Abraza tu esperanza, ¡nunca la pierdas de vista! Por Claudia Juárez Garbalena
Hechos
1:11 …Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al
cielo.
Jesús habló de esta
esperanza a sus discípulos. Él tendría que irse, enviaría al Consolador, y
prometió preparar moradas para los suyos y les dijo que en algún momento volvería
por su Iglesia.
Los cristianos tienen básicamente dos pensamientos respecto a la esperanza: Los que estamos seguros de
que la salvación es por gracia y que de acuerdo a cómo hayamos vivido u obrado
recibiremos diferentes coronas; y los que piensan que el galardón es la
salvación y que las coronas son todas por igual.
Según el testimonio claro
de las Escrituras, la salvación
definitivamente es por gracia al creer en nuestro Señor Jesucristo, pero
que hacemos con esa gracia recibida puede proporcionarnos recompensas si la
"administramos apropiadamente". La parábola de los talentos, aunque
no es una escritura dirigida directamente a la Era de Gracia, nos brinda una
clara idea de esto, el principio es el mismo: se nos ha otorgado un don, y
nuestra bendición, privilegio y deber es administrarlo para recibir recompensas
que serán eternas.
El mundo, y tristemente
muchos hijos de Dios, valoran las cosas del mundo como lo más importante a
guardar y administrar, pero Dios dice que sobre toda cosa guardada debemos
guardar el corazón, porque de él mana o proviene la calidad de vida que
manifestamos. El administrar el don de
espíritu santo, que es el talento que se nos ha sido dado, brinda recompensas aquí
y ahora, y en la vida venidera.
Hasta donde sé, hay cinco
coronas mencionadas en las Escrituras:
Apocalipsis
3:11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona.
1) La corona de gozo
para los que ganan vidas para Cristo. 1Tesalonicenses
2:19 Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No
lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?
2) La corona de justicia
para los que aman la venida de Cristo. 2
Timoteo 4:8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me
dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos
los que aman su venida.
3) La corona de gloria
para aquellos que apacientan la grey de Dios “cuidando de ella, no por fuerza,
sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no
como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo
ejemplos de la grey (1 Pedro 5:2,3).” 1
Pedro 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria.
4) La corona incorruptible
para aquellos que corren la buena carrera del creyente. 1 Corintios 9:25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la
verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
5) La corona de vida para
aquellos que sufren por el nombre de Cristo. Apocalipsis 2:10 No temas en nada lo que vas a padecer…Sé fiel hasta la
muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Estas coronas están
registradas en las Escrituras y serán recompensas eternas al creyente que las
gane. La vida eterna le pertenece al creyente renacido porque irrevocables son
los dones y el llamamiento de Dios (Romanos 11:29), pero sus recompensas son
ganadas por su fidelidad a Dios y a Su Palabra.
La Escritura dice que en
un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, seremos transformados y
arrebatados entre las nubes, y nos reunamos con el Señor. En un microsegundo
recibiremos un cuerpo nuevo a semejanza del cuerpo resucitado de nuestro
hermano mayor Jesucristo, un cuerpo incorruptible, un cuerpo libre del pecado,
de la enfermedad y de la muerte, e iremos a morar a la casa de nuestro Padre
celestial, donde nuestro Señor Jesucristo ha preparado moradas para nosotros.
Juan
14:1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
2
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Mientras nosotros estemos
ya viviendo con nuestro Señor, la tierra atravesará por el periodo de
tribulación más extrema y dolorosa que haya vivido jamás, el periodo de
Apocalipsis o el Día del Señor. Eruditos entienden que este periodo, que es un
periodo de juicio para la tierra y para Satanás, es “la semana setenta de
Daniel”, y en base a eso calculan el periodo durará 7 años. Lo que es cierto,
es que Dios dice que esos días “serán acortados a causa de los escogidos”.
¡Dios no dejará a ninguno
de Sus escogidos atrás! Y cuando hablamos de “escogidos”, hablamos de aquellos
que voluntariamente han recibido y recibirán a nuestro Señor Jesucristo como su
Señor y Salvador. Dios no escoge a capricho a quienes salva, sino que invita a
la salvación a todos, y recibe y conoce desde antes de la fundación del mundo a
aquellos que van a creer (Juan 3:16,17).
2
Pedro 3:9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza,
sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino
que todos procedan al arrepentimiento.
Al terminar ese periodo,
Cristo vendrá como Rey de reyes y Señor de señores a esta tierra para reinar
por mil años, y nosotros vendremos con él. Satanás con sus huestes será atado
por mil años. Este será el periodo más próspero, pacífico y bendito que haya
vivido la tierra, ya que tendrá un Gobernante justo, amoroso, fiel y conforme
al corazón de Dios. El renuevo de David, tomará su trono, y gobernará la tierra
en donde habrá gente que haya sobrevivido del Apocalipsis, los hijos de Dios
transformados en el rapto y a la gente que volverá a la vida en la Primera
Resurrección, la de los justos, que sucederá al comienzo de este periodo del
Milenio (Apocalipsis 20:4-6), en ella, volverán a la vida todos aquellos que han tenido su esperanza
en Cristo desde el principio de los tiempos hasta los que hayan perecido en el
tiempo de la Gran Tribulación, esto incluye a los Patriarcas y todos los
hombres y mujeres de Dios mencionados en el A.T. (Hechos 24:15).
La siguiente es una de
las profecías que hablan de ese periodo de tiempo:
Isaías
11:1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.
11:2
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de
temor de Jehová.
11:3
Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista
de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;
11:4
sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los
mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el
espíritu de sus labios matará al impío.
11:5
Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.
11:6
Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el
becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los
pastoreará.
11:7
La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey
comerá paja.
11:8
Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado
extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.
11:9
No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del
conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
11:10
Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por
pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será
gloriosa.
El tiempo del Milenio
descrito en la Palabra será glorioso, y es parte de nuestra esperanza futura.
Al terminar este periodo, satanás será desatado y engañará a las naciones
intentando derrocar a Dios y a Su Cristo del trono, lo cual por supuesto no
lograrán, habrá una gran batalla en donde Satanás con sus huestes serán
finalmente anulados:
Apocalipsis
20:7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,
20:8
y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra,
a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es
como la arena del mar.
20:9
Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los
santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.
20:10
Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde
estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos.
20:11
Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual
huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
20:12
Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron
abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron
juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras.
20:13
Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
20:14
Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte
segunda.
20:15
Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego.
Este pasaje habla de la
Segunda Resurrección, la de los injustos.
Finalmente será
instaurado el Paraíso de nuevo, y Juan describe lo que vio:
Apocalipsis: 21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra
nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no
existía más.
21:2
Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
21:3
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará
con ellos como su Dios.
21:4
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
21:5
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las
cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
21:6
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que
tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
21:23 La ciudad no tiene necesidad de sol
ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero
es su lumbrera.
21:24
Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes
de la tierra traerán su gloria y honor a ella.
21:25
Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.
21:26
Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
Tremendas profecías que
sin duda alguna SE CUMPLIRÁN y todos aquellos que hemos creído en Cristo
seremos parte de ellas.
Nuestra salvación es un
hecho (si has creído en Cristo), pero una exhortación que te hago hoy es a
CUIDAR TU CORAZÓN, Busca a Dios en oración, busca la paz de Cristo descansando
y confiando en su obra finalizada. Pasa tiempo con Dios y Su Palabra. Perdona a
quien te haya ofendido como has sido perdonado en Cristo. Serás reconocido y
premiado por la forma en que hayas administrado la gracia que te ha sido dada.
Regocíjate en ello y glorifica a Dios y a Su Cristo con tus palabras y, sobre
todo, ¡con tu andar!
¿Qué harías tú si vas a
encontrarte con la reina de Inglaterra, con el presidente de tu país, con tu
cantante o actor o deportista favorito? ¿qué harías si tuvieras una cita
preparada con una de estas personalidades? Seguramente vestirías tus mejores
galas, buscarías lucir impecable, buscarías las palabras más adecuadas para
expresarte, pensarías y meditarías mucho en el momento y lo atesorarías, ¿no es
así? Bueno… ¡en breve vas a estar
delante de tu Dios, Señor y Rey!!!!! ¡Cuánto más debes meditar y prepararte
para un momento tan sublime como este! Sabemos que, nada hemos traído a este
mundo, y que nada podremos sacar, las verdaderas riquezas que un creyente
atesora son eternas.
Y entonces ¿de qué forma
nos preparamos para este momento? Con la única ofrenda que podemos brindar a
Dios ya que no llevaremos NADA en nuestras manos: ¡NUESTRO CORAZÓN RENDIDO Y
LLENO DE AMOR, GRATITUD ALABANZAS Y ADORACIÓN A ÉL!
Si eres hijo de Dios, ya
eres salvo, pero puedes ofrendar a Dios tu vida y corazón en alabanza y
adoración a Él. ¡Dios a final de cuentas nos hizo, formó y creó para Su gloria
y alabanza! Y realmente ANHELA tener una relación estrecha, intima, muy cercana
con Su gente.
¡Hoy más que nunca busca
a tu Dios que te ama y a nuestro Señor Jesucristo! Descansa en Su amor que es
mejor que el más exquisito vino, confía en Él que ha dado TODO por ti
entregando a Su Hijo. Tu vida y la de los tuyos están seguras en Sus manos. ¡Él
vela por ti, y anhela recibirte en casa y bendecirte como nunca has soñado!
Hermano, hermana, es
tiempo de velar en oración y de confiar, de descansar en Él, de meditar
profundamente en Su Palabra y de vivir Su Palabra. Nuestro testimonio
hablado y sobre todo, viviente, puede alcanzar a muchos aún. Nuestras vidas
después del rapto van a cambiar súbitamente, en un abrir y cerrar de ojos
seremos libres de la corrupción de este mundo, del pecado, de la muerte y
pasaremos literalmente al reinado de Dios donde viviremos conforme a Su
sabiduría, amor, gracia y justicia y no con las reglas de este mundo.
Allá no importaran tus
títulos, posición social y económica, serás un hijo de Dios y tu obra en el
Señor será manifiesta y tendrás recompensas o perdida, según lo que hayas
hecho. Tu salvación está garantizada si eres hijo de Dios, pero tus tesoros
eternos los recibirás de acuerdo a tu administración de la gracia que te ha
sido otorgada.
Un aspecto importante que
Dios me pide que les recalque es EL PERDÓN. Muchas enfermedades físicas son
resultado del rencor. Perdona como Cristo te ha perdonado y pon en paz tu
corazón. Ofrece eso como una ofrenda a Dios. No mires si la otra persona lo
merece o no, CUIDA, OCUPATE DE TU CORAZÓN que es el tesoro que puedes ofrecer a
Dios al llegar a Su Presencia. No hacemos esto para ser salvos, sino porque
somos salvos.
Es como los preparativos
para una boda. En el Oriente, como en Occidente, se hacen una serie de rituales
y preparativos para un matrimonio, sin embargo, en el oriente o tiempos
bíblicos, los preparativos eran más de orden espiritual, aunque claro que
incluían asuntos físicos. El compromiso era profundo y sumamente serio, y hasta
solemne. Entre los ritos que hacían, se encontraba el pacto de sal que
consistía en un compromiso delante de Dios a hablarse siempre con la verdad y a
portarse con rectitud y honorabilidad en uno con el otro, y no hablo de un
compromiso superficial como suelen ser los matrimonios en Occidente, sino de un
verdadero compromiso, profundo y sublime.
Quiero compartir con
ustedes lo que escribió sobre el matrimonio el maestro de costumbres orientales
K.C. Pillai:
“La
luna de miel se prolongaba durante un año. La pareja vivía un mes primeramente
con los padres de la novia y en el mes siguiente con los del novio. Ellos
comían siempre juntos. En el Oriente, si a un hombre se le invita a cenar en el
transcurso de un año desde el día de su casamiento, contestará diciendo: “Acabo
de casarme, por tanto, no puedo aceptar la invitación.” (Lucas 14:20). Los europeos y los americanos
piensan, sin embargo, que esta es realmente una excusa muy infantil y endeble;
sin embargo no es para nada una débil excusa; aceptar comer fuera del hogar y
alejado de su esposa es impensable. Simplemente es algo que no hacen los
orientales.
Al
final del periodo de los doce meses, tiene lugar el inicio de una nueva
ceremonia. La pareja se ha pasado el último mes en la casa de los padres de la
novia. Tanto la familia como los amigos, así como muchas de las vírgenes que
fueron damas de honor y que puedan ser localizadas, se juntan de nuevo para
esta ocasión. El marido se aproxima a la esposa y le hace una solemne
declaración en presencia de toda la asamblea:
Y
le dice: No se turbe tu corazón; crees en
Dios, cree también en mí. En la casa de mi padre muchas moradas hay; si así no
fuera, yo te lo hubiera dicho. Y si me fuere y te preparare lugar, vendré otra
vez, y te llevaré conmigo, para que donde yo estoy, tú también puedas estar. Y
sabes a dónde voy, y sabes el camino.
Estoy
seguro de que estas palabras te suenan muy familiares. Son las palabras que
Jesús les refirió a sus discípulos en la última cena (Juan 14:1-4).
La
pareja establecerá entonces su residencia permanente en la casa del esposo. Él
debe partir y preparar allí un lugar donde tengan su nido apropiado. Ellos
podrán comer con el resto de la familia, pero este sitio será su nido privado.
El novio está dándole garantías a su novia de que sale para preparar su nido, y
que a su debido tiempo regresará por ella para que también pueda vivir allí con
él.
La
novia escucha muy cuidadosamente esta solemne declaración, y después le da su
respuesta.
Ella
le dice: “Todo lo que tú digas haré”.
A
mí me sorprende que muchos cristianos de hoy en día no sean capaces de creer la
promesa que Cristo nos hizo y que no estén tan sosegados y gozosos como la
esposa en el Oriente con respecto a su marido. Yo creo que eso se debe a que no
conocemos a Cristo como la esposa conoce a su marido. Ellos habían pasado un
año entero juntos; no habían aceptado ninguna invitación de fuera para pasar el
tiempo necesario en conocerse.
Si
nosotros los que confesamos a Cristo pasásemos un año entero creciendo en los
asuntos y pensamientos del Espíritu, no tomando una sola comida sin orar
primero, y siempre pensando en cómo agradar al Señor, podríamos perfectamente
creer en las promesas que nos ha hecho.”
De “Costumbres sobre el matrimonio”,
de K.C Pillai.
Como vemos, la
declaración y promesa que hace el marido a su esposa es muy hermosa, pero lo
más hermoso es que nuestro glorioso señor Jesucristo dijo estas mismas palabras
poco antes de ofrendar su preciosa vida por nosotros:
Juan
14:1-4 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si
así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí
mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy,
y sabéis el camino.
¡Que el Padre alumbre
nuestro entendimiento para que así como la novia en el oriente se rinde al
novio en su casamiento, nosotros nos rindamos a nuestro Señor y salvador
Jesucristo y digamos: “Todo lo que tú
digas, haré”, tal y como las orientales prometen a sus maridos en su
casamiento!
Efesios
5:29-32 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y
la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo,
de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. GRANDE
ES ESTE MISTERIO; MAS YO DIGO ESTO RESPECTO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA.
¡Esperemos con gozo a
nuestro Señor entre las nubes, porque El Día se acerca!
A nuestro Dios brindamos
toda nuestra admiración, alabanza, honra y honor. Nuestra más rendida adoración
al Dios eterno.
Lecturas sugeridas:
"Diez sermones sobre la segunda venida"
Por E.W. Bullinger
"El Apocalipsis o el día del Señor" Por E.W. Bullinger
Paz en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo...Paz siento en mi corazón ante la preciosa esperanza puesta en el retorno del REY...Su Majestad...Paz me dá el saber que su presencia está delante mio la cual se va a manifestar más aún cuando lo puda ver en su retorno...Paz me dá el saber que sus hijos estamos expectantes de su venida...¡¡SHALOM A TODOS MIS HERMANOS EN CRISTO!!
ResponderEliminarEstimada hermana Claudia, he amado esta lectura desde que la ojee. Le pido permiso para poder compartirla en Facebook live. Dada la importancia de estos tiempos y la necesidad de que se hable de esta forma el evangelio. Quisiera su permiso para lo mencionado.
ResponderEliminarQue Dios la diga usando en su labor, y que tenga la corona �� que anhela su corazón.
Espero su pronta respuesta. Muchas gracias y la bendición de Dios sea suya.
Dios le bendiga hermano! Adelante! Gloria a Dios! que sea para honra y alabanza de nuestro REY!!!
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Saludos y shalom!!!