ALZABA A ÉL MIS MANOS DE NOCHE (Salmo 77:1,2) Por K.C. Pillai
Salmo 77:1,2
Con mi voz clamé a Dios. A Dios clamé, y Él me
escuchará.
Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba a Él
mis manos de noche, sin descanso; Mi alma rehusaba consuelo.
La gente en el oriente levantaba sus
manos mientras oraba en señal de rendición a Dios. Cuando oramos, nos es
necesario tomar nuestro tiempo hasta que tengamos la plena seguridad interior de
que Dios ha oído nuestra oración, hasta que tengamos confort interior.
“Mi
alma rehusaba consuelo”, quiere decir que él no iba a dejar de orar hasta
que estuviera seguro de que tenía confort en su interior. Hay gran solaz al
conducir y dirigir la mente a Dios.
Asaf dijo: “Al Señor busqué (corrí) en el
día de mi angustia, alzaba a Él mis manos”. Cuando un oriental pone sus
manos al cielo mientras ora, está significando la entrega o rendición total y
completa como un siervo. Esta costumbre se ha trasladado al momento en que los
funcionarios toman juramento y “levantan la mano” ante los comandos en la
guerra, significando entrega total al servicio.
“Alzaba
a Él mis manos de noche, sin descanso”, quiere decir: “... levanté mis manos en
la noche, mientras estaban en mi cama”. El poner las manos arriba es como
cuando se captura a un soldado. Significa rendición completa. “Mi alma rehusaba el consuelo”, quiere
decir que se negaba a estar satisfecho hasta que Dios hubiera consolando su
alma, hasta que Dios hubiera aceptado su rendición. Es por eso que debemos
tomar nuestro tiempo cuando oramos. Si estamos creyendo cuando oramos, tendremos
consuelo y alivio antes de recibir la respuesta. Sabemos que hemos creído,
porque tenemos la certeza espiritual en nuestros corazones.
Lamentaciones
2:19 Levántate, da voces en la noche, al comenzar las vigilias; Derrama como
agua tu corazón ante la presencia del Señor (ora fervientemente); alza tus manos a él implorando la vida de
tus pequeñitos, que desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles.
Cuando llegue la necesidad, la pobreza o
el hambre, alza tus manos delante de Dios.
“Implorando la vida de tus pequeñitos, que
desfallecen de hambre en las entradas de todas las calles” significa clamar
durante toda necesidad. Levanta tus manos delante de Dios y rehúsate a ser
consolado, hasta que Dios escuche tus oraciones “y los niños sean liberados de la hambruna”.
“En
el día de mi angustia, busqué al Señor: yo alcé mis manos delante de Él toda la
noche, no dejando de pensar en Él: porque mi alma rehusaba el consuelo” (Traducción del
versículo 2). Muchas personas del Oriente oran en su cama. Se acuesta boca
arriba y utilizan dos, tres o cuatro almohadas para mantener su cabeza en alto,
y estiran o extienden los brazos y las piernas manteniéndolos relajados como si
no les pertenecieran. Así, pueden elevar sus mentes con facilidad y luego orar.
Después de que su mente está clara, entonces levantan sus manos entregando su
petición a Dios. Antes de levantar las manos, el hombre o mujer oriental
deberían estar bien con Dios. Cuando colocan sus manos hacia abajo, ya van a
dormir. “…Alzaba a él mis manos de noche…”
significa, “mantuve mis manos levantadas hacia Dios”. Ellos oran hasta que
tienen la evidencia de que Dios ha escuchado su oración. “Sin descanso”, significa “sin cesar nunca, totalmente entregado”. “Alzaba a Él mis manos de noche, sin descanso”,
significa que el salmista estaba poniendo las dos manos en oración, y al hacer
esto, no se estaba guardando nada dentro de sí, sino que se entregaba por completo
a Dios, estaba totalmente dedicado a Dios. Persistía en estar totalmente
entregado a Dios. Al orar, puedes estar totalmente dedicado a Dios, a pesar de
cualquier cosa o cualquier dificultad.
La primera cosa que hace un hindú, es
orar por la mañana, y la última cosa que hace por la noche, es orar. Levanta
las manos para orar y no se detiene hasta que encuentra la paz con Dios y está
seguro de que Dios escuchó su oración. De acuerdo al Salmo 77:2, las manos no
fueron bajadas hasta que Asaf encontró la paz. “Alzaba a Él mis manos de noche, sin descanso”.
Nehemías
8:6 Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y
todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y
adoraron a Jehová inclinados a tierra.
La palabra “amén"
existía mucho antes de que llegara a existir el cristianismo. Es una palabra de
confirmación y significa “que así sea”. Levantar las manos (y la costumbre de hacerlo
con un pañuelo son ideas occidentales) significa rendirse, persistir. La idea
es: “Señor, aquí estoy con ambas manos levantadas para aceptar mi rendición,
para persistir, para orar con intensidad y reconocer mi absoluta impotencia”.
“Alzaba
a Él mis manos de noche, sin descanso”. La práctica de los orientales es
mantener las manos en alto hasta que el Señor escucha su oración. “Mi alma
rehusaba consuelo” quiere decir: “no estaba consolado”, pero él anhelaba ser
consolado. Los orientales oran hasta quedarse dormidos.
1
Timoteo 2:8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
santas, sin ira ni contienda.
Ríndete ante Dios sin ninguna duda.
Rehúsate a ser movido.
A menos que Dios haya respondido nuestra
oración, debemos permanecer entregados, abandonándonos a Él.
Las oraciones hechas en forma privada te
conectan con Dios inmediatamente. ¡Comienza el día liberado de esta manera! Levanta
tus manos a Dios en una total y absoluta entrega a Él. Continúa elevando tu
oración a Dios hasta ser consolado.
Traducción por Claudia Juárez Garbalena
En realidad es muy bueno el enfoque y la historia aplicada en el tema de orar tocante a este hermoso salmo Dios le bendiga.
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