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LA HIGUERA PARTE 3. DE LAS NACIONES UNIDAS. Por Juan Luis Molina

2 Tesalonicenses 5:21 Examinadlo todo; retened lo bueno.

De las Naciones Unidas ha sabido el hombre y ha escuchado hablar “esta idea”, hace relativamente poco tiempo. El organismo que responde por ese nombre surgió precisamente después de la segunda guerra mundial. Después también del éxodo de las hojas de la Higuera. En Europa se llevó a cabo primero la Comunidad Económica Europea, que después se extendió de manera mundial en aquella unidad de Naciones y se sigue llevando a cabo internamente. La OTAN, la U.N.I.C.E.F. y algunas más, hacen parte de los pactos y compromisos que tendrían lugar en la palabra profética más segura.

Nunca antes hubo en toda la historia de la Humanidad tantos pactos y compromisos mutuos entre todas las Naciones como ahora. La Iglesia también participa en la "reunificación" y muchos son los líderes religiosos que han comenzado ya sus "negociaciones" acompañando las señales de los tiempos. Esta “señal de los tiempos” también es casi imperceptible en la Iglesia aunque sea palpable y esté tan a la mano, porque no conoce la profecía. Nada de esto se tiene en cuenta en su seno ni se enseña de manera escritural con la palabra profética más segura, sino que muchos juzgan que hace todo parte de la tal "reconciliación" que se está llevando a cabo por sus manos y con sus oraciones.

Estos pactos y reconciliaciones tienen el objetivo marcado en las profecías de la Segunda Venida, y llevan consigo dentro, como en la profecía se anunciaba, “la paz y la seguridad” para todos los hombres del Mundo. Paz y seguridad es un refrán, una expresión repetida en la Escritura que debemos señalar. Por supuesto que, al ser meros “pactos de carne”, su paz y seguridad son tan débiles e inciertas como el polvo del propio hombre que las realiza. La humanidad entera, y con ella gran parte de la Iglesia, es precisamente la “paz y seguridad” que persiguen,  en la cual creen y buscan. Y los gobernantes carismáticos y populares mundanos con sus líderes religiosos filantrópicos, son mirados en la Iglesia como si estuvieran llevando con ellos “los propósitos de Dios”, cuando lo que ocultamente conllevan es la destrucción completa del Mundo. De tal manera será devastadora la aniquilación de la Humanidad en la próxima administración de Apocalipsis, una vez que el "pacificador" o Anticristo lo tenga seguro en sus manos, que si Dios no hubiese acortado el tiempo del venidero gobierno que él instaurará, ni tan siquiera el "remanente de Israel" sería salvo (Mt.24:22).

En la Iglesia se propaga: Hay muy “buena gente” por el mundo, por los que debemos orar a Dios y reconciliar con Él. En las bocas de sus líderes y coordinadores oímos: Debemos en todo momento orar y pedirle con súplicas a Dios, para que nos dé “paz y seguridad” en este mundo tan castigado y oscuro. Y Dios dice: ¡No saben lo que me están pidiendo! Así que Dios enviará a los que se pierden y rechazan la salvación, un “poder engañoso” que les dará la “paz y seguridad” pedidas. Y cuando hayamos sido llamados desde el aire, aparecerá visiblemente en la Tierra el pacificador que  tantos han añorado, dejando de fuera las profecías de Dios.

Cuando el ministerio de reconciliación tomó preeminencia sobre la palabra profética más segura, se dejó de vista y se olvidaron los escenarios que irían a suceder, preparatorios de la Segunda Venida. Es cierto que, el ministerio de reconciliación de los miembros del Cuerpo que irían a ser salvos, se lleva a cabo al mismo tiempo que se cumplen los tiempos y señales de la profecía, sin embargo, ese no era el punto de vista principal que nuestro Dios tenía para la Iglesia, puesto que los escogidos Suyos no dependen de carne y sangre para que los libre de la ira venidera. Como resultado de esta pérdida irreparable en la cual la Iglesia trata de salvar a la humanidad con sus propias fuerzas e imaginación, ¡hay más conocimiento de las "señales y de los tiempos" entre los miembros de las Naciones y entre los que se dicen ser Judíos, que en el propio seno de la Iglesia! - Israel para el mundo entero es un Estado bien maduro. ¡Para la Iglesia es una más entre las naciones de la tierra que tiene que reconciliar!

Muchos además, en la Iglesia, después de ver estas señales de los tiempos, de la madurez de la Higuera, de la expropiación de las riquezas del mundo para Israel, de los pactos y compromisos de las Naciones, de la búsqueda mundial de la “paz y seguridad”, y de otras que todavía no hemos enfocado todavía, pero que hacen parte integrante de la palabra profética más segura, nos dicen a voces que “esto no es lo más importante”, y algunos dirán y se arrogan para sí que lo más importante es el amor, y otros que la reconciliación, y otros las jerarquías en la Iglesia, y otros…. Sin embargo, me gustaría preguntar lo siguiente: ¿Cómo vamos a descubrir verdaderamente lo que es importante, o no, a los ojos de Dios? Si en esta materia nos ponemos a darle oídos a los hombres, o a nuestras emociones y sentimientos, entonces tendremos una gran ensalada mental. Pero aquí vuelvo a exponer un fragmento del libro “Diez Sermones sobre la Segunda Venida” de E.W. Bullinger, en el cual, hablando de “proporcionalidades” en la Escritura, dice lo siguiente:

 “Si la Escritura, de manera “proporcional” dedica una mayor cantidad de escrituras a un tema principal o sujeto que a otro, podemos asegurar que ese sujeto mas basto tiene una mayor relevancia también.” Y comienza diciendo lo siguiente:

I. LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO PROFÉTICO 

“TENEMOS TAMBIÉN LA PALABRA PROFÉTICA MÁS SEGURA, A LA CUAL HACÉIS BIEN EN ESTAR ATENTOS COMO A UNA ANTORCHA QUE ALUMBRA EN LUGAR OSCURO, HASTA QUE EL DÍA ESCLAREZCA Y EL LUCERO DE LA MAÑANA SALGA EN VUESTROS CORAZONES”. 2ª Pedro 1:19

A pesar de lo irrelevante que el Estudio de la Profecía pueda parecer al juicio de los hombres, nosotros aprendemos de nuestro texto que es un tema de suma importancia a los ojos de Dios. 
Es cierto que la gran mayoría de los cristianos profesantes desprecian la profecía como si fuese del todo irrelevante y desprovista de interés. Eso tal vez ocurra porque, en vez de permitírsele a Dios que nos dé el significado de lo que Él dice, cada uno de los intérpretes declara que Él quiere decir algo muy diferente, y así el lector común de la Biblia se queda perdido y desorientado con la Babel que le rodea: o tal vez sea por la creencia de que Cristo no vaya a venir al menos dentro de los próximos mil años, lo que haga pensar que es inútil esperar por Él, o estudiar las Escrituras que hablen de Su Retorno: o tal vez sea por creer, prácticamente, que Cristo llega en el momento de la muerte de cada creyente, que se vea como un asunto de poca consecuencia saber si Cristo vuelve antes, o después del Milenio.  Por eso, mientras se va levantando el grito de media noche, con un grito de aviso aquí, y otro por allá, clamando: “He aquí que el Novio se acerca”, este aviso se toma en la Iglesia y en el mundo cómo fue tratado y se tomó en cuenta el aviso de Lot, cuando, “a sus yernos les pareció que Lot se estaba burlando de ellos.” 

Ellos mismos confiesan con este trato que le dan al aviso, su ignorancia del tema, y eso sin duda alguna es la razón de la persuasión que les rodea, de que las profecías son vanas y sin provecho, e incluso peligrosas de observar. 

Pero vamos a considerar este gran tema en su conjunto, porque nosotros creemos en la importancia de la “Palabra Profética más segura”; y nuestro objetivo es mantener esta importancia impresa en nuestros corazones. 

Consideraremos primeramente el lugar que Dios Mismo le ha dado en Su Palabra. Nuestra meta es procurar mantener toda la “Verdad” en Su correcta proporción, porque la Verdad fuera de proporción pasa a ser un error en vez de verdad. No solamente debemos recibir la Verdad de Dios porque sea la Verdad, sino que debemos recibirla en el orden de importancia que Dios la ha revelado y otorgado, en la proporción de importancia que Dios le ha dado, y con el énfasis que Dios ha puesto sobre ella. 

Mire ahora la verdad Profética en esta perspectiva. ¿Cuál fue la primera de todas las promesas en el Paraíso? ¿No fue la profecía concerniente a la simiente de la mujer, y Su victoria sobre aquella vieja serpiente el Diablo? ¿En que se basa la fe de los Patriarcas sino en la palabra Profética? La de Abel fue la fe en el sacrificio venidero, la de Enoc fue la fe en la venida del Señor, la de Noé fue la fe en el juicio venidero, la de Abraham fue la fe en una heredero que estaba por llegar, y una herencia venidera, la de Isaac fue la fe en “las cosas venideras”, la de Jacob fue la fe en una Bendición futura, la de José fue la fe en un Éxodo venidero, la de Moisés en una “recompensa del premio”; y mientras tanto todos estos procuraban y esperaban por “alguna cosa mejor”, y por la “mejor resurrección”. La fe que tenían se basaba en la “palabra Profética más segura”, y por abrazar fuertemente esta fe, sufrieron y vencieron. 

El Pentateuco está repleto con palabra Profética. La ley ceremonial, el Tabernáculo y sus mandamientos, todo eso fue “el reflejo o la sombra de las cosas excelentes venideras”, su tipo o ilustración. 

Los Salmos están llenos del “testimonio de Jesús” que es “el espíritu de profecía.” De David leemos, que “siendo él un profeta” – “vio de antemano estas cosas”, hablando de Cristo. Y junto con los Salmos, tenemos diecisiete libros (de un total de treinta y nueve) directa y completamente proféticos. 
Cuando llegamos al Nuevo Testamento encontramos que tiene 260 capítulos; y dentro de ellos, ¿qué otra verdad o doctrina encontramos tantas veces mencionada como esta de la Palabra profética, que se menciona 318 veces? 

Si tomamos los versículos en vez de los capítulos, encontramos que un versículo por cada veinticinco se refiere a esta gran doctrina. Si tomamos sus diversas partes, encontramos que la profecía forma el sujeto principal del ministerio de Juan el Bautista; que los Discursos de nuestro Señor fueron regados con profecía; que casi todas las epístolas contienen profecía; y que el último de los libros en la Biblia no es otra cosa sino puramente profecía. 

En cuanto a lo que respecta a nosotros mismos, todas nuestras esperanzas se hallan edificadas sobre la profecía. La promesa de la victoria futura, la promesa de Resurrección, el regocijo del Cielo, la esperanza de Gloria y todo lo que sabemos acerca de ellos, no es otra cosa sino profecía. 

Está claro, si debemos juzgar la importancia de una doctrina por la preeminencia que se le da en la palabra de Dios, entonces debemos decir y concluir que tenemos un sujeto en la profecía “al cual hacéis bien manteniéndolo encendido en vuestros corazones.” 

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