho de ti,
Ciudad de Dios.
Selah.
Yo me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen:
He aquí Filistea y Tiro, con Etiopia;
Este nació allá.
Y de Sion se dirá: este y aquél han nacido en ella,
Y el Altísimo mismo la establecerá.
Jehová contará al inscribir a los pueblos.
'Este nació allí.'
Selah.
Y cantores y tañedores en ella dirán: 
'Todas mis Fuentes están en ti'" (Salmos 87).
Es cierto, el título de capítulo de la A.V. (versión inglesa) puede llamarla “la naturaleza y gloria de la Iglesia.” Pero nosotros preferimos creer a Dios en la plana y literal descripción de “la ciudad de Dios”: y aquellos que son el sujeto de la promesa tendrán un bendito conocimiento de lo que significará estar inscrito “en la ciudad de Dios.”
Ezequiel (cap.13) también está dirigido a Israel; pero como habla de promesa y profecía, no se interpreta de la Iglesia, sino que se deja para las personas mencionadas; aunque no se encuentran aquí tan claramente definidos como en el que hemos visto antes de Salmos. En el versículo 9 leemos sobre aquellos que “no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en los libros de la casa de Israel; Y sabréis que yo soy Adonai Jehová.” (Ezequiel 13:9).
La promesa en Apocalipsis 3:12 refiere a la Nueva Jerusalén (caps. 21 y 22). Si la ciudad de David y Salomón tenía tales “cosas gloriosas”, que fue referida como “la ciudad de Dios”, ¿cuánto más no será la gloria de aquella ciudad que “descenderá del cielo de parte de mi Padre”? ¿Y cuál será la bendición de Sion y Jerusalén cuando, como está escrito en Isaías 62:1: “salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha”?  Entonces es cuando se da la promesa: “Y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará.” (Compare Isaías 60:14). En Isaías 62:4 y 12 tenemos instrucciones posteriores acerca de este “nuevo nombre” referido en Apocalipsis 3:12.
7. LA SEPTIMA (LAODICEA)
Se refiere al trono, del cual Salomón era en todos los aspectos el tipo o figura ideal.
Esta, la promesa más alta, se les da a los vencedores en el periodo más bajo en la condición de la degradación de Israel, la cual se describe en peligro de venir a ser “vomitada.” La condición a la cual llegó ya la hemos visto anteriormente, y ahora tenemos la más importante de todas las promesas. Los vencedores en aquella terrible última y más baja condición son los que más precisan la más grande de las ayudas Divinas y aliento. Por eso se da la más alta de las promesas.
 “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21).
Para Salomón es la gran promesa del trono otorgado a través de David. “Cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.” (2ª Samuel 7:12, 13). La apostasía de los sucesores de Salomón en aquel trono fue prevista y anunciada. La totalidad del Salmo 89 debe leerse con esta conexión, para explicar cómo y por qué el trono pasaría a quedarse en suspenso. Después de esta referencia en este versículo 14, la promesa continúa: Pero
"Mi misericordia no se apartará de él…...
"Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro:
"Y tu trono será estable eternamente (2 Samuel 7:15, 16).
Cómo y cuando esta promesa será cumplida, después de que el periodo de castigo referido en el versículo 14 (de 2ª Samuel 7) haya concluido, se describe en Daniel 7. Allí tenemos completamente declarado cómo “el Hijo del Hombre” recibirá el reino y el trono, y cómo “los santos del Altísimo” compartirán aquel trono con Él, como es prometido en esta Epístola. El título que se emplea en Daniel 7, “El Altísimo” es muy significativo, y muestra que todos los escenarios son relativos a la tierra. Siempre que este título aparece este es su significado y enseñanza. Su primera aparición, en Génesis 14:18-24 y lo señala como perteneciente al “dueño y poseedor del cielo y de la tierra.” Fue bajo el título de “el Altísimo,” que Él dividió a las naciones “su heredad” en la tierra (Deuteronomio 32:8), la cual, como su “poseedor”, que es,  solamente Él tiene el derecho o el poder de hacerlo.

La expresión utilizada en Daniel 7 vers. 18 “los santos del Altísimo,”  nos dice que las personas referidas son personas de la tierra, terrenales, aun aquellos a quienes se les promete un trono y un reino terrenal. No la iglesia de Dios, por tanto, cuya llamada, posición, esperanza y destino son celestiales. Cuatro veces se emplea la expresión en Daniel 7. En el versículo 18 “Los santos del Altísimo recibirán el reino, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.” En los versículos 21 y 22 la cuarta Bestia “hacía guerra contra los santos y los vencía (como se relata en Apoc.13:7); hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo. Y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino.” En el versículo 25 la Bestia “hablará palabras contra el Altísimo”, (como se relata también en 2ª Tesalonicenses 2:4, y Apocalipsis 13:5, 6). En el versículo 27 leemos que “el reino y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán.” Estos son los “elegidos,” que serán “reunidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”, cuando el “Hijo del Hombre” descienda sobre la tierra (Mateo 24:30, 31). Entonces aparecerá Su “llamada”, “Reuniendo mis santos junto a mí.” Esto es cuando Él llamará “a la tierra, para que pueda juzgar a Su Pueblo”  Y cuando, posteriormente, en Mateo 25:31, leemos: “Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria”: entonces habrá una reunión diferente, no la de Sus “elegidos” (vea Mateo 24:31), sino que “delante de Él se presentarán reunidas todas las naciones”, * de acuerdo a Joel 3:1, 2 y 11, 12.
*Vea la estructura de la totalidad de esta gran profecía de Mateo 24 y 25 en Las Cosas que Están por Suceder, vol.6, pag.103.
Este trono del juicio especial de las “naciones” nos conduce y acaba en el permanente trono del Divino gobierno, de acuerdo a Jeremías 3:17. Entonces se les otorgará la promesa a los vencedores: “Le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su trono (Apocalipsis 3:21). Esta promesa, por tanto, igual que las demás, no son dadas a la Iglesia de Dios. Los miembros de este glorioso cuerpo ya habrán sido “reunidos en el aire para encontrase con el Señor”, y habrán hecho parte en la “reunión con él” allí, antes de que el clamor de Salmos 1:5 aparezca a “la tierra, para que pueda juzgar a Su pueblo”, y “reúna a sus (terrenales) santos.”
Así hemos trazado el camino ascendente – la escala ascendente de las siete promesas de estas siete Epístolas, y visto cómo tienen que ser interpretadas de Israel, cuyo camino descendente está aquí tan maravillosamente puesto en estas mismas Epístolas. Con esto concluimos nuestros Quince puntos preliminares; y sometemos que sus acumulativas evidencias establecen nuestra posición fundamental, de que la “Iglesia de Dios” no forma parte del tema de Apocalipsis. Nuestra interpretación confina ese tema a los “judíos” y los “gentiles” (1ª Corintios 10:32. Cada uno de nuestros lectores tiene que decidir por sí, si “la palabra de la verdad” está así “correctamente” dividida, de acuerdo a las evidencias que tenemos delante de nosotros.




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